Capítulo 1: TELEFONO ROTO
Transcurría la mitad del verano en el número 4 de Privet Drive, y un chico de 17 años permanecía sentado en el césped, tocándose una cicatriz que tenia en la frente, la cicatriz en forma de rayo que le dejo la maldición asesina de Lord Voldemort cuando apenas tenia 1 año y que no lo mato gracias al sacrificio de su madre. Era sumamente extraño que durante todos los días transcurridos de las vacaciones aquella cicatriz no le ardiera, y es que Harry esperaba alguna señal de aquel mago tenebroso, el peor de los últimos tiempos. Al levantarse del césped y dirigirse a su habitación, Harry vio en la cama todos los regalos de cumpleaños que le habían enviado sus mejores amigos, todos del mundo mágico, él sonrió al verlos y una vez mas empezó a disfrutar de ellos.
Hagrid, el guardabosque de Hogwards le había enviado una gran bufanda, tejida por el mismo y que llevaba como bordados muchas snitchs, desde el ingreso al colegio el deporte favorito de Harry era el quidditch. Ron Weasley, su mejor amigo le había enviado una caja mediana, del tamaño de caja de zapatos, llena de los dulces y chucherias que le gustaban a Harry (ranas de chocolate, alverjas multisabores de Bertie Bott, meigas fritas) y un termo en el cual había su bebida favorita, cerveza de mantequilla. El último era de su amiga Hermione Granger y no podría ser otra cosa que un libro, pero no un libro para el colegio, era un libro titulado Mundiales de quidditch: Las mejores jugadas. Cada vez que lo abría, las fotos que se movían mostraban jugadas espectaculares realizadas en los mundiales a través de su historia. Al observar todos sus regalos su mente se despejo y no dejo de sonreír hasta que su tía lo llamo.
-¡Harry!, baja ahora mismo... tienes una llamada.
Este se extrañó muchísimo, ¿quién lo llamaba?, la última vez que alguien lo había hecho era Ron, pero él no supo como hacerlo y Harry había recibido un regaño gracias a esto. Bajando las escaleras lo más rápido posible y con una mirada de incredulidad, recibió la bocina de las manos de su tía Petunia que lo miraba de manera desdeñada y se dirigió a la cocina no sin antes dirigirle una mueca con su cara de caballo. Luego Harry habló por el teléfono:
-¿Quién es?
-Primero se saluda... que falta de educación Harry. – Era Hermione, su mejor amiga.
-¿Pero, por qué me has llamado? – Harry estaba tan sorprendido que no se daba cuenta de lo que decía.
- Yo estoy muy bien, gracias, solo quería saber como te encontrabas... pero por lo visto no quieres hablar conmigo, así que nos veremos en el colegio. ¡ADIOS!.- y sin mas ni más tiró el teléfono.
- ¡NO, ESPERA!... Hermione... Alo.- demasiado tarde, pensó Harry, pero por qué no fue capaz de hablar, acaso era la sorpresa de que alguien lo llamara o...
-¡Harry muévete, y ayúdame con la comida! – le dijo tía Petunia desde la cocina.
Después de cenar, de la mente de Harry no se escapaba lo que le había ocurrido en el teléfono con Hermione, y es que desde que Harry se estaba convirtiendo en adulto regularmente llevaba un genio de malas pulgas... pero ser maleducado con uno de sus amigos no era algo bueno. Cuando entró en su habitación vio en la ventana a Pig la pequeña lechuza de Ron, la cual llevaba un mensaje.
Hola Harry, espero que te encuentres bien y que te hallan gustado los dulces que te envié. Que tal si nos vemos en el callejón Diagon el próximo 20 de Agosto y el resto de los días los pasas aquí en La Madriguera, no creo que los muggles te pongan problema, mándame la respuesta con Pig.
Un abrazo.... Ron
Harry miraba a Pig que ululaba y volaba como loco, así que lo agarró y lo introdujo en la jaula de Hedwig quien lo miraba con aire ofendida, sin embargo permitió que la pequeña lechuza bebiera un poco de agua. Así que Harry fue hasta donde su tío para hablar son él.
-Tío Vernon... necesito...
-¿Qué quieres muchacho?- chilló tío Vernon, y lo miró con las cejas levantadas.
-Es que si me podrías llevar a Londres el 20 de agosto porque me voy a pasar los últimos días de vacaciones en la casa de un amigo. – Harry dijo todo esto sin siquiera respirar.
Por un momento muy tenso tío Vernon lo observó y Harry esperaba impaciente su respuesta.
-Esta bien... – dijo –, pero que sea en las horas de la mañana, acuérdate que tengo que trabajar.
Conteniendo la alegría que en esos momentos le embargaba, Harry cogió una pluma y un pedazo de pergamino, y escribió:
Todo bien Ron, estaré en el Caldero Chorreante en las horas de la mañana, sino me vez búscame en el callejón.
Harry
Se la envolvió a Pig en sus patitas y observó cómo se internaba en la noche.
