Capítulo 2: DE NUEVO EN HOGWARTS
El 19 de agosto Harry empacaba todas sus cosas en el baúl y se acostó inmediatamente después de haber terminado, pero no pudo conciliar el sueño fácilmente, en su mente rondaba el altercado que había tenido con Hermione y se extrañaba de que la muchacha no se hubiera comunicado con él, en un par de ocasiones él le había enviado mensajes de disculpa con Hedwig pero en ambas ocasiones, la lechuza regresó sin respuesta. Harto del comportamiento de su amiga, Harry decidió no rogarle más y esperaría a encontrarla en Hogwarts para hablar con ella o quizás, si tenía un poco de suerte, en el callejón Diagon.
Al día siguiente, Harry se levantó a las 6 de la mañana, se organizó y estuvo listo a las 7:30 con su baúl al lado de la escalera e impaciente por marcharse de una vez por todas. Una vez que tío Vernon terminó de desayunar y se hubo despedido de tía Petunia y Dudley, lo llevó a Londres, durante todo el trayecto no le dirigió la palabra, pero Harry le indicaba por donde debía dejarlo. Cuando llegaron al Caldero Chorreante, tío Vernon bajó lo más rápido que pudo el baúl y la jaula de Harry y ni siquiera se despidió de él, pero no le importó porque ya estaba en su mundo. Cuando entró en la taberna lo recibió Tom, el dueño y éste inmediatamente le asignó una habitación a Harry y también algo para desayunar. Una vez bien alimentado Harry se dirigió a Gringotts para sacar de su bóveda algo de dinero y comprar los elementos y útiles que necesitaba para su último año en Hogwarts. Cuando se devolvía al Caldero Chorreante oyó que alguien lo llamaba:
-¡Eh, Harry, por aquí!- era Ron Weasley y junto a él iban su hermana Ginny y sus padres.
-¡Hola Ron! – exclamó Harry –. Ginny, señores Weasley. ¿Hace mucho llegaron?
-Hace solo un instante... ya sabes, mediante la red flu. Pero cuéntame ¿cómo has pasado el verano?
Harry y Ron intercambiaron sus experiencias y mientras Ginny y sus padres se dirigieron a comprar nuevos uniformes, Harry le contó a Ron sobre su altercado con Hermione.
-¿Pero que extraño? – dijo Ron –. Yo me he estado comunicando con ella vía lechuza y no me ha escrito nada, debe ser que no le da importancia.
-Pero le envié dos mensajes pidiéndole disculpas y no me contestó –dijo Harry.
-Bueno Harry, ya sabes como son las mujeres, son muy extrañas, nadie las entiende.
-Si, pero con Cho yo no tuve esos problemas.
-Porque Cho era tu novia, no puedes comprara a Hermione con ella, la situación entre ustedes es muy distinta. A propósito, ya sabes que le otorgaron el Premio Anual, ahora quien se la aguanta – esto último lo dijo moviendo la cabeza en señal de negación.
-Seguramente era por eso que me llamaba, debió de estar muy contenta y no esperó enviar una lechuza para hacérmelo saber, sinceramente la regué.
-Harry, es que en ocasiones traes un genio de los mil demonios y las mujeres son muy sensibles a eso.
Después de comprar todo lo necesario, fue por sus cosas al caldero chorreante y se dirigió junto con los Weasley a La Madriguera.
Los días que pasó allí fueron sensacionales, no se acordaba de Voldemort, jugaba al quidditch con Ron y los gemelos (cuando estos podían) y se divertía desgnomando el jardín.
Llegó el 1 de septiembre y el caos se apoderó de La Madriguera, baúles por todos lados, las jaulas, los afanes. Una vez llegaron a la Estación de King's Cross y atravesaron la barrera 9 ¾ se encontraron con el Expreso a Hogwarts y buscaron un compartimiento vacío. Se despidieron de los señores Weasley y emprendieron camino hacia el colegio. Cuando Harry, Ron y Ginny regresaron al compartimiento vieron en una de las sillas a Crookshanks, el gato canela y patizambo de Hermione, pero ella no estaba allí, se extrañaron de que en toda la mañana no se había aparecido ni siquiera a saludarlos. Al medio día llegó la señora con el carrito de dulces y compraron comida, Ginny salió para saludar a sus compañeros de curso e inmediatamente después de ella entraba alguien al compartimiento...
-¡Conque estas aquí, Crookshanks! – era Hermione –. Hola Ron, cómo estas... Harry...
-¿Dónde has estado? –preguntó Harry, algo disgustado.
-Estas bien Ron, yo si, ... – dijo Hermione y dirigiéndole a Harry una mirada sin expresión agregó –, he estado ocupada, y Harry, cuando te salude, ten la amabilidad de contestar. – Cogió su gato y miró a Ron- nos vemos después.
La vieron salir y los dos intercambiaron miradas de sorpresa, Ron se encogió de hombros y le dijo a Harry:
-Creo que no das con una... pero que idiota fuiste, como se te ocurre preguntarle dónde estaba, y en ese tono.
-¡Bueno, somos sus amigos NO! – se defendió Harry – y fue muy descortés de su parte no haber venido a saludar, de no ser por que estaba buscando a Crookshanks te aseguro que no se habría pasado por aquí.
-Y para qué querría hacerlo, fíjate como la tratas – dijo Ron –. Harry, francamente algo te está pasando con esa chica.- y se detuvo al darse cuenta que Pig se estaba ahogando con una chuchería.
-A mi no me pasa nada con ella, simplemente...
-¡Que no! – lo interrumpió Ron –. Mira Harry, tu siempre te la habías llevado muy bien con Hermione, era yo el que la sacaba de casillas y le llevaba la contraria, pero aún así hablaba con ella como si nada, en cambio tu actitud la ha desconcertado y por eso es indiferente contigo... cualquiera en su lugar haría lo mismo.
-Pero bueno... es que ahora estas de su parte- dijo Harry frunciendo el entrecejo.
-No, no lo estoy, pero trato de comprenderla eso es todo.
El resto del viaje en el expreso paso sin mayores acontecimientos y durante todo el trayecto entraron a saludarlos sus compañeros de la casa gryffindor. Cuando llegaron a la estación vieron a Hagrid conduciendo a los alumnos de primer grado hacia el lago.
-Todo bien Harry, Ron – les gritó Hagrid.
-¡SI!- contestaron al unísono.
-¿Y Hermione? – se interesó el guardabosque.
Harry y Ron se encogieron de hombros. Así que posteriormente hicieron la fila y esperaron los carruajes que los llevarían a Hogwarts y Harry miraba por detrás del hombro buscando a Hermione hasta que la vio acompañada por Parvati Patil y Lavender Brown conversando animadamente. Al observarla mejor notó que llevaba en la túnica su insignia de Premio Anual y se la mostraba con orgullo a sus compañeras, entonces unos pensamientos llegaron a la mente de Harry, pensó que en lugar de Parvati y Lavender las personas que ahora estarían con ella serían Ron y él, y sintió un retorcijón en el estomago al no poder compartir ese momento tan especial con ella.
Al llegar al colegio y mientras esperaban que se abrieran las puestas del gran comedor, del cielo caían bolitas de pergaminos por todos lados, tiradas por Peeves que se reía a con sonoras carcajadas cada vez que alguna de las bolitas le daba en los ojos a algún alumno. Después de la selección de alumnos y de estar bien cenados, el profesor Dumbledor se dirigió a la audiencia.
-Queridos alumnos, profesores y fantasmas, bienvenidos a un nuevo año en el colegio Hogwarts, espero que todos ustedes demuestren durante el transcurso de sus estudios toda la voluntad para aprender un poquito más, aunque en vacaciones después se les olvide. Quiero recordarles que el Bosque Oscuro esta prohibido para todo el alumnado y que infringir esta ley le ocasionará la expulsión automática del colegio. Ahora, vallan a sus casas y que tengan dulces sueños.
Se dirigieron a la torre gryffindor y la mayoría de los alumnos se fueron a dormir, ya era casi media noche y los únicos que quedaban en la sala común era uno de los prefectos, Hermione, Ron y Harry. Cuando el prefecto se despidió de ellos para salir a realizar su ronda nocturna, Harry se acercó rápidamente a Hermione para hablar con ella, Ron se desapareció de vista (había quedado con Harry de dejarlo solo con ella), y estando los dos solos le dijo:
-Podemos hablar... por favor.
-Bueno, pero que sea rápido, mañana me tengo que levantar muy temprano.
-Hermione ¿qué te pasa conmigo? – le dijo Harry, frunciendo el entrecejo.
-¿A mi?... nada.
-Mentira, estas indiferente, como si ya no fuéramos amigos.
-Bueno Harry, es que tu comportamiento de los últimos días parece que lo confirmara.
-¿A que te refieres? – Harry trataba de controlar el tono altanero de su voz.
-A que te importa un pito lo que me pase y...
-Mira, si es por lo del teléfono ya te he dicho que me perdones, entiende, a mi nunca me llama nadie y escuchar tu voz al otro lado me sorprendió mucho.
-Pero no me habrías hablado así si hubiera sido Cho ¿Verdad? – chilló Hermione.
-¿Por qué metes a Cho en esto? – estalló de repente Harry.
-Vez, otra vez ese tonito, mejor nos vemos mañana Harry, buenas noches – y salió disparada hacia el dormitorio de las chicas, ante la mirada de sorpresa de Harry.
