Capítulo 3: EL TOTAZO

Mientras desayunaban, Harry actualizaba a Ron sobre los detalles de su conversación con Hermione.

-Bueno, si parece que se disgustó porque no te pudo contar lo de su premio – dijo Ron mientras bebía un poco de jugo de naranja.

-Si, pero ¿por qué metió a Cho en esto?

Ron que pretendía responderle, calló cuando apareció Hermione repartiendo los horarios.

-Aquí están sus horarios chicos – y le entregó un pergamino a cada uno.

-Primera hora clase doble de Pociones – leyó Ron –. ¡Y con los Slytherin! – en su cara se dibujó una mueca de desprecio.

-Pues hay que aguantar – le contestó Hermione, que se había sentado junto a Harry.

-¿Ya se te pasó el enfado? - le preguntó éste.

-¿Cuál enfado? – le dijo Hermione fulminándolo con la mirada, que en aquel momento se parecía mucho a la de la profesora McGonagall.

-Ninguno – se apresuró a decir Ron –. Oye Hermione, esta vez si nos vas a echar la mano con lo de los deberes.

-No, no quiero, tienen que aprender haciéndolos – y mirando a Ron con el entrecejo fruncido dijo –. ¡No les voy a celebrar vagancias!

En ese momento sonó la campana indicando el inicio de las clases. Salieron a toda prisa del gran comedor y cuando estaban bajando las escaleras que conducían a las mazmorras a Hermione se le enredó un pie en la túnica y cayó de bruces al suelo, inmediatamente todas sus cosas se regaron y desparramaron. Mientras Ron se apresuraba a recogerlas, Harry se inclinó hacía ella y notó que tenía el labio roto por el golpe. La ayudó a pararse y sacó de su mochila un pañuelo pequeño, acto seguido cogió su cara (su piel se sentía muy suave) y acercándose a ella le limpió el labio.

-Valla Potter, debería darte vergüenza, utilizando tus cosas para ayudar a una sangre sucia. – era Draco Malfoy que miraba la escena con asco –. Y tu también Weasley, tocando sus cosas untadas de escoria.

"PUM" Harry le había propinado un puñetazo a Malfoy que hizo que se tambaleara y tuvo que ser sostenido por sus amigotes Crabbe y Goyle.

-¡HARRY NO! – le dijo Hermione –. No vale la pena, sigamos por favor, y Malfoy...- Hermione le dirigió una dura mirada –, 5 puntos menos para Slytherin.

-Eso es Hermione – le decía Ron, quien estaba matado de la dicha, mientras llegaban a la clase –, ahora tenemos el poder.

-El cual lo utilizamos mal – le corrigió Hermione –, también debería de haberle bajado puntos a Harry, porque eso de irse a los golpes...

-¡Te insultó! – la interrumpió Harry –, ¿cómo iba a dejar las cosas así?

Y por primera vez Hermione le dirigió una mirada cálida, pero al tratar de sonreír Harry notó que el labio de ella aún botaba sangre.

-Espérate – Harry volvió a limpiarle el labio y sintió un impulso muy extraño al observarlos –. ¡Ya está! Quédate con mi pañuelo hasta que te sane.

-Gracias... Ron, mis cosas por favor.

-¡Ah, si!, toma, creo que está todo.

Y se dirigieron hacia el último pupitre de la clase, como hacían todos los años, entonces Ron le dijo a Harry en voz baja para que Hermione no los escuchara:

-Tenemos que hablar, creo que te va a interesar.

-¿Por qué no me lo dices ahora? – le contestó Harry sin perder de vista lo que Snape escribía en el pizarrón.

-Porque es sobre Hermione.

-Que tal en la clase de Adivinación, nos toca después de almuerzo.

-Perfecto – le dijo Ron y asintió con la cabeza.

-¿Qué pasa? - les preguntó Hermione quien comenzaba a cortar raíces de hierbabuena para hacer la poción del aliento encantador.

- Que Malfoy todavía esta dolido – dijo Harry –. Míralo, vuela en el pelo – en ese momento Malfoy les dirigía una mirada de furia y asco.

-¡Si! – e intentando sonreír, al labio de Hermione le volvía a salir un poco de sangre.

Una vez hubieron salido de la clase de pociones se dirigieron al gran comedor a disfrutar de su almuerzo.

-Maldito Snape, dejarnos deberes el primer día de clase – dijo Ron, disgustado.

-¡Controla tu vocabulario, Ron! – le cortó Hermione –. Además, la tarea no esta tan difícil.

-Habla por ti – le contestó Ron, levantando los ojos al cielo.

Después de almorzar Hermione se despidió de los dos y emprendió camino hacia su clase de aritmancia. Cuando Harry y Ron llegaron al salón de Adivinación, se sentaron en una de las mesas más alejadas para poder hablar sin que nadie los escucharan.

-¿Qué pasa con Hermione? – le preguntó de inmediato a Ron, y en ese momento apareció el profesor Firenze.

-Que vi algo – Ron miraba hacia donde estaba el profesor, aparentemente interesado en las explicaciones que le estaba dando a la posición de Marte en ese mes.

-¿Algo malo? – dijo Harry, algo preocupado.

-Malo no, más bien raro – le contestó Ron, que había sacado uno de sus pergaminos y se disponía a sacar una pluma.

-¿Raro?... explícate – le dijo Harry, quien no quitaba los ojos de su amigo.

-Si, mira, esta mañana, cuando se cayó por las escaleras y ya sabes... sus cosas se regaron, pues yo las recogí y vi algo que me sorprendió mucho – le dijo Ron, quien comenzaba a anotar las coordenadas que daba el profesor para realiza un mapa de Marte.

-¿Qué viste? – se impacientó Harry – ¡ah, ya sé! un nuevo libro... o una beca para cuando salgamos de Hogwarts o...

-Una foto tuya – le interrumpió Ron.

-¡Qué!... bueno eso es natural, somos amigos y...

-Con un mensaje – en ese momento Ron dejó de escribir y miró a Harry con cara cómica –, un mensaje de AMOR – esto último lo dijo con una melodía melosa.

-¡Imposible! – dijo Harry, impactado

-Si hombre, yo lo vi con estos ojos que se lo han de comer los gusanos, por eso es que estaba tan ofendida contigo, se sintió herida en su orgullo de mujer.

Después de esto Harry no pudo concentrarse en toda la clase y es que por su cabeza pasaba una y otra vez lo que Hermione le había dicho por teléfono y lo que le dijo la noche anterior en la sala común y al parecer todo encajaba. Sin darse cuenta ya había finalizado la clase y para fortuna suya el profesor Firenze les dejó deberes solo para entregar hasta dentro de un mes. Cuando se dirigía con Ron hacia el comedor encontraron a Hermione en uno de los pasillos intercambiando apuntes un chico muy guapo de 7º curso de Ravenclaw y cuando los vio les hizo señas para que la esperaran. Harry sintió un extraño retorcijón en las tripas y esperó junto con Ron apoyados en una de las paredes y no dejaba de observar a Hermione quien estaba muy entretenida conversando con el muchacho, cinco minutos después se despidió de él con una sonrisa y se reunió con sus amigos.

-Tu labio parece estar mucho mejor – le dijo Harry levantado las cejas –. ¿Quién era él?

-Ah... Kiefer, pues un compañero de la clase de Artimancia, estábamos intercambiando apuntes.

-Tu no necesitas intercambiar apuntes con nadie... – le dijo Harry

-Bueno, pero no esta de más una segunda opinión, yo hago lo mismo con ustedes ¿no?

-Conmigo no – se apresuró a decir Ron, que miraba a Harry de reojo –. Vámonos a comer quieren, estoy que me muero de hambre – y con esto dio por finalizada la conversación.

Como Hermione tenía guardia hasta media noche, comió todo lo rápido que su labio partido le permitió y salió disparada a tomar su lugar. Mientras tanto en la sala común Harry y Ron jugaban una partida de ajedrez mágico y Ron no pudo ser más directo.

-Estabas celoso Harry.

-¡Qué! ¿De qué hablas? – Harry se hacia el idiota.

-Pues de que va a ser, de la conversación entre Hermione y el tal Kiefer.

-Celoso... ¿Yo? Que va, más bien estaba sorprendido.

-Sorprendido de que...

-De que parece ser mentira lo que me contaste de la dichosa foto.

-No es mentira – dijo Ron con aire ofendido –, y sabes qué... el hecho de que tal vez este enamorada de ti no significa que no pueda tener amigos... jaque mate. Mira Harry – y lo miró con una extraña seriedad –, olvídate de lo que te conté, es lo mejor para ustedes.