Capítulo 12: EL REGRESO DE LOS MORTIFAGOS

La luz de la mañana se filtraba por las cortinas de la ventana provocando que Harry se despertara y al hacerlo esbozó una sonrisa cuando sintió entre sus brazos a Hermione, que aún dormía aferrada a su pecho. Con mucho cuidado para que no se despertara, Harry colocó a Hermione en la otra almohada, la cubrió mejor con la sábana y miró el reloj que tenía en su muñeca izquierda, pronto serian las siete de la mañana, no había dormido prácticamente nada, así que se acomodó de lado apoyado en el brazo derecho para observar a Hermione y al hacerlo notó cómo la sábana formaba la silueta de su cuerpo y recordó como durante el amanecer había convertido su cuerpo de adolescente en el cuerpo de una mujer. Harry acercó su mano izquierda al rostro de ella y cuando la estaba rozando con la yema de los dedos Hermione despertó.

-Lo siento, no era mi intención – le dijo Harry en susurro, pero ella le sonrió.

-¿Qué hora es? – preguntó Hermione con la voz somnolienta.

-Casi las siete.

-¡Solo han pasado dos horas! – dijo Hermione mientras se tapaba la boca con la mano izquierda porque bostezaba.

Entonces colocó su mano derecha en el cabello de Harry y comenzó a acariciarle la cabeza. Él se acercó a ella y la besó al tiempo que le corría la sábana hasta dejarla en la cintura, fue bajando los besos pasando por el cuello hasta llegar a sus pechos donde se quedó por unos momentos al tiempo que los mordía con suavidad, pero se sobresaltaron a causa de los ruidos que provenían del primer piso. Harry se paró con rapidez y fue hasta la puerta de la alcoba y la cerró, se devolvió de inmediato.

-¡Vístete rápido! – le dijo a Hermione – ¡hay intrusos!

Muy alarmada, Hermione se paró y comenzó a colocarse sus prendas, lo mismo hizo Harry que también se puso los zapatos, él cogió su varita y cuando se dirigía de nuevo a la puerta Hermione le dijo:

-Harry... no encuentro mi sostén. – ella ya tenía puestos los pantalones y se tapaba el pecho con una sábana.

-Solo ponte la camisa – le dijo devolviéndose hasta ella- ¿Dónde esta tu varita?

-En la otra habitación – y Harry salió corriendo sigilosamente hacia allá, diez segundos después había regresado con la varita de Hermione y su jersey.

-Ponte el jersey – se lo pasó con rapidez y cuando se lo colocó le entregó la varita –, lo que no vi fueron tus botas – y salieron hacia las escaleras.

Cuando se acercaban escucharon a dos adultos conversando:

-Debe de estar aquí – dijo uno de ellos –, tu viste el humo de la chimenea.

-Pues esta chimenea no esta encendida – dijo el otro – ¡Estas seguro!

-¡El amo nunca se equivoca! – reprochó el primero de ellos –. Potter está en ésta casa.

-Entonces vamos al segundo piso.

Cuando Harry y Hermione se asomaron por las escaleras vieron lo que sin lugar a dudas eran dos mortifagos. Entonces Harry tomó la varita con determinación y atacó:

-Furnunculus – grito Harry y la maldición le dio a uno de los mortífagos tumbándolo al suelo.

Luego el otro mortífago levanto la mirada, con la varita en la mano y gritó:

-¡Crucio!

Harry esquivó la maldición pero un instante después escuchó el desgarrador grito de Hermione, la maldición le había pegado a ella. Sin pensarlo dos veces Harry atacó al otro mortífago.

-¡Espelliarmus! – gritó Harry logrando desarmar al mortífago.

Luego se volvió hacia Hermione que estaba tirada en el suelo y convulsionaba por los dolores y sacando fuerzas de donde no las tenía, la cargó y la llevó a la habitación, la dejó en la cama y cerró la puerta con un hechizo. Se escuchaban las maldiciones de los mortífagos que estaban en el primer piso y Harry fue corriendo hacia la mesita de noche y cogió las varitas de sus padres, le quitó la varita a Hermione que la aferraba con fuerza y las guardó en uno de los bolsillos del pantalón. Se dio cuenta que los intrusos subían las escaleras e intentaban abrir la puesta, entonces Harry con un movimiento de su varita conjuró la sábana, la colcha y las almohadas que estaban en el suelo para que fueran directo a los mortifagos en cuanto ellos entraran. Se guardó la varita en el bolsillo donde estaban las otras, agarró la bolsa de polvos flu que había dejado Ron y de ella sacó un puñado, se guardó la bolsa en el otro bolsillo y fue directo hacia Hermione, en ese instante los mortifagos lograron entrar a la habitación y de inmediato las almohadas, la colcha y la sábana fueron directo hacia ellos, provocando que se enredaran. Tenían muy poco tiempo para escapar y Hermione realizó un esfuerzo sobrehumano para caminar mientras Harry la sostenía con la mano que no llevaba los polvos, se metieron en la chimenea y antes de que los mortifagos pudieran hacer algo, Harry lanzó los polvos al suelo y gritó "La Madriguera".

Un instante después Harry aferraba a Hermione con todas sus fuerzas mientras daban vueltas y veía borrosas chimeneas, por lo que se vio obligado a cerrar los ojos y cuando menos pensó... "PUM", habían caído de bruces en la cocina de los Weasley. Al verlos, la señora Weasley dio un grito de sorpresa soltando la sartén donde le estaba preparando el desayuno a su marido.

-¿Harry, qué ocurre? – dijo, poniéndose pálida.

-Nos atacaron unos mortífagos – dijo Harry sin aliento, aún se abrazaba fuertemente a Hermione.

-¿Dónde esta Ron? – preguntó angustiada la señora Weasley.

-Se devolvió anoche – le dijo Harry quien se había parado e intentaba levantar a Hermione –. Un mortífago le hechó a Hermione la maldición cruciatus.

Y entonces la señora Weasley lanzó una exclamación de terror, en esos momentos entraba a la cocina el señor Weasley.

-¡Molly, por qué gritas! – se quedó de piedra al observar a Harry que sostenía a Hermione y al parecer ella estaba en estado de shock.

-¡Mortífagos, Arthur! - chilló la señora Weasley – y Ron los dejó solos.

El señor Weasley se apresuró a ayudar a Harry y cargó a Hermione dirigiéndose hacia su alcoba. Durante el trayecto por las escaleras los hermanos Weasley se iban asomando para conocer la razón del revuelo y se asustaron al ver a Hermione en ese estado.