Bueno... aquí está mi primer fic.
¿Os lo tengo que decir o ya lo sabéis? Sí, hombre, lo de que los personajes son de JKR y que no busco lucro alguno... Venga, confío en vosotros y seguro que ya os lo sabéis de memoria.
Espero que os guste. ¡¡Dejádme Reviews!!
CAP 1: EL DESPERTAR
"Abre los ojos y no sabrás qué es lo que estás viendo.
Abre tu corazón y creerás distinguir figuras.
Abre tu alma y verás la luz al final del túnel."
Disturbios de una mente despierta. Jacqueline Roman.
Hacía calor. Mucho calor. Demasiado.
Harry entreabrió los ojos en la oscuridad. Cuando se movió se dio cuenta de que estaba empapado de sudor y que las sábanas corrían la misma suerte. Enseguida empezó a tener muchísimo frío y antes de que se diera cuenta estaba tiritando. Se sentía enfermo. Consiguió vencer las últimas trazas de sueño y abrió los ojos completamente.
¿Dónde estaba?
Lo primero que pensó fue que volvía a tener uno de aquellos sueños tan reales que había tenido a lo largo del curso anterior. Aquellas visiones le habían atormentado durante tanto tiempo que había aprendido a vivir con ellas, pero desde la muerte de Sirius no había vuelto a soñar. Sin embargo ahora...
Era espeluznantemente vívido. Simplemente estaba allí, echado boca arriba en la cama. Sentía claramente el tacto del algodón de las sábanas y cómo una de ellas le tapaba apenas una pierna. También era muy consciente del calor y de la humedad de su pijama y de la cama en la que estaba. Pero...
-Este techo... - murmuró.
Decidió girar la cabeza para ver el resto de la habitación, pero no hizo más que ponerse aún más nervioso. Se incorporó de un salto.
La habitación donde estaba era, sin lugar a dudas, una habitación de hospital... de hospital muggle. Una televisión permanecía apagada en una estantería colgada de la pared, un par de butacas frente a su cama, una percha para sostener suero y a la izquierda dos puertas, una de ellas, muy probablemente, la del cuarto de baño. Fue hacia la derecha, hacia la gran ventana de la habitación, y de un tirón apartó la cortina veneciana. Un jardín se extendía ante sus ojos, y más adelante, una calle transitada. ¿Qué hora sería? ¿Cómo había llegado hasta allí?
Supuestamente debía estar en su habitación del número 4 de Privet Drive, pero... Tratando de racionalizar el asunto volvió a concentrarse en la idea de que todo aquello era un sueño e intentó despertar. No lo logró. ¿Dónde demonios estaba? Salió de la habitación.
Miró a ambos lados del pasillo. No había mucha luz, pero cuando quiso dar un paso vio su reflejo en unas puertas de cristal que estaban frente a él. ¿Y su pijama? En su lugar llevaba una de esas batas abiertas por detrás y además para su horror no tenía ni ropa interior. Se abalanzó de nuevo al interior de la habitación y buscó alguna ropa. Nunca había soltado tal suspiro de alivio como cuando vio la bolsa de papel que guardaba una ropa que, aunque no reconocía como suya, le venía perfectamente. Eso también le extrañó. Vestía unos pantalones de lona fina color camel y una camiseta blanca que le ajustaban perfectamente. Siempre había relacionado a la ropa muggle con el problema de que se le caía permanentemente ya que siempre le estaba grande. Siempre heredaba de Dudley y nunca tuvo ropa muggle que le viniera bien del todo. En cambio con ésta...
El pasillo estaba desierto. Una luz al fondo descubrió el lugar donde las enfermeras hacían la guardia nocturna. Si pasaba por ahí le verían así que buscó una salida alternativa. Tras entrar por error en dos habitaciones y un cuarto de escobas encontró unas escaleras. Las bajó lo más silenciosamente que pudo y tuvo que esconderse de algún bedel que se cruzó en su camino, pero al poco tiempo llegó a las puertas del hospital. Una vez fuera se permitió una mirada hacia atrás y ver el nombre: Clínica Psiquiátrica San Pablo de Gatesburg.
¿Psiquiátrico? ¿Qué hacía él en un psiquiátrico?
Oyó ruidos provenientes de las ventanas abiertas del piso donde estaba la habitación. Vio luces y pronto supo que se habían dado cuenta de que no estaba. Miró hacia el jardín. Más allá había una carretera. Quizá si llegara hasta allí y agitara su varita el autobús noctámbulo le recogería y volvería a casa. Echó a correr. Los ruidos se hacían más cercanos. Oyó voces que le gritaban que parara, pero no tenía ninguna intención de hacerlo. Instintivamente llevó su mano hasta el bolsillo trasero de sus pantalones. Con un espasmo de pánico recordó que no tenía su varita. ¿Cómo llamaría al autobús? Tampoco podría defenderse... Aun así no iba a quedarse en aquel manicomio. ¿Cómo era posible que hubiera llegado hasta allí?
Las puertas de hierro estaban a su alcance. Sólo tendría que correr un poco más y...
-Ya te tengo...
Un hombre vestido de guardia de seguridad le había agarrado de la camiseta y con un rápido movimiento le había inmovilizado contra el muro de su garita. Harry forcejeó pero el hombre era muy fuerte. Segundos después llegaron los enfermeros jadeando.
-Gracias, Jack.- dijo uno. Después se volvió hacia Harry.- Harry, tío, ¿adónde ibas tan deprisa?
-¿Me conoce?
-¿Bromeas?- el enfermero hizo una seña a los otros dos que le seguían y con un gesto le indicó al guardia que le soltara. Los enfermeros flanquearon a Harry de manera que huyese a donde huyese cualquiera de los dos le agarraría en un instante.- Harry, llevas aquí desde los 11 años. ¿No te acuerdas?
Harry negó con la cabeza ,confundido. Debía de ser un sueño. El peor sueño.
-No, se equivoca.- dijo.- Yo vivo con mis tíos en Little Wining, Surrey, en el número 4 de...
-Privet Drive.- concluyó el enfermero obligándole a volver al edificio. Harry se resistió y clavó sus pies en el suelo.
-Exacto.- dijo.- ¿Qué estoy haciendo aquí?
El enfermero le miró con paciencia y mientras le obligaba a andar hacia el edificio principal con una fuerza irresistible meneó la cabeza con pesar.
-Habrá que avisar al Doctor Preston.
-Yo no estoy loco.- dijo Harry en un momento de desesperación.- Debería estar en casa de mis tíos, no aquí. ¿Quieren hacer el favor de escucharme?
Los dos enfermeros que le custodiaban le sentaron en una silla de ruedas y le ataron las muñecas a los apoyabrazos con cintas de velcro, así como sus pies. Se sentía atrapado. No le querían escuchar.
-Jimmy, - decía el enfermero a uno de los que le habían sentado.- llama a Susan y que se ponga en contacto con el Doctor Preston. Ned, haz el favor de llamar a sus padres. Yo lo llevaré a la habitación.
Harry se quedó petrificado. ¿Llamar a sus padres? No pudo hacer ni un solo amago de movimiento en todo el viaje hasta la habitación. Una vez allí el enfermero cerró la puerta. Un minuto después apareció una enfermera que, sin que Harry pudiera evitarlo, le inyectó algo en el brazo. Cada segundo que pasaba sentía cómo una pesada niebla se cernía sobre él. Sin duda le habían dado un calmante potente y se sentía aturdido y pastoso. Le daba la sensación de que si le desataban se desparramaría por el suelo como un flan. El enfermero le desató y estuvo a punto de escurrirse si no fuera por que le cogió y le tumbó de nuevo en la cama. No podía dormirse, pero tampoco podía evitarlo.
Pasó un tiempo, pero en el estado en el que estaba Harry podía haber pasado una eternidad. La puerta se abrió dejando entrar a un hombre de bata blanca y aspecto desconcertado. Harry creyó oír cómo el enfermero y él hablaban. Al parecer era el Doctor Preston. Casi no podía moverse. El sedante era muy potente y le tenía en una vigilia ausente, sin dormir, pero sin estar despierto. Quería marcharse, pero no podía moverse. Entonces...
-¡Oh, Harry, cariño!
Su voz era cálida, conocida. Sintió un contacto lejano, un calor en su mano derecha y un roce en su mejilla. Trató de abrir un poco los ojos y la vio. Reconoció aquel tono de verde porque era el suyo propio. Los ojos que le miraban levemente enrojecidos por el sueño y el temor no dejaban lugar a dudas. Fue como llegar a casa después de haber corrido delante de un león durante kilómetros. No pudo evitar un sollozo y maldijo a las lágrimas que le impedían ver con nitidez aquella cara. La cara de su madre.
-¿Qué ha ocurrido, doctor?- Harry escuchó la otra voz masculina y segura, aunque preocupada. ¿Su padre?
-Ha tenido una recaída, Sr. Potter. Al parecer se ha querido escapar. No recuerda por qué está aquí y vuelve con la historia de que vive en Surrey.
-Entiendo.- James Potter entró en el reducido y borroso campo de visión de Harry. Era él, sin duda. El rostro 16 años envejecido del hombre que había visto mil veces en las fotos que le dio Hagrid, le miraba con preocupación.- Hola hijo. ¿Cómo te encuentras?
Harry no podía contestar. No sólo por los efectos del sedante, sino porque tenía un nudo en la garganta que apenas le dejaba respirar. Apenas unos hipidos entre sollozo y sollozo ahogado. Tenía tantas cosas que preguntarles.
-Señor y Señora Potter, ¿podría hablar con ustedes? Harry necesita descansar.- dijo la voz del Doctor Preston.
-¿Podemos quedarnos con él esta noche?- preguntó Lily.
-Por supuesto. Vengan conmigo. Bruce, vigila al chico. Avísame con cualquier cosa.
Harry no pudo evitarlo por más tiempo y cerró los ojos. Después... la oscuridad.
