¡Hola chicas! Me encantaron vuestros rews. Allá van las contestaciones:
Lynn Kadyarse: Estoy completamente de acuerdo contigo. No se puede uno fiar ni de sus propias percepciones teniendo en cuenta los antecedentes con Voldy, ¿verdad? Además, en el caso de que ocurriera algo así con la vida de cualquiera de nosotras... la verdad es que me angustia pensarlo. Sería como vivir un libro de Kafka, en el que los personajes viven situaciones opresivas sin saber por qué y sin posibilidad de huir... urg... qué mal rollo....
Miranda Evans: Bueno, niña, ya sabes lo que dicen del caos, ¿no? Que en realidad es una fórmula matemática cuya "única" complicación es que tiene en cuenta todas y cada una de las variables físicas del universo. Quién sabe, igual tu caos al final tiene sentido y todo....
Ah, por cierto. Aprovecho para hacerme publicidad a mí misma (que para eso me tengo) y deciros que he publicado otra historia. Es completmente diferente a esta. Es de acción, suspense, algo de angst, un poquitito de amor, política y de todo. Es la guerra a toda máquina, la guerra de verdad. Se llama Harry Potter y la Caja de Krotiev. Hoy colgaré un par o tres de capítulos, así que si os apetece... y me dejáis rews, ¿fale?
Bueno, me callo ya. ¡¡Os presentooooo.....!!!
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CAP 5: LA SOMBRA DE LA DUDA
"Es el limbo maldito de las cosas por hacer.
Es la trampa eterna de los deseos inconfesados.
Es la quimera entre el antes y el ahora.
Es un segundo, es una vida, es una eternidad
que al final se convierte en nada."
Antología de Oscar Tecelli.
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La calle Nüremberg se encontraba en un barrio residencial relativamente cercano al centro de Londres. Los edificios de viviendas se elevaban sobre terrenos ajardinados y zonas comerciales. Harry vio un par de colegios y una guardería. Era un lugar muy agradable para vivir. Al doblar una esquina en la que había una boca de metro su padre se metió en una rampa y entró en un garaje. Qué natural, qué sencillo. Nada de polvos flu ni trasladores.
Al entrar en el piso un escalofrío de emoción le recorrió la espalda. Efectivamente era una casa normal. Su madre y su hermana le besaron para darle la bienvenida. Le enseñaron la cocina, el salón, el comedor, los baños y su cuarto. Su corazón le dio un vuelco. Era exactamente el mismo cuarto que el que tenía en casa de los Dursley en Privet Drive. Quizá la cama fuera mejor y el armario estuviera en mejores condiciones, pero el tamaño, la forma, la orientación y la distribución eran exactas. Empezaba a tener la sensación de que su nueva vida estaba hecha a partir de retazos de la anterior... o viceversa. Al ver su cara Lily tomó la palabra.
-Vaciamos la habitación de todas tus cosas de bebé porque pensamos que cuando volvieras te gustaría decorarla como más te gustara.- explicó.
-No, no es eso...- trató de disculparse Harry.- Es que... es... ¿Cuándo la vaciasteis?
-Hace unos días, cuando el Doctor Preston aseguró que volverías.- dijo su padre.- ¿Por?
-Nada, nada.- Harry sonrió. El zumbido aumentó un poco, pero el muchacho lo ignoró. No tenía ninguna intención de chafar su llegada.
Los días siguientes fueron intensos aunque no hizo nada del otro mundo: fueron a comprar papel de pared, algunos muebles para la habitación, dieron una vuelta por lo que había sido el barrio de Harry en su niñez, para ver si recordaba algo... pero sin éxito. Todo le parecía nuevo. No se preocupó.
Todo lo hacían por la tarde porque sus padres iban a trabajar. No lo lamentó porque así podía pasar más tiempo con aquella chiquilla tan nerviosa y lista que parecía ser su hermana. La niña no paraba quieta. Le faltaban horas en el día para enseñarle sus dibujos, proponerle juegos y contarle cosas. Ella también le preguntó por su vida imaginada.
-¿Cómo era?
-Diferente.
-Mamá no me ha querido contar qué era lo que soñabas cuando estabas dormido.
-No me extraña. No eran más que tonterías.- dijo Harry sintiendo una punzada de dolor al pensar en Ron y Hermione.
-¿Y no me lo vas a contar tú tampoco? No soy tan pequeña. Creo que puedo comprender algunas cosas.- dijo muy digna. Harry la miró y creyó verse reflejado en su frustración. Todos aquellos años sufriendo acontecimientos que tenían un porqué que nunca llegaba...
-Te voy a contar un cuento, Kate.- comenzó. Y le contó lo que había sido su vida hasta dos semanas antes. A medida que lo iba contando le daba la sensación de que algo se le escapaba. Algo relacionado con las dos realidades. Algo que incrementaba el zumbido de su nuca como si de la sirena de un submarino se tratase. Justo antes de llegar a la parte del Departamento de Misterios se paró en seco. Kate le miró expectante.
-¿Y adónde fuisteis en esos bichos?- preguntó al fin.
-Otro día seguiré la historia.
Kate protestó y se enfurruñó, pero Harry no tenía ninguna intención de contarle el resto. ¿Por qué no quería seguir hablando? Ese zumbido de desconfianza. Miró el reloj. Su madre llegaría en una hora más o menos. Kate se había ido al salón a ver la televisión y Harry se sentó con ella, pero no prestaba atención al programa.
Tenía por fin una vida normal, con sus padres vivos y una hermana; aquella tarde irían a visitar a sus abuelos paternos y al día siguiente vendría Sirius. ¿Qué más podría pedir? Estar plenamente a gusto. Quizá fuera el cambio de vida que ya le hacía sospechar de todo. Recordó la frase de Descartes "Pienso luego existo", pero a la vez deseó poderle preguntar al filósofo: ¿Y si lo que piensas no existe? ¿En qué te conviertes? ¿En un ente pensador sin cuerpo ni vida entre diferentes realidades o en un loco?
Por pura curiosidad entró en el despacho de su padre y conectó el ordenador a Internet. Sonrió divertido. Cuando estaba en Hogwarts su fuente de información era la biblioteca. Ahora la Red. Nuevos tiempos, nuevos métodos... Encontró el buscador y tecleó: Hogwarts.
Nada. Bueno, era de prever.
Tecleó de nuevo. "Voldemort"
Nada. Ahogó una carcajada. Con un nombre así...
Tecleó su propio nombre.
El buscador encontró 7.354 entradas en apenas 0.30 segundos. Casi todas eran páginas de psiquiatría. Al parecer había sido un caso especialmente peculiar. Pero la entrada número 759 era diferente. Aparecía su nombre, pero el resto del texto estaba codificado. Cliqueó e inmediatamente se abrió una página en blanco repleta de signos extraños mezclados con letras y números en la que de vez en cuando aparecía su nombre claro y en negrita. ¿Qué significaba todo eso? Guardó la página en un CD sin saber muy bien por qué lo hacía. Desconectó el ordenador y se prometió enseñarle su hallazgo a su padre. Al fin y al cabo trabajaba en la EUROPOL.
Aquella noche, durante la cena, mientras Lily y Kate hablaban de la película que habían ido a ver al cine por la tarde, Harry se dirigió a James.
-Papá...- aún le resultaba emocionante decir esa palabra.- en tu trabajo, ¿qué haces exactamente?
-Me temo que no puedo darte mucha información sobre ello, hijo.
-Mmm... ¿agente secreto?- dijo curioso Harry. James se rió.
-No, qué va, pero no es algo de lo que podamos hablar libremente. Digamos que soy una especie de detective.
-¿Y qué investigas?
-Últimamente terrorismo internacional, que está de moda.- dijo sarcástico mientras se metía un trozo de patata cocida en la boca.
-¿Por eso tienes que viajar tanto?
-Más o menos. Pero yo no voy detrás de los malos, Harry. Yo sólo les sigo la pista y señalo el lugar a los agentes de campo.- James miró atentamente a Harry.- ¿A qué vienen tantas preguntas?
-Curiosidad.- dijo encogiéndose de hombros. Harry volvió su atención a su comida pensando en lo mal que se sentía al no haber sido capaz de confiar en su propio padre.
Más tarde, mientras Lily acostaba a Kate, Harry salió a la terraza a disfrutar del descanso que suponía el frescor nocturno después de un día sofocante. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no oyó a su padre hasta que estuvo a su lado.
-¿Qué es lo que te preocupa tanto?- le preguntó James a bocajarro.
-He encontrado algo en Internet. Algo codificado en el que aparece mi nombre una y otra vez. No sé qué puede significar.
-¿Quieres enseñármelo?
Harry metió el CD en el lector y unos segundos después apareció la página codificada. James miró la pantalla con el ceño fruncido.
-¿Te importa que me lo lleve al trabajo? Creo que alguien que conozco podría descifrarlo.
Harry asintió y se fue a la cama con una sensación extraña. Había algo que no cuadraba. Suponiendo que aquella fuera la verdadera realidad, ¿cómo era posible que hubiera páginas sospechosas con su nombre? Páginas susceptibles de interesar a la EUROPOL. En aquel mundo él no era más que un muchacho común, esquizofrénico, pero normal. Quizá esa página no fuera nada, pero aun así le extrañaba.
El bote no hacía más que zozobrar tan violentamente que apenas podía permanecer sentado. Pero debía llegar más allá. Entonces, al meter el remo en el agua por enésima vez el agua se quedó tranquila, quieta, como si no hubiera estado embravecida sólo un instante antes. Harry se apartó el pelo mojado de los ojos y miró a su alrededor. ¿Habría llegado al fin? Se encontraba en un atolón magnífico. La laguna de agua salada y de azul brillante se extendía bajo él mostrando una arena blanca y fina, algas verdes y flotantes y numerosos peces. A su alrededor el anillo de tierra y palmeras ofrecía refugio y reposo. Harry remó tranquilo hacia la orilla. Al pisar la playa alzó la mirada y despertó.
