Jo... me emociono con vuestros rews...
Eva Vidal: (blush!!!) Vaya... gracias. Me alegra muchísimo que te haya gustado tanto, en serio. El submundo psicológico... jeje, me ha gustado cómo lo has expresado. Sí, bueno, en ese aspecto Harry Potter tiene mucho donde agarrar. Con cualquier personaje. Son muy, muy complejos y muy profundos y al ser tan jóvenes lo fascinante es tratar de averiguar cómo llevan tanto acontecimiento extraordinario.
Miranda Evans: La verdad es que fue uno de los capítulos más fáciles de escribir (apenas unas dos o tres horas entre repasos y repasos y repasos y....). Puede ser porque yo misma tengo de ese tipo de conversaciones relativamente a menudo :P . Me rayo bastante. ¿Cómo si no hubiera podido escribir algo así? ¡Pero si se me va la olla continuamente!
Lira Garbo: ¡Gracias por pasarte por aquí! Bueno, mi intención era esa, hacer pensar. Quizá no en cosas especialmente... habituales, pero sí en algo, al menos. Y no te preocupes que actualizo todos los días (y fines de semana doble, que no tengo Internet y así compenso). Besotes!!!
Undomiel de Vil: ¡Muchas gracias! Jo, qué ilu que te haya gustado... aunque sea desesperante, jejeje. Bueno, cuando me de la vena kafkiana te aviso, ¿vale ;)? ¡Y vivan los quebraderos de cabeza que sacuden las neuronas de vez en cuando obligándolas a pensar por sí mismas!
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CAP 7: EL FILO DE LA NAVAJA
"Hay cosas que nunca cambian. Dicen que nunca te metes en el mismo río dos veces y es cierto. Pero la esencia, el quid de las cosas, lo profundo y perdurable, aquello que está grabado en la psique y en el ADN de todos los seres humanos... eso, nunca cambia."
Cuando sólo quedemos dos. Joaquín Grandes.
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Tenía que asumirlo.
Ya, pues vale. Fácil era decirlo, pero no hacerlo. Máxime si no tenía muy claro cómo. Mucho se temía que no fuera algo que pudiera hacerse conscientemente siguiendo unos pasos determinados, sino que venía con el tiempo y la madurez. Suspiró abatido preguntándose qué sería de su familia en aquella realidad cuando él volviera a la que le correspondía.
Pero a quién quería engañar...
Sus propios pensamientos le estaban tratando de manipular. La voz de la conciencia le decía una y otra vez que debía volver, que no podía dejar tirados a todos los que conocía sólo porque tuviera miedo. Pero por otro lado quería creer con todas sus fuerzas que pertenecía a la realidad que ahora disfrutaba.
Bebió un sorbo de una botellita de agua que había comprado en un kiosco del parque al que habían ido y siguió pensando mientras su hermana se juntaba con unos niños que conocía.
Empezaron a jugar a un juego de velocidad y destreza que Harry no había visto nunca, pero que encontró emocionante. Un par de niños se colocaban a unos metros de distancia y permanecían inmóviles como postes mientras otro corría de uno a otro atándoles y desatándoles un pañuelo o una chaqueta en brazos, cintura, piernas y cuello. El que primero lograba hacer el recorrido ganaba. Había tres parejas de niños poste mientras otros tres niños corrían. Cada juego iban rotando los que perdían y así jugaban todos. Kate se colocó en el punto intermedio de su pareja de niños poste esperando el pistoletazo de salida. Uno de los niños poste gritó "¡YA!" y los tres niños salieron disparados hacia el niño poste con el pañuelo anudado al cuello que les correspondía. Harry sonrió al ver que Kate lograba arañar una ligera ventaja a sus competidores. Tras un par de minutos de carreras y nudos Kate gritó de alegría y saltó sobre sí misma mientras sus compañeros le aclamaban.
Pero había un niño, uno de los que corrían, que no estaba de acuerdo. Harry, desde su posición podía oír perfectamente la discusión.
-¡Has hecho trampa!- decía el crío.- Atabas mal los nudos para ir más rápido.
-¡Eso no es verdad!- dijo Kate ofendida.
-No es cierto, - dijo una niña poste de Kate.- mira.- Y enseñó la muñeca al niño. Harry supuso que tendría alguna marca del nudo.
-¿Ves?- dijo Kate.
-Por un nudo fuerte que hayas hecho no te creas que te vas a librar.
-¿Librarme de qué?- preguntó irónica la niña. Harry alzó una ceja sorprendido. Menuda hermanita valiente que tenía.- Te recuerdo que la última vez que intentaste pegarme acabaste recibiendo tú, Roger.
-¡Pero eso fue por que estaba enfermo!
-¡Eso es mentira! ¡Lo que pasa es que ese día no estaba el par de idiotas que tienes a tus espaldas, cobarde!
-¡A ELLA!- gritó el tal Roger. Antes de que pudiera levantarse del banco Harry vio cómo Kate era arrollada por los tres niños. Cuando llegó en dos zancadas la niña ya había dejado su marca en el labio de uno de ellos. Tiró del otro niño y a Roger le levantó en vilo. Cuando el muchacho se vio en el aire empezó a patalear y a soltar improperios a diestro y siniestro.
-Tranquilo, chaval.- dijo en tono de advertencia dejándole en el suelo. El chico le miró y luego miró a Kate.
-¿Ahora necesitas a tu hermano el pirado para que te ayude?
-No necesito a nadie para machacarte, Roger. ¡Y no es un pirado!
-Pronto nos veremos en el colegio, Kate y entonces verás.
-No me das ningún miedo.- dijo la niña peligrosamente.
El niño se alejó con sus dos amigotes, uno de ellos sangrando por el labio. Kate tenía la camiseta rota y rasguños por todas partes.
-Deberíamos ir a casa a curarte.- dijo Harry.
-No.- dijo Kate muy digna. Aún estaba muy alterada. Después de sacudirse la ropa y rehacerse la coleta miró a Harry suplicante.- Lo siento.
-¿Por?- dijo acercándole la botella de agua que la niña vació de un trago.
-Por lo que te ha llamado... Pirado.
-No te preocupes, Kate. Lo que diga ese chaval no me afecta en absoluto.
-Es un bruto y un zopenco.- dijo. Y sin más se dio la vuelta y fue a unirse a sus amigos que se habían sentado en el césped a jugar a las cartas que había traído uno de ellos. Harry volvió a su banco con una sonrisa en los labios. "Vaya... has actuado como un hermano", pensó. ¿Cómo podría asimilar todo lo que había pasado en su anterior vida cuando se adaptaba tan rápidamente y bien a esta otra?
Se le haría difícil volver a Hogwarts y a su vida de huérfano. Descubrió que realmente no quería volver aunque supiera que debía hacerlo. Meneó la cabeza. De todas formas si volviera no podría hacer mucho. ¿Cómo podría enfrentarse a Voldemort? No tenía ninguna posibilidad contra él. ¡Por favor! ¡Era un alumno de 5º! ¿Y eso del "poder que él no conoce"? Aún estaba esperando que apareciera. Y una cosa era cierta: como muggle ya podría esperar que no aparecería nunca.
Alguien le dio unos golpecitos en el hombro. Al volverse recibió el mayor puñetazo en la cara que jamás le habían dado. Aturdido, se levantó tambaleante tratando de recolocarse las gafas y ver a su agresor. A su espalda oyó que Kate gritaba su nombre asustada. Un chico de más o menos su edad vestido con una ropa que le venía al menos 20 tallas grande le miraba con verdadera rabia. Harry vio que estaba acompañado de otros 5 chicos de similares características y parecidos sentimientos. Harry pudo notar cómo la tensión aumentaba en aquel parque. Los niños que jugaban cerca se apartaron y hasta los adultos hicieron un sutil mutis. Pronto se había creado un área desierta a su alrededor.
-¿Tú has agarrado a mi hermano?- preguntó el chico que le había pegado.
-¿Primero pegas y después preguntas?- dijo Harry limpiándose la sangre que le salía de la nariz indignado.
El chico se acercó agresivamente seguido de su pandilla y Harry, sabiendo que su situación de desventaja numérica era terrible, retrocedió.
-No van a quedar de ti ni las sobras, tío.- dijo en un silbido. Y en un rápido movimiento el muchacho sacó una navaja. Harry miró la hoja con pánico. ¿Se podía saber por qué se encontraba en aquella situación tan absurda? A su espalda volvió a oír la voz de Kate y sus pasos corriendo hacia él.
-¡Kate vete a casa!- gritó sin perder de vista al chico de la navaja.
-No, Kate, quédate.- dijo el chico. Entonces hizo una señal a sus amigos y dos de ellos corrieron tras la niña.
-¡Ni se os ocurra tocarla!- gritó Harry haciendo como que iba detrás de los dos chicos. Entonces, por el rabillo del ojo vio cómo el chico de la navaja se movía rápidamente hacia él. Por poco no esquiva el filo del cuchillo que iba directo a su estómago, aunque logró pegarle una patada que desestabilizó al chico y salió corriendo hacia la niña que apenas podía escapar de las largas zancadas de los dos muchachos. El chico del cuchillo soltó una maldición y fue tras él.
Al llegar a la altura de los dos matones de barrio pudo pegar a uno en la nuca y derribarlo mientras que empujaba al otro que no le había visto venir. El de la navaja le alcanzaría en un par de segundos, pero en ese tiempo Kate corrió hacia él y ambos se encontraron en un instante haciendo frente al chico armado mientras los otros dos se incorporaban aún aturdidos. Los otros miembros de la pandilla se acercaron. Harry y Kate retrocedieron un poco. La niña agarraba la camiseta de Harry con fuerza y jadeaba de miedo. El chico estaba a unos tres metros de ellos. Entonces, en hábiles y rapidísimos movimientos cogió la navaja por la hoja y la lanzó contra Harry.
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Quizá fuera por la tensión del momento, pero sólo cuando pasaron unos minutos después y llegaban corriendo al portal de su casa, Harry pudo hacerse una idea de lo que había ocurrido.
-¿¡Cómo lo has hecho, Harry!?- exclamaba Kate asustada mientras esperaban que llegara el ascensor.- ¿Qué ha pasado? Es imposible que...
-¡Ya lo sé, Kate, por favor, cálmate!- pidió Harry aturdido y tratando de pensar. La niña lo miró angustiada cuando entraban en el ascensor. Harry pulsó el botón del 6º mientras trataba de tranquilizar su corazón.- No les digas nada de esto a los papás, ¿me has entendido?
-¿Qué? Pero Harry, por el amor de Dios, ¡la navaja se ha quedado parada en el aire frente a ti! ¿Cómo quieres que...?
-Simplemente no digas nada.
Kate se quedó callada. En ese momento llegaban a su piso. Entraron en casa ignorando la imagen que el espejo del recibidor les ofrecía de ellos mismos. Ambos estaban magullados y sucios, especialmente Kate, y los dos tenían expresiones de miedo y sorpresa, más miedo en Kate y más sorpresa en Harry, pero el conjunto general era bastante lamentable...
-Harry...- aventuró la niña tímidamente. Al ver que Harry no decía nada continuó.- ¿No crees que...? Bueno... es que... se parece mucho a aquel cuento que me contaste el otro día.
Harry no contestó. Sí. Se parecía mucho a su vida anterior. De hecho lo que le preocupaba era el hecho de que en contra de lo que creía, en ese mundo no era un chico muggle normal. Seguía siendo Harry Potter, un mago en periodo de aprendizaje con tendencia a hacer magia sin querer en los momentos más oportunos.
-Sí Kate.
-¿Pero no era todo una fantasía?- preguntó Kate asustada.- ¿No te lo habías inventado todo? Por eso estuviste tantos años en el hospital, Harry. Si todo fuera verdad...
-No, no puede ser verdad, Kate.- dijo Harry, que no entendía absolutamente nada.- En mi fantasía papá y mamá habían muerto y tú ni siquiera existías.
-¡Pero has parado esa navaja, Harry! ¿Cómo lo habrías hecho si no es con magia?
Harry no pudo contestar. Todo era demasiado complicado. ¿Cómo era posible que él siguiera siendo un mago cuando todo lo demás era diferente? Podía haber sido un accidente, una especie de espasmo residual de su magia pasada. Rápidamente fue hacia la cocina y cogió un vaso de cristal. Desde hacía años podía hacer explotar los vasos a voluntad con sólo concentrarse un poco. Dejó le vaso en la encimera y le dijo a la perpleja Kate que se apartara.
¡CRASH!
-Vale.- dijo en voz baja.- Esto es más grave de lo que pensaba.
-Harry, ¿sabes lo que significa esto?- dijo Kate repentinamente feliz. Harry la miró.- No estás loco. Nunca lo has estado.
En ese instante oyeron abrirse la puerta principal. Ambos hermanos se miraron perplejos y salieron corriendo a ver. Era pronto para que cualquiera de sus padres volviera del trabajo.
-¡Harry!- dijo su padre al verlos.- Tenemos que irnos ya.
-¿Adónde?- preguntaron los dos hermanos.
-No hay tiempo. Te lo explicaré por el camino.
Así que siguieron a su padre hasta un coche que no reconocieron y en un momento ya estaban en marcha.
-¿Por qué tanta prisa?- preguntó Harry.- ¿Qué pasa?
-Lo siento, hijo. Lo siento tanto...- decía James mirando de cuando en cuando a Harry con gesto compungido. Entonces al fondo de la calle vieron acercarse a toda velocidad un coche de policía.- ¡Agáchate Harry!
Harry obedeció inmediatamente. Vio brillar las luces y la sirena y sólo cuando su padre se lo dijo se incorporó.
-¿Venían a por mí?- preguntó confuso.
-Sí.- James esbozó una sonrisa nerviosa.- Has montado un buen espectáculo en el parque.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó Kate adelantándose al propio Harry.
-En mi trabajo estoy en contacto permanente con la policía.- explicó James.- Hace unos 3 cuartos de hora se empezó a recibir llamadas sobre disturbios en el parque Wells, que queda tan cerca de casa. Por curiosidad le pregunté a un compañero y me dijo que los primeros avisos habían sido por una pelea entre adolescentes. Entonces el tipo que me iba a descodificar la página que me dejaste me dio lo que había descubierto.- James hizo una pausa y miró fugazmente a Harry.- Entonces los avisos de la pelea cambiaron. Ahora al parecer había ocurrido algo muy extraño. Uno de los chicos había parado una navaja en pleno vuelo sin tocarla. Después de leer la página descodificada supe inmediatamente que eras tú y vine aquí enseguida.
-¿Qué decía esa página?- preguntó Harry.
-A eso vamos. Para que la leas tú mismo. Además, allí estarás a salvo.
-Vaya Harry.- dijo Kate desde el asiento trasero.- Eres un fugitivo.
Unos diez minutos después llegaron a las puertas de un edificio grande de aspecto institucional. James metió el coche en un aparcamiento subterráneo y antes de llegar a la puerta de entrada al edificio se paró en seco y agarró a Harry de los hombros.
-Harry, antes de que leas nada sólo quiero que sepas que te queremos, que siempre lo hemos hecho y que... elijas lo que elijas no te dejaremos de querer.
Harry le miró. Aunque prácticamente eran de la misma altura aún tenía que levantar algo la mirada. Aún no había leído la página, pero había algo que se imaginaba que pondría: Harry tenía algún tipo de poder. ¿Cómo si no explicar la "naturalidad" de su padre al comentar lo que había ocurrido en el parque? Asintió y subieron por las escaleras hasta el hall donde cogieron un ascensor atestado. Todos se giraban a ver a los dos muchachos heridos y sucios. En unos momentos llegaron a la planta que les correspondía y James agarró de la mano a Kate mientras Harry les seguía de cerca.
-He llamado a vuestra madre.- informó James.- Estará aquí en un rato.
Entonces llegaron a una puerta grande sin ningún cartel o distintivo. James la abrió sin dudar y entraron en una sala grande llena de cubículos en los que los funcionarios hacían su trabajo. Siguieron caminando hasta una de las puertas que se abrían a la derecha y entraron. Un hombre joven, de apenas 30 años tecleaba frenético un teclado. Al entrar ellos giró la cabeza. Era castaño claro y tenía unas gafitas que se le caían a la parte baja de la nariz con lo que le daba un aspecto de abuelito extremadamente joven.
-Hola James. ¿Éste es Harry?
-Sí. Harry, Kate, éste es Michael. Es quien ha descodificado la página.
-Oye, Harry.- preguntó Michael directamente al muchacho.- ¿Dónde encontraste esa página?
-En Google.
-...- Michael se quedó mirándole como si le hubieran hablado en arameo.- Bromeas.
-No.
Michael se dio la vuelta y abrió la página del buscador en su ordenador.
-¿Qué pusiste?
-Mi nombre.
Efectivamente aparecieron todas las entradas de psiquiatría, noticias y páginas de medicina que Harry había visto.
-¿Recuerdas el número de entrada?- preguntó Michael. Harry pensó un momento.
-En torno a la 750 o así.
Un momento después Michael emitió un leve gruñido. Después tecleó algo y volvió a gruñir. Optó por introducir un CD y ejecutó un programa. Al cabo de un minuto gruñó de nuevo y se volvió hacia ellos.
-Nada. La página ha desaparecido. Me lo figuraba.- Michael se quedó mirando a Harry.- ¿Es cierto lo que decía la poli? ¿Paraste en seco la navaja en el aire?
-¡Sí, yo lo vi!- dijo Kate.
-Michael,- dijo James con un deje de impaciencia que Harry agradeció.- enséñale la página.
