Capítulo 26: UN ANTIDOTO Y UN PENSAMIENTO
Tras varios segundos en silencio, Ron le respondió a Hermione casi tartamudeando.
-A... mi no me... me pasa nada.
-¿No? – le dijo ella en tono despectivo –. ¿Entonces por qué dudas al responderme?
-Mira... lo que pasa es que estoy cansado – le contestó Ron mientras emprendía el camino hacia la sala común.
-¡Eso es todo!. ¡Solo estas cansado! – le decía Hermione con insistencia -. A mi no me engañas.
-Mejor déjalo así – le dijo Harry al oído notando que Hermione no dejaría de insistir –. Si dice que esta cansado es porque así es.
Ella le dirigió a Harry una mirada de total desconfianza, y es que sospechaba que algo había ocurrido con Ron y de alguna manera su intuición femenina le decía que Harry sabía de que se trataba, pero ya se las arreglaría para averiguar todo el misterio. Harry y Ron jugaban ajedrez en la sala común mientras Hermione observaba la partida tratando de descifrar el comportamiento de ambos chicos, en ese instante Ginny se acercó hasta ellos.
-Hermione... aquí tienes las sedas dentales que me pediste – le dijo Ginny pasándole a ella una bolsita –. No había de menta así que te compre de fresa.. No importa ¿Verdad?
-No hay problema – le respondió Hermione mientras recibía la bolsita –. Muchas gracias.
-¿Desde hace cuanto están jugando? – le preguntó Ginny mientras se sentaba al lado de ella.
-Mas o menos una hora... creo – le respondió Hermione algo dudativa.
La nueva semana comenzó con una interesantísima clase de Pociones. El profesor Snape, como de costumbre, al inicio de la clase le bajo 10 puntos a gryffindor porque Neville había olvidado llevar su libro Cuando lo que hierve puede ser veneno ya que para esa clase además de realizar un complicado brebaje, debían encontrar mediante experimentos un eficaz antídoto.
-¡Te digo que Hermione esta sospechando, Ron! – le advirtió Harry en mitad de la clase, cuando ya estaban preparando el antídoto. Hermione estaba unos cuantos puestos más adelante sentada con Neville para ayudarle a prepararlo.
-¿Y qué quieres que haga?... – le contestoó Ron en voz baja para no llamar la atención de sus compañeros y mucho menos la de Snape –. Cada vez que la veo me acuerdo de... eso...
-¡Pero si no viste nada! – le dijo Harry también bajando la voz –. A no ser que te la estés imaginando...
-¡No!... no soy de esos y menos con ella – dijo Ron señalando con la cabeza a Hermione.
-¡Entonces olvídate del asunto y punto!... No me quiero dar cuenta que estas delirando con mi novia. Ron. – agregá Harry más como un comentario que como una advertencia.
-Vaya, Vaya... conversando en horas de clase – les dijo Snape con su aguda voz mientras les dirigía una mirada de profundo desprecio –. Diez puntos menos para gryffindor y su antídoto será el primero que probaremos... – se detuvo unos segundos mirando a la clase y agregó –: en el sapo de Longbottom.
Neville tragó saliva mientras cogía a su adorado sapito entre sus manos. Hermione miró tanto a Harry como a Ron imaginándose que algo del dichoso antídoto hubiera salido mal, pero ellos le dirigieron una mirada de total tranquilidad con una sonrisita, después ella se volvió hacia Neville y le dijo en tono tranquilizador:
-No te preocupes... nada le pasara a Trevor.
Faltando un cuarto de hora para finalizar la clase, Snape sacó un poco del antídoto hecho por Harry y Ron y después le pidió el sapo a Neville para realizar el experimento. Todos los slytherin, incluido Malfoy, esperaban que el pobre sapo estirara la pata, mientras los gryffindor cruzaban los dedos por debajo de las túnicas para que todo saliera bien. Snape le dio de beber a Trevor tres gotas del antídoto y segundos después saco un frasquito de vidrio donde tenía un veneno de color púrpura, se lo dio a beber en tres gotas y... no pasó nada. Trevor seguía como si nada, así que Snape le devolvió el afortunado sapo a su dueño y mando a todo el mundo a marcharse de la clase.
-Realmente pensé que Trevor tenía sus minutos contados – opinó Hermione mientras los tres subían de las mazmorras y se dirigían al gran comedor. Neville iba bastante adelantado contemplando a su sobreviviente sapo.
-Para que te des cuenta que no somos tan malos – le respondió Ron quien estaba haciendo grandes esfuerzos para comportarse normalmente con Hermione –. Deberíamos montar una farmacia de antídotos y vacunas, ¿no crees, Harry?
-Sería una buena opción para cuando salgamos de Hogwarts – le dijo Harry –. Aún no sé qué hacer cuando nos vallamos en Junio. Realmente no quiero vivir más con los Dursley.
-Voy a hablar con mis padres y les preguntaré si puedes irte a vivir con nosotros... ¿Qué te parece? – le dijo Ron muy optimista.
-Me parece bien... muy bien – le contestó Harry muy contento, tener un lugar diferente donde llegar era un panorama bastante alentador y más si en ese lugar lo querían.
-Pues a mi no me parece buena idea – opinó Hermione
-¿Qué? – dijo Ron algo disgustado –. ¿Cómo que no es buena idea?... ¡Estas loca!
-Mira Ron, Harry aún es menor de edad y legalmente sus tíos son sus tutores, así que creo que tendrá que quedarse con ellos hasta que cumpla la mayoría de edad y para eso hace falta como 3 años.
-Si tan solo Sirius estuviera aquí... – pensó Harry en voz alta, no se había dado cuenta que tanto Ron como Hermione lo habían escuchado y se sorprendió cuando Ron que estaba a su derecha le dio golpecitos en la espalda en señal de apoyo, mientras Hermione que estaba hacia su lado izquierdo unió su mano derecha con la mano izquierda de Harry y la apretó.
Y en realidad, si Sirius estuviera vivo, Harry tendría un hogar realmente familiar donde llegar... ¿Qué haría ahora que se avecinaba su salida del colegio?... sus tíos lo obligarían por lo menos a trabajar en algo, pero tenía una ventaja, una vez finalizados sus estudios ya podría hacer uso de su magia, sin restricciones. Con esa pequeña luz de esperanza en su cabeza, Harry y sus amigos fueron al gran comedor para almorzar.
