¡¡¡Hola a todos!!!
jarlaxe-Bregan: ¡Perdona! Jo, lo siento mucho. Vale, ahora ya sé que eres un chico. Jo, bueno... es que como dices, la proporción es tan aplastantemente femenina que una se acostumbra a generlizar... lo siento. ¡¡Pero eso no te da derecho a suspender!! Espero que estés hablando de Dibujo Técnico, porque si no no tienes perdón, chaval. Perder el tiempo en estos lares y que se resientan las notas. No, no, no. Ya estás apagando y lléndote a estudiar física, bonito, que ese tipo de asignaturas suelen ser de Evaluación Contínua y suspender el primer trimestre puede ser mortal (lo sé por experiencia). Ale, ale... ya sabes.
Eva Vidal: Pues sí, cariño, se va a meter en la boca del lobo. Pero bueno, eso es típico de Harry, ¿no? Si hay un sitio peligroso allá va él. Es afición lo que tiene el muchacho, qué le vamos a hacer. Y por supuesto que es fashion. ¡Le presta la ropa Sirius, por dios! ¿Qué se puede esperar de un dandy como Sirius? Y si no fuera por que me lo pedisteis no hubiera hecho descripción, viciosillas (jejejeje).
Lira Garbo: ¡Hola, wapa! Bueno, sí, todo es muy intrigante, muchos cabos sueltos, ¿verdad? Quizá todo se resuelva al final. ¡Paciencia y gracias!
Miranda Evans: Me alegro que te haya gustado el trajecito y las citas. Aunque lo de inteligente me sonroja... (blush!). No creo que sea para tanto... En cuanto a las palabras que me dices... sí, lo siento. A veces olvido que esto lo leen mogollón de gente del otro lado del charco y que muchas cosas no se dicen igual. Te explico: Caharrería: Antiguamente había unas tiendas en las que se vendían cazuelas, ollas, cazos y demás "chacharros" de cocina, normalmente de metal (hierro, bronce y cobre fundamentalmente). Por eso la expresión de "como un elefante en una cacharrería" quiere decir que estás en un lugar en el que no estás agusto, incómodo, torpe. Imagínate un elefante en una tiendecita llena de ollas de hierro. Pajarita: Es el lacito que los hombres llevan en el cuello cuando llevan esmóquin. Es un sustitutivo de la corbata. Y si tienes alguna otra duda no te cortes y preguntame, ¿vale? Un besazo.
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CAP 12: LA LLAVE A CASA
"No hay camino que llegue hasta aqu
y luego pretenda salir
con el fuego del atardecer
arde la hierba.
Un silbido cruza el pueblo y se ve
un jinete, que se marcha, con el viento,
mientras grita que no va a volver."
En algún lugar. Duncan Dhu
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A la mañana siguiente todo seguía igual a excepción del traje que Sirius le había prestado el día anterior, que había vuelto a su tamaño original después del hechizo reductor que le había puesto para que le quedara bien a él. Harry suspiró. Aquella tarde continuaría con aquel circo.
-Todo sea por la causa.- murmuró mientras se desperezaba.
Aquella mañana no vio a su padre. Al parecer había recibido un aviso y debía ir a Gloucester por asuntos de trabajo, así que había salido muy temprano. Kate y Lily se despidieron como de costumbre y Sirius se marchó dejándole nuevamente solo con la cocina hecha un desastre y sus pensamientos, uno de los cuales fue "Qué morro tiene esta familia que me deja siempre el fregoteo a mí".
Cerca del mediodía Sirius llegó a la casa pillando a Harry en la ducha. Cuando su padrino entró en el baño y corrió la cortina Harry casi se resbala del susto.
-Vamos Harry, vístete. Tienes que venir conmigo.
-¡Por Dios Sirius! ¿Cómo se te ocurre entrar así?- dijo mientras recuperaba el aliento.- Casi me da un infarto.
Harry se secó y aun algo húmedo se puso la ropa que Sirius le tiró encima.
-¿Por qué tanta prisa?- preguntó el muchacho.- La cita no es hasta las 4.
-Sí, pero mis jefes van a aprovecharla para que les hagas unos recados.- el tono de Sirius denotaba que la idea no le gustaba lo más mínimo.
-¿Cómo?
-Esto es una mierda...
-Pero Sirius, ¿tus jefes? No sabía yo que tus jefes supieran nada.- dijo un tanto enfadado.- ¿Les haces informes diarios o qué?
-No les he dicho nada.- dijo firmemente su padrino.- Pero es el tipo de gente que se entera de todo y ahora quieren hablar contigo.
-Esto cambia mucho los planes, Sirius.- dijo mientras bajaba apresuradamente las escaleras poniéndose los zapatos a saltos. Al salir por la puerta Sirius pulsó el botón de apertura de puertas de su coche. Sonó el pitido doble de la desconexión de la alarma. Cerraron las puertas tras de sí y cuando Harry oyó el motor poniéndose poderosamente en marcha repitió.- Mucho. Ahora sí que no voy a poder utilizar magia.
-Lo sé. Por eso es una mierda.
Iban rápidamente por las calles de Londres. Al final pararon en frente de un edificio completamente anónimo. Bajaron del coche y subieron hasta el último piso. Tras unas escaleras llegaron a las puertas de la azotea y entraron. La ciudad rugía bajo ellos y una brisa fresca y levemente húmeda les removió el pelo. Frente a ellos había tres hombres. Al verlos Harry supo el por qué del lugar tan apartado de reunión. Por los cuatro costados sus apariencias gritaban "¡Soy un agente secreto! ¡Soy un agente secreto!". Alzando una ceja miró a Sirius. Tenía una expresión tensa y los miraba fijamente.
-Buenas tardes.- dijo uno de ellos.- Harry, al parecer esta tarde te vas a ver con ciertas personas. ¿Me equivoco?
-No.
-Jackson, espero que seas consciente de lo irregular que es esta reunión.- dijo Sirius fríamente.
-Mejor no hables de irregularidades, Black.- dijo el tal Jackson. Sirius se revolvió incómodo al lado de Harry. Obviamente se refería al convite del día anterior.
-Harry,- dijo otro hombre.- tu situación ahora mismo es privilegiada. Por eso necesitamos tu ayuda.
El tercer hombre sacó una carpeta de su maletín y se acercó para dársela a Harry.
-Eso es lo que queremos que consigas.- dijo el segundo hombre. Harry abrió la carpeta. Dentro había una fotografía de un objeto que le dejó helado.
-¿Tienen conciencia de lo que es este objeto?- preguntó Harry. El muchacho se sentía más seguro porque empezaba a comprender la situación. Su padrino miraba la foto sin comprender del todo.- Aunque se lo consiguiera no serían capaces de utilizarlo.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?- preguntó socarrón Jackson sorprendido por la seriedad y seguridad del muchacho. Harry se acercó y le cogió la mano. El hombre se sobresaltó y trató de zafarse, pero Harry le sujetaba fuertemente. Con cuidado le hizo sentir parte de la magia que residía en él.
-¿Lo siente?- preguntó Harry mirando fijamente a los ojos del hombre. Jackson lo miraba con un pavor mal disimulado.- No quieran jugar con cosas que no comprenden.
Y le soltó. Jackson se recuperó rápidamente y dirigió a Harry una mirada peligrosa.
-¿Qué es esto, Harry?- preguntó en voz baja Sirius mirando la fotografía.
-Una varita mágica. De hecho es MI varita. La reconocería en cualquier parte.
-Ese objeto fue robado.- dijo el segundo hombre.
-¿De dónde?
-De nuestro poder.- dijo Jackson lacónicamente negando cualquier información.
-Esa varita, - insistió Harry.- de dónde la sacaron.
No contestaron.
-Vámonos Sirius.
Al volverse Harry descubrió que les taponaban el paso alrededor de 10 hombres armados bien posicionados y convenientemente cubiertos. Sirius se volvió otra vez hacia los tres hombres.
-¡Esto es coacción a un menor, Jackson!
-¡Y una mierda, Black! – contestó el aludido con la misma rabia.- No tienes ni idea de lo que ese objeto puede hacer en las manos equivocadas.
-¿En qué manos exactamente?- preguntó Harry.
-¿Quizás en las tuyas?- preguntó con voz apagada tercer hombre, el del maletín.
-Si me temen, ¿por qué están tan empeñados en que lo recupere yo? ¿Qué pueden temer de tres científicos? Pueden enviar a uno de esos grupos entrenados que tienen o algo así.
-Eso no es posible. Ya lo intentamos y murieron cuatro de nuestros mejores hombres. Están protegidos de alguna manera.- respondió Jackson. Su tono era mucho más calmado. Parecía que ahora iba a dar algo de información.- Llevamos tratando de entrar en el despacho de Douthitt desde hace 5 años.
-¿Quién temen que tenga esa varita?
-El que financia a Douthitt y a los demás.- dijo el segundo hombre.- Conocemos la existencia de esa página Web, Harry.
-Michael...- susurró Harry entre dientes. Sin duda el compañero de su padre había ido con el cuento a aquella gente.
-Y empezamos a atar cabos.- continuó el mismo hombre.- Todos llevaban a una misma persona. ¿Cuál es tu relación con Thomas S. Ryddle?
Harry sonrió a su pesar y se encogió de hombros.
-Sólo sé que gracias a él tuve siempre una atención médica envidiable.
-¿Quién eres, Harry Potter?- preguntó el tercer hombre con aquella voz tan característica. Harry le miró.
-Buena pregunta.- contestó en voz baja.
-¿De dónde vienes?- preguntó el segundo hombre.
-Espera, - dijo Harry sarcástico.- ¿a que la siguiente pregunta es "adónde vas"?
-Menos coñas, chaval. Sabes a lo que nos referimos.
-Menos coñas, ¿no?- dijo Harry ya francamente enfadado.- Bien, pongamos las cartas sobre la mesa. ¿De dónde sacaron esa varita?
-No podemos decirlo.
-¿Por qué?
-Porque no lo sabemos.- Jackson continuó la explicación.- Simplemente apareció hace 16 años junto con otra varita de similares características, pero más larga. Un año después un hombre entró en nuestras instalaciones. No te puedes ni imaginar bajo cuantísimos sistemas de seguridad estaban escondidos aquellos objetos. Aun así entró como si nada matando a veinte personas e hiriendo a más de 50. Cuando se acercó a las varitas reaccionaron. Emitieron luz propia. Cogió la más larga y no pasó nada. Fue al intentar coger la más corta cuando tuvo problemas.
-¿Qué clase de problemas?
-Al tocarla salió despedido con tanta fuerza que destrozó la pared y acabó en el pasillo paralelo.- dijo Jackson.- La pared tenía un metro de espesor.
-Pero el hombre sobrevivió.- dijo el segundo hombre.- Y no sólo eso, sino que se empezó a reír enloquecido. Y dijo "Debí haberlo imaginado". Se acercó a la varita que ves en la fotografía y miró a la cámara.
-¡El muy cerdo supo en todo momento que estaba siendo grabado!- dijo Jackson medio riéndose.
-Y dijo: "Esto aún no ha terminado".- concluyó el segundo hombre. Hubo unos momentos de silencio.- ¿Sabes a lo que se refiere?
Harry no contestó inmediatamente. Por supuesto que sabía a lo que se refería. Estaba seguro de que aquel asalto a las instalaciones de aquella gente había sido inmediatamente después de que Voldemort desapareciera tras atacarle la noche en que mató a sus padres en el valle de Godric. Aquel hombre, aquel Tom Ryddle que había entrado a saco en aquella fortaleza, era el nephlim de aquella realidad rebotado del mundo en el que había perdido la batalla. Furioso por su imposibilidad de rematar el trabajo al verse desprovisto de cuerpo trató de encontrar el modo de recuperar su poder. De alguna manera se enteró de la aparición de las varitas gemelas en aquella realidad y fue a por ellas. ¿Por qué aparecieron allí? ¿Para qué? Con el poder que tenían allí no necesitaban las varitas.
-Conseguiré esa varita, no se preocupen.
-Una última pregunta, Harry.- dijo Jackson. Harry le miró esperando.- ¿Cuál es el poder de los Nephlim?
Harry comprendió que aquellos hombres sabían lo suficiente como para que no les sorprendiera mucho su magia. Se concentró un momento. A la vez todas las armas de los hombres que los mantenían estrechamente vigilados se escaparon de las manos de sus poseedores para arrojarse a los pies de Jackson.
-Joder, Harry...- dijo Sirius asombrado mientras bajaban las escaleras.- ¿Por qué no hiciste eso desde el principio?
-Porque si pensaban que aún nos tenían en sus manos estarían más relajados y darían más información.
-Chico, realmente vales para este trabajo.- dijo su padrino dándole una palmada en la espalda. Harry sonrió, pero estaba muy preocupado.
Miró su reloj. Eran las 2 de la tarde y fueron a comer a un restaurante, pero apenas probó bocado.
-¿Por qué aparecerían las varitas aquí?- preguntó en voz alta mientras meneaba distraído la lechuga de su guarnición.- ¿Para qué? No lo entiendo. Aquí no necesitamos las varitas para hacer magia.
-Quizá sean como prolongaciones de vosotros mismos. Allá donde vayáis irán vuestras varitas.
-No puede ser. Al parecer aparecieron cuando yo nací. No cuando Ryddle nació. Y yo nunca estuve del todo en esta realidad y tus "amigos" han dicho que las guardaban las dos juntas hasta que Ryddle fue a por la suya. Las varitas existían por sí solas, independientemente de dónde estuviéramos... en espíritu o algo así me refiero.
Sirius asintió considerando la teoría.
-Quizá con ellas podéis hacer magia que no sois capaces de hacer sin ellas.
-¿Cómo qué?
-¿Cuál es el poder de los Nephlim?
-¿Ahora tú?
-Contesta, Harry.- Sirius le miró severamente y Harry se esforzó en pensar. En un momento su mente se iluminó.
-Viajar entre realidades...
-Exacto. La varita es la llave.
