Capítulo 29: SIN ALMA
La noche se hace eterna cuando no se puede conciliar el sueño, la cálida cama se transforma en un lugar frío e incómodo y sientes que la cabeza la tienes apoyada sobre una piedra; das vueltas durante horas, cambiando de posición para encontrar la más cómoda y por fin cerrar los ojos y descansar... desconectarse del mundo y olvidar durante unas horas por qué tu alma llora, por qué para proteger a las personas que quieres terminas lastimándolas sin más que hacer que seguir adelante. Y cuando por fin logras dormir, a tus sueños vuelve y llega esa desesperada visión, como si lo que hiciste por evitarla no fuera suficiente.
-Harry... ¿dormiste bien? – le dijo Ron en tono de broma cuando se estaban alistando para ir a desayunar.
-¿Qué crees? – le respondió Harry en tono meloso y con cara de "no es obvio"
-¿Qué si?
¡Ron!, no estoy para bromas – le dijo Harry mientras Dean, Neville y Seamus salían de la habitación.
-Por tu carácter, parece que es cierto.
-¿Qué cosa?
-Ya sabes... Hermione – Y en ese instante Ron se dibujó con ambas manos una barriga postiza.
-¡Por supuesto que no! – le dijo Harry algo exasperado.
-¿Y entonces?
-¿Y entonces qué?
-¿Para qué quería hablar anoche contigo?... ¡Claro!, si se puede saber.
Durante al trayecto al gran comedor Harry le comentó a Ron los pormenores de la conversación que había tenido la noche anterior con Hermione. Ron se asustó cuando Harry le contó como había metido la pata provocando una casi-delatación de lo que el pelirrojo sabía, y de cómo convenció a Hermione que Ron no tenía idea de nada.
-¿Cómo metes a mi mamá en esta colada? – le dijo él entre risas.
-Fue lo único que se me ocurrió, o como diablos íbamos a saber lo del hechizo delatador del embarazo...
En ese momento Ron lo miró como si estuviera completamente chiflado.
-¿De donde sacaste ese nombre?, "hechizo delatador del embarazo"
-Bueno, ¿cómo más quieres que le diga? – le dijo Harry mientras enrojecía –, si no sé cómo se llama.
-Se llama "prueba de embarazo"
Harry hizo un gesto de "que nombre tan original" y le siguió contando a Ron todo lo demás, incluida la decisión que había tomado de darse un tiempo con Hermione, omitiendo sus verdaderas razones.
-No sé Harry, no soy quien para inmiscuirme en tus asuntos, pero ¿crees que haces lo correcto?
-Si, es lo mejor – opinó Harry y argumentó –: Imagínate como se va a poner ahora, obsesionada por estudiar, nos llevará con ella a la biblioteca para aprendernos todos los libros, y acuérdate que ya tuvimos problemas por eso.
-En eso si te doy la razón; pero me inquieta el otro asunto, eso que no sabes qué hacer con tu vida.
Dejaron de hablar sobre el tema porque habían llegado al gran comedor. Cuando se dirigían con sus respectivos desayunos hacia sus asientos en la mesa de gryffindor, se encontraron con Hermione que recién había acabado con sus alimentos.
-Buenos días – les saludó Hermione con desanimo.
-Lo mismo a ti – le contestó Ron –, y a ti, y a ti, y a ti también – añadió señalando con el dedo índice de la mano derecha a Parvati, Lavender y Ginny.
-Bueno, nos vemos – dijo Hermione mientras se paraba y Harry y Ron se sentaban.
-¿Adónde vas tan temprano? – preguntó Harry extrañado.
-A la biblioteca – le contestó ella –. Nos vemos más tarde en clase – agregó mientras se alejaba.
-Hermione, los libros no lo son todo – le gritó Ron –. ¡Por Dios!, te va a dar un cáncer de ojo.
Las horas transcurren como si fueran días, y los días como si fueran meses, cuando la causa de ese desnivel en el tiempo es estar alejado de la persona que amas, cuando a la mente la rodean pensamientos sobre el futuro y sobre la vida, pero más que nada sobre guardar la vida; y de pronto cómo de un día para otro, el rumbo que se emprende cambia.
Era la madrugada del primer día del mes de junio, la temperatura del ambiente ascendía por la llegada del verano, y en la habitación de los chicos de séptimo de la torre de gryffindor Harry volvía a tener la misma visión: él leyendo el epitafio de la tumba de Hermione. Pero algo cambió, algo que lo aturdió más de los que estaba, un nuevo mensaje de Voldemort que le decía: "No es suficiente, Harry".
Con dolor de cabeza y la respiración agitada, Harry despertó, apenas estaba amaneciendo, así que decidió darse un baño en agua fría mientras pensaba qué demonios iba a hacer, ya llevaba dos semanas apartado de Hermione y no había servido de nada porque estaba convencido que Voldemort sabía que era un engaño.
Durante todo el día Harry no prestó atención a clase alguna, sumergido completamente en sus preocupaciones, a duras penas cruzó palabra con Ron y Hermione, y ni que decir de la comida, lo único que hizo fue beber jugo durante los horarios de alimentación.
Tan distraído estaba que ni siquiera se fijó en el semblante que tenía Hermione, parecía que hubiera encontrado la paz, paz que Harry necesitaba.
Al llegar la noche, cuando estaba reunido con Ron y Hermione estudiando Herbología se mantuvo en completo silencio, ni siquiera se inmutó ante las sacadas de quicio que le provocaba Ron a Hermione por no entender la función de la planta Snusnus.
La sala común se fue quedando vacía con rapidez y Harry aprovechó para sentarse frente a la chimenea con aire melancólico mientras Hermione le explicaba a Ron por enésima vez todo lo referente a la planta Snusnus, de pronto, al lado de Harry se sentó Ginny:
-¿Cómo vas? – le preguntó ella con timidez.
-Bien para no preocuparte – le dijo Harry sin quitar la vista de la chimenea.
-Entonces no estas tan bien, ¿qué te ocurre?
-¿Alguna vez has dudado que hacer con tu vida?
-Algunas veces, pero al menos se lo que quiero.
-¿Y cómo sabes que eso es realmente lo que quieres? – le preguntó él aún con su mirada en el fuego.
-Porque uno lo siente... – y Ginny dudó unos segundos – y lo demuestra.
Acto seguido Ginny giró hacia ella con sus manos la cara de Harry y antes de que él pudiera hacer algo, ella lo besó, fue corto y algo inocente. Después ella sonrió y le dijo:
-Que duermas bien.
Harry quedó petrificado ante la acción de Ginny, se volteó lentamente en dirección a Ron y Hermione, el pelirrojo escribía a mil en su pergamino, concentrado en esa labor y desconectado del mundo, cuando de pronto escucho a Hermione:
-Ron... déjanos solos.
Ella lo miraba desconcertada, ofendida y dolida. Sin siquiera atreverse a preguntar lo que pasaba, Ron desapareció de vista en menos de un nanosegundo. Harry completamente avergonzado se acercó a Hermione quien le esperaba de pie.
-Por eso nunca hablaste con ella, y por eso me pediste tiempo... ¡eres un cínico!
-No es lo que parece, Hermione, ¡te lo juro!
-¡A mi no me jures nada! – Hermione hablaba entre dientes para que no se enterara toda la torre –. Te dije que no me mintieras, hubiera sido mejor que me hubieras dicho las cosas como son y punto.
-Entre ella y yo no hay nada Hermione, ¡créeme!
-Yo creí que este tiempo de verdad lo emplearías en pensar sobre tu vida y después todo volvería a la normalidad – le decía ella entre lágrimas, sin prestar atención a las objeciones de Harry.
Harry la miraba apesadumbrado, mientras ella se secaba las lágrimas con la mano derecha y la mano izquierda la tenía disimuladamente sobre el vientre. De pronto a Harry se le vino una idea a la cabeza, algo evidentemente descabellado:
-Yo no tengo nada con Ginny, Hermione. Pero no debiste estar convencida que las cosas volverían a la normalidad... Ya sé qué es lo que quiero hacer con mi vida y en ese futuro inmediato no estas tú.
¡Plaf!... Hermione le dio una bofetada tan fuerte a Harry que hizo que las gafas salieran volando.
-Entonces, ¿por qué te quedaste callado?
-Solo esperaba el momento indicado para decírtelo.
-¿Cuándo?... ¡en el expreso de vuelta a Londres!, ¡que decepcionada estoy de ti, Harry...!
Y desapareció de vista, mientras Harry con el encantamiento Accio tuvo de nuevo las gafas en sus manos. Todo había terminado, su corazón estaba hecho pedazos y un nuevo sentimiento lo embargaba... venganza.
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Gams, Lilyem y Monik, muchas gracias por sus mensajes de apoyo. Me alegra muchisimo que les esté gustando este fict.... Besos.
