Capítulo 31: QUE COMIENZE LA PRUEBA
EXAMENES EXTASIS –ETAPA1-1. Diga qué es y para qué sirve el ritual de equinoccio de verano.
2. ¿Qué debe hacer un mago en caso de caer en el circulo de las hadas?
3. ¿Por qué es tan importante tener a mano un talismán cuando se va a llevar a cabo un conjuro sin varita?
Y así sucesivamente, la semana de los exámenes había iniciado y la primera etapa de los EXTASIS causaba palidez en unos alumnos, incertidumbre en otros y miedo en el resto. Más de uno se rascaba frecuentemente la cabeza, como Harry, que esperaba de esta manera sacudir el cerebro y recordar lo que había estudiado. Otros, como Ron, mantenían cerrados los ojos y movían los labios como si estuvieran recapitulando lo que leyeron, a ver qué les servia. Luego Harry volteó disimuladamente en dirección a Hermione y la vio escribir esmeradamente sobre su pergamino, mojando con tinta la pluma con bastante frecuencia, en esos momentos Harry se sintió tan orgulloso de ella y no pudo evitar sonreír, lo hizo con resignación mientras suspiraba y se volvía a enfocar en su prueba. Una hora después, la profesora McGonagall solicitaba los pergaminos.
-¡Señor Finnigan!, entrégueme el examen – le dijo a Seamus la profesora McGonagall mientras trataba de arrebatarle el pergamino.
-Momento, momento – le dijo Seamus reteniendo el examen y escribiendo garabatos en él.
-Démelo... ¡ahora! – le advirtió McGonagall.
-Ya está... – dijo Seamus cuando finalizó de escribir –. Profesora, será su culpa si no obtengo la nota que merezco.
-Será la suya por escribir tan lento – le contestó la profesora en tono serio –. Muy bien, los espero a las tres de la tarde para seguir con la segunda prueba. Hasta entonces.
Todos salieron del aula de clases con cara de cansancio y dolor en la espalda, la mayoría comentaba lo difícil que estuvo la prueba y lo complicado que les resultó inventar respuestas que fueran convincentes.
-Pero si las preguntas estuvieron muy fáciles – objetó Hermione y todos la miraron como si fuera un bicho.
-Tienes razón – le dijo Ron –, las preguntas estuvieron muy fáciles, pero las respuestas estaban muy difíciles.
Ante el comentario del pelirrojo todos los gryffindor estallaron en carcajadas, incluida Hermione.
-A todas estas... ¿Por qué McGonagall supervisó el examen? – preguntó Harry –. ¿No debía hacerlo Snape?, al fin y al cabo era su horario de clase ¿no?
-Es porque McGonagall es nuestra jefe de casa – le respondió Hermione sin siquiera mirarlo, cosa que a Harry le dolió, pero pensó que así sería mejor.
-¿Entonces Snape supervisó a los slytherin y así todos los jefes de casa a la suya? – dijo Ron dudativo.
-Así es – ratificó Hermione.
-Entonces hay que esperar a que los slytherin saquen las mejores notas – dijo Lavender.
-Si, seguramente Snape les dejará ver los apuntes, o los ayudará con las respuestas – complementó Parvati.
Obvio, pensaron todos, mientras ellos se quemaban las pestañas los slytherin disfrutaban a la alta. Cuando se acercaban al gran comedor, Hermione se separó del grupo.
-Espera... ¿vas a la biblioteca? – le dijo Harry en tono de regaño.
-Si – le contestó ella enfáticamente –. Aún me quedan algunas cositas por estudiar.
-¡Pero fíjate cómo estas!, tienes ojeras y estas más pálida de lo habitual – le reprochó él.
-No es asunto tuyo, Harry – le reprochó ella esta vez y se marchó.
-Sigue estudiando... y serás un cadáver culto – gritó Ron.
-Últimamente ha estado muy irritable – comentó Parvati cuando continuaron el camino hacia el gran comedor.
-Creo que es el estrés de los exámenes – opinó Lavender –. Antes no estaba así, ¡hasta comía bien!
-Ya ven, el estudio también mata – intervino Dean en tono bufonesco.
-No solo el estudio – dijo Ron mirando de reojo a Harry.
Él sabía perfectamente que Ron le reprochaba la manera en que terminó con Hermione, aunque no le contó lo realizado por Ginny.
-Siguiendo con lo de los exámenes – continuó Dean –. ¿Cómo les fue con la pregunta del talismán?, la verdad yo casi no puedo con ella... estaba kunfu.
-¿Kunfu? – preguntó Lavender.
-Kun-fundido.
-Yo puse que es importante tenerlo a mano porque protege mágicamente del mal a su dueño – dijo Neville muy convencido.
-¡Eso es un amuleto! – le dijo Parvati y provocó que Neville se desilusionara.
-Los talismanes sirven para recordar palabras, hacerse inmune a las enfermedades y hasta adquirir súper fuerza – le enumeró Ron con los dedos de su mano derecha.
-Súper suerte es lo que necesito – dijo Neville con pesadumbre.
Después, y contrario a lo que se esperaba, los chicos disfrutaron del almuerzo, comiendo con paciencia para evitar la agriera, luego regresó Hermione y también disfrutó de sus alimentos, aunque a la ensalada de verduras y queso le hizo el fuchi.
-¡Pero sí esta muy rica! – le dijo Ron deleitado con la comida.
-A mi no me gustó... huele raro – objetó ella.
-Huele a verduras... – dijo el pelirrojo mientras olfateaba la porción en su tenedor –, y también a queso.
-Hermione – le dijo Neville –, tú si me puedes sacar de esta duda... ¿qué es un talismán?
Eran ya las tres de la tarde, los alumnos de gryffindor esperaban impacientes a que la profesora McGonagall iniciara la segunda etapa de la prueba, todos sentados en sus respectivos pupitres y ella, completamente impasible los observaba en su mesa frente al salón.
-La segunda prueba dará inicio, necesito que todos salgan del salón – les indicó la maestra, todos pusieron cara de "what?" –. La prueba será individual... y oral.
Todos hicieron "Ahhhh" y salieron del salón. McGonagall los llamó por orden alfabético, y así fueron presentando la prueba, Lavender salió con expresión de desconcierto y no dijo nada, Seamus salió con una tímida sonrisa y se limitó a decir:
-Pudo haber sido peor.
Hermione ingresó muy decidida, y veinte minutos después salió con una reluciente sonrisa y bastante satisfecha de sí misma, nadie le preguntó nada por lo obvio del resultado. Neville entró temblando y salió pálido, no fue capaz de decir nada. La actitud de Parvati fue casi la misma, con la diferencia que por lo menos salió con su habitual tono de piel.
-Harry Potter – llamó la profesora.
Harry dio un respigo cuando escuchó su nombre y al ingresar al aula, la cerró y se dirigió hasta donde se encontraba McGonagall.
-Cómo se dio cuenta – le dijo ella – ninguno de sus compañeros divulgó lo que aquí se les examinó, así que usted deberá hacer lo mismo, ¿Entendido?
-Si, profesora.
-Muy bien. Dígame, señor Potter... ¿Cómo reconoce usted a un demonio?
-Ehhh... – Harry dudó por los nervios –. La gran mayoría de ellos caminan erguidos y generalmente combinan sus rasgos humanos con rasgos de bestias – dijo él con la voz temblorosa –. Hasta es común que algunos de ellos tengan más de una cabeza, y casi todos tienen escasez o abundancia en los dedos de las manos y los pies... delatándolos mas los pies.
-¿Algo más?
-Algunos carecen de piel y en general tienen medio cuerpo cubierto de escamas o plumas; cabe anotar que por más feos que fueran, algunos demonios servían de guías, consejeros y hasta protectores... profesora – dijo Harry cuando McGonagall lo observaba por encima de sus gafas.
-Bien – dijo ella distraídamente cuando comenzó a escribir sobre el pergamino algo que Harry no alcanzó a leer –. Señor Potter... ¿conoce usted alguna manera de protegerse contra estos seres?
-Pues... – Harry meditó durante unos segundos – generalmente un buen hechizo escudo sirve, aunque la duración varía dependiendo de la clase de poderes que posea el demonio en cuestión, pero, aunque parezca increíble, las armas más poderosas contra ellos son la ingenuidad humana, la verdad, el amor – y en esos momentos sintió un vacío en el estomago – y en muchos casos, aunque suene descabellado, la risa.
Y durante los siguientes diez minutos Harry siguió respondiendo las preguntas de la profesora McGonagall, aunque esos diez minutos le parecieron dos horas. Cuando salió de su prueba lucía desubicado, después siguió Dean que fue el que más se demoró, casi cuarenta minutos y salió con un gesto de "no quiero hablar". Por último Ron que respiraba por la boca a causa de la ansiedad, al salir lo hizo chasqueando la lengua.
La semana pasó con una velocidad muy lenta, más de la que ellos esperaban. Después de presentar la prueba de dominio de los elementos, que se llevó a cabo el jueves en las horas de la tarde, la profesora McGonagall se dirigió a ellos:
-Solo les hace falta una prueba, y se llevará a cabo mañana en la mañana – dijo ella mientras organizaba sus pergaminos –, así que descansen esta noche porque será una prueba física.
Al decir esto, Hermione se asustó, pero disimuló inmediatamente, luego llamó a la profesora y le dijo algo en voz baja a lo que la profesora le contestó:
-La espero esta noche a las nueve.
Todos descansaban en la sala común, faltaban quince minutos para las nueve y casi todos se fueron a dormir, la sala común la habitaban pocos alumnos y Hermione se fue a ver a McGonagall.
Harry y Ron iniciaron una partida de ajedrez que se extendió a dos juegos más; antes de las once, y con la sala común vacía, Ron se retiró para dormir mientras Harry se encargaba de guardar las fichas del juego, cuando de pronto por el retrato de la dama gorda entró Hermione, cabizbaja y secándose las lágrimas, cruzó miradas con Harry y lo miró de una manera fría, dolorosa. Luego desapareció por las escaleras mientras él se preguntaba:
-¿Qué...?
