Capítulo 34: OTRO AÑO, OTRO HOGAR
Hola Ron:
¿Cómo estas?... obvio... bien.
No te imaginas lo que acaba de ocurrir, es que ni yo mismo me lo esperaba, no tan pronto. Mis tíos literalmente me han echado de la casa, ¡Si!, como lo lees, solo tendré que estar con ellos hasta mi cumpleaños y listo... L-I-B-R-E.
Me dieron la noticia cuando regresábamos a casa desde la estación. Argumentan que ya con 18 años puedo ver por mi mismo... ¡como si nunca hubiera sido así!. Creo que en el fondo tienen miedo ya que fuera del colegio puedo hacer magia, la verdad, ganas no me faltan de convertirlos en cucarachas.
Como ya te imaginaras estoy que no puedo de la felicidad, en cuanto pase mi cumpleaños me iré a casa de mis padres, así que puedes visitarme cuando quieras. Por favor, dile a tu madre que me preste algunos libros sobre labores domesticas... la verdad, no sé hacer ese tipo de cosas de manera mágica y ... me da pereza realizarlas al estilo muggle.
Cuídate mucho y dales saludos de mi parte a tu familia.
Harry.
-Listo – dijo Harry después de terminar de escribir el mensaje a Ron –. Creo que con esto será suficiente.
Enrolló el pergamino con torpeza y se dirigió hacia la jaula de Hedwig, la blanca lechuza estaba bien despierta ya que pronto sería su hora de casería nocturna. El animal salió de su jaula y levantó una de sus patitas para que Harry pudiera amarrar el mensaje, después él le rascó la cabeza con cariño y Hedwig emprendió el vuelo, adentrándose en la oscuridad de la noche.
-¡No te demores! – le gritó Harry a su lechuza mientras ella se alejaba, aún tenía que escribir algunos mensajes para comunicar la "buena nueva", cosa que Hedwig tendría bastante trabajo los primeros días del verano.
Ya era tarde, así que Harry dejaría la labor de escribir para el siguiente día, se acostó con una felicidad en su ser algo inhabitual y durmió muy bien; para su fortuna, las pesadillas con Voldemort no volvieron a presentarse, prácticamente desde que había terminado con Hermione.
Hedwig regresó dos días después, con los libros que Harry le había pedido prestados a la señora Weasley y para sorpresa suya, varios pergaminos anexos. Mientras la lechuza bebía un poco de agua, Harry se concentraba en los libros.
-"Limpie fácil, ¡mueva su varita y ya!" , valla título ; A ver este, "Cocine como para chuparse las varitas" – con esos nombres tan raros Harry solo alzaba una ceja.
-Este parece bueno. "Haga de su jardín todo un edén" , si, creo que la casa tiene un amplio jardín.
Luego fijó su concentración en los pergaminos que también le habían enviado, uno de ellos era de Ron:
Enhorabuena Harry, creo que las cosas van a mejorar bastante para ti. Cuándo le conté a mis padres se alegraron mucho, en especial mi mamá, así que te ha enviado los mejores libro domésticos que tiene... ¡cuídalos!... no te preocupes que en cuanto pueda voy a visitarte, primero espero a que limpies la casa y luego te hago la visita con la seguridad de que no me pidas ayuda para limpiar.
También le escribí a Hermione sobre lo ocurrido, me imagino que te sentirías un tanto incomodo después de todo lo que pasó entre ustedes, además, no tenías a Hedwig para comunicarte.
Bueno, los otros pergaminos que envió son las solicitudes para presentar pruebas en equipos de quidditch, esos que te envié son los equipos que están solicitando buscadores, así que ponte en la juiciosa labor de llenarlos.
Un abrazo y espero que te comuniques pronto.
Ron.
Harry desplegó los otros pergaminos, eran cuatro, uno pertenecía a cada equipo y comenzó a leerlos en voz alta:
-Solicitud de ingreso, club Montrose Magpies... – se detuvo para pensar dónde había oído ese nombre. Como no se acordó, buscó en el libro "Equipos de quidditch de Gran Bretaña e Irlanda" que Hermione le había regalado en cuarto año.
-Con razón – dijo él después de encontrar el nombre del equipo –. Es el equipo más exitoso de la historia de la liga... parece una buena opción.
Siguió con el segundo pergamino:
-Solicitud de ingreso, club... – se detuvo con algo de sarcasmo al leer el nombre – Chudley Cannons... ¡Weasley! – y volvió a consultar en su libro –. ¡Valla!, no ganan la liga desde 1892, mala elección.
El tercer pergamino:
-Club Murciélagos de Ballycastle... parece bueno, campeones en veintisiete ocasiones, y su mascota promociona la cerveza de mantequilla Butterbeer... ¡para tener en cuenta!
Y el cuarto pergamino:
-Puddlere United... ¿Éste no era el equipo favorito de Dumbledore? – hizo una pausa para recordar –. Creo... también es buena opción.
En los días que transcurrieron Harry se ocupó de hacer las labores domesticas en casa de los Dursley como era habitual y cuando tenía tiempo libre se dedicó a llenar las solicitudes, incluida la de los Chudley Cannons y a leer sobre hechizos de limpieza. Ya le había escrito a Hagrid y a Dumbledore para comunicarles que a partir del primero de agosto viviría solo, y para sorpresa suya, una semana antes de su cumpleaños, Hermione le escribió:
Hola, espero que estés bien.
Me alegro que por fin puedas vivir en paz y espero que seas feliz en tu nuevo hogar.
Hermione
-¿No más? – se quejó Harry después de leer la corta y fría carta de la muchacha.
La semana transcurrió con rapidez, el 31 de julio a las 00:05 de la mañana Harry ya tenía todas sus pertenencias debidamente empacadas y cuando se acostó a dormir llegaron lechuzas llevándole regalos. Uno de Ron y otro de Hagrid, de Hermione nada, en esos momentos Harry se sintió tan pequeño, pero decidió prestar más atención a los otros obsequios. Ron le envió un hermoso reloj incrustado en madera, era del mismo tipo que había en su casa indicando el lugar donde se encontraban los miembros de la familia, pero el tamaño era mediano, a Harry siempre le habían gustado ese tipo de chismes. Hagrid le envió una chaqueta gris de cuero de dragón, si quería descrestar a Harry lo consiguió. Empaco ambos regalos en una de sus maletas y se durmió.
-¡Arriba muchacho! – lo despertó tía Petunia tocando la puerta –. ¡Levántate que te tienes que ir!
-Tan pronto – dijo en voz baja y somnolienta, luego bostezó.
Se arregló con rapidez y bajó todas sus pertenencias, incluida Hedwig y la dejó volar, colocó todas sus cosas en el jardín trasero y se sentó a desayunar con sus tíos y primo.
-Y cuéntame... – le decía tío Vernon mientras leía el periódico –. ¿Cómo piensas irte?
Harry no contestó, solo dijo:
-Viviré en la casa de mis padres.
Tía Petunia hizo una exclamación de terror mientras tío Vernon lo miraba por encima del periódico.
Harry desayunó con rapidez, lavó los platos y se dirigió al jardín trasero seguido de sus tíos.
-Gracias – decía él mientras unía con una soga sus maletas y el baúl –, por lo poco... pero gracias.
Ellos lo miraban extrañados, luego, con una mano agarró la jaula de la lechuza, leyó de nuevo la dirección de la casa que la navidad pasada le había entregado Dumbledore, se la guardó en el bolsillo y con la otra mano cogió el pedazo de soga que resto tras unir sus cosas.
-¡Adiós! – y se concentró para aparecerse en el jardín de la casa, justo cuando se estaba transportando escuchó un chillido de sorpresa de tía Petunia, segundos después ya estaba en la parte trasera de su nuevo hogar.
La hierba estaba muy larga, además tenía maleza, así que le libro de jardinería de la señora Weasley le serviría bastante. Entró a al casa a través de la puerta de la cocina y la vio vuelta un chiquero.
-No debimos haber quitado las sabanas – dijo Harry con algo de sorna recordando que en navidad había estado allí con Ron y Hermione.
Luego sacó el libro "Limpie fácil, ¡mueva su varita y ya!" , se alistó con la varita y se puso manos a la obra.
Le llevó todo el día arreglar la cocina y la sala y cuando le dio hambre fue a llamar para un domicilio y no había línea telefónica.
-Grandioso – dijo con sarcasmo –, además de no haber ni agua ni energía, tampoco hay teléfono.
Escribió en un pergamino y llamó a Hedwig que había llegado a mitad de la tarde.
-Ve al caldero chorreante – le indicó a la lechuza –, dale ésta nota al señor Tom junto con estos galeones y él te dará comida para traer... ¿esta bien?
La lechuza ululó en señal de haber entendido y antes de las nueve ya había regresado con la comida y el cambio. Harry comió lo suficiente para quedar lleno y dejar para el desayuno del día siguiente; mientras Hedwig salía de cacería, Harry se fue a dormir llevando consigo las maletas y el baúl. Dormiría en la habitación de sus padres, al fin y al cabo ya había dormido allí, aunque no solo. Dejó su varita sobre la mesa de noche, se empijamó y cambió las polvorientas sabanas.
Al acostarse observó el lugar de la cama en el cual él y Hermione se amaron por primera vez, una gran impotencia invadió su corazón y de nuevo volvió a sentir la sed de venganza.
Cuando por fin logró conciliar el sueño un agudo dolor en la cicatriz le indicaba que alguien indeseable se encontraba en la casa, con rapidez se colocó las gafas y alistó la varita. Al bajar hacia la sala alguien lo esperaba de espaldas, al lado de la chimenea. Conforme se acercaba a él, Harry sentía que la cabeza le iba a estallar, no había duda... era Voldermort.
-Te he estado esperando, Harry – le dijo en tono diplomático.
-¡Fuera de mi casa! – le contestó Harry lleno de odio.
De pronto Voldemort dio vuelta y quedaron cara a cara, en su mano derecha llevaba la varita y en la izquierda... el sostén de Hermione.
-Todo acaba esta noche – le dijo Voldemort mirándolo a los ojos.
-Lo sé... lo siento.
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Chicos y chicas, por favor no maldigan a los personajes y a la escritora. Monik, Gamsdepp, Lilyem, Hermi de Harry y Sakini, muchas gracias por sus mensajes de presencia.
