Capítulo 35: LUZ ROJA Y LUZ VERDE

Tensos segundos en silencio, sin dejar de conectar las miradas, una de ellas con ojos rojos, la otra con ojos verdes pero ambas miradas contenían odio y la de Harry, además reflejaba venganza, al fin y al cabo tenía razones de sobra, y una de esas razones comenzó allí, en ese lugar.

-¿Sabes, muchacho?... justo donde estás parado cayó el osado de tu padre - le dijo Voldemort, ratificando de esta manera lo que Harry había pensado.

-El que debió haber muerto eres tú - le decía Harry entre dientes, y algo le pasaba, tenía el cuerpo paralizado.

-¡Harry... yo no puedo morir! - exclamó Voldemort con cinismo -. ¡Lord Voldemort es inmortal!

-Error Voldemort... tu eres humano o una piltrafa de ser humano.

-Ser humano - decía Voldemort como si dividiera las palabras en silabas -. ¿Cómo tú?, porque es de humanos entregarse a las pasiones, Harry - y le mostró el sostén de Hermione.

-¡Devuélvemelo! - le gritó Harry y Voldemort se lo tiró.

Mientras Harry guardaba la prenda en uno de los bolsillos de su pijama, Voldemort siguió con su discurso:

-Te preguntarás cómo llegó a mis manos, bueno, déjame decirte que tú y yo tenemos... cierta conexión mágica.

-¿A qué te refieres? - Harry no podía atacarlo, no sin obtener información -. ¿A los dolores que me produce la cicatriz cada vez que tu desagradable presencia está cerca?

-Mmm... no, me refiero a que de alguna manera, llegan a mi mente imágenes de cosas que haces, y en especial, que sientes... como ahora... quieres vengarte.

-Merezco la venganza.

-¿Por todo lo que te he hecho?... pues déjame decirte que yo también tengo derecho a mi venganza; primero me dejas sin cuerpo, y cuando logro recuperarlo veo imagenes tuyas revolcandote con la sangre sucia... pero no te sonrojes; para mi fortuna no vi imagenes, ¿cómo le digo?... ¡prohibidas!.

-Te atreves a inmiscuirte en mi vida.

-Yo no me inmiscuí - le dijo Voldemort con voz de niño inocente -. Simplemente llegaron... En navidad envié a dos de mis mortífagos porque por unos segundos te vi dormido con esa mujer junto a la chimenea. Sabía que era la habitación de tus padres y supuse que un ataque sorpresa serviría para que despertaras de ese cursi romanticismo.

-¡Y te pareció muy divertido!

-La verdad si, y creí que te serviría de escarmiento, pero eres muy estúpido, seguiste en las mismas, obedeciendo a tus hormonas, y mientras tanto yo agonizando con esa tonta felicidad que había en el ambiente.

-Entonces fue por eso que me enviabas esos sueños con Hermione... ¿pensaste que serviría de algo?

-Y sirvió... o me lo vas a negar.

-Por tú culpa tuve que alejarme de ella.

-Vamos Harry... no te deprimas, eres muy joven, posiblemente te enamores muchas veces... claro, si sales vivo esta noche. Crucio.

Harry alcanzó a esconderse detrás de una de las sillas de la sala, la maldición hizo un hueco en la pared.

-¡No estoy de ánimos para jugar a las escondidas! - exclamó Voldemort, furioso -. Da la cara que ya no tienes 14 años.

-¿Crees que soy tan masoquista como para quedarme inmóvil y recibir nuevamente la maldición?... ¡bájate de esa nube! - le dijo Harry aún escondido detrás de la silla mientras miraba entre la oscuridad de la casa que podría utilizar para defenderse.

-Ya veo... lo que quieres es morir sin dolor, tal vez con la maldición asesina.

-Con una vez más que la utilices no te pasa nada... ¿O tienes miedo a que vuelva a escapar?

-¡Bromeas!- dijo Voldemort acercándose cada vez mas hasta donde estaba Harry -. Ya nunca mas podrás escapar de mi poder.

A Harry estaba que le estallaba la cabeza a causa del dolor en la cicatriz, además, con semejante agonía no podía pensar con claridad. Voldemort estaba cada vez más cerca, en cualquier momento atacaría y Harry tenía lista su varita para defenderse. Cuando por fin, después de tanto echar cabeza, se le ocurrió una idea y para llevarla a cabo necesitaba de toda su concentración, así que respiró profundo y apuntó su varita hacia el techo mientras cerraba los ojos y decía:

-Objetus del palace defensos mios.

De inmediato todos los objetos y artefactos de la sala fueron directo hacia Voldemort, incluida la silla tras la cual estaba escondido Harry. Voldemort alcanzó a repeler con hechizos desintegradores los objetos más grandes como el sofá y los cuadros, pero fueron los objetos pequeños los que provocaron los golpes y la desconcentración del mago oscuro hasta que le hicieron perder el equilibrio y cayó al suelo, soltando sin querer su varita, cosa que Harry aprovechó.

-Accio varita - gritó con todas sus energias mientras Voldemort gritaba "!NO!"

Cuando tuvo la varita de Voldemort en sus manos, Harry salió disparado hacia la habitación de sus padres mientras Voldemort se incorporaba.

-¿Qué hago?, ¿qué hago? - se preguntaba Harry caminando como loco por la habitación. Al menos tenía una ventaja, poseía la varita de Voldemort.

-Me has dado muchas molestias, Potter - le gritaba Voldemort desde la sala y su voz se oía cada vez más clara, se estaba acercando -. Afortunadamente serviste para algo, tu sangre sirvió para algo.

Sin duda se refería a la sangre que Colagusano le extrajo a la fuerza la noche del regreso de Voldemort, y de un momento a otro, el cerebro de Harry comenzó a descifrar información a la velocidad de un Pentium 4.

Recordó lo que había comentado Hermione después de la última prueba de los EXTASIS: "la sangre es portadora de vida, necesitan de ella para sobrevivir"... Entonces era eso, Voldemort había recurrido al vampirismo para recuperar su poder... además por eso, desde el principio, bebía sangre de unicornio... el camino comenzó a despejarse. De pronto fijó su mirada en algo plateado que brillaba de manera especial con la luz de la luna, la espada de Godric Gryffindor. Sin dudarlo un solo instante la cogió y se dirigió a la que había sido su habitación de bebé... allí comenzó todo, allí terminaría.

-¿Crees que con tener mi varita podrás vencerme? - le preguntaba Voldemort completamente impasible mientras subía con lentitud las escaleras -. Déjame recordarte... ¡no me puedes matar!, nadie me puede matar.

-No deberías estar tan convencido... parece que olvidas que el ser humano no fue creado para ser inmortal.

-Yo ya no soy humano, Harry - y Voldemort ingresó en la habitación donde había muerto Lily Potter -. ¡Yo soy un dios!.

-Un demonio, querrás decir - le contradijo Harry.

Una vez más estuvieron frente a frente, Voldemort completamente desarmado, Harry con dos varitas y una espada.

-Ninguna de esas tres armas servirá conmigo, Harry. No pierdas tu tiempo. Mejor entrégame mi varita... - Y Voldemort estiró su mano derecha - y resígnate a morir.

Harry se guardó su varita en el bolsillo y en la mano derecha tenía la espada mientras en la izquierda la varita de Voldemort. Lentamente estiró la mano donde tenía la varita mientras decía:

-¿La quieres? - y acto seguido movió con rapidez su mano derecha y con poca fuerza partió la varita de Lord Voldemort en dos - ¡TOMALA! - y le lanzó los pedazos a los pies.

Nunca antes el rostro de Voldemort había expresado tanta furia y odio a la vez, respiraba con profundidad mientras abría los ojos como platos.

-Ahora estamos en igualdad de condiciones - le decía Harry mientras su voz temblaba un poco -. Ésta pelea es Slytherin contra Gryffindor - y cogió la espada con ambas manos.

-¿Y crees que una espada podrá hacerme daño alguno? - le dijo Voldemort acercándose con rapidez -. ¡Que estúpido er...

Harry acababa de enterrarle la espada en el pecho, la sacó con dificultad y Voldemort cayó de rodillas al suelo, apoyándose en su mano derecha mientras con la izquierda se evaluaba los daños de la estocada.

-Sé que con mi varita no podría hacerte nada, así que pensé que el valioso préstamo del profesor Dumbledore serviría de algo.

-Ese loco amigo de los muggles... - dijo Voldemort con poco aliento -. Pero esto no te bastará.

-Lo sé... caíste muy bajo Voldemort, recurrir al vampirismo para ser inmortal, ¿acaso no sabes que también los vampiros pueden morir?

-No soy vampiro... ¡que idiota eres! - Voldemort aún seguía de rodillas en el suelo, frente a Harry.

-Se que no eres un vampiro, pero puedo deshacerme de ti de igual manera...

-¿Cómo?... enterrándome una estaca.

-Eso no funcionaria.

-Quemándome con fuego.

-Nada me garantiza que mueras con eso.

-¿Entonces? - preguntó finalmente Voldemort mientras trataba de incorporarse.

Se oyó el suave y agudo sonido del viento, rasgado por un objeto, segundos después, la cabeza de Voldemort rodaba por la habitación.

-La decapitación... ¡no lo imaginaste! - decía Harry mientras el cuerpo de Voldemort daba un golpe seco en el suelo -. Has dejado de respirar.

El cuerpo inerte del mago oscuro comenzó a resecarse con cabeza rodante y todo, adquiría un aspecto de momia y en menos de un minuto quedó desintegrado por completo.

Harry respiró aliviado y en su rostro comenzaba a dibujarse una sonrisa. Cuando de pronto algo, no supo qué, lo elevó unos centímetros y lo lanzó contra la pared, en ese instante soltó la espada.

-¡Te dije que no podías matarme! - era la voz enfurecida de Voldemort que se le presentó en forma de espectro.

Los instantes que siguieron fueron desconcertantes y angustiosos para Harry, el espectro de Voldemort lo elevaba constantemente por los aires y lo lanzaba contra las paredes y muebles de la habitación, sus gafas se rompieron y tenían numerosos moretones y cortadas en el cuerpo, de pronto el espectro de Voldemort dejó de atacarlo, Harry estaba de rodillas, sin energía, tratando de no perder el conocimiento.

-Voy a hacer lo mismo que me hiciste, Potter... te voy a dejar sin cabeza - dijo Voldemort entre fuertes risas.

Harry levantó un poco la cabeza y vio como el espectro de Voldemort se dirigía hacia donde estaba la espada, la cogió con algo que parecía ser la mano y de un momento a otro comenzó a gritar con terror, intentando soltar la noble arma sin lograrlo.

-Solo un gryffindor puede utilizarla, Voldemort - decía Harry en tono cansado, pero con satisfacción.

Lo que ocurrió después era de no creérselo. La espada adquirió un color rojo brillante, iluminando el lugar mientras Voldemort no dejaba de gritar, segundos después al espectro se le dibujaron rayitas, como si se estuviera resquebrajando, se hinchó un poco y explotó, dejando tras sí una luz segadora. La espada cayó al suelo mientras Harry quedaba inconsciente. Todo había terminado.