Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!
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Capitulo 2: ¿Qué decir?
"Entonces… ¿No sabes a dónde va Saga en su tiempo libre, Death Mask?" preguntó Afrodita, hablándole al oído, mientras le daba un masaje en los hombros. "Vamos… algo debes de saber… tu Templo está a un lado del suyo…"
"S-sí, pero…" Afrodita lo ponía muy nervioso cuando tomaba esa actitud con él. "¿Para que quieres saberlo?"
"Digamos que tengo curiosidad…" apartó un poco la parte de la camisa que cubría los hombros del caballero de Cáncer, para hacer contacto con su piel. "Anda… dímelo…"
"Bueno…" finalmente se había rendido ante las manos expertas de Afrodita. "Él suele ir casi todas las tardes a un bosque no muy lejano, un poco más allá del Templo de Libra…"
"Al bosque… ¿y qué más sabes de él? ¿Qué le gusta?"
"R-realmente no lo s" tartamudeó Death Mask. "Kanon debe saberlo…"
"Oh…" dijo el santo de Piscis, deteniendo de pronto el movimiento. "Bueno…" soltó a su compañero, y comenzó a caminar hacia la salida.
"P-pero…" comenzó Death Mask, confundido. "¿Ya te vas? ¿Así como si nada?"
"Cierto, tienes razón…" dijo, dando la vuelta para ver al hombre detrás de él. "Muchas gracias por la información." Le guiñó un ojo, y salió del Templo.
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Saga trataba de tener un poco de tranquilidad dentro de su Templo, pero siempre, por una u otra razón no podía obtenerla. Esta vez se trataba de dos razones: Dohko y Kanon. Esos dos llevaban horas y horas hablando sobre cualquier tontería que les venía en mente, y Saga comenzaba a hartarse de eso. Justo cuando pensaba en abandonar el lugar, Dohko le hizo una pregunta.
"Que bien se veía Mu esta mañana ¿no crees, Saga?" cuestionó el caballero de Libra, sonriendo de manera comprometedora.
Por un momento pensó en responder de manera afirmativa. No supo por qué, pero tuvo el impulso de hacerlo, más logró evitarlo, para bien de su suerte.
Los dos amigos lo vieron salir del Templo.
"¿Qué le pasa a Saga?" preguntó Kanon, fastidiado por la actitud de su hermano. "¡Está más antipático que de costumbre!"
"Ya sabes como es…" dijo Dohko, despreocupadamente. "No debe ser nada, lo mejor es no darle mucha importancia…"
"No… algo le pasa a Saga…" murmuró Kanon, observando inquisitivamente a su hermano, quien caminaba en dirección contraria del Tercer Templo. "Y yo voy averiguar que es."
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El caballero de Piscis dejó la Casa de Cáncer, y emprendió camino hacia el Primer Templo. Aún era temprano, así que decidió ir a interrogar un poco a Kanon, como se lo hubo sugerido Death Mask.
Mientras se iba acercando al Templo de Géminis, Afrodita jamás hubiera imaginado encontrarse con el mismísimo Saga. Cruzaron miradas, y el santo de Piscis no pudo evitar ponerse un poco nervioso, ya que el caballero de Géminis lo miraba como diciendo claramente '¿Qué rayos haces tu aquí si tu Templo está al final?'
"Eh… ¡Hola, Saga!" saludó Afrodita, riendo con nerviosismo. Su compañero no le devolvió el saludo, simplemente continuó observándolo. "E-excelente día para hacer ejercicio ¿no crees? Bueno… ¡D-debo continuar con mi rutina! ¡Nos vemos luego!" Se alejó corriendo lo más rápido que le fue posible.
Algo agitado, se detuvo en el Templo de Géminis, apoyándose con un mano en la pared, y sosteniéndose el pecho con la otra. Trataba de regular su respiración, y abrió los ojos justo a tiempo para ver la sombra de alguien acercándose.
"Afrodita…" dijo la divertida voz de Kanon. "Que sorpresa verte por acá ¿verdad, Dohko?"
"Por supuesto." Corroboró el otro con el mismo tono, acercándose. "¿Por qué no pasas y nos cuentas que te trae por aquí?"
"C-claro, gracias…" respondió el caballero de Piscis, comenzando a dudar que ir a visitar a Kanon fuera una buena idea, especialmente si Dohko se encontraba presente.
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"¿Te ocurre algo?" preguntó Camus, sentándose a un lado de Milo, en los escalones del Templo de Escorpión.
"¿Eh? Ah, no, claro que no…" respondió, sonriendo levemente. "¿Por qué lo preguntas?"
"Llevas toda la tarde sin decir una palabra, y por lo normal no hay quien te haga callar un solo minuto." Se recargó en los escalones, poniendo los brazos detrás de su cuello.
"Que gracioso eres, Camus." Se quejó el Escorpión, tratando de parecer molesto con él, pero en verdad no lo estaba. Lo conocía demasiado bien como para molestarse de comentarios tan insignificantes. "Lo que pasa es que… bueno, no sé si debería contártelo… aunque no es bueno tener secretos a tu pareja, porque eso da paso a las mentiras, y las mentiras son malas, y arruinan las cosas buenas, como el amor, y la confianza, y…"
"¿Piensas decírmelo o no?" interrumpió Camus. Sabía muy bien que ese hombre podía continuar hablando durante horas, divagando de un tema a otro sin final.
"A Mu le gusta Saga." Soltó de una vez, sin reparo alguno.
"¡¿Qué…?!" abrió los ojos de sorpresa. "¿A que te refieres?"
"Bueno, ya sabes, cuando una persona siente algo especial por alguien que conoce…"
"¡Lo sé!" interrumpió de nuevo. "Pero… ¿qué te hace pensar eso?"
"Pues…" no podía decirle que lo adivinó porque Mu había utilizado la misma artimaña amorosa que en el pasado él utilizó. "No sé… puedo intuirlo…"
"Sí, claro…" dijo Camus, volviendo a su postura inicial, ya más tranquilo. "Milo, no hagas comentarios de ese tipo sin pensar, te puedes meter en problemas."
"Si, tienes razón." Concluyó, feliz de haberse salvado de esa.
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"Vaya, no veo a Saga por aqu" comentó Afrodita, tratando de sacar el tema a colación.
"Sí, se fue por ahí, como siempre… y no regresará en por lo menos dos horas…" respondió Kanon, sin darle importancia al asunto. "Pero no hablemos de él…" se acerca, para sentarse a un lado de Afrodita.
"¿N-no?" preguntó, tratando de alejarse del hermano menor de Saga. "¿De que quieren hablar entonces?"
"Afrodita…" Dohko se sienta al otro lado, acorralándole. "¿Qué te hace pensar que lo que queremos es hablar?"
"Eh…" sentía que estaba atrapado en medio de dos fieras hambrientas. Por su propio bienestar, debía salir de ahí lo más pronto posible. "Kanon ¿me permites tu baño?"
"Seguro…" respondió, sonriendo. "Nosotros aquí te esperamos."
En cuanto estuvo dentro del cuarto de baño, buscó algo que pudiera ayudarle a escapar de ahí. Miró a todos lados, hasta que su mirada se fijó sobre una pequeña ventanilla. La abrió, y parándose sobre las puntas de los pies, logró ver hacia el exterior. Se detuvo a observar lo ancho y alto del agujero: era estrecho. Bueno, todo era mejor a quedarse con esos dos. De un salto logró sostenerse en el borde. Gracias a la fuerza de sus manos, no fue tan difícil el asunto, y agradeció a los Dioses por ser tan delgado, pues esto le facilitó su escape.
Saltó hacia fuera, y de inmediato se dirigió al Templo de Aries.
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Mu se encontraba parado frente al espejo, admirándose. Después de todo, el cambio ya no le parecía tan malo. Y debía admitir que, en el fondo, le había agradado atraer las miradas de algunos de sus demás compañeros… aunque le hubiera gustado más tener la atención de Saga… Saga, Saga, Saga… ¿qué se necesitaba para impresionar a ese hombre? Quizás… quizás ese libro que Afrodita le entregó esa mañana podría decírselo, o por lo menos, darle algunas pistas. Al principio no le dio importancia pero, mirándolo de otra manera, ¿qué podía perder con leerlo? Después de todo, si se había publicado, era porque algo tenía de cierto ¿no?
Después de algunos minutos de meditar la portada del libro, y de releer el titulo varias veces se decidió a abrirlo. Dejó pasar las típicas primeras páginas de introducción, y uno que otro comentario de la autora.
"Usted precisa ser creativo y bastante informal. Si también es liberal, será mucho mejor. Él es alegre… ¡Sí, claro!" se interrumpió en su lectura, pero después del comentario, continuó. "Progresista y extremadamente curioso. Si usted desea conquistarlo, debe dar siempre la impresión de ser fascinante, alegre, y muy bromista. A los géminis les encantan las pequeñas sorpresas, así que no dude en crear 'un encuentro por casualidad' con él…" el ruido de unos apresurados pasos acercándose lo alertaron. De inmediato, ocultó el libro en su espalda, y trató de parecer normal. El caballero de Piscis hizo su aparición frente a Mu. "Oh, simplemente eras tu…" dijo, despreocupándose.
"Vaya, gracias. Hola a ti también." Se quejó Afrodita. Después de todo lo que había pasado para conseguirle información, por lo menos debía tratarlo con un poco más de amabilidad.
"Discúlpame, pero no pensé que vendrías, así que me sorprendí un poco…" se excusó el santo de Aries. Entonces fue que se percató del aspecto de su compañero. Se le veía agitado, y su ropa estaba algo sucia. "¿Qué te ocurrió?"
"No querrías saberlo." Dijo Afrodita, recordando lo que le había ocurrido. "Bueno, solo vine para decirte que ya sé a donde va Saga en las tardes…" Mu simplemente esperó a que se lo dijera. "Al parecer le gusta ir a pasear a un bosque en dirección al Templo de Libra, y que regresará en aproximadamente dos horas, así que apenas y tenemos tiempo para arreglarte."
"¿Arreglarme?" preguntó Mu, confuso. "¿Para qué?" Afrodita le quitó el libro de las manos, y lo abrió en una de las páginas del inicio.
"Por esto." Dijo, señalando un párrafo que Mu ya había leído. "'Casualmente' te vas a encontrar caminando hacia el templo de Escorpión, y en el transcurso, coincidirás con Saga."
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Saga continuó su camino después de ese extraño encuentro con el santo de Piscis. La verdad siempre había creído que ese hombre estaba mal de la cabeza, pero últimamente su actitud era más rara que de costumbre. Bueno, eso no importaba, Afrodita podía hacer lo que le viniera en gana, siempre y cuando él no estuviese involucrado.
Siguió avanzando, dejando atrás la Casa de Libra. El lugar a donde iba todas las tardes estaba bastante cerca del Templo de Escorpión, por lo que no pudo evitar percatarse de la escena que fuera de este mismo se desarrollaba: el santo de Acuario besaba el cuello del caballero de Escorpión como si su vida dependiera de ello, mientras que este ultimo trataba de encontrar apoyo en una de las paredes del Templo.
Saga realmente no supo por qué, pero sintió curiosidad. Sabía que esos dos eran pareja, y respetaba a ambos como ellos merecían pero, en el fondo, nunca había logrado entender lo que había entre ellos… ¿cómo podían ser felices así?
'Idiota… ¿Qué demonios te importa si se puede ser feliz así?' dijo aquella molesta voz en su mente. '¡Nada tiene que ver contigo! No se trata de nuestra situación… ¡O por lo menos eso pensaba yo!"
"¡Claro que no!" replicó Saga, molesto. "¡Simplemente estoy confundido!"
'¡Exacto! Y por eso mismo nos estábamos alejando de aquí ¿recuerdas? ¡Así que deja de estar mirando a esos dos como si te gustara lo que ves y continua caminando, imbécil!'
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Afrodita tenía puesto de cabeza el interior del Templo de Aries en el intento de encontrar la ropa adecuada para el encuentro. Mu no entendía muy bien por qué debía cambiarse de atuendo, pero lo mejor era no contradecir a su compañero.
"¡Perfecto!" exclamó el santo de Piscis, decidiéndose finalmente por una camisa café bastante delgada (tanto que, si alguien la observara con detenimiento, quizás podría ver en su interior) y un pantalón negro. "Bueno, ahora solo debemos ir al lugar indicado."
"¡Pero…!" exclamó Mu, deteniendo a su amigo, quien ya estaba saliendo del lugar. "¿Qué se supone que debo decir?" había que aclarar las cosas desde entonces. No quería tener un problema similar al de tener que 'parecer lindo' en el entrenamiento de la mañana.
"Eh… pues…" dijo, dudoso. "¡Te lo diré cuando lleguemos allá…!"
Salieron del Primer Templo, y durante su camino, Afrodita le daba cientos de pequeños consejos al santo de Aries, que si debía tomar tal postura, o hacer contacto visual, o si sonreírle comprometedoramente… A Mu le pareció algo raro que, al pasar cerca del Templo de Géminis, el santo de Piscis guardó total silencio, apresuró el paso, y se mostraba algo… ¿alerta?
Y este mismo extraño comportamiento se repitió al momento de caminar por el Templo de Libra.
"¿Qué ocurre, Afrodita?" preguntó Mu, justo al dejar atrás la Casa de Libra.
"En serio, no te gustaría saberlo…" respondió el otro, con una sonrisa afectada.
"¡Hey!" el santo de Escorpión los vio aproximándose a su Templo, y fue hacia ellos. "No es normal verlos a ustedes dos por estos rumbos… ¿Qué clase de plan se traen entre manos?" preguntó, maliciosamente. Mu quiso negar el asunto, pero Milo no le dejó hablar. "¡Vamos, díganme, puedo ayudar!" Afrodita sonrió aprobatoriamente. Quizás el Escorpión podría ser de utilidad en un futuro.
"Bueno, queremos hacer un encuentro 'por accidente' entre Saga y nuestro querido amigo Mu." Dijo Afrodita, haciendo sonrojar al pobre de Mu. No estaba acostumbrado a que los demás se enterasen de sus sentimientos, y el santo de Piscis no parecía tener problema en contárselo a quien fuese. "Según tengo entendido, él no debe tardar mucho en pasar por aquí."
"Así es. Casi todos los días veo a Saga en las cercanías…" fueron hacia el Templo de Escorpión. "Y, considerando la hora que es, no deben faltar ni cinco minutos para que aparezca."
"Entonces no hay tiempo que perder… ¡Anda!" empujó a Mu hacia fuera del Templo.
"¡Pero aún no me has dicho que debo decirle!" replicó Mu, tratando de volver a entrar al lugar. "Dijiste que al llegar me lo dirías."
"Sí, bueno… pensé que se me ocurriría algo en el camino… pero no, lo siento." Volvió a empujar a su amigo, pero ahora con más fuerza, tanta que casi lo hace caer por los escalones. "¡Ya improvisarás algo!"
Justo cuando el caballero de Aries pensaba en regresar a reclamarle a Afrodita, el sonido de alguien acercándose le hizo petrificarse. Debía ser Saga… ¡Cielos! ¿Qué le diría?
Aún sin descifrarlo, corrió hacia el lugar de donde posiblemente saldría Saga, bueno, un poco más lejos, no podía ser demasiado obvio. Se sentó en una roca a un lado del camino, con la vista hacia el lado contrario, tratando de parecer normal.
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Saga había estado vagando por el bosque, tratando de encontrar respuesta a las dudas que tenía. Pero cada pregunta que se hacía lo llevaba a otra distinta, a la cual tampoco encontraba resolución, y esa irritante voz en su cabeza comenzaba a fastidiarle.
Cuando finalmente se dio cuenta de que nada conseguiría arreglar por el momento, se percató que ya habían trascurrido cerca de dos horas. No faltaba mucho para que anocheciera, y lo mejor sería regresar ya. La última vez que dejó solo a Kanon en el Templo de Géminis se encontró con que su hermano menor había hecho una 'pequeña fiesta privada' con algunos de sus amigos. Y teniendo a Dohko de visita, lo más sensato sería no arriesgase, e ir a refrenarlos.
Salió del lugar y comenzó a caminar de regreso pero, para sorpresa suya, había algo que no siempre se encontraba en el transcurso: el caballero de Aries. Su compañero se encontraba sentado a un lado del sendero y, que extraño, pero se había cambiado de ropa.
'No te atrevas a hablar con él ¡Ni siquiera lo mires!' dijo la voz en su cabeza. 'Sigue adelante como si nada.'
Mu sintió como los pasos de Saga estaban prácticamente a su lado. Sabía que si él no era quien decía algo, el santo de Géminis continuaría su camino sin detenerse, así que se armó de valor, y se levantó.
"Hola, Saga." Dijo, con una sonrisa anhelante y esperanzada, rogando a los Dioses que Saga le respondiera.
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NOTAS:
Hey, buenos días, tardes o noches ˆˆ
Primero que todo, quiero agradecer a todos los que se tomaron un poco de su valioso tiempo para leer mi fic, y para dejarme un review.
Sobre este capitulo, bueno, está algo… no sé, tranquilo… pero bueno, espero que les haya agradado…
Creo que no tengo nada más que decir por ahora ˆˆU
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!
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Capitulo 2: ¿Qué decir?
"Entonces… ¿No sabes a dónde va Saga en su tiempo libre, Death Mask?" preguntó Afrodita, hablándole al oído, mientras le daba un masaje en los hombros. "Vamos… algo debes de saber… tu Templo está a un lado del suyo…"
"S-sí, pero…" Afrodita lo ponía muy nervioso cuando tomaba esa actitud con él. "¿Para que quieres saberlo?"
"Digamos que tengo curiosidad…" apartó un poco la parte de la camisa que cubría los hombros del caballero de Cáncer, para hacer contacto con su piel. "Anda… dímelo…"
"Bueno…" finalmente se había rendido ante las manos expertas de Afrodita. "Él suele ir casi todas las tardes a un bosque no muy lejano, un poco más allá del Templo de Libra…"
"Al bosque… ¿y qué más sabes de él? ¿Qué le gusta?"
"R-realmente no lo s" tartamudeó Death Mask. "Kanon debe saberlo…"
"Oh…" dijo el santo de Piscis, deteniendo de pronto el movimiento. "Bueno…" soltó a su compañero, y comenzó a caminar hacia la salida.
"P-pero…" comenzó Death Mask, confundido. "¿Ya te vas? ¿Así como si nada?"
"Cierto, tienes razón…" dijo, dando la vuelta para ver al hombre detrás de él. "Muchas gracias por la información." Le guiñó un ojo, y salió del Templo.
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Saga trataba de tener un poco de tranquilidad dentro de su Templo, pero siempre, por una u otra razón no podía obtenerla. Esta vez se trataba de dos razones: Dohko y Kanon. Esos dos llevaban horas y horas hablando sobre cualquier tontería que les venía en mente, y Saga comenzaba a hartarse de eso. Justo cuando pensaba en abandonar el lugar, Dohko le hizo una pregunta.
"Que bien se veía Mu esta mañana ¿no crees, Saga?" cuestionó el caballero de Libra, sonriendo de manera comprometedora.
Por un momento pensó en responder de manera afirmativa. No supo por qué, pero tuvo el impulso de hacerlo, más logró evitarlo, para bien de su suerte.
Los dos amigos lo vieron salir del Templo.
"¿Qué le pasa a Saga?" preguntó Kanon, fastidiado por la actitud de su hermano. "¡Está más antipático que de costumbre!"
"Ya sabes como es…" dijo Dohko, despreocupadamente. "No debe ser nada, lo mejor es no darle mucha importancia…"
"No… algo le pasa a Saga…" murmuró Kanon, observando inquisitivamente a su hermano, quien caminaba en dirección contraria del Tercer Templo. "Y yo voy averiguar que es."
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El caballero de Piscis dejó la Casa de Cáncer, y emprendió camino hacia el Primer Templo. Aún era temprano, así que decidió ir a interrogar un poco a Kanon, como se lo hubo sugerido Death Mask.
Mientras se iba acercando al Templo de Géminis, Afrodita jamás hubiera imaginado encontrarse con el mismísimo Saga. Cruzaron miradas, y el santo de Piscis no pudo evitar ponerse un poco nervioso, ya que el caballero de Géminis lo miraba como diciendo claramente '¿Qué rayos haces tu aquí si tu Templo está al final?'
"Eh… ¡Hola, Saga!" saludó Afrodita, riendo con nerviosismo. Su compañero no le devolvió el saludo, simplemente continuó observándolo. "E-excelente día para hacer ejercicio ¿no crees? Bueno… ¡D-debo continuar con mi rutina! ¡Nos vemos luego!" Se alejó corriendo lo más rápido que le fue posible.
Algo agitado, se detuvo en el Templo de Géminis, apoyándose con un mano en la pared, y sosteniéndose el pecho con la otra. Trataba de regular su respiración, y abrió los ojos justo a tiempo para ver la sombra de alguien acercándose.
"Afrodita…" dijo la divertida voz de Kanon. "Que sorpresa verte por acá ¿verdad, Dohko?"
"Por supuesto." Corroboró el otro con el mismo tono, acercándose. "¿Por qué no pasas y nos cuentas que te trae por aquí?"
"C-claro, gracias…" respondió el caballero de Piscis, comenzando a dudar que ir a visitar a Kanon fuera una buena idea, especialmente si Dohko se encontraba presente.
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"¿Te ocurre algo?" preguntó Camus, sentándose a un lado de Milo, en los escalones del Templo de Escorpión.
"¿Eh? Ah, no, claro que no…" respondió, sonriendo levemente. "¿Por qué lo preguntas?"
"Llevas toda la tarde sin decir una palabra, y por lo normal no hay quien te haga callar un solo minuto." Se recargó en los escalones, poniendo los brazos detrás de su cuello.
"Que gracioso eres, Camus." Se quejó el Escorpión, tratando de parecer molesto con él, pero en verdad no lo estaba. Lo conocía demasiado bien como para molestarse de comentarios tan insignificantes. "Lo que pasa es que… bueno, no sé si debería contártelo… aunque no es bueno tener secretos a tu pareja, porque eso da paso a las mentiras, y las mentiras son malas, y arruinan las cosas buenas, como el amor, y la confianza, y…"
"¿Piensas decírmelo o no?" interrumpió Camus. Sabía muy bien que ese hombre podía continuar hablando durante horas, divagando de un tema a otro sin final.
"A Mu le gusta Saga." Soltó de una vez, sin reparo alguno.
"¡¿Qué…?!" abrió los ojos de sorpresa. "¿A que te refieres?"
"Bueno, ya sabes, cuando una persona siente algo especial por alguien que conoce…"
"¡Lo sé!" interrumpió de nuevo. "Pero… ¿qué te hace pensar eso?"
"Pues…" no podía decirle que lo adivinó porque Mu había utilizado la misma artimaña amorosa que en el pasado él utilizó. "No sé… puedo intuirlo…"
"Sí, claro…" dijo Camus, volviendo a su postura inicial, ya más tranquilo. "Milo, no hagas comentarios de ese tipo sin pensar, te puedes meter en problemas."
"Si, tienes razón." Concluyó, feliz de haberse salvado de esa.
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"Vaya, no veo a Saga por aqu" comentó Afrodita, tratando de sacar el tema a colación.
"Sí, se fue por ahí, como siempre… y no regresará en por lo menos dos horas…" respondió Kanon, sin darle importancia al asunto. "Pero no hablemos de él…" se acerca, para sentarse a un lado de Afrodita.
"¿N-no?" preguntó, tratando de alejarse del hermano menor de Saga. "¿De que quieren hablar entonces?"
"Afrodita…" Dohko se sienta al otro lado, acorralándole. "¿Qué te hace pensar que lo que queremos es hablar?"
"Eh…" sentía que estaba atrapado en medio de dos fieras hambrientas. Por su propio bienestar, debía salir de ahí lo más pronto posible. "Kanon ¿me permites tu baño?"
"Seguro…" respondió, sonriendo. "Nosotros aquí te esperamos."
En cuanto estuvo dentro del cuarto de baño, buscó algo que pudiera ayudarle a escapar de ahí. Miró a todos lados, hasta que su mirada se fijó sobre una pequeña ventanilla. La abrió, y parándose sobre las puntas de los pies, logró ver hacia el exterior. Se detuvo a observar lo ancho y alto del agujero: era estrecho. Bueno, todo era mejor a quedarse con esos dos. De un salto logró sostenerse en el borde. Gracias a la fuerza de sus manos, no fue tan difícil el asunto, y agradeció a los Dioses por ser tan delgado, pues esto le facilitó su escape.
Saltó hacia fuera, y de inmediato se dirigió al Templo de Aries.
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Mu se encontraba parado frente al espejo, admirándose. Después de todo, el cambio ya no le parecía tan malo. Y debía admitir que, en el fondo, le había agradado atraer las miradas de algunos de sus demás compañeros… aunque le hubiera gustado más tener la atención de Saga… Saga, Saga, Saga… ¿qué se necesitaba para impresionar a ese hombre? Quizás… quizás ese libro que Afrodita le entregó esa mañana podría decírselo, o por lo menos, darle algunas pistas. Al principio no le dio importancia pero, mirándolo de otra manera, ¿qué podía perder con leerlo? Después de todo, si se había publicado, era porque algo tenía de cierto ¿no?
Después de algunos minutos de meditar la portada del libro, y de releer el titulo varias veces se decidió a abrirlo. Dejó pasar las típicas primeras páginas de introducción, y uno que otro comentario de la autora.
"Usted precisa ser creativo y bastante informal. Si también es liberal, será mucho mejor. Él es alegre… ¡Sí, claro!" se interrumpió en su lectura, pero después del comentario, continuó. "Progresista y extremadamente curioso. Si usted desea conquistarlo, debe dar siempre la impresión de ser fascinante, alegre, y muy bromista. A los géminis les encantan las pequeñas sorpresas, así que no dude en crear 'un encuentro por casualidad' con él…" el ruido de unos apresurados pasos acercándose lo alertaron. De inmediato, ocultó el libro en su espalda, y trató de parecer normal. El caballero de Piscis hizo su aparición frente a Mu. "Oh, simplemente eras tu…" dijo, despreocupándose.
"Vaya, gracias. Hola a ti también." Se quejó Afrodita. Después de todo lo que había pasado para conseguirle información, por lo menos debía tratarlo con un poco más de amabilidad.
"Discúlpame, pero no pensé que vendrías, así que me sorprendí un poco…" se excusó el santo de Aries. Entonces fue que se percató del aspecto de su compañero. Se le veía agitado, y su ropa estaba algo sucia. "¿Qué te ocurrió?"
"No querrías saberlo." Dijo Afrodita, recordando lo que le había ocurrido. "Bueno, solo vine para decirte que ya sé a donde va Saga en las tardes…" Mu simplemente esperó a que se lo dijera. "Al parecer le gusta ir a pasear a un bosque en dirección al Templo de Libra, y que regresará en aproximadamente dos horas, así que apenas y tenemos tiempo para arreglarte."
"¿Arreglarme?" preguntó Mu, confuso. "¿Para qué?" Afrodita le quitó el libro de las manos, y lo abrió en una de las páginas del inicio.
"Por esto." Dijo, señalando un párrafo que Mu ya había leído. "'Casualmente' te vas a encontrar caminando hacia el templo de Escorpión, y en el transcurso, coincidirás con Saga."
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Saga continuó su camino después de ese extraño encuentro con el santo de Piscis. La verdad siempre había creído que ese hombre estaba mal de la cabeza, pero últimamente su actitud era más rara que de costumbre. Bueno, eso no importaba, Afrodita podía hacer lo que le viniera en gana, siempre y cuando él no estuviese involucrado.
Siguió avanzando, dejando atrás la Casa de Libra. El lugar a donde iba todas las tardes estaba bastante cerca del Templo de Escorpión, por lo que no pudo evitar percatarse de la escena que fuera de este mismo se desarrollaba: el santo de Acuario besaba el cuello del caballero de Escorpión como si su vida dependiera de ello, mientras que este ultimo trataba de encontrar apoyo en una de las paredes del Templo.
Saga realmente no supo por qué, pero sintió curiosidad. Sabía que esos dos eran pareja, y respetaba a ambos como ellos merecían pero, en el fondo, nunca había logrado entender lo que había entre ellos… ¿cómo podían ser felices así?
'Idiota… ¿Qué demonios te importa si se puede ser feliz así?' dijo aquella molesta voz en su mente. '¡Nada tiene que ver contigo! No se trata de nuestra situación… ¡O por lo menos eso pensaba yo!"
"¡Claro que no!" replicó Saga, molesto. "¡Simplemente estoy confundido!"
'¡Exacto! Y por eso mismo nos estábamos alejando de aquí ¿recuerdas? ¡Así que deja de estar mirando a esos dos como si te gustara lo que ves y continua caminando, imbécil!'
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Afrodita tenía puesto de cabeza el interior del Templo de Aries en el intento de encontrar la ropa adecuada para el encuentro. Mu no entendía muy bien por qué debía cambiarse de atuendo, pero lo mejor era no contradecir a su compañero.
"¡Perfecto!" exclamó el santo de Piscis, decidiéndose finalmente por una camisa café bastante delgada (tanto que, si alguien la observara con detenimiento, quizás podría ver en su interior) y un pantalón negro. "Bueno, ahora solo debemos ir al lugar indicado."
"¡Pero…!" exclamó Mu, deteniendo a su amigo, quien ya estaba saliendo del lugar. "¿Qué se supone que debo decir?" había que aclarar las cosas desde entonces. No quería tener un problema similar al de tener que 'parecer lindo' en el entrenamiento de la mañana.
"Eh… pues…" dijo, dudoso. "¡Te lo diré cuando lleguemos allá…!"
Salieron del Primer Templo, y durante su camino, Afrodita le daba cientos de pequeños consejos al santo de Aries, que si debía tomar tal postura, o hacer contacto visual, o si sonreírle comprometedoramente… A Mu le pareció algo raro que, al pasar cerca del Templo de Géminis, el santo de Piscis guardó total silencio, apresuró el paso, y se mostraba algo… ¿alerta?
Y este mismo extraño comportamiento se repitió al momento de caminar por el Templo de Libra.
"¿Qué ocurre, Afrodita?" preguntó Mu, justo al dejar atrás la Casa de Libra.
"En serio, no te gustaría saberlo…" respondió el otro, con una sonrisa afectada.
"¡Hey!" el santo de Escorpión los vio aproximándose a su Templo, y fue hacia ellos. "No es normal verlos a ustedes dos por estos rumbos… ¿Qué clase de plan se traen entre manos?" preguntó, maliciosamente. Mu quiso negar el asunto, pero Milo no le dejó hablar. "¡Vamos, díganme, puedo ayudar!" Afrodita sonrió aprobatoriamente. Quizás el Escorpión podría ser de utilidad en un futuro.
"Bueno, queremos hacer un encuentro 'por accidente' entre Saga y nuestro querido amigo Mu." Dijo Afrodita, haciendo sonrojar al pobre de Mu. No estaba acostumbrado a que los demás se enterasen de sus sentimientos, y el santo de Piscis no parecía tener problema en contárselo a quien fuese. "Según tengo entendido, él no debe tardar mucho en pasar por aquí."
"Así es. Casi todos los días veo a Saga en las cercanías…" fueron hacia el Templo de Escorpión. "Y, considerando la hora que es, no deben faltar ni cinco minutos para que aparezca."
"Entonces no hay tiempo que perder… ¡Anda!" empujó a Mu hacia fuera del Templo.
"¡Pero aún no me has dicho que debo decirle!" replicó Mu, tratando de volver a entrar al lugar. "Dijiste que al llegar me lo dirías."
"Sí, bueno… pensé que se me ocurriría algo en el camino… pero no, lo siento." Volvió a empujar a su amigo, pero ahora con más fuerza, tanta que casi lo hace caer por los escalones. "¡Ya improvisarás algo!"
Justo cuando el caballero de Aries pensaba en regresar a reclamarle a Afrodita, el sonido de alguien acercándose le hizo petrificarse. Debía ser Saga… ¡Cielos! ¿Qué le diría?
Aún sin descifrarlo, corrió hacia el lugar de donde posiblemente saldría Saga, bueno, un poco más lejos, no podía ser demasiado obvio. Se sentó en una roca a un lado del camino, con la vista hacia el lado contrario, tratando de parecer normal.
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Saga había estado vagando por el bosque, tratando de encontrar respuesta a las dudas que tenía. Pero cada pregunta que se hacía lo llevaba a otra distinta, a la cual tampoco encontraba resolución, y esa irritante voz en su cabeza comenzaba a fastidiarle.
Cuando finalmente se dio cuenta de que nada conseguiría arreglar por el momento, se percató que ya habían trascurrido cerca de dos horas. No faltaba mucho para que anocheciera, y lo mejor sería regresar ya. La última vez que dejó solo a Kanon en el Templo de Géminis se encontró con que su hermano menor había hecho una 'pequeña fiesta privada' con algunos de sus amigos. Y teniendo a Dohko de visita, lo más sensato sería no arriesgase, e ir a refrenarlos.
Salió del lugar y comenzó a caminar de regreso pero, para sorpresa suya, había algo que no siempre se encontraba en el transcurso: el caballero de Aries. Su compañero se encontraba sentado a un lado del sendero y, que extraño, pero se había cambiado de ropa.
'No te atrevas a hablar con él ¡Ni siquiera lo mires!' dijo la voz en su cabeza. 'Sigue adelante como si nada.'
Mu sintió como los pasos de Saga estaban prácticamente a su lado. Sabía que si él no era quien decía algo, el santo de Géminis continuaría su camino sin detenerse, así que se armó de valor, y se levantó.
"Hola, Saga." Dijo, con una sonrisa anhelante y esperanzada, rogando a los Dioses que Saga le respondiera.
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NOTAS:
Hey, buenos días, tardes o noches ˆˆ
Primero que todo, quiero agradecer a todos los que se tomaron un poco de su valioso tiempo para leer mi fic, y para dejarme un review.
Sobre este capitulo, bueno, está algo… no sé, tranquilo… pero bueno, espero que les haya agradado…
Creo que no tengo nada más que decir por ahora ˆˆU
