Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.
Gracias. Ahora si, lean, por favor!
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Capitulo 4: El plan de Afrodita.
"¡Despierta, Dohko!" dijo Kanon, sacudiéndolo violentamente. Llevaba casi media hora tratando de que ese hombre reaccionara, pero como nada parecía servir, optó por lanzarlo al suelo con todo y almohada. No se había arriesgado a ser descubierto camino al Templo de Libra para que Dohko no se dignara a escucharlo.
"¿Eh…?" abrió los ojos pesadamente, y distinguió algo que le pareció el rostro de su mejor amigo. "¿Kanon, eres tú? ¿Qué haces aquí tan temprano? No recuerdo que hayas pasado la noche aqu"
"No, no pasé la noche aquí." Vio como el caballero de Libra se levantaba para volver a su cama, así que lo tomó de los hombros, y lo empujó de nuevo contra el suelo. "¡Anda, despierta de una buena vez, que quiero hablar contigo!"
"Seguro, seguro…" tomó la almohada y se acostó en el suelo. "Voy a cerrar los ojos un rato, pero tu no te preocupes, que yo te escucho…"
"¡Maldita sea, te comportas como un niño!" jaló la almohada, haciendo caer la cabeza de Dohko pesadamente contra el suelo. Inesperadamente, el santo de Libra se incorporó, totalmente lucido, e hizo caer a Kanon al suelo, para después colocarse sobre él.
"¿Entonces cómo te gustaría que me comporte, querido Kanon?" preguntó, sonriéndole seductoramente.
"No tengo tiempo para esto, Dohko…" se quitó de encima a su amigo, y se levantó. "Necesito que me ayudes a vengarme de mi hermano."
"Vaya ¿y qué te hizo ahora el buen Saga para que estés tan molesto? Ah, ya sé… te arruinó tu 'cita' con Aiolia ¿verdad?" preguntó, con sorna. "¡Cielos, y tanto que me costó atraparlo!"
"Eso, y además me dejó durmiendo afuera del Templo." Se quejó, cruzándose de brazos.
"¿Y qué tienes en mente?" preguntó Dohko, estirando los brazos para desperezarse, tensando todos los músculos de sus brazos y su pecho.
"Tu eres el de las ideas brillantes ¿no?"
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"Por favor, Camus…" suplicó Milo al hombre junto a él. "Por favor, por favor, por favor…"
"Sabes que no me gusta involucrarme en asuntos ajenos, Milo…" se quejó Camus, desesperado. "¿Qué tal si las cosas salen mal y Saga se molesta? ¿A quien supones que va a ir a pedirle explicaciones? ¡A mí!"
"Nada malo va a pasar…" el santo de Escorpión se abrazó al hombro de Camus. "Vamos… hazlo por mi…"
"Dioses…" dijo el caballero de Acuario, en un suspiro. ¿Por qué siempre Milo lograba persuadirlo de tal manera? "Está bien, lo har"
"¡Gracias, gracias, gracias!" exclamó Milo, saltando de alegría. "¡Muchas gracias!" Camus dejó caer la cabeza hacia atrás, resignado.
"Sé que me voy a arrepentir de esto…"
"¡Ahora solo debo ir al Templo de Piscis para arreglar con Afrodita lo que falta del plan!" dijo, corriendo hacia la salida de la Casa de Acuario. "¡Nos vemos luego!"
"Sí, s" bien, ahora tenía que cumplir con la fácil tarea de ir al Templo de Géminis a engañar a uno de los más poderosos caballeros de oro.
Salió del Templo de Acuario, pensando aún en como iba a convencer a Saga de ir al lugar que Milo y Afrodita habían acordado. Cielos… de ahora en adelante debía buscar la manera de distanciar a Milo de Afrodita y sus arriesgadas ideas. No terminaba de estar de acuerdo con lo que estaban haciendo. A su manera de ver las cosas, no era correcto forzar las cosas entre dos personas para que se enamoren. Si en verdad estaban destinados a estar juntos, las cosas se darán por si solas tarde o temprano. Bueno, ya de nada le servía quejarse… Llegó al Templo de Capricornio, y entró en busca del caballero guardián del lugar.
"¿Shura?" preguntó, desde la entrada del Templo.
"Buenos días, Camus." Saludó el santo de Capricornio, saliendo a su encuentro. "¿Listo para ir a entrenar?"
"De hecho, de eso vengo a hablarte…"
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"¡Afrodita!" el santo del Escorpión se acercaba corriendo a la entrada del Ultimo Templo.
"Vaya, apenas iba a ir a buscarte al Templo de Camus…" dijo Afrodita, quien llevaba en su mano un enorme helado de chocolate. "¿Qué pasó?"
"Como te dije, logré convencer a Camus de ayudarnos." Dijo, sintiéndose el hombre más persuasivo del universo. "En este momento ya debe estar pasando la voz de que hoy no hay entrenamiento."
"Perfecto. Entonces podría decirse que lo demás del plan…" con su lengua tomó un poco de su nieve. "…está en mis manos."
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"Tengo que encontrar la manera de hacer pagar a Saga por lo que me hizo…" decía Kanon, caminando de un lado a otro en el Templo de Libra. Dohko simplemente se limitaba a observarlo, recargado en una de las paredes del lugar. "Pero por más que pienso, no logro encontrar nada que en verdad le importe a ese idiota de mi hermano…"
Si sus sospechas eran ciertas, entonces Dohko sabía de algo, o mejor dicho, de alguien por quien el caballero de Géminis se preocupara… en verdad no sabía si era lo más conveniente decirle a Kanon lo que había descubierto. Después de todo, le gustaba ver a su amigo dándole vueltas a su templo sin que se le ocurriera nada que funcionase. Y, sabía que si esperaba a que Kanon se desesperara lo suficiente, podría pedirle que hiciera lo que sea que él deseara a cambio de la información. Sí, lo mejor era esperar…
"Parece que esta vez no podrás vengarte…" dijo Dohko, tranquilamente. "¿Por qué no lo dejas y ya?"
"¡No! Debe haber algo de lo que no me he dado cuenta…" se llevó las manos a la cabeza. "¡Piensa, Kanon, piensa!"
"¿Dohko?" se escuchó decir a la voz del caballero de Acuario.
"Camus, pasa…" dijo Dohko, invitándole a entrar. "¿Qué te trae por aquí?" la presencia de Camus ya estaba formando unas cuantas ideas en la mente del caballero de Libra.
"Solo venía a decirte que…" se interrumpió a sí mismo al notar la presencia de Kanon. "Oh, Kanon, tu también estás aqu" por un lado eso era bueno, ya que no tenía idea de cómo iba a decirle a Kanon que el entrenamiento se había cancelado si este se encontraba en compañía de Saga, pero por otra parte, no le agradaba nada estar en medio de esos dos. Lo mejor era darles el aviso, y salir de ahí. "Bueno, solo venía a decirles que el entrenamiento del día de hoy se ha cancelado, así que no se tomen la molestia de ir…"
"Que alivio…" dijo Kanon, sonriendo. "¡No se que hubiera hecho Aiolia si me hubiese visto ahí!"
Camus prefirió no hacer preguntas sobre ese comentario, y aprovechó para salir del lugar. Aún le faltaban otros cinco Templos por cubrir.
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Saga se había levantado hacía ya un buen rato, y le sorprendió la silenciosa tranquilidad que reinaba en su Templo. ¿Es que el ruidoso de su hermano menor continuaba dormido? Los recuerdos de lo ocurrido el día anterior aparecieron en su mente. Una vez más el imbécil de Kanon se había metido en problemas, como siempre… bueno, no como siempre, esta vez había demasiado lejos. Lo que había hecho eran ya palabras mayores, y para orquestar todo el problema, había tomado de víctima a la persona menos indicada: Aiolia de Leo. Algo debía estar muy, muy mal en la cabeza de su hermano… Algunos recuerdos de lo ocurrido antes de encontrara a Kanon a punto de cometer una estupidez volvieron a él. Había estado afuera del Templo en compañía del caballero de Aries… recordó aquella sonrisa en el rostro de su compañero al encontrarlo en su camino de regreso… no pudo evitar sonreír.
'Y de nuevo piensas en ese tipo…' se quejó la voz interna de Saga. '¡Por los Dioses! ¿puedes dejar de sonreír como idiota un momento? ¡Pareces una niña enamorada…!' la sonrisa se desvaneció de inmediato en Saga. Aquel comentario no le había gustado en lo más mínimo. '¡Vaya, gracias! ¡Me sorprende que esta vez si me escucharas!'
"¿Saga?" la voz del caballero de Acuario sacó a Saga de su ensimismamiento. Salió a su encuentro. "Hola, Saga, buenos días…" no recibió respuesta, al parecer había despertado de pésimo humor… ¡Era el día perfecto para venir a mentirle! "Solo vengo a informarte de que hubo un cambio respecto al entrenamiento…" la mirada inexpresiva de su compañero no ayudaba mucho a su nerviosismo, pero con algo de esfuerzo logró poner control sobre sí mismo, y continuar con el engaño. "Verás… algunos caballero han estado comentando desde hace cierto tiempo que sería bastante agradable entrenar en un espacio un poco más amplio… al final del entrenamiento de ayer lo discutimos un rato, pero como algunos de los demás se fueron temprano, como tú, pues no se enteraron… y por eso decidí venir a avisarte… el entrenamiento será en la colina que se encuentras entre los Templos de Cáncer y Leo. Bueno, te veo allá… debo ir a avisar a Aldebarán…" salió del lugar lo más casualmente posible.
'Bien, espero que eso te sirva para distraerte un poco, y sacarte de la cabeza esos recuerdos absurdos…'
Dejó el Templo de Géminis para dirigirse al lugar indicado por Camus.
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Afrodita y Milo llegaron al Templo de Aries, y en cuanto entraron comenzaron a hacer tanto ruido que Mu incluso se alarmó por un momento.
"¿Qué ocurre?" preguntó Mu, confuso. "¿Por qué gritan tanto?"
"¡Porque te tenemos una sorpresa!" dijo Afrodita, quien aún continuaba comiendo nieve. Ese en verdad era un día bastante caluroso.
"¿Sorpresa?" la voz del santo de Aries mostraba desconfianza. "¿Qué clase de sorpresa?"
"Tu no hagas preguntas y solo síguenos ¿si?" dijo Milo, le tomó del brazo, y lo sacó del Primer Templo.
Corrieron hasta llegar a un punto entre los Templos de Leo y Virgo, que fue donde finalmente se detuvieron.
"¿Y bien?" inquirió Mu, sin ver nada especial en el lugar.
"Díselo tú, Afrodita…" dijo Milo, sonriendo con complicidad.
"Está bien…" el caballero de Piscis se acercó al oído del santo de Aries. "Bueno, lo que pasa es que…" se detuvo un momento, y soltó aquella leve risita tan característica de él.
"¡Vamos, díselo ya!" al decir esto, el santo de Escorpión dio un empujón a la espalda de Afrodita, pero al parecer lo hizo con demasiada fuerza, ya que lo impulso contra el cuerpo de Mu, y de alguna manera, la gigantesca nieve de chocolate fue a estamparse sobre la camisa blanca que el caballero de Aries llevaba.
"Ay, Dioses…" exclamó Afrodita, asustado. "Yo… ¡Milo, esto es tu culpa!"
"¿Esta era la gran sorpresa?" espetó Mu, algo irritado.
"Eh, no…" la voz de Milo sonaba nerviosa. "Lo que pasa es que arreglamos un encuentro entre tu y Saga…"
"¿Qué?" exclamó, sonrojándose. "P-pero… ¿cuándo?"
"Pues… ¿en unos veinticinco minutos?"
"¡¿Cómo?!" gritó Mu, asustado. "¡¿Qué voy a hacer con esto?! ¡No creo que me de tiempo de ir a cambiarme!" para entonces, la nieve se había escurrido hacia abajo creando una mancha color café bastante grande, eso sin mencionar que ahora tenía todo el pecho algo… pegajoso.
"Calma, calma…" dijo Afrodita, tratando de arreglar las cosas. "Tengo una idea. Mira, hay un lago muy cerca de aquí, no sé si lo has visto… tu ve para allá y no sé, date un baño o algo así… Mientras tanto, Milo y yo iremos corriendo al Primer Templo por algo de ropa ¿está bien?"
"S-sí, sí, está bien…" sin esperar más, salió corriendo en dirección a donde Afrodita le indicó.
"¿Y bien?" preguntó Milo, con toda tranquilidad. "¿Qué piensas hacer?"
"Creo que iré a visitar un rato a Death Mask…" se acomodó el cabello. "¿Y tú?"
"Camus me está esperando cerca del Templo de Tauro, quedé de verme ahí con él…"
"¿Será que tan pronto empezará a cobrarte el favor?" bromeó Afrodita.
"Espero que sí." Dicho esto, comenzaron a caminar hacia los primeros Templos del Santuario. "¿Y crees que tu plan funcione? ¿Qué tal que Saga no lo ve?"
"Lo verá, te lo aseguro…" dijo Afrodita, sonriendo con confianza. "Y dudo que después de algo así Saga continúe igual de indiferente con Mu…"
"Ojalá tengas razón…"
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En cuanto terminó de hablar con Afrodita, corrió hacia el lago que le indicó. No se encontraba muy lejos, ojalá tuviera tiempo suficiente para darse un baño rápido e ir a encontrarse con Saga… ojalá que todo saliera bien... no confiaba mucho en que los métodos del caballero de Piscis fueran efectivos, pero no tenía nada más a que atenerse.
"Cielos…" murmuró, mientras tomaba asiento cerca de la orilla y lanzaba una piedra hacia el agua. "¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?" lanzó una segunda piedra al lago, y después permaneció en silencio. Cerró los ojos, y respiró profundo. Sonrió al percibir un fuerte aroma a flores silvestres que impregnaba toda el área, haciéndole sentir un extraño sentimiento de paz. Se preguntó si a Saga le gustaría el lugar… "¿Qué no puedo dejar de pensar en él por lo menos unos cuantos minutos?" No, no podía hacerlo. La mente se vuelve obstinada cuando nos enamoramos, al igual que en aquellas ocasiones en las que olvidamos algo que estamos a punto de decir, y no podemos sacárnoslo de la cabeza. De cierta manera se sentía feliz, tal vez esta ocasión si podría hablarle a Saga de sus sentimientos…
Se soltó el cabello, y comenzó a desprenderse de sus ropas. Cuidadosamente la acomodó a un lado de la orilla, y se adentró al lago. Era un día bastante caluroso, y la frescura del agua al contacto con su piel le provocaron una dulce sensación.
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Saga se ocupó en subir a la colina que Camus le dijo, y no pensar en nada más. Tal vez este entrenamiento le ayudara un poco a olvidarse de ciertas cosas en las que prefería no pensar… quizás con el paso del tiempo, si se distraía de lo que le agobiaba, lograría acabar con el problema… pero, por más que trataba… ¡No! Desde ese mismo instante iba a poner su mente en blanco. No iba pensar en nada.
Al llegar a la cima del lugar, se recargó en el tronco de un enorme y antiguo árbol, el cual le brindaba una piadosa sombra bajo los crueles rayos del sol. Cerró los ojos, y suspiró, intentando poner silencio a las interrogantes que lo abrumaban. Pero en vez de eso, escuchó un ruido a lo lejos. ¿Lo habría provocado uno de sus compañeros que llegase antes que él? Decidió cerciorarse. Avanzó con lentitud, pero no encontró señal alguna de otro caballero. Estuvo a punto de asumir que en verdad había sido alguna criatura silvestre la causante, cuando un ruido semejante le indicó de donde provenía todo. Giró la vista hacia abajo, para encontrarse con aquella persona a la que trataba tan arduamente de exiliar de sus pensamientos: Mu de Aries. Su compañero estaba sentado en la orilla de un lago, sonriendo. A pesar de encontrarse a una distancia tan amplia, lograba ver su rostro con toda claridad. Le observó ahí sentado, preguntándose en que estaría pensando… Pero sin previo aviso, el santo de Aries se incorporó, se soltó el cabello y comenzó a quitarse la ropa. Saga abrió los ojos lo más que pudo, sorprendido. Para entonces ya no necesitaba ordenarle a su mente no pensar en nada; su cabeza estaba demasiado ocupada procesando la imagen del cuerpo de su compañero. Nunca en su vida hubiese imaginado que bajo aquella ostentosa armadura de oro se escondiera un cuerpo tan… ¿atractivo? Sí, esa era la palabra que buscaba, aunque no quisiera aceptarlo. No pudo evitar recorrer de arriba hacia abajo aquella delgada figura…
"Es hermoso…" murmuró inconscientemente. Se sorprendió de notar que su conciencia permanecía callada, pues normalmente ya se encontraría reprimiéndole el quedarse observando por simple gusto a un hombre desnudo. Y se sorprendió mucho más al sentir que cierta parte de su cuerpo, la cual siempre se había rehusado a excitarse ante una presencia masculina por más atractiva que fuese, parecía estar reaccionando al observar la figura del santo de Aries.
Mu se sumergió por completo, y segundos después volvió a reaparecer en la superficie, agitando su cabello. Levantó la vista, y estuvo a punto de ver al inesperado espectador que lo observaba pero, para bien o para mal, no fue así. Saga logró ocultarse tras unos arbustos justo a tiempo, pero aunque no lo hubiese hecho, los rayos del sol disminuían la capacidad visual del caballero de Aries, haciendo imposible la posibilidad de descubrir a Saga.
El santo de Géminis se alejó del lugar. Ya no le importaba entrenar ni nada de eso… ahora estaba mucho más confundido que antes. Algo estaba ocurriéndole, y no tenía idea de que era…
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NOTAS:
Woosh! Finalmente terminé este capitulo! Espero que les haya gustado (aunque sea solo un poquito) ˆˆU
La verdad es que me puse a trabajar este domingo desde las 11:51 a.m. a las 04:13p.m. (según las propiedades de mi documento) porque como ya dije, no tengo tiempo entre semana… (y ya no pude darle una segunda leida, así que espero no haber dejado ningún errorcillo o incoherencia por ahí) pero bueno, no hablemos de eso.
¿Qué les pareció el capitulo? Creo que está algo raro ˆˆU (un pequeña explicación, solo por si acaso: el plan de Afrodita era desde un principio que Saga viera a Mu en el lago ¿ok? Creo que eso quedó un poco confuso…)
Otra cosa, como podrán notar, ya solo me falta poner que el santuario tiene tiendas. Entre lagos, y bosques, y colinas… bueno, espero que no les molesten esos pequeños anexos míos…
Espero tener el próximo capitulo pronto, porque yo también me muero por saber que va a ocurrir xD
Bueno, bueno… ¿qué mas me queda por decirles? Solamente una cosa: Gracias. Ustedes son quienes me mantienen con vida ˆˆ
Bikes!
Gracias. Ahora si, lean, por favor!
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Capitulo 4: El plan de Afrodita.
"¡Despierta, Dohko!" dijo Kanon, sacudiéndolo violentamente. Llevaba casi media hora tratando de que ese hombre reaccionara, pero como nada parecía servir, optó por lanzarlo al suelo con todo y almohada. No se había arriesgado a ser descubierto camino al Templo de Libra para que Dohko no se dignara a escucharlo.
"¿Eh…?" abrió los ojos pesadamente, y distinguió algo que le pareció el rostro de su mejor amigo. "¿Kanon, eres tú? ¿Qué haces aquí tan temprano? No recuerdo que hayas pasado la noche aqu"
"No, no pasé la noche aquí." Vio como el caballero de Libra se levantaba para volver a su cama, así que lo tomó de los hombros, y lo empujó de nuevo contra el suelo. "¡Anda, despierta de una buena vez, que quiero hablar contigo!"
"Seguro, seguro…" tomó la almohada y se acostó en el suelo. "Voy a cerrar los ojos un rato, pero tu no te preocupes, que yo te escucho…"
"¡Maldita sea, te comportas como un niño!" jaló la almohada, haciendo caer la cabeza de Dohko pesadamente contra el suelo. Inesperadamente, el santo de Libra se incorporó, totalmente lucido, e hizo caer a Kanon al suelo, para después colocarse sobre él.
"¿Entonces cómo te gustaría que me comporte, querido Kanon?" preguntó, sonriéndole seductoramente.
"No tengo tiempo para esto, Dohko…" se quitó de encima a su amigo, y se levantó. "Necesito que me ayudes a vengarme de mi hermano."
"Vaya ¿y qué te hizo ahora el buen Saga para que estés tan molesto? Ah, ya sé… te arruinó tu 'cita' con Aiolia ¿verdad?" preguntó, con sorna. "¡Cielos, y tanto que me costó atraparlo!"
"Eso, y además me dejó durmiendo afuera del Templo." Se quejó, cruzándose de brazos.
"¿Y qué tienes en mente?" preguntó Dohko, estirando los brazos para desperezarse, tensando todos los músculos de sus brazos y su pecho.
"Tu eres el de las ideas brillantes ¿no?"
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"Por favor, Camus…" suplicó Milo al hombre junto a él. "Por favor, por favor, por favor…"
"Sabes que no me gusta involucrarme en asuntos ajenos, Milo…" se quejó Camus, desesperado. "¿Qué tal si las cosas salen mal y Saga se molesta? ¿A quien supones que va a ir a pedirle explicaciones? ¡A mí!"
"Nada malo va a pasar…" el santo de Escorpión se abrazó al hombro de Camus. "Vamos… hazlo por mi…"
"Dioses…" dijo el caballero de Acuario, en un suspiro. ¿Por qué siempre Milo lograba persuadirlo de tal manera? "Está bien, lo har"
"¡Gracias, gracias, gracias!" exclamó Milo, saltando de alegría. "¡Muchas gracias!" Camus dejó caer la cabeza hacia atrás, resignado.
"Sé que me voy a arrepentir de esto…"
"¡Ahora solo debo ir al Templo de Piscis para arreglar con Afrodita lo que falta del plan!" dijo, corriendo hacia la salida de la Casa de Acuario. "¡Nos vemos luego!"
"Sí, s" bien, ahora tenía que cumplir con la fácil tarea de ir al Templo de Géminis a engañar a uno de los más poderosos caballeros de oro.
Salió del Templo de Acuario, pensando aún en como iba a convencer a Saga de ir al lugar que Milo y Afrodita habían acordado. Cielos… de ahora en adelante debía buscar la manera de distanciar a Milo de Afrodita y sus arriesgadas ideas. No terminaba de estar de acuerdo con lo que estaban haciendo. A su manera de ver las cosas, no era correcto forzar las cosas entre dos personas para que se enamoren. Si en verdad estaban destinados a estar juntos, las cosas se darán por si solas tarde o temprano. Bueno, ya de nada le servía quejarse… Llegó al Templo de Capricornio, y entró en busca del caballero guardián del lugar.
"¿Shura?" preguntó, desde la entrada del Templo.
"Buenos días, Camus." Saludó el santo de Capricornio, saliendo a su encuentro. "¿Listo para ir a entrenar?"
"De hecho, de eso vengo a hablarte…"
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"¡Afrodita!" el santo del Escorpión se acercaba corriendo a la entrada del Ultimo Templo.
"Vaya, apenas iba a ir a buscarte al Templo de Camus…" dijo Afrodita, quien llevaba en su mano un enorme helado de chocolate. "¿Qué pasó?"
"Como te dije, logré convencer a Camus de ayudarnos." Dijo, sintiéndose el hombre más persuasivo del universo. "En este momento ya debe estar pasando la voz de que hoy no hay entrenamiento."
"Perfecto. Entonces podría decirse que lo demás del plan…" con su lengua tomó un poco de su nieve. "…está en mis manos."
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"Tengo que encontrar la manera de hacer pagar a Saga por lo que me hizo…" decía Kanon, caminando de un lado a otro en el Templo de Libra. Dohko simplemente se limitaba a observarlo, recargado en una de las paredes del lugar. "Pero por más que pienso, no logro encontrar nada que en verdad le importe a ese idiota de mi hermano…"
Si sus sospechas eran ciertas, entonces Dohko sabía de algo, o mejor dicho, de alguien por quien el caballero de Géminis se preocupara… en verdad no sabía si era lo más conveniente decirle a Kanon lo que había descubierto. Después de todo, le gustaba ver a su amigo dándole vueltas a su templo sin que se le ocurriera nada que funcionase. Y, sabía que si esperaba a que Kanon se desesperara lo suficiente, podría pedirle que hiciera lo que sea que él deseara a cambio de la información. Sí, lo mejor era esperar…
"Parece que esta vez no podrás vengarte…" dijo Dohko, tranquilamente. "¿Por qué no lo dejas y ya?"
"¡No! Debe haber algo de lo que no me he dado cuenta…" se llevó las manos a la cabeza. "¡Piensa, Kanon, piensa!"
"¿Dohko?" se escuchó decir a la voz del caballero de Acuario.
"Camus, pasa…" dijo Dohko, invitándole a entrar. "¿Qué te trae por aquí?" la presencia de Camus ya estaba formando unas cuantas ideas en la mente del caballero de Libra.
"Solo venía a decirte que…" se interrumpió a sí mismo al notar la presencia de Kanon. "Oh, Kanon, tu también estás aqu" por un lado eso era bueno, ya que no tenía idea de cómo iba a decirle a Kanon que el entrenamiento se había cancelado si este se encontraba en compañía de Saga, pero por otra parte, no le agradaba nada estar en medio de esos dos. Lo mejor era darles el aviso, y salir de ahí. "Bueno, solo venía a decirles que el entrenamiento del día de hoy se ha cancelado, así que no se tomen la molestia de ir…"
"Que alivio…" dijo Kanon, sonriendo. "¡No se que hubiera hecho Aiolia si me hubiese visto ahí!"
Camus prefirió no hacer preguntas sobre ese comentario, y aprovechó para salir del lugar. Aún le faltaban otros cinco Templos por cubrir.
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Saga se había levantado hacía ya un buen rato, y le sorprendió la silenciosa tranquilidad que reinaba en su Templo. ¿Es que el ruidoso de su hermano menor continuaba dormido? Los recuerdos de lo ocurrido el día anterior aparecieron en su mente. Una vez más el imbécil de Kanon se había metido en problemas, como siempre… bueno, no como siempre, esta vez había demasiado lejos. Lo que había hecho eran ya palabras mayores, y para orquestar todo el problema, había tomado de víctima a la persona menos indicada: Aiolia de Leo. Algo debía estar muy, muy mal en la cabeza de su hermano… Algunos recuerdos de lo ocurrido antes de encontrara a Kanon a punto de cometer una estupidez volvieron a él. Había estado afuera del Templo en compañía del caballero de Aries… recordó aquella sonrisa en el rostro de su compañero al encontrarlo en su camino de regreso… no pudo evitar sonreír.
'Y de nuevo piensas en ese tipo…' se quejó la voz interna de Saga. '¡Por los Dioses! ¿puedes dejar de sonreír como idiota un momento? ¡Pareces una niña enamorada…!' la sonrisa se desvaneció de inmediato en Saga. Aquel comentario no le había gustado en lo más mínimo. '¡Vaya, gracias! ¡Me sorprende que esta vez si me escucharas!'
"¿Saga?" la voz del caballero de Acuario sacó a Saga de su ensimismamiento. Salió a su encuentro. "Hola, Saga, buenos días…" no recibió respuesta, al parecer había despertado de pésimo humor… ¡Era el día perfecto para venir a mentirle! "Solo vengo a informarte de que hubo un cambio respecto al entrenamiento…" la mirada inexpresiva de su compañero no ayudaba mucho a su nerviosismo, pero con algo de esfuerzo logró poner control sobre sí mismo, y continuar con el engaño. "Verás… algunos caballero han estado comentando desde hace cierto tiempo que sería bastante agradable entrenar en un espacio un poco más amplio… al final del entrenamiento de ayer lo discutimos un rato, pero como algunos de los demás se fueron temprano, como tú, pues no se enteraron… y por eso decidí venir a avisarte… el entrenamiento será en la colina que se encuentras entre los Templos de Cáncer y Leo. Bueno, te veo allá… debo ir a avisar a Aldebarán…" salió del lugar lo más casualmente posible.
'Bien, espero que eso te sirva para distraerte un poco, y sacarte de la cabeza esos recuerdos absurdos…'
Dejó el Templo de Géminis para dirigirse al lugar indicado por Camus.
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Afrodita y Milo llegaron al Templo de Aries, y en cuanto entraron comenzaron a hacer tanto ruido que Mu incluso se alarmó por un momento.
"¿Qué ocurre?" preguntó Mu, confuso. "¿Por qué gritan tanto?"
"¡Porque te tenemos una sorpresa!" dijo Afrodita, quien aún continuaba comiendo nieve. Ese en verdad era un día bastante caluroso.
"¿Sorpresa?" la voz del santo de Aries mostraba desconfianza. "¿Qué clase de sorpresa?"
"Tu no hagas preguntas y solo síguenos ¿si?" dijo Milo, le tomó del brazo, y lo sacó del Primer Templo.
Corrieron hasta llegar a un punto entre los Templos de Leo y Virgo, que fue donde finalmente se detuvieron.
"¿Y bien?" inquirió Mu, sin ver nada especial en el lugar.
"Díselo tú, Afrodita…" dijo Milo, sonriendo con complicidad.
"Está bien…" el caballero de Piscis se acercó al oído del santo de Aries. "Bueno, lo que pasa es que…" se detuvo un momento, y soltó aquella leve risita tan característica de él.
"¡Vamos, díselo ya!" al decir esto, el santo de Escorpión dio un empujón a la espalda de Afrodita, pero al parecer lo hizo con demasiada fuerza, ya que lo impulso contra el cuerpo de Mu, y de alguna manera, la gigantesca nieve de chocolate fue a estamparse sobre la camisa blanca que el caballero de Aries llevaba.
"Ay, Dioses…" exclamó Afrodita, asustado. "Yo… ¡Milo, esto es tu culpa!"
"¿Esta era la gran sorpresa?" espetó Mu, algo irritado.
"Eh, no…" la voz de Milo sonaba nerviosa. "Lo que pasa es que arreglamos un encuentro entre tu y Saga…"
"¿Qué?" exclamó, sonrojándose. "P-pero… ¿cuándo?"
"Pues… ¿en unos veinticinco minutos?"
"¡¿Cómo?!" gritó Mu, asustado. "¡¿Qué voy a hacer con esto?! ¡No creo que me de tiempo de ir a cambiarme!" para entonces, la nieve se había escurrido hacia abajo creando una mancha color café bastante grande, eso sin mencionar que ahora tenía todo el pecho algo… pegajoso.
"Calma, calma…" dijo Afrodita, tratando de arreglar las cosas. "Tengo una idea. Mira, hay un lago muy cerca de aquí, no sé si lo has visto… tu ve para allá y no sé, date un baño o algo así… Mientras tanto, Milo y yo iremos corriendo al Primer Templo por algo de ropa ¿está bien?"
"S-sí, sí, está bien…" sin esperar más, salió corriendo en dirección a donde Afrodita le indicó.
"¿Y bien?" preguntó Milo, con toda tranquilidad. "¿Qué piensas hacer?"
"Creo que iré a visitar un rato a Death Mask…" se acomodó el cabello. "¿Y tú?"
"Camus me está esperando cerca del Templo de Tauro, quedé de verme ahí con él…"
"¿Será que tan pronto empezará a cobrarte el favor?" bromeó Afrodita.
"Espero que sí." Dicho esto, comenzaron a caminar hacia los primeros Templos del Santuario. "¿Y crees que tu plan funcione? ¿Qué tal que Saga no lo ve?"
"Lo verá, te lo aseguro…" dijo Afrodita, sonriendo con confianza. "Y dudo que después de algo así Saga continúe igual de indiferente con Mu…"
"Ojalá tengas razón…"
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En cuanto terminó de hablar con Afrodita, corrió hacia el lago que le indicó. No se encontraba muy lejos, ojalá tuviera tiempo suficiente para darse un baño rápido e ir a encontrarse con Saga… ojalá que todo saliera bien... no confiaba mucho en que los métodos del caballero de Piscis fueran efectivos, pero no tenía nada más a que atenerse.
"Cielos…" murmuró, mientras tomaba asiento cerca de la orilla y lanzaba una piedra hacia el agua. "¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?" lanzó una segunda piedra al lago, y después permaneció en silencio. Cerró los ojos, y respiró profundo. Sonrió al percibir un fuerte aroma a flores silvestres que impregnaba toda el área, haciéndole sentir un extraño sentimiento de paz. Se preguntó si a Saga le gustaría el lugar… "¿Qué no puedo dejar de pensar en él por lo menos unos cuantos minutos?" No, no podía hacerlo. La mente se vuelve obstinada cuando nos enamoramos, al igual que en aquellas ocasiones en las que olvidamos algo que estamos a punto de decir, y no podemos sacárnoslo de la cabeza. De cierta manera se sentía feliz, tal vez esta ocasión si podría hablarle a Saga de sus sentimientos…
Se soltó el cabello, y comenzó a desprenderse de sus ropas. Cuidadosamente la acomodó a un lado de la orilla, y se adentró al lago. Era un día bastante caluroso, y la frescura del agua al contacto con su piel le provocaron una dulce sensación.
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Saga se ocupó en subir a la colina que Camus le dijo, y no pensar en nada más. Tal vez este entrenamiento le ayudara un poco a olvidarse de ciertas cosas en las que prefería no pensar… quizás con el paso del tiempo, si se distraía de lo que le agobiaba, lograría acabar con el problema… pero, por más que trataba… ¡No! Desde ese mismo instante iba a poner su mente en blanco. No iba pensar en nada.
Al llegar a la cima del lugar, se recargó en el tronco de un enorme y antiguo árbol, el cual le brindaba una piadosa sombra bajo los crueles rayos del sol. Cerró los ojos, y suspiró, intentando poner silencio a las interrogantes que lo abrumaban. Pero en vez de eso, escuchó un ruido a lo lejos. ¿Lo habría provocado uno de sus compañeros que llegase antes que él? Decidió cerciorarse. Avanzó con lentitud, pero no encontró señal alguna de otro caballero. Estuvo a punto de asumir que en verdad había sido alguna criatura silvestre la causante, cuando un ruido semejante le indicó de donde provenía todo. Giró la vista hacia abajo, para encontrarse con aquella persona a la que trataba tan arduamente de exiliar de sus pensamientos: Mu de Aries. Su compañero estaba sentado en la orilla de un lago, sonriendo. A pesar de encontrarse a una distancia tan amplia, lograba ver su rostro con toda claridad. Le observó ahí sentado, preguntándose en que estaría pensando… Pero sin previo aviso, el santo de Aries se incorporó, se soltó el cabello y comenzó a quitarse la ropa. Saga abrió los ojos lo más que pudo, sorprendido. Para entonces ya no necesitaba ordenarle a su mente no pensar en nada; su cabeza estaba demasiado ocupada procesando la imagen del cuerpo de su compañero. Nunca en su vida hubiese imaginado que bajo aquella ostentosa armadura de oro se escondiera un cuerpo tan… ¿atractivo? Sí, esa era la palabra que buscaba, aunque no quisiera aceptarlo. No pudo evitar recorrer de arriba hacia abajo aquella delgada figura…
"Es hermoso…" murmuró inconscientemente. Se sorprendió de notar que su conciencia permanecía callada, pues normalmente ya se encontraría reprimiéndole el quedarse observando por simple gusto a un hombre desnudo. Y se sorprendió mucho más al sentir que cierta parte de su cuerpo, la cual siempre se había rehusado a excitarse ante una presencia masculina por más atractiva que fuese, parecía estar reaccionando al observar la figura del santo de Aries.
Mu se sumergió por completo, y segundos después volvió a reaparecer en la superficie, agitando su cabello. Levantó la vista, y estuvo a punto de ver al inesperado espectador que lo observaba pero, para bien o para mal, no fue así. Saga logró ocultarse tras unos arbustos justo a tiempo, pero aunque no lo hubiese hecho, los rayos del sol disminuían la capacidad visual del caballero de Aries, haciendo imposible la posibilidad de descubrir a Saga.
El santo de Géminis se alejó del lugar. Ya no le importaba entrenar ni nada de eso… ahora estaba mucho más confundido que antes. Algo estaba ocurriéndole, y no tenía idea de que era…
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NOTAS:
Woosh! Finalmente terminé este capitulo! Espero que les haya gustado (aunque sea solo un poquito) ˆˆU
La verdad es que me puse a trabajar este domingo desde las 11:51 a.m. a las 04:13p.m. (según las propiedades de mi documento) porque como ya dije, no tengo tiempo entre semana… (y ya no pude darle una segunda leida, así que espero no haber dejado ningún errorcillo o incoherencia por ahí) pero bueno, no hablemos de eso.
¿Qué les pareció el capitulo? Creo que está algo raro ˆˆU (un pequeña explicación, solo por si acaso: el plan de Afrodita era desde un principio que Saga viera a Mu en el lago ¿ok? Creo que eso quedó un poco confuso…)
Otra cosa, como podrán notar, ya solo me falta poner que el santuario tiene tiendas. Entre lagos, y bosques, y colinas… bueno, espero que no les molesten esos pequeños anexos míos…
Espero tener el próximo capitulo pronto, porque yo también me muero por saber que va a ocurrir xD
Bueno, bueno… ¿qué mas me queda por decirles? Solamente una cosa: Gracias. Ustedes son quienes me mantienen con vida ˆˆ
Bikes!
