Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!
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Capitulo 12: Confesiones de un Géminis.
"Sí, Mu... Saga se arrepentirá el resto de toda su maldita vida haberme hecho enfadar." El santo de Aries intentó golpear a Dohko, mas no lo logró. "Si quieres luchar, hazlo... solo lograrás salir más lastimado, lo cual me conviene. Entre peor sufras, mejor será mi venganza contra Saga."
"Dohko... yo nunca te he hecho nada..." ya que no tenía posibilidades de vencer a ese hombre en un enfrentamiento de fuerza, el caballero de Aries intentó como ultimo recurso razonar con él. "¿Por qué no mantenemos las cosas así?"
"Si... nosotros tuvimos una buena amistad en todo este tiempo ¿verdad?" comentó Dohko, suavizando su tono de voz. Soltó un leve suspiro, para luego sonreír con resignación. "No me gustaría que por mi culpa eso terminara..." se acercó al rostro del santo de Aries. "Bueno, siempre podrás culpar a Saga."
Intentó alcanzar los labios de Mu, pero él movió su cara hacia un lado, evitando el contacto. Por la mente del guardián del Primer Templo pasaron demasiadas cosas. Estaba perdido. Dohko le tenía en sus manos, y no podía imaginar nada para escapar. ¿Por qué el caballero de Libra le hacía esto? ¿Por qué tomaba represalias en contra suya, si el problema era con Saga? Dioses... Sintió como las manos de Dohko comenzaron a tocarlo, sacándole de un tirón la camisa.
"Dohko, por favor..." suplicó Mu, removiéndose debajo del cuerpo de su compañero. "Te lo ruego, déjame ir... no diré nada, te lo prometo, pero no me hagas esto..." Una fuerte bofetada silenció las palabras del santo de Aries.
"Tienes un rostro muy hermoso, Mu. No quisiera volver a golpearte." Dijo Dohko, pasando sus labios sobre el cuello de su compañero, quien cerró los ojos con disgusto. "Así que cierra la boca."
Unos leves sollozos de impotencia escaparon del santo de Aries al sentir una mano de Dohko intentando despojarle el pantalón. Rogó al cielo, a los Dioses, incluso al mismo Demonio, clamando por ayuda.
"¡Por favor, no me hagas nada!" suplicó Mu, al sentir el cierre de su pantalón ceder. Era inútil. Estaba perdido...
De la nada, el peso del cuerpo de Dohko desapareció del suyo.
"¡Suéltalo, desgraciado!" gritó Kanon, jalando al santo de Libra por el brazo. Lo lanzó al suelo, y comenzó a golpearlo.
"¿Saga?" murmuró el caballero de Aries para sí. Pero la siguiente frase del caballero de Libra lo sacó de su error.
"¡Eres un traidor, Kanon!" gruñó Dohko, enfurecido.
"¡Y tu un maldito bastardo!" continuó golpeándolo, hasta dejarlo demasiado dañado como para siquiera moverse. Retrocedió vacilante en dirección a su otro compañero. "¿Estás bien, Mu?" preguntó, arrodillándose frente de él, y colocándole las manos en los hombros. "¿Te hizo algo?
"No..." le era algo difícil hablar. Hizo un esfuerzo por mantenerse en sus treces. "G-gracias... ¡muchas gracias por ayudarme!" se lanzó contra el pecho de su salvador, dejando que se le escaparan unas pequeñas lagrimas. "Creí... creí que..."
Kanon se estremeció al sentir el cuerpo de Mu en contacto con el suyo. Cerró los ojos, intentando captar cada una de las sensaciones que estaba sintiendo. Los nudillos se le desgarraron de propinarle tantos golpes al maldito de Dohko, pero ni siquiera sentía ya dolor.
"No te preocupes..." le susurró Kanon al oído, intentando calmarlo. Rozó con las yemas de sus dedos el suave cabello de Mu, y tímidamente lo abrazó, sintiendo la espalda desnuda de su compañero. "Dohko no volverá a intentar hacerte daño. No dejaré que nadie te lastime nunca... porque yo... yo creo... creo que te amo." Sintió el cuerpo de Mu sobresaltarse.
El abrazó se rompió, y Mu lo observaba callado, confuso...
"Kanon..." movió su cabeza a manera de ligera negación. "Yo... yo no..." estaba hecho un lío, imposibilitado para pensar con claridad. Deseaba explicarle de manera delicada que no le correspondía, que su amor era otra persona. "Yo... Saga..."
"Sí... Saga..." bajo la vista, y una sombra oscureció su semblante. "Sé que amas a mi hermano..." Mu tuvo el impulso de abrazarlo, de pedirle disculpas... "No digas nada... dejemos las cosas así, Saga no necesita saberlo... pero antes de concluir esto, deja... deja que te de un beso."
No tuvo voluntad para negarse. Se inclinó hacia el frente, Kanon hizo el resto. Sintió unos brazos rodearle, y los labios de su compañero presionarse contra los propios. Era un beso desesperado, mas sin embargo ligero, como el suspiro de alguien al borde de la muerte. Un beso como el de dos amantes al momento de ser apartados por el destino, el último de todos... y así sería.
El contacto se rompió violentamente. Kanon se levantó con pesadez, intentando no mirar al caballero de Aries. Fue a la salida del Templo, y se detuvo un momento antes de marcharse, de espaldas al otro hombre.
"Debo irme ya... Saga está cerca." Hizo una pausa para obligarse a mostrar calma. Después de un largo respiro, siguió hablando. "Arreglen las cosas entre ustedes... él te ama. No hay razón para que sigan separados..." dicho esto, salió del Templo de Libra.
Siguió caminando, encorvado, sintiendo que apenas lograba contener las lagrimas. Ahora conocía lo que era amar, y también lo doloroso de no ser amado por esa persona. Sin estar consciente de hacerlo, comenzó a correr. Estaba destrozado. Dentro de sí, tuvo la remota esperanza que Mu le correspondería. Que equivocado estaba al creer eso...
Corrió más aprisa, hacia el único lugar donde era bien recibido en el Santuario. Al llegar, entró sin reparo alguno. Sentía que se estaba muriendo. El caballero de Leo se le acercó de inmediato, asustado por el aspecto que presentaba su compañero. Kanon se abrazó al cuerpo del otro hombre, dejando al fin salir sus lagrimas. Aiolia no hizo preguntas, a pesar de su preocupación.
"Tranquilo..." le dijo Aiolia, besándole las mejillas con ligereza. "Todo va a estar bien... te lo prometo..." Kanon levantó el rostro, enfrentando la mirada del santo de Leo. "Ya no llores ¿si?" añadió, sonriendo mientras le limpiaba con su mano derecha las lagrimas.
En una de las manos de Aiolia se encontraba el lazo de Mu. Kanon lo vio, y sintió que su corazón se le oprimía de nuevo. Lo arrancó de las manos de Aiolia, y lo lanzó al exterior del lugar, dejando que el viento se lo llevara. Antes de que el santo de Leo pudiera decir algo, Kanon ya estaba regresando. Fue hacia Aiolia, y lo besó con pasión. Antes se preguntó por qué cada ocasión en que sufría por Mu, él aparecía para reconfortarlo... bien, quizás el destino le estaba dando una indirecta.
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Mu se levantó, todavía bastante turbado por la confesión de Kanon... ¿y qué había dicho este antes de marcharse? ¿qué Saga lo amaba también? Salió de la Casa de Libra, mirando con recelo y decepción el cuerpo del corrompido guardián. Era necesario encontrar a Saga...
Apenas unos cuantos segundos después de encontrarse fuera del lugar, el caballero de Géminis apareció. Se miraron un momento, y Saga continuó su camino sin dirigirle la palabra... deseaba hacerlo, pero claramente le dijo a Mu que no lo molestaría más.
El caballero de Aries no se dio por vencido. Ellos iban a hablar, aunque tuviera que gritarle las cosas a Saga desde fuera del Tercer Templo.
"Saga..." fue hacia él, pero éste no se detuvo. "Saga, debes escucharme..."
"No, no debo." Replicó el otro, con frialdad. "Y tampoco quiero."
"Pues vas a hacerlo." Dijo, parándose delante de Saga. "Y antes que nada, quiero una disculpa por lo de ayer."
Saga permaneció en silencio un momento, observando los ojos color esmeralda de su compañero. ¡Dioses, si que era hermoso! Apartó la vista, temiendo ceder ante sus sentimientos.
"Lo lamento..." su voz sonaba cansada, o mejor dicho, resignada. "Yo no tengo derecho a juzgarte."
"Entonces... ¿por qué lo hiciste?" inquirió Mu, firme, pero con suavidad.
¿Es que no bastaba con aceptar su falta? ¿Ahora incluso iba a darle explicaciones? Por la persistencia de su compañero, comprendió que no había otra opción. Se mantuvo en silencio, seleccionando con sumo cuidado las palabras a utilizar.
"Fue..." comenzó Saga. "Porque me molestó algo."
"¿Algo que yo hice?" agregó el santo de Aries, cruzando los brazos. Saga asintió. "¿Por comportarme como la mujerzuela del Santuario?" después de unos segundos, Saga asintió, apenado. "En conclusión... ¿te molestas porque...?" Dejó la frase inconclusa, permitiéndole al caballero de Géminis la oportunidad de responder.
¿Se lo diría? ¿Iba aceptar sus sentimientos? Eso sería terriblemente humillante... ¿eso estaba haciendo Mu? ¿Humillarlo? ¿Esperaría a escuchar la confesión para después reírse frente a él? ...Que difícil decisión. Precisaba responder la pregunta, o la situación pasaría a ser peor. Palabras, palabras... ninguna acudía en su ayuda. De alguna manera necesitaba contestar, pero sin hacerse vulnerable.
"...Porque me gustas." Excelente. Solo diría lo necesario.
El caballero de Aries dudó un momento. Eso no era lo que esperaba escuchar... debía ser paciente. Saga era una persona demasiado reservado en cuanto a sus sentimientos. Quizás debía tomar valor y ser él quien diera el primer paso.
"Tu también me gustas, Saga." Se acercó para tomar la mano de su compañero. "Y por eso quisiera que hablemos las cosas con calma..." el santo de Géminis le miró, sorprendido. "Solo te pido unos cuantos minutos para explicarte..." recordó todos los malentendidos ocurridos. "Para explicarte tantas cosas..."
Saga accedió a la petición de Mu, y ambos se encaminaron al Primer Templo. En cuanto estuvieron ahí, el caballero de Aries dejó solo a su compañero durante un momento, para reaparecer instantes después, con algo en manos. Tomó asiento, para comenzar a explicarle cada uno de los sucesos anteriores, inicialmente el de la Casa de Tauro. Saga lo escuchó con atención durante todo el relato, formulando con abertura sus dudas en cuanto a Dohko, Kanon y Aldebarán. Aunque en cuanto al hermano del santo de Géminis, Mu tuvo la discreción de omitir algunos penosos sucesos y modificando otros, en agradecimiento a lo que hizo por él.
Tal como lo prometió, la explicación no duró demasiado. Ahora llegaba la parte final.
"No me acosté con ninguno de ellos, y ni lo haría, porque amo a alguien más..." se levantó, para depositar en manos de Saga un pequeño libro. "Además, estaba demasiado ocupado haciendo el ridículo por todo el Santuario para que esa persona se enterara de mis sentimientos..." con unos cuantos pasos más, salió del Templo, para luego tomar asiento en los escalones.
Saga estaba analizando lo escuchado a su compañero de Aries. Se sentía un miserable por la manera tan ligera con que se apresuró a creer las mentiras de Dohko. Estando consciente sobre el carácter del caballero de Libra fue una idiotez darle credibilidad. Shakka bien se lo dijo... Hasta entonces vio el libro entre sus manos.
"¿Cómo seducir a un Géminis?" leyó, sorprendido.
¿Cuál era el significado de ese objeto? ¿Mu estaba intentando conquistar a un Géminis? Los únicos nacidos bajo ese signo dentro del Santuario eran dos... Mu negó que se tratara de Kanon, así que entonces... ¡¿A él?! ¡¿Estuvo tratando de enamorarlo a él?! ¡Pero...!
Recordó al instante muchas cosas de esos últimos días... Especialmente aquel en que caminaron juntos hacia los Primeros Templos. El santo de Aries le dijo muchas cosas que estúpidamente él no comprendió.
"Quiero decir... algunas veces estamos tan encerrados en nuestro interior que pasamos por alto cosas... cosas en nuestro alrededor que son importantes... y por eso debemos prestar un poco más de atención."
"Yo si necesito algo más... a alguien más... a..."
"Oye, Saga...Yo quería decirte que... Desde hace ya mucho tiempo yo..."Quien tenía la culpa de todo, el que estropeó las cosas, no fue Kanon, Dohko, ni el buen Shakka al darle datos imprecisos... ninguno de ellos, sino él mismo. Por escuchar esa maldita voz en su cabeza, por rendirse a la ira, por desconfiar de la integridad de Mu... ¡Dioses, tantos errores! ¿Acaso podía aún remediarlos? Mínimo, lo intentaría.
Fue al encuentro del caballero de Aries, ocupando un lugar en los escalones junto a él. Ambos miraban al horizonte, apreciando como el sol se ocultaba poco a poco.
Así como la luz se iba perdiendo, él podía perder a Mu. Era preciso que hablaran, que él hablara. Mucho tiempo se calló sus palabras, rechazó sus sentimientos... ya no podía continuar actuando de esa manera. Revelaría al caballero de Aries lo que nunca mostró ante otra persona: su corazón.
"Hice tantas estupideces que no merezco siquiera que me escuches. Lo mejor sería que te dejara en paz, para no causarte más problemas y sufrimientos... debería alejarme, y pedirte que me olvides... pero no puedo." Tomó con anhelo una de las mano de Mu, encontrando la atención de éste. "Porque yo... Te necesito. Te amo. Y ahora te pregunto... ¿crees que podrías perdonarme? ¿darme otra oportunidad?" La presión del agarre de Saga aumentó, igual que los latidos dentro de su corazón. "Haré lo que sea para compensarte todo lo que hice, para cambiar..."
"No es necesario que me compenses nada." Dijo Mu, mirándole con serenidad, y su voz expresando dulzura. "Tampoco quiero que cambies... Yo te amo exactamente como eres, Saga." Suspiró con alivio antes de continuar. "Está bien, pero es preciso que confíes en mí, o de lo contrario no vale la pena siquiera intentar algo."
Los ojos del caballero de Géminis brillaron de felicidad, asimismo una amplia sonrisa fue formándose en su semblante.
"¡Gracias, Mu!" exclamó, lanzándose a abrazar al santo de Aries, con tal fuerza que éste fue llevado por el impulso hacia un lado, sobre los escalones.
Mu también sonrió, en parte también por la repentina efusividad de Saga. Mucho tiempo había transcurrido desde la ultima vez que le vio sonreír de manera tan sincera, y ser él la causa era motivo suficiente para alegrarse.
"También podrías intentar ser un poco más delicado." Bromeó Mu. "Empujar a alguien así en plena escalera es peligroso."
El aroma del cuerpo de Mu inundaba los sentidos del santo de Géminis, y aquella tímida pero intensamente sensual mirada que hasta en sueños lo persiguió al fin se le mostraba. Acercó sus labios a los de Mu de manera paulatina, como pidiendo permiso para tocarlos. El caballero de Aries cerró los ojos, en señal de aprobación. La cálida respiración de Saga chocaba contra su cara, produciéndole unos ligeros escalofríos. Los labios del guardián del Tercer Templo eran suaves, así pudo descubrir desde el instante en que rozaron. Con ternura y delicadeza fue la forma en que Saga lo besó, justo como el primer beso entre ellos debía ser, con la candidez que representa al amor. Ya un poco después, los labios de Saga atacaron el cuello del hombre debajo suyo, desatándole hondos suspiros por lo placentero de las sensaciones.
"Saga..." susurró Mu, deteniéndole. "Aún estamos en las escaleras..."
No se había percatado de eso. Se levantaron de ahí, y Saga no tardó en volver al ataque, pero esta vez de manera más impetuosa, lo que puso al santo de Aries sobre alerta. Sabía bien a donde se dirigía el asunto, y después de todo lo ocurrido esa tarde, sea lo ocurrido con Dohko, o bien la confesión de Kanon, le resultaba un poco... precipitado. Mas no deseaba importunar a Saga, por lo que era necesario hablarle con tacto.
"Por hoy es suficiente..." dijo Mu, separándose de Saga, mas no demasiado, sino lo adecuado para mirarle al hablar. "No quiero que pienses que soy tan fácil."
"Bien..." dijo Saga, juntando su frente con la del santo de Aries. "Pero no creas que te libras de mi... mañana volveré a intentarlo..."
"Bueno, tal vez entonces tengas más suerte..." se separó de Saga, encaminándose de regreso a la Casa de Aries. "Y consigas que te deje entrar a mi Templo..."
El caballero de Géminis lo vio desaparecer en el interior del Templo, y no tuvo más opción que volver al propio. Sonrió para sí. De que manera Mu le tenía en sus manos.
"Definitivamente... ese libro si que funcionó..."
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NOTAS:
Hola! Bien, aquí concluye la batalla de Mu por seducir al caballero de Géminis... tardé bastante en hacer este capítulo, pero necesitaba estar de humor para escribir...
Qué les pareció? Bueno, ya me lo dirán en sus reviews, verdad?
Y antes de que me empiecen a preguntas que pasó con Kanon y Aiolia, o con que suerte corrió Dohko, déjenme hablar. Lo más probable es que haga un epilogo, así que tranquilícense. Y por otra parte, no me deja en paz la idea de escribir lo que pase cuando Saga consiga que Mu lo deje entrar al Primer Templo... pero no sé, no sé...
Claro que les agradezco que hayan llegado hasta este punto de la historia, que me dejasen sus comentarios, y me dieran su apoyo y aprobación.
Bueno, eso es todo. Adiós!
