CAPÍTULO 3: EL PLAN
SANTUARIO DE ATENA, ATENAS, GRECIA
JARDINES DEL SANTUARIO
Meggan decidió tomar un descanso después del pesado entrenamiento del día. Salió un rato del recinto de las amazonas para pasear un rato. Después de una media hora de caminar, vio que algunos guardias del Santuario rodeaban a alguien.
Como conocía muy bien que clase de hombres eran los que resguardaban el Santuario sin ser caballeros (n/a: lo siento, pero a veces me parece que los guardias del Santuario son más pelados que los albañiles), Meggan no dudó en acercarse para averiguar que tramaban.
-Que bonitos ojos tienes, preciosa...-
-Vente con nosotros, linda-
-¿Porqué nos ignoras, muñeca?-
Meggan se dio cuenta de que molestaban a una chica que no era amazona, porque vestía con normalidad y no tenía máscara. La chica de cabello azul oscuro caminaba ignorándolos orgullosamente, pero los guardias no eran fáciles de evadir.
-Suficientes piropos por hoy, 'galanes'- dijo Meggan en voz alta, tomándolos por sorpresa a todos: no se esperaban una amazona cerca- ahora lárguense de aquí antes de que yo misma les dé una paliza, bola de holgazanes...-
Los guardias no se atrevieron a desobedecer la orden dada por la amazona, sobre todo después de ver como apretaba los puños, y se dispersaron.
-¿Estás bien?- preguntó Meggan, una vez que los insolentes se alejaron.
-Sí, gracias- dijo la otra chica algo fríamente, pero sinceramente agradecida.
-Tienes acento extranjero- dijo Meggan- no eres de aquí, ¿cierto?-
-Soy francesa- dijo- me llamo Camille-
-Hola, Camille. Yo me llamo Meggan-
-Quítatela- dijo Camille bruscamente.
-¿Quitarme que?- preguntó Meggan.
-Esa máscara- dijo Camille fríamente- no confío en nadie a quien no pueda verle los ojos...-
-No puedo- dijo Meggan- no al menos aquí afuera, las leyes de las amazonas me lo impiden...-
-¿Porqué?-
-Ningún hombre puede ver mi rostro- dijo Meggan.
-Yo no soy hombre, ni veo a ningún hombre cerca- dijo Camille- quítatela...-
Meggan miró alrededor para verificar que lo que Camille le había dicho fuera cierto. Tenía razón. Los guardias ya se habían ido. Luego, se quitó la máscara por unos segundos, permitiendo que Camille la mirara a los ojos. Cuando la francesa asintió satisfecha, Meggan volvió a colocarse la máscara en su sitio.
-¿Contenta?-
-No mucho- dijo Camille fríamente, aunque por dentro se sentía agradecida de conocer a alguien en el Santuario que no fuera su primo y que no fuera tan impertinente como los guardias- aún no entiendo el propósito de esas cosas...-
-Que los hombres no nos subestimen por ser mujeres- dijo Meggan- todas las amazonas de Atena deben usarla...-
-Hoy vi a una chica amazona que no la llevaba- dijo Camille.
-¿De cabello largo, liso y azulado, y ojos azules?- preguntó Meggan, y Camille asintió- ella era Umi Yagami, la aprendiza de Milo de Escorpión. Ni ella ni Arika, la aprendiz de Afrodita de Piscis, usan máscaras, ni las han usado nunca. Dicen que no les gusta-
-¿Y a ti si?- preguntó Camille.
-Ese no es el punto- dijo Meggan, poniendo los ojos en blanco- en fin, ya no hablemos de eso...¿qué demonios hace aquí una chica como tú?-
-Mi madre me hizo venir con mi primo Camus- dijo Camille, cruzando los brazos muy molesta, porque ya lo había olvidado.
-Así que tú eres la prima de Camus- dijo Meggan. Camille frunció el entrecejo.
-¿Qué, ya todo el Santuario se enteró?- preguntó Camille algo molesta.
-No- dijo Meggan- yo me entere por... accidente...-
-Menos mal- dijo la francesa.
-Ven, te llevaré a conocer el Santuario- dijo Meggan, pensando que no sería buena idea incomodar a la chica preguntándole- si vas a estar aquí por un tiempo, no quisiera que te perdieras...-
Camille la miró sin mucho entusiasmo, pero al final aceptó. No le vendría mal un poco de compañía y conocer un poco el lugar, así que acompañó a Meggan.
Pasaron cerca del lugar donde Milo conversaba con su alumna Umi y con Arika, la pequeña aprendiz de Afrodita de Piscis. También estaban con ellos Aioria y Marín, Aioros, Saga y sus novias. Milo se escondió entre ellos con poco disimulo al verlas pasar.
-¿Te sientes bien, Milo?- preguntó Umi.
-Te he dicho millones de veces que me llames 'maestro'- dijo Milo- aunque ya tengas una armadura aún soy tu maestro...-
-No me cambies el tema, Milo- dijo Umi- fue por lo de en la mañana, ¿verdad?-
-Tú no tienes esperanza- dijo Milo.
-¿Qué pasó en la mañana?- preguntó Arika inocentemente.
-Cierto- dijo Marín- ¿qué sucedió?-
-Nada, ¿de acuerdo?- dijo Milo, cruzando los brazos terminantemente, pero todos lo ignoraron.
-Milo, si no nos cuentas tú, Umi nos contará- dijo Aioros.
-Mejor escucharlo de ti- dijo Saga.
-Oh, está bien...- dijo Milo- les contaré, pero si se ríen los mato...-
x-x-x FLASHBACK x-x-x
-Todo yo, todo yo...-
-Ya deja de quejarte, Milo- dijo Umi.
-Te dije que me llames 'maestro'- dijo Milo- tú nunca me haces caso...-
-Y yo te dije que dejes de quejarte, Milo...-
Iba a responder cuando vio a los visitantes, las dos chicas francesas. A Milo casi se le cae la baba, y Umi cruzó los brazos, fastidiada. Esa era la típica reacción de su maestro cuando veía a una chica o, como ella decía, una escoba con falda.
-Em... buenos días- dijo la chica rubia, más pequeña- mademoiselle quisiera...-
-Gracias, Anette, pero yo me encargo- dijo la chica alta- necesito hablar con Camus de Acuario de inmediato...-
-¿Y porqué con Camus, preciosa? Si me tienes a mí...- dijo Milo.
Umi puso los ojos en blanco, Anette rió como boba por lo bajo, y la chica alta puso una fría cara de fastidio. Tomó a Milo por la solapa de la camisa.
-¡Es importante que hable con Camus AHORA!- dijo la chica fríamente.
-Vaya, no podías esperar para ponerme las manos encima, ¿verdad?- dijo Milo.
Umi estaba a punto de irse, fastidiada, cuando lo vio: la chica alta le dio a Milo un puñetazo en el rostro quien, sin esperarlo, lo recibió y cayó al suelo. Umi y la chica llamada Anette estallaron en carcajadas, mientras la chica alta seguía igual de impasible y repitió que deseaba hablar con Camus.
-Yo te muestro el camino- dijo Umi, sin parar de reír- Milo irá a avisar a Camus-
x-x-x FIN DEL FLASHBACK x-x-x
Todos rieron, menos Milo, claro.
-¿Y piensas huir cada vez que veas a Camille?- preguntó Umi.
-¿Yo? ¿Huir? Yo no huyo- dijo Milo indignado.
-No, solo te escondes- dijo Aioria, aguantándose la risa.
Todos rieron de nuevo.
-Vamos a buscar una sombra- dijo Aioros- me estoy cocinando...-
-Yo también- dijo Saga, levantándose y ayudando a su novia Kateri a levantarse- el sol ha estado terrible hoy...-
-Cierto- dijo Kateri. Miró su brazalete, que despedía un brillo dorado al reflejarse con el sol. Al ver esto, puso cara de preocupación.
-¿Qué te pasa, cielo?- preguntó Saga, y miró el brazalete- creí que ese era de plata...-
-No, no lo es- dijo Kateri, al parecer algo nerviosa- lo olvidé... debo irme-
Saga la miró, interrogándola. Ella cambió un poco su cara de preocupación por una sonrisa dulce.
-Todo está bien- dijo ella, besándole la mejilla- te veré después...-
La chica se fue. Y al parecer Milo ya no era el motivo de las risas de los caballeros.
-¿Qué?- preguntó Saga, sonrojado, al ver que los demás presentes estaban riéndose por lo bajo, aparentemente de él.
-Esa fue la peor despedida en la historia de la humanidad, Saga- dijo Umi.
-¡Umi!- la reprendió Milo, pero ella (n/a: como de costumbre) lo ignoró.
-Oh, dioses, miren la hora- exclamó Umi- mejor volvamos, Arika, o Afrodita te matará...-
-No le pongas mal ejemplo a Arika, Umi- dijo Milo.
-Claro que no, Milo- dijo Umi, jalando a Arika para alejarla de ahí.
Las dos chicas no avanzaron mucho, porque se encontraron con una extraña visitante. Una chica de diecisiete años, vestida toda de negro, de cabellos color plata y ojos rojos brillantes tras unos lentes oscuros; que se cubría del sol con una sombrilla negra.
-Hola, Silver- sonrió Arika al verla- que gusto verte-
-¿Qué haces aquí?- preguntó Umi a su vez.
-Vengo a visitarlas- dijo Silver- después de todo, debo aprovechar el privilegio que tengo...-
-Cierto- dijo Arika- eres el único espectro de Hades que puede entrar al Santuario...-
-¿Y cómo está tu señor?- preguntó Umi.
-Muy bien, gracias- dijo Silver- sigue agradecido con la reina Perséfone y con Atena- esto último lo dijo entre dientes, y cruzó los brazos. A Silver no le agradaba Saori para nada.
Umi sonrió. No podía criticar tampoco a Hades delante de Silver. Las tres chicas olvidaron que Arika tenía entrenamiento y se quedaron conversando sobre las novedades en el Santuario y en el Inframundo. Después de más de una hora...
-¿Camus tiene una prima?- dijo Silver- apuesto a que ha de ser igual de fría que él-
-Lo es- dijo Umi- debiste verla... golpeó a Milo tan pronto como éste quiso pasarse de listo...-
-Pobre de tu maestro...- dijo Silver, haciendo una pausa, y luego continuó- aunque me intriga más lo que dijeron hace rato, sobre la chica que llegó ayer en la tormenta...-
-¿Tienes idea de quien pueda ser?- preguntó Arika.
-No, pero es extraño- dijo Silver- un monstruo dentro del Santuario. Quiero decir, no está tan bien vigilado como el Inframundo, pero...-
-Sí, sí, ya entendimos el punto- dijo Umi, un poco decepcionada de que Silver no les pudiera decir algo con respecto a la chica nueva.
-El sol se está poniendo peor- dijo Silver, cubriéndose mejor con su sombrilla negra- mejor vuelvo al Inframundo...-
-No debiste venir a esta hora- dijo Umi, echándole un vistazo al fuerte sol de las tres de la tarde- eres alérgica al sol...-
-Además- dijo Arika- el sol ha estado mucho más fuerte estos últimos días... excepto por la tormenta de ayer en la tarde...-
-Tienen razón- dijo Silver- será mejor que vuelva o mi sensei me matará-
-Y hablando de alumnas asesinadas por sus maestros- dijo Umi, recordando de pronto- Arika, fue un placer conocerte...-
-¡Oh, no!- grito ésta, dándose cuenta de que iba al menos una hora tarde, y salió corriendo hacia la casa de Piscis. Umi y Silver rieron.
-Espero que Afrodita no sea muy duro con ella- dijo Silver algo preocupada.
-Conociéndolo, solo la castigará- dijo Umi- en fin, salúdame a Radamanthys y a tu señor-
-Lo haré- dijo Silver- cuídense-
La joven espectro salió del Santuario cubriéndose el sol con su sombrilla negra. Umi sacudió la cabeza al verla alejarse. Luego pensó en ir a buscar a Shun.
Mientras se acercaba al Inframundo, Silver iba pensando en lo que sus amigas le habían dicho.
-Aunque la descripción que me dieron me parece familiar- dijo para sí misma- lástima que no les pregunté su nombre...le preguntaré a mi sensei de todos modos, él debe recordarlo mejor que yo...-
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AFUERAS DEL RECINTO DE LAS AMAZONAS
Unas horas más tarde, y una vez que Lavinia se sintió mejor, Kanon la llevó a mostrarle el Santuario.
-Es enorme- dijo ella, abriendo los ojos desmesuradamente- y es bellísimo... nunca había visto nada como esto...-
-Ven, te llevaré con las amazonas- dijo él- yo no puedo entrar, pero tú sí-
-Hola, Lavinia- dijo Marín, acercándose- menos mal que ya estás mejor-
-Gracias, Marín- sonrió Lavinia.
Una amazona de cabellos color cenizo y ojos color gris las observaba con cuidado, escondida tras un árbol, dentro del recinto. Se había quitado su máscara para mirar mejor. Alguien le tocó el hombro, y Daggianna se dio la vuelta, sobresaltada.
-¿Qué espiabas, Daggianna?- preguntó Megan con una sonrisa.
-¡Meggan!- gritó Daggianna- ¡no vuelvas a asustarme así!-
-¿Y perderme la cara de miedo que pusiste?- preguntó Meggan sin lograr contener la risa- fue muy graciosa...-
-Deja de reírte, o la que va a tener cara graciosa vas a ser tú- respondió Daggianna, apretando su puño, visiblemente enfadada.
-Calma, Daggianna- dijo Meggan- vengo a presentarte a alguien...-
La amazona notó que Camille estaba con Meggan.
-Ella es Camille, viene a visitar a su primo Camus...-
-¿Camus?¿el caballero dorado de Acuario?- preguntó Daggianna- el que todas las bobas dicen que es 'frío pero apuesto'-
-¿Eso dicen de él?- dijo Camille- entonces de verdad son unas bobas... ¿y ustedes que opinan?-
-Yo no lo conozco- dijo Meggan.
-Ni yo- dijo Daggianna.
-Yo no lo veía desde que éramos pequeños y él se fue a Siberia a entrenar para convertirse en caballero- dijo Camille- y siempre me ha parecido un bobo. Aunque la verdad no es tan desagradable...- pero frunció el entrecejo y sacudió la cabeza- claro que lo es-
-Mejor volvamos a las Doce Casas- dijo Meggan- ya comienza a oscurecer y Camus podría preocuparse-
-Por mí, que se preocupe- dijo Camille- pero pensándolo bien, ya tengo sueño y hambre...-
-Yo las acompaño- dijo Daggianna, levantando su máscara.
-¿Y eso?- dijo Meggan, mirándola sospechosamente- ¿por qué tan interesada?-
-Nada más- dijo Daggiana, lanzándole una mirada de 'te lo advierto'. Meggan se echó a reír.
-No me amenaces, amiga- dijo Meggan- y no creo que Camille tenga algún inconveniente en que nos acompañes, ¿o sí?-
-No, de ninguna manera- dijo Camille.
-¿Ves?- dijo Meggan.
-Entonces vamos- dijo Daggianna.
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TEMPLO DEL SOL, DELFOS, GRECIA
SALÓN PRINCIPAL
-Enciende la luz-
Un joven estaba sentado en el trono del salón principal del Templo del Sol. Era rubio, de piel muy blanca y penetrantes ojos color dorado. Vestía una túnica blanca con un cinturón de oro, y una capa color rojo sangre.
Se levantó, rojo de furia, y se paseó por el gran salón. Trece mujeres, trece hermosas mujeres, estaban de rodillas frente a él.
-¿Cómo demonios la dejaron escapar?- bramó.
-Señor- se aventuró a decir una, que tenía aspecto oriental- no nos explicamos como pudo pasar los doce templos sin ser vista-
-¡Para eso están ustedes, Lena!- respondió el hombre.
-Señor, creemos que alguien la ayudó a salir- dijo una chica de raza mulata, pero cuyas facciones eran muy delicadas y sus ojos color verde esmeralda- sospechamos de los sirvientes, pues fueron los únicos que...-
-No fueron ellos, Kiara- dijo el hombre- y aunque hayan sido ellos, una chica con el cosmo de una diosa, ¿cómo pudo pasar sin ser detectada?-
-Señor- dijo una tercera, de piel morena y ojos delineados- el sirviente que usted envió no pudo traerla...-
-Ya me lo ha informado, Asenet- dijo el hombre- la siguió hasta el Santuario de Atena, donde los caballeros la defendieron. Sin embargo- continuó- ni Atena ni sus caballeros tienen idea de su identidad, o de su poder...-
-¿Y si ella se los dijo?- preguntó la chica llamada Asenet-
-No lo hizo- dijo el hombre- ni ella misma lo sabe, pues su memoria fue borrada por mi sirviente...-
Las trece chicas bajaron la mirada, ligeramente aliviadas. Al parecer, no tendrían que soportar la furia de su señor.
-Bien- dijo el hombre, ya más tranquilo- tres de ustedes irán por ella, y la traerán, cueste lo que cueste. Irán Aletia, Amira y Kateri...-
Tres de las mujeres se levantaron. La última lo hizo, aunque cabizbaja.
-Sí, señor- murmuraron a coro.
-No solo eso- agregó- tengo otra misión para ustedes...-
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Abby L.
