HUELLAS.

Parte 1.

[Kai POV]

Hoy es una fecha importante. No importa el día ni el mes. Solo sé que justo este día es importante.

Sé que decir que hoy es una fecha importante, pero sin importar el día ni el mes es un poco contradictorio, por no decir confuso e ilógico. Pero la verdad es que así me siento.

Ya es de noche. Sé que no es necesario pensar en eso, pero me gusta decirlo, no sé porqué. Ya es de noche. Cuando el Sol cae y la Luna asoma las cosas raras llegan a mí como atraídas por un imán. Las cosas más tristes, felices, extrañas y placenteras me han ocurrido de noche.

De noche me aterraba en la Abadía, solo y tembloroso.

De noche pensaba en los mocosos que me acompañaban, los Blade Breakers.

De noche lo tenía entre mis brazos, aspirando su suave aroma.

De noche tuve que callar sus llantos y preparar sus famosas "leches".

De noche tuve que comerme las lágrimas que intentaban salir a cada momento.

Pero ya ha pasado tanto tiempo que la noche solo significa tranquilidad. Las estrellas ya no me hacen llorar ni temblar. El cielo oscuro ya no me fastidia, ni siento que me cubre del mundo que, pensaba, era mi enemigo. Ahora solo veo la noche y pienso que debería estar durmiendo, que mañana tengo que firmar un importante contrato. Mañana tengo un nuevo día por delante.

¿Cómo sería mi vida de no haber pasado todo lo que pasó, eh Rei?. ¿Cómo sería yo ahora si la Gata esa no se hubiera llevado tu vida con ella?

A pesar que el dolor ya no me inunda al pensar en ello, aún lo recuerdo muy bien. Eran lindos días esos en que tú y yo éramos una pareja. Éramos tan jóvenes, que sentíamos la vida por delante... ¿Cuánto tenías?, ¿18 verdad?... eras todo un estudiante. Un chico popular y simpático. Yo era un atado de celos perseguido por un "fan club" que no dejaba de acosarme. Todo fue bueno hasta que ella llegó con su discursito y sus lágrimas... "Rei, voy a morir... por favor". Su parlamento parecía de novela: una enfermedad, un amor escondido... y el famoso último deseo. Y el suyo era un hijo... quería un hijo contigo. Lo conversamos tantas veces... y a pesar de que ninguno de los dos quería, accedimos. Y tuviste que ir con ella, y acompañarla... Hasta el día que me llamaste y dijiste con una voz de sentimientos encontrados "Kai, es una niña...". Partí de inmediato a tu encuentro. Había prometido no interferir demasiado, pero era una fecha especial. No importaba si era con ella o con cualquier otra, Rei era padre, y se notaba que estaba feliz por eso, aunque intentara negarlo para no herirme. Yo no pude menos que sonreír y abrazarlo. Si él estaba feliz, yo lo estaba. Además, la niña era preciosa.

La Gata esa, Mao, solía pasear por el hospital con ella, para que todos la vieran. No pasaron ni dos días cuando eligió el nombre: Cho-Mei.

Contrario a lo que pensaba, Mao no se opuso a mi estadía en China. La verdad era que necesitaban otro par de manos a la hora de cuidar a Cho Mei, y los demás amigos no parecían muy dispuestos. La niña era revoltosa e inquieta, y por esas casualidades de la vida(maldiciones, o bendiciones, lo que sean) solo se quedaba tranquila conmigo.

Cuando los seis meses se cumplieron, te ofrecí pasar una temporada conmigo, en Rusia. Incluso invité a Mao, tu estabas presente cuando lo hice. Extrañamente, ella se negó y comenzó con el escándalo. No pasó mucho antes que me diera cuenta que lo de la enfermedad era más que dudoso y que su verdadera intención no era el sentimiento maternal antes de morir.

Ese fue el preludio de ese fatídico día, en que ella logró botarte por el barranco para luego resbalar y caer, y dejarme ahí mirando como un estúpido con tu hija en brazos. Más tarde me enteré (a través de un diario de vida que estaba en la casa que compartíamos) que si te intentabas ir su plan no era matarte, sino acabar con Cho Mei.

Todo salió mal y yo estaba a cargo de una pequeña que toda la aldea quería para si. La niña era la única heredera legal de todo lo que tanto Mao como Rei poseían, incluyendo sus famosos Blades, Driger y Galux. Además, no se puede negar que ambos eran realmente influyentes y poderosos en su pequeño lugar. Heredar a su hija era como tener el control de todo en ese mismo momento.

No sé porqué lo hice, pero creo que me convencí después de oír a Lee. Él decía que debía tener a tu hija porque era el más cercano a los dos, su hermano. Que nadie más la merecía y que si no era cuidadoso, ella podía crecer y ser igual que su padre, una traidora a su aldea. Rápidamente hice los trámites legales y antes que ellos lo notaran, Cho Mei Kon había desaparecido del mapa. En su lugar, Hiwatari Nataku había nacido.

Y me convertí en el padre de tu hija. ¿No es extraño?.

Sin embargo, si es cierto que los muertos observan desde las estrellas, me odiarás. Lo sé. Me detestarás por tenerla ahora entre mis brazos, durmiendo placidamente, sintiendo su carita suave contra mi pecho desnudo. ¿Me odias verdad Rei?. Y no te culpo. Después de todo, es tu hija. Después de todo, es una niña de solo 15 años... después de todo... soy su amante... y por eso no espero tu perdón.

Admito que comencé viendo tu cara en ella. Era tan pequeña... tan preciosa, tan parecida a ti. Esa melena loca y de un abismal negro. Sus ojos brillantes entre el dorado y el miel. Eras tú Rei, eras tú... pero con el tiempo, el sentimiento cambió. Ya no eras tú, era ella y solo ella.

Me gusta tanto sentir su piel suave... sus líneas tan juvenilmente femeninas. Es tan hermosa Rei... que si hubieras sido mujer, serías Nataku.

***

Cuando la mañana llega, un suave aroma a carne inunda la casa. Las ventanas están abiertas y las cortinas vuelan por el viento otoñal que inunda todo. Las hojas en el exterior caen, tiñendo el suelo de castaños, rojizos y marrones. Los árboles desnudos parecen inclinarse a recoger sus prendas, mientras los que no mudan se burlan de ellos con sus verdes fuertes y profundos. Las nubes cubren ligeramente el cielo, dejando un día de luz opaca y agradable. Nada de brillantes luminiscencias de verano ni de oscuros días de invierno.

La campana de su celular sonó emulando una conocida canción japonesa. El ruidito llenaba la habitación entera, insistiendo e insistiendo en ser tomado en cuenta. Casi estaba por rendirse cuando una mano apareció entre las sábanas, tanteando el escritorio que había junto a la cama.

--¿Alo...?

--¡¡Nataku!!, ¡todavía estás durmiendo!

--...¿Y?....

--¡Tenemos que presentar el proyecto!, ¡Es lunes Nataku, lunes!

--¿Lunes?... –con un movimiento lento y perezoso las sábanas fueron retiradas lo suficiente como para dejar su cabeza y hombros fuera del calor de las cobijas. -¿Cómo que es lunes?

--...Nataku... el sábado celebramos tu cumpleaños, ayer domingo estuviste de cumpleaños, hoy es lunes.

--El... sábado la fiesta... el domingo... ¿domingo fue ayer verdad?

--¡¡Despierta de una vez!!, ¡si no llegas en 20 minutos la profesora Motou nos reprobará!

Por fin uno de sus ojos dorados se abre. Una de sus manos delgadas apartó los mechones oscuros que caían sobre su cara y se talló los ojos.

--Cierto... –dijo con un bostezo –hoy es lunes....

--Dios santo... ¡solo ven de una vez!

--Ya voy Rika, ya voy.... solo... –nuevo bostezo –déjame dormir veinte minutos más... prometo que llegaré....

A través del teléfono se escucha una pequeña discusión, y alguien más toma el celular.

--¿Nat-chan?

--Taro-kun, no me digas...

--Despierta de una vez Nataku, si no llegas vamos a tener problemas y no creo que a tu padre le guste que repruebes por su culpa¿ verdad...?.

--¿Reprobar? –por fin el sueño pareció esfumarse al tiempo que sus ojos dorados se abrían desmesuradamente -¡El proyecto!, ¡Dios me quedé dormida!, ¡llego en diez minutos, mantengan a la profe entretenida!

--Te esperamos...

Rápidamente se levantó de la cama, y se metió al baño para una fugaz ducha de agua fría de no más de tres minutos. Solo le quedaban siete para vestirse, tomar su mochila y sacar algo para comer, o dinero.

--¡Papá! –gritó desde su dormitorio con todas sus fuerzas.

--Despertaste tarde Chii-Ku. –le dijo con su pasmosa tranquilidad pero con una malvada sonrisa en su cara.

--¡Ya lo sé!, ¡no me despertaste! –reclamó cuando apareció en la cocina, acomodando la camiseta que se había colocado, mientras de su brazo derecho colgaba una chaqueta y de su espalda la mochila. -¡Me dejaste a propósito sin desayuno!

--Ya tienes quince años, no tengo que estar despertándote ¿o si?

--¡Papá! –reclamando para sí misma se encajó las zapatillas y la chaqueta. De su boca ahora colgaba un sándwich y una pequeña cajita con comida intentaba ser metida en su bolso. -¡Cántame Papá! (*)

--Información.

--¡Lista!

--Laptop.

--¡Listo!

--Almuerzo.

--¡Listo!

--Mm.... ¿los discos?

--¡Lis...!, ¡los discos! ... ¡Listos!

--Creo que eso era todo Chii-Ku. –de dos largas zancadas la muchacha se puso junto a él y le quitó la billetera -¡Pero...!

--Nos vemos Otoosan... –dijo devolviéndosela sin un solo yen, y distrayendo su atención con un fugaz beso... en los labios. -¡Nos vemos en la tarde!

Su coleta negra latigó el aire mientras ella corría con el dinero en el bolsillo y el personal Cd's en el cinturón.

--Nos vemos Pequeña... –sonrió Kai finalmente, volviendo la atención a su propio desayuno. Entonces se sintió mal... debería haberla despertado. –Bueno, le diré a mi chofer que la pase a buscar en la tarde, y cenaremos juntos en algún lugar especial.

[Nota: La expresión "Cántame" es algo que se usa en mi casa, al menos, cuando uno tiene que salir con muchas cosas y no quiere que se le olvide nada. Así, una segunda persona le dice que lo recuerda que uno tiene que llevar.]

***

--¡Por enésima vez tarde Hiwatari! –gruñó la Profesora Motou Sakaki en cuanto ella abrió la puerta, dispuesta a saludar a todos sus compañeros con un efusivo...

--¡Ya llegué! –Motou sintió que su sangre hervía y que las venas saltaban en su sien. La muchacha se atrevía a ignorarla y a saludar como si hubiera sido la primera en llegar.

--¡Tu exposición muchachita inmediatamente!

Hiwatari rápidamente armó su trabajo con sus compañeros, que no pararon de reclamarle su retraso. En pocos minutos, Nataku, su mejor amigo: Kinomiya Takao y las gemelas Mizuhara Kia y Rika.

Para maldición de la profesora, la exposición duró cuarenta y cinco minutos, y fue la mejor de todos los salones.

--¡De la que nos salvamos! –dijo contenta Nataku cuando salieron del aula al final de la tarde.

--Nataku... –la chica sonrió como pidiendo clemencia. Cuando Kia la Loca comenzaba a hablar seriamente, era porque realmente había puesto en peligro los planes.

--Lo siento muchachos. –se disculpó rápidamente –No era mi intención llegar tarde...

Los tres la miraron y no pudieron evitar perdonarla sin palabras. Era raro que la Hiwatari pidiera disculpas, y cuando lo hacía era porque se había dado cuenta de su error.

--Bueno, ya no importa. –dijo Taro con su eterna sonrisa -¿Qué tal si vamos a comer helado?

--Por mí esta bien. ¿Y ustedes Gemelitas de la Destrucción?

--Yo me apunto.

--Yo también.

--¡Excelente!, ahora voy a ser la envidia de todos al pasearme por la heladería con tres hermosuras... –ríe Kinomiya, sin notar las miradas asesinas de sus "compañeras"

--Taro...

--..:Creo que...

--Acabas de firmar tu sentencia de muerte...

***

--¿Hiwatari-san?, ¿Está usted bien?

Un poco sorprendido, Kai voltea a ver a su fiel secretaria Makoto. La mujer, de cabello castaño corto y bien peinado le observa un poco preocupada, con la agenda en una mano y el intercomunicador en la otra, presta a llamar al que fuera para que su Jefe recuperara la concentración.

--Eh... Si Makoto, lo siento.

--¿Seguro que se encuentra bien?, ha estado todo el día distraído.

--Yo...

--Si gusta podemos cancelar las citas de hoy y dejarlas para mañana. Así usted descansa. –él la miró con cara de "¿me estás llamando débil?" pero ella solo sonrió, Hiwatari podía ser tan orgulloso –Ha tenido una semana difícil Hiwatari-san, y no me gustaría que su hija viniera aquí después a reclamar por su salud. Mejor vaya a casa y descanse, después de todo ha tenido muchos contratos en estos días, y la fiesta de Nataku-san fue realmente enorme. Salió en todos los diarios sensacionalistas.

--¿En serio?, no me di cuenta –comentó volteando su rostro sonrojado.

--Siempre hace esas enormes fiestas para su hija Señor. Eso lo desgasta mucho, por favor vaya a descansar.

El ruso miró a su secretaria y pensó. Mientras más temprano se fuera, más tiempo podría pasar con Nataku, y eso no se lo perdería por nada.

Rápidamente tomó su chaqueta y su celular, corriendo hacia la puerta, pero volviendo antes de abrirla.

--¿Olvidó algo Hiwatari-san?

Pero él solo le volteó la cara y le dio un beso en la mejilla.

--Gracias Makoto. –y volvió a correr a la puerta -¡Recuérdame aumentarte el sueldo!          

Ella solo atinó a poner su mano en aquél lugar en donde fue depositado el fugaz roce. Sus mejillas tostadas se tiñeron de rojo fuerte, y desvió la mirada musitando un débil "Como usted diga...."

--¿Tan temprano desocupado Señor?

--Llévame al colegio de Nataku. –ordenó subiendo a su limusina.

--Como diga Señor. –el hombre, de edad madura, subió a la cabina y encendió el motor –Sin embargo Señor permítame recordarle que hoy es lunes.

--¿Y?

--Nataku-sama ya no está en clases a esta hora Señor. Son casi las seis.

--Es cierto.... de todas maneras salgamos de aquí, ya veré como la encuentro.

El pequeño celular fue sacado de su bolsillo, y el número de Nataku repicó en el oído de su padre.

--Vamos Pequeña... contesta...

***

--Debo irme –anunció tomando su mochila y su chaqueta.

--¿Tan pronto Nataku?, ¿qué pasó? –preguntó curiosa Kia

--Papá me llamó. Algo debe haber pasado porque ya no está en la oficina. Voy a encontrarme con él.

--Ojala que no sea nada. –deseó Rika.

--Gracias. ¡Nos vemos!

--Claro, ¡cuidate Nata!

--Nos vemos mañana en clases.

Hiwatari comenzó a caminar pero se detuvo y volteó.

--¿No te despides de mí Taro-kun?

--No vale la pena despedirme cuando sé que te veré de nuevo ¿o si?

--...Tú y tus filosofías. Deberías dejar de ir a las clases del pensador ese que llegó a la escuela, comienzas a asustarme.

--Entonces te hago feliz. Nos vemos.

--Bai bai.

Con trote corto se alejó. Sus negras cejas se arquearon un poco cuando por fin desapareció del ángulo visual de sus amigos.

--Taro...

Sabía que su amigo aún no se acostumbraba. Sabía que aún le dolía. Y a ella también le dolía. Si algo no le agradaba era tener que mentir a sus propios amigos, pero era algo inevitable. Que Taro hubiera comprendido no significaba que Rika y Kia lo harían, menos sus padres o los demás.

La leve expresión de pena en esos ojos eternamente azules y alegres la lastimaba. Sabía que no era intención de su mejor amigo hacerla sentir mal, pero era inevitable. Cuando te enamoras y eres rechazado, duele. Cuando sabes quien evitó que te aceptaran, duele aún más. Y ser el único conocedor de un amor tórrido y quizás equivocado debía ser tremendamente duro. Él podía sobornarla en cualquier momento con lo que sabía, podría haberlos denunciado de inmediato, podría haber destruido sus vidas... pero no lo hizo. Nataku se sentía en la obligación de retribuir a Taro de cualquier forma, pero encontraba que todo lo que hacía era poco. Siempre que mentía él se daba cuenta, y le hacía daño. Siempre que llegaba tarde alguna mañana, él la excusaba con los demás, diciendo alguna tontera que los otros creerían.

¿Y si estaba equivocada?. ¿Y si era a Taro a quien debía amar realmente?. Solo tenía quince años, ¿qué sabía ella del amor?. Podía estar errada en su elección, podía estar cometiendo un acto imperdonable y sucio.

Parada en medio de la vereda, esperando la limusina de su padre, se llenó de temor. Era una niña jugando a mujer, una hija jugando a amante. ¿Quién era ella para ser la pareja del hombre más codiciado de Japón? Ella... que era realmente la única de las mujeres del mundo que no podía tenerlo...

--¡Nataku!

Rápidamente volteó ante la voz de su mejor amigo. Taro corría hacia ella con esa efusividad de siempre, desviando de vez en cuando la mirada hacia alguna muchacha bonita.

--Se te quedó esto en la mesa... –le dijo sonriente extendiéndole su discman. Ella lo tomó y lo enganchó en su cinturón, intentando que él no viera su duda. Pero Taro era inengañable. Ella nunca podría ocultarle algo. -¿Estás triste?, ¿pasó algo? –ella negó con la cabeza, temiendo que la voz la traicionara. -¿No quieres que te acompañe hasta que llegue Kai-san?

--Taro... ¿porqué me enamoré de él, eh?, habiendo tantos hombres...  estando tu... ¿porqué de él?

--¿Porqué me lo preguntas a mí?

--Porque tu eres el chico genio de la clase... siempre pareces tener todas las respuestas. –le dijo sin mirarlo.

--El amor es el amor. Llega cuando no lo esperas, y se encarna en cualquiera. No puedes controlarlo Nataku.

--Pero él... ¿qué soy yo para merecer su amor?

--Eres su vida Nataku. Él te ama tanto como tú a él. –por fin la mirada azul y la dorada se encontraron, una comprensiva y la otra temerosa. –Sigue tu corazón, él si tiene todas las respuestas... aunque no me dijo ninguna para el examen de química que tuvimos el viernes pasado.

--¿Te fue mal en química?

--Jejeje...

--¡Pero si nos enseñaste a todas!

--Bueno... es que yo.... bueno, estaba pensando... en una personita... –sus mejillas rápidamente se pusieron coloradas y Nataku se entristeció.

--¿Todavía te gusto Taro? –él largó a reír.

--¡No seas egocéntrica!, no hablaba de ti, sino de Kia-chan...  – O_o –Bueno, yo.... me refería...

--¿Te...  gusta Kia? –él se encendió como una lamparita roja y ella sonrió con todas sus fuerzas -¿En serio?, ¡es genial!

--¿Tú... lo crees?

--¡Por supuesto!, yo te ayudaré... –le dijo cómplice, dándole golpecitos con el codo en el costado –Cuando vuelvas cómprale un helado de crema, y otro a Rika de menta, ya sabes que si no se pone celosa...

--....Claro. –Kinomiya ve más allá de su amiga y nota que alguien los observa con ojos fríos, pero respetuosos. Una figura alta e imponente, que espera el menor movimiento para saltar sobre él y hacerlo pedazos, pero que sin embargo le debe toda la felicidad que en ese momento tiene. –Ya llegó Nataku, pásenlo bien.

--Gracias Taro...

Más relajada y contenta con la pequeña conversación, Nataku se alejó de Taro pensando que por fin tenía la oportunidad de pagar a su amigo por todo el bien que le había hecho. Gracias a él había alcanzado el amor, y ahora ella le ayudaría a conseguir la felicidad que tanto merecía el chico genio.

--¡Hola Papá! –él le dedicó una pequeña sonrisa.

--Te ves contenta.

--¡Así es!

--Después me cuentas. ¿Te agradaría ir a cenar a algún buen lugar? –ella enrojeció y sonrió nuevamente, aceptando la invitación y la puerta que caballerosamente su padre mantenía abierta para que ella entrara.

--¿Sabes Papá? –le dijo cuando ambos estaban adentro, y la separación entre el conductor y la parte trasera de la limusina se elevaba.

--¿Qué pasa Chi-ku? –ella rodeó su cuello con sus brazos y le susurró al oído.

--Te amo...  –él sonrió y aprisionó su pequeña cintura en sus brazos, respondiendo sobre sus labios.

--Y yo a ti... 

***ediciones_ryochan@hotmail.com***

Notas: Bien, la primera parte de "Huellas". Admito que es una historia complicada y más controversial que todo lo que he hecho (en realidad todo lo que "hemos" hecho, ¿verdad Kaasan?). Aprovecho de agradecer a Kokoro-san por su fic "Añoranzas" que a mí me encantó al menos.

Espero que a pesar de la pareja, la historia les guste. ^^ este es un regalo de cumpleaños de mí para mí, y se me ocurrió mientras me quedaba dormida en Álgebra Lineal (¿se han dado cuenta el poder de inspiración que tienen los ramos matemáticos?, ¡uf!, impresionante). Y aunque es un regalo atrasado (recién vengo a terminarlo el 04/04/04 y estuve de cumple el 01/04/04), me agrada. Nos vemos en la segunda parte. Rio.