^^ Ya llegué con la segunda parte. Tardé un poco, lo sé, pero Álgebra Lineal me tiene espirituada... Pero no es momento de recordar la U.
Lia-Kon-Neia: Gracias por el feliz cumpleaños (**^^**). Me subes el ego con tus palabras. Espero que esta segunda parte también te guste.
Kokoro Yana: ¡Kaasan!, sin ti realmente este fic no existiría. No creas que "Añoranzas" no es bueno porque es genial. ^^ Aquí va el seg cap-
Chibi-Kaisie: Gracias tb por el feliz cumpleaños. Me alegro que lo que hago te guste. Ojala que Huellas siga llenando tus expectativas.
Silverhell: ^^ Sip, Taro es hijo de Takao. Bueno, es una especie de "homenaje" a Takao, para que vean que (aunque soy fanática del Kai/Rei) no odio a Kinomiya. ^^ Me alegra que también te guste. La verdad es que no sabía que aceptación tendría el fic por su contenido... pensé que pasaría desapercibido o que los comentarios no serían buenos, ¡estoy muy contenta!
Galy: A mi tampoco me desagrada (tanto) Mao, pero de todas maneras me gusta ponerla como la mala de película. ^^ Gracias por tu comentario.
Tsuki-Black: ^^ sé que es un poco pervertido, mis fics no se caracterizas por sus "caminos puritanos", aunque tampoco es mi gusto puuuuuuuuuuura perversión y poca historia (aunque hay buenos ejemplos de que la mezcla funciona). ^^
Y ahora, algo que no me gusta aceptar y que jamás he puesto en mis fic: Bey Blade (y todo su largo nombre original y de secuelas) no me pertenece. Si así fuera, la serie no sería para niños ni la hubieran dado en la mañana en mi país. Sería una preciosa serie yaoi angst que se tendría que conseguir en las redes de distribución típicas de los otakus fanáticos como yo ^^. Vamos al fic.
~.~
HUELLAS.
Parte 2.
[Kai POV]
Me siento ansioso, encerrado, vigilado... todas las palabras que puedan agregar y que tengan como relación la desesperación son las que me inundan en este momento.
Pensaba que esto ya no pasaría, que no volverían a molestarme más. Pero veo que me he equivocado miserablemente. Están aquí nuevamente, están aquí para robarme a Nataku... Pero no puedo permitirlo... es mi hija... es MI hija... y nadie tiene derecho a poner sus manos sobre ella... Ni ese maldito chino, ni nadie... mucho menos el mocoso ese: Taro...
¡Cómo detesto al hijo de Takao!... es tan exasperantemente perfecto... ¡cualquier padre estaría feliz de que estuviera enamorado de su hija!... pero yo no soy "cualquier padre", yo soy Hiwatari Kai y no estoy feliz de que "ese" haya puesto sus ojos endemoniadamente azules en MI pequeña Nataku... No señor, no lo permitiré.
¿Porqué no puede ser más parecido a Takao?, así sería más fácil ignorarlo, y reírme de él en su cara. ¡Pero no!... tenía que ser "el chico genio"... ¡hasta Ku-chan le dice así!... es tan, pero tan molesto... Y el solo pensar que mi niña me pidió tratarlo con "menos frialdad". ¡Lo trato como se merece! Grrrrrrrr, mocoso del demonio... si tocas uno solo de los cabellos de mi, escúchalo bien, MI Nataku, te arrepentirás....
***
Kai lanzó un gruñido mientras observaba sus manos puestas firmemente sobre la mesa. Nataku le había prohibido romper un solo jarrón más por culpa de sus tontos celos. Apretaba fuertemente sus dientes, respiraba contando mentalmente cada una de sus exhalaciones. Aún se sorprendía de la facilidad que tenía ese mocoso para sacarlo de sus casillas.
--Maldito mocoso.
Más tranquilo, aspiró intentando que la nicotina lo calmara definitivamente. Sin embargo sus pulmones no recibieron ni una onza de humo.
--¿Qué demonios? –su mano fue hasta su boca, y la otra hasta su bolsillo, buscando el encendedor. La segunda halló su objetivo, pero no la primera. -¿Y mi cigarro? –entre sus labios solo había un trozo de cigarro, claramente cortado por algo que no era un cuchillo. -¿y el resto?
Un leve escozor en su mano le dio la respuesta.
***
--Deberías ser más cuidadoso Papá.
--...
Hiwatari Kai empuñó su taza de café y miró hacia otro lado. Nataku le curaba la mano de la quemadura que tenía, mientras lo regañaba como si fuera un niño.
--¿Me estás escuchando?
--Si... Pero ya debo irme.
--¿Irte?, pero... –Nataku miró el reloj y devolvió la mirada a su padre –Papá son casi las diez, ¿adónde vas a esta hora de la noche?
--Takao nos mandó llamar. Al parecer nos tiene un anuncio.
--¿A casa de Kinomiya-san? –Kai miró a su retoño con desconfianza... si no la conociera no sabría lo que diría pero... -¿Puedo...?
--No. –cortó. Ella levantó las cejas en sorpresa.
--¿No?
--Así es. No.
--¿Cómo que no?, ¡ni siquiera sabes que te preguntaré!
--Claro que lo sé. –ella se cruzó de brazos y espero la respuesta a la pregunta que venía implícita en su movimiento –Me preguntarás si puedes invitar al geniecillo ese...
--Papá...
--Mocoso ese...
--¡Papá!
--¡Al tal Taro!
--Entonces hablaré por teléfono con él.
--Tampoco.
--¡¿Qué?!, ¿me dejarás sola en casa?, ¿porqué no puedo hacer nada?
--Por que vienes conmigo.
--¿?
--Así arréglate y ven. Takao dijo que era importante.
Tan soberbio como solo él podía ser, se dio la vuelta riendo y se alejó.
--¡¿Porqué no me lo dijiste antes?!
***
Taro los había recibido en la puerta con su eterna sonrisa blanca. Kia y Rika esperaban en el patio, cerca de la fuente, mientras Max y su esposa Claire, una pelirroja recién llegada de Estados Unidos hacían compañía a Kai.
--He oído que es un gran empresario Señor Hiwatari –dijo en un suave y delicioso inglés británico.
--He hecho mi mejor esfuerzo Claire-san. –respondió también en inglés el ruso, usando los modismos japoneses que la cortesía requería.
--Lamento no hablarles en japonés. Aún no me siento preparada. –se disculpó. Kai le dijo que se acostumbraría rápidamente. Max, como de costumbre, sonrió con todas sus fuerzas, dando un gran abrazo a su mujer, recordándole lo inteligente, hermosa, cariñosa, buena madre, caritativa y linda que era.
En ese momento, mientras Kai decía algo como "No la asfixies", apareció Taro con una bandeja con tres refrescos. Los americanos lo agradecieron grandemente, mientras el ruso limitó un simple "espero que no lo haya hecho Takao". El chico sonrió, incapaz de responder. Luego, volvió a la cocina y llevó a sus amigas panecillos y jugo.
--A todo esto Kai... ¿tú sabes que quiere Takao citándonos a todos? –preguntó Mizuhara.
--No tengo idea, pero a veces este Pozo-Sin-Fondo me asusta. Lo único que creo es que es algo importante. De otro modo no nos hubiera pedido traer a las chicas ¿no?
--Pienso lo mismo.
Mientras, en el patio, cerca de la fuente principal, los amigos conversaban. Kia, Rika y Nataku interrogaban sin cesar a Taro intentando sacar alguna información sobre lo que los reunía. Eso sin contar que Takao no había aparecido desde que habían llegado y que Taro estaba más "sobradamente" feliz de lo normal.
--¡Vamos Taro!, ¡dinos!
--No.
--¡No seas malo!
--No.
--No arriesgues tu vida cuando lo único que tienes que hacer es contarnos.
Sus cejas se alzaron. Siempre Kia optaba por las amenazas de muerte cuando alguien no quería acceder, mala manía que Nataku tomaba con mucha facilidad. Afortunadamente Rika era más centrada que las dos juntas.
--Bueno –comenzó la gemela más tranquila, jugando con sus mechones cobrizos. –Supongo que falta poco para que lo sepamos, por lo que molestar a Taro-kun no servirá de nada.
--¡Rika! –reclamó Kia poniéndose de pie, logrando que sus trenzas doradas golpearan al aludido en la nariz -...No lo apoyes... es gracioso interrogarlo.
--Solo a ti te parece gracioso molestar a alguien Kia –dijo ella-
--¡A mi también me parece gracioso! –dijo Nataku levantando su mano –Aunque debo admitir que Rika tiene razón.
--¡Nataku!, ¡¿tú también me traicionas?!
--Pues... no es técnicamente una traición ya que nunca hubo una alianza oficial entre nosotras Kia...
--¿Entonces tendré que esperar hasta que Takao-san nos diga? –los otros tres asintieron y rieron al verla sentarse desanimada. Si algo no tenía Mizuhara Kia, era paciencia.
El viento cálido corrió entre ellos, y Nataku reprimió un escalofrío. Con un poco de desconfianza, buscó con la mirada los alrededores. Tenía la impresión de que la observaban... aunque también era parecida a una sensación... de peligro. Se rió de sí misma por su pensamiento. ¿Qué podría hacerla peligrar?. Cuando su atención volvió a sus amigos, estos ya caminaban rumbo al interior de la enorme casa.
--Vaya cosas que estoy pensando... –se dijo caminando hacia los otros- Esto me pasa por estudiar tanto.
Por fin estaban todos reunidos alrededor de la mesa central de la sala. Max, Claire y sus gemelas estaban en los sillones junto a la salida al patio. Kai y Nataku se encontraban en el lado contrario, hacia la pared. Taro esperaba junto al umbral que daba al pasillo con una sonrisa más grande que la acostumbraba. Entonces, Takao aparece. El moreno llega acompañado de una mujer de cabello castaño rojizo corto y bien peinado. Nadie se pudo hacer el desentendido al estado de embarazo que la mujer, notoriamente extranjera, llevaba.
--¡Linda! –exclamó Kai, sorprendido. Nataku saltó al acto.
--¿Linda?
--Así es. –dijo Takao sonriendo. –Quise reunirlos a todos para agradecer públicamente a Kai el haberme ayudado a conocer a Linda, esta preciosa marroquí que ven a mi lado... quien este fin de semana será mi esposa y madre de mi hija Lena, quién lleva seis meses de gestación.
--¡¿Seis meses?! –dijo Max sin entender del todo el anuncio -¿Llevas seis meses con una pareja y no nos habías dicho? –Kinomiya solo sonrió
--¡¿Te casas?! –completó Hiwatari -¿Y tampoco nos habías dicho?
--¿No me felicitan muchachos?
Gritos de felicidad y abrazos comenzaron a llover mientras Kai apartaba un poco a Linda
--Kai, estoy tan feliz...
--Pero Linda... –le dijo, mirándola preocupado -¿Estás seguro?
Ella sonrió ampliamente.
--¿Porqué no solo te acercas a él y lo felicitas?. No es tan difícil. Sé que te alegras por nosotros.
--Pues... si me alegro pero... ¿Takao?, Eres una mujer organizada, eficiente, delicada, honrada... Y él...
--Él es amigable, divertido, extrovertido, cariñoso, atento y muy tierno. –Hiwatari suspiró y no pudo evitar decir...
--Si... eso lo sé...
Nataku observó un tanto celosa la conversación que su padre mantenía con la pareja de Kinomiya. Gruñó algo en voz baja y decidió concentrarse en un punto poco observado de la celebración.
--Taro-kun... –su amigo posó sobre ella sus ojos azules y sonrió. –Estás feliz ¿verdad?
--Claro.
Abrió la boca para lanzarle alguna broma a su mejor amigo cuando ese escalofrío la recorrió de nuevo. Su cuerpo tembló levemente.
--¿Estás bien? –le preguntó Taro.
--No lo sé... tengo escalofríos... siento que algo me mira....
Kinomiya se rió hasta que tuvo que doblarse para aguantar el dolor. Ella reclamó en voz alta y se marchó para conversar con sus amigas.
Sin embargo, nadie notó el par de ojos grises que observaban furtivamente desde un recodo del patio de los Kinomiya.
--Con que Hiwatari Kai...
***
Lunes nuevamente. Era mediodía y las clases estaban en un pequeño receso. Los estudiantes conversaban en sus aulas, mientras otros adelantaban sus almuerzos un poco.
--¿Porqué no nos vamos? –preguntó Kia
--Apoyo –dijo Nataku.
--¿Irnos? , pero chicas..... estamos a mitad de la clases...
--Oh, vamos Taro...
--No es buena idea. –detuvo Rika –No lo piensen más.
Ambas suspiraron mientras sentían los minutos pasar lentamente. Finalmente Nataku se levantó y caminó hacia la puerta.
--Voy a dar una vuelta. No aguanto más estar aquí hasta que nos digan porque los profesores salieron.
Arreglando su falda negra de instituto, salió al pasillo. Una vez ahí, bajó su corbata hasta el segundo botón de la blusa y desabrochó los botones respectivos. Estaba haciendo calor últimamente, y no le gustaba sentirse asfixiada por el cuello de ninguna prenda.
Los muchachos la miraban al pasar, y las chicas hablaban en susurros. Parecía que todos los ojos estaban fijos en ella, y odiaba eso. Su larga melena en trenza y sus vivaces ojos dorados tras lentes de lectura con una capa de fotocromado que cambiaba a rojo cuando la luz desaparecía. El uniforme le favorecía, aunque se sentía terriblemente incómoda con él. Destreza felina y frialdad en persona. Todo en Nataku parecía llamar la atención del resto.
--¿Porqué no dejan de mirarme? -pensó sintiendo sus mejillas colorearse- Por un demonio... Odio que se porten como unos bobos.
Sin embargo sabía que ella misma fomentaba esa extraña "popularidad". Siempre en el instituto se portaba fríamente con casi-todos, incluidos los profesores. Pero no podía evitarlo. Su padre le había enseñado a que los amigos eran los únicos con derecho a conocer realmente a la gente. Que ellos no te traicionaban. Pero nadie más.
--¿Porqué pienso en todo esto?. Es algo que Papá me enseñó cuando era muy pequeña... "La pérdida de un amigo, es como la caída de un gran árbol en un bosque milenario. Deja un enorme hueco en el cielo, que nunca será tapado por las ramas de otros árboles. El sol entrará y un nuevo retoño comenzará a nacer, pero en el tiempo que tarde, verás la luz y tendrás que aprender a vivir con esa pena".
Ella nunca traicionaría a sus amigos. A ninguno. Todos eran importantes y vitales en su vida. Y todo aquél que les hiciera daño lo pagaría cien veces. Y si era Taro el afectado, pues el pago sería mil veces devuelto.
Sin embargo, algo no dejaba de molestarla. Algo que había comenzado en la casa de los Kinomiya, y que se había reafirmado la noche anterior, cuando había visto a su padre recibir dos e-mails que habían causado extraños efectos en su "eternamente calmado" padre.
--Ni siquiera me dejó entrar a su habitación... ¿qué habrá pasado?. Tampoco lo vi hoy en la mañana... ni fue a despertarme como de costumbre...
Cuando alzó la vista, se encontró en el frontis del Instituto, sin saber como había llegado ahí desde el cuarto piso. Lanzó un largo suspiro y se dispuso a volver, cuando vio algo que la alertó.
Definitivamente algo andaba mal con su padre...
La limusina negra de Kai estaba estacionada al otro lado de la calle, y el ruso observaba apoyado en su lujoso auto. En cuanto vio que ella lo reconoció, subió al vehículo, y se marchó.
--Papá...
Con pasos lentos enfiló nuevamente hacia los pasillos. Al volver a su salón, el profesor ya estaba explicando su ausencia. Entre las pocas palabras que llegaron a sus oídos estaban: "Alumna", "profesor", "despido", "transferencia". Extrañamente, le pareció que esas palabras no debían ir juntas en una sola frase... le daba mala espina. Se sintió molesta al conjeturar sobre una frase que no había escuchado completa. Su padre se lo había dicho: No opines sobre lo no sabes. Pero no podía evitarlo. ¿Qué más daba si la muchachita de primero se metía con aquél adulto?. Perfectamente podían estar enamorados...
--Bien, ¿alguien quiere participar?
Todos levantaron la mano. Nataku los miró sin entender.
--¿No irás Nat-chan? –preguntó Taro
--¿Ir?
--Miaka-Sempai, del club de atletismo, se va a Estados Unidos y su profesor le quiere hacer una despedida antes que se vaya. ¿No vas?
--... –rápidamente sus mejillas se tiñeron de rojo y negó, mirando la ventana con el ceño fruncido –Ni siquiera soy su amiga.
Kinomiya sonrió con tranquilidad. Sabía que la convencería de ir a la despedida de todas maneras.
--Es este miércoles en el gimnasio.
--Te dije que no iría.
--Nat...
--....¿Qué quieres?
--.... ¿Porqué estás roja? –ella se tensó ante la pregunta, y el rubor creció -¿No estarás...?
--¡No estoy pensando en nadie! –gritó, y antes de darse cuenta, estaba de pie con las manos firmemente puestas sobre la mesa, con toda la atención de la clase clavada en ella
--Hiwatari... sus problemas amorosos con Kinomiya no son de incumbencia de la clase...
--¿Pro...?...¿amorosos con...?
Taro sonreía con cierta pena. Iba a preguntarle si es que estaba algo enferma, pero ella se había adelantado.
--¡No tengo nada con Taro!
--No me grite Hiwatari –amenazó el profesor. Ella suspiró con fuerza.
--¿Puedo irme al pasillo?, estoy nerviosa.
--Me robó las palabras de la boca.
Molesta y avergonzada, se retiró. Rika, Kia y Taro observaron preocupados. Esos arrebatos no eran típicos de los Hiwatari.
Continuará...
Notas: ^^ Bien, hasta aquí quedamos por hoy. Veré que se me ocurre para la tercera parte ^^. Rio.
