HUELLAS
Parte 3.
Carne, verduras y jugo. Una suave melodía de fondo y la brisa nocturna corriendo entre los sillones.
Se podía decir que era una cena tranquila en la residencia Mizuhara.
--Gracias por la comida. Tengo algunos deberes atrasados, permiso.
Con algo de silencio, la menor de las gemelas, la rubia Kia se levantó de la mesa y subió las escaleras. Max siguió comiendo mientras la seguía con la mirada, Claire dejaba de lado su plato, y Rika se mantenía en silencio.
--¿Qué ocurre con Kia? –preguntó la cobriza.
--Está muy silenciosa hoy –completó Max.
--Está preocupada por Nataku. –dijo Rika. Ambos adultos la miraron sin comprender –En estos días... Nataku ha estado muy... extraña. Nerviosa. Hoy le gritó a un profesor... y casi no pone atención en clase. Taro-kun está muy pendiente de ella... pero nada parece devolverle esa tranquilidad que solía tener...
--¿Kai sabe de eso?
--No lo sé Papá. No creo que seamos los indicados para decirle.
--Kai debe haberlo notado –dijo Claire –Conociéndole, no podría pasar por alto un detalle como ese del tesoro de su vida.
--Bueno... Nataku está en una edad complicada... –concluyó Max –No tiene una madre que la guíe, y aunque sé que Kai es un excelente padre, no podemos decir que la infancia de su hija haya sido la más beneficiosa.
--¡Max! –reclamó su esposa
--Sé que no es bueno que lo exprese... pero... Conozco a Kai de tantos años... y.... bueno... Rei era tan diferente...
--¿Rei? –preguntó Rika -¿Quién es?
--Nadie cariño –dijo rápidamente la marroquí. –Un amigo de la infancia de tu padre que... que no entra en la conversación...
Si la cena había comenzado bien, pues su final no había sido del todo agradable.
Rika se retiró a su habitación, y Max y Claire se quedaron en la cocina. Una dura mirada de los ojos verdes de ella le indicaron a Mizuhara la proporción de la indiscreción que había cometido.
--Ojala que Rika no pregunte nada...
--Lo siento Claire...
De un momento a otro, solo la suave melodía quedó como telón de un silencio sepulcral y molesto.
Mientras, Kia cerraba sus cuadernos un tanto frustrada. No podía sacarse de la cabeza la preocupación eterna de Taro por Nataku... quizás incluso admitía sentir envidia de su amiga...
--¡No!, Taro... Taro siempre ha estado enamorado de Nataku... y ella también lo está, se le nota. Su único problema es que es tan fría que no logra darse cuenta... No pienses en eso Kia... prometiste no pensarlo...
El ventilador del computador generó un suave sonido que la tranquilizó. La musiquita de inicio y el repiquetear de internet la hizo sonreír.
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--Por favor... vamos, sé que estás ahí...
Galeón (Salí a comer)
~Hola Galeón. Sé que estás ahí.
*¡Tsubasa!, ^^ me alegra verte.
~Lo mismo digo.
*¿Cómo estás Tsubasa?, ¿por qué te conectaste tan tarde?
~Tenía que terminar algunas cosas del Instituto.... Y no estoy tan bien amigo... me siento un poco mal...
*¿Otra vez celosa?
~ ¬¬
* ^^
~¿Cuándo vendrás a verme?, me prometiste que me quitarías a Taro de la cabeza.
*De eso mismo quería hablarte. Con mi padre iremos a Japón la próxima semana. Cuando llegue te avisaré al número que me diste.
~¡Estupendo!, ¿vienen de vacaciones?
*Papá dice que tiene unos "asuntos" que arreglar, pero no me ha contado. Creo que tiene que ver con aquél problema que te conté la otra vez.
~¿El extranjero que se robó a la niña de tu villa?
*Sip. Pero no sé... Ha pasado tanto tiempo que no sé qué podría hacer... aunque yo lo apoyaré en todo...
***
Era la cena más silenciosa que había tenido desde que había cumplido los catorce años. Si la memoria no le fallaba, ese año se había unido a los Blade Brakers, rompiendo su apacible vida de silencios y lejanías. Antes de eso, siempre cenaba solo, en una enorme mesa para veinte o treinta personas. Nunca había contado todos los puestos, y si alguna vez lo había hecho, pues no lo recordaba.
Lo que hacía especialmente dolorosa esta cena era que, esta vez, no estaba solo. Nataku comía (o simulaba hacerlo) a su lado, sin pronunciar una sola palabra.
--¿Qué pasa Nataku? –preguntó finalmente, dejando el plato de lado. –Hace días que estás así.
--No pasa nada Papá... estoy bien...
--Sabes que no me gusta que me mientas. Dime que pasa. –pero el opresivo silencio continuaba –Hoy me llamaron del Instituto. –comenzó esperando una reacción –Me dijeron que tuviste problemas con tu profesor de inglés.
--No veo porqué en vez de hablar desde tu limusina no entraste. –dijo con acidez –Después de todo estabas frente al edificio ¿no?
--¿Y qué es lo que te molesta exactamente de eso?
--Que no confíes en mí y me vayas vigilando como a una tonta inútil.
--¿Y porqué piensas que te vigilo?
--Porque estas así desde que te llegaron esos mails... Y no has querido decirme nada.
--Pues tú has estado extraña desde antes de la llegada de esos mails. –Nataku pareció encogerse levemente sobre su silla, movimiento que no pasó desapercibido para su padre. -¿me dirás que te pasa?
--...No...
--¿Me reclamas falta de confianza y no quieres decirme?
La dureza y el claro tono de reclamo resonaron fuerte en la pequeña figura de su pequeña. No era el reclamo de un padre a su hija, sino el reclamo de su hombre... a su mujer...
--Yo... tengo algunas dudas... eso es todo...
--¿Sobre?
--...Sobre nosotros.
Ambas palabras fueron como un yunque para Kai. ¿Dudas sobre ellos?. ¿Dudas sobre... su amor?
--Pero... Nataku...
--Solo... solo déjame pensar Papá... –dijo ella titubeante, levantándose de la mesa –Yo... necesito pensar... ¿Ok?
Una sonrisa a medias, de esas tristes que solo había visto.... cuando...
No pudo evitarlo. Ambos tomaron caminos diferentes. Una joven confundida, esperando que la noche le diera la respuesta que su mente, su lógica y su corazón necesitaba... Un hombre triste, lleno de recuerdos que le taladraban el alma...
¿Porqué esa sonrisa?, ¿porqué justamente esa?
--Kai... no quiero ir... No me importa... no quiero...
--Pero siempre has dicho que es tu hermana, que es tu familia...
--¡No quiero separarme de ti!
¿Porqué lo había convencido de aceptar?
--Cuando nazca... avísame, por favor... Me gustaría... me gustaría conocer al bebé...
--Claro...
Y esa sonrisa en sus labios. Los mechones de cabello negro caían graciosamente sobre su frente, sus ojos dorados estaban llenos de lágrimas... y esa sonrisa triste... una simple curva melancólica y abatida.
Quizás... todo hubiera sido diferente si su eterno egoísmo y posesión hacia Rei se hubieran mantenido ese día. ¿Porqué se había conmovido justo ese día?, ¿porqué con ese argumento?
Sin embargo, mientras más pensaba en Rei, más le golpeaba la imagen de Nataku. Dios, ¡ambos dolían tanto!
--Nataku...
Y se sintió asfixiado, encerrado.
--¿Porqué Rei...?... ¿porqué.... vienes ahora?, ¡habías desaparecido durante más de diez años y me molestas ahora...!
Cediendo algunos minutos a la desesperación y el dolor, Kai se obligó luego a controlarse. No lograba nada dejando correr lágrimas o gritos. Esos problemas había que tomarlos con serenidad. Debía darle a Nataku la seguridad que, seguramente, estaba haciendo falta. Analizaría con cuidado su comportamiento, y arreglaría la causa de "La Duda". Respetaría su petición de tiempo. Era joven, tenía derecho a dudar y querer pensar. Él era el adulto. Él debía poner la mano firme y comprensiva.
Con un suspiro, aceptó a regañadientes su propia decisión. No sabía la semana que le esperaba.
***
Martes, 7.25am.
--Deje que yo lo haga Linda-san.
Eternamente sonriente y educado, Taro corrió a tomar la bandeja que la mujer de su padre comenzaba a preparar.
--Que amable eres Taro.
--De nada.
--¿Crees que tu padre despierte pronto?
--.... Em... bueno.... No. –respondió finalmente dejando la bandeja en la mesa y buscando la famosa mermelada que tanto le gustaba a Takao –Por lo general despierta cuando me estoy yendo, o sea, cuando está atrasado. Corre para comer algo, se ducha rápidamente y luego toma el auto para ir a la BBA. En el camino se topa conmigo, y yo le entrego el almuerzo que todos los días le preparo para que no muera de hambre a mitad de mañana.
--Eres un hijo precioso Taro –le dijo Linda sonriendo. Él solo se sonrojó y le respondió el gesto. –Pero creo que desde hoy es mi deber hacer los almuerzos de tu padre...
--Oh no, no, no Linda-san, hasta que Lena-Imouto no nazca, sigo siendo yo el encargado del desayuno...
--Pero no hay problema en que yo lo haga...
--No, no, ya le dije Linda-san, yo me encargo.
--Taro... seré la mujer de tu padre...
--Será la madre de mi hermana...
--Me gusta cocinar...
--A mí también, usted debe descansar...
--No me siento mal.
--Entonces haremos lo posible porque no se sienta mal nunca, vaya a la cama Linda-san, onegai.
Linda suspiró al ver a Taro inclinado en una venia. El muchacho era dulce, inteligente, tierno, servicial.... y tan terco como su padre.
--Está bien, tu ganas.
-- ^^ Cuando Lena-Imouto nazca, le prometo que no tocaré más una cocina.
Ambos sonrieron, y la mujer caminó lentamente hasta la habitación que compartía con Takao. El calor de las cobijas le sentó bien, y sonrió nuevamente.
--No puedo creer que esa mujer los odie... Son las personas más hermosas que conozco.
El suave aroma del desayuno llegaba a su nariz respingada con delicioso rigor. Takao roncaba a su lado como la locomotora de un tren. Aparte de eso... reinaba la calma en toda la amplia casa.
Linda contempló el techo, incapaz de volver a dormir. Era bastante temprano, pero nunca había sido muy amante de las sábanas. Entonces rió. Dormía mucho antes de comenzar a trabajar con Kai... El ruso era tan exigente que nadie podía seguirle el ritmo. Los socios, choferes, guardias, secretarias y ayudantes cambiaban tan rápido que nadie lograba aprender los nombres. Hasta que llegó ella.
--Se ve contento Señor Hiwatari.
--¡Lo estoy! –le había dicho con un extraño tono entre orgullo, felicidad, frialdad y elogio -¡Por fin esta empresa funciona!
Hacían un buen equipo. Él hacía buenos contactos, ella los concretaba. Él firmaba rápidamente, ella contaba las ganancias. Él aumentaba su fortuna, ella recibía un jugoso bono.
Hasta que un día...
--¡¿Qué más puede salir mal?!
Un grito realmente furioso.
--Vaya vaya, veo que "Miss Simpatía" no ha cambiado nada...
--¿Qué demonios haces aquí Kinomiya?
--Vengo a verte, ¿qué más?
--Fastidiarme Takao, vienes a fas-ti-diar-me.
--Siempre dices lo mismo.
Junto a su jefe, Él. Más bajo que Hiwatari, con esos enormes y brillantes ojos azules. Su cabello recogido en una coleta, vestido de manera informal, jugando bromas por las que cualquiera hubiera sufrido consecuencias por el resto de su vida.
Y ahora ese hombre roncaba junto a ella.
--¡Ya me voy Linda-san! –se escuchó desde lejos. La puerta sonó, y nada más interrumpió la calma.
Linda miró un poco preocupada a Takao... debía ir a trabajar....
Entonces la puerta suena nuevamente, y pasos rápidos se acercan.
--Papá.... –dijo Taro molesto -¡Dije que ya me voy! –gritó con todas sus fuerzas. Takao abrió un ojo y bostezó...
--¿Qué.... hora es?
--Tarde Papá. Tarde.
Pronto la risa abundó en la casa Kinomiya, el hogar más feliz de todo Japón.
***
Ambos habían despertado más temprano que lo acostumbrado. La verdad era que ninguno había dormido lo suficiente como para aguantar hasta las siete en la cama.
Kai fumó toda la noche apoyado en el balcón de su ventana, pensando y recordando cosas que le hacían daño.
Nataku se mantuvo sobre su cama, mirando el techo. Sin darse cuenta se quedó dormida, y sin darse cuenta, despertó en la misma posición.
El desayuno era un intercambio de platos y tazas completamente mudo. Podían entenderse sin palabras, sin gestos, como si se leyeran el pensamiento. Y por primera vez eso los hacía sentir terriblemente incómodos.
Ambos estaban nerviosos y adormilados. Eso se notó claramente en las siete tazas de café que Kai bebió, y en las cinco que tomó Nataku.
Rápidamente la tarta, el yogurt, el cereal, la fruta y el pan desaparecieron de la mesa. La joven Hiwatari comía en silencio, pero con impresionante voracidad. Era su demostración de ansiedad.
Por otro lado, Kai solo bebía café. Era una costumbre que había quedado de su tiempo con Rei. Como el chino era quien cocinaba, y sus únicas razones para estar nervioso eran sus discusiones, pues Kai siempre se veía sin poder comer cuando él y Kon tenían "ciertos roces". Pésima combinación considerando que a Hiwatari le encantaba la comida de su pareja.
Finalmente, Nataku agradeció la comida y se levantó para ir al Instituto. Kai la observó con disimulo, sintiendo que escondía sus sentimientos de una manera tan brutal que le dolía. Era como cuando era pequeño... y vivía con esa máscara fría sobre su corazón.
La muchacha cruzó por detrás de su padre, sin poder evitar aspirar su penetrante aroma. Sus pasos fueron más lentos, y los brazos le temblaban. Su mano se dirigió dudosa hacia la manilla de la puerta, pero la profunda voz de Kai la detuvo al último momento.
--Yo.... te entiendo Nataku –dijo con voz tan temblorosa que dudaba que su hija le hubiera entendido palabra alguna. Sus nervios solo se comparaban con su declaración a Rei y con su primer beso con ese ángel que era su hija. –Esperaré... lo que sea necesario...
Con un débil "gracias" ella cerró la puerta en su espalda. Una enorme sonrisa nació en sus labios, y una lágrimas se escapó. A veces sentía que debía saltar sobre Kai y besarlo hasta cansarse, pero algo en su cabeza le decía que esa no era la forma de un Hiwatari....
Y claro que no lo era. Era la forma en que Kon Rei hubiera llevado las cosas.
Pero ella no sabía quien era Kon Rei... al menos... no realmente.
***
Kia y Rika se miraron preocupadas. Taro las miraba a ellas a su vez, con expresión interrogante.
--¿Desde cuando llega temprano? –se dijeron viendo a Nataku literalmente dormir en su asiento
--Hablaré con ella.
--Espera Taro-kun, hablemos todos...
Los tres se acercaron y sentaron en sus respectivos puestos.
--Nata... –llamó Kia -¿Estás viva?
--Si...
--¿Qué ocurre Amiga? –preguntó la pelirroja -¿Estás bien?.
Hiwatari se sentó derecha y todos vieron sus ojos dorados hinchados y sostenidos en oscuras ojeras.
--No mucho...
--¿Podemos ayudar en algo?
--No se preocupen...no es nada.
--¿Podemos ayudar? –repitió Rika, conociendo la manía que ella tenía por evitar contar sus problemas.
--Si... –ella sonrió y se apoyó sobre sus codos -¿Qué tal si me invitan un helado y me acompañan a elegir la ropa que usaré en el matrimonio?
***
--No te atrevas...
--No podrás evitarlo Hiwatari... Tu afrenta jamás será olvidada...
--¡¡Si te acercas a ella te mato, ¿me oyes?!!, ¡te mato!
El celular fue lanzado al otro lado de la enorme habitación que era la oficina de Gerencia General.
--¡¡Te mato si te acercas!! –gritó finalmente con todas sus fuerzas, antes de caer de rodillas con la cabeza entre las manos. –Te mato si te acercas...
Continuará....
Notas: Bien, por fin saqué este capítulo, espero que les haya gustado.
Sé que el capítulo anterior fue muy confuso (claro, yo no lo ví así porque conozco toda la historia.... supongo) ^^ espero que las cosas se aclaren para todos.
Nat-chan07: ^^ como decía, espero que las duda se aclaren.
Galy: Lo mismo. La intriga es una buena amiga de los fikeros, y me alegra (de manera una tanto oscura) que nadie entienda nada (que mala soy). Pero seguiré escribiendo, no te preocupes ^^.
Kokoro Yana: Kaasan, no sabes como me apena la opinión que tienes sobre tu forma. A mí me gusta mucho lo que he leído de ti, y quiero que me creas cuando te digo que "Añoranzas" es realmente bueno. Ten más confianza en tu habilidad... este capítulo (y el resto del fic, lo sabes) es para ti ^^ (aunque lo compartas conmigo)
Lia-Kon-Neia: ¡Por fin alguien que comenta el giro que tomó el POV de Kai! ^^ ¿cierto que es enfermo de celoso?, me encanta así. En cuanto a quien es quien y porqué Kai vigilaba a Nataku, eso se verá dentro de poco. Y coincido contigo ¡Taro-kun es genial! Y como premio a su kawaii-sidad ¡una mamá! ^^-
Bien, gracias a todos por leer. Nos vemos en el próximo capítulo. Rio.
