Bueno ya estoy nuevo, incordiando de nuevo (espero k no, jeje). Ya véis que este fic intento actualizarlo rápido, eso es, porque a parte de que ya tenia este capi hecho pues porque no me quiero entretener demasiado y concentrarme en los otros.
Quiero dar las gracias a: kaoru himura, Onashiru, naoko L-K y gaby(hyatt, muchas gracias por el rewiew y me alegra que os haya gustado.
En este capi utilizo la canción de Dame de Chenoa, así que no me denuncies y ni por usar la cancion ni por Rurouni Kenshin (si, y yo que ya me había hecho con la ilusión, xD). Y también advertir de que hay un lemon, cortito, pero hay, así que si sois menor de edad o os molestan este tipo de escenas os pido por favor, que os las saltéis, ¿shi?. Gracias.
Nos vemos al final y espero que disfrutéis con él.
Tanto tiempo juntos
Y siempre fuiste mi mejor amigo
Pero ahora mi mundo
Se ha transformado en un amor prohibido
Saito caminaba a través de las rocas de la playa, su hija Tomoe estaba estudiando, si, su hija era muy inteligente, con solo 6 años ya leía y escribía como una persona de 15 años y su facilidad por las matemáticas y las lenguas, pero, estaba triste, no lo mostraba delante de su hija ni delante de su reino pero... desde que su fallecida esposa, Mizuki, había muerto se sentía incompleto.
Se giró y observó el mar, el mar, le gustaría poder hundirse en él y no volver a surgir nunca más.
- ¡Socorro! – gritaba una voz, Hajime se giró y en el horizonte distinguió la figura de una mujer que corría, ¿por qué pedía ayuda? No se lo pensó dos veces y corrió hacia ella
- ¡Agua! – los dos hombre que habían detrás de ella desparecieron, pero... ¿cómo? Él les había lanzado una cadena de agua y ellos se había evaporado. Se giró hacia la chica - ¿Estás bien? – preguntó fríamente
- Si – respondió aturdida, levantó los ojos hacia su salvador. Saito se quedó sin palabras y se hundió en los ojos verdes de la mujer – Gracias – respondió rompiendo el silencio que se había producido. Intentó levantarse pero se cayó nuevamente en la arena – Mierda – murmuró. Saito sonrió.
- Esa no es una palabra muy fina para una señorita como usted
- ¿Y quien le ha dicho que soy una señorita? – e intentó volverse a poner de pie
- ¿Tiene algún problema señorita...?
- Takagi... Tokio Takagi y no, no tengo ningún problema
- ¿Y por qué no puede levantarse?
- ¡¿Y si ve que no puedo levantarme por qué no me ayuda?! – gritó enfadada
- ¿Es qué me lo ha pedido? – sonrió.
- No pero...
- ¿Y por qué la perseguían?
- Porqué no quiero regresar a mi hogar
- ¿Y dónde está su hogar?
- Lejos... demasiado lejos
- ¿Y por qué no quiere volver?
- No quiero convertirme en princesa. ¡Ya basta de preguntas! ¡¿Me ayuda o no?! – A Hajime Saito esa mujer le gustaba, si tenia carácter y su mirada fría no le había afectado
- Si claro. Pero... ¿no puede caminar?
- Se me olvidó.
- ¿Se le olvidó?
- Si, ¡¿qué pasa?! – la mujer estaba un poco sonrojada
- Nada, nada – sonrió y levantó a la mujer en brazos
- No hace falta que me cargue, solo que me sirva de apoyo mientras aprendo a caminar – refunfuñó ella
- Vale – y así con un brazo alrededor de su cintura Tokio aprendió a caminar
No esperaba sentirme tan llena de amor
Se que ya nada será lo mismo
Eres todo lo que yo buscaba y tal vez,
Quizás sea este nuestro destino
- Vaya... ¿tu vives aquí? – preguntó Tokio parada en la puerta del palacio del Agua
- Así es
- ¿Quién eres?
- Saito Hajime, Rey del Reino del Agua.
- Eso es mentira – susurró la chica – Me gustaría que fuera verdad
- ¿Nani?
- Nada, ya puedes dejarme, más o menos ya he aprendido lo básico
- Bueno, tu misma si te quieres ir... - esa mujer estaba loca, aun no hacia ni media hora que había aprendido a andar bien y ya pensaba que podría valerse por si misma
- Gracias de nuevo – y torpemente pero firmemente empezó a alejarse
- ¿Cuándo volveré a verte?
- Me gusta el mar del amanecer – sonrió. Saito también sonrió, eso era una cita
Dame, solo dame un momento
Para demostrar la pasión que siento
Dime si este dulce desconcierto
Se convertirá en nuestro amor
El sol empezaba a salir y allí estaba ella, con su cabello largo y negro ondeando en melodía con el viento y sus ojos cerrados, escuchando el mar. Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla
- ¿Cómo has estado? – preguntó la chica
- Bien, pensando en ti
- ¿En mi?
- Si, ¿por qué huyes del mar? – ahora la mujer abrió los ojos y se giró hacia él
- ¿Por qué piensas que huyó del mar? – le preguntó.
- Tu nostalgia. Miras al mar con nostalgia, lo quieres y a la vez lo odias
- ¿Y todos eso lo has descubierto basándote en...?
- En tu mirada y tus gestos
- Vaya... ¿y por qué piensas que huyó del mar?
- No lo sé, eso dímelo tu
- ¿Y si no quiero?
- Entonces te quedarás cerca de mi – se sentó a su lado
- ¿Por qué?
- Porque estoy solo y tu también – la chica suspiró.
- Tienes una hija ¿verdad?
- Si
- Entonces no estás solo
- Se irá. La he mandado a un internado, para que aprenda a comportarse como princesa
- Claro. Cuídala, a mi me pasó algo similar pero... me alejé de mi padre
- ¿Qué problema tienes con él?
- Pues que quiere declarar una guerra sin sentido y que yo sea la reina, sabes, está muy enfermo
- ¿Una guerra? ¿Contra quién?
- Oye, tu quieres saber demasiadas cosas – miró a Saito y su mirada se iluminó, sonrieron y después rieron
Fui ciega al no verlo,
Que eres para mi el hombre perfecto
Siempre has estado a mi lado
Y ahora es cuando se que te deseo
Hacia dos semanas que cada día en la mañana se encontraban, en la playa, se sentaba y admiraban el mar. Sin saberlo, los dos fueron abriendo sus corazones. Se comprendían, uno contaba sus problemas y el otro los escuchaba en silencio, sin decir ni preguntar nada más
- Y dígame Hajime Saito, ¿Cómo es qué no se ha vuelto a casar? – preguntó un día Tokio
- Pues porque de momento, no he encontrado a la persona indicada – sonrió, si, inconscientemente y sin quererlo la encontró, estaba sentada a su lado y miraba al mar con nostalgia
- ¿Y tú?
- ¿Yo? – preguntó incrédula
- Así es, ¿no has encontrado a un humano atractivo y que te ayude?
- Ningún humano puede ayudarme
- ¿Por qué piensas eso?
- Porqué es la verdad. ¿Es qué tu puedes ayudarme?
- Sino me cuentas lo que te pasa no – dijo tajante
- No puedo
- No quieres dirás
- Si te lo cuento te alejarás de mi
- ¿Cómo lo sabes?
- Todo el mundo lo hace
- Yo no soy como todo el mundo – ella se giró y sonrió. Saito se petrificó, estaba preciosa, era... realmente preciosa. Se acercó a ella y besó sus labios
No esperaba sentirme tan llena de amor
Se que ya nada será lo mismo
Eres todo lo que yo buscaba y tal vez,
Quizás sea este nuestro destino
No podia dormir, había probado sus labios y ella no se lo había prohibido pero cuando se separaron ella se marchó y no tuvo valor para detenerla. Si, el gran Hajime Saito, temido por todos por su mirada fría y penetrante no había podido detener a una mujer por miedo
- Miedo ¿a qué? – se preguntó.
No podia dormir, se levantó, iría a la playa, a la playa donde la conoció, quizás la encontraría.
La playa estaba solitaria, su voz le llegó, era preciosa e hipnotizaba. Se acercó sigilosamente donde la oía, la vio, estaba recostada en la arena, hermosa pero... se quedó helado, su cuerpo, sus hermosas piernas largas eran sustituidas por ¿una cola de pez?
- Tokio – susurró. La mujer se giró nerviosa hasta encontrarse con los ojos ámbar del hombre
- Lo siento Hajime
- Eso era lo que...
- Si. Lo siento de verás. ¿Te debo parecer repugnante, verdad? Es lógico – dijo tristemente. Poco a poco su cola se fue transformando en una par de piernas. Se levantó torpemente – Adiós Hajime
- No te irás – la agarró de la mano
- ¿Por qué? No soy humana – dijo tristemente
- Eso no cambia que te me hayas metido muy adentro – la besó suavemente
------------------------ Lemon ------------------------
Se encontraban recostados en la arena, besándose apasionadamente y respirando a duras penas. Se separaron.
- Hajime nuestra relación es una relación prohibida – dijo Tokio entre suspiros
- ¿Y qué? – Saito descendía lentamente por el cuello de la mujer – No me importa
Las manos del hombre resbalaron juguetonamente hacia los tirantes del vestido fino que usaba la mujer, dejando sus pechos al descubierto.
Cerró la boca encima del pezón derecho y con la otra mano acaricia y palpaba todo lo que quería.
Tokio gemía mientras su temperatura corporal aumentaba. No sabia que tenia que hacer, nunca, en su vida le había contado ese placer humano, sabia que la reproducción humana era más compleja que la de las sirenas pero... (n/a: no lo he mencionado pero las sirenas son seres inmortales y bueno... su reproducción pues... no sé, ¿cómo se la imaginan?)
De repente, sintió la mano del hombre posarse encima de su intimidad humana e íntima.
Saito sonrió, estaba excitada, tendría que preguntarle si en el Reino de las Sirenas existía un placer físico como este. No lo dudó, no aguantaba ni tampoco quería hacerla esperar, además, la haría suya muchas otras veces.
Entró suave pero firmemente, se encontró con la barrera de la mujer y empujó. Ella gritó de dolor y lágrimas se asomaron a sus ojos
- Ya está cariño – se detuvo por un momento y la bes
- Esto... ¿esto es normal? – dijo entre gemidos
- Siento decirte que si, si quieres lo dejamos – no quería pero si ella no estaba preparada no iba a forzarla
- No Hajime – le besó.
Saito empezó sus embestidas de caderas suavemente hasta que Tokio se acostumbró y ella empezó a moverse junto a él.
El clímax llegó y Saito gruñó, pero en ese mismo momento una ola se abalanzó encima de ella y la temperatura corporal de Tokio bajo, ella también gritó, pero de dolor.
------------------------ Fin Lemon ------------------------
La mañana, dos cuerpos desnudos tumbados encima de la arena, sus respiraciones calmadas y sus cuerpos unidos por miles de sentimientos. El mar estaba furioso.
Saito despertó primero, acarició la fina espalda de la mujer, ahora su mujer, no dejaría que nadie se la llevará.
- Hajime – murmuró.
- Tokio
- Lo sentiste ¿verdad? – murmuró.
- Si y no pienso dejar que se te lleven – ayer, cuando estaban unidos, uno dentro del otro, lo oyeron, alguien, de manera invisible quería llevarse a Tokio
- No podrás evitarlo, mi vida se ha reducido
- Y yo te salvaré.
Dame, solo dame un momento
Para demostrar la pasión que siento
Dime, si este dulce desconcierto
Se convertirá en nuestro amor
- ¡Pero papa! – Tomoe le gritaba
- Tomoe entiendo
- ¡Que entienda que papa! ¡No hace ni un año que mama murió y me dices que esa... mujer, si es que se le puede llamar así, va a ser la nueva Reina!
- ¡No permito que hables así de Tokio! ¡Tiene sangre real al igual que tu y...!
- ¡Pero yo quiero a mama! – lloró - ¡No lo entiendes! ¡Mamá me hizo prometer que te cuidaría y si te casas con esa mujer...!
- Tu madre me obligó a prometerle que encontraría a otra mujer
- ¡¿Y por qué lo hiciste?! ¡Eso es que no querías suficiente a mamá!
- ¡No digas estupideces! ¡Quería a tu madre más que a mi propia vida! ¡Y no puede salvarla! – le gritó, Tomoe se asustó.
- ¡Pues yo no pienso aceptar esa... esa... cosa! – y se fue llorando a su habitación
- Hajime... - Tokio entró en la habitación – Has sido demasiado duro con ella tienes que entender que...
- Tendrá que vivir contigo, tanto si le gusta como sino – refunfuñó.
- Déjame hablar con ella – pidió la mujer
- Haz lo que quieras – Tokio subió a la habitación de la pequeña
- Tomoe – susurró.
- No quiero verte – dijo entre sollozos
- Lo entiendo – entró en la habitación – Se que quieres a tu madre y yo... por suerte o por desgracia no soy ella pero... yo quiero que tu me aprecies, no que me quieras, no te pido tanto, sino que me quieras, como yo te quiero a ti
- ¡Eso lo dices por quedar bien!
- Sabes que no es verdad – Tomoe ya no lloraba, la voz de Tokio era tan suave – Mira... - se acercó a la cama – Encontré esto en la habitación de tu padre, era de tu madre – Tomoe levantó la cabeza, lo que Tokio tenia entre las manos era una cinta, una cinta de color negro pero con lunas y soles bordados – Estaba muy sucia y malgastada así que la cosí otra vez y me encargué yo misma de arreglar los bordados. Es tuyo – lo dejó encima de la almohada, al lado de la cabeza de Tomoe – Nos vemos – Salió de la habitación, Tomoe se puso de rodillas encima de su cama y cogió la cinta
- Mama – y con la cinta abrazada lloró.
Tu no ves que al rozar mi cuerpo
Para mi ya nada es igual
La amistad se rindió al deseo
Y quiero más y más, y más
Dame, solo dame un momento
Para demostrar la pasión que siento
Dime, si este dulce desconcierto
Se convertirá en nuestro amor
Ya está, si es verdad, este capi es como el mismo capi que el que hay en Seis Reinos ,veréis, no podia saltarme lo que había en ese fic así que pensé que aquí quedaría bastante bien y de paso me vino a la mente una idea para el fic de Seis Reinos, jeje. ¿Cómo quedó el lemon? Tenía que hacerlo ligerito porque bueno... Tokio es inexperta y tal pero me costó mucho controlar a Saito, jeje. Así, deciros que el próximo capítulo será el final.
Ya sabéis, alguna duda, suggerencia, crítica y/o felicitación, me dejáis un rewiew ¿vale?
Nos estamos viendo (o leyendo)
Se despide
Aya-Mery
