La base de esta historia (the hours) no me pertenece. Tampoco los personaje de Inuyasha
Capítulo 1: La mañana
Kykio
Las serpientes cazadoras iban la seguían a todos lados, proporcionándole la almas que necesitaba para seguir con ¿vida? Era una mañana gris y tan fría como sus ojos. A diferencia de los amaneceres usuales, no se escuchaban a algunos pájaros cantar ni los gritos de los niños que salían a jugar motivados por el brillo del astro rey que en estos momento, se encontraba ausente.
Un cambio...- dijo pausadamente. Subió el rostro al cielo para fijarse en las nubes, cuando el viento empezó a soplar, trayendo consigo las florecillas de un cerezo que estaba a poca distancia de ella. Fue entonces cuando recordó un episodio de su vida
-Hace 55 años...5 antes de conocer a Inuyasha...tenía entonces yo 13...- se decía a sí misma cuando de pronto abrió los ojos con asombro- un día como este fue que empecé a escribirla...
Tomó una florecilla con sus dedos...examinó con sumo cuidado la belleza de aquella forma natural mientras las vivencias pasadas se revivían en su mente otra vez.
Ella era sólo una niña de 13 años. Salió de su casa y comprobó que el tiempo estaba "triste": hacía mucha brisa, el cielo estaba gris y ninguno de los aldeanos había salido de sus casas, cuando unos llantos llamaron su atención. Una muchacha llamada Tomoe lloraba desconsoladamente arrodillada en el suelo. Fue una escena extraña...Tomoe era una chica hermosa y alegre a la que todos cuidaban y querían, generalmente quien lloraba era su hermana mayor, Sakura: una muchacha también muy hermosa, pero que no recibía los mismos tratos de Tomoe, ya que en su obligación de hermana mayor, debía cuidar de su pariente y no permitir que le ocurriese algo. Habían perdido a sus padres cuando eran unas niñas y por ello, habían tenido que mantenerse ellas mismas, sin embargo, la gente de la aldea siempre las ayudaban y las querían. Aunque, todos consideraban a Sakura como la fuerte, la que siempre estaba bien, la que no sufría y SIEMPRE debía cuidar de su pequeña hermana...todos estaban equivocados. Sakura también era un ser humano, también lloraba y también sentía...aunque nadie lo tomara en cuenta. Era novia de un atractivo joven en la aldea, el cual la quería...pero se preocupaba más por su cuñada que por su prometida ya que decía que como Tomoe recibió la tragedia cuando sólo contaba con 5 años, esto podía traer consecuencias para ella, que estos momentos tenía 15. Sakura sentía que su prometido guardaba más amor a su hermana que a ella misma.
Kykio se acercó al lugar de los hechos cuando vio algo que nunca se había imaginado: al lado de tomoe, dentro de la casa, se encontraba Sakura con una soga rodeando su cuello. Abrió sus ojos y sintió como un sentimiento de temor y tristeza la invadía. Kaede, su hermana pequeña, se acercó a ella. Kykio sólo le tapó los ojos...no quería que la niña viese aquel terrible momento. Los adultos llegaron y sacaron a las dos infantes de allí, "Ya han visto demasiado" decía la gente.
Kykio siguió su camino al bosque. La palabra "suicidio" no salía de su cabeza.
¿Por qué lo hizo?-se decía a sí misma, desesperada por no encontrar respuesta.
Fue entonces cuando a lo lejos, visualizó al que fuese el prometido de Sakura: Enishi. Él estaba debajo de un árbol de cerezo con la mirada perdida. Cuando de percató de la presencia de la niña, la llamó con la mano para que se sentara junto a él. Cuando lo hizo, el joven tomó una de las florecillas que caían y le dijo a Kikyo:
Era hermosa y fuerte...pero no me percaté de su fragilidad- dijo el muchacho mientras las lagrimas caían de sus ojos.
Estuvo un tiempo más junto a él y luego se dirigió a su hogar. Sacó una hoja de papel y se dispuso a escribir:
Tu muerte no será en vano- dijo mientras llenaba el pincel de tinta.
Aome
Los rayos del astro rey penetraron en la habitación y llegaron a sus ojos. La joven de cabello azabache se despertó poco a poco. Ese día se sentía renovada, llena de energía. Como si hubiese vuelto a nacer. Había estado enferma por 5 días y no había podido ir a la época de Inuyasha ¡Gracias al cielo que el refriado ya había pasado! Estos días en cama se habían vuelto tediosos...excepto por una cosa...
Aquí estás- dijo mientras acercaba la pila de hojas que estaba sobre su mesa de noche- ¡Qué cosas tan hermosas escribía Kykio!- dijo con una sonrisa que cambiada a un gesto de duda- ¿Cómo pudo haber cambiado tanto?
Pasó las hojas de una a una, ya faltaba poco para que terminara aquella interesante historia...que no tenía final.
¿Qué le sucederá?- se dijo a sí misma, refiriéndose a la protagonista de aquel drama: Sakura. Había sufrido tantas cosas...las cuales aún estaban presentes, haciéndoles sentir el más puro dolor.
Aome se dio una ducha, preparó una comida para llevarla a sus amigos, empacó con los regalos que le llevaría y se dispuso a saltar el pozo. Al llegar a la antigüedad, pudo ver a todos sus compañeros. Daba gracias que todos estuvieran bien...o eso era lo que aparentaban
Sango.
Eran las 6:00 de la mañana, cuando la exterminadora ya se encontraba de pie, dispuesta a cocinar. Hacía 5 días que Aome se había ausentado debido a una repentina gripe que le obligó volver a su mundo. Por ello, todos le organizaban una bienvenida sorpresa. Sin duda alguna, esa muchacha era la influencia de toda la aldea y de cualquier sitio a donde fuera, ¡era lógico! Además de ser la más indefensa, era quien se ocupaba de ubicar los fragmentos de la perla de shikon. Igualmente, debido a su belleza, su alegría y su inocencia, era obligación de todos cuidarla y era lo que hacía quererla tan fácilmente. No conocía a algún muchacho que no la haya visto hermosa: Inuyasha y Kouga estaban perdidamente enamorados de aquella sacerdotisa, Miroku había sentido una atracción por ella apenas la había conocido, y otra gran cantidad de hombres habían cedido a los encantos de aquella curiosa muchacha.
Seguía cocinando, cuando poco a poco se fueron despertando los demás. Shippo fue el primero en acercarse a ella. Al verla, le dijo:
¡Qué bueno que ya estás cocinando! La comida estará justo cuando Aome llegué- dijo el zorrito- se alegrará mucho.
Así es Shippo- dijo Sango sonriendo- ¿Podrías ir a buscar algunas manzanas?- preguntó
¡Por supuesto!- dijo entusiasmado el niño- ¡Todo sea por Aome!
La muchacha volvió a sonreir
Aome...- pensó- dudo mucho que sus vidas fuesen iguales si tú no estuvieses aquí...incluso la mía.
Terminó de cocinar, recibió las manzanas que Shippo le había traído, las lavó y abandonó la cocina. Se dirigió a darse un baño para después salir a caminar por el bosque. Hacía que anhelaba un momento de paz. Al terminar, cuando ya estaba afuera de la cabaña, se fijó en el monje que hablaba con unas hermosas jovencitas de la aldea.
Buenos días Excelencia- dijo la joven con mucho formalismo
¡Buenos días Sanguito!- exclamó el Miroku mientras se acercaba a ella- ¿me acompañarías al bosque a buscar unas flores para Aome?
No se preocupe, yo lo haré por usted- dijo la joven con una sonrisa y mientras se retiraba.
Sango se dirigió al bosque con paso lento, quería disfrutar el paisaje, aunque el clima no era precisamente el más agradable. Un frío estremecedor azotaba el cuerpo de la joven, aunque ella no hacía mucho caso a ello, pues se había perdido en el fondo de sus pensamientos. Las flores de cerezo caían del hermoso árbol que estaba delante de ella. Fue entonces cuando una tristeza la invadió por dentro. En estas épocas del año ella, su padre y su hermano Kohaku disfrutaban de el hermoso espectáculo que presenciaba en este momento. Agradecían a los dioses de tal maravilla y luego, ella y su hermano jugaban entre los hermosos pétalos. También con ellos hacían una corona de flores que luego colocan en el lugar en donde estaba sepultada su madre. ¡Quién imaginaría que años después aquella dulce niña no sólo visitara la tumba de su madre, sino la de toda la aldea! Sin embargo, Kohaku aún estaba vivo ¡y lucharía por tenerlo de nuevo!
Siguió caminando y encontró 2 flores que llamaron su atención: eran pequeñas y delicadas, de un color azul los ojos de su amor secreto.
Excelencia- dijo inconscientemente la muchacha
Ni siquiera ella entendía cómo se había enamorado de él, después de todo era un pervertido y un libidinoso. Sin embargo, esas palabras de aliento, la preocupación que demostraba por ella ¿y por qué no? ¡las caricias que él le daba! Fue lo que hizo que la exterminadora bajara sus defensas y se enamorase con todo lo que su alma alcanzaba. Tomó una de las flores y se dispuso a recoger las que estaban alrededor. Las juntó y las amarró con el listón que tenía en el cabello. Siguió su rumbo en sentido contrario para llegar a la aldea, cuando al estar de nuevo al lado del árbol de cerezo sintió la necesidad de acostarse en su sombra. Dejó las flores a un lado y se tumbó sobre el pasto. Las florecillas aún caían, pero eso no fue impedimento para que cayese dormida.
Soñó con un joven de ojos zafiro.
Continuará.
Aquí está el primer capítulo. Espero poder culminar el fic lo más rápido posible. DEJEN REVIEWS, se les agradece
