Slayers y todos sus personajes pertenecen a Hajime Kanzaka y en su defecto a la editorial Kadokawa. Este recordatorio será valido para los siguientes capítulos.
Autor: Shozo Irie. mailto:shozo_irie@yahoo.es. Aunque también soy conocido como masaki1 en facfiction.net mailto:masaki@3xl.net
El pastel de limones.
Capítulo primero. El amor se cocina a fuego lento.
-------------------------------------------------------------------------------------
Por encima de las calles de Seyruun, Sylphiel contempló las magníficas vistas que le ofrecía su nueva residencia. Hacía un par de semanas que se había mudado de casa, no era por que se encontrase incómoda en casa de sus parientes, en verdad estaba muy agradecida al tío Gray por haberla acogido durante todo ese tiempo, pero ya era hora de independizarse, de comenzar una nueva vida, aunque sólo fuese en el otro extremo de la ciudad.
-Una nueva vida. Si todo resulta como está planeado, con toda seguridad mi destino dará un giro de 180 grados. Se dijo a sí misma, intentado darse ánimos.
-Y si no... De repente, una lágrima brotó de sus ojos y bajó resbalando por su mejilla. Al darse cuenta de eso, Sylphiel la secó rápidamente con sus manos.
-... si no..., si no seguiré adelante. Dijo, esforzándose para mostrar su mejor sonrisa.
Entonces volvió a dirigir su mirada al exterior, mientras que una brisa suave mecía sus preciosos cabellos violeta. Respiró profundamente y se tranquilizó.
-Seyruun es una ciudad maravillosa, es capaz incluso de hacerte olvidar todas tus preocupaciones. Pensó la sacerdotisa.
-¿Olvidar?. Creo que me estoy olvidando de algo. Comentó la sacerdotisa, en voz alta.
Sylphiel giró su cabeza y vio como todos los granos del reloj de arena, que se había traído a la terraza, reposaban en la parte inferior del mismo.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NNNNNNNOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!.
Fue lo único que se le ocurrió decir a la sacerdotisa, mientras bajaba las escaleras a toda velocidad, con tanta mala fortuna que resbaló, cayó en el suelo y se golpeó la cara.
-¡¡¡Aaaaaaaayyyyyyy!!!.
Exclamó Sylphiel, llevándose las manos a su dolorido rostro.
-Esto es una mala señal, quizás debería hacerme atrás...
Entonces lo olió, si lo olió. Y fue como si todas sus preocupaciones se esfumasen. Ese olor tan característico, que le traía los más agradables recuerdos de su niñez. Se levantó y se dirigió hasta la cocina, miró a través de la ventana del horno y emitió un suspiro de alivio.
- Los pasteles parecen estar bien, creo que he llegado a tiempo. Dijo con gran satisfacción.
En ese momento abrió la puerta del horno, mientras sus mejillas se volvían coloradas, no sólo por el calor que desprendía el interior del aparato de cocina, también por encontrarse haciendo algo... travieso después de tantos años.
Con una aguja que tenía preparada, comprobó que el interior estuviese bien cocido, acto seguido se colocó un par de guantes de cocina y retiró los dos pasteles que había cocinado.
Los dejó encima de la mesa y respiró profundamente. El aroma de los limones invadió sus fosas nasales, trayendo a su memoria los escasos recuerdos que conservaba de su madre. De repente una imagen se formó en su mente, casi como un espejismo que pudo ver y oír perfectamente
-¿Qué te pasa Syl-chan?.
Una mujer de rostro bellísimo, y con un corte de pelo que hacía que sus cabellos llegasen hasta los hombros, saludó a la figura que se le acercaba. Esta figura era una adorable niñita de unos cinco años de edad, vestida con un pijama estampado de zanahorias.
-Ech que no podía dommir, entonches he olido algo delichoso y he bajado a ve que era.
-¿Has bajado aquí tú solita?. Dijo esa figura maternal con una sonrisa en la boca.
-Chi. Respondió la niña, alzando su mano para reafirmar su respuesta.
-¡Que mayor te has vuelto!. Afirmó su madre con un tono tan afectuoso, que a la pequeña Sylphiel se le iluminaron los ojos y sus mejillas se volvieron coloradas.
-Dime Syl-chan. ¿Quieres ayudarme a cocinar?.
-Po chupuesto. La cara de la niña irradiaba pura felicidad ante ese hecho.
La mente de Sylphiel volvió del mundo de los recuerdos en donde se encontraba, hasta volver a situarse en la cocina de su casa. Pero ella no quería abandonar ese sentimiento de nostalgia que se había apoderado de su ser, así que comenzó a recordar.
-En un principio, sólo hacíamos ver que cocinábamos. Era sólo un juego entre las dos. Algo con lo que ocupar nuestro tiempo. Pero a pesar de eso, siempre eran momentos muy agradables y llenos de felicidad. Cuando mamá murió, papá se puso tan triste que no quería comer nada. Fue gracias a la receta del pastel de limones de mamá y a todas las lecciones que me dio, que al final conseguimos que recuperase el apetito.
Sylphiel se detuvo y contempló los aún humeantes pasteles. Entonces una idea se formó en su cabeza, lo quería hacer desde que conoció a Amelia, pero en casa del tío Gray siempre le había dado vergüenza, pero ahora vivía sola, así que no importaba. Dicho y hecho, cogió una espátula de cocina y la alzó hacia el aire, mientras pronunciaba la siguiente frase:
-SI FUE GRÁCIAS A LA RECETA DE MAMÁ QUE ELLA Y YO LE DEVOLVIMOS LA SALUD A PAPÁ, JURO POR ESTA ESPÁTULA QUE HOY CONSEGIRÉ EL AMOR DE GOURRY-SAMA, GRÁCIAS A LOS CONSEJOS DE COCINA DE MAMÁ.
De repente, y como si fuese la cosa más normal del mundo, un fuerte ruido se oyó justo detrás de ella. Sylphiel se giró bruscamente para ver que pasaba. Pero sus esfuerzos fueron inútiles, ya que una espesa capa de humo violeta cubría toda la habitación. El humo, aunque no era tóxico comenzaba a irritarle los ojos y la garganta.
-Cof, cof, DIEM, cof,cof,cof, WING.
Exclamó a duras penas la sacerdotisa, mientras que su hechizo se llevaba todo el humo a través de las ventanas. Cuando todo se hubo despejado, Sylphiel pudo ver que dos extrañas personas se habían colado en la habitación. Iban vestidos completamente de negro, con capuchas cubriéndoles las cabezas, uno de ellos estaba mirando un reloj, mientras que el otro había accionado un dispositivo, del cual Sylphiel dedujo que había salido todo ese humo.
-¿Q-q-quienes sois vosotros?. Preguntó la sacerdotisa, mientras alzaba su espátula de la forma más amenazante posible.
-¡Oh, por favor no se asuste!. Exclamó la figura que sujetaba el reloj. Somos los ayudantes de los dirigentes de la aldea de la justicia, yo y mi hermano nos encontrábamos de visita en Seyruun cuando escuchamos su discurso. Mi hermano es un poco exaltado y no se pudo contener.
-¡Oh no!. ¿Queréis decir que habéis escuchado lo que he dicho?. En ese momento la cara de Sylphiel estaba tan roja que cualquiera la hubiese confundido con un tomate.
-Tranquila. Dijo el hombre que había accionado el dispositivo. Ya sabemos que jurar por una espátula no es muy justiciero, quizás tendría que haberlo hecho por una cuchara sopera...
-O por la freidora. Añadió su hermano.
-Pero no importa, la entonación ha sido perfecta.
-Tienes toda la razón, hermano mío.
-¿Aldea de la justicia?.¿Visita?.¿Podría saber, por favor, que estáis haciendo aquí?. La cara de Sylphiel era una máscara de perplejidad ante tal situación.
El primer hombre de negro carraspeó y comenzó a decir:
-Hemos venido a Seyruun siguiendo instrucciones precisas de nuestros amos, los "Peace Man", para traer un mensaje de confraternidad y cooperación entre nuestros dos pueblos. Verás, las hazañas de vuestros héroes han llegado fuera de la barrera, hasta donde vivimos. Y de entre todas ellas, sobresale la figura del príncipe Philionel, que...
-¡NO LE LLAMES PRÍNCIPE EN MI PRESÉNCIA!. Gritó Sylphiel
El pobre hombre no pudo acabar su frase, ya que fue brutalmente agredido por la sacerdotisa, quien se encontraba armada con una peligrosa espátula a dos manos. Tras caer al suelo, y aparecerle un chichón gigantesco, el desdichado infeliz sólo podía balbucear frases incoherentes, sobre dragones rosas y explosivos. Su hermano le cogió rápidamente y se lo llevó de allí.
-Perdone... sentimos haberla molestado. Por favor... no se enfade con nosotros.
-Tranquilo..., por favor... no se vayan. Dijo Sylphiel, mientras los veía alejarse. Es que... es que me han pillado por sorpresa y en... en un mal día, yo normalmente soy muy simpática y amable, por favor vuelvan, le curaré las heridas a su hermano y les prepararé algo delicioso para comer.
-No hace falta. Se oyó a la distancia.
-Esto es una mala señal. Quizás debería dejar lo de hoy para otro día. Comentó Sylphiel, mientras volvía a su casa.
De repente en su hombro apareció una pequeña imagen, de apenas 10 centímetros de altura de su amiga Amelia, con la única diferencia que esta llevaba una aureola en la cabeza.
-Bien dicho Sylphiel-san, el plan que tienes en mente no es un acto legal, nada característico de la bondad intrínseca que anida en tu interior, además de ser una ofensa respecto a la amistad pulcra e inmaculada que procesas por tus amigos Gourry y Lina, de hecho... Aaaaaaayyyyyyy
Sylphiel se sobresaltó un poco al ver como en el trasero de la pequeña Amelia, se clavaba un tridente rojo. La pequeña imagen comenzó a correr por todo su hombro, intentando quitárselo inútilmente.
-Uuuyy, perdón se me ha escapado.
Sylphiel giró la cabeza y vio que al responsable de todo ese lío. Un pequeño Xellos, con una estatura parecida a la de su compañera. La pequeña imagen de Xellos permaneció quieta, en su cara se podía ver una sonrisa de no haber roto un solo plato en toda su vida.
-¡Maldito demonio, que estás haciendo aquí!. Exclamó la diminuta Amelia, mientras se quitaba el tridente.
-¿Que que estoy haciendo yo aquí?. Debería ser yo quien preguntase que estás haciendo tú aquí. El pequeño demonio sacó de su bolsa un pergamino y comenzó a leer. En virtud del acuerdo que llegamos a cabo hace tres semanas, no se permite la intervención directa de ninguna de las dos partes, en lo que se refiere a la ejecución del plan de la presente fecha. Lo cual sig...
La versión diminuta del misterioso sacerdote tuvo que dejar de hablar al notar que algo le había apresado, bajó la vista y se encontró con que Amelia había formado un lazo con su aureola, y le había apresado los brazos a la cintura. En menos de un segundo, se encontró con que la versión diminuta de la sacerdotisa justiciera se le tiró encima, haciendo que cayese al suelo. Le cogió de la pierna y la comenzó a estirar.
-¡JA!. Valientes excusas, crees que no me he dado cuenta como has intentado modificar partes del plan a través del subconsciente de Sylphiel. ¡QUIZÁS ELLA PUEDA PERDONARTE, PERO YO NO LO HARÉ!.
El rostro del pequeño Xellos se había transformado en una mueca de dolor, mientras trataba inútilmente de zafarse de la presa de Amelia.
-Situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas. Mira Amelia, un uniforme de los "Power Rangers" sin estrenar. Y justamente es de tu talla.
-¿Dónde, donde?. Dijo la pequeña sacerdotisa, alzándose para poder ver mejor la situación.
-Tonta. Entonces Xellos volteó sobre sí mismo, le dio una patada que la hizo caer del hombro de Sylphiel.
-¡Volveré!. No puedes hacer desaparecer al espíritu de la bondad y la justicia. Entonces con una pequeña explosión de humo blanco desapareció, justo antes de caer en el suelo.
Sylphiel reaccionó perpleja ante la extraña situación y lo único que se le ocurrió fue decir:
-¡Pobrecita!.¿Estará bien?.
-Tranquila, sólo está herida en el orgullo. No tardará en recuperarse, mientras tanto...
-¿Mientras tanto?.
-Mientras tanto, me gustaría hablar contigo. He estado notando cierto grado de ansiedad y eso me preocupa bastante. ¿Ya tomas suficiente calcio y magnesio en tu dieta?
-Sí que lo hago, gracias. Pero creo que el motivo de mi nerviosismo es que no estoy segura de que este plan vaya a salir bien.
-Bobadas, este plan es maravilloso. Piensa que todo el mundo saldrá beneficiado. Tú, Gourry, Lina, Zelgadis,...
-¿Zelgadis?. Inquirió extrañada la joven sacerdotisa. No se como Zelgadis...
-Él saldrá beneficiado... a largo plazo. Créeme.
-Me parece que me estás intentando tomar el pelo.
-Vale, está bien. Me has descubierto, yo seré el beneficiado y no Zelgadis. Pero piensa un poco en mí, desde aquella bromita de la "Bless Blade" que no tenía una oportunidad así.
-Ya, pero todo el pueblo estuvo muy preocupado.
-Si, pero al final pudisteis vencer a Zanaffer, gracias a esa inocente travesura, ¿no es verdad?.
-Sí... dijo con un ligero tono de tristeza al recordar la desgracia que acabó con Sairag.
-¡Oh, vamos!. ¿A que viene esa carita de pena?. Aunque yo sea tu mala conciencia, no me gusta verte de esta manera. Vamos, alégrate, porqué después de esta noche, no volverás a estar sola nunca más.
Sylphiel sonrió y alzando su puño gritó:
-SÍ, JURO POR ESTOS PASTELES DE LIMÓN, QUE NUNCA VOLVERÉ A ESTAR SÓLA.
Entonces el pequeño demoncito añadió, con la voz más solemne que pudo.
-Y YO JURO QUE NUNCA MÁS VOLVERÉ A SER EL MOTIVO DE BURLAS ENTRE LOS COMPAÑEROS DE MI PROFESIÓN.
Sylphiel y el pequeño Xellos se miraron mutuamente. Y avergonzados, prometieron el uno al otro no revelar lo que cada uno había dicho.
-Sylphiel, ahora que los pasteles se han enfriado, es el momento de añadir el "ingrediente secreto"
Sylphiel volvió a la cocina y sacó una pequeño frasco, que tenía guardado en su capa, lo destapó con cuidado y echó 5 gotitas del contenido en uno de los pasteles.
-¡Vamos!. Echa más, venga. Dijo el pequeño demonio.
-Pero Michelle dijo, que solo debía añadir 5 gotas.
-Mira Sylphiel, esa bruja podía ser muy simpática, pero no conoce a Gourry. Personalmente creo que el chico necesitará un poco más.
-¿Por qué?
-Vamos Sylphiel. Tú sabes la verdad, sino no me hubieses dejado montar todo esto, el chico es atractivo y muy simpático, pero es más lento que el caballo del malo.
-Gourry-sama no es lento, es solo un poco... un poco...
-¿Un poco que, Sylphiel?
La sacerdotisa miró a la pequeña figura, luego al pastel, luego a la poción y nuevamente al diminuto demonio, quien le sonreía y le hacía gestos para que echase más líquido. Sylphiel cogió nuevamente la botella, y volvió a verter 5 gotas más en el mismo pastel.
-¿Sólo eso?. Preguntó Xellos.
-No pienso poner ni una sola más.
-Tú sabrás, pero después no me vengas con quejas. Y con una pequeña explosión, despareció dejando una pequeña nube de humo negro.
Sylphiel miró embelesada como el pastel, en el que había vertido el líquido, emitía un ligero brillo por toda su superficie, acto seguido el brillo cesó, dejando los dos pasteles exactamente iguales. Cogió rápidamente el pastel que había modificado y dijo:
-Bien, éste de aquí lo guardaré en la alacena, para más tarde.
Entonces abrió la puerta de una estantería y lo depositó con mucho cuidado.
Miro al otro pastel y dijo:
-Y este se lo serviré a Lina cuando hable con ella. Lo pondré junto a toda la comida que ya he preparado. Conociendo a Lina seguro que estará hambrienta.
Sylphiel sonrió un poco. Aunque ella no pudiese comer ni tan rápido, ni tanta cantidad como Lina, Gourry o Amelia, le divertía bastante verlos en plena acción. Juntos eran capaces de devorar toda la comida de cualquier restaurante, e ir a tomarse los postres en el siguiente.
-Un buen apetito es símbolo de una buena salud. Me pregunto si...
Pero la sacerdotisa no acabó la frase, rascándose la cabeza y mirando a su alrededor se dio cuenta de que faltaban un par de cosas por hacer. Pero Lina estaba a punto de llegar.
-Ya lo acabaré de organizar más tarde.
La sacerdotisa subió las escaleras que conducían a la terraza, y comenzó a mirar las calles, esperando que su amiga Lina se presentase pronto. Según la carta que había recibido su tío Gray, Lina y Gourry llegarían esta mañana. Pero lo único que podía ver era una pareja de enamorados besándose, ambos no debían tener más de 18 años. En esa época del año era bastante frecuente ver a chicos y chicas, que después de graduarse comenzaban a salir juntos y a hacer "demostraciones públicas" de su amor. No es que a Sylphiel le molestase ver eso, de hecho Sylphiel pensaba que era gratificante ver que otras personas habían conseguido realizar sus sentimientos por quienes amaban, solamente es que verlo la hacía sentirse un poco triste, bueno, en verdad lo que sentía eran...
-¿Celos?. Dijo una figura, apareciendo o mejor dicho reapareciendo en el hombro de Sylphiel.
-¿Qué haces aquí?. Preguntó desconcertada, la doncella de Sairag.
-Bueno, un día es un día. Así que he decidido probar suerte.
-¿En qué?
-Bueno..., tu mano..., esa parejita que está justo debajo de nosotros..., esta regadora llena de agua que está a tu lado... Me entiendes. Dijo el demonio con un tono de complicidad en su voz.
-ENGENDRO QUE TE ALIMENTAS DE LAS DESGRACIAS AJENAS, DEJA DE TORMENTAR LA INOCENCIA DE SYLPHIEL.
El pequeño sacerdote se giró para contemplar a su eterna rival.
-¿Es que no te cansas nunca?. Voy a presentar una denuncia en el juzgado, por acoso en el lugar de trabajo.
-Para que te enteres, EL BIEN NUNCA DESCANSA PARA EVITAR QUE EL MAL SE APODERE DE LOS CORAZONES BONDADOSOS.
-Pero si yo se lo he dicho a Sylphiel con toda mi buena fe, no ves que esos dos están tan calientes que dentro de poco van a comenzar a arder.
-JA, tú nunca tienes buena fe. Malvado, te desafío a un duelo, aquí y ahora para zanjar esta disputa. Dijo la diminuta sacerdotisa, mientras bajaba a ras del suelo.
-¡Lo acepto!. Exclamó el diminuto Xellos, bajando a la misma altura que su oponente. Mira Amelia, es el "Megazord".
-Antes me has pillado desprevenida, pero ahora no te saldrás con la tuya. De debajo su blusa, la sacerdotisa sacó un mando a distancia, y pulsó uno de los botones. Haciendo que alrededor del sacerdote se elevasen diversos altavoces, entonces apretó otro botón y el mando de distancia se convirtió en un micrófono.
-¿Q-q-que p-piensas hacer con eso?. Dijo Xellos, al verse literalmente expuesto a un sonido envolvente.
-Pues decirte que...
"La gente es maravillosa
si la tratas con respeto...
El pequeño demonio cayó al suelo, ante la atónita mirada de Sylphiel, quien observaba el duelo completamente asombrada.
-...si les das todo tu cariño,
ellos te obsequiarán con sus sonrisas.
Si te sientes solo y triste,
ellos te harán compañía
Xellos se retorcía de dolor y de su boca salía un montón de espuma.
-Y ahora el golpe de gracia. Amelia apretó el micro y este se convirtió en un enorme martillo, saltó por encima del demonio, mientras gritaba:
-¡ATAQUE DEL MARTILLO DE LA JUSTICIA!.
De un solo golpe aplastó a su rival y destruyó los altavoces que le rodeaban.
-LA JUSTICIA SIEMPRE TRIUMFA. Gritó sonriente, la sacerdotisa, mientras elevaba el martillo hasta su hombro, haciendo que el peso la desequilibrase, intentando recuperar el equilibrio se dirigió a la pared, pero sin calcular bien la distancia tropezó, y se golpeó con el que iba a ser su muro de la salvación, del temblor producido por el golpe la regadera comenzó a tambalearse
-¡NNNNOOOOOOOOO!. Gritó la pequeña Amelia.
Sylphiel estiró la mano, para intentar coger la regadera antes que cayese... pero su esfuerzo fue inútil, ya que el agua mojó a la joven pareja que continuaba besándose.
-¡LO SIENTO MUCHO!.
-¡NO IMPORTA!. Le dijeron al unísono el chico y la chica, que a pesar de estar mojados no habían perdido la sonrisa. Además ya va siendo hora de irnos. Sylphiel contempló como se marchaban empapados y con las manos cogidas.
-Supongo que si tienes alguien a tu lado que te quiera, los problemas se ven de otra forma muy diferente.
-JAJAJAJAJA. Dos de dos, hoy es mi día. Me parece que luego iré a jugar al póquer, o mejor aún, al stip-póquer. ¿Me acompañas, Amelia?.
-¿Cómo te atreves, maldito pervertido?. Además no has ganado, Sylphiel no ha tirado el agua y la pareja no se ha sentido ofendida.
-¡Es verdad!. Te lo tendría que agradecer a ti. Dime. ¿Quieres unirte al otro bando?. Te iría mucho mejor.
-¿Cómo te atreves a insinuarlo?. Además mírate, tienes todo el cuerpo lleno de contusiones.
-Eso no es verdad, sólo tengo UNA contusión, aunque me ocupa todo el cuerpo. Mira..., que te parece si lo dejamos en empate.
-¡De acuerdo!.
En ese momento las dos figuras desaparecieron con una pequeña explosión.
Entonces Sylphiel suspiró, se sentó en una silla y esperó la llegada de su pelirroja amiga.
-Todo esto me está poniendo muy nerviosa. Estas batallitas están comenzando a ser demasiado frecuentes, estoy comenzando a preocuparme, antes no interactuaban con los objetos externos. Todo esto debe ser producto de mis nervios. Seguro que, cuando se acabe este asunto todo se solucionará y volveré a la tranquilidad. Yo sé que Lina es una persona muy sensata y serena, cuando hable con ella y se lo explique detenidamente, lo entenderá todo. Seguro que nada puede salir mal (*). Dijo la sacerdotisa mientras se le iluminaba el rostro.
-------------------------------------------------------------------------------------
(*) Nota del autor: la pobre Sylphiel es demasiado inocente para saber que las cosas no acostumbran a ir como pensabas cuando pronuncias la frase "seguro que nada puede salir mal".
CONTINUARÁ
