Siento la tardanza para este capítulo, podría ofreceros un montón de excusas que no vienen al cuento y que seguramente no os interesan, así que pasemos de ellas y vayamos a lo que importa. Como siempre no poseo los derechos de Slayers, pero estoy pensando en secuestrar a los autores y a través de torturas y amenazas...

El pastel de limones

Capítulo tercero. El inconfesable sabor de los limones.

Lina continuó mirando la regadora, extrañada de haberla encontrado en un lugar así, en ese momento vio su reflejo en el agua del suelo y nerviosa comenzó a arreglarse el pelo con las manos. Estar junto a Sylphiel la ponía un poco intranquila, aunque la sacerdotisa no tenía ni la altura ni los pechos de Naga y no poseyese un título real como Amelia. Lina siempre se sentía algo incómoda a su lado, como si tuviese que compararse con su amiga.

-¡Que tonterías estoy pensando!. Yo tengo un montón de cosas buenas y Sylphiel tiene las suyas. Aunque ella sea un poco más refinada que yo... y su pelo y vestuario parecen mejor cuidados que los míos... pero es porque normalmente yo vivo al aire libre y ella...

Lina echó un rápido vistazo a la casa nueva de Sylphiel, dos pisos con una terraza al aire libre. Situado en una de las calles más bonitas de Seyruun.

-¡Parece que ser sacerdotisa hoy en día es una profesión rentable!.

Entonces la puerta se abrió lentamente. Lina fue a saludar a saludar a Sylphiel, pero se detuvo bruscamente y miró perpleja a la persona que tenía delante.

-Sylphiel. ¿Qué te ha pasado?.

-¿Qué quieres decir Lina?.

-Pues no sé por donde comenzar; tu pelo está todo revuelto, tu ropa parece haber cambiado drásticamente de color y tu cara... bueno, parece que te hayas caído encima.

Sylphiel entró precipitadamente en el recibidor de su casa y se miró en el espejo que tenía.

-¡Bendito Ceiphied!. Exclamó la sacerdotisa.

Todo lo que Lina había dicho era cierto, incluso se había quedado corta. Tenía el pelo echo un desastre por culpa del viento. El humo de aquella explosión había afectado a su traje y como estado tan ocupada, no se había dado cuenta que el golpe en la cara de antes, le había dejado marca. Rápidamente se lanzó un "Recovery" para acelerar la curación.

-Sylphiel, la cara de una chica bonita debe ser muy importante para ella.

-Lo sé, es que he tenido un contratiempo y...

-... Y me recibes de esta forma tan fría. Vamos, ven aquí y dame un abrazo. Dijo Lina alzando los brazos.

Sylphiel se acercó a ella y abrazó a su amiga, Lina era muy efusiva y no tenía reparos en mostrarlo cuando abrazaba a la gente. De repente Lina soltó el abrazo y miró fijamente a Sylphiel.

-Ummmm. Dijo Lina, mirando suspicazmente a su amiga.

-¿Q-que pasa Lina?. Preguntó la sacerdotisa, nerviosa, ante la posibilidad que otra cosa hubiese ido mal.

-Dime una cosa Sylphiel.

-¿Q-que?.

-¿Te han crecido las tetas?. Porque me parecen más grandes que la última vez que nos vimos.

Sylphiel se sonrojó tanto que hasta su pelo se volvió rojo, como el de su joven amiga Lina.

-N-no lo creo, debe ser cosa del clima. Mira, tus pechos también parecen más grandes. Dijo Sylphiel forzando una leve risa.

-Mentirosa. Dijo Lina, mientras en su rostro se formaba una sonrisa maquiavélica.

-Sabes Sylphiel, no me gustan las personas mentirosas.

-Yo no pretendía...

-Me ponen de mal humor.

-Pero yo...

-Y cuando me pongo de mal humor, lo único que me puede calmar es una deliciosa y abundante comida casera como la que tienes ahí. Dijo Lina, mientras cambiaba de cara, su rostro se iluminaba mientras saltaba a la mesa donde estaban servidos deliciosos manjares.

Sylphiel observó perpleja y temerosa, mientras Lina comenzaba a engullir diversos platos en escasos segundos.

-¿E-entonces ya estas más calmada, Lina?

-¿Gue?. Farfulló Lina, con la boca llena de comida.

-Bueno, como has dicho que estabas de mal humor...

-¡Eda boma!. Dijo Lina, mientras engullía un inmenso trozo de pavo.

-¡¿Cómo?!. Exclamó la joven sacerdotisa. Dirigiendo una mirada inquisitiva a su amiga.

-Lina, me has asustado, por un momento pensé que me ibas a pegar o algo así.

-Vamos Sylphiel. Como te he visto tan preocupada, he pensado en relajar el ambiente un poquito, con una bromita...

Sylphiel miró de reojo a Lina, aunque le gustaba hacerse la dura, la joven hechicera era una de las personas más buenas que había conocido. Ella siempre ayudaba a los demás, aunque exigiese una compensación por sus esfuerzos. Y era justamente eso lo que Sylphiel le quería pedir, una ayuda para escapar de la soledad que la atormentaba. Pero... como reaccionaria ante lo que le quería pedir, ni siquiera se atrevía a imaginarlo. Entonces nuevas dudas se apoderaron de la joven doncella. Todavía había tiempo para cambiar el plan, podía decirle a Lina que había sido una broma, o una excusa para volver a ver a Gourry-sama...

-... además, en tu caso no creo que haya nada que tú pudieras hacer que llegase a hacerme enfadar, de veras... excepto aquel chichón que me diste mientras fuimos a buscar la "Bless Blade"... comentó Lina, mientras que elegía rápidamente el siguiente plato de la mesa que iba a degustar.

-¡Eh!, pero si fue un accidente, y ya te pedí perdón por eso.

-Ya, perro recuegda que mi veganzas fon ferribles. Admitió Lina, mientras devoraba el plato de champiñones con especies que tenía delante.

-No hace falta que me lo recuerdes. Sylphiel levantó la mano a su mejilla. En las noches que hace mucho frió, todavía me duele esa bofetada que me diste.

-Efaferada. Dijo Lina al mismo tiempo que se comía el ultimo champiñón.

A no ser claro esta que me hayas engañado con lo de las DIEZ MIL MONEDAS DE ORO, gritó Lina. Porque si te has atrevido...

A los ojos de Sylphiel la imagen de Lina comenzó a deformarse, adquiriendo rasgos monstruosos que hicieron que la sacerdotisa temblase de puro terror, entonces comprendió que, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás al plan. Para bien o para mal había despertado una de las fuerzas más poderosas de la tierra, la codicia de Lina Inverse.

-N-no te he engañado, Lina. El dinero está en el banco y tengo mi cartilla como prueba. Afirmó aterrorizada la joven sacerdotisa.

-Ah entonces vale, ve a buscarla. Dijo Lina volviendo a tener los mismos rasgos infantiles y joviales que la caracterizaban.

-De acuerdo. Dijo Sylphiel, recuperando parte de su compostura. Se giró y comenzó a subir las escaleras, cuando de repente se giró y dijo:

-Antes de eso, Lina...

-¿Sí?.

-¿Ves ese pastel que hay encima?

-¿El de chocolate?

-¡No!

-¿El de fresas?

-¡No! El otro, el de limones.

-¡Ah sí!. ¿Qué pasa con ese pastel?

-Por favor no te lo comas antes de que yo vuelva, vale.

-Vaaaaaaale. Dijo Lina, mientras Sylphiel acababa de subir las escaleras. Al haber surgido en la conversación el tema de los pasteles el sentido del gusto y la gula de la hechicera se decantaron hacia la parte más dulce del delicioso banquete que Sylphiel le había preparado.

-¿Por donde comienzo?. Esta macedonia parece muy buena, y los flanes tienen una pinta muy esponjosa, pero el pastel de chocolate se ve tan apetitoso. Lina se permitió un momento de reflexión, ante la elección de su próxima víctima gastronómica.

-Me alegro de no haber tenido que traer al tragaldabas de Gourry. Competir con Gourry con la comida podía ser muy entretenido, pero muchas veces no la dejaba saborear los platos de la mesa como era debido. Además dejar descansar unos momentos su barriga hacía que el siguiente plato que eligiese estuviese más delicioso. Cuando de repente sus ojos se fijaron en un punto muy concreto de la mesa.

Ummmmm, el pastel prohibido. Susurró Lina, como si hubiese encontrado el mayor tesoro de la tierra. Des de pequeña cuando le decían que no hiciese una cosa, más ganas tenía de hacerlo. No comas chucherías, no te vayas a dormir tarde, no pegues a los demás niños, no hagas fotos de tu hermana desnuda y las enseñes a los chicos del pueblo a cambio de dinero.

Lentamente su mano fue avanzando a través de la miríada de platos que ocupaban la mesa, hasta detenerse enfrente del pastel de limones, dispuesta a cogerlo, cuando de repente notó que su mano había quedado inmovilizada.

-No, no lo hagas. Lina bajo la mirada y contempló como la diminuta Philia le obstaculizaba el camino frente al apetitoso postre.

-Ah, pero tengo hambre. Dijo Lina, adoptando unos rasgos infantiles y una mirada de cachorro abandonado.

La diminuta Philia la contempló con ojos inquisitivos mientras su mirada se desviaba a la pila de platos sucios que se amontonaban al lado de la hechicera.

-Ejem. ¿Qué decías?. Le preguntó exasperada su diminuta conciencia.

-Ah, bueno, yo... (por favor que alguien me ayude)

-OOOHHHHOOHHHOOHHHHOOOHHH. Conejita harmonía, perezosa no soy, digo "hop, hop, hop" y a tu lado estoy. En el hombro de Lina y tras una pequeña explosión y un humo negro, apareció la diminuta versión de Naga, solo que en lugar de llevar su vestido habitual apareció vestida con un uniforme de conejita, con medias de rejilla y zapatos de tacones. A pesar de lo escandaloso del vestido, Lina pensó que tapaba más piel que el que normalmente lucía su "descarada" rival.

-¿A-a-a q-que viene ese "indecoroso" vestido?. Como si no fuera suficientemente escandaloso con el que vas vestida normalmente.

-OHOHOOHHOOOOHH. Es una de esas sorpresas emocionales que gustan a los lectores (sobretodo a los masculinos) y hacen que la audiencia aumente. Por cierto, a tú te quedaría bien un uniforme de doncella francesa, si quieres...

-¡JAMAS ME VESTIRIA TAN INDECENTEMENTE!. TÚ, TÚ, TÚ...

-Pido perdón por interrumpiros. Dijo Lina, pero podíamos volver al tema de la comida.

-Es cierto, comentó la diminuta dragona. Lina, no puedes comerte ese pastel hasta que Sylphiel vuelva, ella te ha preparado toda esta comida y lo único que te ha pedido es que no comas el pastel hasta que vuelva.

-Pero yo lo quiero ahora.

-OHOHOHOHHHOOOH. Lina, nadie ha dicho que no puedas comer ese apetitoso pastel ahora, si Sylphiel ha dicho que no te lo comas es porque ella también se lo quiere comer, así que la cosa es muy simple te comes un trozo ahora y lo demás se lo dejas para Sylphiel, además pensando en lo poco que come, probablemente puedas repetir.

-De acuerdo, me gusta tu forma de pensar.

De un manotazo Lina envió a la pequeña Philia a ras del suelo y hábilmente partió el pastel con un cuchillo que había en la mesa. La pequeña dragona rodó por todo el suelo hasta detenerse enfrente de su eterna rival, la cual exclamó jocosa:

-A ver, veamos con esta ya van novecientas cuarenta y dos a tres, a mi favor. OOOHHHOHO. Creo que harías mejor dedicándote a algo más fácil, sabes creo que todavía hay plazas para ser conciencias de abogados y políticos. OHOHOHO.

-Se la conciencia de una heroína moderna, será un trabajo agradable y verás mucho mundo, como pille a los de esa agencia de trabajo, me los meriendo de un bocado.

-Vamos, vamos, no te estreses. Venga, abre la boquita y di Ahh.

La diminuta Naga apareció delante de su contrapartida ofreciéndole un pequeño trozo del pastel.

-Yo no debería...

-Vamos... fue lo único que respondió su diminuta rival. Te lo mereces.

-Ahh.

Al mismo tiempo, Lina abrió la boca para dar el primer mordisco al pastel, cuando lo hubo dado algo extraño sucedió, en el interior de su boca un millar de sensaciones estallaron, aquel sabor, era, era... maravilloso. Lina sabía de primera mano que Sylphiel cocinaba muy bien, pero esta vez se había superado, el aroma de los limones invadía su cuerpo, la textura era esponjosa y suave, mientras que Lina esperaba que los limones le diesen un toque ácido, no era así, sino que el pastel poseía una dulzura magnífica, sin ser para nada empalagoso, como podía pasar si alguien se equivocaba un poco con la cantidad de azúcar, pero había algo más algo que Lina tenía que descubrir, así que ni corta ni perezosa clavó en el tenedor en otro trozo de pastel.

-Solo uno más, prometo que este será el último.

Al cabo de unos segundos.

-NNNNNNNOOOOOOOOOOOO, ME LO HE COMIDO TODO.

Ante la mirada estupefacta de Lina, la bandeja donde antes estaba el magnifico postre permanecía ahora completamente vacía.

-P-p-pero como ha podido ser, si solo le he dado un mordisquito, y luego otro, y después uno más, y después...

Lina se llevó las manos a la cabeza exasperada y sin la menor idea de que hacer, cuando al lado de la bandeja divisó a la diminuta versión de Naga, esta vez con su vestido habitual, que sostenía un diminuto plato en su mano, su expresión era triste y melancólica.

-Oh, no me has dejado ni un trocito.

-Eso no importa. Dijo Lina, mientras recogía a la diminuta Naga y la elevaba a la altura de su cabeza. Lo que necesito saber ahora es que le digo a Sylphiel, probablemente se enfadará conmigo, y a lo mejor no me invita a más comida, o aprovecha esta situación para que realice esa misión por menos dinero del que me ha prometido o peor, pretenderá que trabaje gratis.

-Oh, vamos, no creo que...

-¡No me gusta trabajar gratis!. Exclamó Lina en medio de un mar de lagrimas.

-Tranquila, tengo un plan.

-¿De veras?. Dime, dime, de que se trata, preguntó emocionada la joven hechicera.

-Bien, en primer lugar...

-¿Sí?.

-... tienes que darte un buen golpe en la cabeza...

-¿EN LA CABEZA?.

-Sí, y preferiblemente en un sitio bien visible.

-P-pero...

-No hay tiempo, para peros, venga hazlo deprisa, no tenemos mucho tiempo.

-Esta bien. Dicho y echo Lina alzó su brazo derecho y cerró su puño, apretó tan fuerte como pudo y lanzo un poderoso golpe contra su cráneo. Desgraciadamente para Lina, a parte del inmenso dolor que eso le produjo, la energía del impacto fue tal que se proyectó a sí misma contra la pared. Haciéndose muchísimo más daño del que en un principio había planeado soportar.

-AAAyyyyy, me duele.

Lina se frotó el costado dolorido, mientras que por segunda vez en la vida se lamentaba de la enorme fuerza que poseía y sintiese lastima por las veces que había golpeado a Gourry, Amelia, Zelgadiss, Xellos, Martina,... (no espera, estos dos últimos no.)

-Perfecto, muy creíble, ahora cuando Sylphiel vuelva le dirás lo siguiente...

-¿El que?.

-Que tu estabas tan tranquila comiéndote esta maravillosa comida que tan gentilmente te había preparado cuando de repente...

-¿Cuándo de repente que?. Preguntó la pelirroja.

-Cuando de repente apareció el diabólico señor de los hielos, Dynast Grausherra, dispuesto a acabar con tu vida, tras un intercambio de miradas os enzarzasteis en una lucha a vida o muerte en la que el te atacó con poderosos hechizos que tú conseguiste bloquear con tu increíble magia, luego viendo tu superioridad con la hechicería se lanzó a un combate cuerpo a cuerpo, del cual saliste malparada, el malvado se preparó para dar el golpe de gracia, pero tú en un valeroso acto heroico reuniste todo tu poder mágico y le atacaste con un Ragna Blade, pero ese astuto Mazoku se apartó de la trayectoria de la espada oscura y sólo conseguiste herirlo, entonces y viendo que su derrota era evidente se refugió a las profundidades del plano astral, no sin antes perpretar su cruel venganza, ya que abriendo mucho la boca se zampó el pastel de un solo mordisco. A que es una historia magn...

Lina volvió a coger a la diminuta aparición y comenzó a apretarla con todas sus fuerzas.

-¿C"MO CREES QUE SYLPHIEL SE VA A TRAGAR UN BOLO TAN TONTO COME ESTE?.PORQUÉ A ELLA LE GUSTE UN IDIOTA NO QUIERE DECIR QUE LO SEA.

-Es que me has dado poco tiempo, dame un par de minutos y...

Lina se giró y buscó consejo en la representación de su mente que correspondía a sus pensamientos más equilibrados y racionales.

-Umm, que bueno que está. Comentó la pequeña Philia, mientras se chupaba los dedos.

-Perdona... Interrumpió tímidamente Lina.

-¿Ahora quieres mi consejo?. Comentó con un cierto tono de burla la diminuta versión de la dragona.

-S

Tras cambiar su expresión del rostro y sustituir una mirada airada por una sonrisa que irradiaba tranquilidad y satisfacción la pequeña Philia se acercó a su protegida y le dijo:

-En fin, ya me había imaginado que pasaría una cosa así, de forma que ya estaba preparada, mira Lina, lo único que tienes que hacer es cuando Sylphiel baje de su habitación usar la formula de las tres palabras mágicas.

-¿Cuales?.

-DECIR-LA-VERDAD. Puntualizó la pequeña dragona, poniendo énfasis en cada palabra.

Lina la miró con una expresión serena y llena de optimismo, mientras que sus preocupados labios volvían a adquirir su sonrisa habitual, pestañeó un par de veces y se giró y volvió donde antes estaba el pastel, cogió a la pequeña Naga y le dijo:

-Ya han pasado los dos minutos. ¿Qué tienes para mí?.

Des de su posición Philia cayó de espaldas al suelo.

-OOOHHOOOHHOO. Tengo un plan genial, libre de auto lesiones y a prueba de fallos. Deprisa a la Sylphiel-cocina.

Tras avanzar por el comedor y la sala de estar Lina llegó hasta la cocina.

-Y bien ¿Cual es el plan?.

-Tu y yo vamos a preparar un delicioso substituto del pastel de Sylphiel.

Sentada en una esquina de la encimera la versión diminuta de Philia dijo.

-¿Estas loca o que?. Es evidente que este plan no funcionará. La técnica culinaria de Lina se limita a asar o freír, nunca ha preparado un pastel.

-Con voluntad todo se puede.

-Además Sylphiel está a punto de bajar, no hay suficiente tiempo.

-Si uno no se rinde, siempre puede conseguir sus objetivos.

-Hablas igual que un manual de autoayuda.

-Y recuerda que tú eres una persona muy especial.

-Paso, haced lo que os venga de gusto.

-Bien, Lina, lo primero que necesitamos es una bandeja igual en la que Sylphiel sirvió el pastel.

-¿Pero no podemos hacer servir esta?. Dijo Lina sacando la bandeja.

-Está sucia y no hay tiempo para limpiarla.

Lina comenzó a buscar por todos los estantes, tras revolverlo todo, exclamó:

-¡Eh, he encontrado uno igual!. Ooohh, pero hay un estúpido pastel de limones encima...

-¡Lina!. Exclamó la diminuta versión de Naga. ¿Estás pensando lo mismo que yo?.

-¡Por supuesto!. Me comeré este delicioso postre en un santiamén y entonces usaremos la bandeja para hacer el pastel.

Lina comenzó a abrir la boca con la intención de comerse el pastel, cuando la pequeña Naga le cerró la boca de un puntapié.

-Bestia, me has hecho daño. Dijo Lina sujetándose la mandíbula.

-¡ESTAS TONTA!. No ves que con esto nos ahorramos mucho trabajo y tiempo.

-Es verdad no sé en que estaba pensando.

-Eso es porque pasas demasiado tiempo con el tonto de Gourry, comienzas a hacer y decir las mismas tonterías que él.

-Oye tú, a mi no me insultas. Dijo Lina, mientras cogía los mofletes de la pequeña Naga y los estiraba tanto como podía, esta última contraatacó golpeando con sus piernecitas la nariz de Lina.

-Lamento interrumpir tan entrañable muestra de afecto. Dijo Philia, mientras saboreaba el té. Pero creo oír a Sylphiel bajar las escaleras.

Rápidamente Lina cogió la bandeja con el pastel y guardó la que estaba sucia en el mismo sitio donde encontró la primera y se llevó el pastel a la mesa. Justo después de que lo hiciera Sylphiel comenzó a bajar las escaleras con la cartilla del banco en la mano.

-Perdón por el retraso, no sé que pasaba que no la encontraba, espero que no te hayas aburrido mucho, Lina.

-No, para nada. Dijo riendo la hechicera.

-Bendito Cheipied. ¿Qué te ha pasado en la cara?. Parece como si alguien muy fuerte te haya golpeado.

-No, no es nada, Contestó Lina, forzando más la risa.

-¿Y que le ha pasado a la pared?. Preguntó Sylphiel, al ver la silueta de su amiga inserida en ella.

-E-es que resbalé y me golpeé con ella. Respondió tímidamente la hechicera, mientras pensaba que era imposible que Sylphiel se tragase esa excusa tan floja.

-Cielo santo, Lina. Que desgracia. Voy a lanzar un hechizo de recuperación para que te cures.

-Ya puedo hacerlo yo sola, no hace falta que te molestes.

-Ni hablar, Lina. Las heridas en la cabeza son las más graves, si no se tratan correctamente pueden originar problemas más serios.

Amorosa, pero firmemente Sylphiel rodeó el rostro de Lina y comenzó a transmitir la magia blanca de recuperación. Mientras Lina pudo ver por el rabillo del ojo que la pequeña Philia regañaba a la pequeña Naga.

-Creo que en mi caso es demasiado tarde, para eso.

-¿Qué has dicho Lina?

-Nada, nada. Dijo Lina uniendo su propio poder al de Sylphiel para acelerar la curación.

Pasados unos minutos en los que el rostro de Lina volvió a su semblante habitual, las dos amigas se sirvieron un poco de té de flores que Sylphiel preparó en la mesa. Lina tomó un sorbo, mientras observó como la sacerdotisa cortaba ceremoniosamente el pastel de limones y le ofrecía un trozo a su amiga, mientras se servía un trozo para ella.

-Sabes Lina, vas a ser la primera persona, que después de mucho tiempo va a probar esta receta.

-¿Ah sí, y eso por que?.

-Veras, este pastel es algo muy importante para mí. Es la receta que mi madre y yo creamos poco antes que ella muriese. Sylphiel forzó una falsa sonrisa, mientras su cabello tapaba sus ojos

Lina detuvo el tenedor a escasos centímetros de su boca, mientras contemplaba de nuevo el trozo de pastel.

-¿Qué te pasa Lina?. Te aseguro que esta muy bueno. Dijo alzando su rostro, mientras una pequeña lágrima recorría sus mejillas.

-¡No lo dudo Sylphiel!. Solo es que... (solo es que soy una idiota desconsiderada, que no tiene sentimientos y va comiéndose en secreto los pasteles que sus amigas preparan). Pensaba la hechicera, mientras en su rostro se dibujaba una silueta rojiza, justo debajo de sus mejillas... es que he comido mucho, demasiado.

-Vamos Lina. No dejes que mi tonta tristeza te amargue un dulce. Añadió Sylphiel, mientras cogía el tenedor de la mano de Lina.

-¡Di Aah!.

-Aaahhh. Farfulló Lina, mientras comía el trozo de pastel que su amiga sacerdotisa le ofrecía. Igual que antes el torrente de sensaciones que le producía el suculento manjar era indescriptible, pero en esta ocasión...

-¡... es distinto!. Exclamó Lina.

-¿Distinto?. Preguntó la joven sacerdotisa, con una mirada perpleja y un gesto dubitativo.

Lina se tapó la boca con las manos, pero ya era demasiado tarde. Maldiciéndose a sí misma, pensó que la farsa ya había llegado demasiado lejos y por tanto...

-¡Es distinto a cualquier pastel que he probado!. ¡Que textura, que sabor!. !Es magnifico!. Sylphiel sin duda eres la mejor cocinera del mundo.

... debía continuar.

Sylphiel se sonrojó al oír esas palabras.

-Vamos Lina, no exageres.

-Yooooo, exagerar, venga ya Sylphiel, este pastel está buenísimo y supera en sabor a todos los que he comido hasta ahora (con excepción del que me he comido hace un rato.

Sylphiel clavó su tenedor en otro trozo de pastel y dio un pequeño mordisco a su trozo del dulce, mientras lo degustaba una extraña sensación se apoderó de su ser.

-¡Que raro!. Exclamó la sacerdotisa de Flagoon.

-¿El que?. Preguntó la pelirroja hechicera.

-Hay algo... distinto en el sabor, pero creo haber seguido la receta al pie de la letra y aunque han pasado algunos años des de que lo probé por última vez, el gusto me parece diferente.

-T-t-tonterias S-s-sylphiel. Afirmó Lina, mientras enormes gotas de sudor inundaban su frente. Es bastante probable que sea el echo que recordabas el sabor de este pastel a través de un sentido del gusto infantil y ahora que lo has probado siendo más adulta lo notas un poco distinto.

-¿Adulta?

-Sí claro. Afirmó Lina. Es como cuando de pequeña no te gustaba alguna verdura...

-¡La zanahoria!. Exclamó Sylphiel.

Como la zanahoria y cuando creces acabas comiendo con naturalidad.

-Es verdad ahora no puedo preparar una ensalada sin ponerle un poco de zanahoria rallada.

-Pues eso es porque tu sentido del gusto cambia, de la misma forma que cambia tu cuerpo.

-Ah claro es natural... dime una cosa Lina.

-¿Sí?

-¿Había alguna verdura que tú no pudieses soportar?

La cara de la suprema hechicera se tiñó de rojo.

-Vamos Sylphiel, esa es una cuestión muy personal.

-Venga, yo te he dicho lo de la zanahoria, es lo más justo

Lina probó de mirar hacía otro lado, pero la persistencia de su amiga era exasperante.

-El pimiento.

Sylphiel se tapó la boca, mientras mostraba una pequeña sonrisa.

-Me imagino a tus padres intentado de todo para que te lo pudieses comer.

-Ni te lo imaginas; lo trocearon bien pequeñito, lo escondieron dentro de trozos de carne, me intentaron sobornar con dinero para que me lo comiera...

-Y al final pudiste saborearlo con gusto.

-No bien, bien. La expresión de Lina cambió radicalmente, mientras una sensación de intranquilidad se apoderó de ella.

-Al final, mi hermana me obligó a la fuerza, a comerme unos cuantos pimientos enteros.

-¿Tienes una hermana?.

-No preguntes sobre el tema, por favor, Sylphiel.

Lina había conseguido distraer la atención de Sylphiel a costa de desenterrar uno de sus antiguos fantasmas.

-Vamos Lina, no te deprimas y disfrutemos del pastel.

La sonrisa de la sacerdotisa se contagió en el rostro de Lina y ambas continuaron degustando del delicioso postre. Pasaron los minutos entre risas y anécdotas en las que el té y los trozos de pastel iban desapareciendo de la mesa. Hasta que...

-Uf, no puedo más, estoy llena. Comento la sacerdotisa.

-Caramba Sylphiel, no me lo puedo creer de ti, te has comido la mitad del pastel.

-Si, y eso que sólo me quería comer un trocito y darte el resto a ti Lina.

-Probablemente tendré que hacer dieta durante unos cuantos días.

-¡Bobadas, Sylphiel!. Tu estas muy bien como estas. Tu figura es envidiable. Sylphiel pudo notar una nota de tristeza en las palabras de su amiga, que se miraba de reojo sus pechos.

-Tú también estas muy bien Lina, sabes, siempre he creído que eres... muy mona.

Lina dejó escapar una sonrisita y se ruborizó.

-Venga va dejémonos de darnos coba y vayamos al grano. Que es eso tan importante que estas dispuesta a ofrecerme 10.000 monedas de oro...

De repente, todos los nervios de los que se había liberado volvieron a ella, como si todo el tiempo en el que había estado charlando y riendo con Lina hubiesen sido una vulgar mascarada hasta este momento.

-Lina yo...

-Algún poblado está siendo asaltado por bandidos, alguna persona ha caído presa de una mortal enfermedad y necesitas una extraña planta que solo crece en Dios sabe donde...

-Lo que yo...

-A lo mejor es que algún Mazoku se está preparando para arrasar estas tierras y has recibido una profecía de los dioses para impedirlo. Te advierto que si después se trata de un Señor oscuro como Phibrizzo me tendrás que pagar el doble

-Lina, lo que yo quiero...

Sylphiel lo intentaba, pero las palabras morían en su boca y los nervios la consumían por dentro. Lina se dio cuenta de eso y tiernamente cogió su mano derecha entre las suyas, mientras le ofrecía la mejor de sus sonrisas.

-Vamos venga, sea lo que sea pide por esa boquita de piñón. Por 10.000 monedas de oro estoy dispuesta a ayudarte en lo que haga falta.

Sylphiel la miró boquiabierta y no pudo, una vez más asombrarse ante el espíritu de Lina, tan cálido y apasionado, tan vivaz y al mismo tiempo peligroso y sintiendo que una parte del espíritu de su amiga la envolvía le daba fuerzas, unió su mano izquierda a las de Lina y mirándola fijamente a los ojos le dijo.

-¡QUIERO HACER EL AMOR CON MI AMADO GOURRY-SAMA!.

(Continuará.)