Vidas Cruzadas

Disclaimer: Ninguno de los personajes son nuestros, todos de Rowling, que se le va a hacer. Pero no ganamos nada con esta historia y cuando terminemos se los devolveremos igualitos, prometido.

Advertencia: Historia slash, es decir chico/chico, si no les gusta el tema mejor no sigan leyendo. Este capítulo contiene lemon al final, así que si no te gusta, NO LO LEAS

Pareja: HP/DM

Capítulo 3

Noticias inesperadas

Draco se levantó como autómata, haciendo esfuerzos inauditos por no gritar la angustia que le llenaba el pecho, y se encaminó al baño. Entró y respiró profundamente tratando de serenar su alterado estado de ánimo, tomó un pequeño frasco del gabinete y llenó un vaso con agua. Cuando regresó a la habitación, una fría máscara cubría sus facciones a la perfección; sólo los grises ojos delataban su angustia, pero Harry estaba demasiado ocupado en su propio malestar como para notarlo.

-Toma- le dijo mientras le entregaba el recipiente y el vaso con agua-. Es una poción un tanto desagradable pero muy efectiva para curar los efectos de la resaca.

-La conozco- musitó Harry con tristeza, observando el líquido ambarino antes de tomarlo de un trago, haciendo una mueca de asco-. Severus la utilizaba en ocasiones extremas- una tibia sonrisa cubrió su rostro al recordar esas ocasiones, pero desapareció de inmediato-. Entonces, ¿me explicas cómo llegue a tu habitación y por qué estoy desnudo?

Draco buscó con desesperación una excusa en su celebro todavía embotado por el dolor. ¿Qué decir? Jamás, jamás le contaría lo que había pasado, si había algo que le parecía aún peor que su desamor eso era su lástima. Nunca le confesaría cuan destruido estaba. Pero Harry seguía mirándolo fijamente, esperando una respuesta. ¿Qué decir?

Entonces, su mirada se posó sobre las ropas que al despertar esa mañana había recogido del suelo. Sopesó la situación, las prendas estaban a un lado impecablemente dobladas. Por una vez en la vida agradeció internamente su meticulosidad y su manía de que todo estuviera perfectamente ordenado.

-Mientras estábamos bailando te sentiste muy mal- explicó la historia que acababa de urdir- así que salimos al jardín para tomar un poco de aire. Como no mejorabas, quise llevarte a la enfermería pero me pediste que no lo hiciera, no querías que Madam Pomfrey te viera en ese estado. Sugerí tu dormitorio pero también te negaste, aduciendo que estarían tus compañeros de cuarto, así que como tengo habitación propia decidí traerte aquí.

En el camino vomitaste, y como pensé que te haría bien, en lugar de lanzarte un hechizo limpiador te quité la ropa sucia y te metí en la ducha.

-¿Y con eso no me desperté?- preguntó Harry. Ya que su dolor estaba cediendo gracias a la poción, podía coordinar mejor sus pensamientos.

-Lo hiciste- afirmó el rubio-, pero debiste beber tanto que ni siquiera de eso te acuerdas.

-¿Y por qué estoy manchado de semen?- preguntó, observando su estómago absolutamente intrigado.

¡El semen!. Demonios. Se le había olvidado que se quedaron dormidos agotados así que ni siquiera se echaron un hechizo limpiador.

-Ni idea- dijo Draco, con una máscara de inocencia en el rostro-. Imagino que tuviste sueños húmedos.

-Supongo- medito Harry con tristeza-. Imagino que estuve soñando con Sev, siempre me pasa.

Draco tenía ganas de gritar. ¡No se había corrido por Severus! ¡Se había corrido por él!, por sus besos! ¡Maldición, ese semen ni siquiera era de Harry! ¡Era de él!

-Sí, supongo que eso fue lo que pasó.

-Bueno- dijo Harry levantándose y enrollando la sábana alrededor de su cintura-. Es mejor que me de un baño. ¿Puedo usar tu ducha?

-Claro, es la puerta del fondo- indicó el rubio.

-¿Dónde está mi ropa?- preguntó, mirando alrededor intrigado.

-Como te dije, estaba sucia- explicó Draco apresuradamente-. Pero no te preocupes, ya le lancé un hechizo limpiador- se dirigió hacia donde estaba la ropa y se la entregó-. Aquí tienes.

-Gracias, señor Malfoy- dijo el moreno con una tibia sonrisa-. Estoy convencido de que algún día serás un esposo excelente- y sin agregar nada más se dirigió al baño y desapareció tras el umbral.

Draco se quedó mirando fijamente la puerta cerrada por un largo rato. ¿Un esposo excelente? No, nunca lo sería porque nunca se casaría. No al menos que pudiera sentir por esa persona lo que en ese momento sentía por Harry, y estaba seguro de que eso sería completamente imposible. Luego de comprender que sus ilusas esperanzas de una relación con Harry acababan de morir definitivamente, lo único que le esperaba era un futuro de inmensa infelicidad.

°°°°°°°°

-¿Se puede saber qué te ocurre?

Draco se quedó mirando extrañado a la bonita muchacha que plantada frente a él lo miraba con ojos interrogantes.

-¿A mí?- preguntó mirándola con una ceja alzada.

-Sí, a ti- contestó Pansy poniendo una mano sobre su hombro-. Desde que nos graduamos, y de eso ya hace un mes largo, has estado actuando muy extraño- una sombra cruzó el rostro de Draco, que el chico disimuló al instante, pero no pasó desapercibida para la muchacha, no en balde habían sido los mejores amigos durante los últimos siete años.

-No sé de qué hablas.

-Claro que lo sabes- afirmo ella tajante, antes de añadir-: ¿Tiene algo que ver con Potter?

-¿Con Harry? ¿De qué hablas? Harry no tiene nada que ver conmigo.

-Draco, soy yo, Pansy, ¿recuerdas? Quien te consoló infinidad de veces cuando ya no soportabas más la angustia de ver a Harry con Snape. La única que conoce tus verdaderos sentimientos. ¿Por qué no me cuentas? ¿Acaso ya no confías en mí?

Draco se la quedó mirando con tristeza mientras dos gotas cristalinas pugnaban por escapar de los grises ojos. Ella tenía razón, había sido su confidente por muchos años, la primera a quien le habló de sus miedos cuando descubrió sus inclinaciones sexuales, con la única que se permitió llorar de impotencia por su amor no correspondido. Y necesitaba hablar o la angustia que cerraba su pecho lo destrozaría. Así que rindiéndose al fin, se dejó caer sobre un sillón, inclinó la cabeza mesándose los cabellos con el fin de serenarse, y comenzó a hablar. Pansy lo dejó desahogarse hasta el final, sin interrumpir ni una sola vez.

-Y eso fue todo- terminó Draco con expresión sombría-. Nos despedimos en la estación al llegar a Londres y no he sabido más de él.

-¡Pero que cabrón!- exclamó Pansy que estaba furiosa-. ¿Cómo se atrevió el maldito Potter a hacerte semejante guarrada?

-No Pansy, no digas eso- lo defendió Draco de inmediato-. Harry no hizo nada, estaba muy borracho y no recordaba nada.

-¿Estaba muy borracho para recordar pero no para follarte ¿verdad?- siguió despotricando, cuando de repente notó que su amigo estaba más pálido de lo habitual-. ¿Draco, te sientes mal?

El rubio no pudo contestarle. Se levantó apresuradamente y salió corriendo hacia el baño. Pansy lo siguió verdaderamente preocupada y observó como su amigo se arrodillaba frente a la poceta y vomitaba sin control.

Luego de mucho rato, Draco logró controlarse, se sentó en el pisó y apoyó la cabeza contra la fría losa de la pared. Pansy mojó una pequeña toalla con agua fresca y se inclinó para lavarle el rostro y el cuello.

-¿Te sientes mejor?- le preguntó preocupada. Cuando el rubio asintió, agregó-: ¿Qué pasó? ¿Te sentiste mal así de repente? ¿Comiste algo extraño en la cena de anoche?

-No- denegó el chico-, sólo lo habitual. A decir verdad, llevó varios días así.

-¿Así cómo?

-Con mareos, y náuseas, especialmente en la mañana.

Pansy lo miró atentamente. Su amigo realmente estaba extraño, y esos mareos y esos vómitos. ¿Sería...? Pero no, no podía ser eso, no podía tener tan mala suerte ¿O sí?

-¿Has tenido algún otro síntoma? ¿Algún cambio en tu magia?- preguntó rogando porque lo que sospechaba no fuera verdad.

-Ahora que lo mencionas, en un par de oportunidades me salieron mal unos hechizos, pero lo atribuí a mi estado de ánimo, además de deprimido he estado muy distraído.

-Puede- murmuró Pansy más para si misma que para él, antes de agregar-: ¿Todavía tienes en uso el mini laboratorio de pociones de la Mansión?

-Sí, claro- contestó Draco-. Luego de lo de Voldemort y lo que pasó con mis padres- una sombra cruzó sus facciones-, vine y deseché todo lo que tenía que ver con las artes oscuras, pero el laboratorio todavía lo conservo, es un excelente pasatiempo.

Pansy hizo una mueca, jamás pudo lograr entender cómo a Draco le podía gustar una materia como Pociones.

-Entonces vamos. Tengo que preparar una poción, los ingredientes son comunes así que lo más seguro es que los tengas en el stock.

-¿Una poción? ¿Una poción de qué? Si es contra las náuseas ya tengo una- protestó Draco.

-No, no es contra las náuseas.

-¿Entonces?- inquirió realmente intrigado.

-Espera y verás. No voy a decirte nada hasta estar segura- declaró Pansy rotunda.

-Pero...- Draco intentó argumentar.

-Ya te dije que no. ¿Me llevas al laboratorio?

°°°°°°°

-¡Ya!- exclamó Pansy mientras vertía un cucharón de poción en un envase y le lanzaba un hechizo para enfriarla-. Lista.

-Ya era hora- gruñó Draco que parecía mosqueado.

-Dímelo a mí- replicó ella con un suspiro de alivio y un tono sumamente irónico.

-¿Qué significa eso?

-Significa que si la poción hubiera tardado 10 minutos más en cocerse, hubiera metido tu linda cabeza en el caldero- contestó medio risueña medio enfadada-. ¿Sabes que cuando quieres eres realmente fastidioso?

-¿Y tú? Media hora preparando la dichosa poción y sin querer decirme para qué es.

-Bueno, dejémoslo por la paz- pidió la chica, al tiempo que le tendía la taza-. Tómatelo todo.

-¿Qué? ¿Y encima pretendes que me tome esa cosa? No señorita, al menos no hasta que me expliques de qué se trata.

-¿Ya no confías en mí?

-Sí, pero...

Al ver su duda, Pansy le lanzó una sonrisa y suavizó el tono.

-Anda, tómalo- le pidió-. Es sólo una prueba sencilla, en cuanto vea el resultado te explicaré de qué se trata.

A regañadientes, el chico tomo la vasija y se bebió el contenido de un tirón.

-Yaggg, sabe a rayos- se quejó Draco-. Te juro que si este brebaje me mata, me convertiré en fantasma y te espantaré el resto de tu vida.

-Sí, aja- musitó Pansy con una sonrisa, desestimando su amenaza-. Ahora tienes ganas de orinar ¿no?

-Pues ya que lo menciones, sí.

-Toma este recipiente, ve al baño y tráeme una muestra.

-Pero para qué...

-¿Por una vez podrías hacer lo que te digo sin protestar?

-Vale- aceptó Draco a regañadientes, y dando media vuelta se dirigió al baño más cercano. A los pocos minutos regresó echo una furia, en su mano el recipiente contenía una sustancia azul brillante-. ¿Se puede saber que demonios me diste?- espetó mientras tendía a Pansy el recipiente con la muestra de orina.

Ella se lo quedó mirando un largo rato antes de hablar nuevamente.

-Siéntate Draco, tenemos que hablar.

°°°°

-¿Embarazado? ¿Dices que estoy embarazado?

-Sí.

-No, Pansy, eso es imposible. Yo soy hombre, no puedo estar esperando un bebé.

-Los embarazos masculinos no son frecuentes pero han habido casos, Draco.

-¿Y por qué yo no lo sabía? ¿Y cómo puedes estar tan segura, es sólo una estúpida prueba?

-Es una prueba infalible, Draco. Cien por ciento confiable.

-¿Pero cómo...?- repitió el muchacho con desconsuelo.

-Por lo que sé sólo los varones de unas cuantas familias tienen ese privilegio, pero no sé más allá, lo escuché una vez por pura casualidad.

-¿Y como puedo averiguar?- preguntó Draco desolado-. Mi madre anda huyendo y mi padre... ya sabes.

-Sí, mi madre también se está escondiendo y mi padre muerto- agregó Pansy furiosa-. Maldito Voldemort. Por su culpa nuestras familias están destruidas y nosotros tenemos que cargar con el estigma de la Marca Tenebrosa.

-Tranquila, pequeña- musitó Draco, abrazándola-. Con Voldemort muerto verás como poco a poco las cosas se tranquilizan y logramos demostrar que nuestras madres son inocentes de todo. Y luego, con el tiempo, todo se irá olvidando, ya verás.

-¿Y nuestros padres?

-Se equivocaron y cosecharon lo que sembraron- dijo Draco con tristeza-. Y nosotros tendremos que vivir con ello.

Permanecieron mucho rato en silencio, abrazados, consolándose mutuamente. Al fin, Pansy deshizo el abrazo y miró fijamente a Draco.

-Ya sé quien nos puede contar más sobre el embarazo masculino- señaló un poco más animada-. Mi bisabuelo Michael.

-¿El abuelo de tu madre?

-Sí. Él fue un medimago muy reconocido en su época y sé que incluso atendió partos complicadísimo, probablemente hasta atendió algún embarazo masculino, y si no, seguro que sabe del tema. Tenemos que hablar con él.

-¿A qué esperamos entonces?

°°°°°°

-Abuelo- gritó Pansy, abalanzándose sobre un venerable anciano de larga barba blanca y ojos bondadosos.

-Vaya, hijita- saludó el hombre abrazando efusivamente a su bisnieta antes de alejarla ligeramente-. Déjame verte. Estás convertida en toda una señorita, y muy linda por cierto- luego se giró hacia Draco aún sonriendo-. Y tú caballero, ¿cómo estás? Hace siglos que no te veía, desde que eras un mocoso que perseguía a mi vieja gata para abrirla y ver cómo funcionaba eso del corazón.

-Muy bien, señor Donovan- el rubio retribuyó el saludo enrojeciendo hasta la raíz del cabello de sólo recordar todas las travesuras que Pansy y él habían hecho-, es un gusto volver a verlo- terminó, tendiéndole la mano.

-¿Y a qué viene esa formalidad ahora?- preguntó el hombre dándole un breve abrazo que dejó a Draco desconcertado, no estaba acostumbrado a esas muestras de cariño-. Para ti sigo siendo el abuelo Michael- luego su rostro se enserió y miró fijamente a ambos jóvenes-. ¿Y qué los trae por aquí?

-¿No puede ser el simple hecho de querer saludarte, abuelo?- preguntó Pansy con gesto inocente.

-Claro, y yo soy la reencarnación de Merlín- ironizó el anciano sonriendo nuevamente-. Vamos, desembuchen.

-Bueno, abuelo, verás- comenzó Pansy buscando la palabras. Al final decidió ir directo al asunto-. ¿Qué sabes tú acerca del embarazo masculino?

El hombre se la quedó observando profundamente extrañado, antes de voltear a mirar a Draco, quien había enrojecido súbitamente y miraba la punta de sus zapatos como si fuera lo más interesante del planeta.

-¿Estás embarazado, Draco?

Al oír la voz serena, el joven alzó la cabeza y clavó sus ojos grises en los del anciano, pero al no encontrar palabras, no pudo hacer otra cosa que asentir.

-¿Estás seguro?- los ojos del anciano sólo reflejaban comprensión y afecto, por lo que Draco, ya más tranquilo, se animó a contestar.

-Sí, señor. Pansy me hizo una prueba.

-¿Qué clase de prueba?

-Una infalible, abuelo- intervino la muchacha-. Utilicé una poción que usaba mamá y...

-¿Qué tal se yo determino si esa prueba es tan infalible como dices?- la cortó el anciano antes de mirar nuevamente a Draco-. Vamos, acompáñenme a mi estudio y veremos a qué nos enfrentamos.

Siguieron a su anfitrión hasta unas puertas dobles de roble que se abrieron ante un gesto de la mano del dueño de casa. Pasaron a un aposento cálido y confortable y el hombre se dirigió de inmediato a un hermoso armario de vidrio y madera, en cuyo interior, cuidadosamente envasados en hermosos frascos de cristal tallado, se apiñaban un centenar de pociones diversas. Sacó uno de los recipientes que contenía un polvo anaranjado y sacó una pizca con una minúscula cucharilla destinada a tal fin.

-Extiende la mano, Draco. Con la palma boca arriba.

El muchacho la tendió con cierta reticencia y el medimago echó la sustancia y la frotó sobre su palma ligeramente. De inmediato la poción cambió de color hasta llegar a un verde brillante.

-Parece que ese invento tuyo tenía razón, Pansy- dijo con cierto desdén hacia las pociones modernas-. Sí, Draco. Definitivamente, estás embarazado.

Draco soltó la respiración que hasta ese momento había estado conteniendo y su rostro se oscureció. Por unos instantes había tenido la ilusión de que todo no hubiera sido más que un estúpido error.

-¿Pero cómo es posible?- preguntó, tratando de entender.

-¿Tus padres no te hablaron de esta posibilidad?- ante la negativa del muchacho, continuó-: No puedo entender tamaño descuido. Pero en fin, lo hecho, hecho está. Vengan, vamos a sentarnos y les contaré de que se trata.

Los guió hacia unos cómodos sillones de cuero repujado en color café que estaban en un ángulo de la habitación. Luego que todos estuvieron cómodamente sentados, convocó un servicio de té y galletas, y sirvió para todos una generosa taza de la reconfortante infusión, antes de comenzar a hablar.

-Verán, en tiempos antiguos, cuando el mundo mágico estaba formado por apenas un puñado de familias de magos de sangre pura, vivía un mago, un druida muy, muy poderoso, más poderoso que el mismo Merlín. De hecho, mucha de la magia que llegó a manos de Merlín, fue legado de Malkian, que así se llamaba este mago.

Lo cierto es que los descendientes de estas pocas familias de magos eran mayoritariamente varones, apenas había unas cuantas brujas, por lo que todos comenzaron a preocuparse pensando que en pocos años tendrían que empezar a mezclarse con los muggles y se perdería la pureza de sangre.

-Las tontas ideas de Voldemort y mi padre- musitó Draco en voz tan baja que apenas se le escuchó.

-Sí, pero en otro sentido- explico Michael Donovan-. Los magos de aquellos tiempos no despreciaban a los muggles, pero tenían miedo que si empezaban a mezclarse se perdería su cultura y a la larga desaparecería su magia.

Entonces a Malkian se le ocurrió una idea para evitar que esto sucediera. Decidió lanzar un hechizo a las familias, un encantamiento muy antiguo y poderoso, cuyos orígenes se pierden en los albores de la humanidad. Tan poderoso que sólo un mago tan fuerte como Malkian era capaz de lanzar; pero ni siquiera tenía capacidad para encantar a todas las familias, así que tuvo que elegir una veintena.

-¿Y en qué consistía el hechizo?- preguntó Pansy realmente intrigada.

-A eso iba. Por medio de este encantamiento, los descendientes varones de las familias elegidas podían concebir y dar a luz sus propios bebes, con el adicional de que todos los bebes concebidos de esta forma resultarían hembras, lo que contribuiría con el tiempo a equilibrar la balanza de proporción de sexos en todo el mundo mágico. Eso sí, para que la concepción se produjera ambos varones debían pertenecer a alguna de las familias elegidas.

Por otra parte, en el caso de que cualquier miembro de la familia se casara con una bruja, sin importar su familia, o si una de las brujitas provenientes de estos embarazos se casaba con un mago ajeno a las familias, igualmente los hijos varones de la pareja heredarían el privilegio de embarazarse, siempre y cuando el otro padre fuera también descendiente de una de las familias elegidas.

-Pero no entiendo, cómo es posible que nadie sepa de esto- preguntó Draco, cada vez más asombrado.

-Pues al principio muchas niñas nacieron de esta forma, así que con el tiempo había cada vez más brujas y las uniones entre magos de estas familias se fue haciendo menor. Más adelante, sin poderlo evitar, muchos magos y brujas se enamoraron de muggles y excepto por algunos pocos, la idea de la pureza de sangre se fue perdiendo. Además, algunas de las familias elegidas fueron desapareciendo, en su mayoría diezmadas por las diferentes guerras por las que pasó el mundo mágico, e incluso un par de ellas en una epidemia que ocurrió un par de siglos atrás. En la actualidad sólo 6 familias conservan ese privilegio.

-Seis familias- repitió Draco, pensativo-. ¿Quiénes?

-Los Malfoy, por supuesto- contestó con una sonrisa comprensiva-. Por eso no entiendo que ignoraras el asunto. Debieron advertirte para que estuvieras prevenido.

-Mis padres no hablaban de demasiadas cosas conmigo- respondió Draco, desestimando el punto-. ¿Cuáles son las otras cinco familias?

-Déjame pensar- musitó el anciano frunciendo el entrecejo-. Los Adams, los Bonn, los Zabbini...- dudó un segundo, concentrándose-, los McNair.....ah, claro, y los Potter.

-Mierda- susurró Draco en forma imperceptible ante la mención del último nombre pero el anciano lo alcanzó a oír.

-¿Potter?- preguntó realmente asombrado-. ¿El otro padre es Harry Potter?

Draco sólo bajó la cabeza y se ruborizó.

-Ya veo- musitó el hombre, pero no dijo nada más, se limitó a poner una delgada mano sobre el hombro del rubio-. ¿Qué piensas hacer? ¿Vas a tener al bebé?

¿Si iba a tener al bebé? Claro que iba a tener al bebé. Era suyo... y de Harry. Por supuesto que lo iba a tener.

-Claro- dijo de forma rotunda-. El problema es que no sé qué hacer, a dónde ir, dudo que en San Mungo tengan idea de cómo tratar un embarazo masculino.

-Por eso no te preocupes- lo tranquilizó el anciano-. Hay un joven medimago en San Mungo, Donald Richarson, que es especialista en embarazos delicados. Aunque nunca ha atendido un embarazo masculino, estuvo un buen tiempo conmigo estudiando casos teóricos y está muy preparado; además, yo puedo asesorarlo de ser necesario.

-Gracias- musitó Draco con una tibia sonrisa.

Después de despedirse del anciano, Pansy, notando que Draco estaba muy alterado, lo llevó a un tranquilo parque ubicado en las cercanías de su casa. Los dos muchachos caminaron en silencio por un largo trecho, hasta que se sentaron en un banco, bajo un frondoso árbol.

-¿Qué piensas hacer?- preguntó la chica tomando la mano de Draco y aferrándola con fuerza, con la intención de darle algo de ánimo.

-No sé- confesó el rubio-. Estoy tan confundido.

-¿Se lo vas a decir?

-¿A quién?

-¿Cómo que a quién, Draco? A Potter. Deberías decírselo.

-No sé- hundió la cabeza entre las manos con desesperación-. ¡Merlín, Pansy, qué voy a hacer!

La chica se condolió de la desesperación del muchacho, así que lo tomó entre sus brazos y lo meció como si fuera un niño pequeño. Mucho rato después el rubio se levantó, se limpió lo ojos con la manga de la túnica y se dio la vuelta dispuesto a marcharse.

-A dónde vas?- le preguntó Pansy preocupada.

-Tengo que pensar- y sin otra palabra, se alejó con paso cansado.

Pansy se le quedó mirando sin tratar de detenerlo. Su amigo debía enfrentar a sus demonios y debía hacerlo solo.

°°°°°°

-Buenos días, Sanador Evan- saludó Draco a un hombre de unos cuarenta años, alto y fuerte, en cuyo negro cabello comenzaban a despuntar unos cuantos hilos plateados.

-Señor Malfoy, que sorpresa- contestó el hombre estrechando la mano que le tendía el rubio-. No lo esperábamos hasta la semana entrante.

-Pasaba por aquí y sentí la necesidad de entrar a verlo- explicó escuetamente-. ¿Cómo sigue?

-Igual- informó el medimago con cara seria-. Ya sabe que no es mucho lo que podemos hacer por...

-Sí, lo sé- lo cortó Draco abruptamente, no necesitaba que le repitieran lo que había oído infinidad de veces-. ¿Dónde está?

-En el jardín- dijo el hombre mirando hacia la puerta que comunicaba con los amplios jardines que rodeaban el hospital-. En el lugar de siempre.

Con paso pausado, Draco se dirigió resueltamente hacia el lugar señalado. Traspasó las amplias puertas de cristal y salió hacia un hermoso jardín, casi un bosque. Se encaminó por una vereda que partía hacia la derecha y después de caminar unos cinco minutos, lo encontró sentado en un banco de piedra, bajo la sombra del un inmenso árbol, un lugar asombrosamente similar al en el que unas horas antes había estado conversando con Pansy.

El hombre rubio estaba como siempre, sentado con la mirada perdida en un punto indefinido, abrazándose a si mismo y balanceándose adelante y atrás, en un movimiento pausado e interminable.

Draco recordó el diagnóstico que habían hecho los medimagos luego que fue herido por una maldición durante la batalla final. Aislado del mundo que lo rodea. Sin sensaciones. Sin control sobre sus actos reflejos. Condición irreversible. Nada que se pueda hacer.

Evocó al hombre antes pletórico de vida y se hizo un nudo en su estómago, al tiempo que sus ojos se anegaban contra su voluntad. Lucius Malfoy había sido un Mortífago peligroso, pero también era su padre. Tal vez no había sido el padre más amoroso y tierno, pero lo había tratado bien y él lo quería.

-Hola padre, ¿cómo estás hoy?- lo saludó al llegar a su lado.

No hubo respuesta pero Draco no se sorprendió. Sabía que nunca la habría.

-Ya veo que las enfermeras me hicieron caso- musitó, tomando un cepillo que estaba tirado a los pies de Lucius y empezando a cepillar con delicadeza el áspero cabello antes brillante y ahora tan deslucido-. Dicen que no vale de nada, que el deterioro de tu cabello es otro de los efectos de la maldición- el cepillo seguía acariciando, mientras el hombre continuaba su eterno balanceo, adelante, atrás-, pero estoy seguro que algo se conseguirá. De hecho, estoy desarrollando una poción nueva, verás que pronto tu cabello será el de siempre.

Sabes, me acabo de enterar que estoy embarazado- la mano que cepillaba se detuvo una fracción de segundo antes de seguir su labor-. ¿Por qué nunca me advertiste que esto podía ocurrir? Y ahora estoy perdido, no sé qué hacer. Pansy me sugirió que le dijera a Harry, porque él es el padre de mi bebé. Sé que si estuvieras consciente me estarías maldiciendo hasta el infinito. Pero no pude evitarlo, padre, me enamoré.

Y aunque todo esto sea un desastre y no sepa que voy a hacer con mi vida- el cepillo seguía su monótona labor-, aún así estoy feliz. Voy a tener un bebé, y del hombre que amo. Y será una niña, ya me lo dijeron. Espero que saque los hermosos ojos de Harry. Será hermosa y la voy a querer mucho, y se lo voy a demostrar de una manera en que tú y madre nunca fueron capaces de demostrarme a mí, y...- la congoja que llenaba su pecho comenzó a derramarse en cristalinas lágrimas-. ¡Merlín padre¡ ¿Qué voy a hacer?

Posó el cepillo en el asiento al lado de Lucius e inclinándose, por primera vez en su vida depositó un suave beso el la mejilla de su padre. Cuando se levantó, una luz de determinación brillaba en sus ojos grises. Se lo diría a Harry. Su hija tenía derecho a conocer a sus dos padres y él no podía negarle ese privilegio.

-Adiós, Padre- musitó, antes de darse la vuelta y regresar al edificio.

Allí quedó el hombre rubio balanceándose, aislado del mundo, sin ningún cambio, aunque por la esquina de una de sus ojos se deslizó furtiva una lágrima perdida.

°°°°°

"Pues aquí estamos" pensó el hombre rubio parado frente a un pequeño y elegante edificio ubicado en una zona residencial de clase media. "Tú puedes, Draco. Los Gryffindor no son los únicos valientes, adelante. Tienes que enfrentarte a él para poder continuar. Sin importar lo que diga tienes que hablar con él"

Con este último pensamiento, caminó con su elegancia habitual y traspasó el umbral de entrada, luego se dirigió a los ascensores. Antes de despedirse en la estación, Harry le había entregado un papelito con los datos de su nueva residencia."Cuarto Piso, número 45" pensó, mientras entraba en el elevador, respirando con fuerza para tranquilizarse. El sonido que avisaba la llegada al piso le produjo un ligero sobresalto, había llegado la hora, ahora o nunca.

Salió del pequeño espació y se dirigió a la derecha, pero cuando iba a cruzar la esquina, vio que la puerta marcada con el número 45 se abría abruptamente. Instintivamente, se quedó tras la esquina conteniendo el aliento, observando.

-Ahora regreso- decía un pelirrojo que salía en esos momentos con muy mala cara, dejando la puerta medio abierta-. Definitivamente, que cruz con las mujeres- rumiaba para si mismo-. Se me quedó el postre- continuó, imitando la voz de Hermione con bastante gracia-. Y encima se empeñó en venir en carro y estacionamos a dos malditas cuadras. Con lo fácil que hubiera sido llegar con polvos floo- el gruñido se perdió en dirección opuesta a donde se encontraba Draco.

"Por suerte parece que la comadreja quiere hacer ejercicio y bajó por las escaleras"pensó Draco aliviado, lo último que deseaba en ese momento era encontrarse con Ron Weasley.

Se acercó cautelosamente hasta la puerta. Al parecer Harry estaba con Hermione, en ese caso le pediría hablar a solas, pero si había alguien más regresaría en otro momento. Rogaba por que no fuera así, no sabía si podría reunir el valor necesario para regresar

Se acercó hasta la puerta, ocultándose detrás para que no lo descubrieran, e intentó escuchar las voces del interior.

-Lo hiciste a propósito, verdad?- preguntaba Harry en ese momento con un dejo de burla en la voz-. Para deshacerte de Ron.

-Culpable- aceptó Hermione con voz risueña-. Quería hablar contigo, y con Ron presente es imposible. Y si hubiera venido a verte sola y él se entera hubiera armado un escándalo de proporciones astronómicas.

Se escuchó la risa alegre de Harry y Draco sintió como un escalofrío recorría su espina dorsal.

-Pero va a regresar enseguida- objetó el moreno.

-Ni creas- replicó Hermione-. Dejamos el auto a dos cuadras y... digamos que va a tener ciertos inconvenientes para abrirlo.

-¿Lo hechizaste?- la voz de Harry sonaba incrédula.

-Un par de hechicillos de nada, pero nos dejará un buen rato libre.

De nuevo la risa ronca y de nuevo un escalofrío de deseo en Draco.

-Harry- habló la chica en tono serio y el aludido dejo de reír al momento-. No puedes continuar así.

-¿Así como?- preguntó fingiendo ignorancia, aunque sabía perfectamente a qué se refería su amiga.

-Vives encerrado aquí rumiando tu pena- dijo ella con voz clara y dolida-. Comes mal y duermes peor. Ni siquiera te has acercado a la Universidad de Aurores, y apeas te queda un mes para poderte inscribir.

-Lo pienso hacer, Hermione.

-¿Cuándo?

-Un día de estos.

-Siempre me dices lo mismo y nada- de repente el tono de la chica dejó de ser reprobatorio y se volvió más comprensivo-. Harry, tienes que superar lo del Profesor Snape, encontrar otra persona y seguir con tu vida. Volverte a enam...

-Ni lo menciones- gritó Harry, mientras Draco se estremecía de angustia-. Nunca- el muchacho enfatizó sus palabras-, nunca me voy a volver a enamorar o a establecer una relación seria. Jamás.

Draco sentía cada palabra cayendo en su corazón como plomo.

-Pero eres un hombre joven- argumentó la muchacha-, con necesidades y...

-Si te refieres a sexo, no te preocupes, eso se consigue con facilidad- replicó Harry con crudeza-. Pero nunca será más que eso, un buen polvo y nada más.

Draco se apoyó pesadamente contra la pared. Sentía que se ahogaba y todo le daba vueltas.

-Harry, no me refiero a eso y lo sabes- insistía la chica-, sino a algo más profundo, un afecto, alguien que...

-Nunca- la interrumpió su amigo-. Ya te lo dije, sólo amé a un hombre en mi vida y lo amaré hasta que muera.

Draco ya no fue capaz de escuchar más, así que dio media vuelta y corrió. Su cerebro repetía incesantemente Nunca, sólo sexo, un buen polvo, nunca más. Corrió hasta llegar a la calle y salió espantado, para seguir corriendo hasta que se detuvo una cuadra más lejos tratando de recuperar su respiración.

Nunca. No, no podía decírselo. Conocía a Harry y estaba seguro que insistiría en apoyarlo y proteger a su hija. ¿Pero por qué? Por lástima, pura y maldita lástima. No, eso jamás.

Y con esto en mente se lanzó a correr nuevamente hasta perderse calle abajo, sintiendo que ahora si estaba todo definitivamente perdido.

Continuará.....

Reviews

Malena: Gracias por tus palabras . Severus, por supuesto, es un angelito (habló Ali) que está protegiendo a sus chicos desde el cielo de los magos jaja. Besitos

Zhakdna-yhizet: Pobrecito mi Sev (hablo Ali) ¿por qué no lo quieres? Bueno, esperamos que la historia te siga gustando. Besitos