Boys don't Cry

Por Karina

Otra vez. Otra vez esa sensación de vacío que sentía cada vez despertaba una vez que perdía el conocimiento. Había despertado por el penetrante y metálico olor a medicamentos y como siempre, sentía un punzante dolor de cabeza, muchas náuseas y la piel de gallina que era provocada por el frío que se apoderaba de él cada vez que caía inconsciente. Y como siempre, se sentía muy desorientado. Cuando abrió los ojos, vio que estaba una vez más en la enfermería en la que muchas veces había despertado solo... o al menos eso pensaba al principio. Esta vez no era así. Pestañeó un poco, tratando de aclarar la vista, y cuando estuvo algo más consiente, se dio cuenta que estaba en una habitación en la que nunca antes había estado. Se sintió muy confundido. "Claro que lo estás imbécil, si no fuera por esa estúpida no estarías en esta situación". Aquella voz dentro de su mente hizo que frunciera el ceño y se llevó la mano a la cabeza. ¿Acaso había sido él el que había pensado eso?. Nunca había escuchado ninguna voz en su cabeza y por un momento temió estar volviéndose loco. Quizás se debía a los últimos acontecimientos que había experimentado antes de caer inconsciente.

-¿Cómo te sientes, Dilandau?- Estaba con uno de los magos que lo "fortalecían". Si no se equivocaba, se trataba de Garufo. En realidad, nunca supo bien quien era quien y no era algo que le quitara el sueño, pero por alguna razón, él parecía sobresalir por sobre los otros. Él y otro mago, pero a ése no lo veía desde hacía mucho tiempo. Se preguntaba qué había pasado con él. El mago estaba sentado frente a su cama, con su acostumbrada capa negra y su inalterable postura. Veía a Dilandau con mucha curiosidad. Parecía muy ansioso por saber cómo estaba Dilandau.

-¿Tú cómo crees?- le respondió Dilandau de mala gana. Era lo que le faltaba, ver a uno de esos estúpidos sujetos de capas para terminar aquel día de mierda.

-¿qué pasó? ¿Por qué demonios estoy aquí?- demandó Dilandau.

-Perdiste el conocimiento por un par de días. Por eso te trajimos hasta acá- le respondió Garufo sin tomar en cuenta la mala actitud de Dilandau.

-¿¡por un par de días?!- preguntó Dilandau sorprendido. A medida que seguía volviendo en sí, las escenas de los últimos acontecimientos le llegaban poco a poco a su mente. Recordaba muy bien haber perdido el conocimiento una vez que se dio cuenta de que Arlet había muerto, pero no pensó que podía estar inconsciente por tanto tiempo.

-Estuviste muy mal, tenías mucha fiebre y deliraste todo el tiempo- le comentó Garufo, como disculpándose con Dilandau.

-No me digas- le respondió Dilandau con sarcasmo. Está bien, había perdido el conocimiento y lo habían tratado; eso lo entendía, pero lo que encontraba muy extraño era estar en esa habitación. Sin contar la mesa que había en el lado derecho de su cama y que estaba llena de medicamentos, y del suero que tenía conectado a su brazo derecho y que estaba dispuesto en un largo y oxidado fierro, la habitación no parecía una enfermería. Tampoco parecía una pieza para dormir. Sin embargo, le extrañaba que en lugar de una camilla estaba acostado en una cómoda cama y el único mueble aparte de la cama era la silla en donde se encontraba sentado Garufo. Otra cosa que llamó la atención de aquella habitación era que era extremadamente pequeña y la pared que daba frente a su cama tenía forma circular. Y para hacerla mucho más extraña, desde la mitad hacia arriba la pared sólo eran espejos. Dilandau desconocía completamente y jamás se le llegó a ocurrir que detrás de esos espejos, había más gente observándolo, como si fuera un extraño espécimen en exhibición. A su mano izquierda se encontraba una pequeña puerta de metal. Para él, la situación era bastante extraña.

-Quiero decir, ¿Por qué estoy aquí y no en la enfermería en la que siempre me tratan?- preguntó Dilandau de forma cortante. Garufo arqueó las cejas, un poco descolocado con la actitud directa de Dilandau. Se tomó unos cuantos segundos para ordenar sus ideas.

-Bueno, la razón por la que estás aquí es porque algunas cosas van a cambiar un poco- dijo Garufo, juntado los dedos de sus manos. Dilandau frunció el ceño en señal de desconfianza. Apostaba que se refería al hecho de que había matado a tres soldados del Ejército, incluyendo el Capitán de uno de los Escuadrones del Vione.

-Veo que voy a tener problemas por haber matado a ese infeliz de Marcos, pero el maldito bastardo tampoco estaba haciendo algo muy limpio que digamos- le respondió Dilandau a la defensiva. Garufo se quedó sorprendido con la actitud de Dilandau. Obviamente no sabía de qué estaba hablando Garufo.

-No, no se trata de eso, Dilandau- le respondió en forma conciliadora -Debes estar tranquilo que no te pasará nada con eso.

-¿¡Qué!?- exclamó Dilandau sorprendido -¿me está diciendo que no me pasará nada por haber matado a tres personas?- le preguntó Dilandau algo incrédulo.

-Tú no has matado a nadie, Dilandau- le dijo en tono seco y cortante, que no daba lugar a ninguna duda.

-Como estuviste dos días inconsciente, no te has enterado de los últimos sucesos, así que te lo explicaré- Garufo le explicó todo lo que los investigadores escribieron en su reporte, que debido a una venganza, el Capitán Marcos y dos de sus soldados se enteraron de la detención de Arlet, que la fueron a buscar a su celda y que al momento de entrar, Arlet había asesinado a los dos soldados de Marcos (en defensa propia, por supuesto) y luego de eso, Marcos y Arlet se retaron a duelo y producto de eso, los dos se mataron entre ellos. Como consecuencia de esto, el Capitán Marcos y sus soldados fueron expulsados en forma simbólica del Ejército y el Escuadrón Serpiente fue trasladado a otra Fortaleza Flotante. Dilandau no podía creer lo que acababa de escuchar. Sí que habían pasado cosas durante su ausencia.

-¿Por qué me están encubriendo?- preguntó. Garufo aunque parecía incómodo con la franqueza y lo incisivo de la actitud de Dilandau, estaba fascinado.

-Porque tú estás para cosas grandes, Dilandau- le respondió Garufo fulminándolo con la mirada. Dilandau estaba cada vez más confundido. Tanto que ni siquiera sabía qué preguntar.

-Antes de que te explique más, debo hacerte una pregunta, Dilandau- le dijo Garufo moviéndose hacia delante, como para poder ver mejor a Dilandau.

-¿Qué sentiste al matar?- sus ojos brillaban, ávidos por una respuesta.

-¿para qué quieres saber algo como eso?- le preguntó molesto. ¿Por qué me pregunta eso? Pensó Dilandau.

-Vamos, sólo es curiosidad. Puedes responder con toda confianza- le dijo Garufo. Dilandau se quedó pensando un poco, tratando de revivir aquella sensación. "Vamos, no tienes que pensarlo tanto. Sabes perfectamente lo que sentiste. Lo disfrutaste... te gustó matar a ese maldito hijo de puta de Marcos, te dio gusto sentir cómo tu espada atravesaba el estómago de ese infeliz" Esa voz de nuevo, esa voz volvía a entrar sin permiso en su mente.

-No sé como explicarlo- le respondió Dilandau de mala gana. "Por supuesto que lo sabes. Te emocionaste hasta sentir escalofríos, ¿o acaso no recuerdas cómo sentías el desgarramiento de los músculos al interior del maldito infeliz a través de tu espada?.

-Inténtalo- le insistió Garufo. Dilandau maldijo en su interior, harto de que Garufo lo atosigara con aquella pregunta. Estaba buscando una respuesta que fuera políticamente correcta y que al mismo tiempo satisficiera a Garufo, cuando un joven vestido completamente de blanco entró a la habitación. Se veía un poco mayor que Dilandau y se veía bastante asustado, en su mano traía una bandeja con una pequeña bolsa transparente, un par de jeringas y una tijera. Los dos guardaron completo silencio al momento que el joven entró.

-Con su permiso, Garufo sama, Dilandau sama. Vengo a cambiar su suero- dijo mientras hacía una pequeña reverencia. Garufo respondió su venia, indicándole que pasara. El chico se acercó temeroso de realizar su labor. Dejó la bandeja en la mesa que estaba al lado de la cama de Dilandau y tomó una de las jeringas. Con mucho cuidado y recelo, tomó el brazo izquierdo de Dilandau y le injectó el líquido de la jeringa. Luego, dejó la jeringa en la misma bandeja y tomó la tijera y la bolsa de suero. Mientras cortaba la bolsa y volvía a dejar la tijera en la bandeja, Dilandau lo observó detenidamente. "Sería una buena idea que se lo mostraras en lugar de explicárselo con palabras"

-¿quieres saber lo que sentí?- le preguntó Dilandau a Garufo sin apartar la mirada del joven que vaciaba el contenido de la bolsa en el recipiente que contenía el suero en alto, para que éste llegara poco a poco a sus venas. Su corazón comenzó a palpitar y aquella excitación que había sentido cuando mató a Marcos apareció firme e impetuosa.

-¿De verdad quieres saberlo?- su rostro cambió completamente y sus pupilas se iluminaron de inmediato, volviéndose mucho más rojos y brillantes. Una sonrisa falsa y vacía apareció en su rostro. "¡Vaya, sí que quieres hacerlo!" le dijo la voz. Al fin sabía de qué se trataba, aquella voz era su propia voz, una faceta de Dilandau que había estado intangible en su mente y que ahora había tomado forma. Claro que quiero hacerlo. Con una rapidez envidiable, tomó la tijera que estaba en la bandeja y afirmando al chico de un brazo, enterró la tijera en su estómago. El chico gritó de dolor y su impecable traje blanco se fue tiñendo rápidamente de color rojo. Siguió gritando por un momento, hasta que la voz ya no le salió por la boca. Lo único que salía de ella, era sangre. El chico lo miraba suplicante, preguntándose qué demonios había hecho para merecer ser apuñalado por aquel loco.

-Nada personal, chico. Pero este señor quería saber lo que había sentido al matar a una persona. Y pensé que era mejor mostrárselo con hechos- le dijo fríamente al chico mientras le sacaba la tijera de su estómago. Garufo sólo se inclinó en su asiento, totalmente descolocado con la acción de Dilandau. Trató de mirar de reojo hacia los espejos, esperando ver las caras de sus colegas ante aquella inesperada acción, pero no podía ver nada.

-Muchas gracias por haber sido útil a tu patria- le dijo Dilandau y luego de eso, abrió la tijera y le cortó el cuello. Un chorro de sangre le saltó a la cara, manchando su blanca camisa, su pelo albino y parte de la muralla que estaba a su espalda. Luego de eso, dejó caer el cadáver del chico al suelo junto con la tijera.

-¿Te quedó claro ahora?- le preguntó a Garufo con una frialdad que le congelaba los huesos. Él no respondió nada.

-Supongo que tampoco recibiré algún castigo por esto, ¿o me equivoco?- preguntó Dilandau con soberbia. Después de todo, si lo habían encubierto por lo de Marcos y compañía, ¿a quién le importaba un pobre diablo como el que acababa de matar?

-No. Por supuesto que no- titubeó Garufo. Era la primera vez que Dilandau lo veía inseguro. Y ver la confusión en el rostro de Garufo le gustó mucho.

-Entonces. ¿Me vas a decir por qué demonios estoy aquí?- le preguntó Dilandau. Garufo volvió a sentarse bien y carraspeó un poco antes de ponerse a hablar.

-Ya te diste cuenta de que estamos dispuesto a darte una serie de beneficios, mi querido Dilandau, pero no por eso vas a abusar de ello. Así que espero que actos como el reciente no vuelvan a repetirse- le dijo indicando el cadáver del chico que yacía en el piso

-Estamos haciendo esto porque creemos que eres el único capaz de realizar la gran empresa que se propone concretar nuestro Emperador Lord Dornkirk. Debes saber que todo nuestro proceder cuenta con la venia de nuestro Emperador, así que puedes darte cuenta de lo importante de la misión- mientras Dilandau se limpiaba el rostro, Garufo le explicó todo lo relacionado a su próxima misión. Todo lo que tenía que hacer era capturar un dragón blanco, que al parecer era una pieza clave para que Lord Dornkirk llevara a cabo sus planes. La tarea a simple vista parecía muy fácil, pero uno no se encontraba con un dragón blanco a la vuelta de la esquina. Él y sus soldados trabajarían en la misión junto con Folken y debían llevar a cabo la misión a como diera lugar.

-Si tienes alguna duda, lo arreglaremos una vez que estés en condiciones de retomar tus labores. Una vez que esto suceda, se concertará una reunión con Folken para hablar sobre los detalles de la misión- Garufo volvió a tomar su forma de hablar acompasada y fría. A Dilandau no le parecía nada de mal lo que le acababan de proponer, es más, estaba emocionado de poder poner todo ímpetu en la misión.

-Ahora, si me disculpas- dijo Garufo levantándose de su asiento -debo retirarme-

-Un momento- lo detuvo Dilandau. Garufo lo miró esperando las palabras de Dilandau.

-¿Qué pasó con Arlet?- había recordado que Marcos y sus soldados fueron expulsados simbólicamente del Ejército por sus faltas. Eso quería decir que no tenían derecho a ser enterrados en el Cementerio Militar. Y aquello era una de las peores deshonras que podía sufrir un soldado.

-Supongo que será enterrada en una fosa común- le respondió Garufo indiferente -ella también fue expulsada del Ejército de Zaibach.

-Quiero que se le entierre en el Cementerio Militar. Como si fuera uno de mis soldados- demandó Dilandau. No sabía por qué lo hacía, sobre todo después de lo que había pasado. "¿Otra vez pensando en ella? Deberías dejar que esa maldita perra se pudriera en una fosa común de mala muerte. Es lo único que se merece después de todo lo que te hizo" le dijo su nueva voz en su mente, pero se negó a escucharla.

-Pero Dilandau, no hay nada que podam... -

-Claro que pueden hacerlo. Si pudieron encubrirme, no tendrán problemas en dejar que Arlet sea enterrada junto con otros honorables soldados. Después de todo, ella fue parte de los Dragonslayers y nadie fue capaz de darse cuenta- le dijo Dilandau. Su mirada era seria e inquisidora y por un breve momento, Garufo tuvo la sensación de que Dilandau sabía todo acerca de su proyecto. Sin embargo, aquella sensación lo abandonó de inmediato. Eso era imposible.

-Está bien- fue todo lo que le dijo.

-Ordénale a Gatty que se encargue de todo. Él sabrá que hacer- le dijo Dilandau y se acomodó en su cama

-Y por favor, que alguien venga a limpiar este desastre-

Gatty recibió la orden del mismo Garufo, quien le delegó la responsabilidad de dirigir a los Dragonslayers durante los cinco días de recuperación de Dilandau. Gatty se ocupó de todo y en general no tuvo ningún problema para conseguir el ataúd o para retirar el cuerpo de la morgue una vez que todas las investigaciones fueron terminadas. Arlet fue enterrada con el uniforme de los Dragonslayers y cuando la colocaron en el ataúd, se podían apreciar en su rostro extremadamente blanco las cicatrices de su pelea contra Marcos. A pesar de eso, a Gatty le pareció que se veía bonita. Por supuesto, a nadie le comentó su parecer. Como él era el único autorizado a visitar a Dilandau, el día anterior al entierro le informó que todos los preparativos para el entierro estaban listos y le preguntó si iba a estar en condiciones para asistir. Dilandau le dijo que aún se sentía mal, así que le sería imposible, pero la verdad era que no sentía ganas de ir. El que haya mediado para que Arlet tuviera una sepultura deciente (digna de un Dragonslayer) no significaba que la había perdonado por lo que había hecho. Suponía que todavía sentía rabia contra ella, pero esperaba que con el tiempo, aquel sentimiento fuera amainando. Pero por el momento, lo único claro era que se sentía demasiado dolido y su orgullo no lo soportaría. Además, sentía que no podría soportar el hecho de verla enterrada bajo tierra y que no podría controlarse ¿Y si le daba algún estúpido arrebato en medio del entierro? No podía darse el lujo de mostrarse así ante sus soldados, eso haría que ellos perdieran todo el respeto que sentían hacia él. Sabía que eso era lo mejor, además, lo único que quería en ese momento era olvidarse de ella, y sabía que eso no lo iba a ayudar. Gatty también le informó que le habían estado llegando archivos de postulantes para el lugar de Arlet, pero Dilandau fue enfático en ordenar que de ninguna manera iba a aceptar algún reemplazo para Arlet. Había decidido que si alguien de su escuadrón moría, jamás sería reemplazado.

Aquel día, todos tomaron desayuno en silencio y casi no se miraron a la cara. Un transporte especial los bajó a tierra firme y los condujo al Cementerio Militar. La procesión fue bastante simple y pequeña, ya que sólo estaban los quince Dragonslayers restantes. Una vez que el transporte los dejó en el lugar en que Arlet sería enterrada, Gatty pronunció un pequeño, pero emotivo discurso y luego de eso, entre ellos mismos bajaron el ataúd y procedieron a enterrarla. Una vez que el ataúd fue enterrado y cubierto con tierra, los quince Dragonslayers se colocaron alrededor del lugar en donde había sido enterrada Arlet y uno a uno fueron dejando caer sobre la tierra húmeda una rosa roja. Después, cada uno se fue marchando y volvieron por su cuenta al Vione. Las últimas personas que se quedaron en el Cementerio fueron Miguel, Gatty, Chesta y Guimel, quienes se quedaron un momento más hablando sobre ella, sobre lo que habían pensado de ella cuando había llegado al Vione, sobre sus cambios de genios, su persistencia y su actitud muchas veces rebelde frente a Dilandau. Aquellos recuerdos llegaron a sus mentes con ternura y los compartieron con candidez. Después de todo, ellos habían sido las personas más cercanas a ella después de Dilandau. Sólo Miguel y Gatty sabían qué tan cercanos habían llegado a ser Dilandau y Arlet, pero Chesta y Guimel podían perfectamente imaginárselo. Cuando decidieron irse, cada uno dejó caer su rosa a los pies de la pequeña lápida. Y cuando se fueron, el viento se encargó de deshojar las quince rosas que descansaban a los pies de la lápida de Arlet, en la tierra húmeda del Cementerio Militar de Zaibach.

El Minuto Cultural de Hotaru

Hola a todos, este es el último capítulo de este fanfic, espero que les haya gustado, pero que esperen un poco más, ya que tengo preparado un pequeño epílogo y un último "Minuto Cultural" en donde hago los últimos comentarios sobre el fic en general y doy agradecimientos varios . Irónicamente, justo ahora que tenía todo listo, mi querido PCsito volvió a averiarse, así que estoy buscando a alguien que me arregle el PCsito. Afortunadamente el disco duro está intacto, y el fic entero está respaldado, lo único que no alcancé a respaldar fue el último minuto cultural ¬¬u

Bueno, una vez muchas gracias a todos por leerme y volveré luego con el Epílogo.