I. La chica misteriosa

Era una noche sin luna. Una noche sin estrellas. Se escuchaba el rugir de los árboles al ser acariciados por el viento. Todo había desaparecido. Todo estaba destruido. Era como si fuera un pueblo desierto. Sin embargo, la chica vagaba por las calles sin tener un rumbo fijo. Sólo pensaba en la destrucción que mató a su padre. Un fuego inmenso consumió su humilde hogar y con ello la posibilidad de saber que camino tomar en las decisiones de la vida. De repente escuchó un ruido tras ella. Sabía que alguien la seguía. Era extraño puesto que todo estaba destruido. No volteó. Voltear sería señal de miedo. Aceleró el paso. Las pocas luces de los postes dibujaban la sombra de la chica. Los pasos se acercaban a ella. La mujer comenzó a correr. No sabía porque lo hacía, pero presentía que si la atrapaban todo terminaría para ella. Siguió corriendo. La neblina la arropaba. Sentía respiraciones agitadas muy cerca de ella. Su piel estaba erizada. Un escalofrío inundó sus sentidos. Estaba atrapada. Era un callejón sin salida. Tenía que voltear pero tenía miedo de encontrarse realmente con algo o alguien horrible. Tal vez aquél que destruyó su casa y su pueblo. Capeside. Un pueblo pequeño al sur de Londres, pero sumamente caluroso. No quedaba más remedio. Volteó. Para su sorpresa, no había nadie. ¿Nadie la seguía? ¿Todo era producto de su imaginación? ¿Tan aturdida estaba que ya escuchaba cosas? ¿Qué seria de su vida? ¿A dónde iría?

La chica decidió primero salir de ese callejón. Si tuvo suerte que nadie la estuviera siguiendo, no la tendría dos veces. Caminó por las calles. Todo seguía desierto. De repente vio una sombra. Estaba segura que no era la de ella. Nuevamente sintió una corriente de energía pasar de sus pies a la cabeza. La sombra se acercaba a ella. Su cara de terror se pronunciaba en aquella cara joven y angelical. Sus ojos negros se acrecentaban al sentir que alguien o algo se acercaba a ella. Se dio la vuelta rápidamente y se disponía a escapar cuando vio que otra sombra se acercaba a ella. Esta vez la seguían y estaba atrapada. Pretendía escapar por los lados, pero estaba rodeada. Una voz ronca se escuchó desde el medio del círculo en el cuál la habían aprisionado.

-¿Pretendes escapar?

Pero la chica no dijo nada. La voz continuó...

-No debes temes. Naciste para servirme algún día y ya ha llegado la hora. No puedes escapar de tu destino.

-¡Yo no lo conozco! ¡Yo no le sirvo a personas extrañas!

-Por eso mismo vengo a buscarte. Te me has escabullido muchas veces. Nos conoceremos y nos llevaremos bien. No te preocupes.

-¡Dije que no! ¡No iré con usted!

-No te estoy preguntando si quieres venir conmigo o no. Es una orden. ¡Agárrenla!

Varios hombres encapuchados cogieron a la joven por los brazos y la acercaron al de la voz ronca.

-Eres hermosa. Lástima que seas tan arrogante. Pero ya se te quitará lo arisca. ¡Llévensela! Malfoy necesito hablar contigo.

Los hombres arrastraban a la chica hacia un callejón. Ésta trataba de safarse, pero se lastimaba más cada vez que lo hacía. Trataba de encontrar en aquellos hombres algún rostro que pudiera reconocer, pero le era imposible. Miró más allá, dónde hace par de segundos estaba, y vislumbró a un hombre rubio hablando con otro más alto que él, pero tampoco les pudo ver la cara. De momento una luz se vio en el cielo. Un ruido extraño se escuchó en la calle donde se había suscitado el secuestro de la chica.

-¡Dumbledore! – dijo el hombre de voz ronca. Luego de decir esto desapareció con tan solo sonar sus dedos (clic).

Los encapuchados rodearon a la joven haciendo una barrera entre el ruido, las luces y ellos. Un pájaro con hermoso plumaje rojo y amarillo se alzó en vuelo y picoteó a los hombres. Estos rompieron la barrera y se dispersaron para tratar de deshacerse de los ataques del pájaro. Hechizos comenzaron a salir de sus varitas. Mientras los hombres luchaban contra el pájaro, un hombre alto, túnica morada y barba blanca larga rescataba a la chica desmayada. La subió a una motora voladora. El pájaro los siguió y desaparecieron en las profundidades de la fría noche.