Capítulo 9

Los Duendes.

Harry espero a que el ministro y Percy salieran, y adopto de nuevo la forma de Dudley Dursley, y se coloco una capa negra con una capucha que le cubría la cara, antes de que Tom entrara.

Cuando el dueño del Caldero Chorreante entró Harry le pidió que le sirviera un desayuno tardío, y espero pacientemente a que Percy regresara con sus credenciales de embajador a Gringots, y los documentos que lo declaraban adulto legalmente.

Harry seguía bajo la capa cuando el ayudante del ministro de la magia llegó, haciendo caso omiso de él, Percy dejo el fajo de papeles sobre la mesa, y se giro para salir, sin decir una palabra.

- ¿No vas a darme las gracias Percy? - Pregunto suavemente Harry.

- ¿Por que debería darte las gracias? - Exigió furioso Percy, dándose la vuelta para enfrentar a Harry.

Harry se levanto y cogiendo los documentos de encima la mesa los guardo bajo su capa.

- Yo creía que el nombramiento de enlace del nuevo concejo con el ministerio, seria una importante promoción en tu carrera. - Dijo tranquilamente Harry.

Sin esperar respuesta Harry paso al lado de un enmudecido Percy y se dirigió a la puerta.

- Realmente no hace falta que me lo agradezcas, no lo hice por ti, lo hice por tus padres y tus hermanos, a ellos aun les duele vuestro distanciamiento. - Afirmo Harry abriendo la puerta. - Deberías replantearte tus prioridades Percy, incluso los Slytherin comprenden que los lazos familiares son más importantes que la ambición personal, los cargos y los políticos que los ocupan, vienen y van, pero los padres y hermanos siempre están allí.

Sin decir nada más Harry cerro la puerta detrás de él, y abandono el Caldero Chorreante.

Una vez en la calle Diagon, Harry se aseguro que su capa lo cubría completamente y se dirigió a grandes zancadas hacia Gringots, tras atravesar las grandes puertas del banco de los duendes, se dirigió a la primera ventanilla vacía y entregando sus credenciales como embajador del ministerio, exigió hablar con la junta de gobernadores del banco.

Harry sonrió bajo su capa, cuando el duende perdió su compostura habitual, y se apresuro a salir de detrás de la ventanilla, y lo acompaño a través de una larga serie de intrincados corredores, hasta una lujosa sala de espera, donde le pidió que permaneciera hasta que vinieran a buscarlo.

Harry se alegro de haber comido antes de ir a Gringots, dado que, como averiguo sondeando la mente de los Duendes, estos le hicieron esperar cerca de seis horas con la intención ponerlo nervioso.

Desgraciadamente para ellos, esto jugo principalmente a favor de Harry, la mente de los Duendes es sustancialmente diferente de los humanos, y Harry necesito la mayor parte de este tiempo para ordenar a través de esas diferencias y poder sondear sus mentes, pero una vez consiguió hacerlo, la valiosísima información que obtuvo, compenso sobradamente el esfuerzo.

Finalmente el Duende que lo había acompañado, regresó con una numerosa escolta de Duendes fuertemente armados, y lo guió hasta una gran sala adyacente.

Los Duendes acompañaron a Harry, hasta una silla alta de mármol sumamente incomoda situada en el centro de la sala, y se retiraron rápidamente.

Harry no pudo dejar maravillarse ante el esplendor de la sala del consejo de los duendes, alrededor de la sala desde un suelo de la más pura obsidiana, una docena de columnas bellamente talladas se elevaban por más de un centenar de metros del suelo para converger en el techo, formando una gigantesca bóveda de paredes invisibles, rodeada por completo por un mar de lava incandescente.

Tras unos segundos, la vista de Harry se fijo en los ocho duendes sentados en ostentosos tronos de oro y piedras preciosas, distribuidos en un semicírculo frente a él.

Sonriendo afectadamente, Harry se quito la capa y plegándola la dejo sobre el brazo de su silla, y procedió a sentarse tranquilamente.

- ¿Señor Potter? - Inquirió uno de los duendes fingiendo sorpresa primero, y luego indignación. - Se nos anuncio la presencia de un embajador del Ministro de la Magia. ¿Que significa esto?

- ¿Quizás signifique que yo soy un embajador del Ministro de la Magia? - Respondió con voz inocente Harry. - ¿No cree, Consejero Romglal?

Boqueadas de desconcierto recorrieron a los Duendes sentados ante Harry, cuando este identifico por su nombre a su interlocutor, habían trascurrido innumerables décadas desde que un mago o bruja había identificado un Duende por su nombre, y la identidad y el nombre de los miembros del consejo era un secreto cuidadosamente guardado incluso entre las filas de los Duendes.

- Ustedes han examinado mis credenciales, y saben que son autenticas. - Agrego fríamente Harry. - Así que les agradeceré que no las cuestionen, o finjan sorpresa ante mí identidad, ustedes han sabido quien yo era desde que puse un pie en su banco esta mañana.

Los duendes se miraron entre sí sorprendidos, era cierto que ellos habían sabido quien era Harry desde el principio, y solo habían fingido sorpresa a su identidad a la espera de obtener alguna ventaja en la negociación subsiguiente, pero eso era debido a uno de los dones poco conocidos de los Duendes, su capacidad de ver las auras de los seres vivos.

Un aura permite identificar inequívocamente a cualquier ser vivo, independientemente de cualquier fingimiento mugle o mágico que este lleve, es gracias a ello que resulta imposible a alguien que no sea el dueño o este debidamente autorizado por este obtener el acceso a una de las bóvedas de Gringots, los Duendes usan su magia para marcar tanto las bóvedas como sus llaves con las auras de sus dueños, haciendo inútil cualquier tipo de engaño.

Las auras también permiten percibir el nivel de poder mágico de un ser vivo o su estado emocional, algo que los Duendes han aprendido a usar a su favor en las negociaciones con otras razas, saber cuando alguien esta tranquilo o nervioso, es un buen indicativo de hasta donde se puede presionar, o cuando es conveniente ceder.

Pero como pronto van a descubrir gracias a Harry, poder leer la mente del adversario es mucho más útil en una negociación, y ayuda a mantener la calma en todo momento.

- Señor Potter, nosotros no ponemos en duda sus credenciales, si no el hecho que usted es un menor, y el ministro no puede nombrarlo como embajador. - Respondió finalmente otro Duende.

- Me temo que su información esta desfasada, pero no lo sostendré contra ustedes dada la inmediatez del evento. - Respondió con voz segura Harry. - El Ministro de la Magia, considera que subsecuentemente los varios atentados infringidos contra mi vida por parte de Lord Voldemort, es mi bien y en el del mundo mágico, que yo pueda actuar sin restricciones en cualquier circunstancia que se pueda dar.

Harry hizo una pausa mientras sacaba de su túnica los documentos que le declaraban mayor de edad.

- Aquí están los documentos que me declaran mayor de edad, si quieren examinarlos. - Anuncio con una sonrisa en los labios Harry, ofreciendo los documentos a los Duendes.

A una señal de un miembro del consejo, uno de los Duendes de la escolta recogió los documentos y se los acerco, tras examinarlos cuidadosamente el Duende se los devolvió al guardia, que a su vez se los entrego a Harry.

- Los documentos son verdaderos, pero esto es realmente muy irregular. - Declaro el Duende que los había examinado. - ¿Por que razón Cornelius Fudge firmaría semejante documento?

- Ustedes conocen mejor que nadie el alcance de mi fortuna personal, el poder mágico que yo poseo, y consecuentemente el hecho que soy el único que tiene una oportunidad de derrotar a Lord Voldemort, así como la fama y influencia que ostento en el mundo mágico, y la que ostentare si derroto a Lord Voldemort. - Replico con tono altivo Harry. - No me hagan perder el tiempo, ustedes saben exactamente cual es mi posición, y yo sé cual es la suya, así que terminen con este juego del gato y el ratón.

- ¿Señor Potter me permitiría preguntarle a que se refiere con su fortuna personal? - Inquirió uno de los Duendes tras unos segundos de tenso silencio. - Sus padres le dejaron una cantidad apreciable, pero lejana de lo que podría ser calificado como una fortuna.

- Si, Yo vi con mis ojos como mi padrino fue asesinado, si, yo tengo una de las varias copias de su testamento,... Y si, yo conozco sus valiosas contribuciones a la fortuna de mi padrino. - Respondió sarcásticamente Harry. - Esto es lo que querían preguntar realmente. ¿No?

Los ocho Duendes sentados frente a Harry se tensaron visiblemente, y varias miradas de odio se encontraron con la de Harry.

- ¡Oh! Esta mañana justo antes de venir desayune con el Ministro de Magia, y él tuvo la delicadeza de aclararme algunas dudas sobre el testamento de mi padrino, realmente es un hombre muy amable cuando se le conoce, y esta muy interesado en los resultados de esta reunión, tanto que a pedido a su subsecretario que espere fuera para que yo pueda informarle de como ha ido todo tan pronto como haya terminado aquí. - Dijo Harry con fingida inocencia, para añadir con tono amenazador. - Así que a menos que quieran ver al profesor Dumbledore y sus aliados entrando en su banco al frente de los Aurores, les sugiero que no actúen precipitadamente, no es bueno para los negocios.

Un Duende sumamente anciano que aun no había hablado, se levanto y avanzo lentamente hasta situarse a escasos metros de Harry.

- ¿Por que debemos escucharlo, en lugar de usarlo como moneda de cambio, y forjar una alianza con el Lord Oscuro? - Pregunto el Duende con voz monótona. - Sin lugar a dudas será muy generoso, si además de nuestro apoyo, le entregamos a Harry Potter.

- Por que Lord Voldemort solo honraría su alianza mientras los necesitase, él no toleraría fuerzas y poderes independientes fuera de su control, una vez se hubiera hecho con el control del mundo mágico volvería sus fuerzas contra ustedes. - Respondió con frialdad Harry. - Además el objetivo final de Lord Voldemort es esclavizar el mundo mugle, y si ocurre ustedes perderán sus inversiones allí, así como la posibilidad de crear de nuevas.

- Parece como si ya hubiéramos perdido nuestras inversiones allí. - Objeto el Duende sin apartar la mirada de Harry.

- ¡Oh! Nada más lejos de la realidad. - Afirmo sonrientemente Harry. - Yo estoy dispuesto a permitirles recuperarlas, por un precio razonable naturalmente.

- ¿Considera razonable que paguemos para recuperar lo que es nuestro? - Inquirió el Duende.

- Un pago por el alquiler de mis empresas y propiedades en el mundo mugle. - Corrigió tranquilamente Harry. - Ustedes han incumplido los acuerdos entre los magos y los Duendes al usar las propiedades de mi padrino para invertir en el mundo mugle, sé que esperaron que estando en Azkaban primero y en la fuga después, ustedes podrían liquidar sus inversiones y cubrir sus huellas antes de que nadie pudiera averiguarlo, pero no a ocurrido como habían planeado.

Harry espero unos segundos mientras los Duendes asimilaban sus palabras, antes de que con estudiada indiferencia soltara la bomba.

- Además, ustedes deberían estarme agradecidos eternamente por haber convencido al Ministro de la Magia que les hiciera la oferta que les traigo. - Dijo sin inmutarse Harry.

- ¿Y Cual seria esa gran oferta? - Pregunto el Duende frente a Harry.

- El permitirles adquirir empresas y propiedades en el mundo mugle. - Contesto con una sonrisa de superioridad Harry.

Y tras estas palabras se desencadeno el pandemonium, exclamaciones de sorpresa de los miembros de la escolta, se unieron a los gritos de incredulidad de los consejeros, mientras unos se aferraron desesperadamente a sus tronos, otros se levantaron y avanzaron hacia Harry, pareciendo dispuestos a desgarrarlo con sus propias manos.

- ¡¡¡Basta!!! - Ordeno el consejero situado de pie frente a Harry.

Inmediatamente los Duendes se calmaron y recobraron su compostura, mientras sin molestarse a comprobar los resultados de su orden, el anciano Duende clavó su mirada fijamente en Harry durante varios minutos, finalmente sin decir nada, se giro y retrocediendo sobre sus pasos se sentó en su trono.

- Señor Potter, hay en usted mucho más de lo que habíamos previsto. - Afirmo con voz desapasionada el Duende.