XVII. El poder de la naturaleza
Cuando se echaron a correr, tuvieron que detenerse. Todo había oscurecido de momento. Pero no era porque era de noche, si no porque era una oscuridad aterradora. Los truenos comenzaron a caer. Las gotas de lluvia caían tan fuertes que parecían granizos.
-Harry, esto se está poniendo feo.
-Sí. Nunca había visto un clima igual.
-Esto no me gusta nada.
-Mejor vámanos. Revisaremos la carta allá con los chicos. – Cuando se disponían a seguir su camino vieron una sombra enorme que se les venía encima. Miraron hacia arriba y lo que veían era una manta de pelo oscuro. Siguieron sus miradas elevándose hasta que se encontraron con dos ojos negros de una mirada profunda. La sangre de los dos chicos se heló. Sus corazones latían aceleradamente. Sentían como si un balde de agua fría les caía encima.
-¿Qué es eso Harry?
-No tengo ni idea, pero lo que sí sé es que si no salimos ahora, no viviremos para averiguarlo. A la cuenta de tres salimos corriendo hacia la trampilla sin mirar hacia atrás. 1, 2, ¡3! Los chicos corrieron por todo el patio hacia la trampilla sin mirar hacia atrás, pero estaban seguros que la criatura espantosa los seguía de cerca. Lograron entrar en la trampilla, pero la Bestia no se rendía. Rugía ferozmente. Cho estaba sumamente asustada.
Vete Cho. Yo me quedo aquí hasta cerrar la puerta de una forma segura.
-Pero Harry...
-¡Vete! – y Cho no lo pensó dos veces. Salió corriendo por el pasillo oscuro el cual la conduciría hasta el pasillo secreto donde estaba el cuarteto. Mientras que Harry se quedó luchando con la fuerza que hacía la Bestia corromper la trampilla. Harry logró alcanzar un pedazo de estaca de madera que yacía en una orilla de la trampilla y la atravesó en la puerta creando una especie de seguro. Unos minutos más tarde escuchó un estruendo. Rápidamente se dio cuenta que la Bestia fue atacada por el Sauce Boxeador. (A pesar de que la trampilla del Sauce dirigía a Hogsmeade, Dobby encontró una puertesita que dirigía a un pasillo oculto dentro de Hogwarts.) Harry aprovechó el incidente y corrió por el túnel de la trampilla hacia el cuarto secreto.
-¡Harry!
-¿Qué pasó?
-¿Estás bien amor?
-Sí. Era una criatura enorme. Más alta que un gigante. Y estaba lleno de pelo.
-Y un hedor putrefacto.
-¡Cállate estúpida! ¡Fuiste capaz de dejar a Harry sólo a puesto que me lo mataran!
-Ginny, amor, por favor. – Harry dijo estoy y miró a los demás. – Sí, nunca antes había visto algo tan horrible. - (Se escuchó un trueno)
-Está feo allá afuera, ¿verdad? – preguntó Ron.
-Fue de repente. Todo se volvió oscuro. Comenzaron los truenos y las gotas parecían granizos.
A todo esto Hermione escuchaba atentamente. Hubo un silencio de un minuto y de repente vieron a Hermione sentarse alrededor de muchos libros.
-¿Qué pasa Hermione?
-Creo saber cuales son esas criaturas Harry y... - Hermione levantó sus ojos. Estaban llenos de lágrimas. – si lo son, estamos perdidos.
-¿Qué? ¿Por qué? - preguntó Ron.
-¿Se acuerdan del ataque a Hogsmeade?
-Si – dijeron todos.
-Pues estuve investigando sobre las criaturas que emanan hedor mortífero.
-¿Y encontraste algo?
-Sí. Encontré que se llaman "Bestias". Sus cuerpos están forrados de un pelaje grueso. Son más altos que los gigantes y cuando tienen un enemigo en la mira, de su cuerpo emana una hedor capaz de matar de inmediato 50 personas a la misma vez.
-¿Pero quién es capaz de soltar semejante criatura? – preguntó Cho aterrorizada.
-No se sueltan, se crean.
-¿Se crean?
-Son creadas por un medallón.
-¿Medallón?
-Sí.
-¿Y se pueden controlar con el medallón?
-Sí, pero si tienes las tres piezas esenciales te conviertes en dueño y señor de todo el ejército de las Bestias.
-¿Cuáles tres piezas?
-Dice acá: "la corona y los dos medallones.
-¿Qué? ¿Entonces hay otro medallón que puede crear estas criaturas? ¡Será una epidemia!
-Sí, exactamente.
-¿Y cuando estaban allá afuera habían muchas?
-Sí. Pero la que pudimos ver fue la que estaba bien cerca de nosotros a punto de atacarnos?
-¿Y quién querría crear estas...? – dijo Cho entre pensamientos tratando de asimilar todo lo que había sucedido minutos antes, incluyendo la conversación de Hermione.
-Lord Voldemort – dijo Harry sabiendo perfectamente que al mencionar estas dos palabras estaba sellando su sentencia de muerte.
-¿Dónde estamos?
-En un museo.
-¿Y cómo lo descubriste?
-Tuviste mucho tiempo para salir con Madley.
-OH perdóname.
-No hay problema Lina.
-Sí, sí lo hay. Mira Severus, no fue mi intención que todo resultara así. Cuando vi la foto de Madley en el Profeta, jamás imaginé que las cosas se complicarían tanto. Yo sabía que tenía que ser algo relacionado a Voldemort, bueno en realidad, yo pensé que era él pero con un hechizo rejuvenecedora. No pensé que hubiera un hijo de Voldemort abandonado a la suerte.
-¿Ahora te da lástima, cierto? – dijo Severus furioso.
-Pues no es eso. Pero imagínate que Voldemort se llegara a enterar que tiene un hijo y que es poseedor de una corona y un medallón que es capaz de destruir la faz de la tierra en segundos. Juntos irían en busca del otro medallón y no quiero ni saber lo que nos puede suceder a todos.
-La verdad que sería un caos total, tanto para el mundo mágico que para el mundo muggle.
-Gracias a Dios, Madley no conoce las funciones de las dos joyas que tiene.
-¿Lina?
-¿Qué?
¿Has intentado usar tu marca para hacer magia?
-Fíjate, no exactamente.
-¿Qué has hecho?
-Pues hace un ratito traté de concentrarme y de sentir algo extraño, pero no pasó nada.
-¿Pero no los atacó?
-No, la bestia solo nos miró.
-Era como si una fuerza redijera que no nos atacara.
-Pero de repente la orden se esfumó y la Bestia reaccionó.
-¿Y no lo has vuelto a intentar?
-No. ¿Para qué si no sucede nada?
-¿Qué son esos gritos?
-Son de la Profa. Jenny. (Profa. de DCAO)
-Sí, pero hay otros.
-¡¡¡Uhi!!! ¡El temblor!
-¡No es temblor Ginny, es la Bestia!
-¿Qué? ¿En serio Mione?
-¿Esa cosa cabe acá?
-¡Claro!
-Pero la Profa. Umbridge, ¿dónde se metió?
-Escúchenla. Parece que se tropezó con una de las Bestias.
-¡Todo los estudiantes están en lo Alto de Hogwarts!
-Eso es estar en la boca del lobo en estos momentos.
-¿Escuchan? – dio Ron. Todos se pegaron en la pared. Un ruido a agua se escuchaba.
-¿Está lloviendo?
-Sí. Cuando entramos al colegio esta lloviendo.
-Pero, esto suena más fuerte. – dijo Cho.
-Sí, suena a granizos. – dijo Ron.
-¡¡¡Ahhh!!! – gritó Ginny. Un pedazo de techo se había desprendido. Se podían ver las bestias caminando de un lugar a otro buscando sus presas.
-Shhh. No se muevan. No hablen. Debemos estar tranquilos para que no se den cuenta que estamos acá abajo.
-¿Por qué no intentas concentrarte?
-Ok. Bien. – Lina comenzó a relajarse. Cerró los ojos. Respiraba hondo. Inhalaba y exhalaba. Se concentró simplemente en la marca. Con los ojos cerrados imaginó la marca en su mente. Imaginariamente recorrió todas sus líneas al formar aquellos ojos misteriosos. Pensó para que serviría. Estaba tranquila. Nada la perturbaba. No quería hacerle daño a nadie. Quería saber para que servía esa marca. Quería saber si podría ayudar a alguien. Si podía sentir algo.
-¡Se está hiendo! – dijo Ron
-¿Cómo?
-Sí es cierto, retroceden.
Unos minutos más tarde reinó el silencio, pero nadie se atrevió a moverse de sus refugios.
-Ya pasamos del peligro.
-¡Por fin estamos a salvo!
-Qué susto pasé.
-Oigan, chicos...
-¿Qué sucede Ronny? No te preocupes ya las bestias se fueron.
-No es eso.... ¿qué es ese ruido?
Todos los chicos hicieron silencio y con cara de susto se concentraron para escuchar mejor.
-¡Las Bestias! ¡Regresan!
-¡No! No... No apesta... más bien parece una cascada
-Parece como si 50 bestias de esas corrieran hacia nosotros.
-OH. OH. – dijo Cho. La chica se encontraba de frente a la pared que da para el acantilado.
-¿Qué? – preguntó Harry. Entonces fue cuando vio lo que ocurría. La pared se estaba agrietando y botaba pequeños chorros de agua. - ¡Corran! ¡Corran! ¡La pared se destruye!
-¡Por las Barbas de Merlín!
Todos los chicos corrieron hasta salir por el pasillo. Tras de ellos escucharon un estruendo. La pared explotó. Una inundación iba tras de ellos. Lamentablemente la corriente era demasiado fuerte y los alcanzó. Ellos trataron de salir a flote nadando. Usaban los artefactos que el agua arrastraba a su paso, como pedazos de madera o de la misma pared. Las escaleras estaban cerca. Tenían que llegar o estaban perdidos.
-¡Ahhh! ¡Ayúdenme! - gritó Cho. El agua la había hundido. Estaba atrapada en los pedazos de escombros y la jalaban hacia abajo. - ¡Ayu...den...me! - decía la chica tragando agua a millón. Harry se dirigí hacia ella.
-¡Harry, no! – gritó Ginny y se detuvo en las escaleras. -¡Sigue Ginny! ¡Sig...! - en ese momento el agua también lo alcanzó a él y quedó sumergido bajo el agua.
-¡Harry! ¡No! – Ginny iba a virar y buscarlo.
-¡NO Ginny, vamos! - Ron la agarró por el brazo y se la llevó a rastras.
Harry salió de debajo del agua y nadó hasta donde estaba Cho. La chica yacía flotando entre los muebles, estatuas y demás artefactos que habían sido afectados por la inundación. Harry la cogió por la cintura y nadó con ella hasta las escaleras. Ya el agua había cedido un poco. La acostó boca arriba. Le cogió el pulso. Éste estaba muy lento. Harry levantó la cabeza de Cho un poco. Le dio los primeros auxilios. Cho despertó y escupió el agua que había tragado hacía unos minutos atrás.
-Gracias Harry.
-De nada. No hay tiempo que perder. El agua puede seguir subiendo. – Los chicos se fueron lo más rápido que podían, pero no corrieron puesto que estaban agotados por el incidente y todavía el agua pasaba por sus pies.
-Hey, Harry, por acá. – les gritó Ron. Los chicos estaban reunidos en las escaleras que dan para la torre norte. Allí se encontraban los profesores y demás estudiantes. La directora nunca se ido cuenta de la ausencia de los chicos. Fueron Dobby y Winky los que notificaron a Umbridge que la parte del sótano se había inundado por las fuertes lluvias que estaban cayendo.
-OH, Harry, mi amor, estás bien. Me asustaste. Quería buscarte pero Ron...
-Ya chiquita, si estoy bien amor. No te preocupes. Estoy aquí contigo. No llores.
-¿Qué demonios hacen las Bestias acá? ¡Pettigrew!
-No... no sé... señor.
-Bueno. Ya ha sido un pequeño escarmiento. Mañana daremos un poco más.
-¿Qué sentiste?
-¿Yo? Nada. Nada de nada. Sólo paz y tranquilidad.
-¿Lina?
-¿Qué? -¿Qué es aquello que se ve por allá?
-¿Qué cosa?
-Aquellas criaturas amarillas.
-¿Te gustan?
-Para nada. – dijo Snape acercándose al lugar donde estaban las criaturas.
-Jaja. ¿Cómo que no? ¡Si son adorables!
-¿Adorables? Son terribles. Tenían que ser inventos muggles. Ahora dio gracias por nunca haber pisado este lado del museo.
-Ahí Severus, por favor. Ya quisiera yo que a veces fueras igual que el gordito. Ese que está ahí. – dijo señalando a un hombre amarillo, gordito, calvo, de pantalones azules y camisa blanca.
-¿Pero que son?
-Se llaman Los Simpson. Es una representación cómica de las supuestas familias típicas muggles. El que te señalé es Homero Simpson, el jefe de la familia. Medio atontado. No tiene mal genio, sólo cuando el momento lo merece.
-¿Tan insoportable soy que te gustaría que fuera estúpido?
-Pues estúpido no, tampoco. Pero la verdad si tienes un geniecito de madre.
-Tú tampoco eres nada de tranquila.
-Sí, lo sé. Tengo un geniecito del demonio. No dejo que nadie me humille.
-Sí. Me he dado cuenta.
-¿A dónde vamos?
-No sé.
-Tengo hambre.
-Vamos a cenar entonces.
-Sí vamos.
-¿Qué comida? – preguntaron los dos a la vez.
-Italiana – dijeron los dos a la vez.
Llegaron a un restaurante de comida italiana. Un mozo los atendió. Pidieron una mesa retirada (a Snape no le gustaba estar muy cerca de todos.) El mozo le ofreció la silla a Lina y ésta se sentó. Les repartió el menú y esperó la orden. Los dos coincidieron en canelones con carne de pollo, salsa roja, extra queso, soda de dieta y postre de calabaza.
-No quiero que nadie se mueva de aquí. Los quiero a todos juntos. ¡Filch! Conmigo. – Umbridge se dirigió con Filch al sótano. Cuando llegaron a las escaleras del pasillo Slytherin se espantaron con la inundación que había. El pasillo estaba desierto. Las luces estaban entrecortándose. Había muebles, sillas, mesas, lámparas, papeles y otros utensilios flotando. El agua burbujeaba. Pareciera que todavía estaba entrando agua en el Colegio por la ruptura de la pared.
-¡¿Qué demonios es esto?! – se asombró Filch. Su gata dio 5 pasos para atrás (le tiene miedo al agua).
-Explotó la pared. – dijo una joven sentada en un banco de madera de uno de los cuadros cercanos.
-Sí, el lago se está desbordando. – gritó un barón de otro de los cuadros.
-¿Cómo así que el lago se está desbordando? ¡Eso es imposible! - dijo Umbridge.
-¿No ha visto el torrencial que está cayendo?
-Sí. De momento todo se volvió negro.
-En los años que llevo acá, y son muchos, jamás he visto cosa parecida. – seguían comentando los cuadros.
-Verifica fuera.
-¿Qué?
-¿Tiene miedo? – dijo Umbridge a Filch
-No... para nada...- Filch subió las escaleras mojadas. Se dirigió a la puerta principal. Cuando abrió la puerta no podía creer lo que estaba viendo. El cielo estaba negro. Lluvia torrencial estaba cayendo. El lago desbordado cubría parte de lo que una vez fue el hermoso patio de Hogwarts. Dio media vuelta y se adentró en el Colegio. Buscó a la directora Umbridge.
-Directora. Tengo malas noticias. Hemos perdido los invernaderos.
-¿Qué? ¿Pero como es eso posible?
-No tengo ni la más remota idea. Lo que vi, en todo el tiempo que he estado en este colegio, es insólito. Todo está bajo agua.
-¿Y que es lo ha visto? ¿Qué más ha visto?
-Las afueras parecen un infierno. Los cuadros tenían razón. Está lloviendo tanto que el lago se desbordó.
-Tal vez eso provocó los terremotos que se sintieron hace un rato.
-Tal vez.
Filch no quiero que repita esta información con nadie. Lo menos que deseo es un caos. Mudaremos y habitaremos a todos los estudiantes acá, en la torre Norte.
-Como usted ordene Directora. – Filch y Umbridge subieron ala torres Norte a darle instrucciones a prefectos y a profesores de lo que hará mientras dure la lluvia.
-¿Escucharon eso? – dijo Ron saliendo de la capa invisible de Harry.
-Lo que no entiendo es que cuando Cho y yo salimos de la cabaña de Hagrid, todo el patio estaba normal, y sí llovía fuerte, pero no tanto como para inundar medio Hogwarts en par de horas.
-Esto no me gusta nada chicos. No es normal esto.
-¿Hermione?
-¿Qué?
-¿El medallón puede crear fenómenos atmosféricos?
-Sí, cualquier cambio en la naturaleza.
-¡Tenemos que avisarle a Dumbledore. La vieja desgraciada esta n pretende aceptar que Voldemort regresó y con todas las fuerzas de la naturaleza.
-¿Pero cómo?
-Lina, Lina, ¡Lina! ¿Por qué no regresas? - decía Mione.
-Sí, ella es la única que puede saber que pretende Voldemort.
-Bueno qué pretende no, porque todos sabemos que lo que quiere es destruir Hogwarts y luego destruirme a mí. -Estoy segura que Lina y el Prof. Snape saben que es todo esto. – decía Ginny. - ¿Qué es esto Harry? - Ginny había palpado la carta que él y Cho habían encontrado en la canastilla de Fang.
-¡Oh! ¡Es cierto! ¡SE me había olvidado! Cho encontró esto en la canasta de Fang.
-Wacala. Está húmeda. ¿No es baba de Fang o sí?
-Creo que sí. Pero no tenemos tiempo ahora para eso.
-¿Qué será?
-Ni idea.
-Esperen. Escuchen. Alguien viene. ¡Rápido bajo la capa!
La gata de Filch se acercaba.
-¿Qué pasa preciosura? ¿Hay alguien que no sigue instrucciones? - Hermione hizo un hechizo que provocó un ruido a espaldas de Filch. Esto hizo que el hombre y su gata dieran la vuela y se acercaran al lado opuesto de los chicos.
-¡Vamos! Poco a poco tenemos que subir a la Torre antes que nos descubren.
El ambiente está templado. Las luces eran suaves y tenues. Uno estaba de frente al otro. Mientras esperaban la cena Lina aprovechó cada segundo en observar a aquel hombre que le hacía temblar de pies a cabeza.
-¿Tienes frío?
-Un poco. – dijo Lina
Snape se levantó. Se quitó su gabán y se lo puso en los hombros a Lina. La chica más temblaba. Snape se volvió a su silla.
-Gracias. – dijo Lina
-De nada.
-Sí, también por tu gabán. Pero... gracias por este tiempito. No tienes ni idea de lo importante que fue para mí este compartir. – dijo Lina y automáticamente le cogió las manos.
-Sí. A mi también me ha hecho bien salir. Esto no se está poniendo nada fácil.
-Sí me imagino. – Lina decepcionada le quitó las manos.
-Lina... yo... - Snape le iba a decir algo a Lina y le agarró las manos antes de que ella las retirara, pero en este instante llegó la comida y el mozo los interrumpió. Comieron sin decir palabra. Solo reinó entre ellos miradas misteriosas que envolvían miles de palabras y sentimientos envueltos en una bruma de silencio. Luego de la cena se fueron directo a la casa. Se bajaron del auto. No decían nada.
-¿Hum, Severus?
-¿Sí?
-Antes de que el mesero llegara tú me ibas ad decir algo. ¿Qué era?
-Uhm... Bueno... era... que yo... este...
-¿Tú qué? Dijo algo ilusionada Lina. La verdad sentía como si Severus le quisiera decir algo importante.
-Bueno Lina yo quería confesarte que.. – Snape la miró a los ojos. - ...que nunca dudé que fueras capaz de descubrir que Madley estaba bien protegido.
-¿qué? ¿Eso era lo que me ibas a decir?
-Sí.
-¿Y para eso me coges las manos?
-Tú también me las cogistes primero.
-Pero no tan efusivo como tú.
-¿QUÉ PENSABAS QUE TE DIRÍA?
-¡NADA! ¡NO PENSABA QUE ME DIRÍAS NADA! ¿PORQUE TÚ NUNCA HACES NADA!
-¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?
-¡QUÉ ERES UN ESTÚPIDO! - LINA LE IBA A PEGAR UNA CACHETADA, PERO SNAPE LE AGARRÓ LA MANO.
-¡ESTÚPIDA NIÑA! ¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?
-¡SÍ ESO ME PASA, QUÉ SOY UNA ESTÚPIDA! ¡NOOO, PERO NIÑA NO! ¡NO SOY UNA NIÑA! ¡SOY UNA MUJER QUE SIENTE! ¡TAN ESTÚPIDA YO. ¡CONTENTÍSIMA PORQUE HABÍAMOS SALIDO Y ME HABÍA DIVERTIDO MUCHO! -Yo no la pasé mal.
-¿¡NO LA PASASTE MAL?! ¡Ahhh! ¡TE DETESTO! ¡TE ODIO!
-A MI ME DETESTA. ¡CLARO! ¡TE GUSTARÍA ESTAR AHORA CON TU A-MA-DO MADLEY!
-¡CÁLLATE! ¡IMBÉCIL! ¡NO TE VOY A PERMITIR QUE ME FALTES EL RESPETO! -Ahora Lina nuevamente levantó la mano y le pegó a Snape. Se le quedó mirando. Se iba a ir cuando Snape la haló.
Hasta la próxima, recuerden tomatazos, flores, etc...
Cuando se echaron a correr, tuvieron que detenerse. Todo había oscurecido de momento. Pero no era porque era de noche, si no porque era una oscuridad aterradora. Los truenos comenzaron a caer. Las gotas de lluvia caían tan fuertes que parecían granizos.
-Harry, esto se está poniendo feo.
-Sí. Nunca había visto un clima igual.
-Esto no me gusta nada.
-Mejor vámanos. Revisaremos la carta allá con los chicos. – Cuando se disponían a seguir su camino vieron una sombra enorme que se les venía encima. Miraron hacia arriba y lo que veían era una manta de pelo oscuro. Siguieron sus miradas elevándose hasta que se encontraron con dos ojos negros de una mirada profunda. La sangre de los dos chicos se heló. Sus corazones latían aceleradamente. Sentían como si un balde de agua fría les caía encima.
-¿Qué es eso Harry?
-No tengo ni idea, pero lo que sí sé es que si no salimos ahora, no viviremos para averiguarlo. A la cuenta de tres salimos corriendo hacia la trampilla sin mirar hacia atrás. 1, 2, ¡3! Los chicos corrieron por todo el patio hacia la trampilla sin mirar hacia atrás, pero estaban seguros que la criatura espantosa los seguía de cerca. Lograron entrar en la trampilla, pero la Bestia no se rendía. Rugía ferozmente. Cho estaba sumamente asustada.
Vete Cho. Yo me quedo aquí hasta cerrar la puerta de una forma segura.
-Pero Harry...
-¡Vete! – y Cho no lo pensó dos veces. Salió corriendo por el pasillo oscuro el cual la conduciría hasta el pasillo secreto donde estaba el cuarteto. Mientras que Harry se quedó luchando con la fuerza que hacía la Bestia corromper la trampilla. Harry logró alcanzar un pedazo de estaca de madera que yacía en una orilla de la trampilla y la atravesó en la puerta creando una especie de seguro. Unos minutos más tarde escuchó un estruendo. Rápidamente se dio cuenta que la Bestia fue atacada por el Sauce Boxeador. (A pesar de que la trampilla del Sauce dirigía a Hogsmeade, Dobby encontró una puertesita que dirigía a un pasillo oculto dentro de Hogwarts.) Harry aprovechó el incidente y corrió por el túnel de la trampilla hacia el cuarto secreto.
-¡Harry!
-¿Qué pasó?
-¿Estás bien amor?
-Sí. Era una criatura enorme. Más alta que un gigante. Y estaba lleno de pelo.
-Y un hedor putrefacto.
-¡Cállate estúpida! ¡Fuiste capaz de dejar a Harry sólo a puesto que me lo mataran!
-Ginny, amor, por favor. – Harry dijo estoy y miró a los demás. – Sí, nunca antes había visto algo tan horrible. - (Se escuchó un trueno)
-Está feo allá afuera, ¿verdad? – preguntó Ron.
-Fue de repente. Todo se volvió oscuro. Comenzaron los truenos y las gotas parecían granizos.
A todo esto Hermione escuchaba atentamente. Hubo un silencio de un minuto y de repente vieron a Hermione sentarse alrededor de muchos libros.
-¿Qué pasa Hermione?
-Creo saber cuales son esas criaturas Harry y... - Hermione levantó sus ojos. Estaban llenos de lágrimas. – si lo son, estamos perdidos.
-¿Qué? ¿Por qué? - preguntó Ron.
-¿Se acuerdan del ataque a Hogsmeade?
-Si – dijeron todos.
-Pues estuve investigando sobre las criaturas que emanan hedor mortífero.
-¿Y encontraste algo?
-Sí. Encontré que se llaman "Bestias". Sus cuerpos están forrados de un pelaje grueso. Son más altos que los gigantes y cuando tienen un enemigo en la mira, de su cuerpo emana una hedor capaz de matar de inmediato 50 personas a la misma vez.
-¿Pero quién es capaz de soltar semejante criatura? – preguntó Cho aterrorizada.
-No se sueltan, se crean.
-¿Se crean?
-Son creadas por un medallón.
-¿Medallón?
-Sí.
-¿Y se pueden controlar con el medallón?
-Sí, pero si tienes las tres piezas esenciales te conviertes en dueño y señor de todo el ejército de las Bestias.
-¿Cuáles tres piezas?
-Dice acá: "la corona y los dos medallones.
-¿Qué? ¿Entonces hay otro medallón que puede crear estas criaturas? ¡Será una epidemia!
-Sí, exactamente.
-¿Y cuando estaban allá afuera habían muchas?
-Sí. Pero la que pudimos ver fue la que estaba bien cerca de nosotros a punto de atacarnos?
-¿Y quién querría crear estas...? – dijo Cho entre pensamientos tratando de asimilar todo lo que había sucedido minutos antes, incluyendo la conversación de Hermione.
-Lord Voldemort – dijo Harry sabiendo perfectamente que al mencionar estas dos palabras estaba sellando su sentencia de muerte.
-¿Dónde estamos?
-En un museo.
-¿Y cómo lo descubriste?
-Tuviste mucho tiempo para salir con Madley.
-OH perdóname.
-No hay problema Lina.
-Sí, sí lo hay. Mira Severus, no fue mi intención que todo resultara así. Cuando vi la foto de Madley en el Profeta, jamás imaginé que las cosas se complicarían tanto. Yo sabía que tenía que ser algo relacionado a Voldemort, bueno en realidad, yo pensé que era él pero con un hechizo rejuvenecedora. No pensé que hubiera un hijo de Voldemort abandonado a la suerte.
-¿Ahora te da lástima, cierto? – dijo Severus furioso.
-Pues no es eso. Pero imagínate que Voldemort se llegara a enterar que tiene un hijo y que es poseedor de una corona y un medallón que es capaz de destruir la faz de la tierra en segundos. Juntos irían en busca del otro medallón y no quiero ni saber lo que nos puede suceder a todos.
-La verdad que sería un caos total, tanto para el mundo mágico que para el mundo muggle.
-Gracias a Dios, Madley no conoce las funciones de las dos joyas que tiene.
-¿Lina?
-¿Qué?
¿Has intentado usar tu marca para hacer magia?
-Fíjate, no exactamente.
-¿Qué has hecho?
-Pues hace un ratito traté de concentrarme y de sentir algo extraño, pero no pasó nada.
-¿Pero no los atacó?
-No, la bestia solo nos miró.
-Era como si una fuerza redijera que no nos atacara.
-Pero de repente la orden se esfumó y la Bestia reaccionó.
-¿Y no lo has vuelto a intentar?
-No. ¿Para qué si no sucede nada?
-¿Qué son esos gritos?
-Son de la Profa. Jenny. (Profa. de DCAO)
-Sí, pero hay otros.
-¡¡¡Uhi!!! ¡El temblor!
-¡No es temblor Ginny, es la Bestia!
-¿Qué? ¿En serio Mione?
-¿Esa cosa cabe acá?
-¡Claro!
-Pero la Profa. Umbridge, ¿dónde se metió?
-Escúchenla. Parece que se tropezó con una de las Bestias.
-¡Todo los estudiantes están en lo Alto de Hogwarts!
-Eso es estar en la boca del lobo en estos momentos.
-¿Escuchan? – dio Ron. Todos se pegaron en la pared. Un ruido a agua se escuchaba.
-¿Está lloviendo?
-Sí. Cuando entramos al colegio esta lloviendo.
-Pero, esto suena más fuerte. – dijo Cho.
-Sí, suena a granizos. – dijo Ron.
-¡¡¡Ahhh!!! – gritó Ginny. Un pedazo de techo se había desprendido. Se podían ver las bestias caminando de un lugar a otro buscando sus presas.
-Shhh. No se muevan. No hablen. Debemos estar tranquilos para que no se den cuenta que estamos acá abajo.
-¿Por qué no intentas concentrarte?
-Ok. Bien. – Lina comenzó a relajarse. Cerró los ojos. Respiraba hondo. Inhalaba y exhalaba. Se concentró simplemente en la marca. Con los ojos cerrados imaginó la marca en su mente. Imaginariamente recorrió todas sus líneas al formar aquellos ojos misteriosos. Pensó para que serviría. Estaba tranquila. Nada la perturbaba. No quería hacerle daño a nadie. Quería saber para que servía esa marca. Quería saber si podría ayudar a alguien. Si podía sentir algo.
-¡Se está hiendo! – dijo Ron
-¿Cómo?
-Sí es cierto, retroceden.
Unos minutos más tarde reinó el silencio, pero nadie se atrevió a moverse de sus refugios.
-Ya pasamos del peligro.
-¡Por fin estamos a salvo!
-Qué susto pasé.
-Oigan, chicos...
-¿Qué sucede Ronny? No te preocupes ya las bestias se fueron.
-No es eso.... ¿qué es ese ruido?
Todos los chicos hicieron silencio y con cara de susto se concentraron para escuchar mejor.
-¡Las Bestias! ¡Regresan!
-¡No! No... No apesta... más bien parece una cascada
-Parece como si 50 bestias de esas corrieran hacia nosotros.
-OH. OH. – dijo Cho. La chica se encontraba de frente a la pared que da para el acantilado.
-¿Qué? – preguntó Harry. Entonces fue cuando vio lo que ocurría. La pared se estaba agrietando y botaba pequeños chorros de agua. - ¡Corran! ¡Corran! ¡La pared se destruye!
-¡Por las Barbas de Merlín!
Todos los chicos corrieron hasta salir por el pasillo. Tras de ellos escucharon un estruendo. La pared explotó. Una inundación iba tras de ellos. Lamentablemente la corriente era demasiado fuerte y los alcanzó. Ellos trataron de salir a flote nadando. Usaban los artefactos que el agua arrastraba a su paso, como pedazos de madera o de la misma pared. Las escaleras estaban cerca. Tenían que llegar o estaban perdidos.
-¡Ahhh! ¡Ayúdenme! - gritó Cho. El agua la había hundido. Estaba atrapada en los pedazos de escombros y la jalaban hacia abajo. - ¡Ayu...den...me! - decía la chica tragando agua a millón. Harry se dirigí hacia ella.
-¡Harry, no! – gritó Ginny y se detuvo en las escaleras. -¡Sigue Ginny! ¡Sig...! - en ese momento el agua también lo alcanzó a él y quedó sumergido bajo el agua.
-¡Harry! ¡No! – Ginny iba a virar y buscarlo.
-¡NO Ginny, vamos! - Ron la agarró por el brazo y se la llevó a rastras.
Harry salió de debajo del agua y nadó hasta donde estaba Cho. La chica yacía flotando entre los muebles, estatuas y demás artefactos que habían sido afectados por la inundación. Harry la cogió por la cintura y nadó con ella hasta las escaleras. Ya el agua había cedido un poco. La acostó boca arriba. Le cogió el pulso. Éste estaba muy lento. Harry levantó la cabeza de Cho un poco. Le dio los primeros auxilios. Cho despertó y escupió el agua que había tragado hacía unos minutos atrás.
-Gracias Harry.
-De nada. No hay tiempo que perder. El agua puede seguir subiendo. – Los chicos se fueron lo más rápido que podían, pero no corrieron puesto que estaban agotados por el incidente y todavía el agua pasaba por sus pies.
-Hey, Harry, por acá. – les gritó Ron. Los chicos estaban reunidos en las escaleras que dan para la torre norte. Allí se encontraban los profesores y demás estudiantes. La directora nunca se ido cuenta de la ausencia de los chicos. Fueron Dobby y Winky los que notificaron a Umbridge que la parte del sótano se había inundado por las fuertes lluvias que estaban cayendo.
-OH, Harry, mi amor, estás bien. Me asustaste. Quería buscarte pero Ron...
-Ya chiquita, si estoy bien amor. No te preocupes. Estoy aquí contigo. No llores.
-¿Qué demonios hacen las Bestias acá? ¡Pettigrew!
-No... no sé... señor.
-Bueno. Ya ha sido un pequeño escarmiento. Mañana daremos un poco más.
-¿Qué sentiste?
-¿Yo? Nada. Nada de nada. Sólo paz y tranquilidad.
-¿Lina?
-¿Qué? -¿Qué es aquello que se ve por allá?
-¿Qué cosa?
-Aquellas criaturas amarillas.
-¿Te gustan?
-Para nada. – dijo Snape acercándose al lugar donde estaban las criaturas.
-Jaja. ¿Cómo que no? ¡Si son adorables!
-¿Adorables? Son terribles. Tenían que ser inventos muggles. Ahora dio gracias por nunca haber pisado este lado del museo.
-Ahí Severus, por favor. Ya quisiera yo que a veces fueras igual que el gordito. Ese que está ahí. – dijo señalando a un hombre amarillo, gordito, calvo, de pantalones azules y camisa blanca.
-¿Pero que son?
-Se llaman Los Simpson. Es una representación cómica de las supuestas familias típicas muggles. El que te señalé es Homero Simpson, el jefe de la familia. Medio atontado. No tiene mal genio, sólo cuando el momento lo merece.
-¿Tan insoportable soy que te gustaría que fuera estúpido?
-Pues estúpido no, tampoco. Pero la verdad si tienes un geniecito de madre.
-Tú tampoco eres nada de tranquila.
-Sí, lo sé. Tengo un geniecito del demonio. No dejo que nadie me humille.
-Sí. Me he dado cuenta.
-¿A dónde vamos?
-No sé.
-Tengo hambre.
-Vamos a cenar entonces.
-Sí vamos.
-¿Qué comida? – preguntaron los dos a la vez.
-Italiana – dijeron los dos a la vez.
Llegaron a un restaurante de comida italiana. Un mozo los atendió. Pidieron una mesa retirada (a Snape no le gustaba estar muy cerca de todos.) El mozo le ofreció la silla a Lina y ésta se sentó. Les repartió el menú y esperó la orden. Los dos coincidieron en canelones con carne de pollo, salsa roja, extra queso, soda de dieta y postre de calabaza.
-No quiero que nadie se mueva de aquí. Los quiero a todos juntos. ¡Filch! Conmigo. – Umbridge se dirigió con Filch al sótano. Cuando llegaron a las escaleras del pasillo Slytherin se espantaron con la inundación que había. El pasillo estaba desierto. Las luces estaban entrecortándose. Había muebles, sillas, mesas, lámparas, papeles y otros utensilios flotando. El agua burbujeaba. Pareciera que todavía estaba entrando agua en el Colegio por la ruptura de la pared.
-¡¿Qué demonios es esto?! – se asombró Filch. Su gata dio 5 pasos para atrás (le tiene miedo al agua).
-Explotó la pared. – dijo una joven sentada en un banco de madera de uno de los cuadros cercanos.
-Sí, el lago se está desbordando. – gritó un barón de otro de los cuadros.
-¿Cómo así que el lago se está desbordando? ¡Eso es imposible! - dijo Umbridge.
-¿No ha visto el torrencial que está cayendo?
-Sí. De momento todo se volvió negro.
-En los años que llevo acá, y son muchos, jamás he visto cosa parecida. – seguían comentando los cuadros.
-Verifica fuera.
-¿Qué?
-¿Tiene miedo? – dijo Umbridge a Filch
-No... para nada...- Filch subió las escaleras mojadas. Se dirigió a la puerta principal. Cuando abrió la puerta no podía creer lo que estaba viendo. El cielo estaba negro. Lluvia torrencial estaba cayendo. El lago desbordado cubría parte de lo que una vez fue el hermoso patio de Hogwarts. Dio media vuelta y se adentró en el Colegio. Buscó a la directora Umbridge.
-Directora. Tengo malas noticias. Hemos perdido los invernaderos.
-¿Qué? ¿Pero como es eso posible?
-No tengo ni la más remota idea. Lo que vi, en todo el tiempo que he estado en este colegio, es insólito. Todo está bajo agua.
-¿Y que es lo ha visto? ¿Qué más ha visto?
-Las afueras parecen un infierno. Los cuadros tenían razón. Está lloviendo tanto que el lago se desbordó.
-Tal vez eso provocó los terremotos que se sintieron hace un rato.
-Tal vez.
Filch no quiero que repita esta información con nadie. Lo menos que deseo es un caos. Mudaremos y habitaremos a todos los estudiantes acá, en la torre Norte.
-Como usted ordene Directora. – Filch y Umbridge subieron ala torres Norte a darle instrucciones a prefectos y a profesores de lo que hará mientras dure la lluvia.
-¿Escucharon eso? – dijo Ron saliendo de la capa invisible de Harry.
-Lo que no entiendo es que cuando Cho y yo salimos de la cabaña de Hagrid, todo el patio estaba normal, y sí llovía fuerte, pero no tanto como para inundar medio Hogwarts en par de horas.
-Esto no me gusta nada chicos. No es normal esto.
-¿Hermione?
-¿Qué?
-¿El medallón puede crear fenómenos atmosféricos?
-Sí, cualquier cambio en la naturaleza.
-¡Tenemos que avisarle a Dumbledore. La vieja desgraciada esta n pretende aceptar que Voldemort regresó y con todas las fuerzas de la naturaleza.
-¿Pero cómo?
-Lina, Lina, ¡Lina! ¿Por qué no regresas? - decía Mione.
-Sí, ella es la única que puede saber que pretende Voldemort.
-Bueno qué pretende no, porque todos sabemos que lo que quiere es destruir Hogwarts y luego destruirme a mí. -Estoy segura que Lina y el Prof. Snape saben que es todo esto. – decía Ginny. - ¿Qué es esto Harry? - Ginny había palpado la carta que él y Cho habían encontrado en la canastilla de Fang.
-¡Oh! ¡Es cierto! ¡SE me había olvidado! Cho encontró esto en la canasta de Fang.
-Wacala. Está húmeda. ¿No es baba de Fang o sí?
-Creo que sí. Pero no tenemos tiempo ahora para eso.
-¿Qué será?
-Ni idea.
-Esperen. Escuchen. Alguien viene. ¡Rápido bajo la capa!
La gata de Filch se acercaba.
-¿Qué pasa preciosura? ¿Hay alguien que no sigue instrucciones? - Hermione hizo un hechizo que provocó un ruido a espaldas de Filch. Esto hizo que el hombre y su gata dieran la vuela y se acercaran al lado opuesto de los chicos.
-¡Vamos! Poco a poco tenemos que subir a la Torre antes que nos descubren.
El ambiente está templado. Las luces eran suaves y tenues. Uno estaba de frente al otro. Mientras esperaban la cena Lina aprovechó cada segundo en observar a aquel hombre que le hacía temblar de pies a cabeza.
-¿Tienes frío?
-Un poco. – dijo Lina
Snape se levantó. Se quitó su gabán y se lo puso en los hombros a Lina. La chica más temblaba. Snape se volvió a su silla.
-Gracias. – dijo Lina
-De nada.
-Sí, también por tu gabán. Pero... gracias por este tiempito. No tienes ni idea de lo importante que fue para mí este compartir. – dijo Lina y automáticamente le cogió las manos.
-Sí. A mi también me ha hecho bien salir. Esto no se está poniendo nada fácil.
-Sí me imagino. – Lina decepcionada le quitó las manos.
-Lina... yo... - Snape le iba a decir algo a Lina y le agarró las manos antes de que ella las retirara, pero en este instante llegó la comida y el mozo los interrumpió. Comieron sin decir palabra. Solo reinó entre ellos miradas misteriosas que envolvían miles de palabras y sentimientos envueltos en una bruma de silencio. Luego de la cena se fueron directo a la casa. Se bajaron del auto. No decían nada.
-¿Hum, Severus?
-¿Sí?
-Antes de que el mesero llegara tú me ibas ad decir algo. ¿Qué era?
-Uhm... Bueno... era... que yo... este...
-¿Tú qué? Dijo algo ilusionada Lina. La verdad sentía como si Severus le quisiera decir algo importante.
-Bueno Lina yo quería confesarte que.. – Snape la miró a los ojos. - ...que nunca dudé que fueras capaz de descubrir que Madley estaba bien protegido.
-¿qué? ¿Eso era lo que me ibas a decir?
-Sí.
-¿Y para eso me coges las manos?
-Tú también me las cogistes primero.
-Pero no tan efusivo como tú.
-¿QUÉ PENSABAS QUE TE DIRÍA?
-¡NADA! ¡NO PENSABA QUE ME DIRÍAS NADA! ¿PORQUE TÚ NUNCA HACES NADA!
-¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?
-¡QUÉ ERES UN ESTÚPIDO! - LINA LE IBA A PEGAR UNA CACHETADA, PERO SNAPE LE AGARRÓ LA MANO.
-¡ESTÚPIDA NIÑA! ¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?
-¡SÍ ESO ME PASA, QUÉ SOY UNA ESTÚPIDA! ¡NOOO, PERO NIÑA NO! ¡NO SOY UNA NIÑA! ¡SOY UNA MUJER QUE SIENTE! ¡TAN ESTÚPIDA YO. ¡CONTENTÍSIMA PORQUE HABÍAMOS SALIDO Y ME HABÍA DIVERTIDO MUCHO! -Yo no la pasé mal.
-¿¡NO LA PASASTE MAL?! ¡Ahhh! ¡TE DETESTO! ¡TE ODIO!
-A MI ME DETESTA. ¡CLARO! ¡TE GUSTARÍA ESTAR AHORA CON TU A-MA-DO MADLEY!
-¡CÁLLATE! ¡IMBÉCIL! ¡NO TE VOY A PERMITIR QUE ME FALTES EL RESPETO! -Ahora Lina nuevamente levantó la mano y le pegó a Snape. Se le quedó mirando. Se iba a ir cuando Snape la haló.
Hasta la próxima, recuerden tomatazos, flores, etc...
