Capítulo 2. El aprendiz de Ladrón.
Chibi Youko seguía a Nekketsu por los pedregosos senderos de las montañas, estaba cansado, a sus piecitos le habían salido dolorosas ampollas y sentía su vejiga reventar.
-Nekketsu-san… quiero ir al baño- el cachorro hacía un pequeño "baile" tratando de contenerse.
- Anda ve…- Nekketsu se sentó en una roca y se cruzó de brazos. ¿Pero, por que esperaba a ese cachorro?
No era su hijo. Era un raposillo extraño, apenas lo conocía. Tal vez estaba sintiendo simpatía por el cachorro.
Se parecía a él cuando era un niño. Solo, desamparado y sin padres que lo quisieran.
Nekketsu pensaba en el solitario cachorrito plateado, se veía débil en apariencia pero, si recibía los entrenamientos adecuados podría volverse muy fuerte, autosuficiente y toda una bestia letal.
Nekketsu nunca tuvo hijos, pero si tuvo esposas. Al parecer él era el del problema, era inservible para tener hijos. Si se hacía cargo del cachorro…
-¡Nekketsu-sama! – Kurama había regresado, con sus manitos sostenía su pantalón y la cinta que debiera sostener a éste para a que no cayera. – ¡No se me amarrar!
Nekketsu lo miró seriamente, desde arriba. Esa pequeña criatura estaba bajo su protección ahora. Ya sabía que debía hacer, criarlo, mantenerlo y educarlo. Lo adoptaría, sería su hijo y se sentiría orgulloso de él, claro que si.
- Mira, debes aprender a hacerlo por ti solo, por que solo esta vez te abrocharé la cinta del pantalón. Así que mira bien – le dijo tomando la cinta del pantalón de Kurama y amarrándola cuidadosamente para que Kurama viera el procedimiento.
- aah, ya le entendí, gracias – El cachorro sonrió y abrazó a Nekketsu moviendo la colita.
- Si, pero ya no tenemos que ir Kurama.- Dijo Nekketsu incorporándose y siguiendo si camino.
- Por cierto, Nekketsu-sama, ¿A dónde vamos?-
- A mi casa, ¿Qué te parecería… vivir conmigo? – Nekketsu observó a Kurama, quien lo veía desde el suelo moviendo la colita y con una sonrisa de oreja a oreja.
Supongo que eso es un sí, andando Kurama, que el sol no tardará en ocultarse, y creo que tú ya tienes sueño- Diciendo esto Nekketsu sacó un frasco, y al destaparlo, una nube de color negra con una energía violeta rodeándole salió de la botella. Los dos Youkai subieron a la suave masa de vapor negra y salieron volando en ella hacia la cima de montaña más alta.
Los dedos cálidos del astro rey tocaban la hermosa faz del cachorro plateado que descansaba en un futon. Su nuevo padre fue a despertarle, lo movió suavemente con un pié. El cachorro no hizo caso, siguió durmiendo. Nekketsu le destapó y lo movió con más fuerza.
-¡Kurama!- Le gritó.
El cachorro se sentó perezosamente en el futon y se frotó los ojos. Todavía adormilado volteó a ver a su "padre". Nekketsu le dio algo de ropa. Era una ropa de combate muy bonita, de colores vistosos, como para un niño, y era solo para Kurama. El cachorro le agradeció haciendo un movimiento de cabeza.
- Lávate la cara, si quieres vivir conmigo tendrás que tener buenos hábitos de limpieza.
-Si, Nekketsu-sama- El amodorrado cachorro se puso en pie. Al lado de la boca tenía surcos de saliva seca y su pelo estaba enmarañado. Era muy revoltoso para dormir, su futon estaba muy desacomodado, sabanas por aquí y por allá.
- También tienes que ordenar tu lugar de dormir, Kurama- Le dijo Nekketsu con autoridad antes de salir de la habitación.
- Sí Nekketsu-sama –
Kurama acomodó su futon, tomo su ropa, y fue a darse un baño. Cuando terminó, salió a buscar a Nekketsu, encontrándolo fuera del castillo donde vivía.
-Nekketsu-sama, ya me bañé, que ha… - El pequeño Youko interrumpió sus propias palabras para observar a su "padre" que se encontraba acomodando una vara entre dos bloques de piedra.
- Kurama, desde hoy comenzarás un entrenamiento que te permitirá ser fuerte, ágil, invencible…- dijo el "padre" del cachorro terminando de acomodar los bloques.
- ¿Entrenamiento?- Kurama parpadeó dos veces y se acercó a su nuevo padre
- Así es, un hijo mío debe de ser autosuficiente y listo. Desde hoy serás aprendiz…-
- ¿Aprendiz de que?- interrumpió Kurama- ¿Usted será mi sensei?
- Si, serás aprendiz de ladrón. Te enseñaré todas mis técnicas secretas, no quiero que cualquier estúpido las robe y las use de manera inadecuada, se ve que tú puedes llegar a ser muy poderoso, tienes un don.-dijo el ladrón Nekketsu
- ¿Un don?, ¿usted es ladrón?- el cachorro se sentó en el suelo en posición de flor de loto.
- Así es, pero no cualquier vulgar ratero que ves en cualquier parte. Yo tengo clase, rompo códigos y sellos, robo tesoros importantes y antiguos; soy de los ladrones más temidos y buscado por las autoridades del Reikai.
-Y si usted me entrena… ¿llegaré a ser como usted?
-Así es, nunca se aprovecharán más de ti. Serás temido, respetado y amado, tal vez serás odiado por muchos; pero temido por millones de demonios de clase baja-
El cachorro lo meditó un poco, pero después de recordar los abusos e injusticias que sufría al lado de su verdadero padre decidió aceptar la propuesta de Nekketsu, crecer, convertirse en un Youko poderoso y así tal vez volverse a encontrar con Akuma y darle su merecido.
Nekketsu, no era nada débil, un bandido temido y respetado por su séquito de aliados era uno de los pocos zorros de más de nueve colas, por eso las autoridades del Reikai no habían podido capturarle. Simplemente la sola idea de encontrarse con Nekketsu era de lo más aterrador.
- Vamos, Kurama, tienes que caminar… ¡No veas hacia abajo, hombre!- Gritaba Nekketsu.
Kurama tenía que caminar sobre la vara que su padre adoptivo colocó entre los dos pesados bloques de piedra. Había caminado ya veinte veces sobre la vara tratando de guardar equilibrio y lo había logrado, no se había caído; pero, cada vez que completaba la hazaña con éxito, Nekketsu lo obligaba a caminar de nuevo, pero ahora a más altura.
- ¡Nekketsu-sama!- el cachorrito los brazos en el aire tratando de guardar equilibrio
- No te desconcentres, Kurama. Tienes que dominar al miedo, no que él te domine a ti.- El alto youkai estaba sentado con un palo en la mano observando a su alumno,
Cuando lo miraba se veía a sí mismo cuando niño: Un pequeño ser solitario, buscando quien lo comprenda, buscando algo de amor. Que se volvería extremadamente fuerte aunque para ello tuviera que derramar sangre. Suya y de los demás; más de los demás que suya.
Los pensamientos del Youko de doce colas fueron interrumpidas por el ruido que el cuerpo de Kurama hizo al caer el suelo. Estaba lleno de tierra, tenía varios raspones y se le habían formado grandes moretones en los brazos.
El pequeño trató de levantarse, pero sus bracitos no tenían la suficiente fuerza como para levantarle, había parado incontables veces las caídas del entrenamiento. Varias veces trató de incorporarse, pero no pudo hacerlo, y apenas era el comienzo.
El zorro de doce colas ayudó a Kurama a incorporarse, y lo miró, Nekketsu sabía que ese no era el poder real de Kurama, que el pequeño kitsune podía hacer más que eso. Y de alguna forma tenía que despertar los poderes escondidos del pequeño Youko…
- …No te curaré, tendrás que hacerlo solo…- Nekketsu se levantó de su asiento y caminó hacia otro lado.
- ¿Pero como? – Kurama se arrastró hacia él clavando las pequeñas garras en el pasto verde y fresco
- …Te enseñaré, pero solo esta vez… y no más- El zorro de doce colas le ayudó a caminar y pronto llegaron a un sitio en el palacio del ladrón. Un lugar donde había muchas plantas de todos tipos. Y sin decir palabra alguna, el ladrón se fue dejando al pequeño solo.
-"¿Ahora que hago?"- dijo para sí el pequeño…
Antes de que pudiera mover un dedo, las plantas se comenzaron a acercar. Atraídas por la energía espiritual que emanaba del cachorro y tal vez por su belleza. Primero el cachorro sintió miedo, después se sintió bien, se sintió acompañado. No estaba solo.
Las plantas lo acompañaban, una de ellas lo sentó sobre una de sus gigantescas y hermosas hojas, del mismo tipo que la que lo salvó. Kurama no sabía que hacer, si seguir sentado en ese lugar tan cómodo o levantase…
Algo cayó desde arriba y le pegó al pequeño, un golpecito, una gota de un líquido que desprendía una esencia que embelesaba los sentidos. Kurama tomó un poco de líquido entre sus manos y lo bebió, sabía dulce… su instinto le dijo que pusiera de esa sustancia en sus heridas. Y así lo hizo.
En instantes sus heridas cerraron, los moretones desaparecieron y el cachorro había recuperado sus fuerzas. Levantóse rápidamente y se dirigió a buscar a su padre, en el camino se dio cuenta de lo rápido que era. Saltó varios obstáculos que osaban estorbarle el paso y por fin llegó donde su nuevo padre.
El apuesto zorro de doce colas se encontraba tomando té sentado en el suelo sobre un cojín. Volteó hacia donde se encontraba Kurama, el pequeño zorro había conseguido curar sus heridas con esa planta.
- Vaya, lo lograste… esa mi meta del día, que aprendieras algo de autonomía, pequeño Kurama… -
- ¡Yatta! – gritó Kurama.
- Bien, te invito un té-
- Voy, Nekketsu-sama- El pequeño corrió hacia su "padre" y se sentó del otro lado de la mesa, frente a el.
Kurama no podía ocultar su felicidad, había sido fuerte por primera vez, había soportado el primer entrenamiento de muchos que tendría, uno de los más duros. Y lo más importante, había sido capaz de cubrir uno de los puntos del programa que su nuevo padre y sensei había planeado para él.
Kura-chan movía su colita rápidamente y sus orejas se hicieron hacia atrás mientras sorbía el amargo líquido, no le gustaba para nada, pero sentía un gran orgullo que hasta se lo tomaba con gusto, y más por que era la primera vez que su sensei le invitaba un té.
-Sabes, Kurama, esa planta- El sensei habó en un tono serio y ronco – Esa planta que usaste para curar tus heridas…
-¡Si, Nekketsu-sama, funciona muy bien! Mire que bien estoy, que fuerte me siento – movió su colita de un lado a otro,
- Kurama, escúchame, esa planta es muy especial… - El Sensei miró seriamente a su aprendiz de lardón.
- Si, vaya que lo es, apenas me puse un poco y me curó los raspones, luego me puse otro poquito y me cerró las cortadas- El cachorro enseñaba las partes de su cuerpo donde antes habían estado los golpes.
- ¡Kurama!, ¡Déjame terminar!- Nekketsu de dio un golpecito con un abanico de papel. Kurama dejó de hablar mientras se sobaba la cabeza –Esa planta solo puede ser tocada por un youkai, un kitsune con grandes poderes espirituales. Es difícil que confíe en alguien que apenas lo ha visto una vez, sin embargo, ella confió en ti. Yo tardé años en inspirarle confianza, no se si por que eres un niño o por que te respeta. Kurama, tienes un gran poder. Escúchame, el néctar de esa planta solo puede ser utilizado por alguien con grandes poderes… de lo contrario… morirá.
- ¿Quiere decir que soy muy poderoso?- El zorrito parpadeó dos veces, no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban.
- Así es, y parece que puedes controlar los poderes de las plantas, ¿sabes lo que quiero decir con eso?-
Los dos se quedaron en silencio por unos minutos hasta que repentinamente el pequeño rompió el cristal del silencio que rodeaba a la habitación en ese instante.
- ME CONVERTIRÉ EN EL MEJOR LADR"N DEL MAKAI. SERÉ TAN FUERTE Y TEMIDO QUE LAS SILABAS DE MI NOMBRE VOLARÁN COMO AVES DEL TERROR A ANUNCIAR QUE KURAMA ESTÁ AQUÍ…
- Así es…- El sensei rió y tocó a su alumno en el hombro- Otra cosa… no me llames Nekketsu-sama… llámame padre…
Fin del capítulo2.
