Su
luz resplandecía,
iluminaba
todo a su alrededor
la
gente la veía y encandilaba sus ojos,
no
podían apartar su mirada de ella,
jamás
habían visto nada más hermoso,
su
reflejo en el agua
era
aún igual de brillante,
como
todo lo que a ella se refería,
inspiraba
las más bellas canciones,
hacía
emanar las más bellas palabras,
era
quieta, fija, elegante,
parecía
sonreir con dulzura,
era
como la carne de una apacible canción.
Pero
como a toda luz algo la extingue,
a
ésta la fueron apagando lentamente,
hubo
un momento en que se veía mitad luz
y
mitad sombra,
la
gente entonces, ya no la miraba,
en
ese momento, ya no era nada,
ni
luz, ni sombra,
ni
veían su reflejo en el agua,
simplemente
era algo abominable,
o
peor aún, simplemente, era algo más,
una
de tantas cosas,
Terminó
por convertirse en lo que tanto temía,
terminó
por volverse sombra,
por
volverse oscura, sola,
todos
la notaban, pero ya nadie la quería,
empezó
a vivir de sus recuerdos,
pues
ya no tenía un presente que vivir,
y
parecía no tener futuro,
no
se encontraba en ninguna parte,
más
que dentro suyo,
su
mejor amigo era el silencio,
su
peor enemigo fue la esperanza,
nada
le queda ya, ni luz, ni agua,
solo,
su propia sombra.
