¡Hola a todos! Aquí traigo el último capítulo de la historia, a pedido de todos... Me emocionaron con los reviews. ¡MUCHAS GRACIAS!
Quiero agradecerles a Goi-Izarra y a Sweet-ally por todo, gracias a ustedes, chicas, éste capítulo está terminado....
Los dejo con el capi y no se olviden de dejar reviews.
Y por último quería pedir una disculpa, me confundí de archivo y puse el capítulo de otra historia... ¡mil perdones!
Capítulo 2: Juntos hasta el final
La casa estaba en completo silencio y eso le gustaba. Amaba la tranquilidad, disfrutaba mucho de sus ratos libres en los que podía leer un libro o sólo quedarse sentada en uno de los sillones de la sala, pensando.
Cuando por fin terminó de limpiar y pensaba que podía relajarse un poco una fuerte explosión se escuchó en toda la casa, haciendo que la chica saltara de susto.
Cruzó el lugar, esquivando los sillones de color canela que estaban frente a la chimenea y bajó las escaleras con paso rápido. En su mente repasaba todo tipo de maldiciones para lanzárselas al impertinente que había osado interrumpir ese momento en el que por fin podía descansar un poco. No debía esforzarse mucho.
Llegó justo enfrente de una puerta y del otro lado, se escuchaban unas risas. Decidida, entró sin golpear y lo que vio la hizo sonreír.
- ¿Qué pasó aquí?- Preguntó acercándose un poco.
-Es que Derek agregó mal un ingrediente y todo explotó sobre nosotros.
La castaña desvió la mirada y pudo ver a Severus Snape limpiándose la cara con un trapo. La túnica negra que siempre usaba tenía manchas de color rosa chillón y no pudo evitar que una risita burlona se escapara de sus labios.
-Si, ríete ahora.- Gruñó el adulto. –Pero me gustaría verte cuando veas a tu niña.
Dejó de mirar a Severus para mirar a uno de sus hijos: Derek. Este estaba con el pelo de color rosa y su ropa igual de sucia que la túnica del ex-mortífago. Buscó con la mirada a su hija más pequeña y la encontró en un rincón con la cara rosa y el pelo todo electrizado.
-¡Mi bebé!- Corrió hasta donde estaba ella y como pudo se agachó. – ¿Estás bien pequeña?
-Ya te dije que Derek tiene la culpa.- Lloró la niña mientras que abrazaba a su madre.
-Derek.- Llamó Hermione tranquilamente.
Su hijo mayor, de ya casi 10 años, se acercó con la cabeza gacha. Su verdadero color de pelo no se notaba, solo era rosa. Tuvo que reprimir una sonrisa.
-¿Por qué lo hiciste?- Preguntó la chica entregando a su hija a Severus que salió de ahí con paso tranquilo, intentando calmar a la niña.
-Fue solo una broma.- Se defendió el niño mirándola con esos ojos grises que a ella tanto le gustaban. Siempre que los veía, se acordaba de él.
-Sabes que es pequeña.- Tomó su varita y con movimiento de la misma, el pelo del niño, volvió a ser de su color: Castaño.
-No lo haré más.
-Así me gusta.
Tomó la mano del niño y juntos salieron de ese lugar. "Severus tendrá que limpiar", se dijo a su misma. Llegaron a la sala y lo vieron sentado, completamente limpio, pero la niña ya no estaba con él.
-¿Dónde está Marian?- El hombre la miró y un asomo de sonrisa pudo verse. Ella lo comprendió todo.
Dejó a su hijo y subió las escaleras, hasta donde estaban las habitaciones. El pasillo tenía varios portarretratos con fotos de sus hijos. Sonriendo, jugando, corriendo, tirando besos. Los amaba a los dos por igual. Eran la luz en toda oscuridad.
Cuando llegó frente a la puerta de su habitación entró despacio. Y cuando estuvo dentro no pudo reprimir un grito.
- ¿Draco Malfoy qué haces de pie? - Gritó enojada.
Al oír su nombre se dio vuelta, aún con la niña en brazos que estaba envuelta en una toalla. Se alejó varios pasos, ya que la mirada de su esposa le ponía la piel de gallina.
-Tenia que bañarla.- Intentó sonar duro, pero bajo esa mirada no pudo.
-Todavía estás lastimado. No quiero verte fuera de la cama.- Avanzó y tomó a la niña en brazos que miraba todo divertido.
-Mami.- Llamó Marian. Su madre la miró con ojos cariñosos. –Yo le pedí que me bañara. Perdón.
- Está bien.- Se acercó a la cama y sentó a la niña. –Pero tu padre tiene que descansar para recuperarse pronto, ¿sí?
-Hermione, por todos los dioses, ya estoy bien.- Draco se acercó hasta la cama donde ella terminaba de vestir a la niña. Su pelo rubio platinado, heredado de su padre, caía por su pequeña espalda en suaves rizos y los ojos castaños miraban a sus padres con amor. –La que tiene que descansar eres tú.
-Pero es que hay tanto que hacer.- Exclamó la chica. –Tengo que preparar todo para esta noche.
-Marian, ve con tu hermano.- Ordenó su padre.
La niña los miro a ambos y salió de la habitación, dejándoles un poco de privacidad.
-Ahora.- Draco tomó de la mano a la castaña. –Te vas a dar un baño y vas a descansar un poco.- Terminó mientras la llevaba a una puerta cercana a la cama donde ambos estaban sentados.
-¿Y quién preparara todo? - Se soltó de la mano y se cruzó de brazos. –Porque si lo haces tú, sabe Merlín cómo dejarías todo.
- ¿Por qué tienen que venir?- Gruñó con frustración mientras que se acercaba.
-Les debes la vida.
Bufó de malhumor. Recordaba todo como si fuera ayer. Había estado al borde de la muerte cuando lo encontraron en la Mansión en la que su padre lo mantenía secuestrado. Y si no hubiera sido por ellos y por Hermione ahora estaría muerto. Y aunque eso hubiese pasado hacía mucho tiempo, todavía tenía que agradecerles por haberlo salvado de la caída que se había dado con la escoba cuando una bludger lo golpeó. Pero eso ya había pasado hacía 2 semanas y estaba cansado de no hacer nada. Por lo menos quería organizar todo para la cena de hoy a la noche.
- Está bien.- Se rindió. –Preparare todo y lo haré bien.
- ¿Seguro?- Preguntó dudando la chica.
- ¿Confías en mí?- Le devolvió la pregunta él. Hermione se acercó y le dio un tierno beso en los labios como respuesta.- Bien, ahora a descansar que no quiero que mis gemelos nazcan mal.
Acarició la ya crecida barriga de su esposa, murmurando palabras de cariño a sus dos futuros hijos. Hermione no hacia más que reírse de las ocurrencias de Draco.
Todo en la vida no era perfecto para ellos. Pero se tenían mutuamente y eso era lo que les importaba en esos momentos. El amor que se tenían era más grande que cualquier otra cosa.
Se miraron a los ojos unos segundos y al mismo tiempo, acercaron sus bocas para fundirse en un tierno beso. Prometiéndose estar juntos hasta el final.
Fin
