Título: Creo que me quedo con el chibi..., capítulo 3
Autora: Azdriel
Categoría: humor, misterio, shonen ai (bueno, hay una diminuta posibilidad al final, ya veremos...), yaoi (sólo en vuestra retorcida imaginación, ¡panda de hentai!)... ¿Alguien ha visto a Tsuzuki?
Disclaimers: Los usuales. YnM no me pertenece (pero si queréis regalarme a Hisoka y Tsuzuki, no voy a decir que no...) Sólo soy la dueña de este fic y no saco ningún dinero de ello (¡porras!)
Nota de la Autora: Amina, la mujer nigeriana condenada a lapidación, sigue estando en peligro, por favor, añadid vuestra firme contra la ejecución en la dirección de Amnistía Internacional: www.amnistiapornigeria.org. Cuantas más firmas, más oportunidades tendrá Amina de salvarse.
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CAPÍTULO 3Si Hisoka creía, al subir al tren en la Estación de Nagasaki, que aquel viaje iba a ser aburrido y lento, se equivocaba.
El viaje estaba siendo MUY aburrido y terrible, insoportable, espantosamente lento.
Él y Tatsumi habían terminado de repasar los detalles de sus personajes y después los del caso. Se trataba de algo relativamente simple: manifestaciones hecoplásmicas incontroladas de carácter no corpóreo que tenían lugar desde hacía unos meses en la mansión de los Nakamori. Vamos, en pocas palabras, que los ricachones tenían un poltergeist en casa.
Lo más curioso de todo era que en las listas de la Mansión de las Velas no figuraba ningún alma perdida relacionada con Tokio en aquellos momentos. La sospecha de que podía tratarse del fantasma del hijo muerto, Ryoga, no tenía demasiado fundamento, pues su espíritu estaba ya en Meifu. Sin embargo, allí no dejaba de haber un misterio y era su trabajo como shinigami descubrir al fantasma y llevarlo de vuelta a Meifu.
Después de tratar también este otro punto, Tatsumi se enfrascó en el estudio de sus documentos, papeles y blocs de notas que tenía ordenadamente colocados por todo su asiento y parte del de Hisoka, dando libertad al chico para que pudiera relajarse leyendo o en la contemplación del paisaje que iba deslizándose ante sus ojos al otro lado de la ventanilla.
Hisoka había estado leyendo durante veinte minutos, hasta darse cuenta de que había leído por séptima vez el mismo párrafo. Cerró el libro y lo dejó a un lado, preguntándose por qué no podía concentrarse en la lectura. Se trataba de la última novela de una de sus autoras favoritas, Anne Perry (1), y hasta esa mañana que había leído un capítulo más antes de irse a trabajar, le había tenido absolutamente enganchado.
Pero no había manera. Resolver el misterio de quién había asesinado al General Carlyon le traía de repente sin cuidado. De hecho, le apetecía tanto seguir leyendo como estar encerrado en una habitación vacía con Tsuzuki sufriendo un ataque de hambre voraz.
Sin embargo, Tsuzuki y sus payasadas habrían hecho que el trayecto hasta Tokio no fuera tan aburrido... aunque probablemente habría acabado por arrojarlo fuera del tren de cabeza antes de haber recorrido ni la mitad del camino.
En ese momento, el tren entró en la estación de un pueblecito y el chico vio sobre la entrada al edificio de la estación un enorme reloj que anunciaba que eran las tres y media de la tarde.
Pensando en Tsuzuki, lo relacionó con la hora y comprendió qué era lo que lo estaba incomodando: había tenido lugar el primer cambio importante en su rutina cotidiana.
-¿Ya son las tres y media...? –preguntó, en voz alta, más bien a modo de comentario de sorpresa.
Tatsumi consultó su reloj.
-Eso parece. Aún nos quedan cinco horas y media de viaje.
Pero Hisoka no le prestaba atención.
-Y aún no hemos comido... –murmuró, maravillado, como si le estuvieran siendo revelados los secretos del universo.
Tatsumi lo malinterpretó. Volvió a mirar su reloj y luego adoptó una expresión de autocensura.
-Discúlpame, Kurosaki-kun, no me había dado cuenta de lo tarde que es. Si tienes hambre, podemos ir al vagón restaurante. Creo que no cierran el servicio en todo el viaje...
-¡Oh, no! –replicó Hisoka rápidamente-. No es eso. No tengo hambre. Es sólo que estaba pensando... de haber estado aquí Tsuzuki, ya habríamos comido... unas seis veces.
Tatsumi sonrió suavemente, con la condescendencia paternal que solía utilizar cuando Tsuzuki era el tema de conversación.
-Es cierto. Aunque, más probablemente, ya habríamos tomado seis postres.
Hisoka correspondió a su sonrisa con un pequeño resoplido que quería mostrar su disgusto ante la afición de Tsuzuki por los dulces, pero no pudo evitar que una sonrisa cariñosa aflorase a sus ojos verdes y a Tatsumi no se le pasó por alto.
Era evidente que Hisoka le tenía cariño a Tsuzuki. ¿Quién sería capaz de no querer a aquel cabeza hueca? ¡Si hasta el pervertido y sádico Muraki se había enamorado de él!
Aquel aire infantil e inocente que destilaba Tsuzuki –y que escondía su verdadera esencia, de la que tanto se avergonzaba- bastaba para que hasta el terco de Hisoka se abriera a él... pero sólo a él.
Y el efecto que el chico producía en Tsuzuki no era ningún secreto para nadie... probablemente ni siquiera para el propio Hisoka. Aquellos dos se complementaban, eran las dos caras de una moneda: Hisoka era duro por fuera pero terriblemente vulnerable por dentro; la candidez y amabilidad de Tsuzuki escondían un alma acosada y unos recuerdos que el shinigami luchaba por ignorar.
Y ambos, Tatsumi no tenía la menor duda, necesitaban mutuamente la parte del otro de la que carecían.
Así que Tatsumi seguía sin comprender por qué Hisoka se había mostrado tan ansioso de repente por librarse de su compañero. ¿Qué le estaría pasando por la cabeza a aquel chico?
Iba a preguntarle al respecto, cuando Hisoka que, al parecer no había dejado de darle vueltas al tema "Tsuzuki+dulces", se le adelantó:
-¿Por qué tendrá esa obsesión por los dulces? No es lógico. No hay nada de malo en que le gusten los dulces, al propio jefe Konoe le encantan, pero estoy seguro de que él no abandonaría una investigación de vital importancia sólo porque ha encontrado una pastelería con ofertas en tartas de manzana.
Lo cual me recuerda que tengo que llevarle al Jefe Konoe una caja de galletas de jengibre, pensó Tatsumi.
-Bueno… a otros les da por la jardinería –dijo Tatsumi, sonriendo de nuevo. Pero, de pronto, se puso serio-. O por salidas más peligrosas que la adicción al azúcar.
Hisoka sintió la oleada de emociones que le llegó de súbito de Tatsumi. ¿Qué había sido? ¿Rabia? ¿Miedo? ¿Ambas cosas?
-¿A qué te refieres?
Tatsumi suspiró y sacudió la cabeza.
-Estoy hablando de drogas, Kurosaki-kun. Cocaína, LSD, anfetaminas... en mis tiempos era el opio. Cualquier cosa que te permita evadirte. No es que a Tsuzuki fueran a afectarle las drogas físicamente como si estuviera vivo, pero su espíritu y su mente sí que acusarían sus efectos. Tú le has visto bebido. Sabes a qué me refiero. Sinceramente, prefiero verlo víctima de un empacho.
Hisoka lo miraba horrorizado. Jamás se le habría ocurrido relacionar a Tsuzuki con el sórdido mundo de las drogas. Pero Tatsumi había dicho algo...
-¿Evadirse? –preguntó, frunciendo el ceño-. ¿De qué querría Tsuzuki evadirse?
Esta vez Tatsumi tuvo el acierto de mantener bien altas sus barreras para que el émpata no pudiera captar la rabia y la pena que le producía siempre pensar en el terrible secreto de Tsuzuki.
Si aún no lo sabes, Kurosaki-kun, es que todavía no estás preparado para descubrirlo.
-Oh, de nada –contestó, fingiendo una relajación que no sentía-. Es sólo una forma de hablar. Creo que sería una buena idea, después de todo, ir a comer algo al vagón restaurante. ¿Vamos?
Y, antes de que el escamado Hisoka pudiera protestar, Tatsumi ya había salido del compartimiento.
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FIN DEL CAPÍTULO 3
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(1) A ese ratón de biblioteca de Hisoka le pega leer novelas de detectives, ¿no creéis? Por cierto, para quien se lo pregunte, el libro de Anne Perry en cuestión es Defensa o Traición (Defend and Betray, en inglés)
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_Aniki_(): Gracias por la ayuda. Yo también pensaba que el nombre era Seiichiro, pero me gusta más Tatsumi. ¡Gracias por leerme! *kiss*
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"Tsuzu" no aparece mucho en esta historia, aunque estará presente casi constantemente en las conversaciones entre Hisoka y Tatsumi. Pero, al final, aparecerá de nuevo, ¡así que no os desesperéis! Además, creo que está bien que Hisoka pase algún tiempo separado de Tsuzuki. Así tendrá la oportunidad de echarle de menos (ñic, ñic)... Aunque él jamás lo reconocerá. Ese chico necesita unos buenos azotes. ¿Algún voluntario?............ ¡Tú no, Muraki, que ya has hecho bastante!
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"Reviú, plis"….
Y, por favor, añadid vuestra firma a la dirección de arriba, ¿Vale?
