Título: Creo que me quedo con el chibi..., capítulo 13

Autora: Azdriel

Categoría: humor, misterio, shonen ai muy, muy suavecito. Tsuzuki con una fuerte crisis de personalidad múltiple. A lo mejor me he pasado, pero tenía ganas de hacerle sufrir a él un ratito, al modo Hisoka.

Disclaimers: Los usuales.

NOTA DE LA AUTORA: Ya soy un año más vieja. Serán bien recibidas todas las muestras de pésame... esto... felicitaciones.

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CAPÍTULO 13

En contra de lo que Tatsumi había supuesto, la división Shokan había sobrevivido a su ausencia. No había shikigami sueltos por el jardín, ni laboratorios reventados por los aires. Tsuzuki no había terminado con las reservas de dulces para el desayuno —lo cual supuso la mayor de las sorpresas para el secretario—, aunque las papeleras de los pasillos presentaban una poco frecuente sobrecarga de envoltorios de caramelos.

Sin duda está matando sus penas con azúcar, pensó Tatsumi, con una sonrisa compasiva, mientras recorría el pasillo central en dirección al despacho del jefe Konoe.

Esa mañana, después de que Hisoka le describiera la sospechosa conversación que había presenciado entre Arthur y Hiroshi, ambos habían decidido que necesitaban recabar más información sobre la familia Nakamori. Era evidente que el chico tenía fuertes razones para odiar tanto a Sayoko-san, por más que el servicio de la casa asegurara que estaban unidos como madre e hijo. El informe que les habían entregado en la división no era demasiado explícito sobre los Nakamori, y el comentario de la cocinera sobre las relaciones de los padres de Hiroshi con las mafias japonesas habían hecho sospechar a Tatsumi de que allí había algo más oscuro que el simple rencor de un criado.

Pero, sobre todo, necesitaban descubrir de una vez si los acontecimientos paranormales los estaba provocando una persona o un espíritu, como habían creído al principio. Hisoka ahora estaba más convencido que nunca de que se trataba de Hiroshi. Ya no tenía dudas al respecto. Pero Enma no les habría enviado a investigar si no hubiera fuertes razones para creer que había almas perdidas por medio. Al menos, debían aclarar ese punto porque, si todo era un asunto de venganzas entre mortales, entonces los shinigami no tenían nada que ver en ello.

A Tatsumi le había sorprendido la chispa de rebelión que había visto en los ojos de Hisoka al oír esto. El chico no había dicho nada, no obstante, pero Tatsumi sospechaba que no le complacía demasiado la idea de abandonar el caso, hubiera o no fantasma.

Ahora, de vuelta en Meifu, Tatsumi no pudo evitar volver a fruncir el ceño con preocupación, igual que había hecho una hora antes en Chijou (1). Daba la impresión de que Hisoka se estaba tomando aquel caso de modo demasiado personal. Empezaba a recordarle a Tsuzuki.

Y, lo peor de todo, era que no sabía si eso era bueno o malo.

Tatsumi atravesó un cruce de pasillos y se quedó parado dos pasos más allá. Su delgado rostro adoptó una expresión de sospecha y sus ojos azules se entrecerraron. Finalmente, decidió que no quería saber nada de lo que le parecía haber visto (ya tenía bastantes cosas en las que pensar), sacudió la cabeza y continuó su camino.

Unos segundos después, del pasillo que había dejado atrás, surgió una apestosa nube de humo verde que siguió extendiéndose de forma lenta y siniestra, como niebla en un cementerio.

*** ***

—En realidad, no me sorprende —declaró Tatsumi, dejando el documento sobre el escritorio del jefe Konoe. Tanto éste como los hermanos Gushoushin lo miraron con ligera sorpresa.

—Es tal vez la información más sustanciosa sobre los Nakamori —dijo el jefe Konoe—. ¿Qué más esperabas encontrar?

—En realidad, sólo esperaba una confirmación a nuestras sospechas —respondió Tatsumi—. Y, tal vez, una mención a la familia Yokobata.

—¿Quiénes son? —preguntó uno de los Gushoushin.

—Los padres de Hiroshi, el criado personal de la señora Nakamori —Tatsumi suspiró—. Y el principal sospechoso, de momento. Los Yokobata tenían conexiones con las mafias japonesas, según uno de los miembros del servicio. No es que sea una información cien por cien fiable, pero no estaría de más comprobarlo. Además, eso podría proporcionarnos el móvil.

—Así que no hay fantasma —murmuró el jefe, frotándose la barbilla, pensativo—. Es extraño que Enma cometiera ese error.

—Puede que aún haya fantasma —corrigió Tatsumi, poco convencido—. Pero, de momento, esto es todo lo que tenemos.

Konoe se echó hacia atrás en su silla y miró a su subordinado (2) a los ojos.

—Sabes que si no hay almas perdidas, no hay caso —no era una pregunta, y sólo estaba poniendo voz a los pensamientos del propio Tatsumi.

—Lo sé, jefe.

El otro gemelo Gushoushin cerró su ordenador portátil, donde había estado repasando el informe que Tatsumi había redactado aquella noche y había traído personalmente, y voló hasta colocarse entre ambos hombres.

—La incapacidad de Hisoka-san para utilizar sus poderes empáticos me preocupa —declaró—. Del mismo modo que esas extrañas "sobrecargas" psíquicas.

—¿Tienes idea de qué puede estar provocándolas? —preguntó Tatsumi, sin permitir que su voz reflejase su curiosidad.

Si Gushoushin hubiera tenido labios, los habría fruncido.

—Hmmm. No puedo estar seguro. Pero sabiendo cómo funciona la empatía de Hisoka-san, yo diría que, en el primer caso, alguien o algo está haciendo un espléndido trabajo bloqueando tanto sus ondas mentales como las de nuestro amigo. Es posible que sea la misma persona o ente que le envíe esos ataques masivos de energía negativa, aunque no comprendo por qué.

—Kurosaki-kun cree que no van dirigidos expresamente contra él —explicó Tatsumi—. Sino contra la señora Nakamori. En todas las ocasiones ella estaba muy cerca de él.

—Lo que, sumando dos y dos —continuó el jefe Konoe—, nos da un criado con insólitos poderes mentales y un odio descomunal por su señora.

—¿Y has dejado a Hisoka-san solo en esa casa? —preguntó el otro Gushoushin, con un tono de reproche que nadie se había atrevido a usar nunca contra Tatsumi.

Los ojos de Tatsumi relampaguearon al clavarlos en el osado bibliotecario.

—Kurosaki-kun ha sobrevivido dos veces al doctor Muraki —declaró—. No creo que un adolescente enfadado vaya a acabar con él.

Por supuesto, Tatsumi no dijo que a él tampoco le había gustado la idea de dejar sólo al muchacho. Es posible que Hiroshi no fuera tan diabólico y peligroso como Muraki, pero ya había demostrado el daño que podía hacerle a la mente de Hisoka. Pero lo cierto era que el chico había rehusado acompañar a Tatsumi a Meifu, alegando que quería investigar por su cuenta en la mansión Nakamori y tratar de averiguar algo más de la relación entre Hiroshi y Sayoko-san.

Pero Tatsumi no había nacido ayer. Para él era tan evidente como su nariz en su cara, que lo que Hisoka pretendía era evitar un encuentro inevitable con Tsuzuki si volvía con él a Meifu. El secretario no dejaba de preguntarse qué pasaría cuando el caso finalizase y al chico no le quedara más opción que enfrentarse a su compañero y empezar a dar explicaciones. Tsuzuki no era tan estúpido como muchos pensaban (y a él le gustaba aparentar) y no dejaría que aquel asunto pasase sin más. Y Hisoka lo sabía. Por eso trataba de retrasarlo todo lo posible.

Es curioso, pensó. Nunca hubiera imaginado que Kurosaki-kun pudiera ser un cobarde, a este respecto.

—Bien, si no hay más datos que puedan sernos de utilidad, será mejor que vuelva a Chijou...

En ese instante, la puerta del despacho del jefe Konoe se abrió de golpe, sin previa llamada, y un muy alterado Tsuzuki irrumpió en la habitación.

—Jefe, necesito hablar con usted sobre... ¡Tatsumi!

En el despacho se hizo un silencio absoluto. Todos las miradas volaron hacia Tsuzuki e, inmediatamente, convergieron sobre Tatsumi. Tanto los Gushoushin como el jefe Konoe tenían una expresión de "tierra trágame" en sus rostros. Tatsumi, como de costumbre, siguió imperturbable.

—Tsuzuki-san —saludó con un tono más frío del que había pretendido utilizar. ¿Por qué se mostraba a la defensiva? Hisoka le había utilizado a él tanto como a Tsuzuki.

Tsuzuki permaneció inmóvil durante unos segundos, su cuerpo tenso como un enorme felino a punto de saltar sobre su presa. En sus ojos violetas, clavados en Tatsumi, ardía un fuego colérico. Aquella era una de las muy escasas ocasiones en las que Tatsumi le había visto así y, a pesar de que parecía ser él el objeto de la ira de Tsuzuki, el secretario no pudo evitar apreciar la oscura belleza que aquella mirada otorgaba al rostro de su amigo.

Finalmente el hechizo se quebró y Tsuzuki se relajó, hundiendo los hombros y sustituyendo la mueca de furia por una de derrota. Sólo en ese instante, una vez que hubo desaparecido, fue consciente Tatsumi del aura casi maléfica que había estado envolviendo a Tsuzuki durante ese tenso minuto.

Ahogando un estremecimiento involuntario, Tatsumi se obligó a prestar atención a lo que estaba diciendo el jefe Konoe.

—... ¿Qué estás haciendo aquí, de todos modos? —preguntaba el jefe, enojado, seguramente después de haberle lanzado a Tsuzuki un rapapolvo por interrumpir la reunión. Tatsumi se alegró de habérselo perdido—. Si no recuerdo mal, te di toda la semana libre.

Pero Tsuzuki no le prestaba atención. En dos pasos se plantó frente a Tatsumi.

—¿Dónde está? —exigió saber, aunque ahora ni su voz ni su actitud tenían nada de temibles. De hecho, más que una exigencia, la pregunta había parecido una súplica.

Tatsumi no necesitó preguntar a quién se refería, por supuesto.

—En Chijou. La investigación aún no ha terminado, yo sólo he venido a por cierta información —replicó, con su característico tono helado. Le dolía ver tan alterado a su amigo, pero no era culpa suya y no le haría ningún bien que le ayudara a lamerse las heridas.

La mirada de Tsuzuki se endureció de nuevo y Tatsumi volvió a asistir a una de aquellas extrañas transformaciones. Realmente, parecía una persona totalmente diferente. A veces Tatsumi se preguntaba si su amigo no tendría problemas de múltiple personalidad y lo que él consideraba su "falso rostro" era en realidad un grave desorden mental.

La idea le dio miedo y a apartó en el acto. Tsuzuki le sujetó por un brazo. Tatsumi sintió sus dedos delgados y tremendamente fuertes hundiéndose en su bíceps. Dolía, pero no se permitió el menor gesto.

—Tatsumi —murmuró Tsuzuki, clavándole la mirada—. Júrame que no sabías nada de sus planes.

Por una fracción de segundo, los ojos azules de Tatsumi se abrieron por la sorpresa. Por fortuna, nadie pareció darse cuenta de ese pequeño desliz.

Nadie, salvo Tsuzuki, claro.

—Te juro que no supe nada hasta ayer mismo —le prometió con absoluta sinceridad, preguntándose qué sabría él realmente y cómo se habría enterado. Por lo que Tatsumi sabía, Hisoka había mentido a todo el mundo, incluso al jefe Konoe—. De lo contrario, nunca me habría prestado al cambio.

—¿Lo prometes?

Un nuevo cambio. Ahora era el Tsuzuki desvalido, pero no había nada de cómico en él. Al contrario, su mirada y expresión le dieron a Tatsumi ganas de mandar al cuerno su frialdad y su orgullo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Una garra helada le estaba estrujando el corazón. ¿Qué estaría ocurriendo en la mente de su amigo?

La mano de Tsuzuki seguía cerrada en torno a su brazo. Lentamente, Tatsumi posó sus dedos sobre ella y los apretó con cariño. Su voz surgió en un susurro, y esta vez se aseguró de poner en ella toda la calidez de la que fue capaz:

—Te doy mi palabra.

No fue alivio lo que apareció en el rostro de su amigo, pero Tsuzuki pareció relajarse al oír su respuesta. Un segundo después soltó su brazo y retrocedió unos pasos, perdido en sus propios pensamientos. Tatsumi contuvo un suspiro, pues sabía que surgiría entrecortado y esa era más debilidad de la que estaba dispuesto a exhibir por un día.

De pronto le pareció que ya había vivido aquel momento y le vino a la mente, como en un flash, el instante del pasado en que rompió su relación con Tsuzuki. El corazón se le encogió de nuevo. Había habido aquella misma mirada en sus ojos aquel día. Aquella misma tristeza ensombreciendo su hermoso rostro. Tsuzuki no había pronunciado un solo reproche entonces, pero no había sido necesario. Sólo mirarle a la cara había bastado para que Tatsumi se sintiera una persona horrible durante varios días.

Y ahora había vuelto a traicionarle, ¿no? Ese era el pensamiento que tenía Tsuzuki en mente. No sólo era que Hisoka le hubiera mentido, era también el dolor de la traición de un amigo mucho más antiguo. Una traición que volvía a repetirse.

Abrió la boca sin saber muy bien lo que iba a decir pero, por fortuna, el jefe Konoe lo rescató:

—¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí?

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FIN DEL CAPÍTULO 13

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(1) Creo que este es el nombre que recibe el mundo de los mortales, si no me equivoco.

(2) ¿Subordinado? ¡Ja! Quien tenga la sensación de que es Tatsumi el verdadero jefe de la división Shokan, que levante la mano.

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RESPUESTAS A LOS REVIÚS

En orden alfabético:

Bishoujo-hentai.- Terazuma Hajime sólo aparece en el manga, pero no demasiado (al menos hasta el volumen 5, que es hasta donde he leído yo). Es otro shinigami, uno muy raro que se convierte en una especie de monstruoso león (o algo así) cuando una mujer le toca (en el manga hay algo muy divertido al respecto con implicación de Hisoka ;D). De ahí mi estúpida broma de Digimon, por lo de las transformaciones y eso... en fin. No tengo gracia. El caso es que es el compañero de Wakaba (la chica que aparece en el primer capítulo de la serie, comprándole a Tsuzuki los dulces) y, por algún motivo que no acabo de comprender, Tsuzuki y él se odian a muerte. De todos modos, si quieres leer el manga y se te da bien el inglés, en esta página: sakura-crisis.net encontrarás los scans de yami hasta el volumen 5 (aparte de otros muchos mangas estupendos). Y en la página de la fnac de España (fnac.es) ya tienen a la venta los volúmenes 1 y 2 en español. Feliz año a ti también y gracias por leerme.

Can Hersey.— ¡Hola otra vez! Me alegra que te alegre que sacara a Hajime en este capítulo. No estoy muy familiarizada con ese personaje, pero tenía ganas de jorobar un rato al pobre Tsuzuki y pensé ¿quién mejor que Terazuma? En realidad, fue un añadido de última hora, el pobre, pero me gusta cómo me ha quedado...

Kotorimoon.- ¡Kotori-chan! Me temo que he hecho sufrir más a Tsuzuki en este capítulo, aunque en plan algo más siniestro que el anterior. Espero que no se me haya ido de las manos, porque la escena entre Tatsumi y Tsuzuki aquí no la tenía prevista, se me ocurrió en el último momento. Gracias por los besos y por la inspiración, ¡parece que da resultado! XD

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Siento que haya sido tan corto, pero quería subirlo hoy para celebrar mi cumpleaños XD. Os prometo que actualizaré antes la próxima vez. ¡¡Feliz año nuevo a todos y hasta la próxima!! Por cierto, los que querías (si queréis) podéis añadirme a vuestro messenger o mandarme mensajitos a mi correo electrónico. ¡Me encanta recibir mensajitos!

Ja ne!!

Por favor, mandadme vuestras opiniones, aunque sólo sea para hacerme correcciones, no necesito que me alabéis (mentira, sí lo necesito, pero vosotros ni caso), por fiiiiiii, reviewadme, ¿vale?............. hmm, acabo de inventar un verbo nuevo....