Título: Creo que me quedo con el chibi..., capítulo 17

Autora: Azdriel

Categoría: humor, misterio, shonen ai muy, muy suavecito. Datos importantes sobre la serie… un poco tarde para avisar de esto, ¿no?

Disclaimers: Los usuales.

Nota: me han dicho que a lo mejor debería cambiar la calificación "moral" (pff…) de este fic por lo de la decapitación del capítulo anterior. Gracias por el aviso, pero seguro que todos estáis de acuerdo conmigo en que aquellos que sean tan jóvenes como para impresionarse por una decapitacioncita de nada (ni siquiera gore), en primer lugar, no deberían estar sentados delante del ordenador leyendo esto. Deberían estar en la calle, jugando.

Otra nota: ¡¡YA TENEMOS EL VOLUMEN 4 DE YAMI!! ¡¡¡¡¡BIEEEEEEEN!!!!!!

** *** **** *** *** *** *** *** *** *** ***

CAPÍTULO 17

-¿Cómo sabes tú eso? –preguntó Tatsumi, sorprendido. Hisoka no dijo nada. Se limitó a contemplar a su compañero… su antiguo compañero, se corrigió… como si acabara de brotarle otra cabeza.

Tsuzuki suspiró y empezó a hablar, sin mirar directamente a ninguno de los dos. Parecía perdido en sus recuerdos y un brillo nostálgico había aparecido en sus ojos violetas. Hisoka no podía saberlo, porque no había estado presente, pero Tatsumi reconoció la mirada que Tsuzuki había tenido en el despacho del jefe Konoe, mientras les hablaba del fantasma.

-Cuando yo vivía aquí, entre las leyendas urbanas que circulaban en torno al fantasma de la mansión Nakamori –dijo, sin molestarse en explicar de nuevo para Hisoka todo lo que les había contado a Tatsumi y a los demás con anterioridad. De hecho, el émpata tuvo la sensación de que, aunque no dirigía su mirada hacia ninguno de ellos, estaba hablando exclusivamente para Tatsumi. El nudo de su estómago se hizo más doloroso-, aparecía de tanto en tanto el nombre de Margaret Attwood. Algunos decían que había sido una mujer perversa, una bruja venida de occidente, que había ocasionado la caída de Sir James y, con ello, la maldición que pesaba sobre la familia. Era, por supuesto, otra de las versiones sobre el motivo de la misteriosa muerte del pirata. Muchos creían en esa versión, por la comodidad que suponía, más que por otra razón.

-¿Qué quieres decir? –se atrevió a preguntar Hisoka. Ahora se le hacía incómodo dirigirse a Tsuzuki, pero necesitaba desesperadamente que su compañero le hablara, sólo para comprobar que seguía sabiendo que él existía. Tras el frío saludo a su llegada, Tsuzuki sólo le había dirigido un par de palabras y había vuelto a ignorarle rotundamente.

Los ojos violetas del otro shinigami se volvieron hacia él, con aquella mirada vacía y Hisoka casi prefirió que Tsuzuki hubiera seguido ignorándole.

-El odio a los extranjeros. La desconfianza hacia los que son diferentes –su voz se hizo distante en la segunda frase y, por un segundo, sus ojos reflejaron una mirada herida que desapareció al tiempo que su voz volvía recuperar su fuerza. Hisoka se preguntó si no lo habría imaginado-. En mi época, a principios del siglo XX, no era en absoluto poco habitual que se culpara a los forasteros, sobre todo a los occidentales, de todos los males de la sociedad –se encogió de hombros-. Supongo que pasa en todas las partes del mundo…

-Y Margaret Attwood era extranjera y europea, para más señas –añadió Tatsumi, siguiendo su línea de pensamiento.

Tsuzuki asintió.

-No sé en qué momento de la historia dejó de ser la esposa de Sir James para convertirse en la Malvada Bruja del Oeste, pero lo cierto es que eran muy pocos los que recordaban… o querían recordar… que esa mujer había sido, junto con Sir James, el primer eslabón que formaría la poderosa cadena del clan Nakamori.

-Pero, ¿cómo conoces tú esa información? –Insistió Tatsumi-. ¿Y por qué no lo dijiste antes, cuando aún estábamos en Meifu? Los Gushoushin podrían haber buscado más datos sobre ella…

Tsuzuki lo miró con una expresión escéptica muy poco habitual en él.

-¿Y qué crees que habrían encontrado?-preguntó a su vez-. Todo lo que había sobre los Nakamori, todo lo que podía sernos útil, ya lo hemos encontrado. Además, ya he dicho que Margaret Attwood desapareció de la historia de los Nakamori, junto con el apellido inglés de su esposo. Probablemente lo cambiaron para que no se les relacionara con el pirata…

Tatsumi emitió un suave sonido que reflejaba su escaso convencimiento.

-Me inclino más a pensar que fue para no despertar esa desconfianza de la que hablabas antes entre los demás clanes –dijo-. Una familia con un nombre europeo lo tendría muy difícil para abrirse camino entre la Yakuza.

-Lo que significa que los Nakamori nos mintieron cuando dijeron que no conocían sus orígenes… -intervino Hisoka con cierta timidez. Nuevamente, de algún modo, sentía que había sido excluido de la conversación.

-No necesariamente –replicó Tsuzuki-. Estamos hablando de no más allá del siglo XVII. Incluso con los métodos modernos de archivos de datos sería muy difícil seguirles el rastro sin contar con la piedra angular necesaria. No hay duda de que la generación de Nakamori que decidió cambiar el nombre, se preocupó mucho de eliminar el nombre de Attwood de cualquier dato relacionado con ellos. Sencillamente, la familia desapareció de la historia de la Humanidad desde ese momento hacia atrás.

Pero tú lo sabías, pensó Hisoka, dándose cuenta de que Tsuzuki no había revelado en realidad, en ningún momento, cómo conocía él ese dato.

-Pero, ¿crees que Lady Margaret pudo tener algo que ver con el confinamiento del fantasma de su esposo en esa cámara subterránea? –preguntó, tragándose la primera cuestión. Si seguía insistiendo al respecto, sin duda Tsuzuki seguiría dándoles una evasiva tras otra.

-Es probable. Parece que los rumores sobre la "bruja" occidental no iban muy desencaminados, por lo que pude averiguar en su momento –antes de que Hisoka o Tatsumi pudieran preguntar cuándo había sido "ese momento", Tsuzuki continuó hablando-: ¿Dónde está ese libro que mencionaste?

Sus ojos violetas habían vuelto a clavarse en los de Hisoka, cogiendo al muchacho por sorpresa.

-Ah… supongo que sigue donde Hiroshi lo dejó la última vez… en el dormitorio de Sayoko-san. ¿Crees que puede sernos útil? Está escrito en inglés y, por lo que Hiroshi dijo, el tiempo lo ha vuelto prácticamente ilegible.

Tsuzuki frunció el ceño.

-Ese mayordomo, Arthur, es inglés, ¿no?

Hisoka asintió, comprendiendo.

-Iré a buscarle –dijo, ya alejándose de vuelta a la casa. Se sentía más animado ahora que volvían a ponerse manos a la obra-. Y también a Hiroshi. Fue él quien dio con el libro y el plano, tal vez pueda sernos de ayuda.

En cuanto Hisoka les dio la espalda, Tatsumi vio cómo el cuerpo de Tsuzuki se relajaba visiblemente. Sus anchos hombros, que había tenido rígidos en todo momento, convirtiendo su ya considerable estatura en algo realmente impresionante, se hundieron mientras de sus labios escapaba un suspiro casi inaudible. Pero lo que maravilló a Tatsumi fue la transformación de su rostro y sus ojos. La máscara de frialdad se quebró y una suave sonrisa afloró a sus labios, al tiempo que sus ojos violetas se volvían más cálidos mientras contemplaba cómo se alejaba Hisoka.

Tsuzuki volvió a suspirar, como si acabara de quitarse un par de zapatos que le apretaran demasiado.

-¿Crees que es una buena idea, Tsuzuki-san? –le preguntó Tatsumi suavemente.

Tsuzuki siguió mirando con expresión triste la puerta del jardín por donde había desaparecido su joven compañero. A continuación sus ojos violetas se volvieron hacia Tatsumi.

-Sólo hago lo que tengo que hacer –respondió con voz melancólica.

*** ***

Poco después, los cinco –los tres shinigami, Arthur y Hiroshi- estaban reunidos en la habitación de Tatsumi, tratando de sacar algo en claro del diario de Lady Margaret Attwood. Lo primero que había hecho notar Arthur había sido la paradoja del nombre: Attwood significaba "en el bosque" y Nakamori habría sido su traducción más literal al japonés. (2) No se podía decir, por lo tanto, que los primeros "Nakamori" hubieran derrochado demasiada imaginación a la hora de cambiarse el nombre. Esa era la razón de que el escudo de armas de la familia fuera de estilo europeo. Si uno lo miraba de cerca, en el lugar donde figuraba el nombre en kanji –como habían hecho los tres shinigami un momento antes- se apreciaba que algo había sido "borrado" hacía mucho tiempo. Con toda seguridad la palabra "Attwood".

Desgraciadamente, eso parecía ser, de momento, lo más productivo que Arthur había podido hacer por ellos. El diario, tal y como había dicho Hiroshi, era casi ilegible, incluso para el anciano inglés, y, una hora después, seguía inclinado sobre él, con Hiroshi y Tatsumi a su lado, tratando de descifrar la letra desvaída de Lady Margaret, mientras Hisoka y Tsuzuki daban vueltas por la habitación, desesperados por no tener nada que hacer.

-¿Has logrado algo? –le preguntó Tsuzuki al muchacho en cierto momento. Finalmente Hisoka había decidido tratar de rastrear al fantasma que no había vuelto a dar señales de vida… por decirlo de algún modo… y, aunque la búsqueda hasta el momento había sido infructuosa, el joven shinigami se había negado a rendirse. Cualquier cosa antes que seguir dando vueltas por la habitación como la proverbial fiera enjaulada.

Desde donde se encontraba, sentado en el suelo, con las piernas cruzadas en la posición del loto, Hisoka abrió los ojos y levantó la mirada hacia Tsuzuki. Su compañero se había recostado contra el antepecho de la ventana y lo miraba reposadamente. Ya no parecía tan frío como antes, pero seguía mostrándose igual de distante, y Hisoka era incapaz de sentir nada proveniente de él. Tsuzuki siempre se había escudado perfectamente ante sus poderes empáticos, pero aquello era excesivo incluso tratándose de él.

-Aún no –musitó el muchacho, extendiendo con precaución otro "tentáculo" psíquico. Debía tener cuidado de no permitir que sus escudos se bajaran demasiado, o las emociones de todos los miembros de la casa se colarían en su mente en una ensordecedora riada. Y, teniendo en cuenta el estado emocional en que se encontraban tras el asesinato de Sayoko-san, Hisoka estaba convencido de que algo así destruiría su cordura de manera fulminante-. Seguiré intentándolo un poco más.

Tsuzuki asintió ligeramente y regresó a su contemplación del jardín a través de la ventana. Hisoka sintió una punzada de angustia en el pecho. Buscó desesperadamente algo que decir para que Tsuzuki respondiera, comentara, le contradijera, lo que fuera. Daba igual que fuera una bobada, necesitaba oírle hablar. No. Necesitaba que le hablara a él.

¿Qué te pasa, Tsuzuki? Hisoka apretó los dientes, sintiendo que la angustia seguía creciendo en su pecho y el nudo de su garganta empezaba a dejarle un regusto demasiado parecido a las lágrimas. ¿Qué te pasa conmigo? ¿Me odias, es eso? ¿Estás furioso por haberte mentido? ¿Por qué no me lo dices, entonces? ¿Por qué no me gritas, o me pides explicaciones? Por favor, grítame, insúltame… Todo menos esto. No soporto esto…

No se dio cuenta de que había enterrado el rostro entre las manos y que estaba temblando violentamente, hasta que oyó la voz de Tatsumi:

-¿Kurosaki-kun? ¿Te encuentras mal?

Hisoka alzó bruscamente la cabeza y se encontró con la mirada preocupada de los ojos azules del secretario. Tatsumi seguía sentado a la mesa junto a Hiroshi y Arthur, y los tres lo miraban con la misma preocupación.

No, no los tres. En realidad, la preocupación de Tatsumi triplicaba a la de los otros dos. De hecho, incluso podía sentirla penetrando a través de sus escudos que, en algún momento, había vuelto a alzar, cortando de cuajo todos los ramales psíquicos que tan cuidadosamente había extendido por toda la casa. Hisoka miró tentativamente al lugar donde seguía Tsuzuki y se encontró con que el shinigami de ojos violetas lo miraba con el ceño fruncido y una expresión de desconcierto… pero la profunda y perturbadora oleada de emociones que habría sentido proviniendo de él en cualquier otro momento no estaba allí. No había nada.

Hisoka contuvo la risa amarga que había comenzado a cosquillearle en el fondo de la garganta, porque sabía que acabaría convirtiéndose en un sollozo cargado de frustración. Era irónico. Tatsumi, el frío e inconmovible Tatsumi, parecía a punto de saltar de la silla y correr hacia él, enfermo de preocupación; mientras que Tsuzuki, el rey de las emociones liberadas, parecía haberse convertido en una estatua de mármol, muerta y sin corazón.

Kamisama… no puedo soportarlo más…No entiendo nada. Si esto es un castigo por lo que les he hecho a ambos... ya he aprendido la lección. Por favor…

-En realidad, necesito… descansar un poco… -murmuró, mientras se ponía en pie-. Si no me necesitáis, creo que volveré a mi habitación a echarme un rato.

Tatsumi frunció el ceño un poco más, reacio a dejarle ir sin más.

-¿Seguro que estarás bien? –preguntó.

Hisoka volvió a mirar a Tsuzuki y tragó saliva.

-Sí… Estaré bien.

****** ****

Tatsumi vio salir a Hisoka arrastrando los pies y, en cuanto se cerró la puerta tras él, volvió la mirada hacia Tsuzuki y comprobó, sin sorpresa, que él también había seguido la marcha del chico con la mirada. Nuevamente la máscara… no cayó, pero se deslizó suavemente de su rostro, dejando entrever sus verdaderas emociones.

Tatsumi suspiró y luego apretó los labios. No aprobaba lo que estaba haciendo Tsuzuki, aunque no tenía ningún derecho a decírselo. Sabía que la intención de su amigo no era hacer sufrir a Hisoka y, probablemente, ni se daba cuenta de que ése y no otro estaba siendo el efecto de su recién estrenada actitud.

Pero ya me he inmiscuido demasiado entre ellos. Además, tal vez esto haga que Hisoka salga de su caparazón, aunque sólo sea para aclarar las cosas con Tsuzuki. Tal vez todo repercuta en el bien de ambos…Sus ojos se entristecieron al mirar el rostro de su querido amigo. Tal vez si hubieras hecho esto conmigo, aún seguiríamos siendo compañeros, Tsuzuki. Por mí no luchaste de esta manera…

No era justo, se dijo. No era justo que ahora sintiera celos. En contra de lo que, aparentemente, todo el mundo pensaba, él no estaba enamorado de Tsuzuki. Nunca lo había estado. Su corazón estaba puesto en otra parte… Pero siempre le había querido, eso era innegable. Probablemente tanto como le quería Hisoka. Sonrió con la misma tristeza que se reflejaba en sus ojos. El muchacho y él se parecían mucho. Demasiado. Pero ojala Hisoka fuera más listo de lo que lo había sido él y no dejara que la inseguridad y, sobre todo, su testarudez, hicieran pedazos los vínculos que había establecido ya con Tsuzuki.

No sólo por sí mismo, sino también por el propio Tsuzuki. Si aquello no funcionaba, Tatsumi estaba seguro de que su amigo no soportaría otro rechazo. Aquel vistazo que les había permitido echar a su alma torturada, allá en Meifu, en el despacho del jefe Konoe, había sido más que suficiente para Tatsumi. Las heridas no se habían cerrado en lo más mínimo.

Se percató de que Tsuzuki lo estaba mirando. En el rostro de su amigo había aparecido una expresión de duda y una pregunta no formulada. No era necesario, de todos modos. Tatsumi no necesitaba palabras para comprenderle.

¿Debo ir con él?

La respuesta que le dio fue igual de muda. El secretario sostuvo su mirada durante un momento, tratando de transmitirle ánimo y, a continuación se encogió de hombros suavemente. Estaba seguro de que Tsuzuki había entendido la respuesta:

De ti depende, amigo mío.

*** *** ***

Hisoka se dejó caer en la cama sin molestarse en desvestirse. Ni siquiera había empezado a anochecer todavía, pero sentía que podría meterse en la cama y dormir hasta el día siguiente.

No. Dormir para siempre. No volver a despertar jamás. Eso estaría bien. Al menos le ayudaría a escapar…

¡Maldición! No voy a escapar. No soy un cobarde. No le necesito. No necesito a nadie… Nunca…

Kamisama… ¿a quién pretendo engañar?

Ni siquiera a sí mismo, fue la respuesta de su conciencia. Las lágrimas habían empezado a llenar sus ojos incluso antes de terminar su segunda negación. Sí le necesitaba. Le necesitaba como necesitaba respirar… La angustia constreñía su pecho dolorosamente y una terrible sensación de pérdida se había adueñado de él. ¿Por qué le pasaba esto? Ahora que había conseguido aclarar sus ideas, de nuevo la confusión.

Habla con él.

¿Y si es él quien no quiere hablar conmigo? ¿Qué haré entonces?

El nudo de su garganta se apretó un poco más, impidiéndole respirar. Nunca se había sentido tan horriblemente mal. Siempre había sabido que querer a alguien era un error que se acababa pagando… pues parecía que tenía razón. Y, por una vez, odiaba tener razón.

¿Y si no es real? Se preguntó de repente, absurdamente esperanzado. Podría ser otra ilusión. Yo podría seguir dentro de ese espantoso árbol, víctima de otra alucinación. Ya me ocurrió antes… y este Tsuzuki no es demasiado diferente al que vi entonces…

¿Puedes ser más patético?

Hisoka se abrazó a la almohada como si su vida dependiera de ello y enterró la cara en su blanda superficie, esperando que eso amortiguara sus sollozos.

*** ***

(1)

En el pasado solía resultarme indiferente, pero…

¿Por qué tengo ahora tanto miedo de estar solo…?

Todo en ese sueño era mentira.

Una fantasía creada por m

No podía soportar estar solo.

…así que me inventé algo mejor.

Alguien que me consolaba,

Que era amable conmigo, que siempre estaba a mi lado.

Alguien que sólo me miraba a mí.

Otro yo…

De esta manera no me importaba estar solo.

Sin intercambiar mi corazón con nadie, sólo yo mismo en mi fantasía.

Pero ahora…

¿Qué… puedo hacer ahora…?

No lo sé… que alguien me lo diga…

Quiero ir a casa…

¿Por qué no estás conmigo…?

Tsuzuki…

El llanto cesó algún tiempo después y se adueñó de él esa extraña calma que suele suceder a un momento de crisis, cuando el alma se ha retorcido tanto que ya no puede brotar ni una sola lágrima más y uno se siente casi aliviado y limpio por dentro.

Así era como se sentía Hisoka ahora. Su corazón seguía latiendo pesadamente en su pecho, pero el nudo y la angustia habían desaparecido, sustituidos por una amarga resignación.

Y trató de pensar positivamente, cosa que no había hecho en su vida.

Tsuzuki sólo estaba haciéndole pagar por haberse portado tan rastreramente con él. Y él estaba comportándose ahora como un crío idiota por dejar que le afectara tanto. ¿Qué diablos le pasaba? Ni siquiera la traición de sus propios padres le había dejado tan hecho polvo. Tsuzuki no había dicho en ningún momento que le odiara. Ni siquiera había sentido nada negativo emanando de él. No debía sacar las cosas de quicio.

Se centraría en el caso. Eso es. Se centraría en cazar al fantasma y, una vez volvieran a Meifu, hablaría con Tsuzuki para poner las cosas claras. Incluso le pediría perdón…

¿Incluso? ¿Crees que tienes otra opción? Eso es lo primero y lo único que tienes que hacer: pedirle perdón. No es adicional. No es una muestra de buena voluntad. Es tu obligación, maldito idiota.

Yo me he buscado esto. Y yo lo solucionaré. Tampoco es que Tsuzuki se haya transformado en otra persona…Además, está comportándose de ese modo tan extraño con todo el mundo, no sólo conmigo… Tengo que hablar con él…

**** ***

Hisoka se había quedado profundamente dormido en algún momento de la tarde. De hecho, durmió hasta bien entrada la noche y, cuando Tatsumi entró a despertarle, descubrió que se sentía bastante mejor.

Le sorprendió un poco que el secretario no le preguntara nada sobre su extraño comportamiento de unas horas antes. Pero luego se lo pensó mejor: sin duda Tatsumi sabía perfectamente lo que lo había motivado. Que no dijera casi nunca lo que pensaba no significaba que todo pasara inadvertidamente ante sus ojos. En realidad, Hisoka estaba convencido de que sabía mucho más de lo que aparentaba.

-Ne… Tatsumi-san… -empezó, mientras seguía al secretario de vuelta a su habitación, donde Arthur les había servido un pequeño tentempié a modo de cena.

Al ver que Hisoka no seguía, Tatsumi le miró por encima del hombro.

-¿Sí, Kurosaki-kun?

Hisoka se había detenido en medio del pasillo, la cabeza gacha y evitando su mirada. Un ligero rubor tenía sus mejillas y parecía estar luchando por encontrar las palabras.

-¿Sucede algo? –insistió Tatsumi, detestándose a sí mismo. Sabía muy bien que s sucedía algo, y sabía muy bien lo que era.

-Tsuzuki… ¿Está enfadado conmigo? –musitó el émpata por fin.

Tatsumi tomó aire para contestar negativamente, pero optó por:

-¿Debería?

Aquello fue un error. Hisoka levantó la mirada hacia él, visiblemente dolido. Tal vez pensaba que Tatsumi se burlaba de él.

-¿Por qué no hablas con él? –le propuso el secretario con el tono más amable que pudo conseguir-. Creo que eso aclararía muchas cosas.

Los ojos de Hisoka se agrandaron ligeramente.

-Entonces tú sabes lo que le pasa –exclamó-. Sabes por qué se comporta de ese modo… Por favor, Tatsumi-san, dime…

Tatsumi levantó una mano, cortándolo en el acto.

-No, Kurosaki-kun. No me corresponde a mí mediar en esto. Créeme que me gustaría, pero no sería justo. No te lo tomes a mal, pero creo que esto te lo has buscado tú solo.

Mentalmente, Tatsumi comenzó a darse de bofetadas con todas sus fuerzas. Debería flagelarse por ser tan canalla. Debería recortarse el sueldo a una cuarta parte… No, debería despedirse a sí mismo, por hacer aparecer aquella mirada herida en los hermosos ojos verdes el muchacho.

¿Qué te pasa, Seiichiro? No te estarás encariñando demasiado con él, ¿verdad?

Aquello estaba demasiado cerca de la verdad para seguir indagando, así que Tatsumi apartó aquella voz (que ahora se estaba riendo maliciosamente en algún lugar de su cabeza) como si fuera un insecto molesto y optó por dejar que Hisoka tomara la decisión que quisiera y entró en su habitación seguido por el muchacho.

** *** ***

FIN DEL CAPÍTULO 17

**** **** ***

Vaaale, he vuelto a hacerlo. Sé que soy mala y una desconsiderada y todo lo que queráis, por dejarlo así; pero es que últimamente estoy leyendo mucho a Kaori Yuki y ella es una maestra en cortar escenas en los momentos más inoportunos… Además, el desenlace está ya cerca y pensé que sería mejor cortar aquí y no más adelante.

(1) Este texto lo encontré en un fondo de escritorio de Yami. En la página donde di con él decía que había sido escrito por la propia Matsushita Yoko, aunque no sé si aparece en algún momento del manga (porque aún no he pasado del volumen 5). Me pareció tan tierno que tenía que incluirlo aquí. De hecho, me inspiró casi todo este capítulo, así que: arigato gozaimas, Matsushita-sensei, eres fabulosa. (Sí, como que va a estar leyendo esto...)

(2) Esto lo encontré en una página web especializada en apellidos anglosajones. Cualquier discrepancia con el significado de Attwood no es culpa mía. XD

Otra cosa: el nombre de Margaret Attwood me lo saqué de la manga, pero el otro día, por casualidad, descubrí que es el nombre de una escritora. Qué coincidencia, ¿no? ^_^

RESPUESTAS A LOS REVIEWS:

(En orden alfabético)

¡14 reviús! Os quiero, os adoro, os compro un loro… *abrazos*

Aguila fanel.- La reconciliación aún tardará… si es que hay reconciliación… ¡jua jua jua! *risa perversa*.

Ayumi Warui.- Sí, cierto, Hisoka se lo merece. Pero al final de este capi me ha dado un poco de pena, el pobre. Si sigo torturándolo así, acabara de psiquiatras… y, lo peor de todo, Tatsumi tendrá que pagar la cuenta. Y parece que al final a todo el mundo le caía mal Sayoko-san… En realidad al principio no tenía intención de convertirla en la Mala, pero… le ha tocao. ^_* Por cierto, ¡¡ya salió el cuatro volumen!! ¡¡Yupi!!

Duare.- ¡Hola! Espero que este primer reviú no sea el último, ne? Y sí, por fin tenemos también Gravi en español, aunque yo ya tenía el primero en inglés, así que me esperaré a que salga el siguiente… aunque me gusta más el anime… no sé. ¡Qué más da! ¡Shounen, shounen, shounen! ¡Adeu!

Kanoe.- Guau… ¿hasta las 4 de la mañana? Muchas gracias, de verdad. Y me alegro de haberte dado miedo… jeje. Y gracias por tu crítica. Intento no salirme de los personajes siempre que puedo y me alegra ver que, al parecer, lo estoy consiguiendo. ^_^. Un secreto: a mí también se me cae la baba con el Tsuzuki serio… ^_*. Y no te preocupes, me encantan los reviús largos. Cuanto más largos, mejor.

Queen Latifa.- Gracias por tus tres reviús seguidos (estaba conectada cuando los mandaste y me fueron llegando los avisos uno tras otro) y por el email de después. Eso, eso, promocióname, a ver si me sale un editor…

MUCHAS GRACIAS TAMBIÉN A:

Hersey (¡cuánto tiempo!), Megumi014, Rikku-chan, Sadame, Selene Sumeragi, Zhakdna-yhizet y Zekhen-angel and Zekhen.

Sois las mejores. Besitos y reviús, porfi.