Título: Creo que me quedo con el chibi..., capítulo 19
Autora: Azdriel
Categoría: humor, misterio, shonen ai muy, muy suavecito.
Disclaimers: Los usuales.
Nota: Algunas me habéis dicho que el capítulo 2 de mi otro fic, Hikari to Kage, no aparece en la lista de Yami no Matsuei (que es donde debería estar). He probado a entrar desde la lista y no desde mi ficha, como hago normalmente, y sí que está. Lo que pasa es que le cambié la calificación moral a R (por si las moscas) y tal vez por eso no aparece en la lista de Todos los Públicos. Digo yo… Si seguís teniendo problemas, entrad desde mi ficha, ¿ok?
Otra nota: Os aviso que el fic de Nightrunner (El Mensajero de la Oscuridad) que tengo en "modo pausa" voy a retirarlo de por dos razones: porque no se me ocurre cómo continuar y porque he leído por ahí que a Mrs. Flewelling (la autora) no le gusta que se publique fanficción sobre sus historias. Una pena, pero no voy a incumplir los deseos de mi musa, ¿ne? De todos modos, si algún día lo acabo (que lo veo poco probable), avisaré en mi ficha y, si alguien quiere leerlo, se lo enviaré encantada.
Tsuzuki: bostezando WUAAAAAH, ¿Cuándo demonios se acaba esto? Tengo hambre...
Hisoka: Tsuzuki no baka, siempre estás pensando con el estómago. Si este petardo aún no ha terminado es por tu culpa, ¡así que cierra el pico y ponte a trabajar!
Tsuzuki: Hidoi-na...
CAPÍTULO 19
Los tres shinigami se quedaron paralizados durante unos segundos, mirando fijamente el medallón que descansaba sobre la palma de Hiroshi. Tsuzuki fue el primero en moverse. En dos rápidas zancadas, se planto ante el criado y le arrebató el amuleto de un manotazo, visiblemente furioso.
-¡Maldito idiota! ¿Tienes idea de lo que has hecho? –le espetó, sorprendiendo a sus dos compañeros-. ¡Tu señora ha muerto por tu culpa!
-¡Tsuzuki! –exclamó Hisoka, en tono de aviso. Hiroshi había palidecido y temblaba. Probablemente la comprensión de que había sido el causante (aunque involuntario) de un homicidio le había asustado mucho más que las duras palabras de Tsuzuki.
-Lo siento… -repitió. De pronto parecía mucho más joven, un niño a punto de derrumbarse por haber sido pillado en falta. Hisoka sintió que su compasión por él renacía con nuevas fuerzas-. No pretendía… yo no sabía… -levantó la mirada hacia el émpata, con una expresión suplicante-. ¡Yo no quería matar a nadie, Hisoka!
El shinigami de ojos verdes se interpuso entre Hiroshi y Tsuzuki, dándole la espalda a su compañero deliberadamente. El contacto físico ahora era algo temerario, dado el estado emocional de Hiroshi, pero el joven necesitaba sentir que al menos alguien en aquella habitación le comprendía y apoyaba.
Así que, con mucho cuidado, como si Hiro fuera un pedazo de metal al rojo vivo, Hisoka le puso una mano en el brazo y soportó la descarga de emociones que pasaron a su mente en un segundo.
-Tranquilo, Hiroshi –dijo, con toda la firmeza de la que fue capaz-. Ya lo sabemos. Tú no tienes la culpa de que Sir James fuera a por Sayoko-san. ¿Verdad, Tsuzuki?
Con la última pregunta, Hisoka volvió la cabeza por encima del hombro y le clavó a su compañero una mirada de advertencia. En el pasado, Tsuzuki habría parpadeado confundido por la severidad del muchacho y, acto seguido, se habría convertido en un chibi suplicante, implorando perdón por haber sido tan brusco, pero… el nuevo Tsuzuki ni siquiera cruzó su mirada con él. Siguió escudriñando el rostro de Hiro implacablemente durante unos segundos, hasta que, con un suspiro, pareció considerar que ya había castigado bastante al criado y se apartó de la pareja, volviéndose hacia Tatsumi.
-Creo que podré recordar el hechizo de contención, pero tendremos que localizar primero al espíritu. La búsqueda empática de Hisoka no ha dado resultado, lo cual significa que se está escudando contra nosotros, así que tendremos que utilizar otros métodos menos sutiles. La invocación clásica funcionó la primera vez, pero voy a necesitar ayuda.
-Cuenta conmigo –dijo Tatsumi-. Después de todo, se supone que esto debería hacerlo yo.
Era posible que Tatsumi estuviera siendo sarcástico, o era posible que no hubiera doble intención en sus palabras, pero Tsuzuki se sonrojó ligeramente al oír eso.
-No quiero que parezca que intento robarte el caso, Tatsumi… -murmuró, avergonzado, volviendo a parecer durante un momento el viejo Tsuzuki.
-No digas tonterías. No trabajamos a comisión y seguro que, a estas alturas, ya te habrás percatado que nadie recibe aumentos de sueldo por resolver un caso bien y rápido –bromeó Tatsumi-. Lo importante es devolver esa alma errante al lugar donde debería estar desde hace siglos y evitar más desgracias. Además, tú sabes más de todo esto de lo que nosotros hemos logrado averiguar en tres días.
Satisfecho, Tsuzuki asintió.
-Muy bien, en ese caso, me gustaría que te reunieras conmigo en la cámara subterránea para hacer los preparativos para el conjuro. Vamos a necesitar algo para trazar un tetragrámaton (1) en el suelo de la caverna. Y algunos otros elementos para la invocación. Metales, entre otras cosas. Del resto me encargo yo.
-¿Metales? –preguntaron al unísono Hisoka y Tatsumi.
Tsuzuki tomó aliento:
-Plata para la luna, azogue para Mercurio, cobre para Venus, oro para el Sol, hierro para Marte, estaño para Júpiter y plomo para Saturno –enumeró de un tirón-. Los necesitaremos para los amuletos –su rostro se endureció-. Esta vez no voy a permitir que ese espectro se lleve a ninguno de nosotros.
Hisoka sintió que le daba un vuelco el corazón.
-Tsuzuki… -musitó sin que su compañero alcanzara a oírle.
-¿Cuánta cantidad de esos metales vas a necesitar? –preguntó Tatsumi, siempre práctico.
-La suficiente para tres amuletos, para ti, para Hisoka y para mí. No habrá nadie más presente –dijo esto clavándole una mirada a Hiroshi que no hizo el menor intento de protestar-. Yo me encargaré de fundir los metales y forjar los amuletos. Tú ocúpate de conseguirme la materia prima.
-Entendido –contestó Tatsumi. Si el secretario no estaba habituado a que Tsuzuki le diera órdenes, no dio la menor señal de sentirse molesto por ello. Después de todo, era un hombre pragmático y no perdía el tiempo con pequeñeces cuando tenían un asunto tan importante entre manos.
-¿Qué hago yo? –preguntó Hisoka, con un tono exigente que no podía ser ignorado. Él sí que estaba molesto por el empeño de Tsuzuki de dejarle al margen de todo. Antes lo hacía por protegerle y ahora lo hacía por ignorarle. El émpata no iba a tolerar eso. Ya estaba harto. Y cuando Hisoka se hartaba… temblaba el mundo.
Como me mande a descansar, le doy de bofetadas hasta que vuelva a recuperar el sentido común… o, en su caso, a perderlo. Haré volver al antiguo Tsuzuki a golpes, si es necesario.
-Será mejor que veas en qué estado se encuentra el servicio –dijo Tatsumi, adelantándose a Tsuzuki-. No hemos vuelto a decirles nada y, a estas alturas, o ya se han recuperado del susto, o se han dejado llevar por el pánico. De cualquier forma, el sello que Tsuzuki-san colocó en la puerta de la sala de billar debería haber impedido cualquier intento insensato de huida, pero no estaría de más que bajaras a tranquilizarlos y a convencerlos de que todo va bien. Tampoco queremos que la Policía se presente aún, así que asegúrate de que nadie les haya llamado.
-¿Y todo va bien? –preguntó Hiroshi, con voz débil.
-No –contestó Hisoka, bruscamente-. Pero eso ellos no tienen por qué saberlo –echó a andar hacia la puerta-. Iré a hablar con ellos y luego me reuniré con vosotros bajo el roble. ¿Vienes, Hiroshi?
El criado vaciló.
-¿Podría ayudar yo en algo? –preguntó, tímidamente. Era evidente que seguía sintiéndose culpable por lo del medallón-. Podría conseguir esos metales. Conozco bien esta casa y todo lo que hay en ella. Los encontraría más rápido que usted, Ishida-san… quiero decir…
-Mi nombre es Tatsumi Seiichiro –le corrigió el secretario amablemente-. Y creo que tienes razón. ¿Qué te parece, Tsuzuki-san? Yo podría ayudarte con el tetragrámaton mientras Yokobata-kun busca esos metales. Luego se reuniría con nosotros en…
-No.
Si parecía imposible que tanta rotundidad pudiera expresarse en una sola sílaba, Tsuzuki acababa de demostrar lo contrario.
Hasta Tatsumi parpadeó sorprendido.
-¿No?
-No quiero que nadie más se involucre en esto –susurró Tsuzuki, muy serio. Los ojos le brillaban con determinación… y también con una sutil aprensión-. Y mucho menos un… -miró de reojo a Hiroshi, a punto de decir "humano", pero se corrigió a tiempo-: civil. Es demasiado peligroso y no podríamos protegerle si algo sale mal.
-Me marcharé antes de que empiece la invocación –se apresuró a intervenir Hiroshi-. ¡Lo juro! No tengo ningún deseo de ver de nuevo a ese fantasma.
-Está diciendo la verdad, Tsuzuki –dijo Hisoka, tras una lectura superficial de Hiroshi. A veces era útil que el telépata hubiera bajado sus barreras-. No tiene la menor intención de interferir. Ni siquiera tendría por qué bajar a la cámara. Yo iré con él a buscar los metales, después de hablar con el servicio, y te los llevaré a la caverna.
Hiroshi lo miró agradecido. Fuera por haberle apoyado o por haberle evitado tener que meterse de nuevo en el roble petrificado, Hisoka sólo podía conjeturarlo.
-A mí me parece lo más sensato, Tsuzuki-san –opinó Tatsumi.
Finalmente, el shinigami de ojos violetas se dio por vencido.
-Está bien. Pero no quiero verte el pelo allí abajo, ¿entendido? –advirtió a Hiroshi-. Si asomas tan siquiera la nariz, dejaré que ese espectro haga contigo lo que quiera.
Hiroshi palideció de nuevo y tragó saliva. No era para menos. La mirada de Tsuzuki era cien veces más terrible que su amenaza. A Hisoka no le gustaba esa mirada. No le gustaba en absoluto. Había tenido la misma expresión cuando el demonio Sagatanas lo había poseído aquella vez, durante el caso del violín maldito.
-S… sí, señor –tartamudeó Hiroshi, con una rápida inclinación.
Tsuzuki le sostuvo la mirada al criado durante un rato más, hasta quedarse convencido de que el joven había comprendido las consecuencias que tendría su desobediencia y, a continuación, cogió su abrigo y salió por la puerta a rápidas zancadas, con Tatsumi pisándole los talones.
Hisoka echó una mirada a la mesa donde aún reposaba, intacta, la cena que Arthur había preparado para Tsuzuki. Intacta. Hisoka se estremeció. Que Tsuzuki rechazara una cena en un momento tan trascendental donde ninguna persona normal se pararía a pensar en comer, era una mala señal. Muy mala señal.
Pero Tatsumi no lo dejó volver a obsesionarse con el asunto. El secretario se detuvo en la puerta de la habitación y se volvió hacia los dos muchachos, apartando la atención de Hisoka de la mesa.
-Tened cuidado, ¿de acuerdo?
-Hai –dijo Hisoka-. Tatsumi-san... -se sonrojó y cerró la boca, avergonzado por lo que iba a decir, pero al instante se arrepintió y se obligó a decirlo-: Por favor, vigila a Tsuzuki… no está… no me parece que esté bien.
El rostro de Tatsumi se ensombreció y, por un momento, Hisoka tuvo la certeza de que el secretario lo miraba con lástima. Parecía a punto de decir algo, pero movió la cabeza suavemente y suspiró.
-Lo haré.
-Veamos… ¿dijo hierro para la luna, o era para Júpiter? No espera, el hierro era para la luna… y para Júpiter… ¿el plomo? ¿Y qué demonios es azogue?
-Mercurio –contestó Hisoka-. Y era plata para la luna y estaño para Júpiter. Si no ibas a acordarte, deberías haberle pedido a Tsuzuki que te lo apuntara.
Hiroshi soltó una seca carcajada.
-Sí, claro. ¿Viste cómo me miró? Demonios, ese hombre tiene peor carácter aún que Arthur. Nunca había conocido a alguien que pudiera estar más tenso que "oji-chan" (2).
Hisoka estuvo a punto de decir que eso no era cierto, que Tsuzuki tenía un carácter dulce y complaciente, pero se mordió la lengua. En aquellos momentos, no tenía ni idea de cuál era el verdadero Tsuzuki y cuál el farsante.
Pero espérate a que tenga la oportunidad de arrinconarle contra una esquina. Le sacaré la verdad aunque tenga que torturarle.
Por fortuna, Hisoka tenía mejor memoria que Hiroshi y se acordaba perfectamente de los metales. Para qué planeta era cada uno carecía de importancia en ese momento, pues su único cometido era encontrarlos y llevárselos a Tsuzuki.
Después de cerciorarse de que los sirvientes estaban tranquilos en la sala de billar –apiñados en pequeños grupos, cada uno de ellos protegidos con uno de los ofudas de Tsuzuki, y evitando en todo lo posible acercarse al bulto cubierto con un mantel ensangrentado que había en el centro de la sala-, y asegurarse de que, a pesar de haberles dicho que Tsuzuki era detective, ninguno de ellos hubiera llamado a la Policía, Hisoka y Hiroshi se dirigieron en busca de los metales para los amuletos.
La plata fue lo más fácil de encontrar. En una mansión de clase alta como aquella lo que escaseaba eran los metales menos nobles. Una colección de cucharillas de café requisada del comedor fue lo primero que cayó en la bolsa que llevaba Hisoka; a continuación, Hiroshi lo llevó al despacho de Saburo-san, de donde cogieron un abrecartas de oro macizo que descansaba sobre el ordenado escritorio de caoba. La llave que cerraba la puerta del desván, tan antigua como la propia cerradura, era enorme, pesada y de hierro. También fue a parar a la bolsa.
Los dos jóvenes trabajaron en silencio durante todo ese tiempo. De hecho, Hiroshi parecía bastante incómodo, como si deseara preguntarle algo a su compañero pero no se atreviera. Hisoka no le dio pie. Necesitaban darse prisa, no perder el tiempo en conversaciones.
-Tenemos un montón de plata –dijo Hiroshi mientras rebuscaban por las cocinas algo que pudiera servirles-, pero ¿crees que habrá bastante con lo demás?
Hisoka estaba sacando cacerolas y sartenes del interior de un profundo armario. Su voz sonó como si tuviera metida la cabeza en un pozo al contestar:
-No tengo ni idea de cuánta cantidad de metal hace falta. Tsuzuki olvidó mencionarlo. Pero esa bolsa pesa ya una tonelada y –sacó la cabeza del armario, armado con un cazo de cobre- teniendo en cuenta que t no puedes bajar allí, voy a tener que cargar con ella yo solo. Y dudo que pueda llevar mucho más peso del que ya tenemos. De todos modos, si Tsuzuki considera que es poca cantidad, siempre podemos volver a buscar más.
Aunque no es que tengamos todo el tiempo del mundo, añadió mentalmente, mientras metía el cazo en la bolsa del "botín".
A continuación, se quedó parado en medio de la cocina, mirando a su alrededor, con las manos en las caderas.
-¿De dónde demonios vamos a sacar algo de estaño?
Mientras tanto, Tatsumi y Tsuzuki hacían los preparativos en el interior de la caverna. Tsuzuki trabajaba en silencio, hablando sólo para darle a Tatsumi escuetas indicaciones sobre lo que debía hacer.
Mientras el secretario dibujaba con tiza un círculo en el espacio más abierto de la caverna, lanzó miradas de soslayo a su amigo.
-Kurosaki-kun me ha pedido que te vigile –murmuró-. Está bastante preocupado por ti. O, más bien, confuso. Y no le culpo –Tatsumi terminó de dibujar el círculo y se enderezó, encarándose con Tsuzuki-. Creo que te estás excediendo. Como escarmiento está bien, pero el muchacho está sufriendo, Tsuzuki-san. Deberías dejarlo.
Tsuzuki estaba en un rincón, sacando de un cofre de aspecto muy antiguo una variedad de objetos dispares. El shinigami de ojos violetas había hecho un rápido viaje de vuelta a Meifu argumentando que iban a necesitar algunas cosas para el conjuro y, sin esperar una respuesta de Tatsumi, se había esfumado ante sus ojos, apareciendo unos minutos después con aquel cofre. El secretario jamás lo había visto antes, ni tampoco lo que había en su interior. Pero el símbolo del Conde estaba grabado en la elaborada cerradura de hierro del cofre y Tatsumi se preguntó qué le habría pedido esta vez aquel ser depravado a Tsuzuki a cambio del cofre y su contenido.
Aunque Tsuzuki parecía saber muy bien lo que estaba haciendo. Al oír las palabras de Tatsumi, se giró hacia él, con un largo y vetusto cuchillo ceremonial en la mano. La vaina era tan antigua como el mundo, pero las gemas de colores que la recubrían aún brillaban bajo la luz de la linterna que iluminaba la cueva.
-¿Sufriendo? –repitió, con un hilo de voz. De pronto, volvía a ser el viejo Tsuzuki. Una mirada de sorpresa apareció en sus ojos violetas-. Pero no era esa mi intención…
Tatsumi sintió lástima de él, pero al mismo tiempo deseó darle una paliza. A ambos. ¿Cómo podían ser los dos tan tercos como para estar pasando por aquello sin decirse una sola palabra?
-Ya sé que no –replicó, con un tono tranquilizador-. Pero tal vez Kurosaki-kun tenga la sensación de que estás haciendo esto para castigarle.
Tsuzuki abrió los ojos como si a Tatsumi acabase de brotarle otra cabeza.
-¿Castigarle? ¿Tú crees… él cree que lo estoy castigando? ¿¡Por qué!?
Tsuzuki parecía genuinamente horrorizado. Tatsumi resopló. En serio, Tsuzuki podía ser realmente denso a veces.
-Tal vez porque sospecha que estás enfadado con él por haberte mentido con respecto a esta misión; o, más concretamente, por haber deseado deshacerse de ti permanentemente. Y, sinceramente, Tsuzuki-san, después de ver tu reacción en el despacho del jefe Konoe y cómo te has comportado desde entonces con Kurosaki-kun, yo también he empezado a creerlo.
Tsuzuki bajó la mirada. Su rostro se había ensombrecido, pero ya no era el niño perdido de un instante atrás. Había una amargura genuina en su semblante, una profunda tristeza en sus ojos violetas. Durante un largo minuto no dijo nada y Tatsumi no lo presionó, buscando en su expresión algo que pudiera darle la menor pista de lo que estaba cruzando por la cabeza de Tsuzuki.
Parecía estar reflexionando sobre lo que le había dicho Tatsumi. Finalmente, con la mirada fija aún en algún punto del vacío entre su nariz y el cuchillo ceremonial que aún sostenía en las manos, Tsuzuki esbozó una débil sonrisa. Tatsumi tuvo la seguridad de que no había humor alguno inspirando aquel gesto.
-¿Cuándo dejaré de hacer sufrir a los demás? –musitó, como si hablara consigo mismo. Tatsumi sintió que se le partía el corazón.
-Tsuzuki-san... –el secretario quería decir algo más, pero no estaba acostumbrado a utilizar palabras de consuelo. No se le daban nada bien ese tipo de situaciones emocionales... a pesar de que aquellos días había tenido más que de sobra para llenar dos veces su otra vida. Pero, aún así, deseaba poder confortar a su amigo de algún modo, hacerle ver que aquella situación que ellos solitos habían creado podía solucionarse con una simple conversación. Tsuzuki siempre se lo tomaba todo tan a la tremenda... para él no había término medio cuando surgían problemas: o tales problemas no existían ante sus ojos... o suponían para él el fin del mundo.
Pero de repente, Tsuzuki volvió a ser el genki shinigami que siempre había sido, dedicándole al preocupado Tatsumi una deslumbrante sonrisa de 200 vatios que no engañó en absoluto al secretario. Los ojos violetas de Tsuzuki seguían apagados, incapaces de igualar a aquella sonrisa cegadora.
-¡Yosh!(3) Tenemos un fantasma que cazar. ¡Al trabajo!
Tatsumi suspiró resignado, sin molestarse en protestar por la máscara que Tsuzuki acababa de colocarse descaradamente sobre el rostro y el corazón. Movió la cabeza y le indicó a su amigo, con un gesto, que podían continuar con los preparativos para el hechizo.
La elaboración del tetragrámaton resultó ser complicada y lenta. Primero, Tatsumi terminó de dibujar la estrella de cinco puntas dentro del círculo, asegurándose de que la punta superior apuntara hacia abajo. El secretario no estaba tan versado en la magia arcana como, al parecer, lo estaba Tsuzuki, pero sabía que la estrella invertida era un símbolo de magia negra y le sorprendió bastante que su compañero insistiera en que debía ser así.
-Queremos atraer a un ser maligno, no ahuyentarlo –explicó Tsuzuki, al reparar en su confusión-. Si no lo invertimos, lo único que conseguiremos será hacer una barrera contra las fuerzas del mal… que será exactamente lo que hagamos con los talismanes cuando Hisoka nos traiga los metales.
Cuando Tatsumi hubo terminado de trazar el pentagrama, Tsuzuki se encargó del resto, mientras iba pidiéndole a su compañero los objetos que descansaban ordenadamente en el suelo de la caverna en espera a ser utilizados.
El shinigami de ojos violetas se arrodilló en el centro de la estrella invertida y comenzó a dibujar unos símbolos esotéricos sobre los brazos del pentagrama y en torno a éste. Con caracteres occidentales, escribió las sílabas TE-TRA-GRAM-MA-TON en los huecos que había entre las puntas de la estrella. A continuación, sobre la sílaba TE escribió dos números, 1 y 2, y sobre la sílaba TRA el 1 el 2 y el 3.
Tatsumi no tenía ni idea de para qué servían tantos símbolos ni su significado, pero observó todo el ritual sin decir palabra, impresionado por la solemnidad con que Tsuzuki estaba realizando su tarea. Su respeto por su compañero, después de tantos años de trabajar juntos, estaba aumentando inesperadamente ante aquel conocimiento de las artes arcanas.
Es magia negra, se recordó. Pero ahogó la punzada de aprensión que había empezado a sentir. Aquello era por una buena causa y, tal vez, su única posibilidad de atrapar a aquel espíritu vengativo antes de que asesinara a nadie más. Ya se ocuparía después de averiguar por qué alguien como Tsuzuki Asato poseía ese tipo de conocimientos.
Una vez que todos los símbolos estuvieron dibujados con tiza, Tsuzuki le pidió el primero de los objetos que había sacado del cofre.
-Dame el cáliz, Tatsumi.
El secretario le alargó un cáliz de cristal grueso cuyo brillo había sido apagado por una pátina de años, siglos tal vez. Era simple y sin adornos y pesaba como si estuviera hecho de bronce.
Tsuzuki lo colocó con cuidado en el ángulo inferior izquierdo del pentagrama y alargó la mano de nuevo hacia su compañero.
-El cetro, por favor.
Tatsumi le tendió un bastón de madera negra y lisa, muy pulida, rematado con una esfera de cuarzo del tamaño de una manzana. Tsuzuki lo depositó reverentemente en el ángulo izquierdo del pentagrama, a continuación del cáliz.
Y así continuó dando la vuelta a la estrella en la dirección contraria a las agujas del reloj, pidiéndole cada vez un objeto del cofre a Tatsumi, hasta que éste le hubo entregado el último, el cuchillo ceremonial que Tsuzuki había tenido en las manos antes y que ahora colocó en la parte de arriba del pentagrama invertido, justo entre las dos puntas superiores.
-¿Y ahora? –preguntó Tatsumi, hablando por primera vez desde que empezara el ritual.
Tsuzuki salió del interior de la estrella con mucho cuidado y se arrodilló en el exterior, soplando el polvo de tiza de la parte central del pentagrama antes de dibujar unos cuantos símbolos más. Entonces se levantó y se volvió hacia Tatsumi, sacudiéndose las manos. La expresión de concentración se desvaneció por un instante cuando el shinigami de ojos violetas le dirigió otra de sus enormes sonrisas. Aunque esta vez no había nada de falso en ella.
-No hemos hecho más que empezar.
-¿Qué tenemos hasta ahora?
Hiroshi rebuscó en la bolsa.
-Oro, cobre, plata –sacó un pesado pisapapeles dorado y reluciente y se lo enseñó a Hisoka con una sonrisa irónica-, plomo –lo devolvió a la bolsa y siguió revolviendo-, hierro, estaño… y ya está. ¿Qué falta?
-Mercurio –dijo Hisoka con un suspiro-. ¿De dónde diablos se supone que vamos a sacarlo?
Hiroshi reflexionó.
-Sólo se encuentra en estado líquido, ¿no?
El shinigami asintió, desanimado. Su compañero se encogió de hombros.
-El único lugar de una casa que se me ocurre que pueda tener mercurio es… el interior de un termómetro –dijo-. Tiene que haber alguno en alguna parte.
Hisoka asintió.
-Pero no creo que tus señores tuvieran tal colección de termómetros como para poder reunir una cantidad decente de mercurio. Apenas son unas gotas lo que contiene cada uno –Hisoka volvió a suspirar, derrotado-. Pero supongo que tendrá que bastar.
Mientras remontaban las escaleras de la casa, en dirección al dormitorio de Sayoko-san que, a causa de su casi permanente estado de postración, seguramente dispondría de un botiquín bien surtido, Hiroshi se atrevió a formular por fin la pregunta que llevaba rato picándole en la lengua:
-Tu amigo… Tatsumi-san, no, el otro…
-Tsuzuki –colaboró Hisoka, distraído.
-Hai. ¿Realmente es un… -Hiroshi carraspeó, azorado-… un shinigami?
El émpata frenó en seco a mitad de la escalera y le costó un terrible esfuerzo obligar a sus músculos a moverse para volverse en el escalón y enfrentarse al criado, que lo miraba intensamente, esperando una respuesta… o tal vez que Hisoka lo empujase escaleras abajo para ocultar su secreto.
-Os estaba escuchando tras la puerta –confesó Hiroshi, enrojeciendo ligeramente. No servía de nada inventarse una excusa.
Hisoka suspiró y se sentó en el escalón. Al cabo de un momento, Hiroshi se sentó a su lado, observándolo expectante.
-Entonces sabes la respuesta a esa pregunta –dijo Hisoka por fin, mientras se planteaba si sería sensato contarle más a Hiroshi. Después de todo, ya conocía los detalles más importantes y su tapadera se había ido al infierno hacía horas.
-¿Y tú? –insistió el criado, estudiando su rostro con una intensa mirada, como si quisiera leer la respuesta en la mente de Hisoka antes de que el shinigami llegara a mover los labios.
Hisoka asintió lentamente.
-Los tres lo somos. Vinimos en busca del espíritu de James Attwood, porque pensábamos que los hechos sobrenaturales que estaban teniendo lugar aquí los provocaba un alma perdida que no podía encontrar el camino hacia Meifu. Luego descubrimos que eras tú el causante y el resto ya lo sabes. Desde el mismo momento en que supimos que era un ser humano y no un espíritu quien estaba detrás de todo, nuestra presencia aquí dejó de tener sentido. Pero luego todo se complicó con la muerte de Sayoko-san... –Hisoka movió la cabeza, con gesto cansado-. Y ahora, nuevamente, tenemos un espíritu al que atrapar. Sólo que esta vez vamos a tener que luchar con él para llevarlo a Meifu...
-¿Cómo es? –lo interrumpió Hiroshi, como si no hubiera prestado atención ni a media palabra de lo que le estaba diciendo Hisoka. El shinigami de ojos verdes parpadeó, confundido.
-¿Meifu?
Hiroshi se lamió los labios.
-No. Estar muerto.
Hisoka se quedó parado. De todas las preguntas o reacciones que podría haber esperado de Hiroshi, aquella no entraba en la lista. Aquel humano poseía una curiosidad realmente morbosa.
-No creo que éste sea el mejor momento para...
-¿Qué se siente? –insistió Hiroshi. No parecía ansioso por una respuesta, ni tampoco que lo devorase la curiosidad. Su tono y su expresión eran tranquilos, como si lo único que deseara fuera comprender.
Hisoka extendió con cautela sus zarcillos mentales y acarició levemente las emociones de Hiroshi. No es que estuviera espiándole, sólo quería comprender a su vez qué motivaba al joven a formular aquella pregunta. Era algo más que la simple curiosidad que cualquier humano mostraría ante un shinigami. Al sentirlo, Hiroshi bajó de inmediato sus escudos y se abrió a él sin resistencia.
Lo que Hisoka sintió fue una mezcla de emociones enmarañadas que sólo pudo definir con el nombre de la más intensa de todas: NECESIDAD. Hiroshi no sólo deseaba saber, necesitaba saber. Pero, ¿por qué?
Entonces el émpata sintió que la proverbial lucecita se encendía en su mente. Nakamori Ryoga. El hijo muerto de sus anfitriones. El amante de Hiroshi.
Hisoka apartó su mente de la de Hiroshi, no deseando ahondar más en aquellas emociones tan íntimas. Tampoco lo precisaba. Lo había comprendido. Hiroshi necesitaba saber lo que Ryoga había sentido al morir, más aún, saber que en la muerte su amado estaba más en paz de lo que lo había estado en vida. Saber si la otra vida era dulce y pacífica. Saber, tal vez, si los muertos recuerdan a los seres queridos que dejaron atrás.
¿Y qué podía decirle él? No tenía la menor idea de qué ocurría realmente con los espíritus que cruzaban las puertas de EnMa. Acababan por reencarnarse, sí, pero ¿qué experimentaban en el ínterin? ¿Vivían esa espera de forma consciente, experimentando pensamientos y emociones como cuando estaban vivos? ¿O esperaban aletargados a que los dioses los despertaran cuando llegara su turno de volver a nacer? Es más, ¿qué era realmente lo que Hiroshi deseaba escuchar?
Hiroshi no apartaba sus ojos del rostro de Hisoka ni por un segundo. El émpata tenía la certeza de que, si se negaba a responder, haría pedazos la última esperanza de su nuevo amigo.
-Sólo puedo contarte cómo fue en mi caso –dijo, por fin, eligiendo las palabras con cautela, mientras Hiroshi le escuchaba con los cinco sentidos puestos en el émpata, olvidado momentáneamente la urgencia de la misión que tenían entre manos. Hisoka sintió los dedos mentales del telépata tratando de abrirse paso a través de su mente y, al contrario que había hecho Hiroshi, Hisoka cerró a cal y canto sus escudos. No podía dejar que Hiro supiera toda la verdad-. Lo que sentí al morir... –Dolor, angustia, sufrimiento, miedo, un terror atroz-... no existe ese túnel ni la luz al final... al menos no lo hubo para mí. Sólo cerré los ojos, como si me venciera el sueño y, cuando volví a abrirlos, estaba en Meifu. Ante las puertas de EnMa.
Hiroshi tomó aliento con una brusca inhalación ante la mención de EnMa, pero no lo interrumpió.
-Se me ofreció la opción de cruzarlas y la rechacé –continuó Hisoka, inmerso ahora en unos recuerdos que no había evocado ni una sola vez en todo aquel tiempo-. Tenía... mis razones para no querer alejarme demasiado de este mundo. Esa es la principal razón de que un espíritu se convierta en shinigami, tener asuntos pendientes. Pero a cambio de esa segunda oportunidad, tenemos que llevar a cabo una labor muy dura.
Hiroshi asintió, impresionado.
-Recoger las almas de los muertos –murmuró.
-No sólo recogerlas. Hay veces en que a una persona le ha llegado la hora, pero no lo sabe, o se niega a morir –Hisoka tragó saliva, dándose cuenta que no iba a gustarle el camino por el que él mismo estaba conduciendo su explicación. Nunca era agradable hablar de ello-. Nuestra misión entonces es... –cerró los ojos durante un largo momento-... provocar la muerte de esa persona.
Una vez más, Hisoka recordó a Tsubaki-hime. En ese momento se dio cuenta de que tal vez había hecho lo correcto al matarla. Aquella pobre chica había vivido toda su vida con un corazón débil que sin duda estaba destinado a arrastrarla a una muerte prematura. Muraki había cambiado eso al transplantarle el corazón de una inocente a la que había asesinado. El ciclo natural de la vida de Tsubaki había sido manipulado y, según las leyes de Meifu, era labor de los shinigami restaurar ese ciclo y poner fin a una vida que había sido prolongada contra la voluntad de EnMa.
¿Había sido entonces lo correcto? Probablemente. ¿Lo más justo? Nada podría convencer a Hisoka de semejante cosa.
El muchacho abrió los ojos de nuevo y miró a Hiroshi. El criado había palidecido.
-Escucha, esto requeriría una larga disertación filosófica y no tenemos tiempo para eso. Tsuzuki y Tatsumi-san nos esperan.
Para su alivio, Hiroshi no protestó. Cuando Hisoka siguió remontando las escaleras hacia la habitación de Sayoko-san, el criado se limitó a seguirle, pensativo y en silencio. Sus emociones eran una mezcla caótica de inquietud, ansiedad, impaciencia y curiosidad, y el émpata deseó poder disponer de los poderes telepáticos de Hiroshi para ser capaz de leer todo lo que estaría pasando ahora mismo por su mente.
Tatsumi sabía que algo se les escapaba. En el mapa que Hiroshi les había facilitado, el mismo que el criado había utilizado para bajar a aquella cámara subterránea, tenía que haber algo, algún detalle en el que ninguno de ellos había reparado hasta ahora. Llamadlo intuición. Llamadlo deseo de no dejar cabos sueltos. Pero el Secretario sabía que había algo.
-¿Tatsumi?
Tsuzuki había terminado por fin los preparativos para la invocación. El tetragrámaton se extendía a los pies del shinigami de ojos violetas, con todos los objetos arcanos en su lugar. Tsuzuki se acercó a su amigo con un tubo de cuero rígido –un antiguo estuche para pergaminos- en las manos. El conjuro se hallaba en su interior y parecía que Tsuzuki no deseara destapar aquella "caja de los truenos" hasta que no tuviera más remedio que hacerlo. Probablemente le producía tanta aprensión como a Tatsumi la idea de realizar un hechizo de magia negra.
Al oír su nombre, el Secretario levantó la mirada del mapa y le dirigió un rápido vistazo a su amigo. Tsuzuki se asomó por encima de su hombro para observar lo que tanta atención estaba robándole a Tatsumi.
-¿El mapa? –murmuró Tsuzuki, con curiosidad-. ¿Crees que aún puede sernos útil para algo?
Tatsumi movió la cabeza.
-Para lo que nos disponemos a llevar a cabo, no lo creo –contestó-. Pero tengo la sensación de que se nos escapa algo –añadió, poniendo voz a sus pensamientos-. ¿Te das cuenta de que no ha aparecido ni una mísera pieza del supuestamente colosal tesoro de Sir James Attwood?
Tsuzuki lo miró de soslayo y una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.
-Muy propio de ti, preocuparte por algo como eso. ¿No puedes olvidar tu obsesión por el dinero ni por un momento? Estamos tratando de atrapar un fantasma, aquí.
Los ojos azules de Tatsumi clavaron una mirada acerada en los de su amigo, pero sabía muy bien que Tsuzuki estaba bromeando y respondió en consecuencia:
-Sólo me preocupa la posibilidad de que nuestro anfitrión no disponga de fondos suficientes para volver a levantar su mansión una vez que tú la hayas derruido hasta sus cimientos.
Tal y como esperaba, Tsuzuki abrió la boca como si jamás hubiera esperado que alguien pudiera acusarlo de semejante cosa y, a continuación, le ofreció a Tatsumi un adorable puchero.
-Hidoi-na (4)... –murmuró, recuperando su modo "chibi" durante un instante. Tatsumi tuvo que hacer un terrible esfuerzo por no sonreír y mantener su expresión severa. Ojalá Hisoka hubiera estado presente para ver aquello.
-Mira esto –continuó Tatsumi, mostrándole el mapa-. Lady Margaret insinuaba en su diario que había enterrado a su esposo junto a su tesoro.
Tsuzuki asintió.
-"Ahora descansa junto a su verdadero amor" –citó.
-Pero según Yokobata-kun, esta cámara ya estaba vacía cuando él echó abajo el muro –siguió Tatsumi, señalando con el pulgar a la cripta donde aún yacía el esqueleto de James Attwood. Hisoka y Hiroshi habían derruido el muro casi en su totalidad, y se veía claramente que lo único que acompañaba a Attwood en su soledad eran las telarañas y el polvo-. Así pues, ¿qué ha sido del tesoro?
Tsuzuki miró el mapa pensativo y luego volvió la cabeza hacia la cripta, rascándose la coronilla como si eso pudiera hacer que sus ideas fluyeran más deprisa.
-Ya tratamos ese asunto antes –le recordó a Tatsumi-. Creo que llegamos a la conclusión de que alguien había trasladado el tesoro en algún momento del pasado...
-¿Había algo aquí abajo cuando tú te ocupaste del caso por primera vez? –preguntó Tatsumi-. ¿Dijo algo aquella Señora Nakamori sobre el tesoro de Attwood?
Tsuzuki negó con la cabeza aún con expresión pensativa.
-No. De hecho, ahora que lo pienso, ese muro que los chicos tiraron abajo no existía entonces. Pero el cadáver de James Attwood sí estaba aquí... en el mismo lugar en que Hisoka y Hiroshi lo encontraron... Lo cual significa que –volvió la mirada hacia Tatsumi con un brillo de victoria en los ojos- ¡esta no puede ser la cámara del tesoro que se indica en el mapa!
-Porque, sencillamente, no era tal cámara cuando se trazó este plano –completó Tatsumi, compartiendo el entusiasmo de Tsuzuki, aunque sin exteriorizarlo-. ¡Esa es la pieza que faltaba! –volvió al mapa-. Lady Margaret dejó aquí el cuerpo de su esposo y selló la entrada del roble con tierra. Pero si realmente "descansa junto a su verdadero amor", el tesoro tiene que estar cerca de aquí.
-¿En otra cámara? Pero el mapa marca justamente este lugar...
Tatsumi miró al interior de la cripta y avanzó hasta la pared del fondo, llevando consigo la lámpara de minero que habían estado utilizando para iluminar la caverna para inspeccionar el muro más detenidamente.
-Este mapa no es milimétrico. Esa marca puede indicar cualquier punto en varios metros a la redonda y... –deslizó las sensibles yemas de sus largos dedos sobre la piedra, en busca de alguna grieta que pudiera darles la pista de una entrada oculta-... si te fijas bien, hay dos marcas en el plano. Una equis y una cruz.
Le tendió el mapa a Tsuzuki sin dejar de estudiar el muro. El shinigami de ojos violetas lo tomó y comprobó lo que su amigo le decía.
-Es cierto. No había reparado en ello. Están pegadas la una a la otra. ¿Crees que una marca la cripta y la otra la cámara del tesoro?
-No se me ocurre otra explicación –murmuró Tatsumi-. Lady Margaret era Europea y Cristiana, por lo que es obvio que marcaría el lugar donde descansaba el cadáver de su esposo con una cruz. La equis, por lo tanto, debe indicar la cámara del tesoro.
Tatsumi acababa de dar con algo. El muro no tenía grietas, pero era demasiado recto y liso en comparación con las otras dos paredes de la cámara. Aparentaba ser de roca, igual que había ocurrido con el muro exterior, pero se hacía evidente que se trataba de una pared falsa.
De hecho, fijándose bien, en las esquinas podían apreciarse algunos resquicios sin tapar con la argamasa que le había dado la apariencia de roca natural al resto del conjunto.
Alejándose unos pasos y llevándose consigo a Tsuzuki sin decirle una sola palabra, Tatsumi invocó una pequeña parte de su dominio sobre las sombras de la cripta y las envió contra el falso muro como si lanzara contra él una bala de cañón.
La roca saltó en mil pedazos con un estruendo ensordecedor que ahogó el sonoro juramento de Tsuzuki. El shinigami de ojos violetas, cogido por sorpresa, cayó al suelo sobre su trasero.
-¿Por qué no avisas antes de hacer esa clase de cosas, Tatsumi? –protestó, luchando por respirar entre la densa nube de polvo que los escombros habían levantado. Pero enseguida se olvidó de la necesidad de oxígeno y de su dolorido trasero. El polvo se asentó en unos segundos lo suficiente para dejar entrever lo que había estado oculto tras aquel falso muro de la cripta. La luz de la lámpara de Tatsumi barrió en una pasada una gran extensión de objetos que despedían un cálido brillo dorado-. Kami... sama...
Tsuzuki se levantó del suelo y se apresuró a reunirse con Tatsumi. El secretario había atravesado los restos del muro hacia la cámara oculta y ahora estaba plantado ante el Tesoro de Sir James, iluminándolo con su lámpara de minero. Ni siquiera su autodominio pudo evitar que apareciera en su rostro una expresión de absoluto asombro.
Era como estar en la cueva de un pirata. Era estar en la cueva de un pirata. La segunda cámara era cuatro veces más amplia que la primera, con un techo más alto y gruesas vigas de madera que lo sustentaban sobre pilastras firmemente ancladas al suelo desigual. La piedra del piso era resbaladiza y estaba húmeda, igual que la de la cámara anterior. La atmósfera, sin embargo era más limpia que la de ésta, pues en algunos puntos del techo cubierto de formaciones calizas, se abrían grietas por las que se colaba la luz de la luna. Era sorprendente que en tantos siglos nadie hubiera dado nunca con aquella caverna.
Pero lo que les robó a ambos el aliento fue el tesoro de James Attwood.
Sin duda había sido un pirata, era innegable. Había arcones de plomo que contenían centenares, millares de antiguas monedas de oro y plata, algunas de ellas cubiertas de una pátina verdosa que las acusaba de ser meramente de cobre. Candelabros, espejos con marcos de plata, bolsas y más bolsas de cuero podrido llenas de piedras preciosas de valor incalculable, figuritas de marfil, alabastro y jade guardadas cuidadosamente en más cajas de plomo, entre pieles mohosas, seguramente fruto del botín de algún navío japonés o chino de la época. El tesoro era inmenso, aunque se formaba principalmente por objetos como esos, más resistentes a la humedad y al aire de lo que hubieran sido piezas más delicadas, como sedas, pieles o maderas nobles. James Attwood era un profesional de su oficio y sabía muy bien el daño que un entorno como aquél podía producir en sus posesiones. Probablemente las piezas más frágiles del tesoro hubieran estado guardadas en algún otro lugar más seco y protegido o, quizás, era lo bastante sensato como para no acumular objetos tan poco resistentes que hubieran perdido gran parte de su valor de no haberse vendido rápidamente.
Con todo, lo que se presentaba ante los ojos de los dos shinigami era sencillamente impresionante.
-¿Por qué Lady Margaret dejaría todo esto aquí? –murmuró Tsuzuki, una vez se hubo recuperado de la impresión.
Tatsumi pensó durante un momento.
-Este tesoro fue el responsable de la tragedia que culminó con la muerte de su esposo. No creo que lo que moviera a Lady Margaret fuera la avaricia, sino los celos. Para ella, el tesoro era algo con lo que tenía que competir por el amor y la atención de Sir James. No es de extrañar que deseara enterrar a "la amante" junto con el esposo infiel.
Tsuzuki mantuvo la mirada perdida entre la riqueza que se extendía ante ellos y no dijo nada más.
-Sigamos con el conjuro. Kurosaki-kun debe estar al llegar –dijo Tatsumi, regresando a la cámara principal.
-Hai...
Hisoka y Hiroshi se separaron al pie del roble petrificado. El criado le deseó suerte y le pidió que tuviera cuidado y el émpata, tan introvertido como siempre, se limitó a agradecérselo con un cabeceo. Una vez que se aseguró que Hiroshi retomaba el sendero de gravilla que conducía a la Mansión, Hisoka se cambió de mano la pesada bolsa que contenía el botín de su "pillaje" y se introdujo en el hueco del árbol, ahogando una nueva punzada de aprensión.
Podía oír la voz de Tsuzuki desde allí, llegando en suaves ecos a lo largo del pasadizo, y la voz más profunda de Tatsumi como contrapunto. No podía entender las palabras, pero sus poderes empáticos le confirmaron que Tsuzuki no mantenía levantados sus barreras cuando hablaba con Tatsumi y eso despertó en Hisoka un pinchazo de celos.
No seas idiota. Sabes mejor que nadie que es agotador mantener esas barreras levantadas las veinticuatro horas del día. Sería absurdo, incluso para un baka como Tsuzuki, que se escudara ante alguien como Tatsumi, que carece de la más mínima capacidad empática.
Y, sin embargo, sentía que había un vínculo entre Tsuzuki y Tatsumi, una confianza que no existía entre Hisoka y su compañero. Pero no debía comenzar a obsesionarse de nuevo. Después de todo, Hisoka y él se conocían desde hacía menos de un año. No podía esperar que Tsuzuki se abriera a él como se abría a Tatsumi... Especialmente porque Hisoka era el primero en cerrarse herméticamente a todos los que le rodeaban, incluido el propio Tsuzuki.
¡Basta, basta, basta! Me está volviendo la jaqueca. Céntrate. Fantasma. Cazar. Abajo. No Tsuzuki. No Tatsumi. No Hisoka. Sólo fantasma.
Repitió esta absurda salmodia mientras recorría el pasadizo que conducía a la cámara, tratando de dejar la mente en blanco o, cuando menos, dejar de pensar obsesivamente en Tsuzuki.
Parecía que funcionaba... al menos, hasta que tropezó con algo que se enredó en sus pies y cayó de bruces, cuan largo era, contra el suelo irregular del pasadizo.
-¡Kuso (5)! ¿Qué demonios?
La leve luz de la lámpara de minero que iluminaba la cámara al final del pasadizo apenas alcanzaba para hacer que las sombras de éste fueran menos densas, pero al buscar el objeto con el que había tropezado, Hisoka descubrió que era una prenda de ropa. Un largo abrigo negro.
-Tsuzuki... –murmuró, moviendo la cabeza con desaprobación. Pero, a continuación, sonrió-. Parece que, a pesar de todo, sigues siendo igual de descuidado que siempre. Sólo a ti se te ocurriría dejar tirado tu abrigo en medio de un pasadizo subterráneo.
Sentado en el suelo, sin darse cuenta de lo que hacía, Hisoka recogió el abrigo entre sus brazos y lo apretó contra su pecho. El característico aroma de Tsuzuki, el olor a dulces y a especias, emanó de la prenda y el émpata lo aspiró casi con anhelo, como si eso pudiera devolverle por un instante al viejo Tsuzuki.
Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, abrió los ojos de golpe y se sonrojó violentamente, mientras apartaba de sí el abrigo como si acabara de cobrar vida.
-¡Hisoka no bakayaro (6)! –se gruñó a sí mismo-. Pareces una niñita enamorada. ¡Deja de hacer el imbécil y muévete!
A Hisoka no se le daba bien aceptar órdenes... ni siquiera cuando provenían de sí mismo. Se puso en pie, dispuesto a recorrer lo que quedaba del pasadizo hasta la cámara donde sus amigos esperaban, pero su atención volvió a quedar prendida en el abrigo de Tsuzuki, de nuevo tirado en el suelo, en un desordenado montón.
Sólo quiero comprobar una cosa...
Buscó en los bolsillos exteriores y los interiores, sin dejar ni uno –y eran unos cuantos-. Encontró un par de fajos de papeles ofuda, tan pulcramente atados como el que había entregado a los miembros del servicio; un teléfono móvil; una cartera vacía, como de costumbre; las llaves del apartamento de Tsuzuki en Meifu –que, ahora que lo pensaba, nunca lo había visto-; un pequeño relicario con una fotografía terriblemente antigua que mostraba a una muchacha preciosa, muy parecida a Tsuzuki, de enormes ojos tristes –Hisoka casi se olvidó del objetivo de su búsqueda al verlo. Sin duda se trataba de la hermana de su compañero, aquélla de la que siempre estaba hablando. Se preguntó por qué llevaba Tsuzuki aquel relicario oculto en sus bolsillos en lugar de colgado al cuello como era lo normal. Supuso que sería otro misterio más sobre el pasado de su amigo que nunca llegaría a desvelar-; pero no encontró nada más.
Nada de lo que buscaba.
No había dulces en los bolsillos del abrigo de Tsuzuki.
Ni caramelos.
Ni pastelitos a medio comer.
Ni siquiera un mísero osito de goma.
Nada.
A pesar de lo absurda que pudiera parecer la situación, a Hisoka le temblaban las manos. Una cosa era que Tsuzuki rechazara una cena a la vista de todos, y otra muy diferente era que ni siquiera llevara consigo la menor chuchería para comer a escondidas cuando nadie le mirara. Lo normal era que sus bolsillos estuvieran atestados de dulces, y no había ni uno solo.
-No está fingiendo... –murmuró Hisoka, horrorizado-. Realmente es otra persona... otro Tsuzuki... –el abrigo resbaló de entre sus manos y volvió a caer al suelo, donde quedó por fin olvidado-. No... otro Tatsumi...
Desde aquel rinconcito de su cabeza en el que no había vuelto a pensar desde hacía unas horas, la vocecita insidiosa que tanto odiaba volvió a reírse de él:
Tú no saldrás de aquí sin necesitar atención psiquiátrica, 'Soka-chan.
-Entre todos me van a volver loco... –murmuró, dándole, por una vez, la razón a su conciencia.
FIN DEL CAPÍTULO 19
(1) El tetragrámaton, también conocido como Pentagrama Esotérico es ese símbolo en forma de estrella dentro de un círculo que seguro que habéis visto cientos de veces y que se usa para invocar y/o ahuyentar demonios y demás fuerzas malignas. Por ejemplo, Muraki lo utiliza en los primeros capítulos de Yami para atrapar a Tsuzuki cuando Maria Wong está a punto de pegarle el mordisco. En esta ocasión, los shinigami van a utilizarlo para invocar y atrapar en su interior al espíritu de Sir James. Aunque probablemente me he tomado ciertas libertades sobre cómo realizar la invocación, para el bien de la historia. De todos modos, si queréis leer más sobre el tetragrámaton y la magia en general, en esta dirección encontraréis una página en español muy ?id12&id219&idar76
(2) Abuelo en japonés. Evidentemente, Arthur no es abuelo de Hiroshi, pero es lo más parecido a una familia que el joven tiene, así que lo llama oji-chan cariñosamente.
(3) ¡Bien! ¡De acuerdo!, o sencillamente OK.
(4) Qué cruel.
(5) Mierda (con perdón :P).
(6) Idiota. Creo que es más fuerte que el simple "baka", pero no estoy segura.
Me temo que en este capi no pasa gran cosa. Es un pequeño interludio antes del final. Pero es que si seguía, me saldría larguísimo y quería reservar algo para el 20. Aunque no me negaréis que habéis aprendido algo de magia negra, ¿ne? :D. Siento haber tardado tanto en subir este capítulo, pero ya sólo queda uno más antes del final, así que os ruego paciencia. No sé, tengo la sensación de que estoy perdiendo el interés en este fic ahora que se acerca el final, y eso no me gusta. Pero no os preocupéis, que no os dejaré colgados. Además, el último capi es tiene más acción y emoción. O eso espero. Y también queda mi otro fic, Hikari to Kage. De todos modos, me gustaría escribir algún fic de L'arc-en-ciel, aunque no tengo idea de en qué parte de podría ubicarlo. ¿Alguna ayudita?
Se me ocurre una cosa, tengo varios fandoms para elegir, y siempre me gusta escribir varios relatos a la vez (me canso de uno y sigo con otro, así varío y refresco las neuronas ). Decidme de cuál de estos cuatro os gustaría más que escribiera el próximo fic, ¿ok?
-L'Arc-en-ciel (ya lo he dicho). Obviamente sería algo shounen-ai, emparejando a Tetsu y a Hyde.
-Count Cain.
-Angel Sanctuary. Alguno en el que Sarah se muera definitivamente y no vuelva a resucitar jamás de los jamases. Por supuesto con Kira/Setsuna o Kira/Kato o Mika/Lucifer o Mika/Rafael o Lucifer/MadHatter... o todos a la vez :D :D :D
-Weiss Kreuz (tú no hace falta que opines, Kayra-chan, ya sé cuál vas a elegir ). Pero os advierto que sería Yohji/Aya, las demás combinaciones no me seducen :P.
¿Y QUÉ TAL UN "GRAN HERMANO" CON TODOS ELLOS JUNTOS Y REVUELTOS? Ya sabéis, todos encerrados en una casita, sin posibilidad de salir, en plan experimento sociológico, a ver si son capaces de sobrevivir sin asesinarse los unos a los otros... Creo que eso es precisamente lo que le falta al programa de TV (aparte de buen gusto), un puñado de personajes de anime .
Y AHORA, LOS REVIEWS
¡¡21 reviews para el último capi!! ¡¡Fantástico!! ¡¡Os quiero!! ¿Os he dicho que os quiero? Pues os quiero os QUIERO ¡¡¡OS QUIERO!!!azdriel va una por una repartiendo corazoncitos
POR ORDEN ALFABÉTICO:
Duare.- Pues aún no salió el 5 de yami. O sea, sí que salió (al menos eso dice el boletín de novedades que me han enviado), pero no lo hay en ningún sitio. ¡Me voy a morir de impaciencia! Pero a ti gracias por seguir leyéndome y espero que este capi te haya gustado.
Schatten Wolfendorf.- ¡Por fin he conseguido escribir tu nick sin liarme! Siempre acabo cambiando las letras de sitio :P. azdriel sonrojándose Excelente escritora... ais... ¡que se me sube el pavo! De excelente escritora a excelente escritora, entre nosotras, deberíamos hacer una sociedad pro Tatsumi/Watari y obligar a todo bicho viviente a convertirse a su culto... Por otro lado, me alegro de que te gustara el detallito de la mano en la rodilla. Pensé que era lo más lejos que Tatsumi podía llegar a hacer como gesto consolador sin dejar de ser él mismo.
Fujisaki Yami.- Qué halago que prefieras leer mi fic antes que los interesantísimos y educativos libros de texto... ejem... ESPACIO PATROCINADO POR EL MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA... Etto... En serio (¿en serio?) Si tus profes te echan la bulla por eso, diles que es culpa mía... o mejor aún, pásales el fic, y así tengo más lectores . Estuve a punto de dejar que Hisoka abrazara a Tsuzuki, pero... no habría sido propio de él, ¿ne? O sea, se moría de ganas de hacerlo (abrazarlo, digo :P), pero en semejante momento y con Tsuzuki en modo "soy un jod bastardo insensible", al chico le echó un poco para atrás. Pero tú tranqui, que habrá esa tocada de cuerpos que pedías. Inocente, eso sí, pero tocada al fin y al cabo. :D
SueHezziel.- Jo, qué guay. Me gusta provocar esas reacciones en mis lectores. Me siento muy orgullosa, claro que sí. Muchas gracias por tomártelo con tanto entusiasmo reverencias a mansalva. Pero no te preocupes, que por más que les haga sufrir, todo va a terminar bien. Me gustan los finales felices . Ya conocía la página de Theria, pero no quería leer las traducciones sin tener los scans a la vista. Y no los encuentro por ningún lado. Ninguna de las páginas donde los he localizado pasan del 5... hay una que tiene el 7 y el 9, creo, pero ninguno de los anteriores, así que, tampoco me sirve. Me gusta demasiado Yami para leer los mangas sin orden ni concierto. Y los de Sakura-crisis ya no los escanean por que se está empezando a editar en USA. ¡Es un fastidio! Así que, si sabes de alguna página donde tengan, por lo menos, a partir del 5, te lo agradecería mucho. ¡¡La editorial Glenat tarda demasiado en publicarlos aquí!! Volviendo al fic: ¡¡deja de espiar mis notas!! ¿Que por qué lo digo? Ya lo verás . Pero me alegro de que a alguien le gusten mis cortes estilo "ahí lo dejo". Aunque, sinceramente, a veces lo hago porque no sé cómo rematar la escena :P. Pero me has dado una idea con lo de imaginarte la historia como si fuera el manga. Me encantaría verla en forma de doujinshi. Si tan sólo supiera dibujar... snif... Oe, me da que has vuelto a conseguir la respuesta más larga de todas. Te llevas dos renglones con Kayra-chan.
Kayra de Sirell.- ¿De qué me suena este nombre? :D ¡¡Oaaaa, Kayra-chan!! Ahora tengo que poner en orden tu media docena de reviews para saber por dónde empiezo. ¡Demonios! A ver si nos organizamos. Es broma . Yo siempre soy muy amable con mis lectoras. Incluso con aquéllas que tardan y taaardan y taaaaaaardan y taaaaaaaaaaaaaardan en leer los nuevos capis que subo y luego son las más exigentes pidiendo actualizaciones y nunca terminan de escribir sus propios fics y por más que insisto ni me mandan los resúmenes... ejem... etto... cogiendo aire Ya pasó. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Veamos... Vale, no eran media docena, sólo dos. ¿Por qué no son media docena? dando golpecitos en el suelo con el pie Ah, no, los otros son de "Hikari to Kage." Bueno, te contesto a estos dos: 1) ¿De qué tenía yo que nombrarte? No me acuerdo. Pero nombrada estás . 2) ¿Obsesionada yooooooooooo con Miki-san? Naaaah (jiji). Da gracias a que no lo llamé Hyde o Hideto (dios, que nombre más espantoso, no me extraña que se lo cambiara). Tsu-chan inu no sé si aparecerá, pero Tsu-chan chibi sí. Creo. Ya veremos :P. ¡Chaíto!.........................Hm... estaba pensando... también podía haberlo llamado "dentón", ¿ne? cara inocente
Oruha Shikijou.- ¿Mi fic incluido en una maratón de anime? Guau, qué honor. Aunque fuera de modo indirecto . ¿Y te tuvo despierta hasta las 6 de la mañana? No me lo creo, no me lo creo. ¿¡En serio!? o.O. Jo, chica, muchísimas gracias. Y yo pensando que esto empezaba a flojear. A casi nadie le gusta que Tsu-chan se porte tan mal con Hisoka, pero todas coincidís en que el pavo se lo merece. No sé cómo acabará esto (es una forma de hablar, sí que lo sé, lo escribo yo :P), pero escarmentado sí que sale de aquí. Espero que este nuevo capi te haya gustado también, aunque sé que está un pelín más flojo que los anteriores, porque apenas ocurre nada.
Kaede-sama.- Tus polvitos-musa hicieron efecto, ¡gracias por la ayuda! .
Sakura Ishida.- Tu nick tiene el apellido que Tatsumi y Hisoka adoptan en este fic. ¡Qué coincidencia! . Yo también tengo algo del merchandising de la serie, como el cd-drama y la bso (que me desilusionó bastante, porque es todo instrumental, salvo la canción del opening y del final). Por fortuna conseguí una traducción del cd-drama (creo que en la página de Theria, pero no estoy segura) y resulta ser una historia muy divertida, sobre todo por el striptease de Tsu-chan y el intento de "metedura de mano" de Muraki. La única pega es que los actores de doblaje de Tsu-chan y Hisoka no son Shinichiro Miki y Mayumi Asano, pero bueno... no se puede tener todo... Ahora estoy en la busca y captura de un peluche de Tsu-chan que mi beta-reader me dijo que había visto en alguna parte. ¡¡¡Pero no lo encuentro!!! En fin, lo importante es que te haya gustado este capi también. ¡Nos leemos!
Watari Zeal.- Ah, la pregunta del millón. ¿Está Tsuzuki enfadado o sólo triste? Eso es parte del misterio, aunque muchas de vosotras ya lo habéis resuelto . Por otro lado, no creo que Tsu-chan pueda pasar mucho tiempo sin volver a su modo chibi y, mucho menos, sin volver a devorar dulces como un poseso. Ni siquiera el peor trauma puede borrar esa faceta suya. De momento, en este capi, ya se ha saltado una cena o.O. Hasta yo me sorprendo. Iba a haberle "escrito" una tarta de manzana junto al plato de sopa miso, pero me dio que ahí sí que no iba a poder resistirse y me iba a jorobar la escena. XD.
EOISTAR.- Veamos azdriel se ajusta las gafas estilo Tatsumi, en la edición anglosajona, lo traducen como "descendientes de la oscuridad" y en la española "hijos de la oscuridad". Vamos, que es lo mismo :P. En japonés buscando en la red YAMI es "oscuro u oscuridad" y MATSUEI es "descendiente", así que la traducción estaría bien. "Yami no Matsuei" es una frase que dice Muraki al final del animé, después de que Tsuzuki lo apuñale. "Todos somos Hijos de la Oscuridad", refiriéndose a que si Muraki es un asesino, Tsuzuki también lo es por la labor que ejerce como shinigami. Y aquí termina nuestra lección de japonés de hoy. ¡Ha sido un placer! reverencias JAJAJAJA.
Selene Sumeragi.- Sí que he visto el anime entero. Lo TENGO entero, en dvd, que mis pelillas me costó (bueno, mis eurillos ). A mí también me gusta la escena del sake, pero más cuando Tsuzuki le dice a Hisoka que ha estado investigando mientras "tú dormías en mi cama". Jojo, el sonrojo de 'Soka-chan es de fábula. Yo creo que a Tsu-chan le encanta hacerlo sonrojar. ¿Y a quién no? Voy a tener que contar cuántas veces hago yo que se sonroje a lo largo de este fic. ¡Está tan mono! Ojalá Matsushita-sensei se desatasque pronto y la serie siga el buen curso que llevó hasta ahora. Si le falta inspiración, yo se la presto, faltaría más. Que se dé un paseo por y recoja algunas ideas de nuestra humilde cosecha. Yo creo que, incluso, estamos dispuestas a dejar que nos plagie. XD ¡¡Y QUE SIGA EL ANIME, POR FAVOR!!
Queen Latifa.- Vaya, me alegro de haber conseguido convertirte en fan de Yami gracias a mi pequeño fic. Dices que te has leído los 5 volúmenes. ¿Tienes completo el 5º? Porque yo me he quedado a medias con los scans (y, como ya he dicho mil veces aquí, los de Glenat no acaban de publicarlo). ¿Podrías decirme dónde has dado con él? Ahora, entre nosotras, ¿no está Tatsumi para comérselo con esa melena larga y lujuriosa que saca en el 5? babas, babas, babas
Ayumi Warui.- ¿Qué tal esa novela? Yo tengo mi propia "historia interminable" (como Kayra-chan bien sabe ) a la que le he dado vueltas y más vueltas y he cambiado mil veces. Ahora estoy con la que creo (o, más bien, espero) que sea la definitiva. Crucemos los dedos. En fin, seguiré tu consejo y agarraré bien fuerte a mi musa, aunque a estas alturas ya hace lo que le da la gana. ¡Ja ne!
Can Hersey.- Espero que no lo dijeras literalmente y hayas estado pegada a la pantalla del ordenador esperando la actualización... porque he tardado dos meses y pico... o.O Acabo de darme cuenta... Siento mucho haceros esperar tanto, siempre lo digo, pero es en serio. No lo hago a propósito, que pienso en lo que se sufre esperando un fic que te gusta y me siento mal por mis queridas lectoras. Así que, espero que el capi no te haya defraudado, a pesar de lo flojito... Un beshito y gracias por seguir ahí.
Y MUCHAS GRACIAS TAMBIÉN A:
Levig, Akania, Aroa Nehring, AGUILA FANEL, saritakinomoto y Megumi014
¡¡Y, LO REPITO, SIENTO MUCHÍSIMO HABER TARDADO TANTO EN ACTUALIZAR, ESPERO QUE NO ME HAYAIS ABANDONADO!!
¡¡JA NE!!
EN EL ÚLTIMO CAPI OS DARÉ LAS GRACIAS EN MIL IDIOMAS .
