Bad Luck
Tour
Capítulo X: "Por siempre"
11/07/2004.
Autor:
Geisha Sakura
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- ¿Puedes quedarte quieto un instante Shuichi?, quiero escribir algo antes de que sea muy noche.
- Pero Yukiii, estoy aburridooo –protestó el pelirrosa haciendo un pucherito, dejando de jugar con los dorados cabello del escritor- ¿me acompañas al salón de videojuegos que está en la planta baja del hotel?- dijo el cantante con voz melosa, abrazando a su amante por la espalda, restregándose contra él como si de un gatito mimoso se tratase.
- Shuichi...
- Por favor- le susurró en la oreja, ocasionándole un escalofrío, ¿no quieres que nada malo me pase, verdad?- concluyó volteando el rostro de Yuki hacia él, encontrándose los ojos dorados del escritor con los hermosos violetas de Shuichi, que lo miraban con expresión suplicante, sus ojitos brillando emocionados, y él sabía bien que no podía rechazar esa mirada, era su mayor debilidad.
- Está bien- suspiró resignado, apagando su computadora personal, levantándose de la silla- pero creo que te estás aprovechando de la situación para llevarme a donde se te antoja.
- ¿Yo?- dijo Shuichi fingiendo estar ofendido, llevándose la mano al pecho con aire teatral- ¿cómo puedes decir eso?, ¿acaso es mi culpa que una loca quiera secuestrarme para hacerme no sé que cosas horribles?
- Shuichi, no bromees, sabes bien que es muy serio- lo reprendió Yuki mientras se ponía el saco- si Sakuma no se hubiera topado con esa tipa quien sabe que podría haberte pasado- lo miró fijamente, con el temor reflejándose en su voz- no deseo que eso vuelva a suceder, ni siquiera que exista la más mínima posibilidad de que alguien te haga daño.
- Yuki...-murmuró Shuichi conmovido, acercándose a su amante, abrazándolo por la cintura al mismo tiempo que el rubio le pasaba los brazos por la espalda, acercándolo más a él, apoyando su barbilla en los cabellos rosados, aspirando el aroma a fresas que el shampú siempre les dejaba- nada me va a pasar, menos ahora que tú estás aquí- dijo Shuichi con voz confiada, al mismo tiempo que Yuki lo abrazaba con más fuerza. El cantante sonrió, sintiéndose querido y protegido entre los brazos amorosos de Eiri.
- ¡Vámonos ya!- gruñó Yuki separándose de él con un suave empujón, en un intento de ocultar las emociones tan fuertes que sentía- que tenemos que estar de regreso antes de las 10, que mañana tienes tu gran concierto final, y no quiero que K me persiga con su mágnum, acusándome de solaparte tus desveladas.
-¡Sí!- asintió entusiasmado Shuichi, dando brinquitos de contento hasta la puerta- ¡date prisa Yuki!, ¡al pasar vi que tenía el nuevo juego de Resident Evil!, ¡muero por jugarlo!
El escritor no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de Shuichi, aunque siempre se quejaba de que era un escandaloso, le daba gusto verlo lleno de energía. Cuando Hiro le habló por teléfono para informarle del intento de secuestro de su amante, sintió que el mundo se le hundía, la noticia de que Shuichi permanecía hospitalizado por la sobredosis de gas somnífero, y que aún no había despertado le heló la sangre. No, no podía perderlo, no después de todo lo que habían sufrido para estar juntos. Tomó el primer vuelo a Nagoya, desesperado, temiendo lo peor, pero, para su gran alivio, cuando llegó junto a la cama de Shuichi, éste ya se encontraba consciente, un poco atontado, pero bien de salud, dijeron los médicos.
La seguridad se había reforzado después del incidente. Según pudo averiguar K, una nueva recamarera había entrado a trabajar al hotel pocos días antes de que Bad Luck llegara, sin duda ella era la secuestradora, sacó en conclusión cuando Sakuma le mostró el uniforme que había recogido. Lamentablemente no fue posible identificarla pues sus papeles de acreditación resultaron falsos y no se le volvió a ver después del atentado.
-Tuviste suerte de que Ryuichi la espantara- le dijo el norteamericano a Shuichi mientras éste descansaba en el hospital- estoy seguro que la puso nerviosa el hecho de que alguien la viera y abandonó el carrito de la ropa sucia donde te había ocultado. No tengo dudas de que es alguna fanática de la ciudad de Muroran- continuó explicando- porque alguien de ahí adquirió 100 copias del CD para entrar a la rifa de la cita.
-¿Y no pueden rastrear la tarjeta de crédito?- preguntó Suguru, él, Yuki y Hiro habían ido a visitar a Shuichi, Ryuichi, con Tatsuha acompañándolo, estaba con la policía, siendo interrogado para ver si podían obtener alguna información sobre la secuestradora que los ayudara a capturarla. El cantante no entendía por qué no les servía el retrato que había hecho de ella, pintado con crayones de colores en los que se veía una mujer vestida de recamarera con una máscara tapándole la cara.
-No- el pago fue hecho por medio de depósito bancario- aclaró Sakano, retorciéndose las manos en una cama contigua a la de Shuichi, pues él había sufrido un colapso nervioso con toda esa situación.
-Pero si es miembro del club de fans deben de conocerla ahí, ¿no?
-Lamentablemente no Hiro- dijo K- entre las chicas que se unieron recientemente hay una a la que nadie ha visto nunca, ella hizo todo el trámite por Internet, y le enviaron la credencial a un apartado postal, que ya revisamos y fue rentado con un nombre falso, nunca asistió a las reuniones, y el día del evento, dudo mucho que alguien prestara atención a algo que no fuera Bad Luck, aunque ya me comuniqué con la presidente del club de fans para que interrogue a las demás, por si alguna recuerda a alguien sospechoso.
-Debe de estar muy obsesionada contigo para querer secuestrarte, si supiera lo latoso que eres siempre se arrepentiría de sus acciones- dijo Yuki bromeando con un inusual buen humor, producto de saber que su amante estaba casi recuperado- estoy seguro de que de haberte raptado, te habría regresado al día siguiente- concluyó el escritor.
-¡Yukiiii!, ¡que malo ereees!- gritó el pelirrosa, lanzándole el rubio una patada que falló, y estuvo a punto de tirarlo de la cama.
-En algo tienes razón Yuki-san- intervino K- está muy obsesionada. He elaborado su perfil psicológico y llegué a la conclusión de que es una persona solitaria, no se relaciona con los demás, sin duda por eso se unió al club de fans hasta que se enteró de que podía ganar una cita con su ídolo. Compró muchos discos, para aumentar sus posibilidades de ganar, y, al no conseguirlo, su fanatismo alcanzó niveles peligrosos, y decidió que si quería tener a Shuichi para ella debía de secuestrarlo.
-Tú ya sabías algo de esto K, ¿verdad?- cuestionó Hiro- porque pusiste más guardias después de que dejamos Muroran.
-Sospechaba que pasaba algo raro- admitió el mananger cruzándose de brazos, adoptando un aire de suficiencia- a mí nada se me escapa, en varias ocasiones noté que un vehículo nos seguía, además de que le enviaron a Shuichi unos chocolates que contenían narcóticos en el relleno, pero no dije nada para no alarmarlos, pensé que con aumentar la seguridad sería suficiente. Pero esa tonta empleada de la recepción no hizo caso a mi orden que me tenía que enviar todo lo que les mandaran para que lo revisara, y aquí tienes las consecuencias.
-¿No sería conveniente cancelar el tour?- preguntó Suguru- ¿qué tal si intenta algo extremo?
-Of course not!- estalló K- todo está controlado, además sólo nos faltan los conciertos de Osaka, que están agotados, no podemos decepcionar a todos esos fans que quieren verlos, right?
-O más bien no quieres devolver el dinero- dijo Hiro adivinando las interesadas intenciones de K.
-Todo estará bien- aseguró K sacado su mágnum, apuntando a la cabeza del guitarrista- yo me encargaré de protegerlos, ¿acaso no confías en mí?
-Claro que sí- respondió rápidamente Hiro, levantando las manos en señal de paz para que dejara de encañonarlo- en la que no confío es en esa loca....- murmuró por lo bajo.
Shuichi observaba con entusiasmo todos los videojuegos que había, sin decidirse cuál probar primero. Por supuesto que él tenía sus propias consolas en casa, pero era más divertido jugar en sitios como ese, por todo el ruido y la gente que había. Un videojuego de carreras llamó su atención, contento se encaminó hacia él, sin darse cuenta de que una persona lo observaba atentamente, siguiendo cada uno de sus movimientos, oculta detrás de los juegos de destreza.
"Ahí está, completamente solo, en esta ocasión no se me escapará"- pensó una mujer joven, de mediana estatura, delgada, con cabello negro, largo y lacio, que usaba lentes oscuros a pesar de la poca iluminación del recinto- "me apresuré demasiado al intentar secuestrarlo, aunque casi lo logro, pero por poco y me descubren. Será más fácil si viene por su voluntad, atraído con engaños a mi trampa, una vez que esté donde quiero, desaparecerá sin dejar huella, y será sólo mío." Ella sonrió con malicia, saliendo de su escondite, avanzando despacio, cautelosamente, mirando en todas direcciones, asegurándose de que nadie la viera, con una mirada predatoria, como tigre que se prepara para abalanzarse sobre el indefenso cervatillo.
Con paso lento, sin tener demasiadas ganas de entrar, Yuki llegó al salón de videojuegos, poniendo cara de molestia ante el ensordecedor sonido con el que fue recibido, mezcla de ruidos de golpes, patadas voladoras, motores de autos, y la música de los juegos de baile. El escritor suspiró resignado, sabiendo que tendría un dolor de cabeza para cuando sacara a rastras del lugar a su amante, pues éste siempre deseaba quedarse un rato más, diciendo esto cada media hora en que le recordaban que hace una hora que deberían haber partido. El rubio decidió no aplazar más lo inevitable y entró en el salón, buscando a Shuichi. Se había demorado fumando un cigarrillo, pues éstos no se permitían en la sala de videojuegos, y sabía que necesitaría de toda la nicotina posible para aguantar el escándalo. Por fin divisó a su pelirrosa en una máquina de carreras, sonriendo al ver como estrellaba su auto, tomó nota mental de nunca prestarle ni por error su valioso Mercedes.
-Shuichi ya.., ¡ah!, perdone- dijo el rubio al tropezar con una mujer de cabellos negros que le dirigió una mirada furtiva bien oculta tras sus lentes de sol, y se alejó corriendo, dejando al rubio con expresión de extrañeza ante su comportamiento.
-¡Yukiiii!, ¿quieres jugar?, ¿qué sucede?- preguntó el cantante al no obtener respuesta, dándose cuenta de que Eiri miraba con el entrecejo fruncido hacia el pasillo que conducía al bar.
-Nada, no pasa nada- contestó secamente. Por alguna razón, aquella persona no le daba buena espina.
"Maldición, por poco lo logro. Debí imaginar que ahora no lo dejarán solo en ningún momento, ni siquiera en el hotel. Tendré que recurrir a mi segundo plan"- pensó la mujer de cabellos negros, buscando algo, o alguien, en el bar, hasta que lo encontró: un hombre joven, que usaba una camiseta negra con la leyenda "Bad Luck Tour Staff" impresa en la espalda, bebía despreocupadamente una cerveza. "Perfecto"- sonrió satisfecha, caminando lentamente hacia el hombre, preparando su mejor sonrisa y su mejor actuación.
-¿Ya está todo listo?- gritó K a los técnicos que daban los toques finales al sonido, iluminación, y juegos pirotécnicos del gran concierto final con el que Bad Luck cerraría su exitosa gira. Faltaban tres horas para el espectáculo, pero el norteamericano quería asegurarse de que todo estuviera en su lugar y funcionando al cien por ciento.
- Listo, Mr. K- le respondió el encargado de coordinar al equipo de sonido.
- Todo en orden- contestó una voz bajo el escenario- donde estaban algunos de los juegos de artificio.
- ¿Dónde está Nobunori?- preguntó K, paseando su mirada por la tramoya, donde una compleja red de equipo de iluminación estaba sujeta sobre el escenario, al ver que el supervisor de los reflectores no estaba.
- Se fue hace rato- le gritó una voz proveniente del área de las luces láser, donde un ingeniero les daba los ajustes finales, sentado como si nada pasara a 20 metros sobre el escenario en una de las escaleras que recorrían horizontalmente el área.- Terminó pronto y dijo que tenía una cita con una chica guapa que conoció en el hotel, regresará antes de que comience el concierto. Ya sabe cómo es de mujeriego- intentó disculparlo.
- Más le vale que esté a tiempo- gruñó K sacando su mágnum de manera amenazante- no me importa que sea el mejor de su área y que la revistas de música alaben lo bien que monta los espectáculos, si me falla, le quitaré su posibilidad de seguir saliendo con mujeres- terminó, mirando amenazadoramente a los demás, dándoles a entender que lo mismo le sucedería a ellos si algo salía mal. Todos se miraran asustados, nadie osó replicarle al rubio- Ok- gruñó K, satisfecho de ver el impacto de su amenaza- tómense un descanso, en cuanto llegue Bad Luck vamos a hacer el ensayo con todo el equipo.
La noche era despejada, hasta podría haber sido tranquila de no ser por el enorme embotellamiento provocado por la multitud que llegaba al concierto de Bad Luck. Los asistentes, en su mayoría mujeres, y varios novios llevados a la fuerza, hablaban en voz alta, riendo contentos de tener la posibilidad de presenciar ese magnífico espectáculo, sus grititos de emoción llenaban la sala de conciertos, la expectación reinaba en el lugar, que poco a poco se había ido llenando hasta alcanzar su máxima capacidad. Las personas esperaban, ansiosas, emocionadas, seguras de pasar el mejor rato de su vida en unos momentos más, cuando el concierto de su grupo favorito comenzara.
Tras las cortinas cerradas del escenario, las carreras y nervios estaban a la orden del día, con gente del staff alistando detalles de último minuto, bajo la supervisión de K, quien repasaba las medidas de seguridad con los guardaespaldas y policías, ningún extraño podría llegar hasta sus preciosos músicos, ni por la puerta del personal, ni por la de emergencia, y mucho menos por el escenario, en cada entrada estaban apostados sus matones, alertas ante el intento de cualquier persona de colarse por la fuerza.
-Oye Takeoki, ¿dónde está Nobunori?- preguntó uno de los encargados de la iluminación a su compañero- yo lo vi hace rato, necesito que revise el área de las luces láser, uno de los reflectores se traba un poco al dar la vuelta.
- Fue a mostrarle a su novia el baño- respondió el aludido.
- ¿Novia?- gritó K, quien había alcanzado a escuchar la conversación.
- Este...sí..- dijo nervioso Takeoki, seguro de haber metido la pata, pero incapaz de mentirle a la mágnum de K- ya sabe, la chica que conoció en el hotel, la invitó para que lo viera trabajar y hace un momento ella dijo que necesitaba ir al sanitario, y la acompañó para que no se perdiera.
-Cuando termine el concierto, tendré unas palabras con él-gruñó K sacando su arma- ahora vuelvan al trabajo, que en quince minutos comenzamos.
En los camerinos, Yuki estaba sentado en un cómodo sillón de cuero negro, contemplando cómo la estilista terminaba de arreglar a Shuichi para que brillara en el escenario como lo que era: la estrella del espectáculo. Una vez que terminó su labor, se retiró al camerino de Ryuichi, quien no se había dejado maquillar anteriormente porque estaba muy ocupado coloreando como Kumagorou y Tatsuha.
Shuichi observó en el espejo su rostro impecable, los cabellos artísticamente despeinados, los ojos delineados luciendo más grandes y expresivos que nunca, los pequeños destellos que brillaban en su pecho por el polvo que le habían puesto. Sonriendo ante el resultado, se levantó y caminó hasta el escritor, quien lo observó de pies a cabeza, deseando como nunca que el concierto se suspendiera para poder llevarse de inmediato a su amante de regreso al hotel, o mejor aún, cerrar con llave la puerta del camerino y poseer su pequeño y delicioso cuerpo sobre el tocador, su reacción no era para menos, pues el cantante pues se veía más hermoso y tentador que nunca vistiendo unos shorts de cuero negro bastante ajustados, botas de combate hasta las rodillas y una gabardina sin mangas de color rojo intenso.
-Ven acá- ordenó Yuki, con el deseo brillando en sus ojos dorados. Shuichi, sintió que se sonrojaba, pero sonrió y obedeció sin chistar, sentándose en las piernas del rubio, pasándole los brazos por el cuello, jugando con sus dorados cabellos, acercando su rostro para el beso que sabía lo estaba esperando, y así fue, los labios de Eiri se posaron cálidos y apasionados sobre los suyos, saboreándolos, sabían a caramelo, tal vez era el brillo labial que le habían puesto, pero no le importó, Yuki continuó devorando a su pequeño pelirrosa, hasta que un toquido en la puerta los interrumpió.
- Shindo san, al escenario en 10 minutos- gritó alguien tras la puerta.
- Vooooy- respondió Shuichi, levantándose del cálido regazo de su amante, quien lo jaló de nuevo hacia sí, hundiendo la cabeza en su cuello, dándole pequeños besos. Shuichi soltó una risita y abrazó a Yuki.
- Si quieres me puedo quedar- le susurró en la oreja, fingiremos que la loca me atrapó y huiremos al hotel- Ante la mención del peligro que lo acechaba, Eiri se puso tenso, y volteó su rostro hacia Shuichi.
- Baka, te he dicho que no juegues con eso- lo reprendió molesto, dándole un pellizco en el trasero.
- ¡Ay!, ¡Yuki, sólo bromeaba!- gimoteó el cantante- es imposible que alguien pueda hacerme daño, ¿has visto los matones que contrató K?, parece que se trajo a todos los yakuza que encontró.
- Aún así, estaré tras bastidores vigilándote, no hagas nada estúpido durante el concierto.
- ¡Yo nunca hago nada estúpido en los conciertos!
- ¿Ah no?, ¿y la vez que te arrojaste a la multitud? Casi te desnudan.
- Buenooo- dijo Shuichi volteando los ojos, como quitándole importancia al asunto- fue la emoción del momento, ¡y nada más lo he hecho una vez!
- Porque K no te ha permitido que lo repitas. ¡Anda, levántate ya!- ordenó Eiri, poniéndose de pie de repente, provocando que Shuichi casi terminara en el suelo.
- Está bien, ya voy- dijo el pelirrosa con aire ofendido- por cierto Yuki, te queda muy bien el labial con brillitos- comentó en tono de burla mientras salía corriendo en dirección al escenario. Eiri se pasó el dorso de la mano por los labios, quitándose el maquillaje que se le había embarrado al besar a Shuichi. Tras comprobar en el espejo que no le quedaba más, salió del camerino.
El concierto fue espectacular, como era de esperarse, las luces, el sonido, los fuegos artificiales, todo salió a la perfección y el público respondió apasionadamente a todas y cada una de las canciones de Bad Luck, coreándolas y aplaudiendo entusiasmado. Al terminar la última pieza, un dueto son Sakuma, Shuichi, cansado, completamente sudado, pero feliz, agradeció el apoyo de los fans, Ryuichi dijo algunas palabras sobre lo mucho que le había gustado salir de gira con Bad Luck, los dos cantantes hicieron una reverencia y se despidieron de los asistentes al espectáculo.
La cortina cayó sobre el escenario, ocultando a los músicos de la vista de los asistentes, finalizando así la exitosa gira Gravity. Shuichi sonrió satisfecho, todo había salido a pedir de boca, volteó buscando a Yuki, quien lo esperaba semi oculto tras un amplificador.
-¡Yuki, ya...!
Las luces se apagaron en el escenario, dejándolo completamente a oscuras, se escucharon diversas expresiones de sorpresa, y un grito ahogado, seguido de forcejeos.
-¡Shuichi!- gritó Yuki, corriendo hacia donde lo había visto antes del apagón, K se le unió, seguido de varios guardaespaldas, uno de ellos le pasó una lámpara de mano al manager, quien alumbró en todas direcciones sobre el escenario, encontrando nada más los rostros perplejos de Hiro, Suguru y Ryuichi.
-¿¡Pero a dónde demonios..!?- gruñó K
-¡Arriba!- señaló Ryuichi al notar algo que se movía muy cerca del área de las luces.
K apuntó la lámpara en la dirección que el escritor le indicaba y todos contuvieron el aliento ante lo que vieron: una mujer enmascarada subía hacia la tramoya, ayudada de una polea mecánica, sosteniendo a Shuichi por la cintura, éste parecía un muñeco, pues la cabeza le colgaba: estaba inconsciente.
-¡Deja ir a Shuichi!- gritó K, apuntando a la secuestradora con su mágnum y dando la orden a sus matones para que hicieran lo mismo, pronto una docena de pistolas encañonaban a las dos figuras que colgaban del techo, balanceándose suavemente.
-¡Jamás lo dejaré libre!- gritó con voz chillona la secuestradora, quien, al verse descubierta, había detenido su ascenso- ¡el es mío!, ¡nadie lo quiere como yo!, ¡nadie lo merece más que yo!, ¡sólo será feliz a mi lado!, ¡me lo llevaré para siempre!, jajajaja- su risa maniática resonó por el escenario, haciendo más espeluznante la escena. La lámpara de mano proyectaba unas sombras gigantescas de las dos figuras que colgaban precariamente del techo.
¡Suéltalo o te disparamos!- amenazó K.
-¿Ah si?- se burló la mujer- dispárame y lo dejaré caer, será una bonita mancha rosada, jajaja.
-¡Maldita infeliz!, te voy a.. ¡- gritó K a punto de disparar, pero Hiro lo detuvo.
-¡Ni lo intentes K!, le puedes dar a Shuichi por accidente.
-¿Qué es lo que quieres?- preguntó Yuki, manteniendo una actitud fría, no iba a permitir que una acción brusca pusiera en peligro a su amante.
-Quiero que me dejen ir en paz, si veo que intentan algo sucio, lo dejaré caer- amenazó la mujer, moviendo peligrosamente a Shuichi, dando a entender que estaba dispuesta a cumplir lo que decía.
-Está bien- aceptó el rubio, con mirada impasible.
-¿Pero qué estás diciendo?- lo reprendió K- ¡no voy a permitir que nadie se lleve a mi cantante!
-No lo haremos- susurró Eiri, cuidando de que nadie más que el norteamericano lo escuchara- pero es muy peligroso el lugar donde están, en cuanto hayan subido, los seguiremos para que no puedan escapar del estadio.
-Ok- asintió K- ¡bajen sus armas!- ordenó a los guardaespaldas, quienes lo miraron extrañados pero obedecieron.
-Así me gusta- dijo la mujer burlonamente- ¡hasta nunca!- se despidió, y reanudó la subida.
Repentinamente, las luces volvieron a encenderse, uno de los reflectores comenzó a moverse en todas direcciones, enredándose con la cuerda que sostenía a la secuestradora, la polea se trabó, y el reflector, ante la presión que tenía, hizo corto circuito, llenando el aire de humo y chispas que cayeron sobre los otros aparatos de iluminación, iniciando un incendio se propagó entre todos los cables y reflectores de la tramoya.
¡Shuichi!- gritó Yuki lleno de pánico, corriendo justo debajo de donde los dos cuerpos suspendidos se balanceaban peligrosamente.
-¡No!, ¡esto no puede estar pasando!- gritó desesperada la mujer, sacudiendo violentamente la cuerda en un intento vano por desenredarla, el reflector explotó de repente, la cuerda se sacudió y se incendió del extremo superior. – Noooooo-gritó histérica la secuestradora, viendo que moriría incendiada, Shuichi le estorbaba, y sin mayores miramientos, lo dejó caer, para tener las dos manos libres y ponerse a salvo.
Todo pareció ir de pronto en cámara lenta, Yuki observó como Shuichi caía poco a poco envuelto en el humo, sus extremidades se movían sin fuerza, como si fueran de trapo, le llegaban gritos de todos lados, pero no los escuchaba, nada tenía importancia, nada de lo que ocurría a su alrededor tenía sentido, su mente estaba puesta en un objetivo, atrapar a su pequeño, impedir que se estrellara. Extendió los brazos, Shuichi estaba cada vez más cerca, y, por fin, después de unos angustiosos segundos, sintió el peso de su amante contra su cuerpo, lo había atrapado. El mundo volvió a la velocidad normal, pudo escuchar claramente los gritos de alivio y júbilo de todos, pero también la advertencia de K.
- ¡Yuki!, ¡cuidado!, ¡la tramoya va a caerse!- gritó el norteamericano, corriendo el dirección a Yuki, quien volteó hacia el techo, viendo con horror como el incendio había debilitado la estructura metálica, que se desplomó ardiendo, sobre él y Shuichi.
-La cara totalmente destrozada, es lo que escuché- dijo una enfermera a su compañera mientras caminaban hacia una habitación.
-El doctor me dijo que tuvieron que amputarle una pierna, la tramoya se la aplastó y quemó hasta los huesos.
-Pobre, tan joven.
-Shhh, que ya llegamos, no digas nada de esto, que se pone de mal humor cada vez que escucha algo del incidente, y creeme que no querrás enfrentar su ira, ese rubio tiene muy mal genio.
-Está bien, no diré nada, ¿crees que esté ahí?- preguntó emocionada.
-Por supuesto, siempre viene a verlo, te dará un autógrafo sin problemas.
-K-san! Buenos días, ¿cómo amaneció hoy?- saludó alegremente la primera enfermera, entrando a un cuarto donde el norteamericano descansaba acostado en la cama, con una pierna enyesada y varios vendajes en el brazo derecho.
-¡Me siento de los mil demonios!, ¿cuándo podré irme?, ¡no soporto estar sin hacer nada!-gruñó el manager, empezando a quejarse de su confinamiento.
-Cálmese, cálmese- le respondió la enfermera como una madre que trata con un niño latoso- si se porta bien le devolveremos su mágnum.
-¿De verdad?, all right!- dijo K contento.
-Bien, ahora le tomaré la temperatura.
-Shindo-san, buenos días- saludó al cantante la otra enfermera, quien estaba sentado a un lado de la cama del rubio- ¿vino de visita?
-Sí- respondió alegremente Shuichi- le traje a K unas revistas sobre armas para que se entretenga un poco.
-Ah..este...si no es mucha molestia, ¿podría darme un autógrafo?
-¡Claro!- aceptó contento tomando la libreta y pluma que le daba la mujer, tras poner su rúbrica, se las devolvió a la feliz mujer que lo miraba embelesada.
-¡Muchas gracias Shindo-san!- exclamó haciendo una reverencia- ¡me encantó su concierto!, ¡estuvo genial!, ¡se veía tan guapo con ese atuendo!
-Gracias.-dijo sonrojándose ligeramente ante los efusivos comentarios de la enfermera- Nos vemos después K, al rato vendrán Hiro, Suguru y Ryuichi con Tatsuha.
-Bye, bye- se despidió K.
Shuichi salió de la habitación y fue al restaurante del hospital, donde estaba Yuki tomándose un café y leyendo el periódico. Al ver de reojo acercarse al pelirrosa, dejó su lectura a un lado.
-¿Nos vamos?
- Sí, ¿quieres que te ayude con el periódico?
- No seas tonto, soy perfectamente capaz de cargar un periódico.
- Pero Yukiii, el doctor dijo que no debías de hacer ningún esfuerzo, tu brazo puede resentirse.
- Baka, mi brazo está bien, ni siquiera se rompió- gruñó impaciente el escritor, y comenzó a caminar, siendo seguido por el ruidoso Shuichi quien no dejaba de darle recomendaciones como que fuera más despacio y evitara movimientos bruscos.
-¿Quieres callarte ya?- gruñó exasperado el rubio- me vas a dar dolor de cabeza.
- Perdón- dijo Shuichi murmurando, bajando el rostro, los ojos violetas comenzaron a empañarse y el labio inferior le tembló. Yuki lo vio y suspiró, llevándose la mano a la frente, resignado a presenciar otro ataque emocional de su amante.
- ¿Y ahora qué?
- ¡Es que todo es mi culpa!- exclamó Shuichi llorando como grifo abierto- ¡por mi culpa K está en el hospital, y tú estás herido!, ¡Yukiiiiiiiii, perdón!- dijo lanzándose a los brazos del escritor, quien hizo una mueca cuando el pequeño le apretó su brazo lastimado, pero no dijo nada, sabiendo que podía empeorar la situación.
- Cálmate- le ordenó en tono duro- mientras lo abrazaba cálidamente- nada de esto fue tu culpa, ¿entiendes?, no fue tu culpa que una loca quisiera secuestrarte, K fue herido cuando nos aventó fuera del escenario, previniendo que nos aplastaran las luces incendiadas, aunque una pierna le quedó parcialmente atrapada y se le rompió, pero ese es su trabajo, y ten por seguro de que presumirá por meses lo bien que desempeñó su papel. Y yo salí lastimado al caer sosteniéndote, pero creeme, eso y más haría por ti.
- ¿De verdad?- dijo Shuichi con voz temblorosa, volteando a ver los dorados ojos de su amante, que lo miraban amorosamente.
- Por supuesto, eres mío, y no permitiré que nadie nos separe nunca, estaremos juntos por siempre- concluyó tomando el rostro del pelirrosa entre sus manos, besándolo suavemente. Cuando se separaron, los ojos de Shuichi brillaban intensamente, y tenía una sonrisa enorme en el rostro.
- ¡Yukiiiiii!!!!,¡yo también te amooooo!- gritó colgándosele del cuello al rubio y llenándole de besos la cara.
-¡Quieto!, pero qué pesado eres- gruñó el rubio alejándolo- me haces reconsiderar si de verdad quiero estar contigo para siempre.
-¡¡Yukiiii!!!,¡qué malo!
- Baka, vámonos ya- le dijo tomándolo de la mano, guiándolo hacia donde un guardaespaldas los esperaba junto al vehículo que los transportaría de regreso al hotel- que otras partes de mi cuerpo no están lastimadas pero necesitan de tu atención- concluyó mirándolo significativamente. Shuichi se sonrojó intensamente, sonrió y apretó con fuerza la mano de su amante sabiendo que lo que le había dicho era verdad, aunque las situaciones parecieran adversas, estaban destinados a estar juntos por siempre.
FIN de la historia.
¡Hola! ¡Por fin terminé! Después de más de medio año esta historia concluye. Espero que les haya gustado y se hayan divertido con ella. D Quiero agradecer a todos los que leyeron y comentaron, en especial a Saiyi y Nanaka, por su gran apoyo. ¡Hasta luego! )
