Siento la tardanza, pero entre mi último examen y que el gilipollas del ordenador no quería entrar en fanfiction.net, no lo he podido subir antes, aunque ya estaba escrito.

            Bueno, lo de siempre, estos personajes no son míos, etc… Los reviews abajo (gracias!!!) y esperó que les guste, este es más…. En fin, sólo léanlo. XD

CAPITULO IV

           

            Los días que faltaban para la siguiente clase de Gryffindor junto a Slytherin, Duelo y Defensa contra las Artes Oscuras, que iban las dos seguidas el jueves, pasaron de diferentes maneras para los alumnos.

            Para Harry y Ron pasaron lentamente, especialmente para Harry, que estaba deseando que llegaran, más aún después del encargo de la profesora Blake. No pasó ni una hora en la que Ron no le tomara el pelo a Harry por cierta escenita en las puertas del Gran Comedor.

            Pero no todo eran risas en Gryffindor. A Hermione le molestó bastante que los chicos se olvidaran tan rápidamente que esa… niña era la que los había insultado y humillado. Además, desde que Ron había empezado con las bromas, Ginny había estado algo decaída y Hermione, aunque los chicos no se enteraran ni a la de tres, sabía que la culpable era la rubia. Ella simplemente no entendía porque Harry prefería a una desagradable Slytherin a su amiga Ginny, que era mucho más simpática.

            Para Slytherin el tiempo pasaba rapidísimo. Después de la bronca de Draco cuando por fin llegó a su sala común, Kat no tenía ninguna gana de que llegara el jueves, a pesar de que eran sus asignaturas favoritas, y menos aún de hacer la tarea con Potter. Por lo menos al pasar los días Draco ya no estaba tan tirante (y después de habérselo explicado 5 veces… al día) a pesar de que algunas estúpidas le recordaban la escenita cada dos por tres.

            Draco estaba dudoso. No sabía si no quería que llegara el jueves para que Katrinna estuviera lo más lejos de ese sinvergüenza de Potter. O que llegara inmediatamente. Para darle la mayor paliza de su vida en Duelo.

            Por fin llegó el jueves, a pesar de algunos deseos en contra. El pasillo donde estaba la clase de Duelo era uno de los más amplios y despejados de Hogwarts. Y allí fue donde se encontraron, después de estar evitándose toda la semana, Gryffindor y Slytherin.

            Harry no sabía donde mirar. Si miraba hacia la derecha veía a Ron intentando no estallar de risa sin mucho éxito. Su cara estaba como un tomate y parecía que le fuera a dar un ataque en algún momento. No paraba de darle codazos y de decirles cosas tipo: En verdad es guapa o te esta mirando Harry, con lo que no sabía si estrangularlo o ponerse aún más nervioso.

            A su izquierda estaba Hermione, totalmente rígida mirando al frente con una expresión de disgusto en la cara. Había intentado dirigirse a ella, pero por la mirada que le asestó parecía que el encuentro con Slytherin le había avivado el recuerdo de ese otro ocurrido en el primer día. Harry sabía que ella pensaba que se le había olvidado la pelea  a la vista de una chica bonita, pero no era así. Cada vez que pensaba en Kat se repetía una y otra vez que era la peor opción que podía haber elegido, pero todo pensamiento se difuminaba a la vista de un reflejo de luz en su dorado cabello a lo lejos en un pasillo.

            Pero lo peor era mirar hacia en frente. Por que justo delante de él estaban los Malfoy. Kat no lo miraba nunca, de hecho parecía evitar mirar hacia los Gryffindors, aunque de vez en cuando echaba una rápida ojeada (no es que él se diera cuenta, pero se lo decía Ron). Draco en cambio no dejaba de mirarlo. Si las miradas matasen el habría muerto a los cinco segundos, y de una muerte horrible. Estaba claro que uno de los Malfoy se acordaba perfectamente de la escena de la puerta.

            Así que Harry se pasó todo el tiempo hasta que llegó la profesora  mirando al suelo, eso sí, mirando cada 10 segundos a Katrinna, admirando sus gestos, su media sonrisa cuando se dirigía a su primo… por primera vez en su vida Harry envidió a Malfoy.

            Gracias a Dios, cuando sus pensamientos tomaron esos derroteros tan alarmantes, llegó la profesora Blake, que lo hizo pasar a todos al aula, que tenía un pequeño escenario alargado en un extremo y los pupitres ocupando el resto de la zona mirando hacia el escenario, y apartó a Katrinna y a él conduciéndolos hacia el susodicha tarima.

            Katrinna se estaba poniendo cada vez más nerviosa esperando a que llegara la maldita profesora. Y es que estaba entre el fuego cruzado de las miradas enojadas de Draco por una parte, y de las perturbadoras de Potter por otra. ¿Es que quiere saberse hasta el número de mis pecas? pensó Kat mientras le dirigía una mirada a hurtadillas para comprobar que la estaba mirando, como así era. Es que Harry, Potter, Kat, Potter se reprendió a si misma, la miraba escrutadoramente, como quisiendo memorizarse sus rasgos para siempre, aunque no con la mirada fija que habían notado en muchos de sus admiradores. Simplemente la ponía nerviosa.

            Respiró más tranquila cuando la profesora Blake por fin apareció, pero sólo hasta que cayó en la cuenta de que eso significaba que tendría que hacer una demostración con Potter de un duelo mágico. Y sólo porque en Drumstrang, su antiguo colegio, iba más avanzado en maldiciones que Hogwarts y Blake quería que adquirieran defensas contra ellos lo más rápido posible. Mierda.

- Bueno chicos. La intención de esta clase no es sólo de enseñaros maldiciones para que engroséis las filas de la Enfermería cuando os peléis en los pasillos, sino para que aprendáis a defenderos de ellas, más ahora que tiempos oscuros se acercan.

En la clase se oía hasta el vuelo de una mosca, todos estaban totalmente pendientes de las palabras de la profesora. Y muchos se preguntaban el porque de que  Potter y Malfoy estuvieran en un rincón del escenario intentando pasar lo más desapercibidos posible.

- Aunque aún hará falta bastantes clases teóricas para empezar con los simulacros de Duelo – suspiros de decepción- hoy he decidido que por ser el primer día tengáis una visión lo más aproximada posible de un duelo real. Para ello le he pedido a dos de vuestros compañeros que salgan al escenario para hacerlo como voluntarios.- les hizo una seña para que se pusieran en el centro con ella, cosa que hicieron a regañadientes.- ¿Os acordáis de los que ensayamos el otro día?

- Si profesora. – contestaron al unísono Harry y Kat.

- Bien.- se dirigió nuevamente al resto de la clase.- Supongo que los conocéis, son Harry Potter por Gryffindor,- Algunos vivas.- y Katrinna Malfoy por Slytherin.- Algunos silbidos.- Tanto Katrinna como Harry parecen tener una cierta mayor experiencia en duelos, tanto por experiencias personales como por haber asistido a colegios donde… se practica más los duelos. Así que han sido elegidos para hacer esta pequeña demostración. En realidad este duelo ya ha sido ensayado con lo que pierde uno de los riesgos más importantes. ¿Alguien sabe cuál es? ¿Si señorita Granger?

- El no saber que hechizos va a usar el contrario.

- Muy bien. Por favor chicos, comiencen.

Fleur Delacour dio la 5º vuelta alrededor de la clase, esperando que los malditos alumnos llegaran. Aunque como faltaban las dos casas al completo supuso que la profesora Blake los estaba entreteniendo. ¿Pero es que ella no tenía derecho a dar clase? ¡Ni siquiera la había avisado! Seguro que si después de Duelo hubiera Pociones o Transformaciones ya estarían allí.

Cuando Fleur ya estaba pensando seriamente interrumpir la clase de Blake, un ruido de pasos se oyó en el pasillo. Rápidamente se dirigió a la mesa para que no se dieran cuenta de que había estado dando vueltas nerviosas. Justo cuando se sentó en su silla se abrió la puerta. Los alumnos entraron en la sala y se sentaron en silencio en su sitio. Gryffindor a la derecha y Slytherin a la izquierda, con una fila en medio. Todo en completo silencio. Vio que había una silla vacía.

- ¿Quién se sienta ahí?- preguntó un poco intimidada por el inusual silencio.

- Harry Potter.- contestó el pelirrojo que se sentaba a su lado.

Fleur se acordaba ligeramente de él. ¿No era el amigo de Harry? El de la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos, en el que ella misma participó.

- ¿Y dónde está?

- En la enfermería.- Ésta vez fue una muchacha que se sentaba atrás la que habló. Mientras lo decía, asestó una furibunda mirada a una rubia de Slytherin, que se la devolvió con frialdad y una ligera sonrisa burlona.

- ¿En la enfermería? – Fleur estaba bastante confusa. No es que fuera extraño que los alumnos tuvieran accidentes en clase y más en una de Duelo, ¡Pero era el primer día, por Dios! - ¿Y qué le ha pasado?

- Ha quedado inconsciente de un golpe en la cabeza. – Contestó la misma chica, que al ver la cara de confusión de la profesora se expandió un poco más.- Harry tenía que participar en un simulacro de Duelo ya ensayado, - volvió a asestar una dura mirada a la rubia, con el mismo efecto (ninguno)- cuando el contrincante se salió del plan y lo estrelló contra la pared.

- Kat no se hubiera salido del plan si el estúpido de Potter no…

- Señor…!! - ¿Quién diablos es? se preguntó mientras intentaba sin mucho éxito detener la barahúnda que se había formado entre Slytherins y Griffindors para defender cada uno a su paladín. Al final fue el mismo chico, un rubio muy parecido a la chica y de porte aristocrático, quién silenció a sus compañeros con un airoso gesto de la mano.

- Soy Malfoy, Draco Malfoy, prefecto de la casa Slytherin. Y estoy en mi total derecho al desmentir esa burda patraña que se han inventado los Griffindors sobre el accidente de Potter. La reacción de mi prima fue totalmente normal, sólo se defendió de un ataque rastrero y si Potter no fuera tan estúpido podría haberse defendido, no es tan difícil parar un Desmainus y menos para el chico de Oro de Dumbledore.

Después de esta declaración la clase se quedó totalmente muda. Los Griffindors miraban alternativamente a Malfoy, que sonreía con desprecio, muy erguido en su asiento, y a la Profesora Delacour, que lo miraba con la boca totalmente abierta. Al ver que Fleur no reaccionaba, los Griffindors se lanzaron al ataque encabezados por un alto pelirrojo. La batalla comenzó.

Harry miraba fijamente a su contrincante. A pesar de que no era la primera vez que la veía en acción, habían ensayado los movimientos del Duelo hasta la saciedad, aún seguía maravillándose de su gracia felina. A su espalda escuchaba el jaleo de la clase que animaba a uno u a otra, y sentía sobre sus omoplatos la mirada intensa de la Profesora Blake. Sin darse apenas cuenta de lo que hacía, se sumergió más y más en el Duelo, volviendo sus hechizos más certeros y poderosos.

Los ojos de Katrinna brillaban con un intenso resplandor de júbilo. Y es que no era para menos, las clases de Duelo y Defensa siempre se habían encontrado entre sus favoritas. Y adoraba la sensación de batirse en duelo con alguien capaz. Al sentir el aumento de poder de los hechizos del Gryffindor, aumentó los suyos, aunque nunca a un nivel peligroso. Justo en ese momento lo escuchó.

Aunque al principio del Duelo todos los alumnos estaban callados, sobrecogidos incluso, pronto los gritos de ánimo para uno u otro duelista se empezaron a escuchar. Al ver que la profesora no hacia nada por impedirlo, estos arreciaron a la vez que surgían las primeras apuestas y burlas. Una de dichas burlas, proferida por un Gryffindor anónimo, sonó con demasiada fuerza:

- ¡¡ Acaba con la puta de Slytherin, Potter!! ¡¡Cómo la noche del comedor!!

Al escuchar la pulla Harry se sobresaltó. Se quedó mirando a Kat, que tenía los ojos desorbitados y llenos de ira, perdiendo el control del hechizo y por lo que este golpeó con demasiada fuerza el escudo de protección de la rubia, destruyéndolo y acertándole de lleno, con lo que salió despedida hacia atrás. Harry, junto con la clase que se había quedado en completo silencio, contempló en un principio con horror y luego con sorpresa, cómo Kat surcaba girando la tarima hasta la pared que tenía detrás, con los pies por delante… con lo que aprovechó para tomar impulso para, con una voltereta, caer semiagachada con gracia felina de cara a su contrincante. Aún la estaba admirando, y dando gracias de que su hechizo no le hubiera hecho daño aparente, cuando un rayo surgido de la varita de la Slytherin contactó con su pecho. Lo último que Harry oyó fue su cabeza chocando contra la pared

Harry ya llevaba tres aburridos días en la enfermería, sólo paliados por las visitas de sus amigos, que le comentaban los últimos cotilleos, todos referentes a Blake y Snape, por supuesto. No entendía porque aún estaba allí. ¡¡Solo se había golpeado la cabeza!! Vale, si se estuviera recuperando al método muggle lo entendería. Pero Pomfrey era medimaga. Si le había hecho crecer todos los huesos de su brazo cuando estaba en segundo no sabía porque tardaba tanto ahora. Además quería, necesitaba, hablar con Katrinna.

 Harry suspiró mientras cerraba los ojos. ¿Qué le había hecho esa chica? Y mira que a veces era tan desagradable como su primo, como aquella vez en el vestíbulo, pero en otras… Todavía no había conseguido controlar esa sonrisa idiota que se le ponía cada vez que pensaba en el incidente del Gran Comedor. En ese momento la hubiera besado, en ese momento… Sonrió.

- ¿¿Harry??

La sonrisa se borró mientras se giraba para ver la dueña de la voz. Ginny. Y lo había visto sonriendo al aire, pues tenía una mirada francamente molesta. Sintió como sus mejillas enrojecían. ¿Por qué precisamente ella?

Cuando Ginny entró en la enfermería para ver a SU Harry, pues aunque no había nada entre ellos desde que había llegado "esa" se había vuelto bastante posesiva,  no le gustó nada la sonrisita de embobado que tenía en la cara. No sabía porque pero le sonaba que no iba dirigida a ella, sino más bien a cierta rubia. ¿Cómo le podía gustar? Si lo había estrellado contra la pared!! Cuando vio que su sonrisa se ampliaba decidió que era el momento perfecto para interrumpir.

- ¿¿Harry??- Bingo, la maldita sonrisa se le había borrado como por arte de magia. Aunque el sonrojo no decía nada bueno. Definitivamente había estado pensando en la maldita Slytherin. Cómo si no hubiera tenido suficiente con la escenita del Gran Comedor. Ginny sintió como hervía por dentro al recordar lo cerca que había estado esa arpía de besar a SU Harry.Contrólate Gin, no vayas a decir ninguna tontería

- ¿Otra vez pensando en Malfoy? ¿No tuviste suficiente con que te estrellará contra la pared?- A eso se le llama autocontrol, Ginny. Menos mal que no ibas a decir nada inadecuado. Sintió como enrojecía. Se dio la vuelta para huir.

- ¿¿Qué??- Harry abrió los ojos como platos. ¿Esa era la dulce Ginny?- Espera Gin, no te vayas. – La cogió de la mano.

O Dios me cogió de la mano

- Espera, no te enfades conmigo. Sólo pensaba en como disculparme.

 La cara de sorpresa de Ginny fue suficientemente expresiva, para que Harry se sintiera obligado a añadir:

- Es normal que perdiera un poco el control, sobre todo después de escuchar lo que dijeron y que yo la lanzara contra la pared.- Quizá tenga un poco de razón pensó Ginny ligeramente arrepentida, aún no sabía cómo podía a ver sentido tal arrebato de celos, nunca los tuvo (por lo menos de esa manera), ni siquiera con Cho Chang. - ¿sabes quién fue el que lo dijo? Como me enteré lo mato.- Ginny dejo de estar arrepentida.- No sé de donde sacaron eso, ella se echó para atrás cuando lo del Gran Comedor.- terminó de decir Harry sin fijarse en la cara de su compañera de habitación.

Se hizo un silencio absoluto en la enfermería. Ginny no sabía si irse corriendo a pegarle una bofetada a Katrinna ahora mismo o pegársela directamente a Harry. ¿Así que había sido ella la que se había echado para atrás? ¿No él? Bien, bien. Lo tendría en cuenta.

- ¿¿Ginny??

- Tienes toda la razón Harry.- E inclinándose le depositó un suave beso en la frente.

- Que escena más bonita.

La fría voz les sobresalto ambos, volviéndose sus rostros de color carmesí… otra vez.

- Nosotros no…

            ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Mira que pasarse a ver como estaba ese idiota Gryffindor. Total, ya estaba bien acompañado. Acompañado por esa mosquita muerta pelirroja, que se le había quedado mirando sobresaltada pero a la vez con una leve chispa en sus ojos de triunfo. Maldita mosquita muerta.

            Tan enfadada iba Katrinna que no se dio cuenta de cómo la gente que había en la sala común de Slytherin (que no se dejaban asustar fácilmente) le abría paso. Subió las escaleras de dos en dos hasta su cuarto, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, con la mano ya en el picaporte, decidió ir a ver como estaba su primo. Él siempre la animaba.

            Draco estaba dando vueltas en su cuarto como un león enjaulado, aunque nadie se hubiera atrevido a hacer dicha comparación delante suya. El único que se había quedado a pesar de la amenaza que suponía la ira del rubio, había sido Blaise Zabini, cuya curiosidad había vencido a su sentido común y se arriesgaba tumbado cómodamente en su cama.

            Así, Blaise fue el único que escuchó como Draco despotricaba contra cierto moreno, durante más de media hora, maldiciéndolo y prometiendo venganza a intervalos, alterándose con recriminaciones tipo: ¿Cómo es que la deje ir? Debería haberlo sabido etc… Sólo paró cuando entró Katrinna en el cuarto.

            Viendo el nuevo panorama y habiendo escuchado lo que había escuchado, Blaise decidió que era el momento de desaparecer, así que salió de la habitación caminando lo más cerca posible de la pared.  Una vez fuera se puso a escuchar pegado a la puerta que se acababa de cerrar detrás suya con el resto de Slytherins que había en ese momento en el Nido.

            En la habitación los dos rubios se habían quedado mirándose, sin capaz de decir nada. Katrinna era consciente del ridículo que había hecho al ir a visitar a Potter a espaldas de Draco. No sólo se había humillado al ir después de lo que paso en clase de Duelo, sino que además ya tenía compañía femenina. Se acerco lentamente a Draco, con la mirada puesta en el suelo y con su mejor cara de inocencia y arrepentimiento.

            Draco, por su parte no sabía que pensar. Por una parte quería gritarle que ese no era el comportamiento de una Slytherin y menos de una Malfoy, y por otro lado deseaba apartar a Potter del pensamiento de su hermosa  prima, de cualquier forma. Cómo lo deseaba. Al verla acercarse titubeante se le ablandó el corazón, pero decidiendo que había que poner las cosas claras, y dado que no quería interrupciones ni eliminar la poca dignidad Malfoy que le quedara a Kat, insonorizó la habitación y cerró la puerta mágicamente (para horror y decepción de los de fuera). Sin embargo las cosas no ocurrieron tal como pensaba en un principio.

            Cuando ambos jóvenes quedaron a una distancia tal que sus uniformes se rozaban, Kat dejó de avanzar. Alzó poco a poco la cabeza y murmuró:

- Lo siento Draco, pero no me lo podía quitar de la cabeza. Pero ha sido un error, porque yo jamás haría nada que pudiera apartarte de mi.

Kat lo miró temerosa de la reacción del joven que estaba enfrente suya, pero cuando Draco se inclinó hacia ella lentamente, no reaccionó, ni siquiera cuando la besó.

Draco sentía su piel arderle, su corazón bombeaba a mil por hora, mientras su estómago se había ido de paseo a quién sabe donde. Al ver que su prima no le rechazaba, movió lentamente sus manos hacía sus hombros, rozándole apenas con las yemas de los dedos. Cuando por fin la agarró, suavemente, profundizó el beso poco a poco, mientras su lengua se colaba en la boca de la joven y la iba explorando tiernamente, alterándose con pequeños mordiscos en su labio inferior, que provocaban pequeños gemidos en la rubia. Sus manos le acariciaron el cuello hasta llegar a su abundante melena, donde se enredaron para tirar de ella hacia atrás, dejando el cuello al descubierto y a merced de sus húmedos besos que lo recorrieron hasta el primer botón de la camisa.

Kat se sorprendió cuando sintió los dulces labios de Draco en su boca. Aunque una parte de ella gritaba: ¡Es tu primo!, otra puntualizaba que era "primo segundo" y una última argumentaba que al diablo con todo, aquello le gustaba y mucho. Cuando sintió los esbeltos dedos de alquimista de Draco recorrer su cintura, su espalda y sus hombros, se olvidó de cualquier objeción y se abandonó a él.

Ambos jóvenes se miraron unos segundos a los ojos, Draco ligeramente indeciso. Pero Katrinna ya tenía otras ideas. Así que con súbita energía le quitó el jersey y empezó a desabotonarle la camisa con dedos expertos.

 Draco no se quedó atrás, suavemente pero con decisión, le desabrochó la capa y la acompañó en su caída con una caricia leve en la espalda, provocando que Kat se estremeciera. Cuando sus manos llegaron a la falda, la levantó en vilo y la apoyó contra uno de los postes de una cama. Kat rodeó con sus esbeltas piernas la cintura de él, mientras en último botón se rendía y la camisa se reunía con el jersey.

Draco la volvió a besar con pasión, mientras se estremecía de placer al sentir las manos de la chica acariciarle el pecho y la espalda, cuando Kat hundió las manos en su pelo para poder devolverle los besos en el cuello, jadeó. Notaba como su sexo se empezaba a alzar. Iba a advertirle que no siguiera si no era hasta el final, pero Katrinna dejó más que demostrada sus intenciones cuando empezó a mordisquearle la oreja, su punto débil, mientras una de sus manos recorría sinuosa su cuerpo hasta la parte delantera de su pantalón.

Katrinna, aún con sus piernas rodeando al chico, fue una vez más levantada en vilo y recostada suavemente en la cama. Su primo, no lo llames primo, empezó a recorrerle desde sus rojos labios hasta la base del cuello con, a veces tiernos, a veces apasionados, cortos besos. Cuando llegó a la camisa la miró y le dedicó una de sus famosas sonrisas torcidas y, sin dejar de mirarle, empezó a quitar los botones de su camisa con su ardiente boca, mientras sus acariciantes manos le subían por las piernas hasta colarse por debajo de su falda.

            Pronto la habitación se llenó de apasionados susurros y dulces gemidos, mientras la ropa que les quedaba se unía a la que ya estaba esparcida por el suelo.

            Draco llenó de besos el cuerpo de su amante, sin dejar apenas un centímetro sin recorrer. Por último descendió con delicadeza por el vientre de su amada prima y cuando llegó al espesor de su sexo, se apartó hacia el muslo, con lo que arrancó un gemido de frustración de la rubia que lo hizo sonreír.

            Kat se divertía con los juegos de Draco, pero ella no se iba a quedar atrás, así que atrajo esa cabecita rubia que la volvía loca hacia su cara y cuando el chico se despistó, se dio la vuelta para quedar encima de él.

            Ahora fue su turno de besar y acariciar, y de dejar con la miel en los labios, aunque ella fue un poco más Slytherin. A la tercera vuelta hacia las zonas bajas del rubio, acarició con las puntas de sus dedos el erecto miembro, arrancando gemidos de placer de Draco a pesar de lo leve de la caricia. Viendo su victoria, mostró un breve instante de compasión y rozó delicadamente con la lengua el viril miembro y, con una sonrisita maliciosa, el resto del vientre y el torso, hasta llegar a su anhelante boca, donde se fundieron en un apasionado beso.

            Una vez más voltearon sus cuerpos y Draco abrió con caricias las piernas de su prima. Se colocó cuidadosamente entre ellas y, mirándola fijamente a sus hermosos ojos verdes, la penetró con exquisita suavidad. 

            En la cama de Draco (bendita casualidad que fuera esa, porque ninguno se había fijado) dos cuerpos se movían a la par, aumentándose el ritmo por momentos al igual que los gemidos de placer, que al cabo del tiempo estallaron en sincronía en ardor, desplomándose abrazados al inocente sueño de los jóvenes amantes.

            Hacía unos minutos que Katrinna se había ido a su cuarto y las sabanas todavía olían a su perfume: fresas y menta. Draco se estiró felinamente en su cama, disfrutando del silencio (sus compañeros habían decidido irse a dormir a otro sitio, viendo lo que tardaban) y recordando la maravillosa noche que había pasado. Cuando estaba a punto de dormirse otra vez, una lechuza golpeó el cristal por fuera.

            No me lo creo pensó un  perezoso Draco, no me creo que alguien escriba a estas horas de la madrugada. No le pienso abrir hasta por la mañana

            Se dio la vuelta y se tapó con el cobertor hasta la barbilla, ignorando olímpicamente a la lechuza que volvía a reclamar su atención. Volvía a cerrar los ojos, cuando el súbito pensamiento de que podía ser una nota de su prima le obligó a abrirlos de nuevo y a levantarse de la cama.

            Bostezando de sueño, Draco se echó una bata de seda negra sobre su esbelto cuerpo y le abrió la ventana a la condenada lechuza. Pronto se dio cuenta de que no era la de Katrinna, que era un magnifico ejemplar hembra de color gris, sino una totalmente negra. Con un mal presentimiento abrió la carta:

Querido Hijo:

            Si estás preparado la hora se acerca. Te llamaré cuando llegue. Piénsatelo bien.

            Tu padre que te quiere:

            L. Malfoy

            Harry por fin había conseguido librarse de la Señora Pomfrey y caminaba por los pasillos rumbo a su sala común. Iba absorto n sus pensamientos, recordando lo que había pasado en la enfermería. Aún no se podía creer que Katrinna hubiera ido a visitarle y que él lo hubiera fastidiado todo de aquella manera. Aunque no era su culpa, se dijo a si mismo para intentar consolarse. Sonrió apenado, ahora si que iba a volver a ser desagradable con él, aunque tampoco es que hubiera sido muy amable con él antes, recordó ensanchando su sonrisa. Pero después de salir de los entrenamientos para el Duelo, cuando no estaba con su primo, tampoco se había comportado tan mal. Fría pero simpática.

            Harry entró en la galería que conectaba el camino hacia su sala común con el vestíbulo y el Gran Comedor. Aunque ya era de noche, seguramente todavía podía cenar si se daba prisa. Pero decidió que mejor iba directamente hacia su cuarto, porque estaba que se moría de cansancio. Aún pensaba en ir o no a la cena cuando al girar una esquina se encontró de frente con una pareja que charlaba amistosamente, muy amistosamente.

            Bah, sólo son Hermione y ese Wolfgang de Ravenclaw pensó Harry mientras se daba la vuelta para coger otro pasillo y no molestarlos. De repente se paró a mitad de un paso. Wolfgang y Hermione??!!

            Se volvió a dar la vuelta deseando con todas sus fuerzas que no fuera ella. Era ella. ¡Y estaba apoyada en la pared riéndose! Ahora si que se iba a enfadar Ron cuando se enterara. Y mira que le había dicho que se aligerara (bueno, se lo había insinuado, pero es que a Ron no se le podían decir esas cosas tan directamente), sobre todo después de lo de Víctor Krum.

            La pareja a la que iban dirigidos estos pensamientos estaba apoyada uno en frente de la otra en la pared de un estrecho pasillo. Éste no era muy utilizado, por ser bastante oscuro, pero era uno de los más cortos para llegar a Gryffindor. Y allí estaban, riéndose y charlando de quién sabe qué, Hermione ligeramente roja por los intentos, al parecer de Harry, poco "recatados" de ligue. ¡Y no se iba! No, se quedaba allí, sin responderle a las insinuaciones pero sin irse.

            No es que a Harry le cayera mal el chico, pero había algo en él que no le gustaba. Además estaba esa sensación de que se le había pasado algo por alto, algo que ya se había pasado por alto una vez pero una corazonada le decía que esta vez las consecuencias iban a ser más graves.

            Sintiéndose violento, se dio finalmente la vuelta y se dirigió a su Sala común. Allí hablaría con Hermione. Aunque lo más seguro que le este explicando cosas del Castillo, como es nuevo se tranquilizó a sí mismo en el recorrido.

 Ni él se lo creía.

Hermione volvía Gryffindor después de una reunión de los prefectos, en la cual habían vuelto a discutir sobre el mal comportamiento de los Slytherin, aunque no habían llegado a nada, debido a la ausencia de Malfoy y Zabini. Otra vez. ¿Es que nunca piensan venir cuando se trata de su casa? pensaba Hermione mientras giraba para entrar en uno de los atajos para llegar a la Sala Común. Y mira que nunca faltan cuando se trata de los castigos a Gryffindor o a las demás.

Justo levantó la mirada para encontrarse a Wolfgang, que venía en la otra dirección. Levantó la mano para saludarle y el chico le sonrió dulcemente. 

- Perdona Hermione pero ¿puedo hablar contigo un momento?- Hasta su voz sonaba dulce. Hermione ni que decir que se paro en el acto, mientras su corazón se aceleraba sin saber porque. Seguramente necesita saber algo de las clases pensaba para tranquilizarse, mientras obviaba el hecho de que si así hubiera sido hubiera hablado con el prefecto de su casa.

- Claro que si Wolfgang.- le contestó con voz débil. ¿Por qué tenía esa presencia tan… imponente? ¿Tan dulce a la vez que salvaje? – Que…

- Solenn

- ¿Cómo?

- Que me llames Solenn, si no es molestia. – Mientras se lo decías e ruborizo ligeramente y clavó sus dorados ojos en el suelo.

- Claro… quiero decir que no es molestia. – Al oírla levantó la mirada sonriendo feliz. Ahora fue el turno de Hermione de sonrojarse. – Bueno, ¿qué es lo que querías decirme?

Solenn no contestó enseguida, de hecho no contestó para nada. Se había apoyado en la pared que tenía detrás, con las manos en la espalda tocando la pared. Se veía adorable con el pelo desordenado cayéndole sobre los ojos y brillando en la semioscuridad del pasillo. Solamente reaccionó cuando la Gryffindor carraspeó.

- ¿Decías?

La cara de incomodidad de ambos era tan evidente, que no pudieron evitar reírse de sí mismos y de la situación. Las risas relajaron el ambiente y no tardaron en enfrascarse en una agradable conversación, aunque Hermione no podía evitar sonrojarse cuando sus miradas se cruzaban y esos preciosos ojos se quedaban mirándola con intensidad.

            En un momento dado Hermione le pareció escuchar a alguien que se acercaba y luego se alejaba, pero estando con quién estaba pasó de investigar quién era. Solenn también pareció escuchar algo, pero igualmente no dijo nada. Así siguieron bromeando y hablando durante un rato, comentando el extraño comportamiento de los profesores de Duelo y Pociones, que estaban en bocas de todos. Se rieron mucho imaginando las más extrañas hipótesis durante lo que les pareció unos minutos, pero que cuando por fin miraron la hora, resultó que había sido hora y media.

- ¡Dios mío! Y yo que había quedado con Ron – Al ver la cara que ponía Soleen añadió: - para explicarle la tarea de Transformaciones.

El Ravenclaw sonrió. Redujo la ya pequeña distancia que los separaba y cogió con suavidad una de las manos de Hermione. Y acercándosela despacio a los labios le susurró:

- Entonces vamos a tener que separarnos.- Con la misma lentitud que la había cogido la soltó.- Pero podemos vernos en Hogsmeade.- añadió mirándola intensamente con sus ojos color miel. – Si quieres.

- Cla... Claro. No habrá ningún problema.

- Entonces te recojo en las puertas y te invitó a algo. Buenas Noches, Hermione

- Bu… buenas noches.

Con una última sonrisa se dio la vuelta y se alejó de allí.

Hermione entró en la Sala Común todavía sonriendo. ¡Era tan simpático! Y tan amable, y seductor…

- ¡¡¡Hermione Granger!!!

La interpelada cerró los ojos un momento, sabiendo lo que se avecinaba. ¿Por qué no era Ron un poco como Solenn?

- ¡¡¡¿¿ DONDE ESTABAS??!!!

- Me he entretenido en la reunión de prefectos, no sabía…

- ¡¡No mientas!! Angelina (que era la prefecta de séptimo) ha llegado hace dos horas. ¿Dónde has estado todo ese tiempo?- Ron se había levantado en cuanto Hermione había entrado en la Sala y en estos momentos daba vueltas mientras esperaba su respuesta. Estaba muy, muy enfadado.

Hermione lo miró en silencio y luego de unos segundos le dijo con tranquilidad:

- Estoy cansada, me voy a dormir.

Y pasando por delante de un estupefacto Ron, subió las escaleras y entró en su cuarto, cerrando la puerta tras de sí.

REVIEWS

            Noe-Arvi: Claro que dejo incógnitas!! Sino donde estaría la gracia??? Jajajaja. Creo que este capítulo es peor, porque dejó aún más misterios. XD. Bueno, alguna ya está despejada. Esperó con ansia tu próximo review, y me comentas si te lo esperabas. Y sobre Snape… su historia tendrá mucha importancia, jejeje. No digo más.

            Arel M: Jajajaja, espero que tus ansias de venganza con Ginny estén algo saciadas, pero en el próximo… XD.  Espero que te guste la escena Kat-Draco, pero te advierto que no significa… lo que parece, o quizá sí?? Xd. Bueno, perdona la tardanza. La verdad es que maltrató algo a los Gryffindors (arriba Slytherin!!! Que no se noten donde están las preferencias, jeje) pero Nev va a cambiar mucho este año, aunque si es por las buenas o por las malas todavía no está decidido. Y lo de Blake, jejeje. Eso se verá más adelante. No se si te lo esperarás, pero en cierta manera es lógico. Jejeje, de una manera muy retorcida. Pero lógico. Bss

            Aliena: Pues no se si te decepcionaré o no, ya se verá. Bueno, a partir de aquí ya no tienes ni idea… jajajaja. Así que vete preparando.