Ea, por fin actualizo. Se que he tardado más de lo que pensaba, pero es que a última hora decidí hacer el capítulo más largo, 31 páginas no os podréis quejar, para compensar el tiempo que llevo sin actualizar.
Además he tenido un ligero contratiempo, pues la última semana no he podido escribir, porque he tenido un curso que me ocupaba toda la tarde y las mañanas ya las tengo ocupadas con la universidad… En fin, que la carrera me quita mucho tiempo, aunque esta vez tardaré mucho menos en actualizar (ésta vez ha sido de vergüenza) porque total, lo bueno que tiene tener todas las asignaturas repetidas es que ya tienes bastante hecho.
Bueno, ya lo último. Si actualizó precisamente este día es porque:
¡¡¡ FELICIDADES SARA!!!
Quería que coincidiera con tu cumpleaños, para darte una sorpresa, tú que eres la que más me ha animado a seguir.
Así que aquí lo tienes, este capítulo está dedicado a ti.
Salazar Lestrange.
PD: Perdón a los que ya hayan leído este capítulo, pero se había subido mal, con errores en las palabras con acento (y no se por qué, porque en mi ordenador se ve perfecto) Así que espero que ya se haya corregido el error.
CAPITULO XI
Kat dio la milésima vuelta en la cama. Su mente era un hervidero de ideas, pensamientos y sensaciones que no la dejaban dormir. La charla de Snape, el silencio del Gran Comedor cuando llegaron las lechuzas negras, el olor de Harry, el reflejo azulado de los ojos de Draco, la mirada hambrienta de uno de sus compañeros…
La verdad es que tenía ganas de patearlo, ¿Cómo se atrevía a mirarla de esa forma? Por su culpa se había perdido la mitad de la charla sed-buenos-chicos-por-una-puta-vez de Severus. Y mira que se habría abrochado a conciencia la bata antes de salir. Bueno, la verdad es que también lo había hecho para darle tiempo a Harry para salir del cuarto, pero una de las razones había sido esa.
Y es que odiaba los malditos camisones. Había estado evitado bajar en pijama a la Sala Común todo el curso por esa razón. Y se había perdido muchas cosas. Pero es que eran tan transparentes… Todo el alumnado masculino se la quedaba mirando con la boca abierta y fijamente, poniéndola nerviosa y en tensión (aunque antes muerta que reconocerlo). Pero eran los únicos que tenía. Su madre se los había comprado, y la verdad es que en un primer momento le habían parecido bellísimos, con la seda negra semitransparente brillando con hilos de plata en su cuarto. En SU cuarto privado. Luego de ver por primera vez la reacción de Draco al verla (Y había sido Draco!!!) se juró a sí misma no volver a bajar en la vida a la Sala Común con el "camisoncillo".
Dio otra vuelta. Su madre. Ella tenía la culpa de los malditos camisones (y de la mitad de su ropa). Ella, que le había dado una charla de hora y media sobre decoro y el comportamiento que toda niña de buena cuna, y más siendo Malfoy, debía tener. ¡Y le daba un camisón transparente! ¿Es que no pensaba?
Aunque claro, según ella el colegio solo servía para encontrar marido. Un marido de buena Cuna, con dinero y a ser posible guapo. Inteligencia, amor y carácter, ¿para qué?
Era culpa suya el lío que ahora tenía. Le había llenado la cabeza de tonterías del siglo XVIII, en vez de prepararla para ser una adolescente con demasiadas hormonas y un primo demasiado guapo durmiendo en el cuarto de al lado.
De repente Katrinna se empezó a reír. De todas las cosas que habían pasado, de todos los problemas por lo que se podría preocupar, y ahí estaba: ¡¡enfadándose con su madre por los camisones!!
Se río más fuerte, tanto que tuvo que morder las sábanas para no despertar a sus compañeras. Aunque realmente estaba enfadada por no poder salir de la asfixiante y rígida concepción de Malfoy . ¡Por favor! Si hasta en su primer día de clase algunas alumnas se apartaron a su paso (bueno, eran Hupplepuff, pero es lo mismo). Ese pensamiento la serenó de golpe.
Decidido. A partir de ahora iba a tomarse las cosas más en serio, sin darlo todo por hecho y tomando sus decisiones por ella misma. Incluyendo los camisones. Y a Harry y Draco.
Ah, amiga, aquí es donde querías llegar. ¿Qué pasa con Harry y Draco?
Eso mismo, ¿qué pasa? Ninguno se ha quejado.
Dios mío. Estoy hablando conmigo misma.- susurró.
Y ahora con las persianas contestó una burlona voz en su mente que se parecía sospechosamente a la de su rubio primo.
Su rubio, alto, atractivo primo. De ojos grises con reflejos azules, voz aterciopelada…
¡¡BASTA!! se reprendió mentalmente. Nada ni de Draco ni de Harry. Tenemos que controlarnos.
¿Y cómo lo piensas hacer?
Con un bufido, se tapó la cabeza con la almohada decidida a dormir. Cuando por fin el sueño la venció su último pensamiento fue con cierto moreno de ojos verdes. Sobre como había escapado.
Y sobre la magnífica oportunidad que se había perdido.
Kat, Katrinna, Kat…- Pansy expreso su desesperación con un bufido muy poco digno de una señorita.
Observó como la mancha de tinta en el pergamino de la rubia se extendía. Debido a un reunión urgente de los profesores con los aurores que habían llegado esa mañana para coordinar la defensa de Hogwarts, habían vuelto a perder la clase de Pociones, pero esta vez la del viernes. Aunque Snape ya había avisado que pensaba recuperar clases… Si esos estúpidos no hubieran venido no tendrían porque pasarse toda la mañana del lunes siguiente dando Pociones. Además, aumentar las defensas del Castillo era una tontería en opinión de los Slytherins que sabían que el señor Tenebroso no iba a atacar la plaza fuerte de Dumbledore aún. Pero claro, a ver quién era el guapo que se lo decía.
¡Draco!- agitó la mano para llamar la atención del rubio, contenta de que alguien la rescatara del aburrido silencio de la Biblioteca. A su lado, alguien pegó un respingo.
Hola chicas. ¿Aprovechando el tiempo?-Draco estaba de un inusual buen humor hoy. Pansy le sonrió de vuelta, notando por el rabillo del ojo como Kat hacia una bola con el pergamino manchado, sin mirar ni una sola vez hacia el frente.
Bueno… Así tenemos el fin de semana libre, que promete bueno y dentro de poco seguro que empezará a nevar. Aunque no hemos adelantado mucho- añadió.- ¿Verdad Kat?
No… No mucho la verdad.- Probablemente estaba consiguiendo hacer más en ese tiempo que en toda la mañana.
¿No estáis aburridas de estar aquí?- Sus ojos grises no parpadearon ni una vez.
Tienes toda la razón. Voy a dejar estos libros y ahora vengo.- Antes de que cualquiera de los rubios pudiera siquiera pensar en responder, Pansy ya había desaparecido entre las estanterías.
Traidora.- murmuro entre dientes Katrinna.
¿Por qué? ¿Por fastidiar tus planes de evitarme? Llevas así dos semanas.- La voz de Draco sonó con un tinte duro y frío. Cuanto se parece a Lucius.
No…- cualquier intento de evadirse fue cortado cuando Draco la cogió de la barbilla y la obligó a mirarlo, brusco y tierno a la vez.
Si me vas a mentir por lo menos mírame a la cara. – Esbozó una ladeada sonrisa.- hazlo al menos como una Malfoy.
No quiero hacerlo.
¿Mentirme?
Ser una Malfoy
Harry atropelló en su periplo por la Biblioteca a dos desprevenidos Ravenclaws que no se apartaron a tiempo. Estaba furioso. Sabía que Malfoy no la iba a dejar en paz, pero, por Dios, ¡Estaban en mitad de la Biblioteca! ¿Cómo se atrevía a tocarla de esa manera? ¿Pretendía besarla? ¿A ELLA?
Y seguro que ella se dejaba. No se estaba resistiendo mucho en su opinión.
Atropelló a otro Ravenclaw.
-Perdón.- murmuró distraído, aun desfilándose en su cabeza la "escenita" que había tenido el privilegio de presenciar. Y encima ayer dándome esperanzas. Esperanzas que creí como un tonto
- Disculpado, pero ¿podrías ayudarme?
-¿Eh?- Harry se giró cuando ya estaba casi al final del pasillo. Joder, había atropellado a Soleen. Volvió sobre sus pasos.
-¿Estás bien? – intentó sonar preocupado.
- ¿Lo estás tú?- se levantó del suelo gracias a la ayuda del moreno. Había esparcidos un montón de libros a su alrededor. Harry se agachó a recoger uno. Versaba sobre Licántropos.
- Sí. Lo siento, no te vi. - Acarició con aire ausente la imagen de la portada.
- Es evidente.- Lo miró inquieto, alternando su peso entre sus pies. - ¿Me lo devuelves?
- Ah, sí claro.- Le extendió el libro, que el castaño tomó con presteza.
- Oye, ¿podemos retrasar lo del sábado? Es que me he enterado de que quizá vayamos a Hogsmeade. ¿Quizá el de la semana que viene?¿el 30?.
Harry agitó ausentemente la mano, mientras se giraba para salir de la Biblioteca, pensativo.
Soleen lo vio marcharse con tranquilidad. Cuando el Gryffindor hubo salido por la puerta, volvió a colocar los libros que estaban a sus pies en las estanterías de donde se habían caído.
-¡¿Qué?!
Bueno, al menos puedo decir a mi favor que soy capaz de sorprender a Draco jamás-muestro-mis-emociones Malfoy
¿Y eso de que te sirve?
Esfúmate
Katrinna- Draco la miraba preocupado (ligeramente)- ¿Se puede saber que te pasa últimamente?- La soltó para sentarse en la silla que antes ocupará Pansy.
Nada.- suspiró.- Que las persianas no me entienden.
Triunfazo. Ahora sí que va a pensar que estás loca
Draco la miró bastante preocupado. Iba a abrir la boca para echarle la mayor bronca del siglo, en opinión de Kat, cuando un repentino estruendo en las estanterías que estaban a su espalda lo distrajo.
Creo que necesito tomar aire.- La rubia aprovechó la oportunidad para largarse lo más rápido posible.
Harry caminaba por uno de los innumerables corredores de Hogwarts aún echando chispas por lo ocurrido en la Biblioteca. Maldito &/#&!!! de Malfoy… Idiota, enfermo… De la pura frustración y rabia que sentía el moreno le dio una fuerte patada a la pared.
Aun cojeaba cuando una mano le toco el hombro desde atrás, provocándole un paro cardiaco. Tontamente esperanzado, se dio la vuelta esperando encontrar a cierta rubia.
Ah, es usted.- Suspiró desilusionado, antes de enrojecer violentamente al reconocer con quien hablaba
¿Esperabas a otra persona?- Los ojos azules de Albus Dumbledore chispearon divertidos.
¡No, claro que no! No esperaba a nadie.- añadió más alicaído, al pisotearse mentalmente la esperanza y llamándose estúpido.
Bueno, ya que no tienes planes, ¿te apetece un té?
Sin esperar respuesta alguna, el venerable anciano echó a andar hacia su despacho. Harry no pudo evitar el nudo en el estómago al intentar recordar que era lo que había hecho esta vez. ¿Sería algo relacionado con Katrinna?
Tan sumido iba en las fantasías que el nombre de Katrinna le había provocado, y el pensamiento de una relación factible a castigo, que no se dio cuenta de sus pasos hasta que la puerta del siempre abarrotado despacho de Dumbledore se cerró tras él. Ni siquiera había sido consciente de que hubiera subido la escalera.
Toma asiento, por favor. ¿Un caramelo de limón? ¿Té?
No, gracias. Quizá un té.
Bueno Harry.- empezó el director una vez que se hubieron tomado la primera taza y se hubieran echado la segunda.- quería hablar contigo del tema de Voldemort.
El Gryffindor tuvo un escalofrío al recordar en una avalancha de imágenes perturbadoras lo sucedido un año atrás: El Torneo, Cedric, Colagusano, Voldemort… Voldemort resucitado.
Inesperadamente, sintió una corriente de antipatía hacia Dumbledore, que lo miraba con tranquilidad. ¿Era necesario que se lo recordara? ¿Justo ahora, que había conseguido eliminar las pesadillas y el sentimiento de culpabilidad?
¿Ha ocurrido algo?- No ¡Por favor! Dame tiempo para solucionar las cosas con Katrinna. ¡Por favor!
No, nada fuera de lo normal. No ha habido más ataques, si es eso lo que te preocupa. Pero me han informado de un inusual movimiento soterrado por parte de los mortífagos. – Hizo un pausa.- Se que esto es duro para ti, pero me gustaría que me informaras si tienes alguna otra… visión.
Claro, profesor Dumbledore.
Un cuarto de hora más tarde, Harry volvía a su Sala Común cabizbajo y apesumbrado. La charla con Dumbledore, aunque normalmente eran tranquilizadoras, había supuesto un terremoto en su hasta hora tranquila vida. Aunque no podía evitar sentirse algo culpable por no haber prestado más atención al tema de Voldemort, su sentimiento predominante era rabia e ira hacia los que le volvían a quitar su tranquila vida de adolescente. Hacia Dumbledore, por recordarle su papel del Niño que vivió.
Él sólo quería una vida normal.
Aún refunfuñando, entró en su Sala Común, donde un sobreexcitado Ron lo abordó.
¡¡HARRY!! ¡Ya han salido!
¿El qué?- le contestó sin mucho entusiasmo, mientras era arrastrado hacia el tablón.
¡El resultado de las Pruebas! ¡ Y me han ELEGIDO!
¿Las pruebas? ¿Qué pruebas?
Por contestación recibió un capón del pelirrojo.
¿Cómo que qué pruebas?¡Las de Quidditch! ¿Se puede saber que te pasa?
Ah... Es verdad, fueron el fin de semana pasado. No sé porque se me han olvidado.- Una imagen de un cuarto femenino decorado en verde le cruzó fugazmente por la mente. - ¿Y te han elegido cómo Guardián?
¡¡SI!! – Ron se puso a saltar como un loco por la Sala Común.
¿No crees que exagera un poco?
El moreno se giró hacia su derecha, donde la más pequeña de los Weasleys había hablado.
Bueno, el siempre había querido jugar al Quidditch.
Pero no es para tanto.- comentó con tranquilidad mientras observaba con gesto impasible como Ron cogía a Parvati y la hacía girar.
¿Tú no hacías también las pruebas?- recordó de repente. A lo mejor por eso parece tan… ¿enfadada?
Sí, para el puesto de Cazadora.
Lo siento.
No tienes por qué. He sido elegida.
Harry la miró estupefacto como se iba. Nunca le había notado un tono tan frío.
Pansy, estoy echa un lío.
Ya
¡Pansy!- La joven Malfoy miró enfadada a su compañera, que prestaba toda su atención a la difícil tarea de caminar, leer un libro gigantesco y mirar unas cartas del Tarot que llevaba en una mano a la vez.- ¿Podrías echarme algo de cuenta? Necesito con…- siseó la última palabra. ¿Estaba suplicando consejo ella? ¿Tan bajo había caído?
¡Eso es genial!
¿Qué?
¡Vamos a buscar tus respuestas en las cartas!
¿Cómo?- Dios, era peor de lo que pensaba.
¿Tú no decías que tenía un verdadero don para esto?- ante el asentimiento vacilante y desconfiado de su compañera prosiguió, sin darle opción a replicar.- Entonces ayúdame a practicar. – La arrastró a un aula vacía.
¿Y tiene que ser conmigo?- murmuró.
Veamos.- Puso una mesa entre ella y Kat, para extender en ella el libro, su maleta y las cartas. Hizo sentar a la rubia, que aún la miraba desconfiada, y extendió sus manos y las de Kat encima de las cartas.- Piensa en tu pregunta.
Pienso
¡Kat! Tómatelo en serio, por favor.
Con un bufido resignado, la Slytherin cerró los ojos y pensó en su problema con Draco y Harry. Sin poderlo remediar, por sus ojos cerrados pasaron varias imágenes. La carta de Lucius. La noche con Draco. La sensación del pasillo de las mazmorras. Unos ojos dorados. El aliento de Harry sobre la piel. Lechuzas negras. Snape en la Sala Común.
Bien. Veamos que dicen.
Katrinna apartó sus manos repentinamente temblorosa.
La primera carta nos habla del pasado. – Pansy miró la carta con fijeza, intentando expandir la mente.- El amanecer…
Sus manos fueron levantando las demás cartas con suavidad. Hasta que la última no estuvo boca arriba no volvió a hablar. Katrinna también las miró y aunque no tenía ni idea de adivinación, ni falta que le hacía, se estremeció. Algo no pintaba bien.
- Pues, las cartas dicen que…
Definitivamente la sesión de Tarot con Pansy no la había ayudado en nada. Incluso estaba más liada que antes. ¿Guárdate de la Luna Llena? ¿En el Teatro está la solución? ¿Qué carajo significaba todo eso? ¡Ella solo quería alguna indicación de que hacer con su problema con los chicos! Y obtenía una tirada de frases sin sentido y más enigmas.
Eso me pasa por preguntarle a la chiflada de Pansy- rezongó.
Pues yo creía que te caía bien.
La voz que sonaba a sus espaldas la lleno de una insensata esperanza. Volteó con un inicio de sonrisa asomándole a los labios. Era Ron. No pudo evitar hundir los hombros con desánimo.
- ¿Esperabas a Harry?- La sonrisa del pelirrojo era franca mientras sus ojos brillaban divertidos ante el sonrojo de la Slytherin.
- Para nada. – Recuperó rápidamente el control. - ¿Deseabas algo?- No se resistió a la idea de poner un tono insinuante en su voz, conocedora de la inocencia del Gryffindor. Ante la turbación del pobre muchacho, demasiado evidente, se sintió satisfecha.
- La verdad es que sí.
- ¿Qu…? ¿A sí? - ¿Qué diantre me pasa? Estos Gryffindors me sorprenden cada vez más…
- Sí. Quería invitarte el sábado a un picnic - Menos mal. - que vamos a hacer Harry, Hermione, Wolfgang y yo. Es la semana que viene.- Hizo una pausa. Ante el silencio y la mirada burlona de la rubia, que se había dado perfecta cuenta de quién era solo "Wolfgang", se agitó inquieto. Era evidente que no iba a responder.- ¿Y bien?
- Claro.- Sonrió. Su sonrisa, marca Malfoy nº5, le produjo un escalofrío al joven, que empezó a pensar si no se habría pasado con la "pequeña" venganza a Harry por haber aceptado la invitación de ese.
- Pues nos vemos el sábado.
El Gran Comedor empezaba a recuperar su bullicio de siempre, después de varios días en un mortecino silencio debido al recuerdo de las Lechuzas negras. Por el contra, Katrinna revolvía sin mucho entusiasmo la comida, mientras se reprendía mentalmente por haber aceptado la invitación del pelirrojo.
Pero haber, especie de idiota, ¿no habíamos quedado que había que alejarse de Harry? ¿Eh? ¿Y entonces por qué has aceptado?
¿Te pasa algo?- Inquirió su primo, que comía con tranquilidad a su lado.
No, nada.- estuvo a punto de contarle lo que le pasaba, pero recapacitó a tiempo de que quizá no era la mejor persona para contárselo. Buscó a Pansy con la mirada, para indicarle que quería hablar con ella. Nerviosa como estaba, no vio el intercambio de miradas que protagonizo Draco. Si hubiera estado más pendiente, habría tenido otra cosa en que pensar.
Algunos asientos más lejos, Pansy comía con entusiasmo al lado de Greg, que le contaba su última ruptura. No pudo evitar reírse, pero la verdad es que el nuevo Goyle le gustaba mucho. Eh… que le caía muy bien.
Lo que te decía, Melinda es bastante estúpida, ¿te puedes creer que no dudó de mi palabra cuando le dije que sólo estaba ayudando a Anna con Pociones? YO, con Pociones! Pero si no se ni distinguir las setas de los hongos… ¿Te pasa algo?
¿A mí?- Y era que Pansy no había podido reprimir sus pensamientos y se había ruborizado, con lo que había agachado rápidamente la cabeza, llamando la atención de su compañero.- No, no me pasa nada.
Pues...
En ese momento Dumbledore se levantó, provocando el silencio en todas las mesas. Fue la única vez que a la Slytherin no le importó que fuera interrumpida su cena.
Mis queridos alumnos, tengo un anuncio importante que deciros. Todos hemos sufrido estas últimas semanas debido al reciente ataque por parte de Voldemort (respingo y escalofrío colectivo), por lo que yo y el claustro de profesores hemos decidido recompensaros con una salida extra a Hogsmeade mañana. Espero que la disfrutéis.
Hubo una ovación generalizada en el Comedor, cuyos integrantes volvían a mostrar rostros risueños.
¿Por dónde íbamos?
¿No te piensas rendir?
No.- Gregory le sonrió.
La figura recorrió por enésima vez los tres metros que había de pared a pared en ese pasillo. Al acercarse pudo distinguir en la penumbra los regueros de humedad que hacían brillar la piedra. Deslizó su blanca mano con suavidad por los líquenes. Siempre le habían gustado las mazmorras, un hecho que la gente no comprendía. A la mayoría le parecía un lugar frío y deprimente.
A él le encantaban.
Le recordaban las mazmorras de su casa, llenas de secretos y viejas historias. Claro que hasta hace poco no había podido apreciar de verdad dichas historias.
El sonido de unos furtivos pasos acercándose por uno de los extremos del pasillo lo hizo salir de su ensimismamiento. Se giró dejando la espalda a su pared, pero cuidándose de que la humedad no manchará su impecable túnica.
Llegas tarde.
Llego a mi hora, eres tú el que ha llegado antes.
Draco no pudo evitar sonreír ante el cambio que se había producido en la voz de la joven. Un cambio que lo había provocado él. Él. Tenía que reconocerlo, le encantaba manipular sutilmente a la gente para que hicieran lo que él quería.
Por hoy no pasa nada.
La pelirroja se limitó a mirarlo impasible. Tras unos segundos, bufó y se apoyó en la pared de enfrente.
¿Has pensado mi oferta?
Sí. – Ginny bajó la vista al suelo. Tragó saliva con dificultad, consciente de que lo que dijera le cambiaría la vida. – Pero quiero poner una condición.
Di cuál y veremos.
No quiero matar a mis hermanos.- Alzó la vista desafiante para clavarla en los burlones ojos grises de su interlocutor.- Y quiero que cuando llegue el momento, Harry lo sepa.
Hecho.
La joven colocó por fin todos los alimentos en el frigorífico, después de una exhaustiva investigación para averiguar donde iban cada uno. Con un suspiro satisfecho, cerró la puerta y se dio la vuelta.
-Auch. – Se tocó con cuidado la frente, donde la puerta abierta de la estantería le había dado. La zona estaba caliente y roja, y le picaba. Mucho.
Unas risas medio contenidas le informaron que no estaba sola. Alzó la vista con rapidez y se llevó la mano a la cintura, donde guardaba su varita convenientemente desilusionada. Era el vecino.
Lo miró medio enfadada medio aliviada, mientras se reprendía por casi destrozar su fachada.
Deberías cerrar la puerta con llave.- la oscura y sedosa voz del intruso le provocó un escalofrío por la espina dorsal. ¿Cómo podía darle unas simples palabras tal sensación de peligro y de… sensualidad?
Y tú deberías llamar antes de entrar.
Severus no respondió, sino que se le quedó mirando apoyado en el marco de la puerta de la cocina, con los brazos cruzados y el pelo tapándole parcialmente los oscuros ojos. Samantha se mordió el labio nerviosa. Siempre le había fastidiado la idea de tener que irse a vivir a ese barrio como una muggle, nunca había esperado encontrar a alguien. Alguien como él.
Cuando estaba a punto de disculparse, o gritar, o hacer cualquier cosa que pusiera fin a ese silencio cargado de tensión, el hombre se irguió y se acercó lentamente, con pasos furtivos y a la vez firmes. Cuando estaba a un escaso metro, levantó la mano y… cerró la puerta de la estantería.
¿Eres un poco torpe, verdad?
Abrió lentamente los ojos, con los retazos del sueño aún aleteándole en la mente. Esa fue la primera vez que se vio reflejado en sus ojos. La primera vez que supo con certeza que era algo más que una vecina.
Suspiró. Suspiró con lentitud, sacando todo el aire de sus pulmones, como si así pudiera sacar su imagen de su corazón, de su mente, de sus sueños….
Había sido tan feliz. Feliz como nunca lo había sido. Ni en su casa, donde un padre demasiado severo y una madre ausente lo habían convertido en un niño cerrado y desconfiado. Ni en el colegio, donde había aprendido lo que era la traición, el desengaño… por una vez en su vida había deseado levantarse por las mañanas, llegar a su casa por la noche. Verla. Verla a ella.
Observar como se mordía el labio cada vez que algo la ponía nerviosa, cuando algo no iba como ella quería. La primera vez que lo hizo se había dado con la puerta de la cocina. Estaba tan hermosa. Hermosa, frágil y fuerte a la vez. No había podido evitar acercarse a ella con un oculto motivo. Quizá ni él mismo lo sabía.
Había tenido que alejarse de ella con rapidez, pensando, sabiendo, que no podía permitirse ese lujo. Él no podía enamorarse. Se prometió que nunca más la iría a visitar. Se jugaba demasiado.
Sólo tarde un día una triste y melancólica sonrisa se insinuó en sus delgados labios. Un día
Giró la morena cabeza hacia la izquierda. Acarició suavemente la almohada. Cerró los ojos. Aún la podía ver ahí, con la cabeza ligeramente girada hacia él, la mano cerca de su mejilla, rozándola. Su espeso cabello negro desparramado por las blancas sábanas. Suya.
Una lágrima surcó la piel hacia los labios.
Y toda una vida para olvidarla.
Lejos de allí, en una habitación muy parecida, unos ojos violetas se abrieron en la oscuridad.
Sam se medio incorporó esperanzada, esperando, deseando, encontrar un firme cuerpo al lado suya. Pronto la realidad la golpeó con dureza, hundiéndola en el colchón.
Hogwarts. Estaba en Hogwarts de profesora. Y él también.
Giró el cuerpo hacia la derecha, hundiendo la mano entre las sábanas, buscando un cuerpo inexistente. Las lágrimas empaparon lentamente la almohada. Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar los últimos 15 años, para volver abrirlos en su piso, con el hombre que quería.
¿Por qué? ¿Por qué nosotros?
Severus.
Una avalancha de niños y adolescentes bajaron, (o se tiraron en plan kamikaze, según la opinión de un moreno profesor) de los carruajes y se dispersaron por Hogsmeade mientras hacían oídos sordos de las advertencias de los profesores, que eran más que normalmente, y pensaban cuál era la mejor manera de aprovechar el tiempo que tenían antes de anochecer, cuando debían volver.
Cuando la paciencia de Severus finalmente se agotó, y eso que era el único que había permanecido callado, les ordenó pararse en su mejor tono soy-un-mortifago-y-me-gusta:
Quietos.- no fue necesario gritar. Incluso los que iban corriendo se detuvieron al instante y volvieron con lentitud y cara asustada.
Tenéis que volver una hora antes del anochecer (murmullos desilusionados), es decir, a las 7. No admitiré excusas. No os metáis en problemas y quedaos en sitios públicos donde se os vea.
Todos los estudiantes lo miraron serios y con los ojos muy abiertos, una niña de primero de Hupplepuff parecía incluso a punto de llorar. Sólo algunos alumnos de quinto se removían inquietos (o en el caso de dos rubios fruncían el ceño, removerse era de niños malcriados.) aunque ninguno se atrevió a irse.
Cierta profesora se tapó la boca con la enguantada mano, para evitar reírse.
Fuera.
Cuando el último alumno y profesor se hubo ido, Severus suavizó su mirada, un tanto, y levantó la mano ciertamente divertido, aunque nunca se lo diría a Sam, que no se había movido de su puesto, a su derecha y ligeramente atrás, y que aún reía entre dientes.
No digas nada.
Harry suspiró mientras miraba al escaparate de la tienda de Quidditch, intentando ignorar el tenso silencio que se había formado a sus espaldas entre sus dos mejores amigos. Casi prefería sus continuas peleas de antaño. Por lo menos entonces parecía que intentaban arreglar sus diferencias… aunque fuera a gritos.
Ese maldito Soleen. Sabía que cogerle manía a una persona sólo porque se interponía en la relación inexistente entre sus amigos, una relación que si no fuera por la tozudez de Ron… Era estúpido, lo sabía. Pero no podía evitarlo.
¿Es que ese chaval no sabía pillar las indirectas? A veces parecía que lo hacia queriendo.
El moreno había asistido en primera línea como el Ravenclaw se acercaba a Mione cinco minutos antes de la salida, para quedar con ella más tarde en Hogsmeade. Se había comportado encantador y comprensivo al máximo cuando la castaña le había dicho que quería salir con ellos. Así que había ido a despedirse, consiguiendo que todas las chicas Gryffindor comentaran lo maravilloso, caballeroso… que era. Y mirando malamente a Ron cunado el pelirrojo insistió en irse
Y por supuesto tenía que recordar el picnic.
Agg…
Mione había tardado cinco minutos en reprocharle a Ron su actitud. Al fin y al cabo, le había dicho, Soleen sólo quería ser simpático.
Y después había murmurado que debería ser más maduro… como él.
Ya llevaban media hora sin hablarse.
Harry suspiró mientras les dirigía hacia la siguiente tienda.
Debería haberse quedado en Hogwarts.
Katrinna se lo estaba pasando como nunca. Después de la breve visita de obligación a Honeyduckes y a Zonko, Draco, Pansy, Greg, Blaise y ella se habían atrincherado en una de las mesas de Las Tres Escobas, habían pedido cerveza de mantequilla suficiente para todo Slytherin y se habían puesto a contar viejas anécdotas.
¿Por qué no podían ser todos los días así?
Observó con una sonrisa en los labios a sus compañeros. Blaise estaba en ese momento comentando su nueva "victima", encantador con su pelo oscuro cayéndole sobre sus pícaros ojos. Simpático con todos, sólo ligeramente arrogante, despertaba pasiones en el Colegio. Compartir su charla era sinónimo de risas. A la rubia le encantaba su humor ligeramente sarcástico y mordaz. A su lado se sentaba Pansy y después Greg.
Pansy y Greg. Habían estado toda la tarde echándose miraditas disimuladas y aparentando que no pasaba nada. Llevaban así desde ayer. Umm. Tendría que comentárselo/sonsacárselo.
Al lado de Greg y al suyo propio se encontraba su primo. Cómo empezaba a ser costumbre se había dejado el pelo suelto, sin gomina. Se lo había cortado y el viento se lo había revuelto ligeramente, dándole una pinta de diablillo simplemente irresistible. Eso, unido al delicioso contraste de su piel clara con el jersey de cuello negro y esa túnica…
Mierda, ya estas empezando otra vez.
Kat sacudió la cabeza con fuerza, llamando la atención de toda la mesa.
¿Te pasa algo, Kat? – Pansy la miró con una sonrisa burlona mientras bebía un sorbo directamente de la botella. Sabía exactamente lo que estaba pensando.
Sólo acabo de recordar que no he hecho una tarea.
¿Seguro? – La aterciopelada voz de Draco la envolvió mientras el joven posaba una mano en su rodilla, preocupado.
Claro.- Tragó saliva con dificultad. ¿No hacía algo de calor en el bar? Su primo la miró inseguro. ¿De donde había sacado tanta desconfianza? Vale, pregunta estúpida.
Anda mira, Potter.
Kat giró la cabeza hacia la puerta del local, que se acaba de abrir. Efectivamente era él acompañado de sus inseparables amigos. Amigos que por cierto aún parecían enfadados por la escenita del Ravenclaw ese. Cuando el moreno no miraba, saludo discretamente a Ron con la mano. Desde los entrenamientos de Quidditch le caía bastante mejor. Quién lo iba a decir, con lo mal que le caía al principio.
Cuando se volvió a girar, vio a Draco con cara de pocos amigos (bueno, la versión Malfoy de la cara de pocos amigos), a Blaise riéndose entre dientes y mirándola con la ceja alzada (él sí se había dado cuenta del saludo al pelirrojo, odiosos cursos de estoy-en-todo Slytherins.) Y a la zorra de Pansy riéndose con Greg. Ella, que tenía que señalar la entrada de Potter delante de Draco como si le interesara. ( Que te interesa, no mientas )
Oye Pans, ¿qué te traes con Greg?
Ea, por joder.
Oye Harry.- Hombre, por fin Ron se había decidido a hablar
¿Sí?
¿Te has dado cuenta de quién está sentada tres mesas hacia la derecha?
Harry miró más allá de Ron con aprehensión. Era Katrinna. Increíble con una túnica azul con bordados negros en el cuello y las mangas. Estaba con Malfoy. Bueno, no todo podía ser perfecto.
Umm.
Ah, no se si es el mejor momento para comentártelo.- la voz demasiado casual del pelirrojo, junto al hecho de que se había sentado rápidamente y se miraba las uñas como si fuera la primera vez que las veía, le puso los pelos de punta.
Qué pasa ahora.- la voz seca de Harry hizo que Ron intentara encogerse en la silla. Algo difícil debido a que medía ya cerca de 1'90.
Umm, es que quizá le comenté algo de tu Sabes, no sé si te molestará. Total, para lo que vamos a hacer…
¿Qué le has dicho y a quién?
Le dije a Katrinna que viniera al picnic.- le respondió bajito y a toda prisa.
¡¡¿QUÉ?!!
Sorprendentemente, fue Hermione quién parecía más furiosa por ese hecho. Miraba a Ron totalmente sorprendida y furiosa. Comprimía los labios al igual que MacGonagall. Muy parecido.
¿Quién te ha dado derecho a invitar a esa?
¿Qué quién me he dado derecho?- Ron parecía a punto de estallar, haciendo gala del inflamable genio de los Weasley. - ¿qué te hace pensar que necesito tu permiso?
Chicos, esperad, no hay por qué…
¡Claro! El gran Ron Weasley no necesita contar son sus amigos para nada. Pues que sepas que no estoy de acuerdo con que venga. Es idiota y presumida, y me cae fatal y…
¿Y a mi qué? También viene tu amigo y bien que TÚ no has preguntado que nos parecía a los demás.
Oh, claro. Todo esto tiene que ver con Soleen y tus ridículos celos hacia él.
¿¿CELOS?? Hacia ese…
Eh, perdonad, creo que…
Ron y Hermione ignoraron a Harry, enfrascados en su discusión a viva voz. El moreno los observó un momento hastiado.
Creo que voy a pedirme una cerveza.
La mesa de Katrinna, y todo el local de hecho, miraba curiosa la pelea número 351 los dos Gryffindors.
¿Cuándo crees que se dirán lo que sienten?- interpeló a Blaise.
No lo sé. Llevan así desde el baile de 4º curso.
Yo creo que se gustaban desde antes.- se entrometió Pansy.
¿Y aún nada?
Que va. Y lo que queda. A menos que Potter los obligue a punta de varita, esto va para largo.- sentenció el moreno. En ese momento Harry se levantó para dirigirse hacia la barra, dónde se acodó con tranquilidad.- Y no parece muy dispuesto.
Los Slytherins observaron un poco más la pelea, que permanecía ajena a que el joven Potter hubiera abandonado la mesa, y cuando se aburrieron pasaron a comentar los últimos chismes de la Escuela.
Un par de horas más tarde, Kat y los demás se dirigían a paso lento hacia las diligencias. La verdad es que eso de recogerse antes del anochecer les parecía una bobada. Si Quién Tu Sabes tuviera intención de atacar sus padres los hubieran avisado, no? Alguien le tocó el codo, indicando que se retrasara.
¿Pasa algo?
Draco caminó a su lado unos pasos antes de responder. La miró con dureza.
Era de ti de quién hablaban, ¿verdad?
Umm, eso no había sonado mucho a interrogación, la verdad.
Harry se agitó en su sueño. La blanca piel le brillaba por el sudor, a pesar de que todas las sábanas y la roja manta estaban tiradas a los pies de la cama. Sus ojos cerrados se movieron nerviosamente, viendo un lugar muy lejos de la Torre de Gryffindor.
Estaba en una gran sala oscura. Tenía una tenebrosa semejanza al Gran Comedor. En su centro, una figura lucía inmóvil, tirada en el negro suelo como un muñeco de trapo desechado. Se acercó con cuidado, cruzando el círculo de figuras oscuras que observaban la escena impávidos.
El negro suelo, que de lejos le había parecido brillante obsidiana, estaba empapado de roja sangre. La figura del centro debía de estar muerta, comprendió con un escalofrío.
En ese momento una voz sibilante le hizo notar la presencia de Voldemort entre las sombras.
¿Estás seguro que no sabes nada, mi fiel servidor?
La figura del suelo hizo un breve movimiento. ¿Cómo puede aún estar viva? .
No Señor. Lo siento…- el mortifago pareció ahogarse un momento, seguramente en su propia sangre. Escupió en el suelo sin fuerzas, de forma que el líquido vital le escurrió por la barbilla. Era un hombre moreno, sin rasgos distintivos. El invisible observador no le reconoció. – Lo he intentado, Señor. Si me da más tiempo…- un violento ataque de tos lo interrumpió.
Si ya. Todo pedís lo mismo. – Voldemort se paso un afilado dedo por la mejilla hasta la barbilla, pensativo.- Está bien. Tienes dos semanas más.
Gracias, mi señor…
A su entender, ese mortifago estaría muerto antes de dos semanas, no parecía capaz ni de levantarse por si mismo. A una señal del Señor Oscuro dos figuras se adelantaron y lo cogieron para llevárselo.
Si lo consiguen curar, yo quiero ese médico.
Mi querido Lestrange.
Sí, señor.- La alta figura de Rodolphus Lestrange se adelantó está vez, poniéndose de rodillas a una distancia prudencial.
Espero que tú tengas mejores noticias.
No he encontrado el libro.- tragó saliva con dificultad. Al ver que Quién No Debe Ser Nombrado levantaba la varita, añadió con precipitación.- Pero tengo noticias que quizá le interesarían.
¿Ah sí?- Su voz sonó hirientemente burlona.
Sí, mi señor. Una fuente, de la que desgraciadamente no se va poder sacar más, me ha comunicado de que al Libro le fueron arrancadas unas páginas. Al parecer de una zona… interesante.
¿Qué?- La ira del Innombrable recorrió la Sala como un viento frío, provocando escalofríos hasta en la columna del espía. Por si las moscas, se alejó unos pasos de él.
Al parecer se hizo por voluntad del propio autor.
Voldemort dio unos cuantos pasos alrededor de la figura arrodillada, que esperaba en tensión su reacción. Según él iba andando, las figuras del círculo iban retrocediendo para mantener la misma distancia con él.
¿Y por casualidad no sabrás quién las tiene?
Sólo se que era alguien cercano al autor, mi Señor. Se ha debido ir pasando de generación en generación en dicha familia. Desgraciadamente, la fuente desconocía el nombre de la familia.
No importa. No hay muchas que puedan recibir tal honor.- Su terrorífica figura se adelantó unos pasos hacia el tembloroso mortifago. Se agachó ligeramente ante él y le alzó la cara sujetándolo con su fría mano por la barbilla.
Averigua más.- Sus rojos ojos destellaron con maldad.
Iros.
Con una reverencia, todas las figuras se desvanecieron en el aire prestamente, incluido Lestrange. Voldemort se dirigió al fondo de la Sala, donde un trono negro lo esperaba custodiado por una serpiente.
Lucius.
Si, mi Señor.- la figura de Lucius Malfoy salió desde las sombras. Debía de estar allí desde el principio. Con la típica arrogancia de los Malfoy, no llevaba máscara. Sus ojos azules brillaban con la frialdad del hielo en la penumbra.
¿Qué sabes de nuestro nuevo aspirante?
Creo que no os es fiel, mi Señor.
Eso ya lo sé, Lucius. Lo que quiero es que lo utilices para averiguar los planes del viejo de Dumbledore.
Por supuesto, mi excelencia.
Bien, puedes irte.
Una vez más el Innombrable pareció quedarse solo, y nuevamente el espía se sobresaltó con la aparición de una nueva figura. Ésta era más menuda que el Señor Malfoy. Por un momento le pareció Colagusano, pero la figura ciertamente se movía con más elegancia y seguridad que el Traidor.
Mi pequeña.- la voz del Señor Oscuro casi pareció dulce.
Si, mi Señor.
Ya sabes lo que debes hacer.
Sin una palabra más, la joven salió con pasos felinos y sensuales. La sala se oscureció.
Lejos de allí, un joven se despertó sobresaltado, con el corazón bombeándole a cien por hora. Se volvió a acostar con suavidad, atrayendo las caídas sábanas preso de un súbito frío.
A la mañana siguiente no se acordaría de nada.
La clase del lunes de Pociones fue realmente asfixiante y pesada a decir de todos. No sólo era que tuvieran que recuperar las horas, que ya era bastante malo, sino que además Snape, el querido profesor Snape, había decidido utilizar toda la mañana en una poción bastante complicada y larga de preparar.
Vamos, el infierno en la Tierra.
Además la maldita poción necesitaba prepararse a con un fuego muy intenso, con lo que hacia una calor de mil demonios en la maldita mazmorra.
Harry se secó el sudor de la frente por octava vez en cinco minutos, mientras intentaba cortar las vainas de Smirgol en estrella sin que la maldita cosa no se rompiera en pedazos (no hace falta decir cuantas llevaba ya estropeadas, verdad?) ¿Es que no había nada bueno hoy? Se volvió para pedirle a Hermione (estaban sentados por parejas, porque necesitaban más espacio) las malditas vainas. Justo a tiempo para ver a Katrinna quitándose el jersey, la corbata y desabrochándose los primeros botones.
¿Harry? Tierra llamando a Ser Babeante. – Ron lo sacudió por el hombro.
¿Umph?
Qué no seas tan descarado. Qué se te van a caer los ojos.
Yo no soy des…
¡¡Señor Potter!!- El profesor Snape se materializó delante de él.- 15 puntos menos para Gryffindor por su actitud tan descarada hacia una compañera. ¡Y mire al frente!
El moreno se volvió hacia su caldero como un resorte, con la cara tan roja como el cabello de Ron, que se desternillaba de risa (disimuladamente) a su lado.
¿Descarado? No, que va…
Katrinna intentó taparse con su propia melena, no es que lo consiguiera, pero ni loca se volvía a poner el jersey con el calor infernal que hacía cerca de los calderos. Bueno, aunque no estaba cumpliendo a rajatabla su promesa se cambiar su actitud hacia los chicos, vamos, a pan y a agua, era por culpa de causa mayor.
Si ya claro, a ti lo que de da calor no es el caldero, sino los pedazos de elementos que tienes delante y a tu lado.
Sacudió la dorada melena, que por culpa del calor y del sudor empezaba a rizarse. Pero es que el cabello húmedo le quedaba tan bien a Harry, contrastando con la pálida piel y los ojos brillantes…
¡Basta! Poción, poción…
Draco, ¿me pasas las alas de mariposa azul?
Claro. Ten cuidado al echarlas, no pueden tocar el borde del caldero.
Bien.- le observó por el rabillo del ojo. Él también se había quitado el jersey y la túnica, quedándose con la camisa. La corbata desecha le daba un aire pícaro y a la vez inocente que pocas veces se permitía tener. Umm
Vale, estás realmente enferma. No solo te gustan dos tíos, sino que encima uno de ellos es tu primo. Mal, muy mal.
¿Te pasa algo?
No, nada.- Podía sentir sus ojos acerados diseccionándola para intentar llegar a sus pensamientos y así ver lo que ocultaba. Si no se le diera tan bien… a veces creía que sabía Legeremency.
Podría saber lo que ahora piensas. Lo que piensas cuando le ves, cuando ves a Harry. Eso si que era un pensamiento perturbador.
¡¡ LONGBOTTOM!!
Bueno, una buena sesión de aplasto-Gryffindor por parte de Snape era lo mejor para apartar su deliciosa agonía particular a un lado. Casi lo sentía por el gordito.
¿Qué le he dicho? ¿Qué es lo que está escrito en la pizarra? ¡Y subrayado además! ¡¿Es que no sabe LEER, Longbottom?!
Yo…
¡¡Una sola vaina de vainilla!! ¡¡Tres escarabajos egipcios!! ¿Se quiere saber que es ESTO?
Un… una mariquita?
Todos los Slytherins se rieron ante la débil respuesta del patoso Gryffindor. Hasta Katrinna sonrió. ¿Cómo se podía ser tan torpe?
15 puntos menos para Gryffindor. Y está castigado. No sé porque se molesta en venir. ¿Y usted piensa ser auror? ¿sabe que necesita un TIMO en mi asignatura? ¿Qué debe cursarla en sexto y séptimo? ¿Qué piensa hacer? ¿cambiarse el cerebro? No llegará nunca a ser auror.
Sí que lo haré. Estudiaré mucho más si es preciso…
No, me niego a seguir dándole clase. Es un peligro.
¡No! Voy a ser auror. Cueste lo que cueste.
En la mazmorra podía oírse el arrastre de los gusanos. Era la primera vez que alguien le llevaba así la contraria al profesor Snape. Al pobre Neville le temblaban las piernas, pero se mantenía erguido ante la iracunda mirada del moreno ex-mortifago. Nadie daba crédito a sus oídos y a la escena que se desarrollaba ante sus ojos.
Katrinna no pudo evitar sonreír con disimulo. Así que el gordito tenía coraje. Siempre se había preguntado porqué había quedado en Gryffindor, cuando tan buen papel en Hupplepuff hubiera hecho. A su lado, su primo se removió. Al principio pensó que era incomodidad, al fin y al cabo, Snape era su profesor, su Jefe de Casa y su padrino, pero después cayó en la cuenta de que quizás, él y ella no eran tan diferentes.
¿Qué ha dicho?- el siseó cortó el aire del aula, haciendo palidecer a Neville.
Que… que voy a ser auror.
Quiero verlo en mi despacho después de clase.
Si…- el Gryffindor tragó saliva con dificultad, mientras recibía palmaditas de apoyo en la espalda, una vez que el profesor se hubo girado, de sus compañeros, que no envidiaban para nada su suerte.
Harry miró molesto hacia la espalda de su odiado profesor de Pociones. ¿Por qué tenía que ser tan cruel con el pobre Neville? Estaba seguro de que Snape conocía la historia sus padres, antiguos aurores internados en San Mungo por culpa de unos mortífagos liderados por Bellatrix Lestrange.
Y aun así no había tenido reparos en machacar a Longbottom. Con lo mal que lo estaba pasando últimamente, que parecía apunto de abandonarlo todo.
- Pobre Neville.- comentó en voz baja Ron.- Entre lo de MacGonagall y esto.
- ¿Qué pasa con la Jefa?- le respondió entre dientes, no fuera a ser que Snape le oyera, con el cariño que le tenía.
- ¿No te has fijado en lo apagado que estaba últimamente? Al parecer MacGonagall lo llamó para hablar con él de su evolución académica. No va nada bien, le ha dicho que mejor que se busque una carrera sencilla relacionada con la Herbología.
- Genial. Y ahora el pelo grasiento este.
Neville arrastraba los pies por los pasillos cinco minutos después de que terminará la fatídica clase de Pociones. Al final Snape tuvo que retrasar su "charla", porque había sido llamado por el Director.
Quizá tuvieran razón. ¿A quién pretendía engañar? Él no servía como auror. No servía para nada.
Sus compañeros lo habían dejado solo, pensando que lo mejor era que lo digierese a solas. Que equivocados estaban, lo que menos quería ahora era soledad. Pero bueno, nunca había intimado de verdad con ninguno de ellos, así que era normal que lo dejaran atrás. Siempre se había sentido por detrás de ellos de todas maneras. Con lo bien que había empezado el curso. Había acariciado la idea incluso de presentarse al equipo de Quidditch, pero al final no se había atrevido. Menudo Gryffindor.
Aunque lo haría sólo para fastidiar a Snape.
- Neville.
Al escuchar la voz que lo llamaba se dio la vuelta esperanzado. Quizá si lo comprendía alguien. Pero para su sorpresa era la prima de Malfoy. Katrinna, creía recordar que se llamaba. Seguramente traía un recado de Snape.
¿Sí?- le contestó sin ánimos.
Anímate. Sólo venía a ver como estabas.
¿?
No pongas esa cara.- le sonrió mientras echaba a andar a su lado.- sólo quería decirte que me he enterado de lo de MacGonagall.
Ah.
¿Te puedo hacer una pregunta?
Ya me la has hecho.
La rubia Slytherin levantó unas de sus delicadas cejas en un arco lleno de burla, por lo que Neville no pudo evitar sonrojarse y empezar a tartamudear. Katrinna levantó una mano imperiosa cortando sus débiles excusas.
No te disculpes. No has hecho nada malo. Al revés, me ha parecido una respuesta muy Slytherin.
¿eso es bueno o malo?
Encantador.- le respondió entre risas. Lo miró sorprendida. No se esperaba esa actitud en el normalmente tímido niño. Quizá no era tan… tan… todo.- lo que te quería preguntar era lo que pensabas hacer con tu carrera de auror antes de entrar en Pociones.
Abandonarla. Total…- Kat lo volvió a cortar.
¿Y después de la clase de Pociones?
Pienso intentarlo, aunque solo sea para fastidiar al gras… al profesor Snape.- rectificó a tiempo al ver como se endurecía la mirada de la Malfoy.
Bueno, entonces no ha sido tan malo, ¿no?
Neville estuvo pensando en sus palabras hasta que llegó a la Sala común de su casa. En el paseo, se dio cuenta de muchas cosas. No iba a dejar su sueño de ser auror.
La Sala Común de Gryffindor estaba abarrotada de alumnos histéricos que intentaban terminar a toda prisa los trabajos que no habían hecho el fin de semana y que debían de entregar. Menos mal que ningún profesor había sido tan… bueno, que no los había pedido el lunes. (Snape no contaba.)
Bueno, lo único provechoso que había sacado de su discusión con Hermione era que se había enfrascado en las tareas y los estudios y ahora podía relajarse, meditó mientras estiraba sus largas piernas y las colocaba en el sofá de enfrente. Cualquier cosa antes de verla con ese por los pasillos. (¿Es que lo hacían a propósito?)
Hola Ron.
El pelirrojo levantó la mirada con desgana del libro que estaba leyendo. Parpadeó algo confuso. No creía conocer a la joven parada al lado de su sillón.
Soy Sarah.- sonrió con timidez al darse cuenta de su desconcierto.- Voy a clase con tu hermana Ginny.
Ah.- suspiró más aliviado el pelirrojo. Ginny, nada de Hermione.- ¿pasa algo?
No, nada en realidad.- ante el gesto del muchacho, se sentó en el sofá de enfrente.- Es que últimamente está… más ausente. No sé. Quizás sean cosas mías.- Agachó la cabeza colorada.
No pasa nada.- le dijo conciliador. La verdad es que se estaba divirtiendo internamente ante la excesiva timidez de la chica sentada enfrente suya.- Me alegro de que mi hermana tenga amigas que se preocupan de ella.
Gracias.- Sarah miró hacia los amables ojos azules del pelirrojo, mientras se prometía a sí misma que tendría que hablar seriamente con su compañera sobre ese chico alto, fuerte y atractivo de delante de ella.
Pasaron unos minutos en silencio, hasta que Ron no pudo evitar sonreír.
Creo que me voy.- la castaña se levantó con rapidez.
Adiós.- Que chica más rara.
Harry paseó su vista por la clase de Defensa. La mayoría de los alumnos estaban tan aburridos como él. No es que Fleur Delacour fuera mala profesora, pero es que cuando se entusiasmaba por un tema… Bueno, se entusiasmaba. Y por lo menos él estaba un poco harto de las Nocturnas. Vamos, que serían peligrosas, pero que ya llevaban dos clases con ésta hablando de lo mismo.
A su lado, Ron cabeceó bruscamente con lo que parpadeó sobresaltado unos segundos antes de volver a dormitar, esta vez con la precaución de apoyar la cabeza en una mano.
Miró hacia atrás. Hermione, como siempre, estaba muy ocupada escribiendo en un pergamino. Aunque si se fijaba bien, juraría que era una carta. por favor, que no sea para Soleen. Por favor. Era lo único que le faltaba a Ron. La verdad es que la actitud de Hermione desde la salida a Hogsmeade le molestaba un poco. En vez de cortarse un poco cuando estuviera con Soleen, parecía que últimamente eran simbiontes o algo así. Todo el día juntos, hablando, riendo, tonteando con él. Y mientras parecía que Ron tenía cáncer o algo así de lo deprimido que iba.
Y sus compañeros no ayudaban mucho. Parvati el otro día incluso tuvo la desfachatez de decirle la buena pareja que hacían Hermione y Soleen. Y todo porque aún seguía molesta por lo de su hermana y el baile.
Y encima en sábado, picnic todos juntitos.
Argg.
Katrinna mordisqueó la pluma mientras miraba los espacios vacíos del papel que tenía enfrente.
¿La C?
No hay ninguna- le respondió en voz baja su primo, que estaba sentado como siempre a su lado. Sonrió de lado, mientras fingía prestar atención, contento como siempre de ir ganando.
¿Quién dices que te enseñó este juego?
Elizabeth Romnays.
Buff. Pues es ridículo.- volvió a mordisquear la pluma mientras escondía el trozo de pergamino usado con disimulo.
Si ya. Eso lo dices porque vas perdiendo.
Bah.
Miró enfadada en dirección de su compañero, que al más puro estilo Slytherin la ignoraba a la vez que conseguía parecer presuntuosamente arrogante. El juego era estúpido, no se le ocurría a que clase de tonto se le había ocurrido. Aunque las risitas de dos pupitres por detrás, casualmente el de Romnays, le daba una "ligera" idea.
Estúpido, estúpido juego.
Y estúpida palabra.
Apoyó su aristocrática cabeza en la palma de la mano mientras observaba por el rabillo del ojo lo que hacían sus compañeros. La mayoría habían optado por la sabia decisión de dormir. Incluso el pelirrojo.
La verdad es que le caía bien el gigantón Gryffindor. Era aún más alto que Goyle y Crabbe, y seguramente igual de fuerte, aunque tuviera el cuerpo más fibroso. Pero al contrario que los Slytherins (aunque Goyle estuviera dando últimamente sorprendentes muestras de astucia.) en sus ojos brillaba la inteligencia. Y siempre estaba riéndose y alborotando. Y aunque esa actitud tan feliz sacaba de quicio a muchos de sus compañeros, a ella le gustaba. Hacia un agradable contraste con la frialdad reinante en su mundo.
Aunque últimamente no reía mucho. Y todo por culpa de esa sangre sucia de pelo enmarañado. Katrinna la había visto por los pasillos con el raro Ravenclaw, tomados de la mano y riéndose por las esquinas, totalmente ajena a la cara que ponía el pelirrojo cuando la veía.
Umm, ¿las venganzas para ayudar a un Gryffindor estaban permitidas?
Giró un poco más la rubia cabeza, saltándose cuidadosamente el espacio que ocupaba cierto moreno. Ahí estaba la sangre sucia, escribiendo a toda pastilla algo. Katrinna no daba crédito a sus ojos. ¿De verdad estaba tomando apuntes?
No, si afinaba la vista el pergamino parecía de contener de todos menos apuntes.
¿Sería una carta? Esperaba que no fuera para el Wolf-algo ese. Sería patético.
Un roce en su codo la sobresaltó.
Maldita sea, otro susto como ese y te quedas sin familia.
Su primo alzó una ceja con la soberbia que sólo él podía imprimir al gesto.
¿Con eso ya te asustas?
Era una manera de hablar.
Todavía no me has dicho lo de Hogsmeade.
No recuerdo de que me hablas. ¿Qué paso en Hogsmeade?- Volvió a apoyar la barbilla en la mano para seguir estudiando la clase con gesto indiferente. Desgraciadamente, las tácticas evasivas no valían en Draco.
No te hagas la olvidadiza. Lo que discutían Weasel y la sangre sucia sobre no sé que sábado.
Ah. Pues…
Katrinna salió dos días más tarde del Nido, la Sala Común de Slytherin para las serpientes, hecha una auténtica furia. Una pena que la Sala no tuviera puerta propiamente dicha para poder cerrarla de un portazo.
¿Por qué se lo tenía que tomar así? No es que fuera a cambiarse a Gryffindor ni nada por el estilo. Jamás se le ocurriría. Pero es que no entendía el odio acérrimo que se tenían los unos a los otros. Una cosa es la sana rivalidad y otra era eso. Quizá se debiera a que este era su primer año en Hogwarts. Quizá, si hubiera estado desde primero…
De todas formas, eso no era excusa para el enfado de Draco. Llevaba dos días sin hablarle y haciéndole el vacío, lo que equivalía a casi todo Slytherin evitándola, tal era la influencia de su primo. Menos mal que tenía a Pansy y a Blaise, que habían aguantado la tempestad con ella.
Y encima hoy se atrevía a exigirle que no fuera al maldito picnic. ¡Exigirle a ella! Quizá le convendría recordar que ella también era una Malfoy y que nadie le exigía nada. Ahora solo por fastidiar tenía que asistir a la maldita reunión.
Argg.
Se asomó al Vestíbulo, esperando que llegaran tarde y poder irse resguardando su dignidad. Estaban ahí. Para una vez que quería que hicieran honor a su fama de impuntuales…
Mientras se acercaba con su mejor andar Sangre-Pura, es decir, yo-soy-mejor-que-tu-así-que-ve-asumiéndolo, observó con frialdad a los que iban a ser sus acompañantes en la estupenda tarde del sábado.
En primer lugar, y dándole la espalda, estaba la sangre sucia, que había hecho un patético e infructuoso intento de domar su melena haciéndose una coleta baja, de la cual ya empezaban a escaparse algunos mechones. Hablaba animada con Wolfgang, que le sonreía con dulzura dedicándole toda su atención y de paso dándole ligeramente la espalda a Ron, que estaba justo enfrente suya, muy campechano con unos extraños pantalones azul-grisáceo y una camiseta blanca con una camisa de cuadros rojos abierta por encima, las manos en los bolsillos y apoyado en una columna, mirando fijamente el suelo para evitar ver la escena de delante.
Y por último estaba Harry, es decir, Potter, observándolos a todos desde un lateral, con una camisa negra amplísima y el negro cabello más revuelto que nunca.
Al acercarse, pudo oír a Granger quejándose de que alguien llegaba tarde. Ron levantó la vista, seguramente para decir algo al respecto, pero en cambio le sonrió por encima de la castaña. Le devolvió la sonrisa, ampliándola al ver como la cara de la chica enrojecía de ira y vergüenza al saberse oída.
Después de unos escuetos saludos, excepto por parte del pelirrojo, que la abrazó efusivamente al parecer muy aliviado de su presencia, echaron a andar hacia unos cerezos que crecían cerca del lago.
Por el camino, Ron volvió a su expresión taciturna que ya le empezaba a parecer natural, por lo que la rubia se vio obligada a preguntarle sobre sus extraños pantalones para que saliera de su mutismo.
Así que pronto se encontró en medio de una animada conversación sobre vaqueros, sudaderas y botines, mientras delante suya una castaña intentaba disimular su enfadado mientras charlaba con un castaño con una cesta demasiado grande para su escuálido cuerpo y un moreno la miraba sonriente unos pasos por detrás.
Katrinna miró por enésima vez a sus acompañantes, que, para variar, seguían en la misma posición en que habían llegado, 15 minutos atrás: Ron miraba al suelo con el entrecejo fruncido, apoyado indolentemente en el árbol. Harry, que estaba a todas luces incómodo, se abrazaba las rodillas sentado enfrente de Hermione, que jugueteaba con su pelo nerviosamente. De vez en cuando echaba miradas de reojo a la rubia, que no podía evitar sonreír ante el recuerdo de su cara en Hogsmeade cuando Ron le dijo que la había invitado él.
El único que parecía no incomodarse con la situación era Soleen, recostado en el césped enfrente de Ron, al que miraba burlonamente.
Muy Slytherin La concentración de Kat se vio interrumpida por un destello plateado. Giró levemente la cabeza en dirección de las puertas del Castillo, pero el destello, si lo era, no se repitió.
Orgulloso.
Volvió a centrar su atención en el grupo con una leve sonrisa insinuándose en la comisura de los labios. Justo a tiempo para pillar cierta mirada esmeralda. Lo miró descaradamente, ampliando su sonrisa, hasta que el moreno agachó la cabeza avergonzado.
De repente, toda la situación le pareció una pérdida de tiempo.
- ¿Es que sólo vamos a estar mirándonos las caras todo el santo día?- Su voz arrogante interrumpió el incómodo silencio, causando un respingo sorprendido y que cuatro cabezas se giraran hacia ella a la vez. - ¿Qué?
Hermione parecía bastante molesta ante su tono insolente y abrió la boca para regañarla (o intentarlo), pero se tuvo que contener cuando las carcajadas de Ron la interrumpieron antes de que pudiera decir Slytherin .
El chasquido que hizo la boca de la castaña al cerrarse con fuerza no paso desapercibido a nadie.
¿Se puede saber de que te ríes?- lo interpeló entre dientes.
Pero el pelirrojo no parecía poder parar de reír para contestarle, sino que más bien arrecieron sus carcajadas ante el enfado de su compañera. Sus brillantes ojos se dirigieron en cambio hacia la rubia, que, como si le hubiera comunicado el motivo de su hilaridad por telepatía, empezó también a reír, con una risa dulce y franca que hizo que Harry se irguiera un poco y sonriera.
Hermione, sin embargo, parecía cada vez más enfadada, sobre todo al comprobar el aparente grado de complicidad entre Ron y la Slytherin. El moreno, al captar el motivo del aumento del cabreo de Mione empezó también a reírse, aunque intentó ocultarlo infructuosamente escondiendo la cara detrás de las rodillas, de tal manera que solo se le veían sus grandes ojos verdes.
El único que no compartía la súbita alegría era Soleen, que los miraba a todos sorprendido, alternando su dorada mirada entre los que reían y Hermione.
- Muy bien, perfecto.- Hermione se levantó súbitamente, sobresaltando a todos. Soleen pegó un respingo y se levanto en el acto detrás de la castaña.
A su pesar, Katrinna no pudo evitar fijarse en la gracia y fluidez de sus movimientos, casi felinos. Un escalofrío de malos presentimientos le recorrió la espina dorsal. Dejo de reírse.
- Espera.- Ron por fin pudo dejar de reírse el tiempo suficiente para hablar. Se irguió delante de Hermione, que no pudo evitar fijarse una vez más en lo que había cambiado desde el primer día en el tren. Del muchacho bajito, pelirrojo y larguirucho quedaba… Bueno, quedaba lo de pelirrojo.
- ¿Qué?
- ¿Por qué te enfadas? Sólo nos estábamos riendo. – Tres pares de ojos lo miraban con curiosidad y con cero ganas de intervenir. – Kat…
- Bueno, pues síguete riendo con Kat.- Se dio la vuelta rápidamente, su enfado de vuelta gracias a los balbuceos del pelirrojo.
Ron la vio marchar totalmente alucinado. Observó como era alcanzada con Soleen y ambos se dirigían hacia las puertas, mientras el castaño se inclinaba hacia ella para decirle algo.
Seguro que no es nada bueno pensó mientras se sentaba al lado de Katrinna y Harry, con un irracional enfado burbujeándole en el estómago al ver como el Ravenclaw la cogía del brazo.
Pegó su décimo respingo en lo que llevaba de día al sentir una mano conciliadora sobre la suya, apoyada en el pasto. No pudo evitar sorprenderse al encontrarse con la dueña de la delicada mano, que le sonrió con comprensión. Sonrió, mientras más conocía a la joven Malfoy, más descubría a una excelente persona, una persona que se estaba convirtiendo casi sin darse cuenta en una de sus mejores amigas.
Le sonrió, sonrisa que amplió al ver el leve, y seguramente inconsciente, fruncimiento de cejas de su mejor amigo. Le guiñó un ojo a la rubia juguetón, que no pudo evitar reírse.
Y así, entre carcajadas, pasaron la mejor tarde de lo que llevaban de curso, hablando sin parar de todo un poco, de las cenas familiares de Ron y Kat, que eran mejores de los que Harry se hubiera imaginado, de la afición de los problemas con Harry, de las primas pequeñas de Ron, que dentro de nueve días iban a ir a ver una Obra de Teatro a Hogsmeade de excursión, de las clases, de Quidditch…
Y al final de la tarde, después de una comida, una guerra con los restos y un intento de Ron por tirar a Harry al lago, cuando se dirigían hacia el Gran Comedor para la cena, el pelirrojo la cogió por el brazo y le susurró un No eres tan mala , que, extrañamente, no la molestó.
Katrinna se subió de un salto en la cama, sin poder evitar una sonrisa que puso la carne de gallina a dos de sus compañeras y que provocó que una se acercara curiosa.
¿Debo de tener miedo?
¿Um?
Kat, ahora si que me estas dando miedo. – Pansy sonrió. Contradiciendo sus palabras, se acomodó al lado de ella. - ¿Qué es lo que ha pasado? ¡Desembucha! ¡Venga!
No pudo evitar sonreír ante la impaciencia de su amiga. Amplió un poco más la sonrisa al recordar la estupenda tarde que había pasado. ¿Cómo era posible que hubiera pensado en no ir?
Viendo las asesinas intenciones de su compañera, que la amenazaba con una almohada, procedió a contarle con pelos y señales lo ocurrido. Cuando termino un par de horas más tarde, observó a la rubia arrellanada delante de ella, que se reía a más no poder.
¿Se quiere saber que te pasa ahora?
¿Seguro que te gusta Potter?- consiguió decir entre carcajada y carcajada. Un certero almohadazo proveniente de la Heredera de los Malfoy consiguió que parara, un poco, de reír.
Si, ¿por qué? ¡¿Quieres parar de una vez?!
Es que sólo te he oído hablar de Weasley… y bueno, era lo que te faltaba.
Kat le volvió a pegar con el almohadón, está vez aún más fuerte. Después se aseguró de que los doseles de su cama permanecieran cerrados y el hechizo de insonorización puesto.
Por supuesto que no.
¿Entonces?- la interpeló más seria.
Simplemente… no sé.- Se tumbó de lado, esparciendo indolentemente su larga melena por la colcha verde.- ¿No te parece a veces de que tienes que cuidar todo lo que dices, tus gestos… ante los demás?- ante el mudo asentimiento de Pansy prosiguió.- Pues con Ron es distinto. Es totalmente espontáneo y puedes decirle lo que sea, que no te juzga por ello ni intenta sacar provecho… Es, distinto.
Tranquilizador.
Relajante.
El martes siguiente amaneció radiante, por lo que todos los alumnos esperaban con ansia el final de las clases para salir, sobre todo después de un domingo y un lunes fríos y lluviosos, que los tuvieron encerrados y amargados en sus Salas Comunes. Pero según avanzaba el día, unas sospechosas nubes grises empezaron a aparecer en el cielo.
A media tarde, un viento frío, heraldo del invierno, había hecho resguardarse al colegio en pleno dentro del Castillo, invadiendo las Salas Comunes y llenándolas de risas y alborozo.
Suspiró cansada. No compartía la alegría de sus compañeros ni mucho menos su entusiasmo, pues la salida a Hogsmeade había hecho maravillas y había arrasado el mortecino silencio anterior, cambiándolo por alegres charlas por la próxima Temporada de Quidditch.
En cambio, ella prefería el ambiente que había reinado las semanas anteriores, mucho más acorde con su ánimo. Le molestaba el excesivo ruido y le desagradaban las superficiales charlas de su alrededor, a pesar de que un mes antes se hubiera unido gustosa a ellas.
Había intentado huir de la Torre, pero su vigilante hermano había hecho ademán de levantarse preocupado, por lo que había tenido que disimular entablando "conversación" con Parvati y Lavender.
¿Cómo podían tener las cabezas tan huecas? Si el maldito de Ron dejara esa actitud tan desmesuradamente protectora… Odiaba ese comportamiento por parte de su familia, que tendía a verla como cuando tenía cinco años: pequeña, frágil y totalmente ingenua.
-Ginny.
Y cómo odiaba ese estúpido diminutivo, que hacía sonreír con superioridad a todos sus compañeros, como si se dirigieran a un bebé. ¡Si hasta los profesores la llamaban así!
- Ginny.- insistió la voz.
La pelirroja se volvió con desgana, dejando la ventana donde se había refugiado a su espalda, con el increíble paisaje de los terrenos azotados por el viento.
Era Sarah.
¿Sí?- no pudo evitarlo, sonó impertinente. Intento ocultar la sonrisa despectiva que pugnaba por curvar sus dulces labios.
¿Te pasa algo?- los inocentes ojos castaños de su compañera de cuarto brillaron preocupados. ¿De verdad que ella había sido así? No se lo podía creer. Con razón no se la había tomado en serio al principio, por eso se lo tenía que demostrar. Se apoyó indolentemente en la ventana, con los codos encajados en el alfeizar.
De repente fue consciente de que llevaba mucho tiempo sin hablar, tanto que su compañera se estaba empezando a agitar nerviosa ante su intensa mirada.
No, no me pasa nada.- Por mucho que lo intentará, nunca conseguía el tono desdeñoso exacto que utilizaba él. Ese tono que lo hacía ver como alguien superior, como si no merecieras hablar con él, gastar su tiempo.
¿Seguro?- Inquirió con timidez. Mira que era insistente la niña.- Es que últimamente estás muy callada, siempre sola. La verdad es que creo…- Se interrumpió nerviosa.
¿El que crees?- Intentó no parecer demasiado preocupada. ¿Se habría dado cuenta? Si algo era Sarah, era observadora. Con un escalofrío pensó en lo que ocurriría si era descubierta. Su atractivo radicaba en eso. Quizá tendría que moderar su comportamiento e integrarse más, aunque le costara.
Creo que estas exagerando lo de Harry y la Slytherin del Baile.
Suspiró con alivio. No era tan lista como pensaba. ¿De verdad creía eso de ella? ¡Por favor! De todas formas se recriminó a si misma por llamar tanto la atención. Aunque siendo sincera, sólo Sarah se había dado cuenta.
No…- estuvo a punto de reírse en su cara.- bueno, es que he estado reflexionando sobre… mi actitud.- No quedaba demasiado mal y coincidía con su antiguo rol, ¿no? Aunque tuvo que apretar los dientes para seguir siendo tan noña.
No te preocupes, no pienses más en él. Hay muchos más tíos.- la consoló mientras le tocaba el hombro, con compañerismo.
Si claro, pero resulta difícil.- Argg, ¡me está tocando!
¿Sabes lo que vamos a hacer?- ante la débil negación de la pelirroja prosiguió más alegre.- Los chicos de Hupplepuff van a organizar este fin de semana una merienda en el lago, antes de que haga aún más frío. ¿Iremos verdad?
Claro.- le sonrió con los dientes apretados. Todo fuera por la causa.
Ron agarró con suavidad por el brazo a una cierta castaña. Le preguntó con preocupación por su hermanita pequeña. Había advertido que lo estaba evitando conscientemente, cómo cuando se había puesto a hablar con Parvati y Lavender de cosméticos cuando había hecho ademán de hablar con ella. La verdad es que llevaba unos días muy callada y solitaria.
No te preocupes, ya está todo arreglado.- le tranquilizó Sarah.
Le sonrió en respuesta, contento de que se hubiera solucionado el asunto. De todas formas, decidió, tendría que hablar seriamente con ella un día de estos.
Severus se sentó incómodo en el sillón que le ofrecía Dumbledore, como siempre, demasiado mullido para su gusto. Declinó eternos caramelos de limón y espero con impaciencia a que terminará de servir el té. Las noticias que tenía después de su breve charla dominical con Lucius no eran muy buenas que digamos.
Y encima mañana es Luna Llena, con lo que aún tengo que terminar la poción para Lupin. Lupin. Ese nombre le recordó otro asunto pendiente. Black.
Bueno, Severus. ¿Quieres pastas?
Le echó una mala mirada al anciano director.
No. Prefiero empezar de una vez.
Dumbledore sonrió con tranquilidad ante el mal genio del oscuro mago sentado delante suya. Severus se sentaba totalmente recto en la cómoda butaca, cada año que pasaba más frío e imponente.
Bueno, si insistes. ¿Algo nuevo de nuestro viejo amigo el Señor Malfoy?
La verdad es que una petición un tanto extraña. Me ha pedido que este atento a si aparece un libro.
¿Algún libro en especial? ¿uno de Artes Oscuras tal vez?
No, eso es lo más extraño.- Snape entrecerró los oscuros ojos pensativo, mientras golpeaba inconscientemente el tablero de la mesa con sus largos dedos. Tantas muestras de inquietud por el seco Profesor de Pociones no tranquilizaban precisamente al Director.- Me lo ha descrito como un Diario.
¿Sabes de quién?
No. Si él lo sabía no me lo ha dicho. El diario es negro, de tamaño normal. Lo único especial que tiene es el cierre: dos serpientes plateadas con pequeñas esmeraldas en los ojos.
Es extraño, sin duda alguna.
Sí. Y el Señor Oscuro lo busca ansioso al parecer. Quizá guarde algún hechizo en sus páginas, algunos autores se guardaban los mejores.- agregó.
Sea como sea, debemos estar atentos para hacernos con él antes que Voldemort. ¿Sabes la razón del excesivo movimiento de los mortífagos?
El diario. Buscan el diario.
Extraño.
Ambos hombres se quedaron en silencio unos minutos, sorbiendo su té con expresión preocupada. Harto de tanta inactividad, el ex-mortifago dejó su taza con brusquedad en la mesa. Al ver el poco caso que Dumbledore le hacía, inquirió con brusquedad:
¿Qué pasa con Black?
Va a intentar unirse a Voldemort.- le respondió distraído, aun pensando en el extraño comportamiento del Que No Debe Ser Nombrado.- Lo consiga o no, no debes intervenir.- ahora sí lo miró con sus brillantes ojos azules. Le sonrió.- Por el bien de todos, debes mostrar la animosidad que os caracterizó en vuestros tiempos de Hogwarts. No creo que te sea muy difícil.
Lejos de allí, cierta persona se acurrucó debajo de las sábanas intentando borrar de su mente lo que acaba de oír. Al parecer cierto padre descuidado le había suministrado información sobre el próximo ataque a su vástago. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que los demás Serpientes intentaban no hablar del Señor Oscuro delante suya, desconfiados ante sus amistades.
Pero esta vez no había podido evitar enterarse. Ni siquiera había sido su atención. Los había escuchado por casualidad cuando regresaba de hablar con su primo, que por fin la había perdonado por lo del fin de semana anterior.
¿Y ahora que hacía? ¿Lo contaba y ponía en peligro a sus compañeros? ¡Incluso a su propia familia! Porque no se hacía muchas ilusiones de que su querido tío no fuera a estar presente.
Pero por otra parte no podía dejar que atacaran con impunidad. Sobre todo después de haber escuchado a Ron.
Se durmió ya de madrugada aún dándole vueltas al asunto en su rubia cabeza.
- ¡Ron!
- Hola Katrinna.- El pelirrojo sonrió contento. Desde su inesperada ayuda el fatídico sábado, no podía sentirse en deuda con ella. ¿Había mencionado ya lo bien que le caía?
Katrinna miró al sonriente Gryffindor sintiendo como sus tripas se retorcían de culpa y duda. ¿Qué hago aquí? Pensó con repentino pánico. Esto es una tontería, ni siquiera estoy segura. ¡Estoy traicionando a Draco!
-¿Estás bien?- El pelirrojo la cogió del brazo, medio para sostenerla medio para evitar que huyera. Ron frunció en ceño preocupado, podía sentir a través de su agarre a Kat temblando. ¡Y estaba tan pálida! - ¿Ha pasado algo? – Empezó a tomarse en serio la posibilidad de llevarla a la enfermería. Estaba muy alterada, como asustada, mirándolo con sus grandes ojos verdes muy abiertos. No lo entendía. ¡Era una Malfoy! Y los Malfoy no se alteraban ni cuando la Muerte los saludaba.
- ¿Le ha pasado algo a Draco? - ¿Estoy preguntando por el hurón?¿Lo he llamado DRACO? Vamos a tener que ir los DOS a la enfermería. Sacudió su pelirroja cabeza.
- Draco no tiene NADA que ver.
Nota Mental: Malfoy está implicado
- ¿Entonces…?
Sorpresivamente, la rubia lo cogió del brazo y lo metió/empujó a un aula vacía. Cerró a conciencia la puerta y cuando ya Ron empezaba a dudar de las intenciones de la joven, se volvió a mirarlo.
¿Qué…?
Tus primas van a ir de excursión a Hogsmeade, ¿verdad?- lo interrumpió. Ron abrió los ojos sorprendido. Cuando abrió la boca para preguntarle a qué venía eso, se dio cuenta de que la muchacha enfrente suya había recuperado el autocontrol.
Además, ¿qué esperabas? Es una Slytherin, no te lo va a decir sin dar un par de rodeos. Inmensos rodeos
Sí. Van a una obra de Teatro que se celebra esta noche.
¿Una… Obra de Teatro?¿Hoy?- la voz de la joven Malfoy sonó débil y susurrante.
Sí…- Ron se le acercó cada vez más asustado.- ¿Estás…?- Repentinamente, Katrinna lo cogió con fuerza de los brazos, para sobresalto del pelirrojo.
¡¡La obra!! – Ron estaba seguro de que le quedarían marcas donde sus delicados dedos se le estaban clavando como garras.
¡Katrinna! Tranquilízate. ¿Qué es lo que ocurre?
La rubia lo soltó con la misma rapidez que lo había agarrado, mirándolo una vez más seria y controlada. Al Gryffindor, tantos cambios en su humor lo estaban volviendo loco y le estaban dando dolor de cabeza. Además de un susto de muerte.
Cuando empiece la obra habrá un ataque mortífago.- dijo con voz monótona y sin variar su expresión, tan tranquila como si le estuviera comentando el tiempo de mañana.
¡¡QUÉ!!? ¡Díselo a Harry! – Le gritó mientras salía a todo correr por la puerta.
¿A Harry?
Katrinna andaba por el pasillo lleno de estudiantes indiferente a los gritos y a la gente que se chocaba con ella. Andaba cabizbaja, con lo hombros hundidos, pero algún que otro estudiante más avispado, podía ver sus ojos relucientes buscar entre la multitud.
Por fin, avistó al final del pasillo a su objetivo, que hablaba con Longbottom y Granger. Se acercó furtivamente.
Estoy muy nervioso. Me ha citado a última hora en su despacho para hablar de mi castigo.
¿Todavía no te ha castigado? – el moreno se encogió de hombros.- No te preocupes Neville. Si se sobrepasa podemos recurrir a la Profesora McGonagall.- le contestó Hermione con voz segura.
¿Qué le va a pasar Hermione?- intercedió Harry con los ojos chispeantes.- Después de lo hace dos semanas, ¡Neville puede con Snape!- Lo miró unos segundos serio.- Neville.- empezó con tono circunspecto.- Eres mi héroe.
Los Gryffindors estallaron en carcajadas, aunque Neville, que agradecía profundamente las palabras del moreno, no se veía del todo convencido.
La verdad es que no es para tanto…
Potter.
Todos se volvieron hacia donde había sonado la despreciativa voz que arrastraba las palabras de una forma muy conocida.
Mira Hurón, si vienes otra vez para… Katrinna.- Su cara se volvió de un llamativo rojo.- Te había confundido con tu primo.
La joven Malfoy se limitó a alzar una de sus delicadas cejas.
No es que te parezcas… Bueno sí, pero… - Harry notó con horror que empezaba a balbucear.
Es suficiente. Acompáñame.
¿Por qué te tiene que acompañar Harry, Malfoy?- interrumpió Hermione molesta por el autoritario tono de la rubia.
Creo que es grave, deberías acompañarla.- el susurro tenso de Neville los sorprendió a todos.
La verdad es que has acertado, Longbottom.- lo miró por primera vez de forma evaluadora. No sería la primera vez que le demostraba dotes de interés, en forma de pequeños detalles. De improviso, puso los ojos en blanco, hastiada.- Venid todos, no tengo ni tiempo ni ganas de discutir.
Hermione abrió la boca para quejarse, pero un pisotón no precisamente suave la convenció de que ésta vez era mejor callarse. El moreno la tomo del brazo para hacer que avanzara antes de que cambiara de idea, mientras que Neville los seguía preocupado.
¿Qué es lo que pasa, Kat?- la interpeló el moreno cuando estuvieron a salvo en un aula.
Katrinna permaneció unos segundos en silencio, decidiéndose. Increíblemente, no pensaba ni en la traición que estaba cometiendo a su adorado primo, ni en el moreno que la miraba que tantas noches le había quitado el sueño, ni en el fastidioso diminutivo, ni siquiera en la actitud arrogante de la sangresucia que tambolireaba impaciente el pie. En su mente, la razón estaba meridianamente clara: en este mismo instante, corría a adentrarse en el infierno.
Va a haber un ataque mortífago hoy en Hogsmeade, cuando empiece la obra teatral.
La repentina confesión los dejó a todos clavados en su sitio, procesando las duras palabras dichas con voz aburrida.
¿Qué…?- La voz de Granger sonó como un graznido.
No importa. ¿Lo que dices es cierto? – la interpeló Harry en tono decidido, adoptando inconcientemente el papel de Líder. Ante el asentimiento de Kat, continuó:- Debemos avisar a Dumbledore y a los aurores.
Yo avisaré a los aurores, puedo ir por Polvos Flu. – Neville se dirigió hacia la puerta sin esperar contestación, desapareciendo entre la gente en un momento.
El ruido de la vida cotidiana de Hogwarts invadió la habitación por la puerta entreabierta, en agudo contraste con el tenso silencio que se había instalado entre los presentes.
Voy a avisar a Dumbledore.- Hermione pasó al lado de Katrinna en su camino hacia la puerta, mirándola dudosa.
Cuando la castaña también desapareció entre el gentío, Harry se acercó lentamente hacia la rubia, que miraba empecinada al suelo.
¿Por qué?
La suave voz, cargada con tal mezcolanza de sentimientos, la hizo estremecer. Levantó lentamente su vista, conectando ambas miradas verdes.
Parece tan ilusionado, tan esperanzado
Ron se dirige hacia Hogsmeade. Partió hace 10 minutos.
Harry se fue corriendo, no sin antes mirarla por última vez.
En la pequeña plaza del pueblo todo eran alegres conversaciones y risas, niños esperando con su acostumbrada impaciencia el comienzo de la obra de teatro. Algunos de los jóvenes locales, que habían acudido con sus parejas para disfrutar del evento, contemplaban con embeleso la hermosa Luna Llena, radiante en un cielo sin nubes.
Un hombre vestido de blanco se subió a la tarima del centro, aclarándose la garganta en un intento de llamar la atención.
Bienvenidos, niños y niñas, magos y brujas a la Representación del Gran Clásico…
¡¡Nooo!! – Quién así interrumpía era un joven pelirrojo, sofocado por la carrera.- Es una…
Una explosión proveniente de la izquierda del teatro levantó en el aire a todo el lateral, un grupo de unos diez niños y algunas parejas. Los gritos y el pánico se alzaron en el aire, aunque no fue nada comparado con la algarabía que se formó cuando la Marca Tenebrosa se alzó en el aire, irradiando su verdosa maldad en los asistentes, mientras nuevas explosiones se cebaban de la aglomeración de gente.
Ron no pudo menos que intentar conservar algo de calma mientras se sumergía en la aterrorizada multitud buscando a sus pequeñas primas.
Después de lo que le había parecido una eternidad, y que en realidad no fueron más que unos minutos, alcanzó a ver un destello pelirrojo hacía una de las calles que desembocaban en la plaza. Corrió con desespero hacia allí, empujando a la gente con apremio, sabiendo en algún lugar dentro de él que llegaba tarde.
Cuando por fin la multitud se abrió, pudo ver un terrible espectáculo. Un par de mortífagos apuntaban con sus varitas a dos pequeñas figuras encogidas en un rincón. Una de ellas lloraba con desespero, agarrando con sus pálidas manitas la túnica de la que parecía mayor, que miraba con sus desorbitados ojos azules a la figura que la amenazaba, la mirada extraviada y desenfocada, mientras su oscuro verdugo volvía a aplicar el crucio, insensible.
Con un grito que más parecía el aullido de un animal, por lo lleno de rabia y dolor que se oía, Ron, dejando atrás cordura y sensatez, atravesó de un salto el espacio que lo separaba de los oscuros magos y los derribó al suelo. Agarrando la cabeza del que tenía más a mano, la estrelló contra el suelo, donde un satisfactorio crujido anunció que ese mortifago estaría fuera de combate al menos un tiempo. Levantó su iracunda mirada, para clavar sus celestes ojos en el restante, el que había estado torturando a sus queridas y pequeñas primas.
A los ojos del asustado mago, el joven resplandecía, incandescente en las llamas que su propia ira provocaba. No lo pensó un instante más. Levantándose de un salto, echó a correr por la primera calle que encontró.
El pelirrojo tampoco se hizo de rogar. Con una breve mirada se cercioró de que las pequeñas estuvieran bien, y sabedor de que la ayuda llegaría pronto, empezó la persecución.
Hermione vio con desamparo como la figura de su amigo desaparecía por la calle, en persecución de un mago oscuro. Se arrodilló delante de las niñas, raspándose las rodillas en su prisa.
¿Estáis bien?
Las niñas la miraron sin responder, los ojos de la mayor desenfocados, en una mirada que la Gryffindor recordaba demasiado bien, trayéndole a la mente una habitación de San Mungo.
No se preocupe.- Una mujer mayor había aparecido de improviso a su lado, mientras intentaba limpiarle la cara a la pequeña. Una parte de su mente advirtió el emblema de los medimagos en el hombro de la desconocida.- Yo me ocuparé.
Sin esperar más, echó a correr por la calle por donde había desaparecido Ron.
Mierda, joder, ¿adonde va? Harry observó sorprendido la apresurada marcha de su castaña amiga. A su alrededor los combates se recrudecían, mientras más aurores y profesores iban llegando a la escena. Desde algún lugar a su espalda, Neville lo llamó, al parecer necesitaba ayuda. Sin pensarlo, había ido moviéndose hacia donde Hermione había desaparecido. Minutos antes, Katrinna se había dado la vuelta, murmurando algo sobre la… ¿Luna? Se había sorprendido tanto cuando la vio aparecer a su lado. Había esperado que eso fuera un signo de que lo suyo…
Un nuevo grito de Neville lo sacó de sus pensamientos, había seguido avanzando hasta el comienzo de la calle. No se veía nada, estaba totalmente vacía. ¿Porqué saldría corriendo Hermione? Si lo hubiera esperado…
Se dio la vuelta con decisión. Por Hermione no podía hacer nada ya. La había perdido de vista y había gente que lo necesitaba ahora.
Esperaba que supiera lo que estuviera haciendo.
Los dos.
Hermione creyó escuchar unos furtivos pasos detrás suya, que se le acercaban con sigilo. Se volvió rápidamente sacando la varita, preparada para enfrentarse a un mortífago.
No había nadie.
Suspiró más tranquila. Desde que se había separado de Harry le parecía escuchar a alguien siguiéndola. Estás histérica, cálmate se regañó mientras normalizaba su respiración y volvía a voltearse hacia su destino. No debí separarme de Harry
Empezó a andar hacia el final del callejón, que era más largo de lo que le había parecido al principio. Aguzó el oído. Esa zona de Hogsmeade estaba en silencio, pero si se esforzaba podía escuchar el eco de amortiguadas explosiones a lo lejos. Sin embargo, alrededor suya todo era silencio. Sólo se alcanzaba a escuchar al viento susurrando por las esquinas y silbando entre las ramas del árbol seco que se erguía en mitad del camino. Ni pájaros, ni ratas. Nada
Nada que se agazapara en las sombras de los umbríos portales.
Solo viento.
Cálmate, cálmate. Estás sola La castaña podía sentir como un frío entumecedor hacía presa de sus músculos, mientras un molesto cosquilleo de urgencia ascendía desde su estómago. Se giró rápidamente.
Nada.
Volvió a dirigirse a su destino, mientras sacudía su enredada cabellera. Tonta .
El chasquido de una rama rompió el silencio de la noche. Resonó entre las paredes de la callejuela, a su espalda.
No se volvió. Simplemente corrió. Corrió más rápido de lo que nunca había hecho, con la certeza del ciervo espoleando sus piernas. La rápida huida solo le dio unos segundos de ventaja, pues enseguida llegaron a sus oídos los ecos de una veloz y silenciosa carrera.
Más que oírla, la sintió.
Más aterrorizada que nunca, con ese terror irracional que te hace correr sin mirar atrás, perseguida por las sombras de tu propio miedo, pudo por fin alcanzar a ver el final del callejón, donde se atisbaba una plaza a la luz de la Luna llena.
Luna Llena.
Una repentina parálisis casi la hizo caer.
El aullido triunfal a su espalda volvió a insuflar de energía sus piernas. Corrió. Corrió aún más veloz que antes. El final estaba cerca.
Pero no lo suficiente.
Ron cruzó la plaza con ansiosa rapidez. Había perdido de vista al mortífago que perseguía, pero estaba seguro de haber visto un revoloteo oscuro desapareciendo por una calleja enfrente suya.
Se secó la sangre que empañaba su vista de un manotazo, fiel recordatorio de los enfrentamientos a los que se había visto obligado a intervenir en su búsqueda del que huía. Recordaba aún vividamente los gritos de las víctimas de las torturas de los seguidores del Señor Oscuro. Los gritos de sus primas.
Apretó las manos en sendos puños. Con los gritos en los oídos y sed de venganza, había cruzado todo el pueblo en su particular persecución, sin darse cuenta del silencio reinante, aviso de que se adentraba en una zona despoblada, sin posibles amigos.
-¡RON!
El grito reverberó en la noche sacándolo de sus sombrías reflexiones. Se dio la vuelta para fijar su vista en el callejón del que acababa de salir. Una persona se dirigía hacia él corriendo a más no poder.
Preparó su varita, esforzando a sus ojos a ver en la oscuridad reinante al ocultarse la Luna. Cuando el desconocido estaba a pocos metros de él, pudo por fin distinguir sus rasgos.
¡Hermione! ¿Qué haces aquí? ¿Dónde…?
No… ¡vete! Me persigue… Lobo.- jadeó la muchacha mientras acortaba la distancia a trompicones, su resistencia vencida por la fatiga y el miedo.
¿Qué…?
Pero entonces lo vio. Surgiendo de las sombras a la vez que la Luna lo hacía de las nubes que la ocultaban. Una pesadilla de dientes y ojos amarillos. Una sombra que prometía dolor.
Una sombra que se abalanzó hacia Hermione cuando sólo le separaban dos metros del pelirrojo.
¡NO!
Lo último que sintió fueron unas garras que se clavaban en su espalda, destrozando músculo y hueso, mientras que el cuerpo de Hermione caía a pocos metros del suyo.
¡HARRY! ¡HARRY!
Harry se volteó hacia la voz que lo llamaba con tanta urgencia. Con tanto dolor.
¡Hermione! ¿Qué…?
La muchacha cayó al suelo rendida ante el peso muerto que arrastraba, al comienzo de la avenida principal de Hogsmeade, donde se hacía recuento de heridos. Y muertos.
Ron…- el susurro se rompió en la última letra, incapaz el moreno de darle una fuerza que había abandonado su cuerpo ante la visión del cabello rojo. Cayó de rodillas en el embarrado suelo, atisbando apenas entre las lágrimas que empañaban su vista a las personas que se acercaban a todo correr hacia la pareja.
Hermano…
En la enfermería el silencio se sentía como una pesada mortaja, haciendo agachar la cabeza a los allí presentes. Hermione desgranaba su historia en entrecortados susurros, envuelta en todas las mantas posibles y aún así temblando.
Fue mi culpa… me apartó y lo cogió a él…- no pudo evitar romper en llanto.
Hermione… - Harry al fin pudo moverse, dando unos temblorosos pasos hacia su amiga.- No fue culpa tuya…- evitó mirar hacia donde la pelirroja figura yacía en un charco de sangre.
Sí que lo fue…
Señorita Granger, déjese de tonterías. – la enérgica voz de la Señora Pomfrey los sobresaltó a todos, llegando de su despacho con una nueva remesa de vendas.- Que yo sepa nadie a muerto aún.- la mirada de la enfermera se dulcifico al notar la demacrada cara de la niña.- Seguro que sólo son unos arañazos. He curado cosas peores.- añadió con voz dulce.
Los ojos de los presentes, Dumbledore, Fleur, Ginny, los gemelos y Harry, se iluminaron un poco. Miraron ansiosamente cómo le suministraba a Ron una poción para que se despertara.
¿Dónde…?- la voz del pelirrojo sonó débil y dolorida.
Estás en la enfermería de Hogwarts, querido. – Le explicó con voz suave Poppy, mientras lo ayudaba a incorporarse.- ahora te voy a mirar las heridas de la espalda y me vas a decir donde te duele. Más.- añadió al ver la escéptica mirada del Gryffindor.
Fue un hombre lobo, ¿verdad?
El repentino silencio y la fijación de las miradas de los demás en el techo, el suelo, las paredes… cualquier sitio menos en él, le dieron la respuesta que necesitaba.
No te preocupes. Los arañazos no transmiten la maldición. Solo los mordiscos.- la voz suave y firme de Dumbledore lo hizo levantar su mirada, que se había refugiado en sus manos entrelazadas.- No te preocupes.
Muy bien dicho, Director. Veamos que tenemos aquí.- con renovada energía, empezó a separar la ensangrentada tela de las heridas, donde se había pegado.
Veamos… arañazo.- la voz de la enfermera resonaba en la habitación, donde todos los presentes cruzaban mentalmente los dedos, muy angustiados, aunque intentaban mirar al herido con confianza.- arañazo… arañazo…- las expertas manos de Pomfrey apartaban los jirones del uniforme dejando a la vista nuevas heridas.- arañazo… y por último…
Silencio.
Bueno, antes de los reviews quiero comentar una cosa. A lo que Katrinna está jugando en clase de Defensa es al ahorcado, un típico juego muggle. De ahí un pequeño juego de palabras, pues mug significa bobo, estúpido.
Releyendo mi pequeña historia, me he dado cuenta de que algunos datos temporales están mal. Cómo por ejemplo, y el fallo más grave, es que en capítulo anterior, el tiempo que pasa es de dos semanas desde Halloween, no tres días. (Creo que puse eso). La verdad es que me gustaría releérmelo con tranquilidad, así que ya en el próximo capítulo pondré una pequeña fe de erratas. De todas maneras, ese es el más importante. Xd
Sin más dilación, os dejo con las respuestas a los reviews. ¡Espero recibid muchos! Aunque el capítulo en fin… lo único bueno que tiene es que es bastante largo.
Arel-M: Bueno, me alegro de tener a alguien de mi parte si decido borrar a Sirius!! Aunque aún no sé que hacer. Espero que ya haya quedado algo más claro la actitud de Katrinna, al fin y al cabo, lo del camisón no era culpa suya!! No se si me habrá salido muy bien, pero quería reflejar la enseñanza totalmente sexista que les daban a las jóvenes del s. XVII o por ahí, que es la que yo me imagino para los "Sangre Pura" Respecto a Soleen… Bueno, decir cualquier cosa respecto a él sería adelantar cosas.
Bueno, si antes me querías matar por hacer sufrir a mi pobre Severus, ahora me querrás tirar una bomba Nuclear o algo por el estilo. Jejeje. Ya se ira aclarando el pasado de Sam y él…
Antes de despedirme, solo quería decirte que me encantan tus historias nuevas!!! Son absolutamente geniales. Espero con ansia la actualización. (aunque no soy quién para quejarme.)
Bueno, haciendo algo de publicidad (esta vez desinteresada) Boni, tiene un fic chulisimo: Ashley Potter. Léelo, te encantará.
Mangy: Me alegro de que te encantará la escena. Bueno, espero que mi forma de resolver el pequeño triángulo amoroso no deje mucho que desear. Si te soy sincera, a Katrinna aún le queda por sufrir, porque ni siquiera yo sé con quién se quedará al final. ¡Así que admito propuestas! Jajajaja.
Di- Malfoy: Espero que hayas terminado ya la historia y no te haya decepcionado después de ese primer capítulo que te ha gustado tanto. Espero noticias tuyas.
Aliena: Exagerada. Y para tu información estoy todo el día metida en la Biblioteca. Bueno, espero que me perdones ya que te he dedicado el capítulo…. Que no se note que te estoy sobornando.
Bueno, ya se ve a nuestra querida baby-morti, no? Dentro de poco se unirá la que falta. Jejeje. Y ésta vez me voy a poner enseguida a escribir, que como se pierda la costumbre después me cuesta mucho desbloquearme.
Y tampoco eres tan tonta… Digamos que ella es muy lista.
ManWorld: Gracias, espero que este capítulo también te haya gustado. Espero buenas noticias o tomatazos de tu parte.
Boni: Que decirte, me alegro de que hayas solucionado tu problema (ya se ven estupendamente, pero creo que ya te lo he dicho) y me encanta tu fic. No te he dejado aún review porque cuando lo intente no me dejo el maldito ordenador. Pero vamos, te lo digo desde aquí: ME ENCANTA.
Me alegro mucho de que te gustase la historia, espero que este capítulo haya cumplido tus expectativas.
Si quieres leer algo bueno, lee los fics de Arel M.
Eva Miral: Bueno, ya te habrás dado cuenta de que no hay muchas escenas no aptas para menores, aunque a mi me encanta hacer de todo y esas escenas precisamente son muy difíciles de hacer en mi opinión, porque es muy fácil que te salgan totalmente cutres o obscenas. (espero que a mi me haya quedado elegantemente sensual. Jejeje) Bueno, aquí tienes algo más.
Espero tener noticias tuyas pronto. Me alegra de que te guste mi humor negro. Me encanta que apoyen mi sarcasmo e ironía. Jejeje
Que se le va a hacer. Me encanta Slytherin.
A todos, gracias por perder vuestro tiempo leyendo y ya sabéis: REVIEWS
