Clases Especiales
Por Aiko Winner
Capítulo 2:
"El secreto"
Se talló los ojos intentando acostumbrarse a la luz del sol que se filtraba por las cortinas semicerradas de su habitación, el cabello castaño oscuro revuelto totalmente sobre su cabeza. Lentamente se desperezó como un gatito en la mañana y abrió por fin los ojos, de color azul cobalto. Su mente regresó tres días atrás. A su primera clase con aquel odioso jovencito de trenza, sonrió afectado por el recuerdo de la cara del chico al anunciar las clases extraordinarias que tendrían los jueves.
No podía evitarlo. Se sentía sumamente atraído por el chiquillo de ojos violetas.
Se levantó de la cama por fin, y mientras calentaba el agua para el desayuno fue a darse una ducha. Se miró en el espejo y vio su reflejo dentro de él. Tocó su bronceado rostro que aún tenía las marcas de lo que había sido antes, un muchacho joven. No le era extraño que tanto chicas como chicos se preguntaran qué edad tenía en realidad, a simple vista podría pasar como cualquier alumno normal, claro, si no incluimos el ser perfecto dentro de él y su manía por mantener todo en orden y en silencio. Volvió a recordar al chico. Su continua palabrería cuando estaba con sus amigos, y su expresión de asombro cuando se dio aviso de que sus pertenencias estaban ya en sus cuartos, al parecer no le habían informado que aquel Instituto era también un Internado.
Terminó su ducha rápido y tomó su desayuno con calma, después de todo, tenía el tiempo suficiente para eso. Casi terminaba cuando unos golpes en la puerta lo distrajeron, bufó fastidiado, sabía perfectamente de quién se trataba, no podía ser nadie más que ella, porque nadie más tendría la osadía de ir a molestarle a las 7:15 de la mañana (N/A: por cualquier duda, aquí estoy usando el horario de referencia para las clases en mi país, el cual comienza a las 8:00 am, supongo que todos deben de iniciar el día de clases a esa hora pero es sólo en caso de que no sea así, gracias ). Se levantó y se dirigió a la puerta con un gesto de enfado en su rostro normalmente sereno.
- Buenos días Reelena, ¿Qué se te ofrece?- preguntó sin siquiera mirar a la persona frente a él.
- ¡¡Muy buenos días Heero!!- saludó ella sin hacer caso a la cara de pocos amigos que puso Yuy al escuchar el trato tan familiar que la chica le había mantenido desde el inicio de las pasadas vacaciones- Quería saber si hoy tendrías libre la tarde- sus ojos brillaron por la emoción.
- ¿Para qué sería?- cuestionó siempre serio.
- Oh! Es que quería que fuéramos al cine, ya sabes, un paseo de amigos- marcó la voz en la última voz y le miró significativamente. Heero pensó rápido, debía de haber alguna manera de deshacerse de Reelena el jueves por la tarde. Su mente se iluminó y una sonrisa apareció en sus labios. Reelena se creyó victoriosa por un momento.
- Lo siento, Reelena, esta tarde doy clases a un alumno nuevo- la sonrisa de la rubia se borró al instante.
- Pero Heero, yo ya tengo reservados los boletos- Heero frunció el ceño, ¿Qué esa mujer no entendía las indirectas? Al parecer no.
- ¿Y porqué no vas con Dorothy? A ella le encantará tenerte de compañía- su sonrisa irónica se hizo aún más visible. Reelena suspiró.
- Pero Heero, ya casi no pasamos tiempo juntos- su voz fue disminuyendo mientras bajaba la cabeza y retorcía sus manos en busca de alguna excusa.
- Así es Reelena, yo tengo mucho trabajo, y en tu posición también deberías tenerlo. Los exámenes finales se para ti ya están cerca, no? ¿No deberías estarte preparando para entregar la solicitud en la universidad de Hokkaido?- la miró con los ojos en llamas- y además, ¿Cuántas veces debo recordarte que nuestra "relación" es sólo de alumna a profesor? Yo no he hecho nada para que me convirtieras en tu capricho- siguió sin inmutarse siquiera al ver el rostro enfadado de la chica.
- Pero Heero ¡Tu eres mío!- exclamó mientras se le colgaba del cuello.
- El ser la hermana menor del director del instituto no te servirá conmigo, Reelena, lo mejor será que te vayas, estas no son horas para estar molestando a un profesor, y mucho menos en su cuarto.
Heero la empujó hasta la puerta y una vez que la chica estuvo fuera, a costa de regaños, se la cerró en la cara. Suspiró otra vez, esa jovencita le había perseguido desde el verano y no lo había dejado ni un segundo tranquilo durante las vacaciones.
Y por más que hablara con Mileardo, él siempre respondía lo mismo; que debía aguantar y que además esa señorita era su hermana, ¡Maldita mocosa!, Si él fuera su hermano la chica sería completamente diferente!
Vio el reloj sobre la chimenea de su cuarto, faltaban 30 minutos para empezar las clases y decidió que ya era hora de irse a preparar el material para su asignatura.
Salió despacio y cerró la puerta con llave, no fuera cosa de que la niña entrara a revisar sus cosas, miró por el amplio ventanal que estaba frente a su puerta y un molesto cosquilleo lo obligó a cerrar sus ojos, el sol entraba impetuosamente, al igual que en su habitación, por las ventanas sin cortinas que daban al jardín del instituto. Se asomó hasta quedar casi chocando la nariz con el frío cristal.
Había algunos chicos abajo que desayunaban en el pasto, entre bostezos y las miradas sonrientes de sus novias. Sonrió, o al menos una pequeña curva apareció en sus labios. A pesar de ser muy joven se había titulado de profesor de matemática, inglés e historia, aunque sólo ejerciera la primera de las tres. Él era a quien todos llamaban brillante, al igual que su amigo Trowa, el joven de ojos verdes era también un genio, además de dominar perfectamente la Literatura Universal, era un as en la música y podía tocar cualquier instrumento que le pusieran delante. Un par de mentes brillantes, quizás demasiado jóvenes para aquello, quizás demasiado jóvenes para no haber conocido el amor.
Quitó de su cabeza esos pensamientos, no hacía ningún bien el tenerlos tan temprano en la mañana. Revisó su horario de clases, tenía clases con el curso de la molesta chiquilla a primera hora. Gruñó fastidiado, al parecer el destino no quería que aquel día fuese perfecto.
Se dirigió caminando lentamente a la sala de profesores. Recogió su delantal blanco luego de saludar a todos con una inclinación de cabeza e intercambiar unas palabras con Trowa. Lo vio bien, al parecer algo bueno había sucedido, los ojos de Trowa estaban demasiado expresivos. Giró su vista hacia la puerta, donde vio a un jovencito de cabello rubio y ojos color aqua, al parecer esperaba a Trowa, y tenía sus mejillas marcadas de un delicado color rojo.
El chico de ojos verdes caminó hasta la puerta para encontrarse con el rubio, que sonrió ampliamente al ver a su profesor. Heero logró distinguir también una sonrisa en el rostro siempre impasible de su compañero, algo andaba mal. Recordó cierta ocasión donde había hablado con Trowa, el chico más alto le comentó sobre una persona, una persona que él supuso era una chica.
Trowa había hablado de aquella persona con tal desplante y animosidad que siempre pensó que era una mujer, pero ahora se veía asaltado por dudas, el pequeño rubio podría ser de quien hablaba el moreno de ojos verdes?
Sacudió su cabeza, esas eran tonterías, seguro el jovencito lo conocía de otra parte, pero no podía haber nada relacionado con algo más íntimo entre ellos. Volteó a verlos nuevamente cuando algo lo dejó pegado al suelo. Trowa miraba hacia todas las direcciones y cuando no hubo nadie mirándolo besó dos de sus dedos y se los puso en la boca al chiquillo quien de inmediato se sonrojó. Trató de aparentar normalidad cuando pasó al lado de ambos.
- Buenos días, Heero Sensei- saludó cortésmente el árabe, mientras hacía una inclinación leve con su cabeza.
- Buenos días- respondió Heero- Buenos días, Trowa- lo miró a los ojos, intentando encontrar la explicación a lo que acababa de ver
- Buenos, Heero. ¿Cómo estás?- preguntó el maestro de Literatura, dejando de mirar un momento los ojos del pequeño rubio. Heero dudó en contestar, así que se limitó a hacer una mueca con la boca en señal afirmativa. Sí, él se encontraba bien. Un poco aturdido por los últimos acontecimientos pero nada más.
- Reelena ya ha ido a buscarte?- Preguntó con voz afectada- estuvo aquí desde temprano.
- Me lo imaginaba, ya había ido a buscarme. Tengo clases con ella ahora, como me gustaría que me dejara de molestar- sonrió levemente- bueno Trowa, me voy. Con su permiso- hizo otra inclinación al pequeño y salió del salón de profesores.
- ¿Él hablaba de la señorita Peacecraft?- preguntó un temeroso rubio.
- Así es- respondió sin más, Trowa- anda, vamos, por lo que veo tienes clases de Educación Física, no?- Quatre bajó la cara sonrojada y asintió con la cabeza- esa clase la da un amigo, Pequeño, anda, vete ya, te aseguro que te divertirás- y con un gesto cordial se despidió de él. Y antes de que el rubio pudiera decir algo se encontró con los labios del moreno sobre los suyos pálidos. El beso fue corto y se rompió bajo el gemido asustado del rubio.
- ¡Pero Trowa!- gimió con la cara roja mientras la escondía entre sus ropas.
- Calma, pequeño. No hay nadie- en efecto la sala estaba completamente vacía, al parecer sólo habían estado ellos y Heero, los demás debieron de haberse ido antes- ya sé que es peligroso, pero si tenemos cuidado no habrá problemas- lo miró con ternura y luego acarició su mejilla- ya vamos, las clases empiezan en 10 minutos. Quatre asintió.- a todo esto, ¿cómo conoces tú a Reelena?- preguntó.
- Eso es porque ella iba muy seguido a mi casa, es amiga de mi prima Dorothy- a Trowa le cayó un balde de agua fría encima. Él conocía mucho a su pequeño, pero jamás se hubiera imaginado que fuera el primo de la más belicosa del último curso de preparatoria. Dorothy Catalonia era bien temida por todos, ya fuera por sus grandes habilidades en la esgrima, cuyas clases se daban en el instituto, o por sus venenosas palabras. Muchas veces había dejado llorando a más de alguna compañera.
- Bueno, yo me tenía que ir- se disculpó Quatre- ¿Nos veremos hoy, Trowa?- preguntó sonriente a lo que el otro bajó la cara y negó con la cabeza.- ¿Por qué no, Trowa?- sus ojos tenían un dejo de tristeza.
- Disculpa, pequeño- frotó su cabello, desordenándolo un poco- esta tarde debo corregir exámenes...- hizo una pausa al ver la tristeza reflejada en la cara del rubio- pero si salgo rápido mandaré a buscar por ti, ¿De acuerdo?- Quatre abrió los ojos de la sorpresa y alegría y luego de dar un rápido beso en la mejilla a su amante de ojos verdes salió del salón- mi pequeño... ¿Qué haría yo sin ti...?
Las clases comenzaron aquel jueves con gimnasia, como era de esperarse Duo nuevamente se había quedado dormido y sin haber desayunado tuvo que bajar al patio, que según le había informado Quatre (en una nota antes de que se fuera) era donde se hacían las clases. Llegó jadeando, y al subir su cabeza fue recompensado con la mirada aqua del rubio.
- ¡Duo!, qué bien que alcanzaste a llegar- dijo con entusiasmo el árabe mientras la campana de la torre más alta comenzaba a sonar.
- ¡Es increíble que intenten partirme los tímpanos antes de comenzar las clases!- se quejó un molesto Duo tapándose las orejas.
- Vamos, que llegó el maestro- susurró Quatre al tiempo que señalaba a un hombre de aspecto joven.
- Todos en fila- ordenó con voz autoritaria. Todos los alumnos, incluida Hilde, formaron una fila horizontal (N/A: no sé si me entendéis, es formar una fila hacia el lado, no hacia atrás)- Yo seré su maestro de Gimnasia, mi nombre es Wufei Chang, y a quien no le guste la asignatura puede retirarse- varios chicos intentaron romper las filas- aunque de ser así sus calificaciones bajarán ya que los reprobaré- los mismos de antes bajaron la cabeza en derrota y se quedaron de pie en sus lugares.- puedo ver que hay muchos alumnos nuevos este año, así que vamos a hacer un poco de calentamiento. ¡Todos, a trotar 10 vueltas alrededor de la cancha!.
Duo vio con horror el lugar, la cancha debía de medir más de 100 metros sin duda, suspiró resignado, ahora tendría que ingeniárselas de alguna manera para no hacer las vueltas, después de todo, durante la tarde tendría que enfrentarse al ogro Yuy durante las clases extraordinarias. Pero su expresión se volvió aún más histérica cuando vio a un Quatre siendo perseguido por unas cuantas chicas que corrían lo más cerca que podían detrás de él. De buena gana se hubiera reído, si no fue porque el rubio le dirigió una mirada desesperada, lo cual hizo que todas lo miraran y lo persiguieran también. El pobre corría bajo el único motivo de que su trenza no fuera tocada.
Las 10 vueltas no se veían tan mal si es que tienes que escapar de más de 16 chicas tras de ti, ¿Verdad?. El maestro observaba sonriente como sus alumnos cumplían la orden. Sus cabellos negros, atados en una coleta pequeña tras su nuca, dejaban su cara despejada. Una cara que no parecía reflejar más de 25 años. Era pálida y sus ojos, de un color negro envidiable tenían notoriamente rasgos chinos. Y así era. El maestro Chang Wufei, era otro de los más temidos. Y es que aquel trío; Yuy-Barton-Chang, ya tenían su "reputación en el colegio".
Quatre y Duo terminaron primero que todos, seguidos por Hilde. El profesor los miró y una vez que comprobó que todos hubieran hechos las 10 vueltas, porque era un "injusticia" que no todos hubieran cumplido, comenzó la clase. Partió por pasar lista y se detuvo en algunos de los nombres que no conocía. Siguió después anotando las tallas y pesos de cada uno de acuerdo a la lista, que ese día estaba completa (¬.¬ lo mismo pasa en mi clase, los primeros días todos van... pero cuando comienzan los exámenes...).
- Maxwell, acá- ordenó Wufei mientras indicaba la pesa. Duo se subió a ella sin protestar. Wufei abrió sus ojos mientras comenzaba a anotar en su libreta los datos. Luego de medirlo también le indicó que se sentara. Duo aceptó y sonriente se ubicó a un lado de Quatre.- siguiente, Maniaque- un chico rubio de cabellos hasta los hombros se paró con autosuficiencia a hacer su rápido chequeo. Su caminar era elegante, lo más seguro era que era un chico de familia adinerada, y su apellido se mostraba claramente francés. Cuando pasó por el lado de las chicas de la clase éstas dejaron escapar un suspiro al unísono, que hizo que el joven se sonriera a sí mismo con lujuria. Duo le observó detenidamente, tenía un cuerpo bastante proporcionado, pero eso no impedía que su rostro reflejara arrogancia- Quatre Raberba Winner-
Al escuchar su nombre, el pequeño árabe se paró rápido. Y mientras se sacaba el calzado miraba como Duo sonriente hablaba con Hilde... él pensaba que ellos dos harían una bonita pareja.
- 43 kilos, No cree que es muy poco, joven Winner?- preguntó mientras lo miraba seriamente. Hilde sonrió mientras escuchaba al profesor.
- No lo creo, Señor, yo no me siento mal ni nada- contestó el rubio luciendo una de sus sonrisas.
- De acuerdo. Ahora ve allá- le señaló la (no recuerdo como se llama esa cosa para medir tu altura ¬¬) – 1.56 cm, no está mal, eso es todo- Quatre comenzó a ponerse el calzado- siguiente, Wheelwright- un chico y una chica de aspecto similar se pusieron de pie al mismo tiempo. Ambos traían el cabello corto y de un color cenizo, ambos pares de ojos de un color gris oscuro. Quatre supuso que eran gemelos y volvió con sus amigos.
La clase fue relativamente corta, si bien no eran más de 37 alumnos Wufei se había demorado más de la cuenta con un grupo de chicas que no dejaban de sonrojarse y de armar escándalo al momento de saber su peso. El chico de ojos violáceos suspiró. Era extraño como en los últimos días no había dejado de pensar en el maestro de cabello chocolatado, si bien se veían durante las horas de clases, nunca faltaban las peleas, que ya se habían vuelto costumbre entre ellos. Llevaba menos de una semana en el instituto y a veces se descontrolaba tanto que terminaba tuteándolo.
Aunque al maestro Yuy no parecía desagradarle la idea de las discusiones, además de que era él quien siempre ganaba. Suspiró fastidiado otra vez. Por alguna extraña razón había empezado a sentirse mal poco antes de la llegada al instituto, como vivía solo no había necesidad de un adulto que le diera indicaciones sobre qué hacer o qué no hacer respecto a algunos temas. Recostó su frente entre sus rodillas al tiempo que abrazaba sus piernas, hundiéndose en sí mismo. Aprovechó que Quatre y Hilde conversaban un poco alejados de él esperando el turno de la chica, quien curiosamente estaba hasta el final de la lista del profesor.
Cerró sus ojos con fuerza y no los abrió hasta que sintió una mano en su hombro que lo mecía suavemente. Aún medio dormido medio despierto miró atentamente a la interrupción de su meditación matutina.
- Buenos días, Maxwell.- saludó el chico francés. Duo se sobresaltó al verse cerca de un hombre.
- Buenos días- saludó a su vez mientras bostezaba- ¿Se te ofrece algo?- preguntó guiñando un ojo.
- La verdad sí- respondió mientras sus ojos se clavaban en los de Duo. El peli largo no había visto antes unos ojos como los de él. De un color casi blancos, con ligeros toques negros dentro del iris. Contuvo el aire al sentir una de las manos del chico rozar con su brazo- ¿Me permitirías invitarte a salir? -- una sonrisa apareció en el rostro del muchacho. Duo quedó con una gotita colgando de su frente.
- Pero... si ni siquiera sé tu nombre- tartamudeó nervioso.
- Phillipe Maniaque, gusto en conocerte- volvió a sonreír el chico mientras le tendía la mano. Duo correspondió el saludo.
- Duo Maxwell, el gusto es mío- dijo sonriendo encantadoramente. Ante los ojos del chico francés la sonrisa de Duo era como la de un dios.
- Entonces... ¿Aceptas mi propuesta?- preguntó saliendo del mutismo en el que habían caído tras la presentación.
- Pero... yo... no creo... no puedo- dijo firmemente luego de un momento de cavilaciones.
- ¿Por qué?- preguntó mientras apretaba los puños- dime, acaso... ¿Hay alguien más hermoso que yo en este lugar?- cuestionó sin apartar ni un momento su mirada molesta en la desencajada de Duo.
- .-. eeeeee
- ¡Dime!- lo forzó con acento francés.
- La verdad es que a mí no me gusta nadie- mintió el trenzado con descaro, pero la mirada y la proposición de Phillipe no le parecían seguras- Es enserio...- su carita simuló un puchero.
- Mj.- el joven se volteó al ver como se acercaba el pequeño rubio de ojos aqua.- Pero recuerda esto, Duo Maxwell- se acercó hasta casi rozar sus narices. Duo abrió los ojos sorprendido mientras sentía el aliento de Phillipe en su oído- Tú vas a ser mío- fue el susurro que le dio antes de morderle traviesamente la oreja, y de que Duo compitiera contra un tomate. El chico se alejó a paso seguro justo cuando tocó la campana que daba termino al bloque de Gimnasia.
- Duo, ¿Pasa algo malo?- preguntó Quatre al ver que su amigo tenía la mirada perdida.
- No... no es nada Q-Chan- respondió con una sonrisa falsa- ¿Nos vamos ya?
- Aún no, Hilde es la única que falta. Acompañó al profesor a llevar los instrumentos a Enfermería- el árabe sonrió- Además, Chang-Sama quiere hablar contigo, dijo que te buscaría más tarde.
- Gracias Quatre, mira, allá viene Hilde- señaló apuntando a la chica con traje de gimnasia, es decir, pollera ajustada y pants cortos- Bueno, vámonos chicos.
- Síp- asintió Hilde. Por un momento Quatre creyó ver unas gotas de sudor en su frente y un pequeño sonrojo cubriendo sus mejillas, pero había venido corriendo y lo más probable es que se hubiese acalorado.
Caminaron juntos hasta las duchas, donde Hilde se metió por la puerta de la derecha. Quatre y Duo ingresaron por la izquierda. Pronto Duo recordó el susurro del muchacho francés, y tratando de alejar esos recuerdos de su mente fijó su vista en otro punto del camarín.
Malo, malo...
Porque justamente donde había mirado se encontraba Phillipe, cubierto solamente por una toalla amarilla alrededor de su cintura, miró con detenimiento su cuerpo, no era que fuera un gran modelo, pero no pasaba desapercibido tan fácilmente. Phillipe se sintió observado y dándose vuelta devolvió una mirada lujuriosa al trenzado, como si quisiera desvestirlo sólo con ese gesto.
Duo se sintió sofocado y pidió apoyo moral a Quatre. El rubio lo miró y le indicó unas duchas que ya estaban desocupadas, lo mejor sería bañarse, además así evitaría la mirada de aquel molesto compañero.
El trenzado comenzó a quitarse la ropa de cara a la pared, pues creía que no soportaría ver de nuevo esa mirada en otro hombre. Menos aún si esa mirada estaba dirigida a él.
Miró hacia donde debía de estar el árabe, pero ya no se encontraba ahí, y por lo vergonzoso que era lo más probable era que hubiese entrado con la ropa interior puesta y con una de cambio. Sonrió al recordar la inocencia de Quatre.
Unas manos en su estómago lo sacudieron y en cuanto volteó la cabeza vio unos ojos que sólo había podido apreciar una vez. Los ojos del francés pedante.
Duo salió disparado al baño, donde cerró con fuerza la puerta. Se dejó caer lánguidamente. ¿Por qué no lo había simplemente empujado lejos? En esos momentos sentía una necesidad enorme de estar junto a su profesor de matemática, que si bien podía comparase con un ogro, le hacía sentir seguro.
Dejó que el agua cayera libremente por su cuerpo, conociéndolo lentamente. Dejando que resbalara por todas partes, sin que nada la detuviera, sin tener unas manos invadiéndolo como cuando era un niño y debía de dejarse bañar por su madre, sonrió de sólo recordar las peleas diarias con su mamá, con su hermana... su rostro se volvió melancólico mientras se perdía en todos sus recuerdos. Hacia menos de 3 años que habían muerto sus padres y su hermana en un accidente... un accidente del que se consideraba culpable. Ellos habían ido a verle a una ceremonia donde se decía recibiría el primer premio debido a una novela escrita por él. Pero, antes de que llegasen al evento un camión chocó contra ellos, quitándoles la vida inmediatamente. Él jamás los vio aparecer durante la premiación. Y su discurso fue un apagado "Gracias".
Después de que se enterase de la terrible noticia fue enviado a vivir con su tutor y padrino, durante los tres años que siguieron él se había encargado de su educación, pero ahora había tenido que salir a arreglar unos negocios... desde ese día que vivía solo. Y se mantenía con la exuberante mesada que le enviaba su tío, vía banco. Su vida sólo estaba llena de tristezas y de cicatrices que jamás sanarían.
Salió al mismo tiempo que Quatre, y como lo esperaba había llevado sus boxers consigo. Lucía adorable con aquellos ositos estampados. Quatre se sonrojó y lo apresuró para que salieran. Lograron salir sin inconvenientes (porque Phillipe ya se había ido XD) sólo para encontrarse con la mirada enfadada de Hilde.
- Se demoran más que una chica- lo regañó- Duo, Chang-Sama quiere hablar contigo. Está en las gradas- Hilde parecía contenta.
- De acuerdo, voy para allá. Si no llego después del receso avísenle al Ogro Yuy lo que pasa, ¿Si?- les guiñó un ojo y partió corriendo a las gradas.
- Duo tiene mucho ánimo- susurró Quatre sonriente a la vez que Hilde veía con dirección a la Cancha y mantenía ahora un leve rubor en sus mejillas- ¿Qué pasa, Hilde?- preguntó curioso el pequeño. La chica se sobresaltó al escuchar su nombre.
- No es nada Quatre, ven, vamos a comer algo- y antes de que el rubio dijera algo ella ya le había tomado la delantera y le hacía señas para que le siguiera.
- Como digas Hilde- el árabe sonrió y siguió a la chica, volviéndose antes a mirar a Duo.
El americano caminó hasta donde Hilde le había indicado, según ella el maestro de Gimnasia debería de estar ahí ya, pero no lo encontraba. Se sentó en una de las gradas dispuesto a esperarle. Bostezó con pereza. Apenas y habían acabado la primera clase del día, y aún faltaba matemática, y toda la pila de asignaturas... otro bostezo soñoliento, este iba a ser un muy largo año.
Sus ojos violetas se perdieron en los árboles que estaban justo detrás de la cancha, seguramente no los había visto aún porque no tenía mucho tiempo libre, sin contar que acompañaba a Quatre casi todos los días a leer un rato a la Biblioteca, aunque para hacer honor a la verdad lo único que él leía era los mangas que ahí habían, mientras el rubio daba un suspiro y tomaba el mismo grueso libro de siempre.
- Maxwell- Duo volvió su cabeza para encontrarse con el maestro chino.
- Diga, profesor, Hilde me dijo que quería hablar conmigo- la boca de Wufei parecía querer semejarse a una sonrisa.
- Así es, lo que quería decirte tiene que ver con tu talla y tu peso- señaló bastante serio mientras sus cejas se volvían duras- he notado que estás demasiado delgado, y aunque sólo nos hemos visto una vez me gustaría que me hablaras de tu dieta- Duo rompió en carcajadas- ¿Qué te causa tanta gracias, Maxwell?- preguntó, algo arisco.
- Profesor, mi dieta no tiene nada de malo!! ¡Usted mismo puede preguntarle a Quatre lo que como! Simplemente yo salto a la palabra comida- bromeó siempre con una sonrisa, aunque por dentro su alma estuviera partiéndose en mil pedazos. Él sabia bien de lo que quería hablarle el maestro Chang, pero no iba a permitir que nadie se enterara, ni siquiera sus amigos-
- Si tú lo dices, Maxwell, aunque quisiera que vieras ciertos informes- el hombre de aspecto oriental le pasó unos documentos, al abrir el sobre que le daban Duo abrió los ojos grandes con sorpresa, y volteó a mirar a su maestro suplicantemente... él ya lo había descubierto... tenía que evitar a toda costa que alguien más supiera- es eso lo que supongo padeces...
- Profesor... nadie puede saberlo- confesó bajando la cabeza.
- No te preocupes, sé de alguien que podrá ayudarte- Duo lo miró significativamente mientras el hombre mayor le dedicaba una mirada paternal y desordenaba su cabello en un gesto amable. Si alguien pudiera ayudarlo, él le estaría agradecido...- Heero Yuy sabrá qué hacer- claro... estaría agradecido dependiendo de quien fuera....
Agradecimientos:
Kooonnichiwaaaaaa!!!!!!!!! - kyaaa, me siento emocioanda, ya recibí mis 3 primeros reviews -
Kaede-Sakuragi: . !!! gracias por el review Kaede!!! - jejeje, claro que Duo no se va a quedar con Phillipe... creo yo, no sé.. mmm lo de que aún no tengo nada más que el 4º cap. TxT perdóoooon, pero con el colegio y "agregados" la verdad no había tenido tiempo, pero como tuve vacaciones de fiestas patrias pues escribí bastante y quizás no salga tan largo como los anteriores, me creerás que me sonrojé cuando leí tu mensaje?? oo dioses, Aiko Chan parecía farolito de árbol navideño XD U Gracias de nuevo!!!
Hisae: Muchas gracias, pequeña , esperemos que a Duo le vaya bien en mates, pero aún no sé XD depende de cómo haga que Heero-sensei lo apruebe XDDD
Noe Wing Deathscythe 300: que largo nombre x.X, me dejas llamarte Noe-Chan?? jajjaja, muy propio de Heero saber lo que quiere, no? Mm y Duo, bueno, ya verás como este profesor le pone el suelo en el cielo al trenzado bello
Sólo como un dato, el apellido de Phillipe es francés y significa maniático, ya se darán cuenta más delante de por qué.
