Clases Especiales

Por Aiko Winner

Capítulo 3:

"Segundo beso..."

Quatre miró preocupado su reloj, por lo menos la décima vez desde que habían entrado a clases de matemática, y el maestro Yuy se veía sumamente molesto. Quizás Duo tenía razón al haberlo apodado "Ogro Yuy" sonrió mentalmente a las travesuras de su amigo, pero ahora estaba más preocupado que nunca. Para él nunca había sido un secreto la belleza casi andrógina de Duo, casi como la suya misma. Ese niño era capaz de seducir tanto a hombres como mujeres si se le diera en gana, pero nunca lo había hecho.

La razón por la que cada año se cambiaban de colegio era esa misma, no podían pasar más de un año sin que nadie intentara acosar a uno o al otro, y Dios no lo hiciera volver nunca a aquel lugar en el que lograron estar año y medio, porque a Duo casi lo violan y él no estaba en mejores condiciones. Y pensar que por un momento se habían sentido felices.

Siempre compartieron habitación por lo cual no era de extrañarse que los estudiantes de los institutos para varones los miraran en forma extraña. Y además de todo, tuvieron que soportar las calumnias de que eran pareja por años.

En definitiva. La belleza exótica de ambos jovencitos podía vencer hasta el más duro corazón... incluso el de un ogro...

- Winner- la voz de su maestro lo hizo volver a la realidad.

- ¿Si, profesor?- preguntó sonriendo, mientras varias de sus compañeras se rendían ante él. La cara de Hilde estaba en completo acuerdo con la del rubio.

- ¿Dónde está Maxwell?- preguntó con tono molesto. Había aguantado la pregunta más de 30 minutos y si aún no había llegado era mejor que tuviera una buena excusa.

- El profesor Chang Wufei solicitó hablar con él- se limitó a responder Quatre. No le agradaba que aquel hombre fuera tan posesivo con su amigo. Y ahora que lo recordaba, ¿No se comportaba así Trowa? Sonrió.

- Hn- gruñó Heero, y al segundo después tocaron la puerta. Seguramente sería el baka trenzado, y él que estuvo toda la mañana esperando para verlo, sin dejar de pensar ni un minuto en esos ojos violetas- Adelante- pronunció con cuidada modulación.

- Heero, siento molestarte- era nada menos que Trowa. Heero asintió- Wufei quiere verte, está en la enfermería con uno de tus alumnos- esta información hizo que tanto Quatre como Hilde abrieran sus ojos sorprendidos, ¿Qué hacían Wufei y Duo en la enfermería? Quatre empezó a sudar frío y Hilde no se quedaba atrás...

- Está bien, te dejo la clase, si no estás ocupado, claro- Trowa sonrió.

- Estoy libre esta hora- expresó mientras dirigía su mirada hasta la banca del rubio y la desocupada a su lado.- el joven Maxwell está con él.

- Lo sé, ése trenzado es el único que falta en la clase- Quatre y Trowa sonrieron al apodo impuesto por Heero, no muchas personas se tomaban tantas libertades con él. La mayoría eran tímidos, y aunque Trowa no le conociera bien, con todas las cosas que le había contado Quatre tenía para que su imaginación echara a volar- vuelvo enseguida- y acto seguido salió del aula, bajo la mirada atónita de toda su clase.

- El maestro Yuy regresará en unos momentos, por ahora quiero que abran sus textos en la página 46, resuélvanlos todos- se oyó un bufido de queja- Señor Winner, venga un momento- las mejillas blancas de Quatre se tiñeron de rojo carmesí mientras bajaba por las gradas del salón.

- Di... dime, Trowa- murmuró bajito, para que nadie más que el castaño de ojos verdes pudiera escucharlo.

- Duo está bien, no te preocupes- contestó en un murmullo igual de bajo. La mirada sombría del rubio pronto comenzó a cambiar, desprendiendo de él un aura casi dorada.

- Gracias- murmuró casi al borde del llanto. Trowa tocó su mano por debajo de la mesa, un ángulo desde el cual ninguno de los demás pudo notar dicho movimiento, la suave caricia.

- Pequeño, te espero a las 6 en la biblioteca- y junto con ese pequeño secreto le dio un papel arrugado en la mano- que no lo vean. Ahora vuelve a tu lugar- ordenó siempre con una sonrisa. Quatre respondió con un si ahogado y se marchó.

- ¿Qué te dijo el maestro, Quatre?- preguntó Hilde a modo de cuchicheo.

- Me dijo que Duo estaba bien, con el maestro Wufei- a la sola mención del nombre del maestro de Gimnasia las mejillas de Hilde se tornaron rosa y comenzó a reír disimuladamente- ¿De qué te ríes, Hilde?- preguntó atontado Quatre.

- Es que ese tipo me da risa- mintió falsamente mientras tosía con disimulo, vamos, has tus ejercicios- Quatre abrió su libro en la página 46, pero ya estaban todos resueltos. Así que aprovechando que Hilde miraba atentamente los complicados problemas abrió el papel dado por Trowa.

- ...- un gemido de alegría se ahogó en su garganta al leerlo... "Pequeño, los exámenes pueden esperar. A las 6 en la Biblioteca. No te dejaré solo esta noche". Casi tuvo que contener las lagrimas de felicidad. Pero... a qué se refería con "esta noche"???? ni modo, esperaría para saberlo. Lo miró con un brillo en sus aquamarinas, sólo dirigido a él, quien contestó con una sonrisa.

en la enfermería se podía escuchar la suave respiración del chico de la trenza castaña. Al parecer el esfuerzo de la clase de Gimnasia lo había agotado y el tener que hacer unos exámenes de prueba después de eso por petición de Wufei lo habían cansado. Definitivamente sería mejor descansar.

Heero entró a la enfermería con paso decidido, estaba todo muy callado, todo muy blanco. Giró su vista hasta encontrarse con unos ojos negro azabache que lo miraban con detenimiento. Se detuvo justo frente al chino, ignorado por completo al médico junto a él.

- Te estaba esperando- susurró la voz con acento oriental.

- Ya estoy aquí, ¿Qué pasó?- preguntó una segunda voz, cargada de emociones imposibles de- descifrar.

- Quiero que te hagas cargo de éste chico- sugirió, o mejor dicho, ordenó el joven de cabellos negros.

- ¿Porqué yo?- preguntó con cierta dificultad, atorándose.

- Él te lo puede explicar mejor- señaló Wufei, refiriéndose por primera vez al hombre vestido con una bata blanca. Heero asintió con la cabeza y permaneció de pie junto a su amigo.

- El joven Duo- comenzó diciendo- ha estado en un estado delicado de salud hace por lo menos siete meses- Heero ensanchó sus ojos- tiene una enfermedad bastante común entre los adolescentes, si bien no deja de ser peligrosa, el caso es bastante particular, normalmente suele afectar a las chicas, pero al parecer él cuenta con un historial de depresión continua. La ingesta de antidepresivos en exceso le han ocasionado más de un desmayo y ahora además presenta un cuadro anémico y bulímico.

La expresión de Heero no había cambiado en lo más mínimo, si bien se sentía extrañamente preocupado por el muchacho no tenía porque darlo a conocer. Wufei se acercó a él, poniendo su mano en su hombro y haciendo que se volteara, mientras el doctor abría una pequeña cortina, que había mantenido cubierta una simple camilla. Y dentro de ella, estaba el cuerpo semidesnudo del baka trenzado, de SU trenzado.

Se acercó a él sin dejar ver emociones en su rostro. Lo ocurrido en el salón de Literatura la semana anterior se veía ahora muy distante. Cuanto deseaba volver a besar esos dulces labios, aquellos dulces labios inexpertos, pero que generaban en él una serie de sentimientos imposibles de controlar. Había visto esa cara limpia y blanca mostrar diferentes facetas durante toda la semana, mientras que la suya siempre permanecía igual.

Volteó a ver a Wufei, que lo miraba esperando su veredicto.

- ¿Qué quieres que yo haga con él?- preguntó de manera directa.

- Sé bien que eres una persona muy estudiosa y ordenada, Heero, y como tal, con todos los conocimientos que tienes y con tu manera de ser autoritaria harás que vuelva a tener una vida normal. Y que ni siquiera piense en producirse ni un solo vómito más- Heero asintió, pero de pronto tuvo sus dudas, si éste chico compartía habitación con el pequeño magnate de la familia Winner, ¿Cómo se las arreglaba para que no sospechara?

- Está bien, me haré cargo de todo- sentenció finalmente. Wufei sonrió. Y el médico se apresuró a darle una bolsa con remedios antidepresivos para Duo.

- Esto es en caso de emergencia- comentó.

- No los necesitará- dijo siempre frío e indiferente.

- Pero maestro Yuy...- quiso protestar el joven.

- Yo me aseguraré que éste muchacho no los necesite. Volveré por él en la tarde, no deje que se levante. Wufei, pide que trasladen sus cosas a mi habitación, es lo suficientemente grande para dos personas- el chino asintió y dejó que el otro saliera. Si todo iba bien tendría a un saludable alumno. Sonrió para si mismo sin prestar atención a los reclamos del joven doctor. Pero eso sí, también cogió rápidamente los antidepresivos metiéndolos con cuidado en la mochila del peli-largo

Cuando Heero entró al salón se sorprendió de lo callado que estaba. Pero claro, pronto recordó que había dejado a Trowa a cargo de la clase, así que lo más probable es que no hubiera tenido problemas para controlarla. Su mirada viajó por cada uno de los alumnos, todos concentrados en los libros de matemática, suspiró en agradecimiento, y vio con agrado como sólo faltaban 15 minutos para que tocaran la campana.

Se dirigió hacia Trowa con paso firme, quedando cerca de él.

- El chico se quedará conmigo- le comentó.

- ¿No está grave?- preguntó sin mostrar expresión en sus ojos.

- Según el médico tiene un cuadro de anemia y bulimia, y por lo visto también sufrió una sobredosis de antidepresivos- siguió sin inmutarse.

- Así que decidiste hacerte cargo de él, ¿No?- volvió a cuestionar, sin dejar que nada en él revelara su preocupación por el muchacho trenzado.

- Así es. Yo me ocuparé de él, creo que sería conveniente buscar un nuevo compañero para Quatre- Trowa levantó una ceja, ¿Desde cuándo Heero llamaba a sus alumnos por su nombre?- Duo Maxwell se quedará en mí habitación mientras se recupera.

- De acuerdo, veré qué posibilidades hay de un cambio, de todas maneras apenas empieza el ciclo escolar, a nadie le molestará... espero...- Trowa siguió con la vista el recorrido que hacía el rubio mientras bajaba con una hoja entre sus manos.

- ¿Y eso?- preguntó Heero confuso al notar lo que sostenía el árabe.

- Les di un trabajo -, espero que no te molestes, necesitaba tiempo para poder corregir exámenes y aproveché- el muchacho de ojos cobalto lo miró un momento, y luego asintió a la idea de su amigo. Mejor así, les pondría esa nota y se evitaría corregir más exámenes el próximo mes. (uy!! .. me da miedo, Heero Chan)

Quatre llegó al puesto de Heero, y simulando revisar su examen antes de dejarlo sobre éste escuchó la conversación de ambos hombres.

"- El chico se quedará conmigo."

"- ¿No está grave?"

"- Según el médico tiene un cuadro de anemia y bulimia."

Sintió un dolor llegarle al pecho... entonces, ¿Todo aquello había sido por su amigo?... Hacía ya dos años que lo sentía así, sin ánimos de continuar, y sin embargo, siempre llevaba consigo esa sonrisa embelesante... sólo por no hacerle más daño no le había preguntado nada. Qué error tan grande había cometido. Y él se hacía llamar su amigo.

¿Cuántas veces había llorado en sus brazos? Y Duo... Duo nunca se mostró abatido por nada, no sabía nada de sus padres, el chico trenzado le había comentado que estaban de viaje, y una pequeña fotografía de ellos dos, de él y de su hermana menor iluminaban la mesita de noche junto a su cama. Había también otras pertenencias ahí... un rosario, y un porta retrato diminuto que colgaba de una cadena, nunca la había visto, nunca se había atrevido a preguntar.

Volvió a su puesto con los ánimos bajos, ¡Oh Duo! ¿Habría sido mucho pedir un poco más de confianza? O quizás simplemente se protegía a sí mismo de un pasado trágico.. y hasta ahora se daba cuenta de que nada sabía en realidad de él.

El sonido de la campana sonó finalmente, haciendo que todos los chicos bajaran por uno a dejar el sorpresivo examen a la mesa del maestro Yuy. Quatre se quedó esperando a Hilde, quizás ella supiera algo más de Duo, si los rumores eran ciertos, Hilde y Duo debían de ser amigos desde mucho antes de que él siquiera conociera al trenzado, ella le daría las respuestas que necesitaba.

Trató de apartar de su mente los susurros dados por sus compañeros y compañeras al pasar a su lado, su rostro se coloreó levemente de rosa mientras bajaba la cara.

- Pero si es muy lindo- susurró una de las más altas del salón- parece una muñeca- rió mientras miraba al rubio.

- Cualquiera diría que es una niña- escuchó murmurar a unos chicos... Horror, uno de los acompañantes del que había hablado era el acosador de Duo, Phillipe Maniaque.

- Jaja, pero no se compara a mí Duo- rió sarcástico el chico de cabellos largos.

- Ohh, ¿Así que ahora es propiedad tuya?- Quatre reconoció esa voz al instante. Volteó su cara para encontrarse con una Hilde molesta encarando a un grupo de tres chicos un poco más altos que ella- No sabía que Duo tuviera un lazo al cuello- siguió la chica con un tono desafiante. Quatre se acercó lentamente tomándola del brazo.

- Vamos, Hilde, no tienes porqué discutir con ellos- dijo tratando de calmarla.

- Vaya, vaya, si es el pequeño heredero- la voz irónica de Phillipe hizo a ambos chicos girar su cabeza hasta encontrarse cara a cara con ése chico orgulloso.

- Creo que no he tenido el honor de conocernos- dijo molesto el rubio.

- Phillipe Maniaque, heredero de le Chateau de la Guillonniere, al Sur del Valle del Loira en Poitou Charentes- contestó con un irónico acento francés- espero que podamos estrechar lazos en nuestras familias, joven Winner- replicó, guiñando uno de sus ojos sin recato alguno, algunos alumnos que iban tras de él sonrieron. Phillipe se acercó lentamente hasta el árabe, rozando con su aliento su oreja, mientras éste permanecía en su sitio, sin siquiera inmutarse- quizás algún día puedas venir y participar de nuestras "Orgías Reales"- terminó sensualmente.

Quatre le dedicó una mirada furiosa y lo apartó de él con un leve sonrojo en la cara. El otro rubio lo observó detenidamente, antes de hacer un gesto con la mano e indicar a sus compañeros salir del aula, se lamió los labios, dirigiéndole una mirada que Hilde clasificaría más tarde como "El banquete está casi servido"

- ¿Están bien?- preguntó una voz en la espalda de los dos chicos.

- Claro, profesor Barton- contestó Hilde, dándole tiempo a Quatre para que los colores de su rostro volviesen a ser pálidos.

- ¿Seguros? ¿Quatre?- el profesor de mirada verde posó su vista en aquel precioso pequeño, en aquella joya de ojos aquamarinos.

- Estoy bien, Trowa Sama, no se preocupe- le dijo un poco más calmo sonriéndole con dulzura. Hilde no hubiera creído que Quatre y el maestro tuvieran algo más, por lo poco que conocía a Quatre sabía que era así con todos. (que ambiguo quedó eso --U)

- Trowa- una cuarta voz hizo que los dos amantes y la chica desviaran su mirada- voy a preparar lo del cambio, debes decírselo- añadió refiriéndose al rubio.

- Claro, Heero. Ve tranquilo, todo estará bien- respondió en tono paternal, aunque... era difícil saber cual de los dos no podía dar esa mirada. Quatre se la había visto a Heero sólo una vez. Una vez mientras Duo dormía en medio de la clase. Heero lo había visto, pero en vez de enojarse como de costumbre sólo había esbozado una media sonrisa tierna en su rostro.

- ¿Qué tiene que decirnos, Trowa Sama?- preguntó una curiosa Hilde.

- En verdad es algo que concierne a Quatre en un aspecto. Lo otro tiene que ver con Duo Maxwell- Hilde empalideció rápidamente al escuchar el nombre de Duo- él está en estos momentos un poco delicado de salud- dijo Trowa tratando de no sonar tan distante y tratando, al mismo tiempo, de hacer que el estado del trenzado no se viera tan mal- por eso, hemos convenido que sería mejor que estuviera al cuidado de un adulto, como sus padres no se encuentran con él, el profesor Yuy ha aceptado el ser su tutor por este año.

Los ojos de Hilde revelaron el dolor. Quatre lo sintió casi a la par que la chica. Ella lo sabía todo, ella sabía lo que había pasado con los padres de Duo, sabía el por qué de todas sus acciones, el por qué de esa imborrable sonrisa. Duo no estaba bien. y qué iría a pasar cuando Duo se enterara de que tendría que compartir con el Ogro Yuy más de lo que le hubiera gustado?

- Por ese motivo, necesitamos que alguien más comparta tu cuarto Quatre, no te molesta eso, ¿O sí?- preguntó una vez que el pequeño se hubo recuperado de su sorpresa.

- Claro, no hay problema- contestó sin haber tomado la pregunta enserio. Sólo necesitaba salir de ahí y ver a Duo- es hora del receso, ¿Puedo ir a verlo?- preguntó significativamente.

- Claro, pero ahora está en la habitación de Heero. Y aunque no fuera así estaría dormido- Quatre negó con la cabeza.

- No importa yo estaré con él- miró a Hilde un momento, vio los surcos de unas silenciosas lagrimas que habían bajado por sus mejillas- tranquila Hilde, Duo siempre se recupera- le dirigió una sonrisa y apoyo su mano en el hombro de la chica- nos vemos, Trowa Sama.

- A las seis- le recordó el moreno mientras Quatre casi salía. Éste sólo asintió.

Llevaba ya rato en la habitación del maestro Yuy, y éste no se había siquiera aparecido por ella. Eso le daba tranquilidad.

Lo primero que había hecho al llegar al cuarto fue investigarlo. Vio, sin mucho asombro, que todo estaba perfectamente ordenado en estanterías, se rió internamente al pensar cuántos problemas tendría el maestro para congeniar con Duo. El trenzado era sumamente desordenado, y sin dudarlo eso afectaría mucho, por no decir bastante, al maestro de matemática.

Y ahora tenía frente a él a un Duo pálido, con el cabello deshecho sobre la almohada, seguro que los antibióticos que estaban en la cómoda le habían provocado sueño.

Miró atento las suaves facciones de su amigo y sonrió. Las miradas de Heero no eran para nada disimuladas, y eso sin contar las veces en que Duo se dormía en clases y a él no parecía importarle.

Duo tenía ese encanto que pocos poseían. La belleza que sólo podía ser comparada junto a un ángel. Así como le había dicho Trowa una vez.

Suspiró cansado. Ya daban las 5:45, debía apurarse si no quería dejar esperando a Trowa. Se puso de pie con desgano, no le hacía gracias dejar a Duo solo. Pero los profesores tenían sus deberes acabados a esa hora. Yuy no tardaría en llegar.

En silencio se levantó de la silla junto a la cama y acercó sus finos labios hasta la frente cubierta de cabello de Duo. Removiéndolos un poco depositó un suave beso en ella.

- Espero que te recuperes, Duo...- murmuró antes de arroparlo. Con cuidado de no hacer ruido tomó su mochila y abrió la puerta.

Trowa esperaba impaciente. Sabía que su pequeño ángel era puntual, pero también tenía conocimiento sobre la preocupación y el cariño que le profesaba el niño rubio a Duo.

Se volteó a ver el reloj que prendía de la pared de la biblioteca y sin siquiera darse cuenta se encontró con una pareja de chicos besándose. Una linda rubia y un moreno de último año. De inmediato pensó en su niño.

Pensamientos que tuvo que alejar cuando vio a su amigo oriental dirigirse a él.

- Buenas, Barton- saludó cortésmente esbozando una, apenas, imperceptible sonrisa.

- Buenas, Wufei- respondió dándole la mano.

- ¿A quién esperas?- esa pregunta lo puso en shock unos momentos. ¿Qué debía de contestarle? Wufei pareció comprender el dilema en el que había puesto a su amigo. Una pícara sonrisa apreció en su rostro- no me digas que estás esperando a Catherine Bloom- el sonrojo de Trowa se hizo evidente- ¡Cielos, amigo! No sabía que te fuera tan atractiva la maestra de Gimnasia Artística, Ja ja ja- la carcajada de Wufei se escuchó por toda la biblioteca. Una mujer lo miró enfadada y el chino tuvo que hacer un intento sobre humano para dejar de reír.

- ¡No, no es cierto!- se apresuró a explicar el latino- Catherine es mi hermana, Idiota!!- el rubor de las mejillas se había opacado un poco, aunque no desaparecido por completo. Wufei le dio unas palmadas en la espalda.

- ¿Supiste lo de Maxwell, cierto?- preguntó ahora en un tono más serio.

- Así es. Me sorprende de él. Se veía muy saludable- acotó mientras su mirada perdía brillo.

- No es de sorprenderse. Su peso y talla son demasiado bajas para un chico de su edad...- cortó su platica abruptamente al ver una mano que se agitaba en alto para llamar su atención. La mano de una chica de cabellos cortos- lamento dejarte Trowa, pero debo irme- y sin esperar una despedida del moreno atravesó a grandes zancadas la sala.

Trowa quedó en blanco unos momentos, para después sentir unos insistentes tirones en su camisa. Volteó su cara fastidiado pensando en encontrar la cara de uno de los pequeños del Instituto, pero su rostro se bañó en alegría al ver junto a él a su precioso árabe.

- ¿Llevas mucho tiempo esperando?- preguntó el rubio mientras sus mejillas se teñían de carmín. Él se limitó a negar con su cabeza.- Perdona, es que tuve un problema después de ver a Duo...- el moreno lo silenció con un dedo sobre sus labios.

- ¿Te parece si vamos a cenar?- la mirada del pequeño le respondió casi al instante.

- Sip -

Y se alejaron los dos de la Biblioteca. Mientras unos ojos azules rodeados de largas pestañas los seguían. Heero se las pagaría. Y quizás podría utilizar al maestro y al amigo de la molestia como armas.

Se había sorprendido de encontrarse al pequeño árabe al llegar. La mirada de éste le habían hecho comprender que sólo estaba ahí para visitar a Duo, realmente el chico le tenía mucho aprecio a su baka trenzado.

Los ojos azul cobalto de Heero recorrieron todo su "departamento" (N/A: hasta ahora he mencionado que es una habitación, pero como dato importante, es un departamento ubicado a un costado del Instituto, como un edificio anexo en donde varios de los profesores hacen su vida durante el ciclo escolar. Es básicamente el mismo caso de Wufei y Trowa. Yo creo que lo detallaré más adelante. Esto es sólo para evitar confusión - Gracias por su tiempo) buscando algún cuerpo extraño. Al no hallar nada se dirigió a su habitación, era más probable que hubieran dejado el cuerpo del chico ahí, recostado.

Abrió la puerta que daba al dormitorio y se relajó cuando vio a la figura durmiente bajo las sábanas. Era mejor así. Le daría el tiempo suficiente como para hojear un poco en sus libros de medicina.

Y es que la insinuación de cuidarlo por parte de Wufei se debía a eso. El chico de cabello castaño alborotado estaba licenciado en medicina, y con honores. No debía de tener problema alguno para tratar a un adolescente. Ningún problema de ninguna clase...

Abrió un grueso libro de Medicina. Buscó cuidadosamente las enfermedades que padecía su nuevo "paciente" y con una caligrafía excelente anotó los datos más importantes en una pequeña libreta de color azul.

La enfermedad en sí no era grave, más grave eran los antecedentes que se habían presentado como causa de la depresión. Duo era huérfano, y aún así siempre mantenía esa sonrisa transparente y llena de inocencia para todos. Se prometió a sí mismo que lo protegería. No dejaría que nadie le pusiera un dedo encima a su pequeño. Ninmu kanryou, murmuró en su lengua natal.

Sintió pequeños ruidos dentro de la pieza donde se encontraba el chico. Se encaminó a paso lento hasta tocar suavemente la puerta. Como nadie le contestara decidió entrar.

- Veo que ya has despertado- dijo sin cambiar el tono de su voz.

- Uh?- el chico volteó a verle confundido, al parecer no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba- ¿Profesor Yuy?- preguntó saliendo de pronto de su mutismo y sonrojándose furiosamente... recordando aquel beso en el salón....

- Así es- sus ojos estudiaron al chico- Tus cosas han sido traídas ya, por ahora puedes ocupar esta habitación, mañana ya tendrán lista la contigua- al parecer Duo no había entendido mucho.

- Eto... no entiendo nada...- le dejó caer de lleno. El rostro de Heero mostró un rictus en sus labios.

- Se me dijo lo referente a tu enfermedad, y estoy a cargo a partir de hoy de su evolución.

Duo se aterrorizó. Su rostro perdió completamente el color, incluso el de su sonrojo. Él sabía su secreto... Heero Yuy lo sabía...

Imágenes de los cuerpos de sus padres atacaron su mente sin razón alguna, y sólo por querer alejarlas tomó su cabeza con fuerza entre sus manos mientras su cuerpo se encogía sobre la cama ante la mirada impresionada de Heero. Al parecer el chico iba a sufrir un ataque de pánico.

Las lagrimas se hicieron rápidamente presentes y salieron libres de sus ojos violáceos manchando el pijama y un poco de la sábana con la cálida agua salada. Sintió un escalofrío recorrerle cuando unos brazos lo apresaron impidiendo que sus uñas siguieran arañándole cara. Heero lo sostenía con fuerza contra sí.

Lentamente el muchacho destrenzado se fue calmando y su respiración se reguló un poco. Heero se acercó a él, tratando de no ser hechizado de nuevo por esos labios sonrosados abiertos en una clara invitación a sentir la suavidad y el hechizante sabor que poseían.

Paseó su mano suavemente por la espalda de Duo, que estaba cubierta por esa cascada de color caramelo. Disimuladamente acercó su nariz a éste para sentir por sí mismo aquella fragancia a hierbas que pertenecía al shampoo del joven, u aroma que inundaba todos sus sentidos.

- Calma...- dijo tratando de que su voz sonara lo más serena posible, aunque a decir verdad, él ya la estaba perdiendo debido a la cercanía entre ambos cuerpos.

- Yo.. yo...- tartamudeó Duo... su voz era apenas un fino hilo de lo que alguna vez fuera su risa.

- Calma- volvió a repetir. Y alzando ligeramente un brazo cogió una de las píldoras que estaban sobre la mesa y un vaso con agua. Hizo que Duo lo mirara y lentamente puso la pastilla en la boca del hico, rozando sus labios ligeramente durante la acción, produciendo un ligero temblor en el cuerpo más pequeño. Después de pasarle el agua sintió como se relajaba en sus brazos, cayendo en un profundo sueño. En verdad los antidepresivos y somníferos eran efectivos en algunos casos. Pero él se encargaría de que ya no le hicieran falta nunca más.

Con lentitud y desgano de separase de ése cuerpo que emanaba un calorcito reconfortante lo recostó sobre la cama, acariciando su cabello y dejando ver, por una vez, un rostro suavizado. Enterró sus dedos en el cabello revuelto sobre la almohada y alcanzó esos labios dulces como la miel en un beso tierno y sin exigencias. Era el segundo beso que le robaba en menos de una semana.

Volvió a la salita a continuar con sus anotaciones, el repentino ataque de pánico de Duo lo había dejado confundido, quizás era producto de alguna pesadilla, pero el saber tranquilizar a una persona era parte de su trabajo como "médico" aunque éste médico estuviera más retirado de la labor que otra cosa.

A su mente volvieron las palabras de "Mente Brillante". Sacudió su cabeza ante éstos pensamientos, no le hacía bien pensar en cosas pasadas. Si Trowa había podido recuperar el carisma que tenía de joven por un "supuesto amante", como Heero llamaba al árabe, él podría hacer lo mismo con Duo. Sólo faltaba que éste no se negara a ayudar.

Volvió a sacudir de su mente esos pensamientos. Ahora lo importante era ayudar a Duo a salir de sus problemas. Al parecer le había afectado bastante que se enterara de la verdad. Casi como si fuera un secreto. Y en cierta forma lo era...

Después de casi dos horas decidió dejar el trabajo. Ya daban las 8 y sería buena idea ir a despertar al chiquillo y comer algo tranquilamente.

Ésta vez cuando entró se encontró con el bello durmiente sentado en el borde de la cama, tenía una expresión perdida en el rostro. Y de nada sirvieron sus esfuerzos por hacerle notar que él había entrado. El chico simplemente parecía estar en la luna.

Se arrodilló frente a él, obligándolo a mirar directo a sus ojos. El sabor de los labios del trenzado se hizo presente de nuevo en su boca. Tenía sed.... Una sed loca por esa boca de miel y caramelo...

Lo ayudó a ponerse de pie y o condujo hasta el comedor. Con una velocidad increíble la mesa estaba ya dispuesta para cenar. Una llamada telefónica y 15 minutos después una humeante pizza descansaba sobre la mesa. Heero la abrió atento a cualquier reacción que pudiera tener Duo.

Normalmente él era muy ruidoso, pero ahora estaba ido, como si no supiera nada de lo que pasaba a su alrededor. Cortó la pizza en 4 y repartió para ellos. Unas tazas de colores vivos acompañaban su improvisada cena.

- Estás muy callado...- soltó al aire como quien no quiere la cosa.

- Eh?- era un hecho. Realmente no estaba prestándole atención a nada en particular.

- Nada, sólo recordaba que hoy comenzaban tus clases, y como veo que no estás ocupado podríamos empezar ya- y ante la mirada atónita de Duo Heero apareció cargando dos cuadernos. Uno para resolver los ejercicios y otros que lo contenían- ¿Sabes resolver ecuaciones?

- Claro, lo pasaron el año pasado en mi Instituto...- alcanzó a responder antes de ser interrumpido.

- Te pregunté si sabías, no si lo habían pasado- su voz sonó cortante. Duo bajó la vista algo sonrojado. La mirada de su profesor le hacía sentir incómodo.

- No... no soy muy bueno con los números- admitió con pena.

- De acuerdo.

Heero comenzó a enseñarle los métodos básicos de la resolución de Ecuaciones y de a poco Duo comenzó a tener un ritmo estable en lo que refería a resolver Ecuaciones Simples y de primer grado. Al parecer eso lo había distraído un poco e incluso ahora hasta bromeaba.

La noche les cayó de una manera rápida, eran pasadas las 12 cuando dejaron los libros de lado. Ahora Duo se veía mucho más relajado.

Estirándose perezosamente Duo esperó pacientemente a Heero. La verdad ya no le parecía tanto un ogro. Rió para sí mismo cuando lo pensó. Jamás había notado lo amable y atractivo que pudiera llegar a ser su maestro. Un momento... ¿Atractivo?. Sintió un sonrojo comenzar a cubrir su cara... ¿De verdad le parecía atractivo Heero Yuy?

Detuvo sus pensamientos cuando él entró a la sala. En sus manos traía dos tazas de café. Duo reconoció una como suya, seguramente estaba entre las cosas que habían traído esa tarde.

Recordó de nuevo su primer beso... intentando hacer uso de toda su auto determinación agradeció la taza que Heero le ofrecía y la bebió en completo silencio. No sabía qué iba a hacer, hacía sólo 4 días que había estado asistiendo con normalidad a las clases con sus amigos. Pero ahora era diferente... ahora sabía que de verdad le atraía el profesor de ojos cobalto...

- ¿Te encuentras bien?- una mano posándose sobre su frente le hizo despertar de su meditación.

- Je je, sí, lo siento... creo que estoy un poco cansado...- contestó bajando la cara avergonzado.

- Entiendo. Te he despertado sólo para estudiar, espero que no te molestes por eso- la cara de Duo subió hasta toparse con la de su profesor, demonios... estaban demasiado cerca... y... ¿Cómo demonios podía enojarse porque Heero lo hubiera despertado? Después de aquel beso pensaba que podría perdonar todo lo que el otro hiciera.

- No se preocupe- respondió haciendo uso de una sonrisa nerviosa.

- De acuerdo. Hace tiempo que no tenía un alumno tan flojo...- arrastró las palabras Heero. Duo sintió como una ola de calor lo cubría, pero no de rubor, sino de enojo.

- ¿¡Cómo que flojo!?- alzó su voz mostrándose en extremo indignado.

- ¿Por qué me gritas?

- ¿¡Qué por qué te grito!?- su voz se elevaba cada vez más.

- Ahora nos tuteamos- dijo Heero, dando por zanjado un hecho, serenamente viéndolo fijamente.

- ¿Qué? ...- Duo quedó cortado ene se momento. Acababa de darse cuenta de lo que había hecho. Los colores subieron a su rostro mientras trataba de alejarse balbuceando unas cuantas disculpas...

- No te preocupes. Para mí está bien... – respondió Heero parándose del sillón donde se había acomodado. Tomó el brazo del chico y lo asió fuertemente contra sí. Quizás como médico no tuviera que tener esos problemas con su "Paciente", pero ya era muy tarde para detenerse a pensarlo.

Sin dudarlo acercó sus labios a los del más joven uniéndolos en un beso. Duo abrió sus ojos exageradamente. Más aún cuando sintió como la lengua de su profesor urgirlo a separar su boca. Aún dudando aceptó y se sintió desfallecer cuando una pícara lengua se metió en su boca.

Los labios del chico se ponían cada vez más rojos por la pasión que se desarrollaba en ese momento. Y eso que todavía no entendía lo que estaba pasando. Todavía no asimilaba que quien lo estaba besando tan ardientemente sería su compañero de cuarto por unos largos 9 meses. Con un temblor se separó de Heero.

- Espero que no llegues tarde mañana- al parecer Heero había recuperado por completo todo el aire. Algo que Duo aún no había logrado- creo que deberíamos cambiar los horarios de estudio. A las 5 en la Biblioteca.

A Duo no le dio tiempo para contestar, Heero estaba armando un sofá- cama en medio de la sala y sacaba unas mantas de algún cajón.

- Tu dormirás en mi habitación esta noche- le miró sensualmente. Casi insinuantemente. Casi...

- Hai...- Duo asintió y rápido como el viento desapareció. Haber perdido las clases de ese día no le parecía tan importante como cerrar con llave la puerta a toda costa. Supo, desde ese momento, que las cosas no se quedarían así con su profesor. Tarde o temprano iba a terminar admitiendo que le gustaba.

¿Qué le gustaba? ¿Admitiendo?

¡Pero si ya lo había hecho!

Había admitido que le gustaba Heero Yuy y que no podría pasar a su lado sin detenerse a sentirlo. A sentir TODO lo que él pudiera hacer. Sus mejillas se colorearon de un rojo carmín al pensar qué clase de "cosas" sería capaz de hacer su maestro con esa lengua exquisita.

Un último movimiento de cabeza. Eso no podía estarle pasando a él. Se desplomó en la cama y vio enseguida un vaso con agua y algunas medicinas. Reconoció una de ellas y tomándola en sus manos se la llevó a la boca y tomó una gran cantidad de líquido. De inmediato el sueño lo venció. Las píldoras para dormir no eran tan malas...

REVIEW CONTEST!!!!

Kana Yuy: kyaaaa muchas gracias, Kana-Chan!!, pues sí, Heero tendrá que lidiar un buen rato con Phillipe, quizás no tanto con relela, ya que está en último año y debe preparar el examen de ingreso a la Universidad, pero bueeee... pronto seguiré subiendo los otros caps que están listos, pero todo depende de los reviews!!

Kaede-Sakuragi: jajaja, gracias por el review, Kaede! Pues... trataré de subir luego el quinto cap, pero te advierto que va algo cortito, yo, que normalmente hago caps de 18 págs, no he podido escribir más allá de 10 buuaaaaa u.u bueno, nos leemos!!!

GRACIAS!!!!