Clases Especiales
Por Aiko Winner
Capítulo 4:
"Deseo alejarme de todo... "
Habían pasado ya varias semanas y el incidente del beso no había vuelto a repetirse. Heero había pensado una y otra vez en aquella noche sobre qué cosa lo había impulsado a actuar así. Primero que nada, él nunca se había sentido atraído hacia un hombre, menos hacia un jovencito. Segundo, él no PODÍA haber besado a un hombre, menos a ESE jovencito. La habitación contigua a la suya, y que usaba como sala de estudio, había sido reacondicionada para Duo, instalando una cama, escritorio y llenado los cajones y armario con la ropa del joven.
Le dolía la cabeza. Escuchaba los llantos entrecortados de Duo desde la otra habitación. Ciertamente Quatre debía de haber tenido un sueño muy pesado para no haber despertado si Duo hacia eso todas las noches. Su Duo... Entró a la habitación.
Su pobre e inocente Duo. Si tan sólo hubiera sido unos años mayor... y no le molestaba también en la posibilidad de que fuese una chica. Pero no, tenía que ser Reelena Peacecraft la que lo persiguiera sin importarle si su presencia molestaba.
Esa odiosa jovencita. Había descubierto, por mera casualidad, como miraba a Su trenzado. El primer día que él fue trasladado a su habitación ella lo mitraba con odio y determinación. Había en sus ojos mucho más que una "simple" venganza.
Y él, Heero Yuy, no había tenido mejor idea que haberse sentido atraído por su alumno Duo Maxwell. Pero es que simplemente el muchachito era encantador. Mostrando siempre esa reluciente sonrisa, aunque él supiera era una sonrisa falsa. Una escapatoria a su propia verdad. Una máscara que usaba ante todo el mundo.
Y ahora, después de por lo menos 3 meses de clases y a unas cuantas semanas de acabar el primer trimestre se seguía sintiendo así. Ahora que Duo compartía la habitación con él debía esperar mucho a que éste se dignara siquiera a callarse.
A Duo no le importaba que estuviera haciendo, corrigiendo exámenes, preparando informes, NO, a él lo único que le importaba era conversar. Quién sabría cómo aprobaba sin inconvenientes los otros ramos, porque lo que era matemática apenas y pasaba con la nota rayando en lo mínimo, definitivamente los números no eran su fuerte.
Caminó por el departamento, intentando conseguir algo de sueño y se adentró en la habitación de Duo, fijándose sin querer en el cuerpo del chico. Se veía adorable. Con las mantas esparcidas a los pies de la cama, y él con sólo los pantalones del pijama y la camisa desabrochada. Era una visión de un ángel a sus ojos (un ángel desparramado, pero ángel al fin nnU), se acercó lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible, y se sentó a su lado.
Con suma tranquilidad pasó su mano por la mejilla pálida del chico frente a sí. Removió unos mechones de color caramelo y los acomodó tras la curva de la oreja. ¡Qué hermoso era su pequeño! Se paró de nuevo para tender las sábanas sobre su cuerpo. Depositó un beso en su frente y volvió a su habitación, tapándose hasta las orejas y dando media vuelta.
En el otro cuarto, una sonrisa cruzó el rostro del supuestamente dormido muchacho...
Los días pasaban rápidos en el Instituto Peacecraft, es decir, además de las aburridas clases que debían de aguantar los estudiantes también habían días de "fiesta", por así decirlo. Aquella noche se celebraba el término del primer trimestre, tendrían sus dos semanas de bien merecidas vacaciones y el que lo quisiera podría regresar a pasar esa temporada a su casa.
Duo caminaba con una radiante sonrisa de oreja a oreja por el pasillo aquel día, no había tenido problemas con los exámenes de Literatura y Psicología, además los otros eran bastantes fáciles. Ahora sólo le faltaban dos. Bueno, habrían sido dos si no hubiera sido porque el profesor de la asignatura le recomendó que no hiciera deporte por algún tiempo, ¡Demonios! ¡Cómo lo aburría eso!
Tenía un segundo examen de matemática con Heero, en tan sólo unas horas, sólo porque en el primero le había ido tremendamente mal, y extrañamente se sentía realmente preparado. Eso de haber estudiado con él le había servido de mucho. Quizás debía replantearse la idea de tener clase con él los jueves el próximo semestre también. Ya que después de tres sesiones, había quedado agotado. Y suponía que ni Heero sabía porque complacía sus caprichos.
Tarareando una canción se dirigió a almorzar en el patio. Era un día precioso y pensaba aprovecharlo. Sonreía como siempre. A pesar de sentir la mirada de todo el que se le cruzara sobre sí. Ser un chico tan atractivo no era fácil. Su estómago rugió pidiéndole comida a viva voz (--U).
Con paso rápido se encaminó al comedor, cruzándose con Quatre en el camino. El rubio parecía agitado, tenía las mejillas sonrojadas, la respiración acelerada y el cabello un poco revuelto... la mente de Duo pensaba... ¿Por qué?
- Quatre...- balbuceó tímidamente- ¿Podría hacerte una pregunta?
- Claro Duo- respondió el árabe mientras secaba su frente con el dorso de su mano. Duo se encogió.
- ¿Por qué estás así?- Quatre le miró extrañado, hasta que vio como Duo le señalaba su cabello revuelto y la camisa fuera de su sitio. Su sonrojo creció más.
- Eh... bueno...- bajó la cara. ¡La culpa la tenía Trowa! Sólo a él se le ocurría encerrarse en los baños de profesores con llave. Rápidamente llevó su mano al cuello intentando tapar una reciente marca rojiza, cortesía de Trowa, claro está.
- ¿Escapando de las admiradoras?- preguntó una pícara voz.
- Hilde, hola- Duo ensanchó su sonrisa al ver a la chica de cabello azul unirse a la caminata al comedor.
- Hace siglos que no los encontraba- bufó la niña hundiendo su cabeza entre sus hombros.
- Hilde... nos vimos hoy en la mañana -U- recordó Quatre subiéndose disimuladamente el cuello de la camisa. Hilde rió.
- Hey, Hilde, ¿A qué te refieres con "admiradoras"?- Duo la miró con aire inocente.
- Bueno, ¿Pero que no te has dado cuenta? Las zorras de aquí se comen a Quatre sólo mirándolo- el aludido volteó la cara.- y tu tampoco estás muy seguro que digamos. Con el grupito de Maniaque no se te va hacer fácil nada de ahora en adelante, y si a eso le sumamos el grupo de homofóbicos de último año... vas a tener que estar muy al corriente de los rumores que se oigan, Duo...- terminó en tono serio y confidente.
- Hilde... ¿No crees que exageras?- la voz dulce de una chica se oyó tras ellos.
- Hola Sylvia- saludaron cortésmente los dos chicos. La niña rubia les sonrió en respuesta.
- ¿No crees que los vas asustar si empiezas con todas esas cosas, Hilde?- recriminó la recién llegada.
- Hay! Sylvia- se quejó la peli azul haciendo una mueca aburrida- mejor vamos a comer, ¿Sí?
La rubia aceptó la idea, aunque siguiera sin encontrar justificación a lo que ella llamaba "una causa injusta". Duo y Quatre se miraron nerviosos, realmente en una pelea de chicas, mejor no meterse.
La cafetería estaba llena a reventar, y los únicos cuatro puestos que quedaban libres estaba en la mesa del nombrado rubio francés. Aquel color oro que a Quatre le hacía ver tan adorable como un ángel a éste no le sentaba en lo más mínimo, un ángel de la oscuridad, si entraban a comparar.
Sylvia los miró suplicante, era obvio que quería mostrarles que el chico francés no resultaba tan molesto como ellos habían afirmado, y después de coger con una mirada sombría sus bandejas se encaminaron hasta el lugar ocupado.
- Disculpa Phillipe, ¿Podemos?- preguntó suavemente Sylvia. El chico la miró, estudiándola lentamente, mientras a sus espaldas los tres amigos mantenían una sonrisa enyesada. Después de un tiempo que pareció eterno, Phillipe cabeceó afirmativamente- Gracias, ¿Ven, chicos? -
- Hola Duo...- saludó mirando fijamente al trenzado con sus ojos de veteados negros. Duo se erizó al escuchar salir su nombre de aquella boca.
- Hola...- bajó la mirada a su plato y comenzó a comer con exagerada rapidez, el chico de ojos blancos lo miró risueño. Ese niño era todo un encanto. Sus mejillas sonrojadas como fresas... y aquel cabello largo y de apariencia sedosa... Duo Maxwell iba a ser suyo.
- Duo...- volvió a susurrar, y no dijo nada hasta que sintió la mirada tímida del trenzado sobre él- ¿Vas a ir a la fiesta de esta noche?- Duo se encogió de hombros- Me gustaría que fueras- una sonrisa amable se dibujó en esos labios sonrosados. Duo suspiro, al parecer el chico había dejado de lado el tratar de seducirle.
- Supongo que iré- respondió con una sonrisa, borrando cualquier duda que tuviera el francés, "mientras más amable seas con el chiquillo, más confianza te tendrá y será tuyo", le había dicho uno de sus amigos. Vaya si tenía razón. Duo volvió a fijar la mirada en su plato aún no acabado, sin darse cuenta de cómo Phillipe pasaba su lengua por su labio superior.
- Quatre, niñas... ¿Ustedes irán?- preguntó, para sonar casual.
- No lo creo, tengo cosas que hacer hoy- respondió Quatre devolviendo la sonrisa. Para él no había pasado desapercibido aquel gesto lujurioso que el chico le dedicaba a su amigo.
- ¡Pero Quatre! Si acabamos de entrar en vacaciones- se quejó Hilde- yo sí voy, ¿Y tu, Sylvia?- la aludida se dedicó a asentir levemente, con la mirada perdida en la nada.
- Me parece bien- la sonrisa de Phillipe se hizo más grande. Entretener a las chicas iba a ser fácil, y mientras, él podría animar a Duo- ¿Les parece si nos vemos a las 8 en la entrada del instituto?- los tres muchachos se miraron y asintieron con sonrisas.
La comida duró poco, por lo menos en el plato de Duo, quien se disculpó diciendo que aún tenía cosas que acabar. Hilde dio una carcajada al oírlo decir eso, para ella no era ningún secreto que Duo odiaba las clases. Pero lo que ella no sabía era que Duo tenía clases especiales de matemática, con cierto profesor japonés, y de las que siempre huía... tampoco sabía que Duo no planeaba escaparse de dichas clases...
Quatre le secundó casi al instante, si bien él no tenía materias pendientes ni nada, si tenía una cita, una a la cual no podía faltar. Usó como excusa el tener una llamada urgente de su padre, dejando a las muchachas con Phillipe. El francés sonrió con malignidad al ver como Quatre salía del comedor.
- Schbeiker...- llamó suavemente, haciendo que la chica volteara a verle- He visto a Duo muy deprimido últimamente- la cara de Hilde mostró pánico, Nadie debía enterarse de lo de Duo- no te pido que me digas lo que le sucede... sólo que tenía una idea para alegrarlo un poco...- las facciones de Hilde se suavizaron, si era para ayudar a Duo a recuperar una sonrisa, ella haría lo que fuera- aunque... necesito de su ayuda- Sylvia miró esos ojos llenos de deseo... ¿Deseo? No, debía estar equivocada, ese chico sólo quería ayudar...
Duo corrió por los pasillos para llegar pronto a la habitación que compartía con Heero, no sabía cómo, pero a cada momento que pasaba a su lado sentía que el tiempo se hacia eterno... le encantaba la sensación de seguridad que lo acompañaba cuando estaba con su maestro... una sonrisa cruzó su rostro cuando sacó el llavero de su mochila... Un llavero con dos fotos. Sus seres más amados...
Dio vuelta a la llave, y en cuanto entró escuchó gritos que venían de la cocina. Al parecer una chica. ¿Una chica? ¿Qué estaba haciendo una chica en la cocina de Heero?
Dejó su mochila a un lado de la puerta mientras avanzaba silencioso, asomó la punta de su cabeza por la puerta. Lo único que alcanzó a distinguir fue una cabellera rubia ceniza bastante larga. Y una voz horrible que salía de esa persona. También vio a Heero, él parecía estar enfadado... era raro... Heero nunca parecía mostrar emoción alguna, pero... ahora sentía hasta cierto temor. Esas cejas arqueadas en enojo se le hicieron conocidas. Su padre tenía aquella misma manera de mirar cuando los regañaba a su hermana y a él. Sus ojos se llenaron de lagrimas, sin prestar interés en la conversación, y cubriéndose la boca corrió al baño.
Cerró con llave y se dejó caer junto al inodoro. Se sentó a horcajadas en el suelo y como si fuera lo más natural del mundo, la comida recién servida salió mezclándose con la sangre, cayendo dentro del gran recipiente. Siguió por unos minutos más así... sólo botando más y más sangre... sentía como lentamente se desvanecía.
Heero sintió abrirse la puerta. Y sintió como alguien los observaba. Sabía perfectamente de quién se trataba, pero con esa niña molesta en su mini departamento no podía hacer mucho.
Reelena se había encaprichado demasiado con él. Y había que ponerle un fin a todo, por ningún motivo se iba a ver envuelto con uno de sus estudiantes, aunque estos estuvieran a punto de salir del Instituto, en el caso de Reelena.
- Heero... vamos... yo sé que de verdad te importo...- suplicó Reelena, sin notar el brillo violeta tras ella.
- Te lo he dicho otras veces, Reelena. No tengo interés en ti- volteó a verla con enfado. Mostrando su mirada cobalto rebosante de furia. La chica rubia no pareció intimidarse.
- Vamos Heero, tú sabes que mi hermano es el director de éste Instituto. No habrá problema- el ceño de Heero se hizo aún más visible, sobre todo cuando vio que la figura tras Reelena corría en dirección al baño. Tenía que detenerlo.
- También se lo he dicho a tu hermano. No quiero nada que ver con esto. Y ahora, si me permites, tengo cosas que hacer- tomó el brazo de la rubia, arrastrándola por la sala de estar, sin prestar atención a los gritos furiosos que ésta le daba- Gracias por tu visita, Reelena- y le cerró la puerta en la nariz. Tendría que comprar un nuevo cerrojo y otro juego de llaves, porque no tenía idea donde la chica había conseguido las copias.
Dejó eso de lado cuando recordó que Duo había corrido al baño. Se apresuró al lugar, rápidamente cruzó el cuarto y se paró junto a la puerta. Dio un toque...
- ¿Duo?- preguntó.
- ...
- Duo, voy a entrar- se escuchó el ruido del agua al caer. Frunció el ceño de nuevo, y forzando la puerta, la abrió. Duo estaba a un costado del inodoro, los labios con pequeños residuos de sangre y la piel con un extraño tono cremoso. Demasiado pálido para ser normal- ¿Qué hiciste?- demandó saber. Duo bajó el rostro. Sabía que le estaba prohibido devolver la comida... y Heero le estaba ayudando... pero no había podido contenerse cuando lo vio actuar como su padre. De sus ojos cayeron nuevas lagrimas.
- Yo...- ahogó sus palabras abrazándose a sí mismo. No podía pensar en nada que no fuera esa mirada. El brazo de Heero se cerró sobre sus hombros confortándolo mientras se dirigía a su habitación. Tembló ante el contacto de las manos del hombre mayor sobre él. Estaba ayudándole a deshacerse de su camisa, teñida de rojo y con un olor nauseabundo que lo estaba haciendo sentir mal.
- Está bien, Duo- contestó Heero, sin dejar al muchacho acabar la frase. Quizás la escena con Reelena era lo que había empeorado el estado de Duo. No pudo sacarse ese pensamiento de la cabeza. Quitó la camisa y la tiró a un lado de la habitación. Le ayudó a limpiarse y después de un rato el sueño venció al trenzado.
Heero le observó dormir por largo rato. Las clases habían terminado, y tenían un tiempo de 2 semanas de vacaciones. Acarició uno a uno los suaves cabellos del chico, sonrió a sí mismo y se sentó junto a él, en un sillón, mientras tomaba el pesado libro de medicina y su cuaderno de apuntes, el cual tenía todos los datos de Duo, sus continuos cambios de ánimo, y uno que otro dibujo o fotografía. Posó su mano en la cubierta suave del cuaderno. Tan suave... pero nada comparado a la piel de Duo.
...
Daban las siete cuando Duo comenzó a abrir sus ojos, sintió la ligera manta sobre sí, y aún un poco mareado se sentó al borde de la cama. Con pasos tambaleantes llegó al armario para sacar alguna sudadera, y seguidamente salió de la habitación.
Al llegar a la salita se encontró con una escena que nunca había podido apreciar. El Heero-Sensei (N/A: gomen! ¡-¡ pero es que he visto Gravitation, y desde entonces no he podido dejar de decir Sensei, después del nombre de algún maestro, gracias -) estaba plácidamente dormido con un libro abierto sobre su vientre, un cuaderno de notas en la mesita de madera, junto con una pluma plateada. Se acercó a él, sintiendo una extraña opresión en su pecho. ¡Y pensar que todo había comenzado para él como un simple juego! ¡Se suponía que él iba a dejar sin aliento a su querido maestro!... se sentó junto a Heero, cuidando de no incomodarlo con su peso sobre su hombro.
El trenzado cerró sus ojos, aspirando profundamente el aroma de su maestro. Era increíble como ese hombre que no hacía más que callarlo cuando comenzaba a hablar de más había sido capaz de dejarlo prendado. Es que... era imposible resistirse a esos ojos azul cobalto, y a esa mirada fría que dedicaba siempre a todo el mundo. Se consideraba afortunado en ese momento, podía ver, con toda tranquilidad, el semblante relajado de Heero, ver sus facciones detenidamente, sin el temor de que alguien pudiese notarlo. En clases se dedicaba a mirarlo, y usaba cualquier excusa para pararse a preguntar durante ellas. Le gustaba que la atención de Heero estuviera única y exclusivamente centrada en él.
Aunque aceptaba que esa actitud suya era un tanto posesiva, no la encontraba tan infantil, como él decía, como la de aquella estudiante mayor, Reelena. Había visto que Heero se había enfadado mucho con ella, incluso había pedido un cerrojo y llaves nuevas para mantenerla alejada. Era casi como si estuviera preocupado por él. Había visto a la chica de cabellos rubios tan sólo unos días antes, y Heero la estaba regañando.
Qué bien se había sentido. Y su Heero-sensei le había dejado muy en claro a la chica que no debía de meterse con él o con su alumno!!
Se acercó un poco más hasta peinar sus revueltos cabellos. A su mente llegó el recuerdo de los dos besos robados por Heero, y con una sonrisa nerviosa, acercó su boca a la comisura de los labios del hombre mayor. Los besó por sólo unos segundos, no podía permitirse que despertara, y además se le estaba haciendo tarde para las ocho, tenía el tiempo justo para bañarse y ponerse bello.
Ya daban las ocho y Duo aún no llegaba, Sylvia empezaba a impacientarse al igual que Phillipe y la pobre de Hilde daba vueltas y vueltas continuamente, ella sabía que Duo era un tanto impuntual, así que esperaba que apareciera cuando menos se lo esperaran. Las vueltas de Hilde fueron rápidamente acompañadas por las de ambos chicos rubios.
De la nada escucharon pasos, que corrían presurosos, divisaron una trenza castaña moviéndose al compás del cuerpo que la portaba. La figura se detuvo frente a ellos, bajando su cabeza para intentar recuperar el aliento que había perdido al correr sin detenerse.
- Go- Gomen...- se disculpó, pero ninguno de los otros chicos parecía haberle escuchado, todos miraban fijamente al trenzado. Duo lucía exquisito aquella noche. La camisa negra de manga corta, junto con aquel pantalón de mesclilla desgastado, el cabello ordenado prolijamente en esa suave trenza, las mejillas sonrojadas por el esfuerzo y sus ojos violetas centellando hacían de Duo alguien realmente irresistible.
- Hasta que apareces, Duo- reclamó el francés mirándolo de pies a cabeza.
- Gomen- repitió cerrando sus ojos ante la incomodidad de la mirada de Phillipe sobre su cuerpo- ¿Qué tal si nos vamos?- preguntó de manera casual mientras extendía su brazo a Hilde.
- Me parece bien- contestó Sylvia, tomando lugar junto al alto rubio.
Emprendieron el camino hablando de trivialidades, la risa de Duo se hacía contagiosa y Phillipe sentía que su corazón se aceleraba cuando los ojos violetas le miraban pidiendo que corroborara algo.
El francés se había comportado de manera exquisita con Duo, no lo había atemorizado con sus miradas lujuriosas y sus malintencionados comentarios acerca de su sexualidad, a Duo no le cabían dudas de que el chico estaba tratando de ser amable, aunque aún le resultaba vergonzoso que un hombre pudiera llegar a mirarlo como lo hacía él. Normalmente sólo las chicas le dirigían esa clase de miradas, si bien es cierto que en los demás institutos donde había estado con Quatre eran el centro de atención de todas las chicas, y de algunos chicos, nunca nadie le había hecho notar el deseo con sólo una mirada.
Los ojos de Phillipe eran mágicos, de un gris blanquecino que hacían pensar en la neblina que nunca se va de aquellas selvas húmedas; en aquellos paisajes que los artistas solían pintar de Londres, un sendero por el cual es muy fácil perderse y no regresar. Duo temía a aquellos ojos, y por eso, cada vez que le miraba, él cerraba los suyos, para no caer en la ilusión que provocaban...
Sintió de pronto Duo un jalón por parte de Hilde y se dio cuenta de que estaban ya frente a la cancha de bastquetball que habían adornado con globos y luces de colores. Las risas de los demás estudiantes se escuchaban opacadas por la fuerte música.
Entraron en parejas por puertas decoradas en tonos celestes y rosados, los pilares que sostenían el techo tenían cintas entrelazadas a ellos. Parecía una verdadera fiesta de gala. El instituto privado Peacecraft realmente contaba con mucho financiamiento económico. La fiesta la había preparado el mismísimo director Zechs, apodado así por parte de las chicas de secundaria.
La mano pálida de Phillipe se posó tranquila en el hombro de Duo mientras le señalaba la mesa de la comida y dejaban a las chicas con las otras niñas. El plan del francés iba bien, alejarlas todo lo posible de Duo.
Tal y como le había dicho la rubia de preparatoria, el trenzado amaba los dulces, y prácticamente se desvivía por probarlos todos. A él le extrañaba la actitud de la señorita Peacecraft, pero como había sido ella quien le había buscado desde un principio, no iba a desechar tan valiosa información.
A medida que avanzaba la fiesta la música rápida fue desplazada paulatinamente por las baladas románticas, que las parejas disfrutaban enormemente, pegando sus cuerpos y moviéndolos al compás de la melodía.
El cuerpo de Duo también se movía, pero no precisamente por estar bailando, sino porque quería darse prisa en devorar la mayor cantidad de dulces posibles. La trenza castaña bailaba detrás de él mientras se movía de aquí a allá buscando pequeñas dosis de azúcar.
Duo sintió un tirón en la trenza que le hizo voltear rápido, con la intención de mandar al diablo a quien hubiese osado tocar su cabello. Pero en vez de hacer eso se quedó parado sin saber qué hacer al ver los ojos se Phillipe sonreírle con calidez.
- Phillipe- murmuró- ¿pasa algo?- preguntó, cerrando sus ojos y volteando graciosamente hacia él.
- Duo, ¿Quieres bailar?- el asombrado y sonrojado rostro de Duo le dio la respuesta inmediata (o al menos eso pensó) y sin dudarlo dos veces le tomó la mano y se lo llevó a la mitad de la pista, mientras en ese momento comenzaba una romántica balada....
Los ojos cobalto se abrieron lentamente, sorprendiéndose de la oscuridad que reinaba en la habitación, eran casi más de las nueve y no había escuchado al escandaloso de Duo en durante todo su lapsus. ¿Sería axaso que estaba tan dormido que no le había sentido?. ¡Pero el trenzado no estaba en la habitación contigua a la suya, ni en el comedor, ni en el baño, no estaba ni siquiera en la cocina! ¿Dónde se podía meter un chico de 16 años un viernes por la noche?
Heero buscó por lo menos 2 veces en todo el departamento antes de darse por vencido y aceptar que el muchachito no estaba ahí. Llevó su mano hacía su cabeza, peinándose levemente sus cabellos con los dedos, un gesto de cansancio apareció en su rostro. Se frotó con el pulgar y el índice los ojos y se recargó ligeramente contra la puerta de entrada.
Según los cuchicheos de sus alumnos, durante sus clases (¬.¬ que no presten atención a Heero por Dios....), iban a preparar una fiesta después del último examen del trimestre para divertirse y despejarse un poco.
Quizás Duo estaba ahí...
Analizó rápido. Si todos los chicos de secundaria iban a ir, el mocoso francés que había perseguido incansablemente a SU trenzado, por casi tres meses, también estaría allí. Y eso no era bueno. Durante la última semana le había visto demasiado cerca de Reelena, lo cual no significaba nada agradable. De hecho, viniendo de la Señorita Obsesiva todo podía ser peor...
Se decidió a ir a buscar a Duo, aunque las fiestas era buenas para relajarle, podrían haber comentarios que le herirían y para su autoestima, de por si baja, empeoraría. Y eso que siempre lo ocultaba con una máscara de felicidad y egolatría.
Cogió su chaqueta y comenzó a recorrer los pasillos, encontraría el lugar y se llevaría al trenzado con él...
¿Porqué tanta preocupación, Heero? Se preguntaba mientras caminaba por los oscuros sendos...
Los cuerpos moviéndose suaves... caras sonrojadas, chicos charlando en las esquinas de las mesas, alejados de todo. Seguramente Duo hubiese preferido quedarse con Heero Yuy antes de pasar siendo arrastrado de la mano, en medio de miradas curiosas, por el francés.
El cuerpo de Phillipe era un poco más alto que el de Duo, lo cual le resultaba demasiado incómodo. Jamás había experimentado el bailar con alguien más alto que él, y mucho menos con un hombre.
Aunque bailaba con Quatre a menudo en la mansión cuando estaban de vacaciones y con ganas de hacer nada, era porque se tenían bastante confianza, pero el pequeño rubio era más pequeño que él, en esa situación se sentía en un papel más masculino.
La mirada lujuriosa de la que había sido víctima en la primera clase de gimnasia estaba ahí nuevamente. Y lo peor de todo era que ahora estaba indefenso y entre los brazos de un rubio de ojos encantados.
- ¿Te sientes bien, Duo?- el rostro del chico se hundió levemente en la cabellera castaña rojiza de Duo.
- Yo... preferiría ir a beber algo...- no se había dado cuenta de cuanto tiempo estuvieron bailando, pero por lo menos fueron unas tres piezas de baile. Su tímido murmullo salió de sus labios mientras con horror miraba al grupo de homofóbicos del Instituto. Eso de estar bailando con una persona del mismo sexo frente a sus ojos, no era recomendable. Simuló una de sus más tiernas sonrisas hacia ellos.- vamos a beber algo... por favor...- suplicó inconscientemente.
- De acuerdo- aceptó de mala gana, forzando una sonrisa. Llevó a Duo a la mesa de los dulces. Según la señorita Peacecraft al trenzado le encantaban, y parecía que era cierto, porque en cuanto Duo miró hacia los pastelillos sus ojos habían brillado ansiosos- espérame un momento, Duo... - dejó deslizar suavemente su lengua en el cuello blanco y cremoso del chico de ojos violetas.
- Oye...- pero no pudo decirle nada, porque cuando le vio, ya iba lejos... - yo...- se tocó el cuello con la punta de los dedos, la húmeda caricia había quedado marcada. Sacudió su cabeza intentando no darle importancia- y cometí el error de verle los ojos...- susurró agarrando su cabeza en una mueca desesperada, la culpa la tenían los ojos de Phillipe.
Dejó vagar su vista por la ancha mesa frente a él... suspiró y llevó a su boca un trozo de tarta de frutas... cerró los ojos con placer ante el sabor dulce de las piñas y el ácido que tenían las fresas. Un sabor exquisito.. como los labios de su sensei...
Abrió los ojos de golpe, ruborizándose al darse cuenta de que estaba pensando en Heero en un lugar público (¬.¬ como si la gente te fuera a leer la mente, Duo-chan)... el recuerdo que sus cálidas manos ayudándole a deshacerse de su sucia polera... un temblor le recorrió de pies a cabeza al recordar los hermosos ojos azules cobalto de su maestro... de acuerdo... no sólo los ojos de Phillipe eran mágicos...
Dirigió su mirada al extremo de la larga mesa, donde vio con claridad como Phillipe hablaba con Hilde. Ella sonreía y asentía encantada... le dolió ver que la chica se llevaba tan bien con el francés. Ella lucía encantadora aquella noche, casi tan bella como las modelos, su cabello suelto caía con una particular gracia, y su flequillo estaba acomodado de forma casi perfecta... pero el flequillo rebelde de Heero era más lindo.
Tapó su boca como temiendo haber dicho esas palabras en voz alta. Su sonrojo no había disminuido nada y se preguntaba dónde estaría su amigo el árabe, extrañaba su compañía... si hubiera venido con él las cosas habrían sido mucho más amenas... no como ahora, que parecía el blanco de un grupo de jovencitas que le miraban extasiadas... les sonrió coquetamente antes de volverse a la mesa y seguir engullendo bocadillos, uno tras otro... como Quatre hubiera dicho, con una voz pequeña y tímida; "Por Alhá, mejor nos vamos". Pero Duo venía con Hilde... no podía dejarla sola, aunque ésta no le hiciera demasiado caso...
Unas manos en su cintura bastaron para que girara la cabeza y se topara con la rubia cabellera de Phillipe... sus labios a centímetros de diferencia...
- Vamos, Duo. La fiesta no está divertida... y creo que hay algo que te gustará... - el trenzado arqueó una ceja, eso era una indirecta?
- Yo me estoy divirtiendo bastante- se excusó dando una sonrisa, mientras rogaba al cielo porque el chico le soltara.
- No es cierto, Duo. Llevas comiendo todo lo que va de la noche... ¿Porqué no vamos a un sitio más divertido... tu y yo?- el susurro fue tal que Duo no creyó haberlo oído, además que aquel tono no le agradaba, demasiado misterioso. Sus pensamientos llegaron a su fin cuando unos traviesos dientes le mordieron el lóbulo de la oreja, un gesto completamente sensual- Hilde y Sylvia no nos molestaran... ¿Qué dices, Duo?- inquirió en un tono aún más ronco.
- Yo...- quería negarse, pero los suaves ojos tranquilizadores de Phillipe no le permitieron articular palabras...
- Sé que me deseas, Duo...- ¿Enserio le deseaba? Bah! Eso no era cierto... a quien él deseaba era a Heero... un súbito sonrojo le dio al chico francés la respuesta equivocada- vámonos de aquí, Duo. Tengo planes para nosotros...
Incapaz de decir nada más, el joven de mirada violeta se dejó arrastrar... mientras en su cabeza danzaba el nombre y los ojos de Heero...
El sonido proveniente de la cancha de basquetball le hizo alzar una ceja y dar vuelta sobre sí mismo... Quizás Duo estaría ahí, ya llevaba tiempo buscándolo, y aunque creía conocer de memoria la personalidad de Duo, tal parecía que aún era incapaz de saber a dónde su mente era capaz de llevarlo...
Se acercó con cuidado a la entrada, mirando desde la puerta las figuras sonrientes de los estudiantes de secundaria... pasó su mirada por toda la cancha buscando una trenza castaña, o tan siquiera los ojos violetas de Duo.
No tuvo mucha suerte con eso, en cambio, encontró a aquella chica de cabellos cortos y azules... ¿No era la misma que estaba con Wufei hace cuatro meses en aquel parque? Dejó de divagar para centrarse en Hilde.
Recordaba haberla visto muchas veces junto a Quatre y Duo, era una de las únicas chicas que hablaban con ellos sin tartamudear o sonrojarse... igual que la rubia que tenía al lado...
Se acercó a ella con paso rápido, cuidando de no ser reconocido.
- Sumimasen...- dijo, apenas moviendo los labios, aunque la atención de la chica se centró inmediatamente en él.
- Konbanwa, Heero-sensei, doushitanda?- arqueo las finas cejas.
- ¿Has visto a Duo?- Heero se fue sin rodeos hasta la pregunta de oro. La cara de Hilde era todo un poema, de un momento ahora suspiró de forma relajada. Le sonrió.
- Hai, sensei, se fue con Phillipe hace unos minutos, ¿Verdad, Sylvia?- la rubia asintió sonriente.
- ¿Dónde fueron?
- Phillipe me dijo que a un lugar más divertido.
- Hn.- hizo una reverencia pequeña quo ambas chicas contestaron y se encaminó a buscar al baka trenzado.
¿¡Cómo habían dejado que Duo se fuera con ese maniático!? ¿Qué no se daban cuenta e que lo único que quería ese muchacho era llevarse a Duo a la cama para revolcarse con él?
Sacudió su cabeza, intentó no pensar, pero le fue imposible. A su mente venían una y otra vez las sonrisas del chico trenzado.
Iba absorto en sus meditaciones cuando un sonido llamó su atención....
- ¡No quiero!- Duo sacudió sus manos de forma enérgica intentando apartar el cuerpo de Phillipe.
- No te muevas tanto, pequeño, no pasa nada...- susurró cerca de su oído. A pesar del licor que había puesto en la bebida del chico, este aún estaba bastante lúcido, y eso no ayudaba a sus planes...
El sótano del gimnasio había sido el mejor lugar, era perfecto, tal y como le hubiese recomendado la señorita Peacecraft. Era cerrado. Oscuro, a excepción de una pequeña luz, y había colchonetas... la mente del francés se divirtió mientras anudaba las cuerdas para saltar a las muñecas de Duo...
- ¡No quiero!- seguí moviéndose, mientras sentía como el alcohol hacía efecto en él, todo el cuerpo le pesaba... las manos de Phillipe acomodaron las suyas, sobre su cabeza.
- Te ves lindo así, Duo- susurró con acento francés. Una cálida lengua se deslizó desde la mejilla derecha del chiquillo hasta el cuello. Un escalofrío recorrió a Duo.
- No...
- ¿No? ¿No qué, Duo?
Las manos del francés comenzaron a moverse ansiosas mientras desprendían los botones de la camisa del trenzado.
- ¡No!- sollozó perdiendo la poca cordura que le quedaba.
Débiles gemidos salieron de la boca suave y tierna. Phillipe la besó on fuerza, mientras presionaba sus caderas fuertemente con las de Duo. Desabrochó el botón del pantalón al momento que metía tres dedos en la pequeña boca, de la cual su dueño abrió los ojos en sorpresa.
- Nos vamos a divertir mucho, lindo Duo- sonrió.
- No creo que eso sea posible- se oyó una voz ronca.
Ojos grisáceos se toparon con unos fríos cobalto, los que a su vez estaban fijos en unos cristalinos violetas.
Continuará...
Notas de Aiko:
Gomen! Gomengomengomengomengomen!!!!!
Hoy de veritas que no tengo nadita de tiempo para contestar Reviews!!! La próxima, lo prometo!!!!
Ah, cierto, Gundam no es Mío, si lo fuera Duo y Heero serían pareja oficial en la serie
Phillipe Maniaque si me pertenece
