Cap.3: London in troubles!

Disclaimer: Harry Potter y correlacionados pertenece a Jk Rowling, todo lo que no se le parezca, es de mi invención.

Advertencia: Slash:relaciones hombre/hombre, no flame, Lemon.

Ok, ok, ok, perdón, adiós ―Harry colgó el teléfono y se tapó la cara con las manos, mientras sentía que un líquido salino y caliente bajaba por sus mejillas, se acostó en posición de descanso y unos sollozos se alzaron.-

Harry ―Dijo Anna al otro lado de la puerta.

¿Qué quieres? ―Preguntó sentándose bien.

He, no nada perdón ―dijo la chica preocupada sin abrir la puerta se fue de allí.

Tres y cuarenta de la mañana. Harry estaba sentado en una incómoda butaca del aeropuerto esperando el vuelo de Patricia, el cual andaba retardado. Hasta que escuchó a alguien llamándole, levantó la cabeza, y se encontró a su amiga, moviendo una mano en lo alto, y una maleta en la otra. Se levantó de la silla, y fue a su encuentro.

― Perdón el avión se retrasó, tuvimos una nevada que nos hizo estancarnos…

― No importa, vámonos de una vez ―Una vez que llegaron al apartamento―. Mañana podrás preguntarme hasta el padre nuestro, pero, necesito dormir ―Dijo restregándose los ojos por debajo de los lentes.

― Ok, ok, entendí la indirecta y ¿Dónde duermo yo?

― Hoy, conmigo si no te molesta ―Dijo tratando de no caer allí mismo.

― Perfecto, vamos allá ―Cuando entraron en el cuarto, el moreno se cambió con magia, y se acostó cayendo de insofacto en los abrazos de Morfeo, Patricia no dijo nada, ella mejor que nadie sabía cuan cansado podía estar Harry después de unas de sus jornadas inhumanas de trabajo, se cambió, y se acostó al lado del ojiverde sonriendo―. "Duerme como un niño" ―Le quitó las gafas, y ella también se dejó llevar por el sueño.

A la mañana siguiendo estaba Harry parado junto a Patricia haciendo el desayuno, y en ese momento llegó el profeta, le pagó a la lechuza, y abrió el periódico sin mucho entusiasmo, bostezando.

― ¿Tienes sueño?

― No, sólo me estoy quedando dormido aquí en medio de la cocina ―Dijo bostezando de nuevo.

― En fin, desayunemos… ―A las ocho estaban los dos en el trabajo, a Patricia le habían trasladado, ahora era supervisora del ministerio de Harry, en vez de un hospital, con respecto al moreno, este había tenía que dejar de hacer todo lo que estaba haciendo para atender al ministro francés, puesto que le ocupaba todo su tiempo. Era realmente un suplicio, puesto que parecía más un guía turístico, que un diplomático, además, de tener que explicar todo en francés, gracias al pésimo inglés de dicho hombre. Así que tenía que tratar de distribuir su tiempo entre, el ministro, sus amigos, Patricia, el trabajo, evadir a Draco, y para él mismo. Por lo tanto normalmente no respiraba o comía, estaba en el punto más alto del estrés, sólo quería que firmara el maldito tratado, y lo dejaran en paz, por suerte era hoy a las cinco de la tarde.

Harry y Patricia estaban comiendo en el comedor cuando alguien entró eufórico en el comedor, con una sonrisa de oreja a oreja, diciendo.

― ¡Soy papá! ¡SOY PAPÁ! ―Dijo Ron.

― Felicitaciones ¿Y que fue? ―Preguntarón.

― ¡Fueron gemelos! ¡Y varones! ―Todos se juntaron para felicitarlos, cuando hubieron terminado, vio a Harry sonriendo junto a una rubia, se fue al encuentro con ellos―. ¡Soy papá! ¡No me lo creo!

― Felicidades muchacho, doble play de una ―Le dijo la mujer guiñándole el ojo.

― Felicidades Ron, aunque ya yo sabía que eran gemelos.

― Que bueno. Por cierto, soy Patricia Franco ―Dijo mientras le daba la mano.

― Ronald Weasley, mucho gusto ―Devolviéndole el gesto. En ese momento estaba pasando alguien por la mesa y Ron lo agarró―. ¿No me felicitas Malfoy? ―Preguntó el pelirrojo.

― Dos más para la numerosa familia Weasley. Felicidades, y también mándale mis recuerdos a Hermione ―Dijo sonriendo afectadamente. Harry no se había enterado que cuando se fue, ellos se habían puesto a estudiar la misma carrera, y se hicieron, si no los mejores amigos, compañeros/amigos… sin su padre de por medio, Draco, era más Black Sirius, que Malfoy―. ¿Y tú quien eres? ¿Nueva?

― Si, es la nueva supervisora del ministerio de Medimagia ―Respondió el pelirrojo.

― Patricia Franco, mucho gusto ―Dijo alargando la mano.

― Draco Malfoy, a tu orden ―Dijo con su sonrisa característica.

― Un Malfoy, interesante…

― ¿Harry? ―Preguntó Ron―. ¿Dónde se metió?

― ¿Qué? ¿Se te perdió algo?

― Harry, se me acaba de perder.

― Hace unos momentos estaba a mi lado ―Dijo mirando a su lado, sorprendida, ese niño se tiraba unas de Judini nada normales.

― A lo mejor lo llamaron, en estos momentos no sé como vive.

― Créeme Ron ―Comenzó la rubia con una ceja arqueada―. Ha estado en peores, él puede no comer, no dormir, en general cometer un suicidio del cual siempre sobrevive…

― Bueno, yo me voy ―anunció Draco, al cual aún le molestaba el comportamiento del moreno―. ¿No han visto al ministro de Francia?

― Debe estar preparándose para la firma ¿no? ―Espectó Ron.

― ¿Quién es el que se ocupa de eso? ―Preguntó Malfoy―. Quiero saber a que clase de gente me tengo que enfrentar.

― La última vez, era Harry, pero, no creo que el sea el que firme, así que no tengo ni la menor idea ―Siguió Ron, mirando al ojigris.

― Bueno, un placer. Hasta luego.

A las cinco de la tarde Harry, estaba con Patricia conversando, de ¿Cómo había hecho para desaparecer tan misteriosamente en el almuerzo? Este lo único que hacía era tomar de vez en cuando el contenido de la taza, hasta que el le preguntó ¿Qué hacía ella allí? Y esta le dijo que iba a ser el testigo, pero, justo en ese momento, entró el ministro vestido como muggle, sin mucho acierto.

― ¡Allo Harry! ―Dijo L'croix, el cual se había tomado demasiadas libertades con el moreno.

― ¡Ricardo! ¡Wow! ¿Cuánto tiempo sin verte? ―Dijo patricia levantándose y abrazándole.

― Oh, Patricia, Ciel, ¿Cómo has estado? Mira, los años pasan y tú como la misma miss ―Harry seguía ensimismado en su taza de café, en ese momento, el ministro besó la mano de la rubia, y entró Draco con un suspiro, y algo cansado―. Oh, monsieur Draco, veo que ya llegó.

― Cierto que me dijiste que tu ibas a ser el otro testigo… ―Al Harry escuchar eso accidentalmente perdió en control de la taza la cual cayó sobre su ropa, manchándola totalmente quemándole, se levantó y la taza cayó al suelo, rompiéndose en pedazos, llamando la atención de los otros.

― ¿Harry estás bien?

― Perfectamente ―Masculló, entrando al bañó, y sacando papel, luego dijo Reparo, y todo volvió a la normalidad―. Accio tratado de Francia ―Los papeles volaron hacía él―. Empecemos con esto de una vez.

La cosas fueron así, Draco mirando constantemente a Harry pero sin decir palabra, un Harry estresado por que el ministro le estaba haciendo repetir lo que había estado haciendo en una semana entera, dejándole sin paciencia y Patricia se dio cuenta de esto, así que ella firmó de primera, después el ministro, después Draco y por último Harry, en modo de celebración, el ministro los invitó a una cena y nadie se negó, Harry iba a hacerlo pero con la mirada de Patricia, se fue calladito, cuando llegaron al restaurante, pidieron mesa para cuatro, todos estaban charlando bueno tres de ellos lo hacia, Harry simplemente estaba, ausente, ido, en la luna… pensando en "Draco"; Hasta que alguien vino y lo sacó de las nubes-

― Harry ¿Qué dices tú? ¿Morado o Fucsia?

― ¿Morado o que? ―Preguntó el ojiverde perdiendo el hilo de sus pensamientos al escuchar su nombre―. Perdón ¿Qué me preguntaban?

― Harry, Puedo preguntar ¿Por qué demonios estás en las nubes? Es el colmo, y no creo que esta sea la razón de siempre ―Dijo Patricia algo enfadada.-

― Anda llévate a tu casa de siempre a tu casa Patricia y déjame a mí en paz… ―Dijo tratando de no sonar alterado puesto que la causa de siempre estaba muy cerca de la rubia.

― ¿Y cual es la causa de siempre? ―Preguntó Ricardo curioso olvidándose de la pregunta que había hecho antes. Estos dos se miraron, y la mujer rápidamente entendió que si decía algo estaría suicidándose.

― Yo tengo que ir al baño, con su permiso…

― "A ver… ¿La causa de siempre? Un rubio… un momento" ―Dijo volteando a ve a Draco, Rubio, primera coincidencia, de ojos plata, segunda coincidencia, esbelto y pálido, y se había conseguido con ese cuadrangular un Doble Play, señores, se había quedado con la boca abierta, anonadada, por su reciente descubrimiento―. Oh, mon cher dieu

― ¿Pati? ¿Mon cherí? ¿Por qué tienes esa cara? ¿Viste un fantasma?

― "No… solamente he encontrado lo que llevaba buscando dos años… y no sólo conseguí el nombre, si no que lo tengo frente…" No, ciel, es solamente que me sorprendió un curioso descubrimiento que hice. Hay Mon Cher! Creo que tengo un dolor de cabeza muy fuerte, me siento muy mal cher...

-Tranquila ciel! Ya nos vamos ―Pidieron la cuenta, y luego de despedirse, cada uno se fue por su lado.

Draco iba en el automóvil sopesando lo que había sido todo aquello, ¿Qué le habría pasado a la rubia para darle ese ataque de repente? Frenó suavemente para esperar a que el semáforo cambiara, sin dejar de mirar fijamente a la carretera, cambió la velocidad a primera y arrancó frustrado, no se podía sacar a Harry de la cabeza…

En el carro de Harry, Patricia lo miraba de forma recriminatoria, pero, el moreno no se decidía a decir nada, simplemente miraba la carretera, sin tener mucho que hacer puesto que el carro era automático, suspiró, interceptando sus miradas.

― ¿Algo que explicar? ―Demandó molesta.

― ¿Cómo qué?

― ¿Qué crees que soy estúpida o que? Ahora, me vas a explicar todo ¿Por qué terminaron?

― Ahh… pues, yo no terminé con él, él lo hizo conmigo. Todo empezó cuando estábamos en nuestro sexto curso en Hogwarts. El papá de Malfoy…

― De Draco…

― Grrr… de Draco, había sido asesinado por los aurores. Cuando descubrieron que seguía siendo leal a Voldemort. Cuando regresamos al colegio, Malf…, Draco ―Corrigió al ver que patricia lo fulminaba―. Estaba muy deprimido, al poco tiempo su madre se había suicidado al no poder soportar la pérdida de su esposo. Dumbledore ese año había planeado un baile en honor a todos los caídos en la guerra, con los pocos que nos habíamos quedado allí, puesto que mis amigos se habían ido a pasar sus vacaciones en casa, y entre los que quedamos en Hogwarts.

― También estaba Draco…

― Sí, en la mañana antes del baile, el se me acercó, sentándose en un escalón más arriba que yo, fue muy extraño puesto que no decía nada solamente alternaba su mirada entre en infinito y yo, hasta que ya estaba algo harto y saqué de su ensoñación. El me dijo que si podía hablar conmigo, cada vez desconcertándome un poco más, pero, luego de una actitud un poco infantil y preguntas tontas, le concedí lo que quería…

― ¿Ajá? ―Le apresuró al ver que se había detenido, como rememorando todo.

― Me pidió disculpas por todo lo que me había hecho, lo curioso, es que también agregó un "y lo que te haya dejado de hacer". Yo le pregunté si no quería irse a la enfermería, en forma de juego claro, el me sonrió de forma triste y me respondió que estaba perfectamente, y que sólo quería que le escuchara, así empezó a relatarme como me había convertido en el chico de sus sueños, y que había tomado valor de decírmelo al morir su padre y no sentir el peso del apellido Malfoy sobre su espalda. Fue la cosa más increíble, me dijo que todos los años que me había molestado era para tratar de atraer mi atención. Yo lo único que hacía era mirarle ensimismado, hasta que vi la primera lágrima en su rostro.

― Supongo que te sorprendió por eso que "Un Malfoy nunca llora".

― No lo amaba, bueno, en ese momento ciertamente no lo hacía, y sí, no me gusta ver a la gente llorar, así que lo abracé y dejé que se desahogara todo lo que quisiera en mis brazos. Cuando todo pasó, me preguntó si podría ser su pareja en el baile, no tenía con quien ir, y en ese momento la lástima llegó hasta mí, así que acepté dándole una sonrisa. Él no se dio por vencido cuando le dije que yo no le amaba, usaba todas las tretas para conquistarme. Ron una vez no le parte la cara al tratar de darme una caja de chocolate. Yo fui cayendo como un imbécil en su red perfectamente tejida, a final de año, volvió a hacer la propuesta esta vez con un anillo, y yo le dije que sí.

― ¿Aún conservas el anillo?

― ¿Qué importa si conservo o no el anillo? Pero, sí, está en New York. Tal vez estaba jugando conmigo y nunca haya dicho palabras verdaderas, sin embargo, yo sí lo amo, y lo hago con toda mi alma. Por eso me rompió el corazón, sabes el curioso, ha sido mi primer amor y también el último… es increíble lo ciego y masoquista que uno puede ser cuando está enamorado. El me ha hecho tanto daño, y yo aún lo amo ―Dijo melancólico, mientras apagaba el motor de carro luego de haberse estacionado―. Lamentó esto, creo que soné demasiado cursi ―Se disculpó bajándose del carro, yendo al ascensor acompañada siempre de una hasta ahora silenciosa rubia.

― ¿Ese amor se llegó a consumar?

― ¿Perdón? ―Contestó incrédulo.

― O sea, tú sabes, 'sexo'

― No, es decir estuvo a punto, fue en séptimo, pero cuando íbamos por la mitad alguien nos descubrió y decidimos un rápido Obliviate y que no haríamos nada hasta que saliéramos del colegio, total, estábamos, en secreto, comprometidos en matrimonio y ya teníamos planes a futuro.

― ¿Ese día nunca llegó, cierto? ―Previno entrando al apartamento y sentándose en la mesa seguida por Harry el cual parecía más acabado que nunca.

― Cuando llegamos a séptimo, me citó donde siempre quedábamos ―Apresuró a contar, las lágrimas amenazaban con llegar―. Cuando llegó extrañado, me dijo que otra vez lo tenía que perdonar pero no podíamos seguir juntos, en ese momento sentí que mi mundo se derrumbaba, comenzó a decirme cosas como que había sido solo un juguete para pasar el rato, y otras cosas que no quiero decir ―En ese punto ya las lágrimas corrían libremente por sus mejillas―. Así terminó todo, tal y como empezó. Te digo que fue el mejor año de mi vida ¿Y sabes que más? Cuando él me dijo esas cosas que aún en mi cabeza retumbar y regresan como pesadillas… no parecía Draco… ―Ya no podía hablar más. La mujer abrazó fuertemente a Harry, ella misma conocía ese sentimiento de abandono total.

― ¿Y tú le creíste? ―Preguntó limpiándole las lágrimas mientras ella también empezaba a llorar.

― ¿Nos has oído nada de lo que te he dicho?

― Claro que sí… ya cálmate… "Es hora de arreglar esto… voy a hablar con Draco muy seriamente, y no me importa si tengo que usar Veritaserum para sacarle la verdad, tengo un mal presentimiento. Algo muy malo está por suceder…"

Los dos se fueron a dormir. Por primera vez en cuatro años, se veía entre las lágrimas, un poco de paz luego de liberar todo aquello que tenía guardado adentro y que no hacía más que lastimarlo y matarlo poco a poco.

TBC