Cap.6: Summoning

Disclaimer: Harry Potter y correlacionados pertenece a Jk Rowling, todo lo que no se le parezca, es de mi invención.

Advertencia: Slash:relaciones hombre/hombre, no flame, Lemon.


— "Y yo quisiera perdonarte…, y besarte, y dejar que terminaras lo que comenzaste hace tiempo… pero, eso malditos bastardos…, ahora soy yo el que tengo que elegir el camino fácil, prefiero verte olvidándome, que herido por estar a mi lado… maldita sea ¿Por qué no te puedo odiar?".

Harry se encontraba, no-tan-plácidamente leyendo unos libros, mientras Draco hacía lo mismo a cinco pasos del moreno, y Dark, estaba cómo siempre enrollada en la pierna del ojiverde…

Dark —Siseó Harry.

¿Qué sucede amo?

¿Te puedes bajar de mi pierna? ¡No siento la sangre circular! —Le pidió. La serpiente hizo lo demandado, viendo como su amo se sobaba la pierna en cuestión. Draco se había estremecido, mas, Harry ni se inmutó, estaba demasiado habituado a que la gente tuviera esa reacción.

A la hora del almuerzo, todos estaban bastante entretenidos en su comida, cuando Patricia rompió el silencio que les rodeaba.

— Dentro de dos semanas será navidad —Declaró la mujer con voz soñadora.

— ¿Y? —Le cortó fríamente. Odiaba las festividades navideñas con pasión… navidad era igual a estar recordando constantemente a Draco.

— ¿Cómo que "y"? —Le soltó mosqueada.

— ¿Qué pasa con que pronto sea navidad? —Siguió. El rubio suspiró tratando de no prestarles demasiada atención. Cuando trataba de abogar por la paz, era él quién salía con las tablas sobre la cabeza.

— Que insensible… ¡Es el mes de compartir con la familia y los amigos! —La mirada del moreno se ensombreció. Como que Patricia no había medido muy bien sus palabras, ya cuando lo hizo, había sido bastante tarde—. Eh… bueno… yo, éste…

— Si bueno. No todos tenemos familia…

— Sí que la tienes —Comenzó tratando de enmendar su error—. Estoy yo, Remus, Hermione, Ronald, Severus, y claro, este año…, aunque no quieras, tendrás a Draco —El ojiverde no hizo ningún flick-back. Sabía que alrededor había gente que le querían y se preocupaban por él. Sin embargo, él los necesitaba lejos para poder trabajar. Con mucha gente rodeándole, no podría moverse con tanta facilidad.

— "Voldemort no era nada comparado con esto que se me viene encima… y aún no consigo nada que me lleve por la dirección correcta" —Era la línea de pensamientos que tenía el ojiverde.

— ¿Qué sucede? —Preguntó el rubio.

— Nada. Con su permiso —Se disculpó, levantándose de la mesa, dejando la comida a medias. Draco y Patricia se miraron confundidos.

— "Por lo que veo, tendré que invocar a Tom otra vez… esto sale fuera de mis conocimientos" —Siguió mientras se detenía a mirar como caía de nuevo la nieve por uno de los ventanales de su casa. Se mordió el labio inferior—. "Otra vez hacer el ritual… que molesto… ¿Cómo desaparezco a Draco y a Patricia por más de cuatro horas?

— ¡Hey Harry!

— Patricia ¿Me podrías hacer un favor?

— ¿Qué clase de favor? —Le preguntó con desconfianza.

— ¿Podrías ir a comprar el árbol navideño y llevarte a Draco contigo? —Bueno, mientras más sospechoso, más creíble…

— ¡El árbol! ¿Me lo dejarás comprar este año?

— ¡Claro! ¿No lo hago todos los años? ¿Por qué éste sería diferente?

— ¡Buena idea salir de aquí! Momento, ¿Y tú? —Le recriminó. Había algo que no le terminaba de cuadrar en todo ese rebuscado y embaucador plan de su joven amigo.

— También tengo que salir. Voy a solventar unos problemas que me quedan aquí, antes de tener que regresar en enero a Londres… así que pensé que mientras hacía esas diligencias, ustedes podrían divertirse por allí.

— ¡No hay ningún problema! —Dijo yéndose a buscar a Draco.

— ¿Manos a la obra? —Preguntó a la nada, una vez que sus invitados hubiesen desaparecido de su casa.

Luego de decodificar, desbloquear, y eliminar temporalmente todas las protecciones que le impedían llegar al sótano, entró, y la sala se iluminó tenuemente. Miró el altar que había en frente de oro y roca. Mientras a unos diez centímetros del altar, se encontraba en un cáliz de cristal protegida por un poderoso encantamiento, la sangre de Voldemort.

El salón era redondo, y los estantes, donde restaban botellas, menesteres varios y libros en su mayoría. Cercaban de manera armónica, el centro de interés, que sin duda era el altar de oro, donde por encima de la sangre, se encontraban dos varitas, la del mismísimo Tom Riddle, y la Animus Vicae, hecha de ébano, con incrustados de diamante y mango de platino.

Tomó un poco de la sangre, derramándola sobre un collar que tenía siempre en su cuello. Se abasteció con todo lo que necesitaba, incluyendo la Animus Vicae, y se dirigió irguiendo de nuevo todas las protecciones, al patio trasero de la casona.

Se colocó un poco de sangre en el dedo y escribió unos garabatos en el mármol que poco a poco tomaban forma, un pentáculo que en el centro de la estrella poseía una cruz invertida hecha con un material blanco que contrastaba con el rojo de la sangre, y en las divisiones que daban las puntas escribía en runas "Muerte" "Poder" "Resurrección" "Vida" "Alma".

Después de hacer el sello, sostuvo la varita con la mano izquierda, colocándose en el centro, donde estaba realizada la cruz, cerró los ojos y se concentró, y dejó caer una gota de su sangre, de repente empezó a emanar una energía, un aura oscura negra, y así debería pasar un buen rato hasta que cambiara a rojo, mientras en las calles de New York dos personas caminaban preocupadas…

— Regresemos… tengo un mal presentimiento —Le pidió Patricia preocupada.

— ¿Por qué? —Preguntó comenzando a preocuparse él. Sabía que la rubia no era paranoica y cuando le daban esos ataques, era que algo malo estaba sucediendo.

— ¿No te parece extraño que Harry, literalmente nos haya botado de su casa?

— Está bien, regresemos, aunque, con la tranca que hay —Dijo mirando el tráfico—. Bien, aquí es cuando yo pregunto: ¿Por qué tiene que vivir a las afueras de New York?

Los ojos de Harry habían tornado a púrpura, un rayo negro se mantenía uniendo a la tierra y al cielo con ondulaciones constantes, hasta que Harry pronunció "Vita Letum". Una especie de portal se abrió luego de que el moreno dijera unas palabras en un dialecto olvidado. Salió del círculo, y un humo etéreo comenzaba a tomar forma corpórea.

— ¿Qué ni morir en paz me dejas? —Recibió como saludo—. ¿Qué quieres ahora?

— ¿Charlar? —Sugirió, sin inmutarse por el mal humor que parecía presentar el hombre en frente.

— ¿Y me convocas desde el infierno simplemente para hablar? —Preguntó Tom, torciendo una mueca algo macabra en su cara.

— Bueno, no te llamo para tomar el té, y charlar de banalidades. ¿Qué sabes tú de los ataques?

— ¿Qué ataques? —Soltó ingenuo.

— Vamos, no te hagas el imbécil que no te queda… ¿Qué demonios está sucediendo? No es que me haya creído yo que, cuando te dizque derroté, erradiqué el mal eternamente, puesto que ni siquiera te maté, simplemente te quité mi sangre que era la que te mantenía atado a este mundo. Para mí desgracia, aún restan sin remedio, el hueso del padre y la carne del vasallo. ¿Por qué desvarío? Habla…

— ¿Por qué? —Preguntó con su sonrisa maquiavélica.

— ¡Demonios Tom! Estoy perdiendo mucha magia invocándote. ¿Podrías iluminarme? Además, no sé cuando vayan a llegar… —En séquito con sus palabras; su magia había comenzado a decirle que se estaba extralimitando, y los dos inquilinos que moraban en esa casa, llegaron.

Fue demasiado la sorpresa y el shock de ver aquel hombre abrazando a Harry sensualmente, mientras le decía algo en el oído.

Nethilium —Comenzó a responder Riddle, logrando que los ojos de nuevo verdes del moreno se abrieran con miedo. El hombre señaló a Draco—. Frente a ti, tienes lo que estás buscando. Te recomiendo que seas feliz mientras dure, mi niño —Le recomendó con cinismo—. Porque, aunque no quieras, y por más que lo quieras proteger, vienen por él —Le acarició la mejilla, para luego subirle la barbilla suavemente, le encantaba observarlo llorar, era uno de los placeres de los que jamás se cansaría, y por suerte, aún después de muerto, podría disfrutar.

Rozó con suavidad sus labios. No importaba cuantos años pasaran, ese cuerpo siempre sería suyo…, aquel joven le pertenecía en todos los sentidos posibles. Su Heredero, Su géminis, su conexión con el mundo material. Lo soltó suavemente, deleitándose con denodado placer, como el cuerpo de Harry comenzaba a perder su calidez natural, y su mente era sumida en la inconsciencia.

Dejó de sentir… lo último que vio fue a su eterno torturador desaparecer en un humo tan negro como su alma. Era demasiado molesto estar conciente, así que se dejó desmayar. Le esperaba un buen dolor de cabeza cuando despertara debido al golpe, por suerte, Draco había llegado a tiempo y lo había sostenido… No tenían de otra más que entrar, ya que la rubia como elemental de hielo que era, vio avecinarse una tormenta muy fuerte. Patricia le había consolado diciendo que no podían hacer más nada por Harry que dejarlo en su cama, y esperar a que despertase, aunque, el prospecto que le esperaba, no era nada agradable.

TBC…