Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, el argumento se beneficia de historias varias de vampiros.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash)y este se da entre los personajes Jarlaxle y Artemis, además de Vladimir Giurescu (personaje propio), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 4. Resistir y Primeros Recuerdos

Entreri se agarró a los hombros de Giurescu en busca de apoyo. Le temblaban las piernas y sin las manos del vampiro sujetándole la cintura sin duda ya habría resbalado al suelo. Sentía la cabeza ligera, como si estuviera borracho.

Giurescu devoraba su boca.

Al principio había estado seguro de que Giurescu iba a chuparle la sangre, sin embargo el vampiro se había limitado a lamer su cuello y después le había besado con arrebato.

Era un beso violento, desesperado, Giurescu mordía sus labios, chupaba su lengua, recorría su boca con la suya, le robaba el aliento... le besaba con mas hambre que la de morder su yugular. Apenas podía respirar y cuando Giurescu atacó su labio inferior aprovechó para hacerlo, pero seguía sintiéndose confuso y mareado, quería que Giurescu dejara de besarle y a la vez no soportaba la idea de no sentir sus labios llenos sobre los suyos.

No obstante de todo aquello, Entreri pudo sentir la mano que se deslizaba hasta su trasero, el apretón recibido por su nalga le ayudó a recuperara el control.

- ¡No!

Con evidente esfuerzo apartó a Giurescu y respiró a bocanadas, intentando serenarse. Giurescu se arregló la ropa con expresión de ligera molestia pero sonriente.

- Maldito seas, Giurescu.

- Estoy maldito, Artemis.- Se limitó a recalcar Giurescu.

- No quiero nada de ti, ¿es que no puedes ver nada sin desear destruirlo?

- Yo no quiero destruirte.

- Quieres matarme, lo intentaste hace doce años, me desangraste e intentaste que bebiera tu sangre. Para mi eso es lo mismo.

Giurescu se relamió como si recordara el sabor de la sangre de Entreri.

- Hace doce años rechazaste mi regalo, quizá ahora lo quieras.

- ¿Qué te hace pensar que ahora es diferente?

- Que ahora estas envejeciendo.

Era una afirmación real y simple. Entreri no pudo por menos que admitir que envejecer le preocupaba, hacerse mas lento, hacerse mas debil, perder las aptitudes que lo eran todo para él. Pero también sabía que no quería el regalo de Giurescu, no quería ser un esclavo de los instintos de los vampiros, que eran, a su manera, débiles. Débiles para con su naturaleza, en realidad un vampiro siempre sería esclavo de sus deseos, y de la luz del sol.

La vacilación hizo que Giurescu pensara que estaba dudando y el vampiro volvió a intentar abrazarle, no obstante Entreri se apartó y le miró con furia palpable.

- Apártate de mi.

- No puedes resistirte a tus deseos eternamente.

- Si que puedo.- Rebatió Entreri.

Abrió la puerta y se marchó del salón, se había quedado sin apetito.

Además no quería que Giurescu le viera tocarse los labios, que aun le hormigueaban, calientes, magullados, y deseosos de mas besos muy a su pesar.

Subió por las escaleras de una torre y salió a un amplio balcón, necesitaba aire.

Viendo el exterior del castillo rememoró el pasado, cómo había llegado hasta aquel lugar y lo que había ocurrido.

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Un joven Artemis Entreri pelaba una manzana mientras oía al viejo basadoni discutir con un grupo de mercaderes y bajás de otras cofradias afiliadas a la suya.

En general no le gustaba estar en aquellas reuniones, le parecían encuentros vanales en las que los hombres revelaban constantemente sus miedos, ofreciendo a Basadoni todos sus puntos flacos sin nisiquiera pensar en ello. Le daban asco.

Pero Basadoni le obligaba a estar alli, su presencia daba al jefe de la cofradia una ventaja, la presencia del joven asesino era una sutil amenaza para todos los que iban a ver a Basadoni, si intentaban engañarle en presencia de Entreri, sería este mismo quien les matara.

Ademas el viejo Basadoni insistía en que aprendería algo.

En ese momento los mercaderes estaban hablando con Basadoni acerca de los negocios en Tashalar, una tierra selvática al otro lado del mar, en linea recta bajo Calimshan. Los vinos de aquella tierra eran famosos en todo Faerun y hasta el peor de ellos podía alcanzar precios astronómicos. Al parecer habían tenido problemas con un noble local, un tal Vladimir Giurescu, que poseía varios viñedos y parecía disfrutar poniéndo a los comerciantes en apuros.

Entreri apenas prestó mas atención, no eran mas que las preocupaciones de unos mercaderes gordos que venían a pedir ayuda al único presente que tenía agallas.

Cuando la reunión terminó, Entreri tiró lo que quedaba de la manzana y se acercó a Basadoni, que le indicó que se acercara y se sentara a su lado.

- ¿Has oido de lo que hablabamos?

- Si.

- Bien. Dime, ¿qué necesitas saber de mis enemigos?

- Que solo tienes que decirme quienes son.

Basadoni rió y una mirada llena de afecto recayó en Entreri. El joven siempre se sentía incomodo cuando Basadoni hacía eso, no le gustaba ser objeto de aquella mirada, algún día, no dudaba de ello, acabaría matando a aquel hombre, y no quería recibir esa mirada ese día. El mundo era cruel y caótico, alguien se haría mas fuerte que Basadoni algún día, y Entreri no se pondría de parte del debil a menos que ganase algo con ello.

- Muy bien, te hablaré de uno de ellos.- Dijo Basadoni.- ¿Conoces la tierra de Tashalar?

- He oido algo de esa tierra, es exótica y de gran riqueza, de excelentes artesanos y habiles cazadores que se internan en la jungla. Tienen vinos perfectos. Sin duda sería un pais rico de no ser por las tasas del consorcio de los Rundin.

Basadoni asintió satisfecho de comprobar que Entreri había dado buen uso a su acceso a la biblioteca privada de la cofradía.

- Los hombres que han venido a verme son enviados de ese consorcio. Tengo negocios con esa gente, negocios importantes. Los problemas de esa gente son también mis problemas.

Entreri asintió con la cabeza y Basadoni continuó.

- En sus picos, al pie de la jungla y cerca de una villa vive un noble que... da problemas. Tiene viñedos y comercia con el consorcio, pero no les rinde tributo. Cuando convocan reuniones no comparece, cuando le invitan a unirse al consorcio, rehúsa. Cuando le exigen las tasas hace caso omiso de ello.

- Disculpa, pero... ¿por qué no se ocupa de él el consorcio? Sin duda no será la primera vez que alguien trata de plantarles cara.

- El consorcio tiene poder pero parece que ese hombre también. Por lo que sé, un ejército no podría sacar a ese tal Giurescu de su castillo. Su hogar está estrategicamente situado y con un puñado de defensores podría detener casi indefinidamente a cualquier contingente. Y los asesinos enviados por el consorcio no han regresado.

La naturaleza de su misión empezaba a ser clara para Entreri.

- ¿Le quieren vivo o muerto?

- Ya es tarde para dejarle con vida, Giurescu será un ejemplo para los demás. Un barco sale mañana mismo para Tashalar, saldrás a mediodia.

Entreri sonrió, siempre agradecía aquel tipo de trabajos, los que realmente ponían a prueba su valía, dentro de poco su nombre también sería temido al otro lado del mar.

Mataría a ese Giurescu y el consorcio tendría que rendir a Basadoni su agradecimiento y su dinero.

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Fue a ver a Jarlaxle y le encontró conversando alegremente con Anna, cuyo rostro mostraba una felicidad que Entreri no había esperado volver a ver. Desde luego su socio sabía como hacer que una mujer se sintiera especial.

- ¿Cómo va tu recuperación?

- Perfectamente.

Anna asintió y recogió los platos del desayuno, despues se marchó, como si supiese que preferirían hablar en privado.

- Tenemos que irnos cuanto antes.

Jarlaxle se limitó a cruzarse de brazos esperando una explicación.

- Giurescu se cansará pronto de su juego, en cuanto seas capaz de andar nos iremos de aquí.

- El vampiro nos habría matado ya si quisiera.- Replicó Jarlaxle.

- Giurescu no tiene prisa, y lo que quiere es que me una a su círculo de vámpiros, no tengo ningun interes en ello, ¿y tu?

Jarlaxle simuló pensarselo y se rió de la incredulidad de Entreri.

- Es broma, es broma, a mi tampoco me entusiasmaria la idea.

- Entonces concentrate en recuperarte, no aceptes medicinas ni comida sino te las trae Anna. Giurescu podría muy bien prolongar tu estancia a su antojo.

- Tomo nota.- Jarlaxle enarcó las cejas extrañado por la agitación de Entreri, probablemente acababa de tener problemas con Giurescu...

- ¿Te ha mordido?

Entreri negó con la cabeza y se sentó en la silla con expresión cansina. Toda aquella situación era demasiado para él. Solo pensar en cuantos días tendría que soportar las atenciones de Giurescu le ponía la piel de gallina.

- De veras, Artemis, me ayudaría mucho que me dijeras como llegaste aquí en primer lugar.

El humano se limitó a sonreir, era bueno dar a Jarlaxle de su propia medicina de vez en cuando, el drow ocultaba demasiado a menudo información.

- Te basta con saber que Giurescu quiere vampirizarme y matarte, y que mas nos vale irnos antes de que se decida a hacerlo.

- Eres cruel.- Jarlaxle hizo pucheros.

- Duerme, mejor que recuperes fuerzas. Me quedaré aquí.

Jarlaxle agradeció la guardia y se acomodó para dormir, cosa que necesitaba de todos modos, pues la jaqueca amenazaba con regresar.

Entreri envidió el profundo sueño de Jarlaxle y miró por la ventana el cielo estrellado sobre las montañas, desde este ventanal podía ver el traicionero camino que llevaba al castillo.

Nota de la autora: Estoo, bueno, yo voy a seguir escribiendo esto porque me gusta pero me animaria mucho tener reviews, por favor, en serio, de veras... juro que esta historia quedará completa en poco tiempo. Andaaaa.