Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, el argumento se beneficia de historias varias de vampiros.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash)y este se da entre los personajes Jarlaxle y Artemis, además de Vladimir Giurescu (personaje propio), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 7. Seducción y RivalesEntreri despertó sobresaltado, el recuerdo era como una pesadilla, la indefensión de la droga, la imagen del depredador sobre él...
El sol ya se había ocultado tras las montañas y Entreri se maldijo, le había costado tanto dormirse que se había despertado tarde.
- ¿Malos sueños?
Maldito fuera Giurescu y su habilidad para moverse en absoluto silencio y ser inmune a la capacidad de cualquier persona para detectar su presencia. El vampiro estaba tras los doseles de la cama, aunque Entreri estaba seguro de no haberlos corrido.
Entreri apartó los doseles con expresión molesta.
- Peores despertares.
Giurescu se inclinó sobre la cama y por tanto sobre Entreri.
- Catherine está muy enfadada, he tenido que consolarla.
- No es mi problema que malcries a tus damas, Giurescu.
- ¿Por qué te obstinas en llamarme así? Soy Vladimir, pocos tienen el honor de llamarme por mi nombre y tu lo rechazas.
Entreri notó el poder de los ojos de Giurescu, había cometido el error de mirarle directamente a aquellas profundas pupilas. Comprobó que su cuerpo parecía ajeno a si mismo, estaba paralizado.
El rostro indudablemente atractivo se cernió sobre el suyo y el vampiro le besó de nuevo. Le tendió sobre la almohada, cubriéndole con su cuerpo, besándole con ansia.
El efecto paralizador comenzó a desaparecer, pero el beso era un cepo aun mas poderoso si cabe. Giurescu era un maestro besando, convertía la unión de los labios en algo feral, como si besandole intentara absorver algo intangible que necesitaba para vivir y que Entreri se veía incapaz de negarle.
La boca de Giurescu sabía a sándalo, a vino y a aire nocturno, Entreri no pudo permanecer impasible mas tiempo, su lengua se unió a la de Giurescu y se encontraron en la unión de sus bocas hasta que Giurescu dominó la situación invadiendo la suya.
El calor era demasiado, Entreri jadeó desesperado, resistirse ya ni se le pasaba por la cabeza, la pasión que Giurescu estaba encendiendo en él bloqueaba cualquier pensamiento racional.
Puede que Giurescu fuera un vampiro, pero sus labios eran calientes y su beso demandaba sumisión, pasión y deseo ardiente.
Las caderas de Giurescu molieron las suyas y Entreri gimió cuando la prominente protuberancia frotó la suya. El tejido entre ambos sexos amortiguaba la sensación y Entreri gruñó molesto, sus manos descendieron para arreglar aquella molestia de inmediato, quería mas.
Las manos de Giurescu agarraron las suyas con fuerza ferrea, impidiendole desatar los pantalones de dormir.
- Di mi nombre.- Exigió aquella voz encantadora.
- Vladimir...- Entreri no quería negarle nada, tenía cosas mas importantes que hacer.
- Di que me deseas, di que eres mio.
Entreri miró aquellos labios, aquellos ojos...
- Te deseo... Vladimir, te deseo...
- Eres mio...- Vladimir recorrió su barbilla con la lengua, chupó sus labios.- Di que eres mio, dilo, dejame oir tu voz...
Entreri tomó aire y exhaló, una alarma silenciosa se encendió en su mente, algo no estaba bien en esa situación. Él no quería acostarse con Giurescu, no quería entregarse a las pasiones de esa forma, no podía quedar indefenso ante un vampiro...
- ¡Basta!
La niebla se dispersó de su mente y pilló a Giurescu tan desprevenido que logró quitárselo de encima y saltar de la cama como un gato escaldado.
Giurescu le miró con dureza, visiblemente contrariado.
- Ya basta de teatro, Entreri, tu orgullo te domina.
Entreri miró sus armas, que reposaban sobre la mesilla, al otro lado de la cama, no podría alcanzarlas antes de ser interceptado por Giurescu. El vampiro se levantó de la cama y se se plantó ante él con un aura amenazadora en torno a él. Entreri se dispuso a luchar, por inutil que fuera.
- Te resistes a mi por pura sobervia.- La elegante voz era ahora fria y parecía surgir de la misma tumba.- Porque no quieres que nadie te domine, ¿realmente crees que puedes rebelarte ante lo que deseas? Ya eres mio.
- No.
- Ese caballero opina de otro modo.- Se burló Giurescu mirando la entrepierna de Entreri, que no pudo evitar un leve rubor.
- Pero el caballero que habla ha dicho que no.- Sonó desde el umbral.
Entreri y Giurescu miraron a la puerta de la habitación y vieron a Jarlaxle, el drow se había puesto sus habituales galas, sombrero hortera incluido. Estaba cruzado de brazos con una amplia sonrisa de superioridad, parecía perfectamente recuperado.
- Esto no te incumbe, cucaracha negra.- Bufó Giurescu, toda su elegancia olvidada por la ira y el deseo interrumpido.
- Ese comentario racista me ofende profundamente.
- ¿Crees que temo a tu raza?.- Se mofó Giurescu recuperando un poco su porte.- He bebido vuestra sangre y no fue un gran desafio.
- No todos los drows son iguales.
Jarlaxle se cambió el parche de sitio, pues incluso esa pieza de su indumentaria había vuelto a su sitio. Su sonrisa era indolente y sugería todo un repertorio de ases en la manga. Giurescu se arregló la chaqueta y en un instante volvió a ser un vampiro bohemio y aristocrático.
- Veo que se recupera rápido.
- Ventajas de ser una "cucaracha negra".- Se burló Jarlaxle.
Giurescu siseó y marchó en silenciosas zancadas, aunque al pasar por la puerta, junto a Jarlaxle, le dirigió una mirada asesina y el drow le respondió con una idéntica. Súbitamente se acercó y le susurró algo que Entreri no pudo oir pero que ensanchó la sonrisa del drow.
Cuando Giurescu hubo marchado, Jarlaxle cerró la puerta, fue hacia la cama y se derrumbó sobre ella.
Entreri corrió junto al drow y le quitó el sombrero antes de que quedase aplastado.
- ¿Jarlaxle?
- Menudo mareo, no te habras creido que ya estaba curado, ¿no?
Pues si que se lo había creido, el muy idiota aun estaba recuperándose pero había engañado incluso a Giurescu.
- Idiota, ¿por qué has venido si estabas enfermo? Nunca te recuperaras si haces eso.
- ¿Idiota?.- Jarlaxle se masajeó las sienes.- Pero bueno, ¿esta es la recompensa por rescatar a la dama en apuros?
Entreri tuvo que recordarse que Jarlaxle estaba enfermo para no darle un puñetazo.
- Eres idiota.- Confirmó.- Y yo desde luego no soy una dama en apuros.
- Entonces... ¿no hay beso para el salvador?
Se merecía que lo abandonara en ese castillo y que Giurescu le destripara.
- ¿Qué te ha dicho Giurescu?
- Ah, lo de antes, me ha dicho que va a follarte y que luego me matará.
- ¿Y tu vas y te ries?
- Bueno, esa amenaza implica que mientras no te lleve al huerto yo estoy a salvo, ¿no? Solo tengo que impedir que eso ocurra.
Abandonarle alli no era suficientemente cruel, primero le caparía.
- Eres... eres la persona mas insufrible que conozco, ¿y que haces levantado y vestido? Tendrías que estar descansando.
- Anna me va a traer unas pociones hoy mismo así que no hace falta que repose tanto, además necesitabas que te echase una mano, ¿no? Estaba intentando incorporarme cuando oí el "basta", supuse que tenías problemas con tu admirador.
Era una forma de decirlo. Entreri se sentó en el borde de la cama y se echó el pelo hacia atrás, acababa de empezar la noche y ya se sentía mentalmente exhausto, resistir la voluntad del vampiro era cada vez mas agotador.
- ¿Qué ocurrió para que ande tan desesperado por meterse en tus pantalones?
Jarlaxle no obtuvo respuesta así que se limitó a mirar al humano.
Cuan tormentosa era aquella situación. Aunque apenas había conseguido estar consciente había sentido la tensión latiente desde el momento en que Entreri había usado su anillo para transportarles allí.
Entreri se había arriesgado a venir a este lugar por él. Porque de otro modo sin duda habría muerto. Jarlaxle se sintió como un estúpido, se había puesto enfermo en el peor momento y en el peor lugar, forzando a su amigo a usar su último recurso.
Al salvarle la vida había puesto en serio peligro la suya propia. Jarlaxle había salvado la del humano en varias ocasiones, pero siempre con un motivo detrás y sin perder nada por hacerlo. Entreri le había cuidado, había manifestado auténtica preocupación por él y finalmente había caido en una desagradable situación para salvarle.
Entreri era mucho mas que su socio, era su camarada, y aunque lo negara si algún día Jarlaxle se lo preguntara, era su amigo.
Y este amigo era muy atractivo, se permitió pensar Jarlaxle, mirando el torso desnudo de Entreri, que se masajeaba los hombros.
Giurescu había notado desde que le había visto que tenían algo en común aparte de sonreir mucho, atracción por ambos sexos y mas concretamente por el humano al que ambos conocían.
Aunque hacía tiempo que había pensado en Entreri como un posible amante nunca lo había puesto en practica ni sopesado seriamente. Según todas las señales Entreri era recto como una flecha, le gustaban las mujeres e incluso esas le gustaban poco, las usaba y deshechaba al momento como alivio a la necesidad básica de sexo.
Descubrir que también le atraían los hombres era todo un descubrimiento, y cambiaba mucho las intenciones de Jarlaxle respecto a Entreri, ahora podía considerar seriamente aquella posibilidad.
Aunque nunca había imaginado que ver a Entreri erecto con Giuresco a un palmo de él y mirándole los bajos le volvería loco de celos.
En ese momento, de no haber estado enfermo, hubiera atacado al vampiro. Aquella sanguijuela ya había tenido la atención de Entreri en el pasado, que cediera paso a quienes aun no la habían tenido.
Y la obsesión del vampiro prometía maravillas acerca de cómo debía ser el sexo con Artemis Entreri.
- Artemis.
- ¿mmh?
- Perdona que parezca que no me lo tomo en serio.
Entreri miró con sorpresa a Jarlaxle.
- Se perfectamente que la situación no es como para reirse, pero si los dos nos ponemos lúgubres se nos caerá la casa encima.
Entreri suspiró y se puso en pie, no sabía bien porque, pero se sentía mucho mejor despues de las palabras de Jarlaxle.
- Tu concentrate en recuperarte, en cuanto Anna te traiga las pociones empezaremos a pensar en como escabullirnos.
- Eso haré, ¿puedo quedarme aquí?
- Claro, voy a dar una vuelta.
Jarlaxle se acomodó y se permitió amodorrarse, contento de haber conseguido aliviar algo de la tensión de Entreri.
Nota de la Autora: ¡Un review, que alegria! Muchas gracias Ari Linsar, he tomado buena nota, ya era hora de que Jar tomase cartas y se supiese un poco su punto de vista. Estas cosas animan a una a seguir en Fanfiction.
