Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, el argumento se beneficia de historias varias de vampiros.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash) y este se da entre los personajes Jarlaxle y Artemis, además de Vladimir Giurescu (personaje propio), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 9. El corazón oscuro.

Jarlaxle aguantó estoicamente mientras Entreri amañaba unos primeros auxilios en sus hombros, la verdad era que lo hacía bastante bien para ser alguien que, gracias a su daga mágica, no necesitaba curarse a si mismo.

Una vez mas Entreri le había salvado la vida. Jarlaxle notó el aliento cálido sobre su piel desnuda mientras Entreri le vendaba y apenas pudo contener el impulso de abrazar al humano y besarlo. Descubrir la disponibilidad de Entreri le estaba afectando al juicio. No podía dejar de rememorar sucesos pasados.

El primer encuentro con Entreri, en Calimport, cuando le había buscado por orden de Vierna, en aquel entonces su único conocimiento acerca del asesino eran su profesión y que era la única persona que había combatido a Drizzt, un legendario guerrero, de igual a igual, sin un vencedor satisfactorio.

La primera impresión había sido buena, Entreri había impresionado gratamente a Jarlaxle. El humano era el lider de una importante cofradía, lo que no dejaba de darle una curiosa similitud con él mismo y Bregan D'aerthe. Cara a cara, la impresión era aun mejor. En un principio, la idea había sido secuestrar al humano para negociar con él en superioridad de condiciones, pero los resultados habían sido que los cuatro soldados drow designados habían muerto directamente a manos de su presa.

Jarlaxle conocía a sus hombres, a todos, conocía sus nombres y su historia, aquellos eran buenos guerreros, excelentes espias, pero habían sido derrotados por un humano.

Artemis Entreri no había perdido el tiempo, al final había sido él quien había ido al encuentro de Jarlaxle, y el mercenario no había dudado en llevar la reunión de igual a igual.

Perspicaz, inteligente, calculador, fuerte y habil, si Jarlaxle hubiese cerrado los ojos podría haberse imaginado que hablaba con otro drow, pero al abrir los ojos tampoco le molestaba encontrar a un atractivo humano de petreos ojos grises. Le fascinaba su cara, la recta perilla, el cabello negro como la propia piel de Jarlaxle, la piel morena que parecía bronce al sol.

Podrían haber hablado más, podrían haber tenido mas tiempo para conocerse, pero Vierna había perdido la paciencia, irrumpido en la reunión y exigido la colaboración de Entreri con amenazas y ofertas directas y claras. Les ayudaría a encontrar a Drizzt, a cambio recibiría un combate con el renegado, si se negaba la diosa Lloth le devoraría las entrañas.

Después Entreri se había ido a cumplir con su parte del trato, habían vuelto a verse tras capturar a Drizzt pero no había tenido tiempo ni de tantear el terreno, con la obsesión de su combate con Drizzt, Entreri no había dejado mucho margen con el que trabajar.

Se había olvidado del tema hasta que le había vuelto a ver.

El combate contra Drizzt en la cornisa de Mithrill Hall. Que magnífico espectáculo, que armonía de movimientos, un combate titánico en el que Entreri había mostrado una valía inimaginable.

No había podido ver el final del combate, pues asuntos mas urgentes reclamaban su atención, pero después del desastre en las cavernas había vuelto a buscar al humano, Entreri le gustaba, si moría ahora nunca sabría mas de él.

Y había salvado la vida de Entreri tendiendo una telaraña mágica bajo este cuando se despeñó, cayendo del risco del que sus alas mágicas le habían dejado colgado.

Le había curado y cuidado, le había llevado a Menzoberranzan. Durante aquel tiempo había empezado a conocer a Entreri, pero sus tanteos habían quedado colgados, cierto que no había sido muy explícito, después de todo la homosexualidad o bisexualidad, común entre los drows, no era habitual en la superficie, donde no se soportaba un matriarcado estricto, sexista y sadomasoquista. Si Entreri no era bisexual no quería espantarle con una insinuación directa.

No quería ni imaginar la reacción de Entreri si se hubiese metido en su cama con un simple "¿Eres de los que muerden almohada o soplas nuca?".

De todos modos las circunstancias no habían dejado mucho que desear, Entreri pronto se sintió incómodo en la ciudad drow, al encontrarse con un reflejo de si mismo y totalmente alienado por la sociedad. Mas tarde la llegada de Drizzt había llevado a Jarlaxle a preocuparse más por temas inmediatos referentes a la banda que a un posible amante con el que no obtenía resultados.

Y finalmente el último encuentro, de nuevo en Calimport y para forjar una alianza.

Allí había conocido realmente a Entreri, y también había abandonado toda idea acerca de acostarse con el humano, se había informado de que Entreri se acostaba esporadicamente con alguna chica del haren, nunca con los pocos chicos que también había para tal menester.

No jugaba en su mismo equipo, no había nada que hacer. Era inutil desear a alguien que no iba a ser tuyo, Jarlaxle era un drow práctico.

Pero ahora eso había desaparecido. Entreri jugaba en su equipo, era excepcionalmente discreto acerca de ello, pero así era.

- Artemis.

- ¿Qué?

Jarlaxle acarició el pómulo de Entreri, rasposo al tacto, y este le miró con una mezcla de confusión y sorpresa.

- ¿Qué?.- Repitió.

Entreri vió el brilló en los ojos azabache de Jarlaxle y sintió un estremecimiento, conocía esa mirada, la había visto en los ojos de Giurescu hacía unos instantes, era un brillo especial, de deseo. Jarlaxle le estaba mirando con deseo.

"¿Qué es tan divertido?"

"Que el drow babee por ti y tu no te des cuenta."

Giurescu lo había sabido antes que él.

- No.

- ¿No?

- Ahora no.

Jarlaxle sonrío.

- ¿Mas tarde entonces?

Entreri sentía el corazón desbocado, estaba en un mar de emociones, no sabía cuales eran las adecuadas, no sabía como debía reaccionar o por qué había reaccionado como lo había hecho. Necesitaba tiempo, necesitaba calmarse. Entender esta nueva situación antes de enfrentarse a ella.

- Mas tarde.- Confirmó finalmente.- Pero no ahora.

Jarlaxle asintió y apartó la mano, dejando un hormigueo en la mejilla de Entreri, que se apartó de Jarlaxle a tiempo de que Anna entrara en la habitación con una caja de pociones.

Mientras Anna seleccionaba las pociones de curación y sanar adecuadas. Entreri les dio la espalda, para ver a Voica entrar con expresión neutra y recoger metodicamente los restos de Catherine sin mirarle ni dirigirle la palabra.

Cuando las dos vampiresas se fueron, Jarlaxle estaba de pie y en plena forma, recuperado y listo para enfrentarse a lo que fuera.

Entreri, por su parte, descubrió que estaba temblando. Y desde luego no era miedo, ni frio, descubrió asombrado que lo que sentía era impaciencia, expectación.

Antes de que amaneciera, Giurescu apareció en la habitación de Entreri, no obstante no sonreía en absoluto, ni tampoco parecía enfurecido, solo indignado.

- Tu amigo ha matado a una de mis damas, Voica y Anna me han contado lo de Catherine. Esa cucaracha negra la ha matado.

Entreri se cruzó de brazos.

- La he matado yo.

Giurescu se limitó a soltar una carcajada amarga.

- No te molestes en mentirme, estabas conmigo cuando Anna llegó buscando ayuda para ese malnacido.

- Cuando yo llegué aun combatían, yo la maté.

- ¡Y qué me importa!

Bramó, pero no se transformó, en su lugar atacó la silla de la mesa y la destrozó de un solo golpe, lanzando astillas a su alrededor.

- ¡No me importa que tú las mates, tú puedes matarlas a todas y me daría igual!

Entreri se dispuso estrategicamente cerca de sus armas, Giurescu empezaba a mostrarse violento, casi desesperado.

- ¿No lo entiendes?.

Esta vez lo que brillaba en sus ojos no era lujuria, era algo diferente, mas profundo, que Entreri no podía identificar.

- No lo entiendes.- Murmuró el vampiro, por un momento pareció abatido y despues se recobró en un instante.- Supongo que no importa.

- Supongo que no.- Se limitó a decir Entreri.

Los primeros rayos de sol se filtraron por la cortina y por un instante Entreri vió a Giurescu como probablemente había sido en vida. Humano, con la piel mas rosada, no tan marmorea, los ojos azul cielo y el cabello brillante y mas oscuro. Vivo.

- No te vayas, Entreri, por favor, piensa en lo que te ofrezco.

No contestó, no necesitaba hacerlo.

Giurescu se marchó, escapando de la luz del sol, que comenzaba a ser insoportable.

Entreri se estiró sobre la cama, deseaba dormir, pero tenía que ir a ver a Jarlaxle y planear la huida, se irían hoy mismo, bajo el sol protector.

Jarlaxle le esperaba con el equipaje hecho, provisiones dispuestas y todo listo para marchar a la máxima velocidad, cuando llegase la noche tenían que haber dejado el castillo lo mas lejos posible.

- Te ves horrible, ¿quieres descansar antes de que nos vayamos?

- No hay tiempo.- Replicó Entreri, aunque lo único que quería era dormir.

Jarlaxle frunció el ceño y se acercó con curiosidad, pero no, Entreri no parecía haber sufrido pérdida de sangre, eso se notaría en forma de palidez y temblores, lo que le ocurría era probablemente cansancio generalizado, había dormido poco y mal, había estado combatiendo de forma constante los intentos de Giurescu de minar su voluntad con los poderes sortílegos de los vampiros y eso agotaba la mente.

Si tuviesen tiempo...

Pero no lo tenían, y Jarlaxle no iba a dejar a Entreri estar en aquel lugar ni un día más, si volvía a oler sándalo en la ropa del humano buscaría a aquella sanguijuela y le metería una estaca por donde la espalda pierde su santo nombre.

- Vamos entonces.

El castillo estaba en completo silencio, era espeluznante, aun peor que el aspecto que pudiese tener de noche. No era el silencio sepulcral, era mas bien saber que el vampiro no quería que se fueran y sin duda habría preparado algo.

Y no sabían que era.

Las puertas del castillo estaban firmemente cerradas, pero de todos modos no pretendían salir por allí pues era obvio que Giurescu tomaría precauciones al respecto de esa salida.

Salieron por una ventana, destrabaron las maderas y retiraron la trampa, buena pero envejecida. El exterior se veía placido, el día estaba nublado pero no parecía que fuera a llover, lo que les facilitaba el viaje, aunque no ayudaría a cubrirles cuando Giurescu saliera en su persecución al caer la noche.

El viaje a traves del duro camino traía recuerdos dolorosos, la última vez que lo había atravesado había sido desangrado, febril y desesperado.

No quería repetir esa situación.