Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, el argumento se beneficia de historias varias de vampiros.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash)y este se da entre los personajes Jarlaxle y Artemis, además de Vladimir Giurescu (personaje propio), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

ATENCION: Este capítulo tiene sexo gráfico y total. Ojo al dato, empieza a partir de la linea de separación.

Capítulo 11. Piel contra piel

- ¿Artemis?

Jarlaxle notó el desasosiego de la expresión del asesino mientras este miraba continuamente a sus espaldas, mirando el desfiladero que iban dejando atrás, pese a que el castillo ya no estaba a la vista.

Deseaba tanto reconfortarle. Pero hacerlo solo provocaría una reacción hostil. En su lugar le tocó el brazo y le dio un leve apretón, intentando comunicarle que no estaba solo, que Jarlaxle estaba ahí para echarle un mano cuando la necesitara.

- Esta atardeciendo.

Jarlaxle comprendió, dentro de poco tendrían a un muy enfucerido vampiro tras ellos, y probablemente a todas sus damas ayudándole. Aquellos muy bien podían ser sus últimos instantes de luz.

Podían ser sus últimos momentos.

- No importa que andemos mas.- Dijo Jarlaxle finalmente.- Debemos descansar ahora, mientras podamos hacerlo sin peligro.

Entreri pareció a punto de negarse pero tras unos instantes asintió y buscaron refugio entre los árboles. Finalmente dieron con una zona muy tupida, bien cubierta por un grupo de árboles de ramas espesas. Dejaron las cosas listas para salir corriendo en cuanto anocheciera y se acomodaron sin molestarse en hacer guardias. Debían recobrar todas las fuerzas que pudieran en un par de horas.

Entreri rememoró como había escapado de Giurescu despues de que este le desangrara, había sido mas suerte que otra cosa. Cuando el vampiro se hubo saciado de sangre, Entreri se había encontrado semiinconsciente, temblando y al borde del delirio por la pérdida de sangre, muriéndose. Vladimir le había besado y acariciado, aunque Entreri ni siquiera tenía fuerzas para tener una erección, después le había curado las heridas del cuello con primor, susurrandole palabras empalagosas al oido acerca de lo deliciosa que era su sangre, del magnífico ejemplar que era en todos los sentidos.

Pero Entreri apenas si había podido escucharle, en su estado su único esfuerzo estaba en no desmayarse de nuevo, cosa que parecía que podía ocurrirle en cualquier momento, apenas podía enfocar la mirada y sentía un frio antinatural en el cuerpo pese a que sin duda la habitación tenía que estar caldeada por la chimenea.

Vladimir se había mordido su propio labio, derramando gotas de su sangre maldita sobre el torso de Entreri y disponiéndose a besarlo, a obligarle a beber su sangre y transformar su debilitado cuerpo en un nuevo ser, un vampiro.

Pero se había salvado, un grito femenino había rasgado el aire y Vladimir había cerrado los ojos, usando su vínculo psiquico con sus damas para descubrir que ocurría.

- Anna... – Vladimir había cogido entonces una poción y había obligado a Entreri a beberla.

Entreri se había sentido mejor de inmediato, aunque aun se sentía debil como un gatito recien nacido, incapaz de moverse. Vladimir le había acariciado los cabellos con adoración y le había besado levemente, de modo que Entreri no había bebido nada del líquido que le podía maldecir.

- Eso te mantendrá con vida.- Le murmuró.- Tengo que ayudar a Anna, su cacería no ha ido bien. Me necesita, mas tarde volveré aquí, contigo.

Anna apenas tenía una semana de no-vida. Entreri no sabía que había ocurrido pero probablemente la inexperiencia de la joven la había puesto en problemas, quizá había intentado volar, o dominar a los lobos, cualquier cosa que había fallado.

Tenía poco tiempo para huir y ninguna fuerza con que intentarlo.

Pero la desesperación le había dado fuerzas o quizá Vladimir le había subestimado. La cuestion era que había roto una de las cadenas y había conseguido liberar la otra, despues se había levantado trastabileando.

La huida había sido desesperada, torpe, había andando a trompicones, tambaleándose hasta alcanzar una ventana y se había deslizado por el alfeizar. Apenas había avanzado unos metros cuando un terrible mareo le había hecho soltarse... y caer al vacío.

El resto de sus recuerdos eran borrosos, recordaba haber caido al rio, solo podía achacar a la suerte no haberse ahogado o matado al caer al agua desde tanta altura, había recuperado la consciencia en la corriente del rio, con la ropa enganchada en un saliente rocoso, tenía la piel helada y alta fiebre. Había salido del rio y vagado por la zona totalmente perdido y confuso, pero al final un par de tramperos le había encontrado y le había llevado hasta un pueblo.

Y ahora estaba escapando de nuevo, en mejor estado y en mejor compañía, pero no estaba seguro de que esta vez la suerte le acompañara.

Los recuerdos le habían dejado frio, aterido y de mal humor. No podía dormir, no podía descansar de ese modo.

De pronto vió que Jarlaxle se movía, el drow apartó la manta y se acercó.

- No puedes dormir, ¿verdad?

Entreri asintió y se frotó las sienes, Jarlaxle se sentó junto a él.

- ¿Quieres que... nos acostemos juntos?


En otras circunstancias quizá se hubiera reido, quizá se hubiese enojado, o se lo habría pensado durante mas tiempo, pero en aquel momento Entreri se incorporó, tomó el rostro de ebano entre las manos y besó aquellos carnosos labios.

Necesitaba aquello, necesitaba a Jarlaxle. Quería reirse de su sano buen humor, quería oir sus absurdas propuestas, bufar por su falta de juicio, criticar su falta de seriedad, sacarle de todos aquellos problemas en que se metía, aguantar sus chistes malos... y sobre todo quería sentir su calided sobre su cuerpo.

- Supongo que eso es un si.- Rió el drow.

- Eres insufrible.

- Y eso te encanta.

No quería hablar más. Volvió a besar a Jarlaxle, que se inclinó sobre él, correspondiendo con ansia. Las manos se deslizaron por su camisa y comenzaron a desabotonarla con rapidez, Entreri se estremeció por el aire frio rozando su piel desnuda. Necesitaba calor, el contacto de otro ser vivo.

Jarlaxle profundizó el beso mientras abrazaba a Entreri. Movió su lengua, chupando y recorriéndo la boca, explorando. Estaba mas excitado de lo que imaginaba, Entreri respondió a sus avances con prontitud, estrechando el abrazo y respondiendo con avidez.

Se devoraron el uno al otro, sus lenguas unidas, sus cuerpos rozándose, impacientes por sentir la piel desnuda del compañero. La pasión les recorría, haciendo un refugio entre ellos. Nada mas importaba.

Jarlaxle se separó de los labios y Entreri gruñó contrariado, Jarlaxle rió levemente y recorrió la delicada piel tras la oreja con su lengua. Deslizó las manos por la espalda desnuda del humano hasta el trasero y aferró las redondeadas nalgas por encima de la tela de los molestos pantalones.

Entreri gritó sofocadamente cuando Jarlaxle molió sus caderas con las suyas. Estaba ardiendo de lujuria, su entrepierna palpitaba y no podía evitar balancear las caderas en busca de mas fricción, tenía que desnudarse, y desnudar al maldito drow.

- Maldita sea... ¡quitate ese maldito sombrero!

- ¿Tambien lo demas?.- Ronroneó Jarlaxle.

No se molestó en contestar a la estúpida pregunta y comenzó a desvestir a Jarlaxle mientras este hacia lo propio.

Se besaron lujuriosamente, impacientes, como si acabaran de descubrir ese arte. Las manos vagaron por la piel desnuda y sus miembros desnudos se frotaban entre si mientras se devoraban los labios. Jarlaxle rodó hasta el suelo y puso a Entreri sobre él, aferrando su trasero mientras Entreri le besaba con su rostro entre las manos.

Era un deseo casi excesivo. Entreri deseaba a Jarlaxle de un modo que no acababa de comprender, era completamente distinto al deseo que había sentido con Giurescu, le devoraba desde dentro. Jarlaxle, por su parte, no había deseado nada como deseaba a Entreri, la simple imagen del humano sobre él le hacía sentir que no podría durar demasiado, era Artemis quien estaba allí desnudo, tocándole, era increible.

- Si...- Murmuró Entreri, jadeando contra el cuello de Jarlaxle.

Empujó las caderas, deleitándose en la sensibilidad de su erección acariciando la de Jarlaxle. Sus húmedos miembros se deslizaban juntos, el sudor resbalando por sus cuerpos, el calor en la entrepierna casi insoportable.

Jarlaxle agarró las caderas de Entreri, intentando pasar el balanceo, aunque su propia pelvis buscaba el contacto de los movimientos de Entreri.

- Tienes que parar.- Murmuró.- O esto terminará demasiado rápido.

Entreri asintió, pero le resultaba casi imposible dejar de moverse.

Jarlaxle gimió, tenían que pasar a mayores cuanto antes. Se apartó de debajo de Entreri y buscó entre su equipaje algo que usar como lubricante.

Entreri se sentó y tuvo que agarrar la manta para contenerse de masturbarse.

- Aja, esto servirá.

Jarlaxle se giró con una poción de curación en la mano, Entreri arqueó las cejas escepticamente ante la elección, pero no habiendo nada mejor... quizá hasta podía ser mejor que el habitual aceite corporal.

- Es perfecta.- Confirmó Jarlaxle.- De veras, suave, sana... deliciosa.

- ¿Vamos a ello o no?.- Espetó Entreri, excitado por la última descripción.

Jarlaxle rió y se arrodilló entre los fuertes muslos de Entreri.

- Bueno, hay que decidir algo antes, ¿quién monta a quien?

No era la forma mas romántica de decirlo, pero Jarlaxle dudaba que Entreri apreciara algo tan metafórico e insulso como "¿quién llenará el vacio del otro?".

Entreri se lo pensó apenas un instante, la idea del mercenario penetrándole... su verga vibró respondiendo directamente.

- Tú a mi.

Jarlaxle se relamió encantado con la respuesta, aunque disfrutaba mucho estando en el lado que recibía le excitaba mucho la posibilidad de ser el dominante de esa sitación.

Aunque dudaba que nadie pudiese dominar a Artemis Entreri.

Vertió la blanca poción sobre sus dedos, sintiendo con satisfacción el leve efecto calmante de la poción curativa, era realmente ideal para lo que iban a hacer con ella.

- Relájate, no te dolerá.

- Eso no te lo crees ni tú.- Replicó Entreri, pero se relajó visiblemente.

- Pero si que me lo creo.- Le susurró el drow.

Un dedo humedecido acarició la entrada que Entreri le ofrecía levantado las caderas.

Jarlaxle deslizó los dedos por la curva de las nalgas y rodeó el secreto orificio mientras acariciaba la gruesa verga, recorriendo su longitud y aumentando las caricias mientras deslizaba un dedo en el interior de Entreri.

- Mmmmh...- Entreri se mordió el labio intentando amortiguar el gemido.

Entreri era estrecho. Probablemente hacía tiempo de su última relación homosexual, o al menos de la última vez que había sido penetrado. Jarlaxle apretó el henchido miembro, arrancando un desesperado gemido de Entreri. Acarició con firmeza los genitales a medida que deslizaba otro dedo en la resistencia muscular. Se detuvo unos isntantes, dejando tiempo a Entreri para adapatarse y despues movió los dedos lentamente hacia fuera.

- Jarlaxle...

Entreri jadeó, su entrepierna palpitando en la mano de Jarlaxle, su ano contrayendose contra los deseados intrusos... era demasiado. El maldito drow sabía bien lo que hacía.

Los gemidos de Entreri estaban enloqueciendo a Jarlaxle, se sentía mas duro que nunca. Era mas que el sexo, todo aquello era innegablemente erótico, no hubiera sido ni la mitad de delicioso estando con otra persona. Entreri era perfecto, y ni siquiera parecía apreciar su propio atractivo, su cuerpo era duro, fuerte y equilibrado. Su rostro, generalmente imperturbable, estaba ruborizado, y el modo en que se estremecía era puro erotismo. Su miembro estaba bien dotado, buena longitud, grueso... Jarlaxle quería chuparlo, quizá despues del plato fuerte podrían probar postres mas ligeros.

Jarlaxle añadió otro dedo y con leves movimientos deslizó ambos, sonriendo al sentir que la abertura se estremecía a su alrededor. Entreri gimió ahogadamente mientras su glande brillaba con el abundante fluido pre-orgásmico, que resbalaba por el miembro, Jarlaxle bombeó firmemente el pene, extendiéndo el fluido. Acarició el rojizo glande y frotó la húmeda abertura.

- ¿Va bien?

- Hazlo de una vez.- Entreri apenas podía articular sin gemir entrecortadamente.

Jarlaxle sacó y metió los dedos del estrecho pasaje y comprobó que realmente Entreri estaba mas que preparado, los gemidos ya no podían contenerse y extendía mas las piernas para facilitarle el acceso.

- ¡Date prisa, maldita sea! Voy a correrme.- Exigió Entreri.

No hacía falta esperar mas, desde luego, Jarlaxle dudó de que de todos modos hubiese sido capaz de esperar un segundo más, su propia entrepierna reclamaba atención.

Rápidamente extendió la poción sobre su verga, conteniendose a duras penas de acariciar más su insatisfecha erección, y se tendió sobre la capa.

- ¿Quieres dirigir? Me encantaría que me cabalgaras.

Entreri se sintió vrebemente confuso y despues sonrió, si, le gustaba esa postura.

- ¿Crees que podras aguantar mi cabalgada? Las hago muy duras.- Desafió.

El drow se limitó a sonreir presuntuosamente y Entreri se preparó. La verdad era que su bravata era mas farol que otra cosa, su último amante masculino había sido Giurescu, y de eso hacía doce años, no era probable que pudiese cumplir con la amenaza.

Se situó sobre Jarlaxle, arrodillandose hasta que el oscuro glande tocó su ano. Este se contrajo con excitación y Entreri apoyó las manos en el entonado torso del drow.

- Si te mueves antes de que esté preparado te mataré.

Jarlaxle asintió seriamente y agarró la cintura de Entreri con una mano, para dejar que la otra tomara el miembro de su amante en largas caricias.

- Ve despacio.- Le indicó, no quería causar ningún daño a Entreri, ninguno.

Entreri comenzó a sentarse sobre el caliente apéndice y quedó gratamente sorprendido por la facilidad de penetración, la poción curativa parecía ser un excelente lubricante, y estaba tan excitado que el dolor parecía ser algo lejano, una minucia frente al extraño placer que era la penetración.

La lentitud no obstante seguía siendo demasiada al parecer, porque Jarlaxle estaba haciendo agujeros en su cadera con los dedos, se mordía el labio inferior y tenía la frente, y la calva, perlados de sudor. La mano que acariciaba su verga ahora la estaba apretando y Entreri temió correrse en cualquier momento.

- Me voy a arrepentir.- Murmuró entre dientes.

Entreri se empaló por completo con un único movimiento y un grito sofocado acompañó el gruñido de placer de Jarlaxle. Aquello había dolido, le daba la impresión de que el ano le ardía aunque... no podía negar que estar lleno de Jarlaxle le producía cierto placer.

Jarlaxle arqueó las caderas en el ángulo correcto y Entreri sintió una oleada de placer que ahogó por completo el dolor anterior. No pudo contener una exclamación y supo que el avispado drow había dado con su próstata.

El glande de Jarlaxle volvió a dar con el dulce punto y Entreri se disolvió en gemidos de placer puro, lujuria hecha música.

Por lo rápido que el dolor estaba desapareciendo, Entreri dio gracias por la poción de Curar que habían usado de lubricante, supuso que si no fueran tan caras la gente las usaría mas a menudo para este tipo de menesteres.

Comenzó a moverse de abajo a arriba, cabalgando a Jarlaxle, deshaciendose en las oleadas de placer, la sensación de entrada y salida del pene, el masaje de próstata y las manos de ébano jugando con su escroto y agarrando su verga...

Cuando Jarlaxle empezó a moverse con él, acompañando el ritmo pélvico, se dejó los pulmones gimiendo. Sus sofocados gritos se oían en el atardecer mientras chocaban el uno con el otro buscando balance. Poco a poco alcanzaron un ritmo común, moviéndose al unísono y jadeando acompasadamente. El sol teñía la piel de Entreri de bronce, que se veía magnífica contra el alabastro de Jarlaxle, piel ardiente contra otra piel, el sudor brillando sobre carne suculenta.

- Cielos...

Entreri nunca había visto nada mas delicioso que el rostro de Jarlaxle al borde del orgásmo, el drow abrió la boca, cerró los ojos en una expresión de dulce padecimiento y explotó dentro de él.

Entreri sintió la calided golpeándo dentro de su cuerpo, los últimos y salvajes golpes en su próstata y las manos de Jarlaxle, cerrandose sobre su verga con la fuerza de un orgasmo, formando una apretada vaina en torno al miembro.

- Cielos...- Repitió.

Y el orgasmo le sacudió como una corriente eléctrica, derramándose en las manos de Jarlaxle y sobre su vientre hasta quedar vacio y satisfecho.

Los últimos rayos de sol desaparecieron, Entreri aun estaba sobre Jarlaxle, sin querer romper la unión que compartían, sintiendose en paz por primera vez en demasiado tiempo. Jarlaxle no había soltado el pene de Entreri, ya flacido, y lo sostenía como algo precioso.

Se miraban a los ojos sabiendo que aquello no había sido solo acostarse juntos, que había sido mucho más de lo que habían vivido en sus vidas.

Quizá aquello era lo que la gente llamaba hacer el amor.

Nota de la autora: Hala, aquí lo tenemos, la escena tórrida. Si no hago al menos una no me quedo tranquila.

Me temo que tardaré en actualizar con respecto al ritmo inicial, los trabajos de la universidad son durillos.