Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore, el argumento se beneficia de historias varias de vampiros.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash)y este se da entre los personajes Jarlaxle y Artemis, además de Vladimir Giurescu (personaje propio), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 13. Tratar con el Diablo.
Giurescu no les dejó esperanza alguna.
Entreri intentó con todas sus fuerzas levantarse del suelo, pero se desplomó, exhausto y dolorido. A unos metros de él, Jarlaxle no se encontraba mucho mejor.
Vladimir Giurescu había jugado con ellos, como era frecuente en él. Cuando le habían atacado se había limitado a reir y esquivar, moviendose como una sombra, como agua, plagando de ilusiones el lugar, tan perfectas que ni Jarlaxle había podido distinguirlas aunque a menudo había podido indicar donde estaba realmente el vampiro.
De nada les había servido. Giurescu les había ido atacando, con golpes, pequeños cortes y ataques mentales destinados mas a debilitar sus fuerzas que a tener un efecto real.
Era demasiado fuerte, y ellos habían estado debilitados por el combate con Voica y la larga huida. Desde luego no había sido un combate demasiado justo.
- ¿Ya estais cansados? Nts nts... Artemis, creo que realmente necesitas aceptar mi oferta, el tiempo te ha vuelto mas lento.
Entreri escupió sangre y apenas si pudo alzar la cabeza del suelo para poder mirar con odio puro al vampiro. Le odiaba ahora mas que nunca.
Jarlaxle tosió levemente y consiguió incorporarse, Entreri quisó gritarle que se detuviera, que no provocase a Giurescu, que no quería verle morir... pero Jarlaxle le miró, y le sonrió.
Mentiroso, pensó Entreri, no sonrias, no quieras convencerme de que todo va a ir bien.
Giurescu se acercó al drow y paró facilmente la daga lanzada por él para despues agarrarle el brazo y retorcerlo, provocando un gruñido de dolor.
- Y tu... asqueroso elfo negro, te has ganado un final lento y doloroso.
- Oh no, ¿tendré que oler tu aliento?
Mal momento para un chiste, ¿pero cuando había atendido Jarlaxle a razones?. Giurescu le golpeó el estómago y le lanzó al suelo con fuerza. Acto seguido desenvainó, Vladimir no la usaba mucho, prefería mancharse las manos, pero a veces una buena espada era util para ser efectista. Y era bien sabido que a todos los vampiros les gustaba el dramatismo.
- Se acabó tu tiempo, drow.
Era la sentencia. Giurescu no iba a seguir jugando con Jarlaxle. Entreri sintió que el pánico se adeñuaba de él. Nunca antes había sentido algo así, mucho menos por otra persona. Pero lo que importaba era que aquella emoción le dio fuerzas para levantarse.
- ¡NO!
Antes de que Giurescu consiguiera empalar el cuerpo tendido de Jarlaxle, Entreri hizo lo único que se ocurrió, le lanzó sobre el drow, cubriéndole con su cuerpo. Protegiéndole con su propia vida.
Al infierno con todo. No sabía explicar lo que sentía, no podía entender el sentimiento que le embargaba, solo sabía que si Jarlaxle moría, algo suyo moriría con él. Y no quería permitirlo, ya había tenido una horrible sensación de vacio antes, Jarlaxle lo había llenado y si moría perdería para siempre aquella paz.
La espada de Giurescu se detuvo en el aire, sobre el cuerpo de Entreri.
- Apártate, Artemis, el juego ha terminado.
Entreri no se apartó. Al contrario, abrazó a Jarlaxle, si Giurescu quería matarle tendría que pasar sobre él a la fuerza. No iba a apartarse de ningun modo.
Las garras de Giurescu se clavaron en su carne, agarrándole la cintura y rasgando su piel, hundiéndose. Gritó de dolor cuando el vampiro tiró de él para levantarle, pero no se levantó, concentró todas sus fuerzas en quedarse junto a Jarlaxle y protegerle, por inutil que fuera, por estúpido que se sintiese.
Las manos de Giurescu desistieron al fin, pero instantes despues el vampiro se inclinó sobre él, arrodillandose sobre él, y clavó los colmillos en su cadera.
Todo había sido inutil. Entreri sintió como el vampiro succionaba su sangre, el poder anestesiante del mordisco y la pérdida de sangre acabarían por hacer que se desmayara. Mientras empezaba a sentir la cabeza mas ligera oyó la voz de Jarlaxle, susurrandole al oido pero sin poder moverse.
- Gracias, pase lo que pase... en fin, te amo.
Entreri recordó la ultima vez que le habían dicho eso, había sido Giurescu, pero entonces Entreri se había enfadado y había odiado la declaración. Esta vez sintió algo distinto, descubrió que aquella declaración de amor le agradaba. Y lo que era mas importante, sentía la necesidad de corresponderle, aun mas... sentía que era la verdad.
- Yo tambien.- Respondió.
El mundo empezaba a desdibujarse a su alrededor, sintió la erección de Giurescu engordando contra su pierna, el vampiro estaba excitado por la cena.
Iba a desmayarse, y cuando eso ocurriera Jarlaxle moriría, y despues él acabaría en la alcoba de Giurescu, desangrado, para despues pasar a formar parte de aquel corrupto haren de vampiros.
- No lo permitiré... Vla... Vladimir... Vladimir, escucha...
El vampiro dejó de succionarle la sangre, pero no le soltó ni se movió un ápice.
- Dime.- Su voz era grave, cargada de lujuria.
- Dejale marchar... deja marchar a Jarlaxle...
- ¿Por qué? ¿Por qué debería hacerlo?
- Si Jarlaxle muere... yo me iré con el...
Alarmado, Giurescu le agarró y le volvió violentamente, sin fuerzas para agarrarse a Jarlaxle, le resultó facil. Entreri colgó inerte de sus brazos, pero le miró con ojos desenfocados esforzandose por hablar.
- ¿Cómo dices?
- Me... me suicidaré... cuando me conviertas en vampiro, si matas a Jarlaxle... saldré al sol... me mataré.
Giurescu le miró con incredulidad.
- Mientes, jamas harías eso, menos aun por otra persona.
Entreri podía comprender ese escepticismo. El antiguo Entreri jamas hubiese pensado en algo tan estúpido e inutil. Que imbecil era, que necio se sentía. Pero sin embargo, se sentía bien haciendo aquello.
- Lo haré... por él lo hare. ¿Quieres arriesgarte?
Giurescu tomó su rostro entre las manos, mirándole a los ojos.
- Respetaré su vida... siempre y cuando tú te quedes conmigo. Por tu voluntad, para siempre.
Entreri oyó el debil "no" de Jarlaxle, pero lo ignoró. Aquel era el mejor trato que iba a sacar de Giurescu, de todos modos no perdía nada. Giurescu iba a vampirizarle tanto si Jarlaxle vivía como si no, mejor que al menos el drow saliese de allí.
- De acuerdo... me quedaré contigo, si Jarlaxle se marcha sano y salvo.
Giurescu asintió con los ojos brillantes. Dejó a Entreri a un lado, cuidadosamente, y despues levantó a Jarlaxle, le apoyó bruscamente contra un arbol y le dio un sorbo de una poción verdosa. El drow se sintió algo mejor de inmediato y Giurescu le dejó la poción en la mano.
- Te encontrarás perfectamente recuperado en una hora.- Explicó Giurescu.
Jarlaxle gruñó y le escupió a la cara, para despues sonreir.
- Follará contigo... pero pensará en mi.
Resultó claro lo mucho que le costó a Giurescu no destriparle allí mismo, el vampiro siseó como un crótalo y le atravesó con la mirada.
- Vete, drow, vete ahora y si vuelves te mataré.
Jarlaxle miró a Entreri, que había perdido el conocimiento.
- No importa lo que hagas, me ama a mi.
Giurescu arrancó un trozo de arbol de un zarpazo y enseñó los dientes amenazadoramente, acallando cualquier otro comentario.
- Dentro de unos siglos, cuando tú hayas muerto y nosotros estemos aquí, veremos a quien ama.
El vampiro se apartó del drow, que siguió tomando la poción. Giurescu se inclinó junto a Entreri y le alzó en brazos, como si no pesara nada. Extendió unas alas desde su espalda y levitó, ganando altura hasta que desapareció volando en el oscuro cielo nocturno, llevándose a Entreri con él.
Jarlaxle notó que las fuerzas volvían a él, las heridas se cerraban a ojos vista y la vitalidad regresaba a él. Se levantó y meditó sobre su situación actual.
No iba a dejar allí a Entreri. Desde luego que eso era obvio.
Pero no sabía como, y tampoco tenía idea alguna de cómo llegar a tiempo, como salvar a Entreri antes de que le vampirizaran. Cosa que Giurescu haría cuanto antes.
Caminó por el bosque, sin pensar en a donde iba. La cabeza le daba vueltas. Que hacer. Ni siquiera podría llegar al castillo antes del amanecer, era imposible, y aunque llegara no sería capaz de derrotar a Giurescu, mucho menos luchando solo.
De pronto encontró a Voica.
O lo que quedaba de ella. La vampira estaba deshaciéndose en polvo. Cosa que no tenía sentido, había estado malherida pero viva cuando había huido, su poder vampirico tendría que haberla mantenido o incluso haberla regenerado levemente.
A su espalda oyó un susurró y se volvió, viendo a quien había acabado con Voica.
- Lo admito, esto es una sorpresa.- Confesó.
Nota de la autora: Lo reconozco, es una forma muy baja de enganchar al lector, pero oye... ¿a que funciona?
