Beyblade
Genero: Yaoi.
Pairings: KaixRei, TakxMax
Disclaimers: No poseo ni a los chicos ni a la serie...pero la historia si es mia
Warnings: Angst, (mucho!) Drama, mmm...esperanza, quizas el anhelo...y...lo demas me lo reservo.
Recomendación: "Vacaciones en Francia" de Dakita Hiwatari a quien el capítulo esta dedicado.
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Con intensos abrazos me sientas sobre tus piernas
Y con densa oscuridad acaricias mi cabeza
Para que respire tranquilo el aroma de mis lágrimas
Y los húmedos recuerdos que deslizan por mi cara.
Con pasos osados intento eludir el calor de tu regazo
Cansado, solo consigo encontrarme con el olvido
Sentado sobre la nada, siento tu presencia que creía distante
Y las carcajadas del silencio que se ríen por mi ironía de escaparme
Miguel Lora.
.:o:..o:.:o:.:o:.:o:.:o:.:o:.
"Kai?..." nada, de aquel que se mantenía en pie, como la figura de roca que se sostiene vacía sobre el peñasco esperando algún día ser arrojado contra el fondo marino, así el joven ruso se había conservado un tiempo que él no había podido definir aún "Kai?...Kai" llamó un par de veces más, el semblante se plasmaba con preocupación a través de los inocentes rasgos del rubio que, habiendo dejado a Takao en la cocina para colocar las viandas, y en aparente ausencia de su invitado, había avanzado prevenidamente hasta la recepción.
Como si el embrujo no hubiese podido terminar por sí mismo, aquella voz tuvo que ofrecer aquel lazo de razonamiento para traerlo a la realidad que, apremiante, cayó sobre el frágil cristal donde sus pasos habían corrido intentando alcanzar aquel sueño...que volviéndose nada, había representado solo un fugaz destello de aquel anhelo...
"Max" repitió el nombre, como si aquello pudiese significar salir de la circunstancia que permitía al rubio intentar escrutar en aquel espacio infinito que representaba ahora su alma, pues en ella, había un inmensa dimensión vacía, sólita desde el recuerdo de la Abadía.
"Sabes? No creo que sea sano perderse de ese modo..." acotó con toda calma dentro de su voz, guardando el sentimiento que aquella reacción provocaba en el espacio vertiginoso de la antesala, conociendo a la perfección el sentimiento en el cual aquella afirmación se desenvolvía "No vale la pena un estado alicaído. Anda, vayamos a tomar la cena"
Ante la petición un asentimiento suave expresando la afirmación de ese hecho. Su ahora 'amigo' pareció sonreírle de aquel modo cándido que había aprendido y conocido antes en una persona más, que ahora el recuerdo se había encargado de sembrarlo, como un gran roble de hoja perenne, en el jardín de remembranzas sin retorno, diluidas en el mar del tiempo luego de la vorágine tormenta.
Sus pasos secos se guiaron a través del alfombrado vicioso de la antesala, al eco de sus propios pies sobre el acabado en madera barnizada del comedor, extendido ante sus ojos como una pieza de gusto inglés cuya magnanimidad sobrepasaba la imagen que alguna vez tuvo sobre la figura irascible de su joven compañero japonés.
La habitación prominentemente grande en forma rectangular, gozaba de arquitectura americanizada, en cada esquina se alzaba un recuadro contrastante con la simetría de los cuadros de un pintor, al final de cada pequeño pilar asimétrico había una pequeña honda coloreada en verde selva que lograba una combinación perfecta con el mismo tono en seco de la pared. El segundo ventanal que desde fuera podía verse correspondía al comedor, la tela de la cortina cerrada junto con la que se mantenía abierta, perfilando el gusto colonial contrastante al estilo inglés de los muebles, pero que, a pesar de todo, era considerado un gusto respetable.
Al lado derecho de del ventanal, justo al lado largo de la mesa, se encontraba la vitrina con la más exquisita cristalería. Y como no serlo, si él mismo la había comprado tiempo atrás, antes de que nada más ocurriera, y la noticia de sus dos amigos viviendo juntos, había tomado a todos impróvido menos a él, que con una actitud aparentemente inverosímil había no más que sonreído sinceramente a la revelación.
Para sorpresa de todos, fue quien mejor lo había tomado, ante la afrenta que había significado para muchos en el medio el cual ya se desenvolvían, era algo sencillo saber, que si no era aceptado, simplemente no les importaría.
Volvió su mirada directamente a los tres cuadros de bodegones que adornaban las paredes, de diferentes tamaños y estilos de brocha, hasta aquel adornado con chaquira iridiscente sobre el óleo, entonado en la marco sobre las misma pieza de madera caoba de la que constaba la mesa para ocho personas, acolchonadas forradas del bordado floreado que las manos diestras de Hilary habían logrado hacía algunos años.
Para aquel momento, la cena había sido colocada sobre el mantelillo blanco tejido de algodón y poliéster que representaba la figura de una tarde de otoño, contrastantes hojas verdes y coloreadas, aquella cena que humeaba ya en variedad increíble de olores que gustaban al olfato casi de forma inmediata, y que, desde hacía tiempo, Takao cocinaba con maestría admirable.
"Si tardaban más iba a comenzar comiéndome la mesa" aquel gesto infantil de niño hambriento contrastaba con el seño graciosamente fruncido simulando un enfado mal caracterizado "Ah!! Esto no prospera así!!" sintiéndose ignorado por ambas personas que parecían venir ensimismados, la única alternativa reinante era tomar armas el mismo.
Takao arrastro la silla para ponerse de pie, colocándose con rapidez detrás del supuesto 'nvitado' que mas parecía esquinero y adorno que persona viva. La razón era sencilla, pese a que Kai era indiscutiblemente menos soberbio, al menos con ellos, había tomado la característica de volverse reticente, pero en volúmenes exagerados. Así que no había mas remedio que impugnar contra aquel adjetivo que se había vuelto propio de Kai Hiwatari.
Sin ningún tipo de consideración, arrastró empujando a su antiguo compañero por los hombros, para que se decidiera a avanzar y sentarse a la mesa antes de que su estómago continuara haciendo aquel ruido mounstroso cada vez que se sentía hambriento.
El desconcierto hizo mella sobre el rostro apologénico del ruso que solo atinó para avanzar antes de caer directo sobre la placa de madera, aunque apenas salir del susto abrupto giró con un gesto de molestia para retirar aquellas manos de sus hombros, con la misma forma déspota que podía caracterizarle cuando consideraba a otra persona indigna de tocarle.
"Puedo caminar" protestó al momento de retirarse con dos ágiles pasos hacia un lado, como consecuencia su anfitrión cayó de bruces contra el suelo a la más pura representación de hacía años "El que necesita andadera es otro, cada día estás mas idiota" reprochó con un gesto lascivo de su carácter ramplón en su mejor gala.
"Que fue lo que dijiste?!!" como si el tiempo no hubiese pasado la elasticidad de aquel cuerpo seguía sorprendiéndole, pues de un solo salto estaba de pie, con el gesto furibundo rechinando los dientes por tal insulto, aquel no aprendía?! O que?!
"Takao!!" rápidamente el rubio reprendió a su ahora pareja con un enojo fingido, el gesto desaprobatorio curveaba sobre las facciones infantiles del cual el japonés siempre salía incólume, recordando que aquello, era parte del jugueteo.
"Pero Maxie!! El empezó!!" la percepción del lloriqueo de etapa preoperacional del joven era realmente algo que hubiese podido grabarse a la cámara de algún paparazzi que se hubiese entusiasmado para observar a los ocupantes y su invitado, volviendo años desde la última vez que se habían presentado para la televisión...
Y recordaban bien aquello...pero ahora, era algo que la importancia restaba el momento.
"Que Kai te recuerde tus verdades no significa que tengas que gritar" había avanzado parsimoniosamente hasta la mesa colocando el humeante chocolate contenido dentro de la finísima losa de porcelana. Y a pesar de todo, continuaba con sus ojos cerrados al colocar diestramente lo que sobre la mesa había faltado.
"Como puedes decirme eso!!!" los labios temblaron en un puchero irreconocible para un veinteañero que, lejos de ser maduro, parecía haber ido en retroceso, a sabiendas que todo aquello era parte de la broma, para Kai cuyo corazón había corrido lejos hacia tantos años...
"Porque Max es realista y significativamente mas listo que tu" el sorprendente momento en el cual el invitado había ya tomado asiento sobre la mesa, cruzado sus brazos con aquel gesto imperturbable y su mirada buída de sonrisa maliciosa directamente clavada en aquel que continuaba su puchero.
"Y quien te pidió opiniones a ti?!" crujió los dientes entre si, malhumorado por el pésimo humor negro que caracterizaba al ruso, y del cual continuaba haciendo gala incluso casi una década después de haberse conocido.
"Por eso pregunto Max, que fue lo que viste en él?" una de aquellas muestras mas descaradas para ignorar al histérico joven que ya comenzaba a crear un teatro alrededor del rubio para llamar su atención y reclamar lo muy ofendido que se sentía por la conducta de su invitado, el cual solo parecía empeñarse en molestar.
"MAX!!!!!!!" agitó los brazos al lado volviendo su mirada enorme y acuosa sin obtener muchos resultados, pues aquel al que dirigidos iban cada uno de esos reclamos continuaba con un gesto impasible y amable que no se le borraría del rostro pese al esfuerzo de su actual pareja.
"Takao...deja de brincar que ya vamos a cenar" dio media vuelta, colocándose sobre el asiento, mientras acomodaba la servilleta sobre sus piernas omitía hacer gesto o comentario alguno que le dieran mas 'cuerda' al dueño de su corazón para continuar con aquel berrinche preescolar.
"Que cruel eres conmigo" ladeó su cabeza tristemente al no obtener lo que tanto esperaba, el apoyo para, de una vez por todas, callar al ruso cada vez que venia con insultos, parte de aquel círculo vicioso que ninguno estaba dispuesto a olvidar.
"Si piensas que eso es crueldad, pobre de ti" resumió con el tono fastidiado, pero ya sin ningún ánimo prejuicioso sobre su declaración, tal como Max había declarado, ahora era tiempo de tomar la cena, una que realmente deseaba disfrutar, pues el estrés del trabajo diario y la inminente hipocresía lograban aquel detrimento progresivo en su salud.
"Ja-ja, muy gracioso Kai" bufó con exasperación acomodando la servilleta de la misma forma que el rubio lo había hecho, el tiempo de juego había pasado como un agradable rato para recordar viejos tiempos, ahora la cena era lo único que se concentraba en el estómago y cabeza de Takao.
"Bien, cenemos" la plena sonrisa surgió a la sugerencia que el anfitrión había dado, obteniendo la atención y la afirmación de cada uno de los ocupantes del pequeño salón que ahora, se concentrarían en la cena humeante frente a ellos, cuyos exquisitos olores prometían mucho a su paladar.
A pesar de que el ambiente se desenvolvía en aquel silencio, éste era totalmente inicuo, logrando ser franqueable en el momento que lo desearan, había una comodidad inexplicable dentro del comedor donde aquellos se concentraban en la comida más que en la conversación, era como...estar en casa.
Sí, jamás reconocería tal hecho a voces, pero la calidez con que era recibido, las miradas de fraternidad verídica en sus compañeros, las sonrisas esporádicas llenas sinceridad que se desplegaban por el solo hecho de verle llegar, de saber que su visita se había acercado. Aquel era el único lugar que consideraba algo más que un hogar...alguna vez alguien le había dicho que solo encontraría su lugar, cuando se decidiese a amar, y sin embargo, en aquella ocasión, había tirado el comentario a un lado como si nada hubiese valido y lo paradójico es que no se había arrepentido.
"Y como va todo en la organización, Kai?" era bueno de alguna forma romper el silencio, iniciar con una conversación superflua siempre deslindaba luego lo que realmente se deseaba preguntar.
"La misma ufanía e hipocresía enfermiza de siempre" amortajó con violencia en su voz, aquella característica de la escasa complacencia que el hecho de haber heredado la fortuna había llevado consigo, haciéndole cabeza de un lugar que odiaba desde el fondo de su alma "Los malditos administrativos siempre pensando pecuniariamente" espetó como si aquello fuese algo azaroso que ni siquiera vale la pena ser contado y realmente lo era.
"Supimos que eras catedrático en Novosibirsk State Technical University" el rubio tenía una alegría filial al hablar de aquello, había terminado la universidad en un corto tiempo gracias a su propio ingenio, heredado de su madre, y ahora se desempeñaba como docente dentro de una de las más prestigiadas universidades de Japón, y enterarse que Kai iba por la misma situación le brindaba una emoción empática.
"Si, en algo debía 'entretenerme'" sin mucho ánimo de continuar, el hecho era, que a pesar de poder conversar más abiertamente con sus compañeros, no había tesitura que fuera suficiente aliciente para hablar de vanalidades. Los universitarios últimamente eran unos completos incompetentes que solo hacían a sus tutores el dinero derrochar estúpidamente.
Takao observaba parte de su comida en el plato, no había soltado palabra alguna desde que la cuasi-conversación había dado comienzo, la curiosidad sobre su comida era digna representante de cualquier felino curioso por descubrir, algo dentro de aquella caja de Pandora que tanto tiempo había permanecido cerrada. El exquisito olor de la comida había llenado la habitación con aquella capa suave llena de sabor, pero para el nipón su máximo reto consistía en comer aquellos caracoles marinos en la salsa verde que Max había preparado antes.
Observó atentamente a su adversario, atento a cualquier 'movimiento' en falso, sostenía el tenedor ociosamente observando cual sería el punto débil de aquellos que, rodando sobre el plato, parecían burlarse por su incompetencia al no saber exactamente como debía comerlos. Finalmente y con decisión marcado en su rostro infantil, levantó el tenedor, arma mortal para eliminar cualquier tipo de comida, enfocó la mirada en el punto exacto en el cual debía clavarse y en un movimiento veloz, dejo caer con fuerza su instrumento de combate contra el indefenso caracol.
El resultado fue trágico.
El tenedor no atinó al lugar designado sobre el cual debía caer, tocando solo un lado de aquel y logrando que se deslizara fuera, con tal fuerza que salió disparado del plato directamente contra la pared, pero ahí no acabo todo. El increíble caracol golpeó con fuerza rebotando justo contra el costoso Jarrón que el padre del rubio había regalado hacía un par de años.
Los pequeños trozos verde-azulados volaron expulsados con fuerza amenazante clavándose contra el suelo o volviendo partes más pequeñas cuando contra la madera del piso chocaban. Al final, solo se escucho el pequeño sonido del caracol rodando alegremente sobre la madera, bailando su victoria y aterrizando burlonamente sobre los pies de su rival.
Max observó ausentemente los restos del jarrón sobre el suelo barnizado, sin haber dicho aún palabra alguna, sus ojos azules fijos sobre el desastre después de la guerra.
Takao no cabía en la vergüenza que afanosamente había subido hasta sus mejillas revelando el color rojo intenso que solo algunas veces había dejado notar, se sentía tan enfadado consigo mismo por su estupor que no hallaba dentro de su cabeza alguna buena excusa para disculparse.
Kai, por su parte, habíase limitado a levantar una ceja incrédulo de todo aquel teatro que el japonés había hecho gala, aunque aquello no había causado enojo alguno, podía mantener fijo en su rostro, el mismo gesto deleznable hacia cada acto impertinente que Takao realizaba, y este, era uno de esos grandes ejemplos por los cuales se había considerado al nipón de irascible.
"Takao..." finalmente la voz serena del rubio había acabado con el silencio que bailaba alrededor de la habitación luego del estruendoso sonido del cristal volviéndose mil pedazos. Su mano dejo el tenedor que había sostenido en su mutismo justo al lado del tazón el cual aún contenía la comida que fue olvidada de improviso.
"Maxie...lo siento...lo siento mucho..." decir que hubiese podido romper en llanto por aquel detalle, hubiese sido poco. Contrario al tamaño berrinche que hubiese conspirado en ocasiones anteriores, esta vez, su gesto no variaba de aquel sentimiento culpable y vergonzoso al ocasionar tal desastre, detestaba su propia imprudencia.
"Nunca cambies" fue la respuesta del rubio, que se había animado a girar a ver a su actual amante, con una sonrisa suave curveando sus labios delgados, su mirada llena de comprensión y ánimo inicuo del cual, Takao supo que de aquel acontecimiento saldría incólume.
"Maxie..." por alguna razón, el nombre siempre se desprendía de sus labios con la misma dulzura, con el aire proverbial que destilaba el rubio, del que cualquiera podría enamorarse por su dulzura y aquella sonrisa maravillosa que le habían conquistado casi desde el primer momento que le vio.
La respuesta fue la única que podía desprenderse de aquella escena rica en emociones que ambos amantes emanaban desinteresadamente aquel torbellino de sentimientos cálidos que se recompensaban unos a otros, provocando una atmósfera llena de compresión y deseo verosímil que contagiaría con facilidad a quien estuviese en los alrededores.
Sin embargo no a él. Cada demostración de afecto que se creaba entre personas cercanas, muy a pesar de que alegraba saber la forma verídica de aquel cariño, la parte más profunda de su esencia oprimía con tal fuerza que amenazaba con matarle de aquella profunda tristeza. Exasperado de aquella emoción infame que continuaba torturándole a pesar de los años, limitándose a grabar en su rostro una señal ecuánime que en esta ocasión rayaba en la soberbia, ocultando su propia debilidad enfermiza.
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La cena había concluido, ahora se encontraba meditabundo dentro de la habitación de huéspedes a la cual, poca atención le había prestado. Su gesto ininteligible parecía querer escrutar la forma en como el techo se plagaba de recovecos de construcción minuciosa cuya asimetría figuraba un rectángulo de perímetro izquierdo más pronunciado.
Era solo el mero deseo de plantar su pensamiento en cualquier detalle superfluo y no encontrarse de nuevo con los mismos pensamientos que venían atormentándolo desde aquel instante.
Cerró sus ojos, plasmados de tanta frialdad que congelarían el alma más calida que quisiese acercarse, que matarían al imprudente que deseara tocarle, que desdeñarían al cretino que osara querer ver más allá de aquella superficialidad. Sin ningún tipo de remordimiento, pues ello, ya no existía.
El espacio infinito se cierne con su manto oscuro llenando todo de aquella apremiante sensación de frío, como cada noche sucediera aquel bucle que nunca se deshace. No debería importar, nunca le había parecido trascendental, siempre había sido de la misma forma, desde que tenía memoria y conciencia de si mismo. Aquel lugar que tan familiar había parecido de un momento a otro se había vuelto ajeno, insoportable el aire gélido que cobardemente, huía de si mismos colándose a través de sus poros hasta llegar al único lugar que había guardado el último calor que llevaba dentro de su cuerpo y que parsimoniosamente había corrido a una sensación tibia...que pronto, se volvería parte de aquel ser ominoso.
Eso era, solo un ser despreciable que había corrido a través del tiempo pasando por encima de todos, sentimientos y personas que pudiesen causar interjección dentro de la avenida que la vida representaba, donde la muerte podía aparecer en cada corte asimétrico de la bulliciosa ciudad.
El sueño se repite, sucesión continua de imágenes en una película gastada por los años donde la noción de la secuencia se pierde en cada recuerdo que el tiempo se ha encargado de diluir cual lágrima bajo el manto de agua salada de al superficie marina...el mismo océano, donde el cuerpos se vuelve nada, aquel abismo, donde la esperanza comienza a perderse y la vida se hace lejana, imposible.
La misma imagen...el viento fresco de la tarde acariciando su rostro con frugalidad evasiva, delineando las facciones delicadas en un esfuerzo por sustraer aquella belleza de la cual carecía, a la cual hacerse a la par para sofocar el deseo ardiente que acariciaba sobre la piel...el viento egoísta, que siempre lo quiso para sí mismo...el viento egoísta, que al final, lo llevó consigo en un soplo, borrando aquella impoluta sonrisa que se había extendido alegre en el rostro radiante y lleno de vida...
Aquel ser cándido aún se mantenía flotando en su recuerdo...sobre la nada...sobre el vacío...
Y remontaba, la misma representación onírica...
El espacio a su alrededor...sobre la nada, envuelto en su propio cuerpo que era incapaz de reaccionar, pues alrededor no existía más solo aquella oscuridad que como sortilegio fue degradando las imágenes y el calor que alguna vez creyó inexistente.
El frío, el mismo maldito aire gélido que hacía su cuerpo temblar a la hiriente sensación de soledad clavándose cual dagas envenenadas sobre su piel desnuda, sin ningún tipo de protección que pudiese salvaguardar al menos, un poco de aquellas hostiles remembranzas tormentosas que su recuerdo se esfuerza por traer de vuelta una y otra vez...
No hay nada, no hay nadie, salvo aquel inmenso lugar donde los sonidos han escapado, temerosos de ser tragados por el eco sordo de sus propios lamentos.
Se engaña a sí mismo, creyendo que solo necesita el uso de una manta, algo con que cubrirse, leña para levantar una fogata, alguna bebida para calentarse. Trémulas, sus manos buscan en el espacio vacío y no desean tocar solo ese frío que tan tangible se ha vuelto y única opción ha sido, solo esperando encontrarse con algo de calor, alguna señal de existencia, que estuvo ahí, que volverá pronto. La presión asfixiante se desenvuelve dentro del pecho amenazando con su hoz cortar de tajo la vida que entre los dedos se escapaba. Se echa a llorar porque no existe ahí ningún calor, ninguna piel cerca, porque todo es desolación y frío, cuyo producto es una soledad que casi se puede masticar, que se encuentra flotando en el aire como presagio maldito.
Pero las fuerzas escasas le obligan a ponerse de pie, a sus miembros reaccionar, a su cuerpo colapsado esforzarse sobre la última gota de fuerza que puede conseguir, esperando algo, alguien. Vuelve a caer, cesa el llanto, nada y nadie va a salvarle. Sucumbirá ante el frío en aquel lugar y nadie habrá de recordarle. Lo olvidarán...les olvidará...
TBC.
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N. de A: A quienes leen les extiendo mi más profundo agradecimiento y a quienes se toman el tiempo para dejar su comentario os admiro de verdad, pues el trabajo de cualquier escritor (pese a ser solo aficionado) se recompensa con los comentarios que puedan llegar a realizar. Mil gracias a todos.
Kurama-suu: Gracias por el 11 de calificación, y espero que la historia siga pareciendo interesante.
Camil: por tu entusiasmo gracias, y saber que el fic te ha agradado es más que una recompensa.
BlackMime: Agradezco tus comentarios y respecto a tu pregunta, infiere.
Chica rara: la mejor? Bien no me considero de esa forma pero gracias, vas a inflar mi ego y luego voy a parecer pavo real. Y si, prepárate.
Roquel: Lo que sucedió con Kai durante esos años atrás se va a ir descubriendo poco a poco, pero por ahora pueden tener una idea de lo que está pasando. Gracias por tus comentarios.
Lady Aylen: Ira, gracias por leer, como siempre a punta de cañón.
Kirisu Hiya: me siento honrada por saber que el fic te ha gustado, y gracias por lo que has comentado acerca de que la historia atrapa, aunque no estoy segura.
Blurred-dream: Escritores profesionales?, solo las uso, me falta mucho por saber redactar y vocabulario. E igual, el paradero de Rei, pueden inferirlo. Gracias por tus comentarios.
Damika Hiwatari: mi querida niña, mil gracias por tu apoyo.
Galy: buenísimo...mis rachas de inspiración son breves y no se si tenga la suerte de que esta se prolongue pero haré lo posible. Muchas gracias.
Sandy Kon: Para comprender la respuesta a tu pregunta, ata el primer párrafo del fic, a las últimas palabras de Kai, no es tan difícil, verdad?.
Shizu-sama: Hum...sabias que hay una linea muy pequeña entre la vida y la muerte?, si encuentras la respuesta, ahí esta la base de esta historia.
